Boletin 3 - 2017
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Tú, Señor, me darás gracia...<br />
de su «pobreza» con renovada generosidad y sin claudicaciones,<br />
obedeció sin dudar, porque «le dio a Dios su libertad<br />
todo su ser» y prometió ser «casta como un angel» (cf. JOI p.<br />
10-11).<br />
Este breve recorrido por la senda de nuestra Fundadora<br />
nos invita a detenernos a reflexionar en la responsabilidad<br />
que tenemos en el hoy de la historia de continuar su<br />
obra, de enriquecer su carisma, de ahondar en su espiritualidad.<br />
Sin duda queremos seguir sus huellas. Intentemos, entonces,<br />
tomadas de su mano, caminar como lo hizo ella con<br />
paso firme y «sin hacer ruido» a lo largo del convulsionado<br />
siglo XIX. Nuestra Madre escuchó atentamente el clamor de<br />
su época, escuchó a la Iglesia. Escuchó, consultó, discernió<br />
con sus hermanas y fue fiel al Espíritu Santo.<br />
Y es en la «fidelidad a la inspiración de los fundadores, don<br />
del Espíritu Santo, donde se descubren más fácilmente y se reviven<br />
con más fervor los elementos esenciales de la vida consagrada.”<br />
Y además se «invita a los Institutos religiosos a reproducir<br />
con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores<br />
como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo<br />
de hoy».<br />
Por su parte, el Papa Francisco, en la Evangelli Gaudium,<br />
ofrece una rica doctrina. Utiliza dos criterios distintos,<br />
habla de una Iglesia en salida y que la debe acompañar<br />
con acciones concretas<br />
Emplea estas cuatro palabras: ‘primerear, involucrarse,<br />
fructificar y festejar (cf EG 24).