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Cincuenta sombras de Grey - E. L. James

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Me tumbo sobre las suaves almohadas <strong>de</strong> plumas. Si fueras mía… Ay, ¿qué<br />

estaría dispuesta a hacer para ser suya? Es el único hombre que ha conseguido<br />

que sienta la sangre recorriendo mis venas. Pero también me pone <strong>de</strong> los nervios.<br />

Es difícil, complejo y poco claro. De pronto me rechaza, más tar<strong>de</strong> me manda<br />

libros que valen catorce mil dólares, y <strong>de</strong>spués me sigue la pista como un<br />

acosador. Y pese a todo, he pasado la noche en la suite <strong>de</strong> su hotel y me siento<br />

segura. Protegida. Le preocupo lo suficiente para que venga a rescatarme <strong>de</strong><br />

algo que equivocadamente creyó que era peligroso. Para nada es un caballero<br />

oscuro. Es un caballero blanco con armadura brillante, resplan<strong>de</strong>ciente. Un héroe<br />

romántico. Sir Gawain o sir Lancelot.<br />

Salgo <strong>de</strong> su cama y busco frenéticamente mis vaqueros. Se abre la puerta <strong>de</strong>l<br />

cuarto <strong>de</strong> baño y aparece él, mojado y resplan<strong>de</strong>ciente por la ducha, todavía sin<br />

afeitar, con una toalla alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cintura, y ahí estoy yo… en bragas,<br />

mirándolo boquiabierta y sintiéndome muy incómoda. Le sorpren<strong>de</strong> verme<br />

levantada.<br />

—Si estás buscando tus vaqueros, los he mandado a la lavan<strong>de</strong>ría —me dice<br />

con una mirada impenetrable—. Estaban salpicados <strong>de</strong> vómito.<br />

—Ah.<br />

Me pongo roja. ¿Por qué <strong>de</strong>monios tiene siempre que pillarme <strong>de</strong>scolocada?<br />

—He mandado a Taylor a comprar otros y unas zapatillas <strong>de</strong> <strong>de</strong>porte. Están<br />

en esa bolsa.<br />

Ropa limpia. Un plus inesperado.<br />

—Bueno… Voy a ducharme —musito—. Gracias.<br />

¿Qué otra cosa puedo <strong>de</strong>cir? Cojo la bolsa y entro corriendo en el cuarto <strong>de</strong><br />

baño para alejarme <strong>de</strong> la perturbadora proximidad <strong>de</strong> Christian <strong>de</strong>snudo. El<br />

David <strong>de</strong> Miguel Ángel no tiene nada que hacer a su lado.<br />

El cuarto <strong>de</strong> baño está lleno <strong>de</strong> vapor. Me quito la ropa y me meto<br />

rápidamente en la ducha, impaciente por sentir el chorro <strong>de</strong> agua limpia sobre mi<br />

cuerpo. Levanto la cara hacia el anhelado torrente. Deseo a Christian <strong>Grey</strong>. Lo<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong>sesperadamente. Es sencillo. Por primera vez en mi vida quiero irme a<br />

la cama con un hombre. Quiero sentir sus manos y su boca en mi cuerpo.<br />

Ha dicho que le gusta que sus mujeres estén conscientes. Entonces<br />

seguramente sí se acuesta con mujeres. Pero no ha intentado besarme, como<br />

Paul y José. No lo entiendo. ¿Me <strong>de</strong>sea? No quiso besarme la semana pasada.<br />

¿Le resulto repulsiva? Pero estoy aquí, y me ha traído él. No entiendo a qué<br />

juega. ¿Qué piensa? Has dormido en su cama toda la noche y no te ha tocado,<br />

Ana. Saca tus conclusiones. Mi subconsciente asoma su fea e insidiosa cara. No<br />

le hago caso.<br />

El agua caliente me relaja. Mmm… Podría quedarme <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l chorro, en<br />

este cuarto <strong>de</strong> baño, para siempre. Cojo el gel, que huele a Christian. Es un olor<br />

exquisito. Me froto todo el cuerpo imaginándome que es él quien lo hace, que él

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