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Stonehenge - Fernand Niel

El presente libro tiene como objeto dar a conocer al público uno de los monumentos más misteriosos del mundo. Se trata del conjunto megalítico de Stonehenge, situado en el Sur de Inglaterra, a 125 km al sudoeste de Londres y a unos 20 km al Norte de Salisbury. Desde luego, el público culto no ignora la existencia de este conjunto. Stonehenge es citado frecuentemente en obras dedicadas a temas prehistóricos. Por su parte, en las revistas han aparecido numerosos artículos, profusamente ilustrados, dedicados al monumento que nos ocupa. Si bien resultaría exagerado afirmar que es popular la silueta de sus gigantescos trilitos, sí puede afirmarse que muchas personas serían capaces de reconocerlo sin muchas vacilaciones. Quizás el hecho de que Stonehenge se halle situado en Inglaterra pueda inspirar cierta indiferencia hacia este monumento. Sin embargo, la mano de obra necesaria para su construcción fue, a lo mejor, proporcionada por remotos habitantes de Francia, probablemente tribus de Bretaña. Así, pues, no se trata sólo de un monumento británico, sino de un monumento de la Europa occidental.

El presente libro tiene como objeto dar a conocer al público uno de los
monumentos más misteriosos del mundo. Se trata del conjunto megalítico de
Stonehenge, situado en el Sur de Inglaterra, a 125 km al sudoeste de Londres y a unos
20 km al Norte de Salisbury.
Desde luego, el público culto no ignora la existencia de este conjunto. Stonehenge
es citado frecuentemente en obras dedicadas a temas prehistóricos. Por su parte, en
las revistas han aparecido numerosos artículos, profusamente ilustrados, dedicados al
monumento que nos ocupa. Si bien resultaría exagerado afirmar que es popular la
silueta de sus gigantescos trilitos, sí puede afirmarse que muchas personas serían
capaces de reconocerlo sin muchas vacilaciones.
Quizás el hecho de que Stonehenge se halle situado en Inglaterra pueda inspirar
cierta indiferencia hacia este monumento. Sin embargo, la mano de obra necesaria
para su construcción fue, a lo mejor, proporcionada por remotos habitantes de
Francia, probablemente tribus de Bretaña. Así, pues, no se trata sólo de un
monumento británico, sino de un monumento de la Europa occidental.

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escépticos frente a este argumento, si bien tiene la ventaja de suprimir la dificultad de<br />

una forma muy elegante. En efecto, si ésta fuera la única razón, no se hubiera<br />

aproximado lo más posible a las jambas normales y existen, en Marlborough Downs,<br />

bloques de dimensiones superiores a las del pilar número 11. E incluso si los<br />

constructores hubieran deseado erigir allí una jamba como las otras, la habrían ido a<br />

buscar a cualquier lugar. Más adelante veremos que la distancia de los lugares de<br />

origen de los materiales no contaba mucho para ellos. En rigor, los habrían cogido de<br />

una naturaleza geológica diferente.<br />

Un hecho se impone: a causa de su altura, la piedra 11 marcaba, sin duda, una<br />

interrupción en el círculo de los dinteles. O entonces debemos imaginar, pasando por<br />

encima del espacio de este pilar, un dintel doble de los otros, es decir, de una longitud<br />

de 6,40 m y de un peso de 13 a 14 toneladas. Esto no sería imposible, ya que las<br />

partes superiores de las jambas vecinas 10 y 12, tienen cada una dos espigas. A<br />

menos que, en principio, se hubiera previsto colocar un pilar normal que fue<br />

remplazado, a causa de razones desconocidas, por la piedra actual. Unas<br />

excavaciones a su alrededor podrían quizá resolver el problema.<br />

No haremos mención a otras singularidades presentadas por la piedra número 11.<br />

Las causas de estas anomalías escapan a nuestra comprensión, pero existieron, sin<br />

duda, serias razones para obrar así. ¿Marcaría esta piedra la entrada del templo, tal<br />

como lo sugería, hacia finales del siglo pasado, un autor británico, Edgar Barklay,<br />

uno de los pocos que tuvieron en cuenta este hecho? Es posible, tanto más cuanto<br />

que, según veremos más adelante, existe, en el mismo radio que esta piedra, una<br />

interrupción en el desmonte circular. Indiquemos sólo un detalle, quizás en relación<br />

con las pequeñas dimensiones de esta jamba: el meridiano del centro del monumento<br />

pasa muy cerca de su borde oeste, a unos 50 cm aproximadamente.<br />

Pero lo más asombroso de esta cuestión es la obstinación que han demostrado la<br />

mayoría de los investigadores ingleses en ignorar las consecuencias de las escasas<br />

dimensiones de la piedra número 11. En efecto, con excepción especialmente de<br />

Edgar Barklay, casi todos, en su reconstitución del monumento, hacen exactamente<br />

como si esta jamba no se diferenciara en nada de sus vecinas. El círculo de los<br />

dinteles es continuo y el pilar número 11 es como todos los demás. Se podría creer,<br />

realmente, que se empeñan en ignorar un hecho, el cual, sin embargo, salta a la vista<br />

de cualquiera.<br />

Para terminar con el círculo de sarsen, señalaremos otra particularidad, que pudo<br />

formar parte de los secretos del mago. La altura de las jambas, aumentada por la de<br />

los dinteles, o sea, 4,925, es exactamente igual al sexto del diámetro del círculo o al<br />

tercio del radio. Y si, ahora, dividimos esta dimensión, 4,925, por la trigésima parte<br />

del radio de la circunferencia, es decir, la longitud de una jamba más el intervalo, o<br />

sea, 3,096, se obtiene un resultado muy próximo a 1,6. Este resultado podría explicar<br />

la impresión de armonía y de proporciones justas experimentada ante esta parte de<br />

<strong>Stonehenge</strong>.<br />

www.lectulandia.com - Página 29

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