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Cuento con Jesús 1

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Unidad 9. <strong>Jesús</strong> nos trae la paz<br />

Propósito Objetivos Contenidos Criterios de evaluación<br />

Trabajando <strong>con</strong><br />

tu familia<br />

Reflexionar sobre<br />

las situaciones de<br />

ausencia de paz y<br />

valorar el perdón<br />

como actitud para<br />

evitar o solucionar<br />

<strong>con</strong>flictos.<br />

• Valorar la importancia del perdón en las relaciones<br />

personales.<br />

• Descubrir, a través de la parábola del hijo pródigo,<br />

que Dios es un Padre bueno que siempre perdona.<br />

• Conocer las enseñanzas de <strong>Jesús</strong> relacionadas<br />

<strong>con</strong> el perdón.<br />

• Re<strong>con</strong>ocer la relación entre paz y perdón.<br />

• Identificar símbolos y gestos relacionados <strong>con</strong> la<br />

paz.<br />

• Valorar la propia aportación para <strong>con</strong>struir un<br />

mundo en paz.<br />

• Dios siempre<br />

perdona.<br />

• <strong>Jesús</strong> nos<br />

enseña a amar: la<br />

parábola del hijo<br />

pródigo.<br />

• Actúa de manera generosa y sin<br />

rencor en las situaciones de <strong>con</strong>flicto.<br />

• Valora las actitudes de los personajes<br />

que intervienen en la parábola del hijo<br />

pródigo y explica su enseñanza.<br />

• Identifica el perdón como la actitud<br />

deseada por <strong>Jesús</strong> para resolver<br />

situaciones de <strong>con</strong>flicto.<br />

• Se esfuerza por evitar la violencia<br />

o la agresividad en las relaciones<br />

personales.<br />

Con la ayuda de sus<br />

familiares, los alumnos<br />

buscarán, en diarios, revistas<br />

y/o Internet, noticias y fotos<br />

sobre personas que trabajan<br />

por la paz.<br />

Con ellas <strong>con</strong>feccionarán<br />

un pequeño mural titulado:<br />

“Trabajando por la paz en el<br />

mundo”.<br />

Las noticias de la tele<br />

Juan y Camila han aprendido desde muy pequeñitos que “las manos no<br />

son para pegar, sino para quererse”, y también que “hay que respetar a los<br />

demás si queremos que nos respeten a nosotros”.<br />

La “seño” lo repite muy a menudo, porque algunos niños aún empujan en la fila<br />

o hacen bromas pesadas a los compañeros. La señorita Julia también repite<br />

muchas veces que existen dos palabras mágicas: “gracias” y “por favor”.<br />

Juan recuerda que, cuando tenía cinco años, un niño mayor que él le quitó<br />

la pelota <strong>con</strong> la que estaba jugando. Juan intentó recuperarla, pero el chico lo<br />

tiró al suelo de un empujón y se burló de él. Juan se puso a llorar. Entonces<br />

llegó Camila y le dijo al chico:<br />

–¡Eso no se hace! ¿No sabés que pegar a niños más pequeños es de<br />

cobardes? Por favor, devolvele la pelota a mi amigo y pedile perdón.<br />

El chico abrió la boca para protestar, pero Camila añadió muy segura:<br />

–¡Hacelo… ya!<br />

Y, ante la sorpresa de Juan, el chico lo ayudó a levantarse y le devolvió la<br />

pelota.<br />

–¡Guau! ¿Cómo lo hiciste, Camila? ¡Si ese niño es un peleador…! –dijo Juan<br />

<strong>con</strong> admiración.<br />

–Solo utilicé la palabra mágica… –le <strong>con</strong>testó Camila <strong>con</strong> tranquilidad.<br />

Desde entonces, Juan sabe que las palabras resuelven <strong>con</strong>flictos y peleas y<br />

no entiende por qué los mayores no saben utilizarlas. Esta tarde, al oír las<br />

noticias en la televisión, volvió a pensar en ello.<br />

–¡Otra vez, el noticiero…! Y siempre hablando de guerras –protesta Juan.<br />

–¿Por qué se peleará tanto la gente? –pregunta Camila.<br />

–A lo mejor es que ya han olvidado todo lo que su “seño” les enseñó en el<br />

cole –le responde Juan.<br />

Parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32)<br />

<strong>Jesús</strong> dijo también: “Un hombre tenía dos hijos.<br />

El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre,<br />

dame la parte de herencia que me corresponde’.<br />

Y el padre les repartió sus bienes.<br />

Pocos días después, el hijo menor recogió<br />

todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde<br />

malgastó sus bienes en una vida licenciosa.<br />

Ya había gastado todo, cuando sobrevino<br />

mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir<br />

privaciones. Entonces se puso al servicio de uno<br />

de los habitantes de esa región, que lo envió a<br />

su campo para cuidar cerdos.<br />

Él hubiera deseado calmar su hambre <strong>con</strong> las<br />

bellotas que comían los cerdos, pero nadie se<br />

las daba. Entonces recapacitó y dijo: ‘¡Cuántos<br />

jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia,<br />

y yo estoy aquí muriéndome de hambre!<br />

Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré:<br />

Padre, pequé <strong>con</strong>tra el Cielo y <strong>con</strong>tra ti; ya no<br />

merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a<br />

uno de tus jornaleros’. Entonces partió y volvió a<br />

la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos,<br />

su padre lo vio y se <strong>con</strong>movió profundamente,<br />

corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El<br />

joven le dijo: ‘Padre, pequé <strong>con</strong>tra el Cielo y <strong>con</strong>tra<br />

ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’.<br />

Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan enseguida<br />

la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo<br />

en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el<br />

ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,<br />

porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la<br />

vida, estaba perdido y fue en<strong>con</strong>trado’. Y comenzó<br />

la fiesta.<br />

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya<br />

cerca de la casa, oyó la música y los coros que<br />

acompañaban la danza. Y llamando a uno de<br />

los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él<br />

le respondió: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre<br />

hizo matar el ternero engordado, porque lo<br />

ha recobrado sano y salvo’.<br />

Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió<br />

para rogarle que entrara, pero él le respondió:<br />

‘Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido<br />

jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca<br />

me diste un cabrito para hacer una fiesta <strong>con</strong><br />

mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto,<br />

después de haber gastado tus bienes <strong>con</strong> mujeres,<br />

haces matar para él el ternero engordado!’.<br />

Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre<br />

<strong>con</strong>migo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que<br />

haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba<br />

muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha<br />

sido en<strong>con</strong>trado’”.<br />

© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 11.723<br />

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