Edición No. 22 Junio 2017

VISIÓN UNIVERSAL MAGAZINE
Manuel reaccionó, castigando nuevamente a su contrincante. Recordó cuando comenzó a
boxear. Lo hizo como única salida para su vida, como manera de sobrevivir.
Continuaba castigando a su rival mientras el otro permanecía acurrucado en una esquina con
la respiración jadeante y el temor de ser golpeado hasta caer. Manuel dejó de golpear mientras
una pregunta surco su cabeza: “¿Por qué sigo aquí?”. Bajó los brazos y clavó los ojos en su
oponente. Aquel le devolvió la mirada con una mezcla de inseguridad y desconcierto.
-¡Vuelve a la pelea!. – el preparador gritaba enfurecido mientras Manuel dió cuatro zancadas
hasta su esquina-.
-¡Tira la toalla! –gritó Manuel- ¡Dame la toalla! –exigió Manuel de un manotazo-.
Con la toalla entre los guantes buscó el centro del cuadrilátero y la depositó en el suelo.
-¡Eres un fraude!
Puso sobre sus hombros el albornoz. El árbitro, ante su propio asombro, levantó el puño del
oponente como vencedor.
Abandonaba el cuadrilátero bajo un ruido ensordecedor de silbidos e insultos. Caminaba en
solitario hasta un pequeño vestuario en el que no parecía esperarlo nadie. Los ojos de Isabel
habían desaparecido entre el público y la voz de su preparador había enmudecido.
Caminó con paso lento sin más compañía que aquellas estrellas y la inmensa y seductora
Luna. Eran buenas compañías para iniciar una nueva vida.
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Carmen Torronteras de la Cuadra.
30 mayo 2017.