El caballo mágico
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<strong>El</strong> <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong><br />
<strong>El</strong> Caballo Mágico, un antiguo cuento de la tradicional<br />
Las mil y una noches, narra las maravillosas aventuras<br />
del joven príncipe Tambal. Considerado un soñador en<br />
comparación con su hermano, a Tambal le intriga un<br />
<strong>caballo</strong> de madera que otros desprecian y ven como<br />
un simple juguete, pero que es realmente un <strong>caballo</strong><br />
<strong>mágico</strong> finamente tallado en madera. <strong>El</strong> príncipe Tambal<br />
desaparece en el <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong> y corre emocionantes<br />
aventuras antes de conseguir finalmente el deseo de su<br />
corazón y retornar a su tierra.<br />
Escrito por Idries Shah<br />
Ilustrado por Julie Freeman<br />
Traducido por Rita Wirkala<br />
Esta historia es parte de la rica literatura del Oriente<br />
Medio y el Asia Central. Durante más de treinta años,<br />
las numerosas colecciones de cuentos y narrativas<br />
recogidas por Idries Shah de tales fuentes nos han<br />
nutrido y entretenido.<br />
Las hermosas ilustraciones de Julie Freeman capturan<br />
la magia de este cuento. Las imágenes y el texto están<br />
enmarcados en ricos frisos de diseños orientales.
Text copyright © 1998 by The Estate of Idries Shah<br />
Illustrations copyright © 1998 by Julie Freeman<br />
Translation copyright © 2016 by The Institute for the Study of Human Knowledge (ISHK)<br />
ALL RIGHTS RESERVED<br />
No part of this publication may be reproduced, distributed, or transmitted in any form or by any means,<br />
including photocopying, recording, or other electronic or mechanical methods, without the prior written<br />
permission of the publisher, except in the case of brief quotations embodied in critical reviews and<br />
certain other noncommercial uses permitted by copyright law.<br />
For permission requests, please write to:<br />
Permissions, Hoopoe Books- ISHK, 171 Main St. #140, Los Altos, CA 94022, USA<br />
<strong>El</strong> <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong><br />
Escrito por Idries Shah<br />
First English Hardback Edition 1998, 2001, 2005, 2015<br />
English Paperback Edition 2001, 2008, 2012, 2015<br />
This Spanish Paperback Edition 2016<br />
Ilustrado por Julie Freeman<br />
Traducido por Rita Wirkala<br />
www.hoopoekids.com<br />
Publicado por Hoopoe Books, la editorial de ISHK<br />
(The Institute for the Study of Human Knowledge)<br />
La versión original de <strong>El</strong> <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong> fue publicada en 1968<br />
en Caravana de sueños, de Idries Shah.<br />
ISBN 978-1-944493-07-3<br />
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data<br />
Shah, Idries, 1924-<br />
The magic horse / by Idries Shah; illustrated by Julie Freeman.<br />
p. cm.<br />
Summary: A teaching tale in which two very different princes find their hearts’ desires: one<br />
in a wondrous, mechanical fish, the other in a magical wooden horse.<br />
ISBN-1-883536-11-1 (hdbk.)<br />
[1. Folklore.} I. Freeman, Julie, ill. II. Title.<br />
PZ8.1.S47Mag 1997<br />
[398.22]–dc21 97-5086<br />
CIP<br />
AC
HABÍA UNA VEZ no hace mucho tiempo, un<br />
lugar donde la gente era muy próspera. Habían<br />
hecho todo tipo de descubrimientos en el cultivo<br />
de las plantas, en las cosechas y conservas de<br />
frutas, en la manufactura de objetos para vender a<br />
otros países, y en muchas otras artes prácticas.<br />
Tenía dos hijos, Tambal y Hoshyar. Hoshyar era<br />
experto en el uso de inventos extraños. Tambal era<br />
un soñador que parecía sólo interesado en cosas de<br />
poco valor a los ojos de los ciudadanos.<br />
Su monarca era un inusual esclarecido y<br />
estimulaba nuevos descubrimientos y actividades<br />
porque sabía que ayudarían a su gente.
De vez en cuanto el rey, que se<br />
llamaba Rey Mumkin, hacía esta<br />
declaración:<br />
—Aquellos que tengan inventos<br />
interesantes y útiles, que los<br />
presenten al palacio para ser<br />
examinados y tal vez remunerados.<br />
En ese país había dos hombres, un herrero y un<br />
carpintero, que eran grandes rivales en casi todo, y<br />
cada uno disfrutaba fabricando aparatos extraños. <strong>El</strong><br />
día que escucharon este anuncio decidieron competir<br />
por el premio para que quedara establecido de una vez<br />
por todas quién tenía más mérito, y fuera reconocido en<br />
público por el rey.
<strong>El</strong> carpintero tomó sus simples herramientas y fue al<br />
bosque donde, después de una larga y solitaria reflexión,<br />
preparó su obra maestra.<br />
Corrieron las noticias de la competición, y la gente<br />
pensó que el herrero ganaría fácilmente, porque ya habían<br />
visto sus ingeniosos trabajos, mientras que los productos<br />
del carpintero, aunque admirados, no eran muy útiles.<br />
Cuando ambos estuvieron listos, el rey los recibió<br />
en la corte.<br />
<strong>El</strong> herrero trabajó día y noche<br />
en una poderosa máquina<br />
con la ayuda de muchos<br />
especialistas talentosos. Rodeó<br />
su taller con altos muros para<br />
mantener su trabajo en secreto.
Pusieron al príncipe Hoshyar a cargo de la<br />
fabricación de más peces maravillosos y de hacerlos<br />
accesibles a todos.<br />
La gente bendijo al herrero y a Hoshyar, así como<br />
al buen y sabio monarca al que tanto amaban.<br />
Con la emoción, se olvidaron del carpintero. Un<br />
día alguien dijo: —¿Y qué pasó con la competición?<br />
¿Dónde está la propuesta del carpintero? Todos<br />
sabemos que es un hombre listo. Tal vez él ha<br />
producido algo útil.<br />
—¿Cómo puede algo ser más útil que los peces<br />
maravillosos? —preguntó Hoshyar. Y muchos<br />
coincidieron con él.<br />
<strong>El</strong> herrero produjo un inmenso pez metálico que,<br />
según dijo, podía nadar en el agua y debajo del agua,<br />
transportar cargas sobre la tierra, e inclusive volar<br />
lentamente por el aire. Al principio, a la corte le<br />
parecía difícil creer que pudiera existir tal maravilla<br />
hecha por el hombre, pero cuando el herrero y sus<br />
asistentes lo demostraron, el rey quedó encantadísimo.<br />
Le concedió al herrero grandes honores, un alto rango<br />
y el título de “Benefactor de la Comunidad.”
Pero un día el rey estaba aburrido. Se había cansado de<br />
los peces y de los informes acerca de las maravillas que tan<br />
a menudo realizaban. Y dijo: —Llamad al carpintero, porque<br />
ahora me gustaría ver lo que ha hecho.<br />
<strong>El</strong> simple carpintero fue hasta la sala del trono, llevando<br />
un paquete envuelto en una burda tela. Mientras los<br />
cortesanos estiraban sus cuellos para ver lo que tenía, él<br />
retiró la envoltura para mostrar…un <strong>caballo</strong> de madera.<br />
Estaba hermosamente tallado y decorado con tintas<br />
coloridas, pero el rey respondió ríspidamente:<br />
—¡Es sólo un juguete!<br />
—Pero, padre —dijo el príncipe Tambal—, preguntémosle<br />
al hombre para qué sirve.<br />
—Muy bien —dijo el rey—. ¿Para qué sirve eso?<br />
—Su Majestad —tartamudeó el carpintero—. Es un<br />
<strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong>. No parece impresionante, pero tiene sus<br />
propios sentidos interiores. Al contrario del pez, que tiene<br />
que ser dirigido, este <strong>caballo</strong> puede interpretar los deseos<br />
del jinete y llevarlo dondequiera que él necesite ir.
—Una cosa tan tonta solo es adecuada para Tambal<br />
—murmuró el primer ministro a oídas del rey—. No se<br />
lo puede comparar con el maravilloso pez.<br />
<strong>El</strong> carpintero se preparaba tristemente para partir<br />
cuando Tambal dijo: —Padre, déjame quedarme con el<br />
<strong>caballo</strong> de madera.<br />
—Está bien —dijo el rey—, dádselo. Llevaos al<br />
carpintero y atadlo a un árbol para que se dé cuenta<br />
de que nuestro tiempo es valioso. Que piense cuán<br />
rico nos hizo el maravilloso pez, y tal vez cuando haya<br />
tenido tiempo para pensar cómo trabajar realmente, lo<br />
dejaremos en libertad para que practique lo que haya<br />
aprendido.<br />
Se llevaron al carpintero, y el príncipe Tambal salió<br />
de la corte cargando al <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong>.<br />
Tambal llevó al <strong>caballo</strong> a sus aposentos, y allí<br />
descubrió que tenía varias clavijas, ingeniosamente<br />
escondidas entre los diseños tallados. Cuando se las<br />
giraba de cierta manera, el <strong>caballo</strong> - y quienquiera que<br />
lo montara - se elevaba en el aire y volaba veloz al lugar<br />
que estuviera en la mente de quien movía las clavijas.<br />
De esta manera, día tras día, Tambal volaba a<br />
lugares que nunca había visitado antes, y llegó a<br />
saber muchas cosas. Él llevaba al <strong>caballo</strong> a todos<br />
lados.
Un día se cruzó con Hoshyar, quien le dijo: —Cargar<br />
con un <strong>caballo</strong> de madera es una cosa propia de alguien<br />
como tú. ¡Yo, en cambio, estoy trabajando para el bien<br />
de todos, que es el deseo de mi corazón!<br />
Tambal pensó: “Ojalá yo supiera cuál es el bien de<br />
todos. Y ojalá pudiera saber cuál es el deseo de mi<br />
corazón.”<br />
Cuando volvió a su habitación, se sentó sobre<br />
el <strong>caballo</strong>, giró las clavijas, y pensó: “Me gustaría<br />
encontrar el deseo de mi corazón.”<br />
Más rápido que la luz, el<br />
<strong>caballo</strong> se elevó en el aire y llevó<br />
al príncipe a miles de días de<br />
distancia a un reino lejano que<br />
era gobernado por un rey mago.<br />
<strong>El</strong> rey, cuyo nombre era Kahana, tenía una hermosa<br />
hija llamada Perla Preciosa. Para protegerla, le había<br />
encerrado en un palacio que giraba en el cielo, más<br />
alto de lo que cualquier mortal pudiera alcanzar. Al<br />
aproximarse a la tierra mágica, Tambal vio el titilante<br />
palacio en el cielo, y fue de prisa hacia él.
La princesa y el joven jinete se conocieron y se<br />
enamoraron.<br />
—Mi padre nunca consentirá que nos casemos<br />
—dijo ella—, porque él ha ordenado que yo me<br />
case con el hijo de otro rey mago que vive más allá<br />
del frío desierto, al este de nuestra tierra. Él quiere<br />
unificar los dos reinos a través de este casamiento, y<br />
nadie podrá desobedecerlo.<br />
—Se ha ido a visitar a su hija en el Palacio Giratorio<br />
—dijo un hombre en la calle—, y generalmente se pasa<br />
varias horas con ella.<br />
Tambal fue a un lugar silencioso donde él deseó que el<br />
<strong>caballo</strong> lo llevara a los apartamentos privados del rey.<br />
—Lo abordaré en su propia casa —se dijo—, porque si<br />
voy al Palacio Giratorio sin su permiso, se enojará.<br />
Cuando llegó a la habitación del rey, se escondió detrás<br />
de unas cortinas y se acostó a dormir.<br />
—Iré a verlo y trataré de razonar con él —dijo<br />
Tambal, montando su <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong>.<br />
Pero cuando descendió a la tierra mágica, había<br />
tantas cosas nuevas y emocionantes para ver que no se<br />
apresuró para ir al palacio. Cuando finalmente llegó, el<br />
sonido de un tambor en el portón de entrada indicaba<br />
que el rey estaba ausente. Tambal preguntó cuándo<br />
volvería el rey.
Mientras tanto, incapaz de guardar su secreto, la princesa<br />
Perla Preciosa había confesado a su padre que un hombre<br />
en un <strong>caballo</strong> volador la había visitado y quería casarse con<br />
ella. <strong>El</strong> rey Kahana se puso furioso.<br />
Puso a centinelas alrededor del Palacio Giratorio y volvió<br />
a su propio apartamento para pensar sobre el asunto. Tan<br />
pronto como entró en su cuarto, uno de sus sirvientes<br />
<strong>mágico</strong>s sin lengua, que guardaba el lugar, apuntó hacia el<br />
<strong>caballo</strong> de madera que yacía en un rincón. —¡Aja! —exclamó<br />
el rey mago—. Ahora lo tengo. Miremos este <strong>caballo</strong> y<br />
veamos qué tipo de cosa puede ser.<br />
En cuanto él y sus sirvientes examinaban el <strong>caballo</strong>, el<br />
príncipe se escabulló y se escondió en otra parte del palacio.<br />
<strong>El</strong> rey giró las clavijas, dio golpecitos en el <strong>caballo</strong> y trató<br />
de entender cómo funcionaba, pero quedó confuso. —<br />
Llevaos esto —dijo—. Ya no sirve más, si es que ha servido<br />
en algún momento. Es apenas un juguete, propio para los<br />
niños.<br />
Así es que pusieron al <strong>caballo</strong> en un armario.
King Kahana pensó que él debería disponer<br />
del casamiento de su hija sin demora en caso de<br />
que el hombre del <strong>caballo</strong> tuviera otros medios de<br />
conseguirla. La llamó entonces al palacio y mandó un<br />
mensaje al otro rey mago, cuyo hijo iba a casarse con<br />
la princesa Perla Preciosa, pidiéndole que mandara al<br />
príncipe a buscar a su prometida.<br />
Mientras tanto, el príncipe Tambal se había<br />
escapado del palacio cuando los guardias dormían<br />
y decidió retornar a su propio país. Hallar el deseo<br />
de su corazón parecía ahora casi imposible, pero se<br />
dijo a sí mismo: —Aunque me lleve el resto de mi<br />
vida, volveré con tropas para tomar este reino por la<br />
fuerza. Tendré que convencer a mi padre de que debe<br />
ayudarme para conseguir el deseo de mi corazón.<br />
Así diciendo esto, se puso en marcha.<br />
Nunca hubo un hombre peor equipado<br />
para tal viaje. Un extranjero, viajando<br />
a pie, sin ningún tipo de provisiones,<br />
enfrentando un calor implacable, noches<br />
heladas y tormentas de arena, pronto se<br />
encontró irremediablemente perdido en<br />
el desierto.<br />
En su delirio, Tambal se<br />
culpó a sí mismo, a su padre,<br />
al rey mago, al carpintero,<br />
incluso a la princesa y al<br />
propio <strong>caballo</strong> <strong>mágico</strong>. A<br />
veces pensaba que veía<br />
agua frente a él, o hermosas<br />
ciudades. A veces se sentía<br />
eufórico, y otras veces,<br />
incomparablemente triste.<br />
A veces pensaba que<br />
tenía compañeros en sus<br />
dificultades, pero cuando<br />
sacudía la cabeza veía que<br />
estaba completamente solo.
Tenía la impresión de que había estado viajando durante<br />
una eternidad. De repente, cuando ya se había dado por<br />
vencido y recomenzado varias veces, vio algo justo en frente<br />
de él, que primero le pareció un espejismo. Era un jardín<br />
lleno de deliciosas frutas que brillaban y lo invitaban a<br />
acercarse.<br />
Al principio Tambal no les prestó mucha atención y<br />
siguió caminando, pero pronto se dio cuenta de que estaba<br />
pasando por una huerta.<br />
Juntó algunas frutas y las probó con cautela. Eran<br />
deliciosas. Le quitaron el miedo y también el hambre y la<br />
sed. Cuando estuvo satisfecho, se acostó a la sombra de un<br />
árbol enorme y acogedor, y se quedó dormido.<br />
Cuando se despertó se sintió más o menos bien, pero<br />
tenía la sensación de que algo andaba mal. Corrió a una<br />
laguna cercana, y miró su reflejo en el agua. Una cosa<br />
horrible le devolvió la mirada. Vio una barba larga, cuernos<br />
curvos y orejas enormes. Se miró las manos. Estaban<br />
cubiertas de pelos.<br />
¿Tuvo una pesadilla? Se pellizcó y se golpeó para<br />
despertarse, pero fue inútil. Fuera de sí y preso de miedo<br />
y horror, gritando y sollozando, se arrojó al suelo. —No<br />
importa si vivo o muero —pensó—, estas frutas me han<br />
arruinado. Aun con el ejército más grande de todos los<br />
tiempos, la conquista no me va a ayudar. Nadie se casaría<br />
conmigo ahora, y mucho menos la princesa Perla Preciosa.<br />
Hasta las bestias salvajes quedarían aterradas de solo<br />
mirarme, y el deseo de mi corazón por cierto me rechazaría.<br />
Y perdió el conocimiento.
Cuando volvió en sí, en la oscuridad, vio una luz que<br />
se acercaba a través de los árboles silenciosos. <strong>El</strong> miedo<br />
y la esperanza se debatían dentro de él. En cuanto la luz<br />
se acercaba, vio que provenía de una lámpara encerrada<br />
en un portalámparas en forma de estrella. La traía un<br />
hombre de barba que caminaba en el círculo luminoso<br />
que se formaba a su alrededor.<br />
—Hijo —dijo el hombre a Tambal—, veo que has sido<br />
afectado por las influencias de este lugar. Si yo no hubiera<br />
venido, te habrías quedado como una de las tantas bestias<br />
de este bosque encantado, porque hay muchos como tú.<br />
Pero yo te puedo ayudar.<br />
Tambal se preguntaba si aquel hombre no sería un<br />
demonio disfrazado, tal vez el mismo dueño de los árboles<br />
malignos. Pero, en cuanto volvían sus sentidos, se dio<br />
cuenta de que no tenía nada que perder.<br />
—Ayúdeme, Padre —dijo.<br />
—Si tú realmente quieres el deseo de su corazón —dijo<br />
el sabio—, sólo tienes que fijar con firmeza este deseo en<br />
su mente, y no pensar en la fruta fresca y deliciosa. Debes<br />
recoger un poco de las frutas secas que yacen a los pies de<br />
estos árboles, y comerlas. Después, sigue tu destino.<br />
Dicho esto, se marchó.<br />
Mientras la luz del sabio desaparecía en la oscuridad,<br />
Tambal vio que la luna se levantaba, y bajo su pálida luz<br />
pudo ver que, ciertamente, había<br />
montones de frutas secas debajo de<br />
cada árbol. Recogió algunas y se<br />
las comió tan rápido como pudo.<br />
Al poco tiempo no había más<br />
pelos en las manos y los brazos. Los<br />
cuernos se achicaron hasta no verse<br />
más. La barba también desapareció.<br />
Volvió a ser él mismo.
Con las primeras luces del alba escuchó un tintineo<br />
de campanilla de camellos. Una gran procesión venía<br />
por el bosque encantado.<br />
Mientras Tambal los miraba, dos jinetes se<br />
apartaron de la deslumbrante fila de gente y animales<br />
y galoparon hasta él.<br />
—En el nombre del príncipe, nuestro señor, te<br />
ordenamos que nos des unas frutas. Su alteza celestial<br />
tiene sed y desea algunos de esos extraños damascos<br />
—dijo un oficial.<br />
Tambal no se movió, aún aturdido por sus<br />
experiencias recientes.<br />
Entonces el propio príncipe bajó de su carroza y<br />
le dijo: —Yo soy Jadugarzada, hijo del rey mago del<br />
Oriente. Aquí hay una bolsa de oro, bobo. Voy a comer<br />
unas de tus frutas, porque las deseo. Ando con prisa<br />
para reclamar a mi novia, la princesa Perla Preciosa, hija<br />
del Kahana, el rey mago del Occidente.<br />
Al oír estas palabras, el corazón de Tambal dio un<br />
vuelco. Pero luego se dio cuenta de que este sería el<br />
destino a seguir que el sabio le había dicho, y ofreció al<br />
príncipe toda la fruta que pudiera comer.<br />
Cuando el príncipe terminó de comer, se fue<br />
adormeciendo, al tiempo que le iban creciendo cuernos,<br />
pelo y orejas enormes. Cuando los soldados lo sacudieron,<br />
el príncipe comenzó a actuar de una manera extraña.<br />
Decía que él era normal, y que eran los otros quienes<br />
estaban deformados.<br />
Sus consejeros tuvieron que atarlo, y comenzó una<br />
apresurada discusión. Tambal les dijo que todo habría<br />
estado bien si el príncipe no se hubiera dormido.<br />
Finalmente decidieron poner a Tambal en la carroza para<br />
hacerlo pasar por el príncipe. A Jadugarzada, con sus<br />
horribles cuernos, lo amarraron a un <strong>caballo</strong> y--echando<br />
un velo sobre su cara--lo disfrazaron de sirvienta.<br />
—Con el tiempo puede ser que se sane de la cabeza<br />
—dijeron los consejeros—; y de cualquier manera,<br />
sigue siendo nuestro príncipe. Que Tambal se case<br />
con la muchacha. Después, llevemos a todos de vuelta<br />
a nuestro país, lo antes posible, y que nuestro rey<br />
resuelva el problema.
Tambal, esperando el momento oportuno y siguiendo su<br />
destino, accedió a desempeñar su papel en la farsa.<br />
Cuando el grupo llegó a la capital del Occidente, el<br />
propio rey salió a su encuentro, y Tambal fue presentado a la<br />
princesa como su novio. <strong>El</strong>la casi se desmaya del asombro,<br />
pero Tambal le susurró rápidamente lo que había sucedido.<br />
Así es que se casaron, y hubo una gran celebración.<br />
Mientras tanto, el príncipe/bestia había recuperado en<br />
parte sus sentidos, pero no su forma humana; y su escolta<br />
aún lo mantenía escondido. Tan pronto como la fiesta<br />
hubo terminado, el jefe de la escolta (que había estado<br />
controlando a Tambal y a la princesa) se presentó a la<br />
Corte. Y dijo: —¡Oh, Justo y Glorioso Monarca, Fuente<br />
de la Sabiduría, el momento ha llegado, de acuerdo con<br />
los pronunciamientos de nuestros astrólogos y adivinos, de<br />
llevar a los novios de vuelta a nuestra propia tierra, a fin de<br />
que puedan establecerse en su nuevo hogar bajo las más<br />
felices circunstancias e influencias.<br />
La princesa se volvió hacia Tambal alarmada, porque<br />
sabía que así como estuvieran en el camino, Jadugarzada la<br />
reclamaría y mataría a Tambal.<br />
Tambal le susurró: —No temas. Debemos actuar lo mejor<br />
que podamos, siguiendo nuestro destino. Acepta ir, pero<br />
diles que no vas a viajar sin el <strong>caballo</strong> de madera.
Al principio el rey mago se fastidió por este deseo de<br />
su hija. Se dio cuenta de que ella quería el <strong>caballo</strong> por la<br />
conexión con su primer pretendiente. Pero el Ministro del<br />
príncipe-bestia dijo: —Majestad, esto es sólo el deseo de un<br />
juguete, que cualquier niña puede tener. Deje que lo traiga,<br />
pues queremos salir de prisa hacia nuestro palacio.<br />
<strong>El</strong> rey mago estuvo de acuerdo, y pronto la espléndida<br />
procesión ya estaba en camino. En cuanto la escolta del<br />
rey se había retirado, y antes de que el grupo se detuviera<br />
para pasar la noche, el horrible Jadugarzada se quitó el velo<br />
y gritó a Tambal: —Miserable autor de mis desgracias! Te<br />
ataré los pies y las manos y te llevará de vuelta a mi propia<br />
tierra. Entonces tendrás que decirme cómo librarme de este<br />
encantamiento, o haré que te desuellen vivo, centímetro a<br />
centímetro. ¡Ahora, dame la princesa Perla Preciosa!
Cuando el rey Mumkin pasó al mundo de sus padres,<br />
la princesa Perla Preciosa y el Príncipe Tambal fueron<br />
sus sucesores. <strong>El</strong> príncipe Hoshyar también estaba<br />
contento, porque continuaba fascinado con los peces<br />
maravillosos.<br />
—Me alegro por vuestro propio bien, si estáis felices<br />
—les dijo a ellos—, pero creo que no hay nada más<br />
gratificante que mi trabajo con los peces maravillosos.<br />
Tambal corrió a donde estaba la princesa, y frente al<br />
asombrado grupo, se elevó al cielo en el <strong>caballo</strong> de madera<br />
con Perla Preciosa montada detrás de él.<br />
En cuestión de minutos la pareja se posaba en el palacio<br />
del rey Mumkin. Contaron todo lo que les había sucedido,<br />
y el rey no cabía en sí de la alegría de verlos regresar<br />
sanos y salvos. Entonces dio órdenes para que el tallador<br />
de madera fuera liberado, recompensado, y aplaudido por<br />
todos los ciudadanos.
Y esta historia es el origen de una frase<br />
extraña entre la gente de esa tierra, aunque ya<br />
se han olvidado de cómo comenzó. <strong>El</strong> dicho<br />
es: “Los que quieren peces pueden lograr<br />
mucho con peces, y los que no conocen el<br />
deseo de su corazón, primero deben escuchar<br />
la historia del <strong>caballo</strong> de madera.”<br />
ACERCA DE LA COLECCIÓN<br />
HOOPOE DE IDRIES SHAH<br />
Estas historias-enseñanza pueden ser experimentadas en<br />
muchos niveles. Un niño puede simplemente disfrutar al<br />
escucharlas, un adulto puede analizarlas de una manera más<br />
sofisticada. Ambos eventualmente se benefician<br />
de las lecciones que contienen.<br />
Lynn Neary, ‘All Things Considered,’ NPR News, Washington<br />
“... una serie de libros para niños que han cautivado los<br />
corazones y las mentes del más variado público. Los libros<br />
son cuentos pertenecientes a la rica tradición narrativa<br />
del Asia Central y el Medio Oriente, donde por miles de<br />
años se han contado y recontado a los niños al calor de<br />
la hoguera y a la luz de las velas. A través de lecturas<br />
repetidas, estas historias promueven en los niños una<br />
nueva visión y flexibilidad mental. Bellamente ilustrados.”<br />
NEA Today -La Revista de la National Education Association<br />
Visite:<br />
www.hoopoekids.com<br />
para la lista complete de los títulos de Hoopoe,<br />
y para el material descargable y gratuito<br />
para padres y maestros.<br />
Para las obras completas de Idries Shah, visite:<br />
www.Idriesshahfoundation.org