ORQUESTA SINFÓNICA

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Andrew Gourlay
tiempo ha crecido de manera fulgurante. Todavía tenemos la suerte de contar
con intérpretes que han formado parte de la misma desde sus orígenes,
personas que han sido testigos directos de ese crecimiento. Pero para un
recién llegado como yo, el cuadro completo de esa magnífica evolución musical
ha estado, lamentablemente, fuera de su campo de visión.
No obstante, también hay algo positivo en ello: como recién llegado y después
de haber trabajado regularmente con orquestas de todo el mundo, he
podido captar la instantánea precisa de en qué punto se halla exactamente
la orquesta en este momento. Y la instantánea es impresionante. Ésta es una
orquesta con potencial suficiente para ser una de las grandes. Es emocionante
ponerse al frente de unos músicos capaces de tocar al más alto nivel
sin perder la frescura. Hay positividad y ambición. Y habita en ellos un deseo
voraz de demostrarle al mundo que pueden llegar a lo más alto. Y por eso,
seguiremos elevando el nivel de esa ambición para asegurarnos de que, como
orquesta, vamos a cumplir con todas estas expectativas.
Tampoco puedo negar que me produce un extraño placer imaginar a mis
amigos y “colegas” con los ojos borrachos de envidia al pensar en las exquisitas
“dosis” de Ribera del Duero que debo de estar consumiendo casi a diario.
Y en este punto hay una indiscutible analogía entre la viña y la OSCyL.