edicion_impresa_05-01-2019

Semblanza
La mecedora
EL OBJETO
DE MI AFECTO
Su invención se atribuye al inventor
estadunidense Benjamín Franklin
en el siglo XVIII, pero hay
evidencias de que existieron en Inglaterra
desde el siglo XVII. Se sabe de una silla
estilo Yorkshire de 1630 que fue reparada
y convertida en mecedora en 1710. La
búsqueda de una mayor comodidad, así
como el dotar de una segunda vida a las
sillas viejas, motivó su creación.
A partir de 1830, en Estados Unidos
se popularizó el estilo Boston, una
mecedora hecha de roble con asiento de
pino y respaldo alto. En aquella época, la
madera se curveaba con cincel o a base de
ensamblajes.
En 1860, el diseñador de muebles alemán
Michael Thonet creó la primera mecedora
de madera curvada, con su método
de doblado de madera al vapor. Fue
moldeada con el fin de que se meciera de
la manera más efectiva; además, tenía un
elegante diseño.
Actualmente se fabrican principalmente
de madera, pero también las hay de metal,
plástico, bambú y mimbre, con o sin
brazos, e incluso tapizadas.
Con la entrada al mercado de los sillones
reclinables, las mecedoras parecieron
entrar en desuso. No obstante, aún
pueden verse piezas de diseño moderno y
modelos que sobrevivieron al tiempo en
calidad de antigüedades.
El rango de precios es muy variado,
ya que depende de los materiales,
dimensiones, acabados, etcétera. El costo
mínimo oscila entre 500 y 900 pesos
mexicanos.
La misión primordial de
este libro es la de eliminar
los estigmas, estereotipos
y “mala cara” que tiene la
ciencia –en especial en este
país–. La ciencia, así como
el arte o la historia, para ser
promovida correctamente
tiene que ser platicadita
con ejemplos prácticos y de
importancia para la vida diaria.
La ciencia por sí misma es
atractiva y es, esencialmente,
el mejor juego que tienen
las personas jóvenes y los
adultos, ya que esa misma
curiosidad que tienen los niños
se aplica siempre con las
investigaciones y experimentos
científicos. El propósito de la
ciencia es el entendimiento de
las cosas que nos ayudarán a
persistir hasta que el cosmos
lo permita.
En esta obra se explican los
conceptos más emblemáticos
de la geología, la biología, la
física y la química, así como
las relaciones entre ellas y
también las aportaciones
más importantes que hicieron
grandes personajes de la
ciencia, sin las cuales no
podríamos explicar nuestra
existencia ni la de nuestro
entorno.
Algarabía habla de todo y nada a la vez, de lo que todos hablan; pero escribe de lo que nadie —o casi nadie— escribe, de una forma en la que —eso sí— nadie lo hace