Libro Jaime y Pilar PEDIDO

Jaime Alemán y Pilar Arosemena • Se encuentran en el tiempo
la Convención Nacional Constituyente que se instaló el 1º de enero de
1876. Fue representante en el Congreso colombiano en 1874 y 1875 y
senador en el bienio de 1880-1882.
En el ramo ejecutivo, el doctor José Carlos de Icaza Arosemena fue
jefe político encargado de la Gobernación en 1851, secretario de la
Gobernación ese mismo año, sustituto del presidente del Estado
Soberano en 1868, 1871 y 1874, encargado de la presidencia del mismo
en abril de 1871. En el ramo judicial, el doctor Carlos Icaza Arosemena
fue juez de Hacienda de Panamá en 1850, fiscal del Tribunal del Istmo
en 1852 y 18532, ministro único del Tribunal de Panamá en 1854,
procurador general del Estado en 1856 y suplente en 1865 y 1867,
ministro de la Corte Superior del Estado de 1857 a 1860, suplente de
los magistrados de la Corte Suprema Federal en 1872. Por ley de 16
de diciembre de 1879 la Asamblea Legislativa del Estado Soberano de
Panamá reconoce los importantes servicios brindados al país durante
cuarenta años en los ramos de beneficencia, legislativo, ejecutivo,
judicial, y en varios ramos administrativos y por ello declara al doctor
Carlos Icaza Arosemena “buen ciudadano”. 821
El doctor José Caralos Icaza Arosemena poseyó un inmueble en la carrera
de Santander (calle 6ª) del barrio de San Felipe, avaluado en 8.000 pesos 822
en 1882. Este panameño con una hoja de vida fenomenal como pocos en
el siglo XIX, profesional, político y hombre de negocios atesorará tierras
como lo hicieron solo algunos de sus contemporáneos. Dejó en su juicio
de sucesión, en 1898, una enorme fortuna a sus herederos, una de las
más sólidas del país, estimada de forma muy sub evaluada con propósitos
fiscales, en sólo 26.840 pesos. 823 Se trata de numerosas e importantes
propiedades rurales y urbanas, algunas de ellas grandes haciendas de miles
821
Gaceta de Panamá, Panamá, 8 de enero de 1880.
822
Gaceta de Panamá, Panamá, 7 de marzo de 1882. Catastro de San Felipe.
823
Alfredo FIGUEROA NAVARRO, Testamento y Sociedad en el Istmo de Panamá
(siglos XVIII y XIX, p. 119. Así aparece en su juicio de sucesión en el que se otorga
precios ridículos a sus propiedades rurales, los mismos que valen mucho más en otros
documentos y en manos de otros dueños. Ver, en particular, Archivo Nacional de
Panamá, Notaría 1ª de Panamá, 1 de septiembre de 1898, tomo 8, escritura 195.
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