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edicion Agosto 2017

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Sombras de la vida<br />

contemporánea<br />

netrante ruido”, “El muro de la vergüenza” y “Caóticamente<br />

ordenado”.<br />

gfc1max@yahoo.es<br />

Texto y fotos<br />

de Gianmarco<br />

Farfán Cerdán<br />

Tecnología, sobrepeso, una sexualidad<br />

insatisfecha, mucha soledad y la ciudad<br />

como espacio donde se mezclan<br />

todos estos factores: eso es lo que nos trae<br />

la exposición “Aquel brillo que no ves” de<br />

Martín Varela Yimen (Lima, 1976), la cual se<br />

presenta en la galería de arte del ICPNA de<br />

San Miguel hasta el 12 de <strong>Agosto</strong>.<br />

Siendo su primera muestra individual (y bajo<br />

la curaduría de Julio del Valle), sorprende<br />

la unidad conceptual que mantienen todos<br />

los trabajos, tanto los cuadros como las esculturas.<br />

Esta capacidad para expresar tan<br />

convincentemente el hartazgo, el tedio o el<br />

temor hacia dichos elementos de la vida contemporánea<br />

(mencionados al inicio de este<br />

texto), convierten esta exposición en una de<br />

las más interesantes del año, a pesar de no<br />

ser obras de arte que eleven<br />

el espíritu o alegren<br />

el alma al contemplarlas.<br />

Todo lo contrario.<br />

Con una estética que recuerda un poco, en algunas obras,<br />

a la del historietista estadounidense Frank Miller, encontramos<br />

gordos solos o en parejas, viendo sus tablets o sus<br />

laptops en habitaciones cerradas, con sus cuerpos marcados<br />

de pies a cabeza por las sombras de las celosías o las<br />

persianas (como en “Salida”, “Te escucho” y “Me oyes”).<br />

Los rostros de sus personajes desaparecen y lo que importa<br />

es lo que hacen. Se despersonifica al hombre y a<br />

la mujer de la ciudad y se nos transmite una inquietante<br />

sensación de asfixia urbana.<br />

En otra obra, encontramos a una mujer obesa lavándose<br />

los pies en el techo de un edificio, sentada sobre un<br />

conjunto de enormes ladrillos, escondiéndole el rostro al<br />

espectador. Asimismo, vemos cuadros donde incontables<br />

cables de luz parecen estar a punto de envolver los cuerpos<br />

de los personajes, quienes están echados en el piso,<br />

siempre con los rostros poco definidos, sometidos por las<br />

sombras. Al final, el cuadro “Piña colgada” (donde un hombre,<br />

parado sobre un pequeño banco, mira la ciudad desde<br />

una ventana con barrotes mientras carga dos piñas en<br />

un par de bolsas oscuras) resume la idea central de esta<br />

exposición: la ciudad como espacio al que no podemos<br />

amar, al que siempre debemos mirar con cuidado porque<br />

nos será hostil apenas se lo permitamos. Por la madurez<br />

del concepto general de la propuesta artística y lo bien<br />

lograda que está, le auguramos un estupendo futuro a<br />

Martín Varela.<br />

Varela quiere que veamos,<br />

sin tapujos, las<br />

sombras de la vida contemporánea,<br />

que reflexionemos<br />

sobre ellas, que<br />

nos sintamos como los<br />

protagonistas obesos,<br />

completamente calvos y<br />

muchas veces semidesnudos<br />

de sus cuadros y<br />

esculturas. Además, el<br />

artista también desea que<br />

percibamos la frialdad de<br />

la arquitectura de la ciudad<br />

en la que vivimos,<br />

como en los cuadros “Pe-<br />

30Arte y Artistas

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