Boletin 3 - 2017

con una asignación económica de la Junta que en ocasiones escaseaba y
que incluso retiraron debido -se decía en un acta- ­ a la "vida parca que
las Hermanas acostumbran". Por este motivo, Madre Ana María cede a
favor de los asilados el producto de la venta de las labores que ella y sor
María Teresa Solá hacían además de las tareas propias de la casa…
Pero hay mucho más… no sólo se trataba de enseñar a los huérfanos y a las
niñas las primeras letras y el catecismo sino de prepararlos, especialmente a los
asilados, para poder defenderse en la vida con un oficio digno, para un futuro
mejor, y que se solventaran también las necesidades de la propia Casa. Por eso
organizará los talleres de hilados y procurará que algunos de los niños aprendieran
el oficio de carpintero en casa de sus parientes.
La Madre Janer es plenamente consciente de que es necesario aumentar el número
de Hermanas -sólo eran dos y deli­cadas de salud- para el buen funcionamiento
de la casa. Luchará por ello durante los diez años que permanecerá allí.
Ahora bien, no se desesperará ante el cúmulo de inconvenientes que se plantearán,
sino que insistirá por­que espera ver atendidos con la mayor solicitud a los
asilados de aquella Casa. Sabe proyectar e intervenir; soporta el tira y afloja entre
su junta de administración, la del hospital de Castelltort y el ayuntamiento de la
ciudad. Afronta una a una todas las dificultades.
Pareciera que con esta descripción el panorama de la vivencia de nuestra
Madre en la Casa de Misericordia queda completo… ¿qué más puede
vivir allí? Sin duda no agotaremos su profunda experiencia humana y
espiritual ya que, por inspiración del Espíritu Santo, en su corazón iba
naciendo una nueva familia religiosa… Pero hay un dato más que nos
da la Positio y que si bien parece un detalle comentado al pasar nos habla
de lo que realmente se fraguaba: “Madre Ana María sufre allí (en la
Casa de Misericordia), la humillación de verse reprendida por su junta
de administradores debido a las quejas infundadas que contra ella presenta
una anciana residente que pide en realidad un trato de favor. La
Madre Janer defiende su tarea sin empa­cho, pero se muestra humilde
ante las reprensiones de que es objeto por parte de la junta”. Es el verdadero
y probado camino de la vida cristiana, de identificación con
Aquél que es el ideal supremo de su vida y la razón de su entrega a los
demás (C4), de la lógica del Evangelio, de morir para vivir y dar vida…
sobran más comentarios.
Fueron diez años. Tiempo suficiente para que madurara en Madre Ana