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REVISTA SAPO CUENTOS 03

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Entonces, apareció la serpiente. Ese viejo<br />

asqueroso, con la piel suelta, gordo, (tan<br />

gordo que parecía estar esperando a<br />

gemelos), tomó mi frágil mano izquierda y<br />

la llevó a su pene. Comenzó a desdoblarse<br />

como si aquello fuera la serpiente habladora<br />

del Génesis. Su peluda mano se apoderó de<br />

la mía y la movía rápidamente en su pene.<br />

Comenzó a gemir. Comencé a llorar, pronto<br />

comí contra mi voluntad de esa manzana. Me<br />

violó, sin conciencia, sin vergüenza, sin ascos,<br />

me violó y me decía prostituta, sentí que<br />

me moría, su inmenso cuerpo de troglodita,<br />

una bola de nieve estaba encima de mi inútil<br />

existencia.<br />

Cuando desperté, “ese dinosaurio” ya no<br />

estaba y me encontraba en la calle. Todo<br />

era oscuro, no había luna ni estrellas. A<br />

duras penas podía caminar. Sentía un dolor<br />

insoportable entre mis piernas. Lloré como<br />

si fuera una mujer en un cuerpo de una niña.<br />

El Potote y el Cumpeo me encontraron<br />

sentada al lado de unos matorrales. El Potote<br />

comprendió, (aún en su estado de extremo<br />

volado), que algo raro ocurría conmigo. Me<br />

llevó casi a la rastra hasta mi casa. Mi madre,<br />

(borracha como siempre), no comprendió<br />

claramente las palabras del Potote.<br />

No sé en qué momento de la madrugada<br />

mi casa se transformó en el epicentro del<br />

escándalo del barrio. Mi madre me obligó<br />

a levantarme, a duras penas caminé rumbo<br />

al comedor, ahí estaban todos los vecinos<br />

del pasaje e incluso algunos que no son de<br />

nuestro barrio.<br />

www.revistasapo.com 20

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