REVISTA LITERARIA 2017 - COLEGIO VALLES

ARCOIRIS
Siete mariposas vivían hace muchos siglos en el corazón de la selva, cada una tenía un
color distinto. Al volar producían un hermoso efecto sobre el cielo. Un día, una de
ellas se hirió con una larga espina, la herida era muy grande y las otras mariposas
ofrecieron cualquier sacrificio para evitar que la muerte no se llevara a su amiga.
Entonces un hada les dijo: “¿Ustedes están dispuesta dar la vida para permanecer
juntas?”. Todas dijeron que sí. Entonces el hada las envió al cielo, empezó a llover y
cada una de las 7 mariposas desprendió su color, formando así un hermoso arcoíris.
Pero no todo era de color de rosa, ya que cuando había tormentas y rayos las
mariposas pasaban por una crisis nerviosa y se deprimían y querían volver a la tierra y
volver a tener la vida tranquila que tenían antes.
Un día se acercó a ellas la nube reina y les dijo que estaba muy enojada porque ellas
ocupaban su espacio en el cielo y que debían volver a la tierra, pero las mariposas le
respondieron que ese era un sacrificio que tenían que hacer para poder estar todas
juntas. De repente, el señor Sol protestó en contra de las nubes diciendo que el
arcoíris era una parte del cielo muy hermoso que no podía faltar en el cielo, ya que
transmitía amor y alegría. Las nubes estaban muy enojadas, pues pensaban que iban a
ser reemplazadas por el arcoíris. Ellas también eran muy hermosas, al juntarse, cada
una de ellas sacaba un color muy brillante y alegre. La primera tenía un color amarillo,
la segunda rojo, la tercera verde, la cuarta celeste, la quinta morado, la sexta
anaranjado y la última rosado. Eran únicas e inseparables y lloraban preocupadas
porque no querían separarse, querían estar juntas ya que de no hacerlo podrían
morir. Entonces las nubes dijeron que lo iban a pensar, porque ellas también se
sentían tristes, creían que las iban a comparar con el arcoíris y las nubes pensaban
que no eran tan bonitas como él. El señor Sol trataba de hablar con las nubes para
poder lograr hacerlas entender que cada una era única y hermosa y que nadie podría
quitarles la esencia que contenían y que debían entender que las mariposas tenían
que permanecer juntas y que nunca podrían volver a la tierra. Entonces las nubes, con
lágrimas, aceptaron que las mariposas se quedaran en el cielo para poder llenar de
alegría toda la tierra. Las mariposas, felices, decidieron formar su arcoíris para
representar su alegría y así terminar el día con el cielo lleno de colores.
Cristina Sandoval Prado