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Los ruibarbos de mi abuelita<br />
Rocío Toledo Andrade<br />
Mi abuelita llegó a Punta Arenas hace muchos años. Ella me cuenta que antes nevaba mucho, que<br />
incluso la nieve llegaba hasta las rodillas. Dice que lo único que no ha cambiado es el viento, que<br />
siempre ha soplado fuerte.<br />
Voy donde mi abuelita como una vez a la semana. Siempre encuentra que estoy grande. Creo que si<br />
sigo yendo, seré del porte de las Torres del Paine.<br />
Cuando cruzo la puerta con mis hermanos, va corriendo como una liebre al refrigerador a buscar<br />
comida para darnos. Nos sirve mucha comida, porque ella cree que más gordito más sanito y, si le<br />
dicen lo contrario, mueve la cabeza y se ríe.<br />
Mi abuela siembra hartas cosas en su patio, es como si tuviera un súper poder porque cualquier<br />
semilla que coloque, florece.<br />
Lo más rico que tiene son sus ruibarbos, hace una mermelada deliciosa; no sé cuántos ruibarbos<br />
prepara, pero siempre salen como seis frascos grandes de mermelada.<br />
Mi abuelita siembra muchas cosas, por ejemplo papas, repollos, ajos, perejil, frutillas y menta.<br />
Yo a veces pienso que los ruibarbos parecen caballeros con peinados grandes con rulos. Sus tallos<br />
son rojos, como cuando se pone roja la nariz por el frío, y sus hojas son verdes y grandes como un<br />
paraguas. Estos solo salen en esta región, debe ser porque acá hace mucho frío y viento.