Boletin 3 - 2017

ferencial de la Iglesia por los pobres: vamos “por razón de caridad”, dirían
hoy Madre Ana María y nuestras primeras Hermanas. (Cf C 7 y DG 4).
En este contexto nos propusimos CREAR CASAS DE MISERICORDIA,
espacios que funcionen como “centros de día”, para acoger y atender diversas
necesidades de niños y jóvenes, de mujeres y hombres que padecen soledad,
violencia, abusos, adicciones y toda forma de vulnerabilidad. Espacios
de contención, escucha, acompañamiento y recreación, de oportunidades…
donde el Evangelio sea una propuesta de vida y de sentido, válido para
ellos, donde se exprese la caridad hecha servicio de Madre Janer y se experimente
la misericordia, la ternura y la maternidad propias de nuestro carisma,
en vinculación directa con nuestras obras (o en nuestras mismas obras),
y con diferentes formas de concreción, en la medida de las posibilidades de
las comunidades, como iniciativa conjunta de algunas de nuestras obras, en
red con otras instituciones, grupos, profesionales idóneos, voluntarios, etc.
Sin duda esta puede ser una potente idea inspiradora, una idea fuerza para
renovar la vida y misión de la Provincia y la Congregación en los próximos
años. Por eso cercanas a una nueva celebración de nuestra fundación
nos preguntamos, por qué la Casa de Misericordia… qué raíces carismáticas
hay allí y qué fuerza vital posee; qué paradigma y qué modelos de vida fraterna y
misioneros surgen de esta Casa, que se ha convertido para nosotras en metáfora,
símbolo, provocación, desafío… ¿Fue esta experiencia fruto de la fecunda vida
de Ana María Janer, que a los 48 años de edad era llamada por el Señor, una
vez más, a salir e ir a las periferias geográficas y existenciales de Cervera? ¿Fue