MG La Revista - Edicion 11 FINAL
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CULTIVA<br />
SEGUIDORES<br />
y no te faltarán los clientes<br />
Hubo otra época, en el siglo pasado, en la<br />
que los negocios consistían en hacer ventas.<br />
No había siquiera que buscar a los clientes,<br />
porque ellos solitos llegaban a buscar lo que<br />
necesitaban. El dueño del negocio, además,<br />
era el rey y a veces, también, el dictador: imponía<br />
condiciones, precios, escogía los productos,<br />
decía bajo qué condiciones vendía.<br />
Fueron muchas las décadas que vivimos<br />
bajo ese esquema, que hoy vemos como<br />
algo perverso, inhumano. El que tenía el producto<br />
tenía el poder, y hacía lo que quería<br />
con el mercado, que estaba a su merced. Los<br />
tiempos fueron cambiando, sin embargo, y<br />
tuvieron que cambiar también las formas de<br />
hacer negocios, las estrategias.<br />
<strong>La</strong> tarea de los vendedores se tornó un poco<br />
difícil y el cliente comenzó a entender que él<br />
era la pieza vital de ese complejo engranaje,<br />
asumió un rol menos pasivo, aunque seguía<br />
subordinado. Pasada la mitad del siglo pasado,<br />
cuando ya eran muchas las empresas<br />
que fabricaban productos idénticos, la diferencia<br />
estuvo en los canales de distribución.<br />
Aquel que era capaz de hacer llegar sus<br />
productos a donde estaban los clientes, era<br />
el ganador. No se hablaba de calidad, no había<br />
garantías: la clave del éxito era llegar al<br />
lugar donde se encontraba el consumidor,<br />
que no oponía mayor resistencia: pagaba lo<br />
que fuera necesario por un producto o servicio<br />
que, le decían, necesitaba en su vida.<br />
A finales del siglo XX, sin embargo, la evolución<br />
nos puso en otro escenario. <strong>La</strong> oferta<br />
creció exponencialmente y la demanda se<br />
había estancado, de ahí que se invirtieron<br />
los roles: ahora, el que tomaba la decisión<br />
de qué quería, cómo lo quería y dónde lo<br />
quería era el cliente. El fabricante/vendedor<br />
debió adaptarse a esas nuevas reglas.<br />
Con la proliferación de los medios de comunicación<br />
y los acelerados avances de la<br />
tecnología, además, otro actor entró en escena:<br />
la información. El cliente aprendió a<br />
comparar las ofertas, a distinguir las características<br />
de los productos, a pedir beneficios<br />
adicionales y le impuso una nueva dinámica<br />
al mercado. Y faltaba más, mucho más.<br />
Eso se dio en este siglo XXI de la mano de<br />
internet. Hoy, cualquiera puede comprar en<br />
la red, cualquiera puede vender en la red; la<br />
información detallada del producto, del fabricante<br />
y del vendedor están a un clic de distancia<br />
y conceptos como calidad y garantía<br />
son obligatorios. Además, nuevos jugadores<br />
saltaron al terreno de juego.<br />
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