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Sombras de la vida<br />
contemporánea<br />
netrante ruido”, “El muro de la vergüenza” y “Caóticamente<br />
ordenado”.<br />
gfc1max@yahoo.es<br />
Texto y fotos<br />
de Gianmarco<br />
Farfán Cerdán<br />
Tecnología, sobrepeso, una sexualidad<br />
insatisfecha, mucha soledad y la ciudad<br />
como espacio donde se mezclan<br />
todos estos factores: eso es lo que nos trae<br />
la exposición “Aquel brillo que no ves” de<br />
Martín Varela Yimen (Lima, 1976), la cual se<br />
presenta en la galería de arte del ICPNA de<br />
San Miguel hasta el 12 de <strong>Agosto</strong>.<br />
Siendo su primera muestra individual (y bajo<br />
la curaduría de Julio del Valle), sorprende<br />
la unidad conceptual que mantienen todos<br />
los trabajos, tanto los cuadros como las esculturas.<br />
Esta capacidad para expresar tan<br />
convincentemente el hartazgo, el tedio o el<br />
temor hacia dichos elementos de la vida contemporánea<br />
(mencionados al inicio de este<br />
texto), convierten esta exposición en una de<br />
las más interesantes del año, a pesar de no<br />
ser obras de arte que eleven<br />
el espíritu o alegren<br />
el alma al contemplarlas.<br />
Todo lo contrario.<br />
Con una estética que recuerda un poco, en algunas obras,<br />
a la del historietista estadounidense Frank Miller, encontramos<br />
gordos solos o en parejas, viendo sus tablets o sus<br />
laptops en habitaciones cerradas, con sus cuerpos marcados<br />
de pies a cabeza por las sombras de las celosías o las<br />
persianas (como en “Salida”, “Te escucho” y “Me oyes”).<br />
Los rostros de sus personajes desaparecen y lo que importa<br />
es lo que hacen. Se despersonifica al hombre y a<br />
la mujer de la ciudad y se nos transmite una inquietante<br />
sensación de asfixia urbana.<br />
En otra obra, encontramos a una mujer obesa lavándose<br />
los pies en el techo de un edificio, sentada sobre un<br />
conjunto de enormes ladrillos, escondiéndole el rostro al<br />
espectador. Asimismo, vemos cuadros donde incontables<br />
cables de luz parecen estar a punto de envolver los cuerpos<br />
de los personajes, quienes están echados en el piso,<br />
siempre con los rostros poco definidos, sometidos por las<br />
sombras. Al final, el cuadro “Piña colgada” (donde un hombre,<br />
parado sobre un pequeño banco, mira la ciudad desde<br />
una ventana con barrotes mientras carga dos piñas en<br />
un par de bolsas oscuras) resume la idea central de esta<br />
exposición: la ciudad como espacio al que no podemos<br />
amar, al que siempre debemos mirar con cuidado porque<br />
nos será hostil apenas se lo permitamos. Por la madurez<br />
del concepto general de la propuesta artística y lo bien<br />
lograda que está, le auguramos un estupendo futuro a<br />
Martín Varela.<br />
Varela quiere que veamos,<br />
sin tapujos, las<br />
sombras de la vida contemporánea,<br />
que reflexionemos<br />
sobre ellas, que<br />
nos sintamos como los<br />
protagonistas obesos,<br />
completamente calvos y<br />
muchas veces semidesnudos<br />
de sus cuadros y<br />
esculturas. Además, el<br />
artista también desea que<br />
percibamos la frialdad de<br />
la arquitectura de la ciudad<br />
en la que vivimos,<br />
como en los cuadros “Pe-<br />
30Arte y Artistas