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CURIOSIDADES<br />
quien los adquiriera en Europa y los vendiera<br />
en América. Así, lo único que necesitaba para<br />
hacerse millonario era inversores que pusieran<br />
su capital para comprar cupones baratos<br />
en un país y venderlos a mayor valor en otro.<br />
Al comienzo Ponzi cumplió sus promesas con<br />
rigor, y en febrero de 1920, con su primer mes<br />
completo de trabajo, su empresa obtuvo 5000<br />
dólares. Al mes siguiente 30 mil y sesenta días<br />
más tarde los ingresos ya ascendían a más de<br />
420 mil. A <strong>julio</strong> de 1920 ingresaban unos 250<br />
mil dólares al día; y seguiría en aumento. Pero<br />
cuando algunos comenzaron a investigar descubrieron<br />
que para responder a las inversiones<br />
de sus clientes, Ponzi necesitaba comprar<br />
unos 160 millones de cupones postales, pero<br />
en el mundo sólo se habrían emitido 27000; y<br />
fue allí cuando todo se comenzó a complicar,<br />
y sus inversores le reclamaban el dinero. Para<br />
entonces, Carlo ya había obtenido unos vente<br />
millones de dólares, lo equivalente a unos 225<br />
millones de hoy. En fin, allí no había negocio ni<br />
inversión, sólo una estafa mediante un esquema<br />
piramidal. Ofrecía ganancias extraordinarias<br />
para captar fondos, pagarles los intereses<br />
prometidos a sus primeros inversores con lo<br />
que invertían los nuevos y mantener la rueda<br />
funcionando para que todos reinvirtieran sus<br />
ganancias y generaran el boca en boca, indispensable<br />
para atraer clientes.<br />
Seis bancos quebrarían por sus maniobras, y<br />
Carlo afrontó un juicio por fraude postal, condenado<br />
a cinco años de cárcel. Salió a los tres<br />
años y medio, y enfrentó 22 cargos por estafa,<br />
en tres juicios. Le dieron una pena de nueve<br />
años de cárcel, que eludió durante un tiempo<br />
que dedicó a cometer una nueva estafa vendiendo<br />
terrenos que resultaron ser pantanos,<br />
en Florida. Lo descubrieron e intentó escapar<br />
a Italia, pero lo atraparon. En 1934 logró dejar<br />
la cárcel y culminó sus días en Río de Janeiro.