31.01.2018 Views

AguaTinta Nº32

EL SUEÑO Y LOS SUEÑOS - Enero de 2018

EL SUEÑO Y LOS SUEÑOS - Enero de 2018

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

PSICOLOGÍA Tema central<br />

Dormir y soñar, en la ciencia y el psicoanálisis<br />

Por Claudia Carmona Sepúlveda<br />

Que ocupemos un tercio de nuestras vidas en dormir es, para la ciencia, un indicador inequívoco de su<br />

importancia; luego, era natural que para los estudiosos se hiciera un imperativo el intentar comprender qué<br />

ocurre en nuestro cerebro durante esas, en promedio, ocho horas diarias.<br />

Intentamos referir en unas pocas páginas los hallazgos derivados de algunas investigaciones efectuadas<br />

en los últimos cien años en torno al sueño, es decir, a ese estado en el que nuestra conciencia descansa, y a<br />

las manifestaciones mentales que tienen lugar durante él, cuando imágenes, ideas y sensaciones pululan por<br />

nuestra mente en elaboraciones a veces simples y otras veces de una complejidad tal que nos desconciertan.<br />

Tanto, que desde tiempos inmemoriales hemos buscado interpretar sus significados.<br />

La palabra ‘sueño’, del latín somnus, designa por una<br />

parte al acto de dormir y por otra al deseo de hacerlo (o<br />

sensación de somnolencia); también denomina a los<br />

sucesos e imágenes que visitan la mente del hombre<br />

mientras duerme y, por extensión, se refiere a los anhelos<br />

que persigue un ser humano. Nos ocupan en este artículo<br />

la primera y la tercera de esas acepciones: el sueño como<br />

estado opuesto a la vigilia y el sueño como construcción<br />

mental del durmiente, al que normalmente se le refiere con<br />

su forma plural, ‘sueños’, como haremos en esta ocasión.<br />

El sueño<br />

Se define como el reposo de un organismo vivo y se<br />

caracteriza por muy poca actividad fisiológica y muy baja<br />

respuesta a los estímulos externos. A este comprender<br />

dicho estado como una fase de descanso se suma una<br />

explicación de tipo finalista que apunta a la capacidad<br />

regeneradora del organismo. El que reposa es el cuerpo,<br />

pero el cerebro y algunos órganos mantienen, a distintos<br />

niveles, una actividad que es vital para procesos de<br />

largo plazo y nos prepara para una nueva vigilia. Se basa<br />

en que, de acuerdo a estudios bioquímicos, durante la<br />

inactividad física propia del sueño tienen lugar una serie<br />

de mecanismos de conservación y limpieza del organismo.<br />

A nivel cerebral, durante el sueño, el sistema glinfático<br />

(equivalente al sistema linfático que depura el resto<br />

del cuerpo) se potencia por 10 para que los residuos se<br />

eliminen con mayor eficacia. Las células del cerebro se<br />

contraen, dejando entre ellas mayor espacio para que el<br />

líquido cefalorraquídeo circule fácilmente y limpie el tejido<br />

cerebral de residuos tales como la proteína beta-amiloide.<br />

Del mismo modo, es durante el sueño nocturno –no<br />

así en la siesta que tomamos con luz de día– que nuestro<br />

cerebro regula hormonas y proteínas responsables<br />

del funcionamiento de sistemas biológicos completos.<br />

Algunas de ellas son: la melatonina, secretada por la<br />

glándula pineal cuando nuestro organismo, a través de<br />

ciertos fotorreceptores del ojo, detecta un descenso de<br />

24<br />

la luz, entonces nos relaja, tiene efectos antioxidantes y<br />

antiinflamatorios; la hormona del crecimiento, cuyo pico de<br />

secreción se produce en la fase del sueño profundo y controla<br />

la masa y fuerza muscular, así como la cantidad de grasa<br />

corporal; el cortisol, u hormona del estrés, que desciende<br />

durante el sueño, permitiendo a nuestras defensas actuar de<br />

forma eficaz; la conexina-43, proteína que aumenta durante<br />

el sueño nocturno, fortaleciendo las células musculares de<br />

la vejiga; la orexina, proteína vinculada con la sensación de<br />

hambre, que de noche reduce su producción, y la serotonina<br />

(una de las llamadas “hormonas de la felicidad” junto a la<br />

dopamina y la endorfina), un neurotransmisor que regula<br />

el estado de ánimo; éste es producido por nuestro propio<br />

organismo exclusivamente durante el sueño nocturno,<br />

razón que explica por qué la mayoría de los tratamientos<br />

antidepresivos parten por enviar al paciente a dormir al<br />

menos ocho horas cada noche, prescribiéndoles inductores<br />

del sueño.<br />

Marcela Said<br />

p Considerando el efecto reparador de sistemas que se atribuye<br />

al sueño y las diferentes necesidades fisiológicas del hombre en<br />

diversas etapas de su vida, se estima que los niños menores de dos<br />

años deben dormir entre 11 y 14 horas cada día. Esta necesidad baja<br />

progresivamente a medida que crece; en la vejez basta con 7 horas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!