ORQUESTA SINFÓNICA

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AL HABER CRECIDO en varios rincones del planeta, la adscripción de
mi nacionalidad podría entenderse como un capricho del azar. He
sido mencionado en igual medida como jamaicano, ruso y británico.
Y, como director, estoy seguro de que otros muchos calificativos se habrán
utilizado a mis espaldas. Ahora, como Director Titular de la OSCyL, estoy
orgulloso de poder añadir Castilla y León a mi lista de méritos. Personalmente,
considero una suerte que mi trabajo me haya traído a esta hermosa
parte del mundo, crisol de una sólida cultura.
En el corazón de cualquier orquesta está su territorio. La OSCyL tiene la
fortuna de llevar en su corazón una región tan impresionante como ésta a la
que representa. Y seguramente esa sea una de las razones que ha hecho de
sus músicos personas tan bien perfiladas. Ellos ya traían en la mochila su
propio bagaje vital, sus aficiones, sus familias y sus diversos orígenes. Y esto,
unido al hecho de que los músicos de orquesta son personas y no máquinas,
es lo que permite que una orquesta desarrolle un sonido único y unos rasgos
diferenciales propios.
Pero recíprocamente, también podríamos afirmar que Castilla y León es
muy afortunada al contar con una orquesta tan extraordinaria. Es alentador
comprobar que, cada año que pasa, los músicos de la OSCyL contribuyen
a afianzar ese sentimiento de orgullo que supone su presencia para Castilla
y León. La mayor parte de la comunidad apoya a su orquesta y la incorpora
como parte de esa cultura única que atesora; porque también de alguna forma
la orquesta contribuye a proyectar en su sonido y en su forma de tocar las
características propias de esta región. De este modo, la orquesta ha llegado
a convertirse también en un valioso embajador universal.
Como las bandas de pop o las empresas, las orquestas también cambian con
el tiempo. Suben y bajan tanto en calidad como en prestigio. Pero es destacable
el hecho de que en la OSCyL esa trayectoria sea constantemente ascendente.
La orquesta apenas tiene 25 años de existencia, y sin embargo, en ese