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El solitario de la isla

Obra completa de David Ortíz

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40<br />

“¡Ya sé <strong>de</strong> lo que se trata! —me dije—. ¡Mejor me hubiera quedado a estudiar para el examen <strong>de</strong><br />

francés, no creo que sea diferente a <strong>la</strong> ceremonia <strong>de</strong> allá, a<strong>de</strong>más…! ¡Basta, <strong>de</strong>tén tu mente, Daniel!<br />

¡No sabotees <strong>la</strong> experiencia, no le quites el misterio a <strong>la</strong> vida! ¡Déjate guiar por esta vez!”<br />

Volvió a sonar el caracol y <strong>de</strong>l segundo tipi salió un hombre como <strong>de</strong> un metro ochenta <strong>de</strong> estatura,<br />

<strong>de</strong> piel morena o más bien requemada por el sol. Era esbelto y <strong>de</strong> muscu<strong>la</strong>tura <strong>de</strong>finida, como quien<br />

realiza diariamente duras faenas. Tenía cabello cano, <strong>la</strong>rgo y ondu<strong>la</strong>do que sujetaba con una cinta<br />

color beige en <strong>la</strong> frente llena <strong>de</strong> surcos. Su nariz no era muy gruesa, tenía un abundante bigote y<br />

mirada penetrante. Tendría como cincuenta y cinco años. Vestía un short b<strong>la</strong>nco, llevaba el torso<br />

<strong>de</strong>snudo y estaba <strong>de</strong>scalzo. Al menos este hombre tenía más aspecto <strong>de</strong> indio que todos los que<br />

había visto hasta el momento.<br />

Con paso solemne y lento, caminó hacia el grupo y se colocó entre <strong>la</strong> hoguera y <strong>la</strong> cabaña <strong>de</strong><br />

sudación; permaneció en silencio unos instantes y <strong>de</strong>spués exc<strong>la</strong>mó:<br />

—¡Mi nombre es Jacques, seré tu guía durante esta ceremonia, por lo cual invoco y convoco a ti,<br />

Gran Espíritu, a ti, Gran Misterio, a que te manifiestes en esta ceremonia <strong>de</strong> renacimiento <strong>de</strong> tus<br />

futuros guerreros, que por propia voluntad se someten a esta ceremonia <strong>de</strong> iniciación!<br />

Dicho esto, arrojó unos polvos a <strong>la</strong> hoguera y ésta se avivó, alzándose con gran estrepito.<br />

—¡Todos alcen sus manos y miren al este! —or<strong>de</strong>nó.<br />

—¡A ti, Gran Espíritu <strong>de</strong>l Este, el <strong>de</strong> color rojo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> primavera, símbolo <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida;<br />

a ti, Padre Cielo, el <strong>de</strong> color azul, dador <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz; a ti, Madre Tierra, <strong>la</strong> <strong>de</strong> color ver<strong>de</strong>, que<br />

proporcionas <strong>la</strong> vida, les solicitamos que <strong>de</strong>n a sus hijos <strong>la</strong> sanación a sus males corporales, así<br />

como <strong>la</strong> fortaleza física para soportar <strong>la</strong> travesía por inipi, símbolo <strong>de</strong>l sagrado vientre <strong>de</strong>l cual<br />

renacerán!<br />

Inmediatamente sonó el cuerno, cuyo sonido se esparció a los confines <strong>de</strong>l bosque.<br />

—¡Todos en dirección sur!<br />

—¡A ti, Gran Espíritu <strong>de</strong>l Sur, el <strong>de</strong>l color amarillo, el <strong>de</strong>l verano, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ilusiones y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pasiones;<br />

a ti, Padre Cielo que nos proporcionas calor; a ti, Madre Tierra que provees nuestras necesida<strong>de</strong>s,<br />

<strong>de</strong>n a sus hijos <strong>la</strong> sanación <strong>de</strong> sus sufrimientos así como <strong>la</strong> fortaleza mental, <strong>la</strong> voluntad para que los<br />

recuerdos fluyan y por su boca salgan los eventos que marcaron su vida y que dieron origen a sus<br />

conflictos y a sus pasiones humanas!<br />

Y se volvió a escuchar el sonido <strong>de</strong>l caracol.<br />

—¡Todos en dirección oeste!<br />

—¡A ti, Gran Espíritu <strong>de</strong>l Oeste, el <strong>de</strong>l color negro, <strong>de</strong>l otoño, <strong>de</strong> <strong>la</strong> tristeza, <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida;<br />

a ti, Padre Cielo, que bajo tu bóveda nos cobijas; a ti, Madre Tierra que nos das amor, permitan a<br />

sus hijos contactar sus emociones para que pueda fluir el dolor que los conduzca a <strong>la</strong> ansiada<br />

liberación!

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