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Rasca Cielos 20190127

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Domingo 27 de enero de 2019. La Paz, Bolivia. Año 2.<br />

04|19<br />

Carta a un diputado | Chatwin y Herzog. Apuntes para una historia<br />

Las hormigas de la colonia harinera | La chifa del chino renegón | Matilde Casazola | Días de cine<br />

el destino más chévere<br />

VENEZUELA


2<br />

www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19


Ve nezuela.<br />

Abrir el cierre<br />

VENEZUELA NUNCA FUE un país distante del<br />

nuestro, como pudiese pensarse quizá por la distancia<br />

en kilómetros o por la diversidad cultural que nos<br />

distingue de ese lado del continente caliente, marcadamente<br />

caribeño. No sólo por la historia bolivariana de nuestra fundación<br />

republicana, sino porque Caracas acogió a muchos bolivianos<br />

durante las dictaduras militares de los años 70, que<br />

echaron allí raíces profundas y ampliaron familias y sembraron<br />

afectos.<br />

Pero quizá también, nunca como ahora Venezuela se<br />

sienta tan cerca porque su situación social y política ya no nos<br />

toca únicamente desde la pantalla de la televisión o del teléfono<br />

móvil, sino que cada día nos toca más la piel. Si antes<br />

fueron los bolivianos los exiliados políticos en Caracas, hoy<br />

son cada vez más venezolanos en las calles de América Latina<br />

y, por supuesto, en la esquina de nuestras casas.<br />

Pero hay algo que nos toca más. Y es la evidencia de aquel<br />

cierre que ilustra la tapa de esta edición de <strong>Rasca</strong>cielo s, como<br />

el triste paisaje de una situación que se vive ya en Nicaragua y<br />

seguramente pronto Brasil. Una sociedad partida en dos, bajo<br />

el paraguas del fundamentalismo de cada quien, que busca<br />

imponer por la fuerza su única verdad de un lado al otro.<br />

La venezolana Cristina Gutiérrez Leal, cronista, vive y<br />

estudia en Brasil. Viaja por tierra a Venezuela a visitar a su<br />

familia y en el camino se encuentra con los protagonistas de un<br />

lado y el otro de ese cierre: ambos quieren aniquilar al oponente.<br />

Un viaje amargo que sin embargo acaba en el mar, ojalá<br />

como metáfora de un mundo sin cierres. Porque combatir un<br />

fundamentalismo con otro fundamentalismo es el principio<br />

de la guerra. Y en una guerra, se sabe, perdemos todos.<br />

Cecilia Lanza Lobo<br />

* <strong>Rasca</strong>cielos abre este espacio a la buena crónica, perfil, historieta,<br />

diario de viajes, testimonio, fotografía, fotoreportaje y otros vicios.<br />

Pueden enviar sus aportes a: ra s c a c i e l o s rev i sta @ g m a i l . c o m<br />

Las publicaciones estarán sujetas al criterio del comité editorial que se<br />

comunicará con la autora o autor.<br />

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32<br />

IDENTIKIT / El protector del bosque /<br />

Leonie Marti<br />

PAT I P E R RO / Carta a un diputado /<br />

Richard Mateos Rodríguez<br />

AG E N DA LaEscobaEsCultural /<br />

Claudia Daza<br />

CINE /Chatwin y Herzog. Apuntes<br />

para una historia / Pablo Cingolani<br />

CRONIQUITA / Las hormigas de la<br />

colonia harinera /Cecilia Lanza Lobo /<br />

Henry Mendoza<br />

CRÓNIC A / Venezuela, el destino más<br />

chévere / Cristina Gutiérrez Leal<br />

CRONIQUITA / ABUELAS /<br />

E xa l ta c i ó n / Ninón Llano<br />

FOTOGRAFÍA / 24 LP /Hrs. 19-20<br />

#salchipaperosysalchipaperas /<br />

Claudia Morales<br />

EL MAnGO DE OZ / La chifa del<br />

chino renegón / Óscar Martínez<br />

RETR ATO /Matilde Casazola /<br />

Gabriel Chávez Casazola<br />

CARTELER A /Diez premiadas en<br />

Sundance 2018 / Isabel Navia<br />

34 CÓMIC / Apocalicia / CTX<br />

E d i to ra : Cecilia Lanza Lobo. Asistente de edición: Adriana de la Rocha.<br />

C o o rd i n a d o ra : Claudia Daza. Redes: Fabiola Gutiérrez e Isabel Navia.<br />

Diseño editorial: Edmundo Morales. Foto gra f í a : Cecilia Fernández, Víctor<br />

Gutiérrez, Freddy Barragán, Sara Aliaga y Agencias.<br />

DISEÑO DE PORTADA:Josefina Rojas / D G R- U C B.<br />

<strong>Rasca</strong>cielos y la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad<br />

Católica Boliviana se unen para el diseño de las portadas de<br />

esta revista. Coordin ador: Sergio Vega. Estudiantes en pasantía: E r i ck a<br />

Vargas, Marcos Luna, Sergio Salazar, Josefina Rojas, Ariel Chuquimia y Adiba<br />

Ro j a s .<br />

Compañía Editora Luna Llena S.A.<br />

Nº de Depósito Legal: 4-3-25-10<br />

D i re c c i ó n : Achumani, Calle 9 N°6, La Paz.<br />

Te l é fo n o s : Central: (591) 2-2611700;<br />

C o m e rc i a l : (591) 2-2611731 - 2611707 -<br />

2 6117 0 9 .<br />

Suscripciones: (591) 2-2611734.<br />

We b : www.paginasiete.bo - La Paz, Bolivia<br />

Directora : Isabel Mercado Heredia. Subdirectora : Mery Vaca Villa. Jefe de Redacción:<br />

Alcides Flores Moncada. Jefe de Informaciones: Juan Carlos Véliz Morejón.<br />

Revista <strong>Rasca</strong>cielos<br />

@ rev i sta ra s c a c i e l o s<br />

@ Rev i sta RC i e l o s<br />

Presidente del Directorio: Raúl Garáfulic L. Vicepresidente Ejecutivo: Carlos<br />

Saravia. D. Gerente Comercial: Nadia Diab Linale. Distribución : Marco Téllez.<br />

Distribución nacional: Douglas Azurduy. I m p re s i ó n : Papel Principal S.A.<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

www. p a g i n a s i e te. b o<br />

3


PABLO CINGOLANI (A rg e n -<br />

tina-Bolivia) es escritor y<br />

periodista. Radica en La<br />

Paz. Sus primeras publicaciones<br />

en Bolivia fueron ensayos<br />

y crónicas periodísticas<br />

en Presencia Literaria, la<br />

revista cultural del periódico<br />

Hoy y el semanario Criterio,<br />

el año 1987.<br />

WALDO MALUENDA (S u c re)<br />

dice ser aprendiz de fotógrafo.<br />

Es, sin embargo, un<br />

reconocido fotógrafo que<br />

trabaja con fotografía publicitaria,<br />

de estudio, documental<br />

y periodística, tanto<br />

en Chile como en Bolivia.<br />

Cuenta con una extensa colección<br />

de fotografías docum<br />

e nt a l e s .<br />

HENRY MENDOZA es camarógrafo,<br />

editor y productor.<br />

Obtuvo, junto con Amalia<br />

Pando, el Premio Rey de España;<br />

y también una mención<br />

honrosa de la Asociación<br />

de Periodistas de La<br />

Paz (APLP). Impulsó la creación<br />

de los canales Fides TV<br />

y TV Culturas.<br />

ÓSCAR MARTÍNEZ es arquero,<br />

psicólogo social,<br />

cuentista, pajpaku, antropólogo,<br />

profesor universitario<br />

y vecino de Villa Fátima.<br />

Normalmente se dedica a<br />

matar el tiempo mientras<br />

el tiempo hace lo mismo<br />

con él.<br />

COLABOR ADORES 0 4|19<br />

CRISTINA GUTIÉRREZ LEAL<br />

(Venezuela) realiza estudios<br />

doctorales en la Universidad<br />

Federal de Río de Janeiro.<br />

Obtuvo el Premio XX Bienal<br />

de Literatura José Antonio<br />

Ramos Sucre (2015) y ganó<br />

también el II Concurso Nacional<br />

de Poesía Rafael Cárdenas<br />

(2017).<br />

GABRIEL CHÁVEZ es poeta<br />

y periodista, considerado<br />

“una de las voces imprescindibles<br />

de la poesía boliviana<br />

y latinoamericana contemp<br />

o rá n e a ”. Recibió la Medalla<br />

al Mérito Cultural del Estado<br />

boliviano y el Premio Editorial<br />

al Mejor Libro del Año,<br />

entre otros reconocimientos.<br />

CLAUDIA MORALES es fotógrafa.<br />

Estudió artes plásticas<br />

con mención en diseño gráfico<br />

en la UMSA. Trabajó en<br />

La Prensa como fotoperiodista,<br />

y en la agencia fotográfica<br />

AFKA. Es integrante<br />

del colectivo de fotoperiodistas<br />

Prismo.<br />

RICHARD MATEOS es patiperro.<br />

Corresponsal sin medios,<br />

es parte de Cieguito<br />

sin Frontera, una organización<br />

asamblearia, horizontal<br />

y democrática de la cual es<br />

el único miembro, fundador<br />

y presidente.<br />

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IDENTIKIT<br />

Texto y foto Leonie Marti<br />

Yawar Nina, guardabosques de Bolognia.<br />

El protector del bosque<br />

Hay gente que cree que en La Paz no hay bosques. Está equivocada.<br />

Al sureste de la ciudad, arriba del barrio Bolognia hay uno. Sí, el<br />

bosquecillo de Bolognia es sólo una pequeña muestra de la vegetación<br />

que había antes de la construcción de cientos de edificios, pero es<br />

un área extremadamente rica. Cuenta con más de 140 plantas nativas,<br />

40 especies de aves y diferentes animales como vizcachas, murciélagos<br />

o lagartijas. Y también es el hábitat de Yawar Nina. Llegó al barrio<br />

de Bolognia a los once años, cuando la zona era todavía casi rural. En<br />

los años noventa formó el primer grupo de niños y niñas guardabosques.<br />

Los miembros han cambiado, pero el grupo sigue existiendo.<br />

Cada sábado se reúnen alrededor de diez niños y niñas en la entrada<br />

del bosque; son los Jukumaris. Yawar, quien ahora tiene 60 años, les<br />

enseña a sembrar, plantar y respetar el bosque y sus habitantes. “To -<br />

dos sabemos que el mundo no puede seguir así”, dice Yawar, “y cuando<br />

veo a los voluntarios y voluntarias del bosque, me doy cuenta de<br />

que ahí crece una nueva generación para el futuro”.<br />

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PAT I P E R R O<br />

Richard Mateos<br />

Burlando Fronteras<br />

Carta abierta a un diputado<br />

Estimado señor diputado,<br />

le deseo éxitos en su<br />

gestión durante lo que<br />

queda de la legislatura, sobre todo<br />

en su calidad de crítico de lo políticamente<br />

correcto.<br />

Déjeme decirle que desconocía<br />

su labor como defensor de los indefensos,<br />

de los marginados y de los<br />

oprimidos. Por eso me conmovió<br />

hasta los huesos cuando leí de la<br />

mano de algunos medios de comunicación<br />

que usted propuso a través<br />

de una red social que se creara una<br />

ley de protección para los hombres<br />

víctimas de las mujeres que se<br />

aprovechan de la ley contra la violencia<br />

de género para presentar<br />

denuncias falsas y sacarles plata.<br />

Dicho esto quisiera proponerle,<br />

en calidad de ciudadano que no<br />

tiene el acceso que usted tiene a<br />

estadísticas, pero que de vez en<br />

cuando opina y escribe, que<br />

extienda su propuesta para la creación<br />

de una batería de leyes que<br />

suprima cualquier forma de aprovechamiento<br />

entre unos seres<br />

humanos sobre otros. La cuestión<br />

es muy amplia, pero le expongo<br />

aquí los casos que a mi juicio<br />

requieren que se legisle con urgencia.<br />

De sobra es sabido que cuando<br />

se producen trancaderas, aumenta<br />

la tensión entre los conductores de<br />

minibuses y los usuarios, ya que unos quieren aprovecharse de los<br />

otros y viceversa. “A p rove c h e n ”, dicen algunos conductores para<br />

apremiar a cualquier ciudadano (persona ciega, mujer mayor o<br />

persona que se mueve con muletas) a que baje del vehículo aunque<br />

se encuentre a años luz de la acera más cercana. “A p rove c h a ré ”, dice<br />

a su vez el usuario impaciente que quiere descender del vehículo en<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

medio de la trancadera.<br />

Dado que ambos –usuarios y<br />

conductores de minibuses–perjudican<br />

el desarrollo correcto de la<br />

moral ciudadana, le pido que haga<br />

una ley que proponga multas a<br />

partes iguales para ambos aprovechados<br />

y que, en caso de reincidencia,<br />

proceda por un lado a la incautación<br />

del vehículo del conductor<br />

reincidente, y por otro lado se<br />

proceda al internamiento en<br />

módulos de reeducación ciudadana<br />

destinados a corregir la diletancia<br />

moral de ambos.<br />

Sé por estadísticas que me han<br />

proporcionado que hay personas<br />

que se hacen pasar por cieguitas<br />

para obtener limosnas del honrado<br />

ciudadano. Propongo una ley que<br />

corrija dicho aprovechamiento y la<br />

creación de una fuerza policial que<br />

se incaute de cualquier objeto vertical<br />

acabado en punta que pueda ser<br />

utilizado como bastón tanto por<br />

ciegos verdaderos, como por ciegos<br />

s u p l a nt a d o re s .<br />

Con esta ley pagarían justos por<br />

pecadores, pero de alguna manera<br />

se debe proteger al ciudadano<br />

honrado y dadivoso que da limosnas<br />

de buena fe.<br />

Como le digo, el problema es<br />

amplio pero hay que empezar por<br />

los casos más graves. Sin embargo,<br />

me queda una duda que le planteo:<br />

Dado que desde que tengo memoria aparecen estadísticas<br />

fiables y contrastadas de mujeres asesinadas y violadas a manos de<br />

hombres, y dado que usted dice que tiene estadísticas de lo contrario<br />

pero no las ha mostrado, ¿debería legislarse contra los diputados<br />

que se aprovechan del eco mediático de ser diputados y que lanzan<br />

chismes por redes sociales?<br />

www. p a g i n a s i e te. b o<br />

7<br />

FOTO PIXABAY


A G E N D A<br />

LA ESCOBA esCULTURAL<br />

Claudia Daza<br />

Emigrando al arte<br />

UN FERIADO no<br />

basta ni tampoco<br />

las vacaciones<br />

como para recorrer<br />

el mundo.<br />

Pero para quienes<br />

aman hacerse un<br />

tour en la cabeza viendo arte, hay un<br />

sinfín de posibilidades para recorrerlo de<br />

otra manera. Lo más lindo es que poco a<br />

poco ya los teatros van abriendo sus<br />

puertas para presentarnos algunas posibilidades<br />

de este tipo de abundancias.<br />

De cabeza, los cinéfilos estarán<br />

chochos con el Ciclo de cine Arqueología<br />

de la Mirada en el Cine 6 de agosto.<br />

Es una alternativa a la nostalgia con dos<br />

proyecciones a la semana, miércoles y<br />

jueves, de películas clave para nuestra<br />

degustación de buen cine. Ya en su segunda<br />

semana de ciclo, el miércoles 30, se presentará<br />

Fa u s to de Friedrich W. Murnau<br />

(1926) y el jueves 31 estará destinado al<br />

cine ruso con la película Oc t u b re de<br />

Serguéi Eisenstein y Grigori Aleksand<br />

rov (1927). El ciclo concluye el 4 y 5 de<br />

fe b re ro con Met rópolis yAnémic<br />

Cinema, Ballet Mecánique y Un perro<br />

andaluz. Sin duda, un recorrido al pasado,<br />

desempolvando artefactos que sólo un ojo<br />

arqueológico puede disfrutar.<br />

Mientras tanto, los bateristas<br />

tendrán su propia fiesta. El Teatro Nuna<br />

se luce organizando una clínica taller y<br />

un concierto de batería con ritmos afro<br />

cubanos junto al maestro cubano L e o-<br />

nardo Ángel. El baterista viene a mostrarnos<br />

los 32 años de su carrera musical<br />

con la presentación de su disco Em i-<br />

grando one more time. El concierto<br />

nos sorprenderá por el trabajo conseguido<br />

con músicos bolivianos como<br />

Carlos Fischer (guitarra), Luis García<br />

8<br />

DA N Z A Soy Bolivia / LA PAZ /del 1 al 3 de febrero /19:30 / Teatro Municipal<br />

Alberto Saavedra Pérez / c. Genaro Sanjinés.<br />

(piano), Bladimir Morales (bajo), Raúl<br />

Flores (bajo) y Luis Daniel Iturralde (percusión).<br />

O sea, un despliegue musical<br />

delicioso para este 31 de enero.<br />

Los pañuelos, por su lado, invadirán el<br />

Teatro Municipal Alberto Saavedra en<br />

La Paz, porque B afopaz nos entrega el<br />

espectáculo Soy Bolivia que reúne las<br />

manifestaciones culturales de los nueve<br />

departamentos del país. Un despliegue<br />

maravilloso. Ya nomás un toba magistral<br />

nos reta a la pelea y después quieres subirte<br />

al escenario para bailar una cueca con los<br />

bailarines. Una propuesta que todo el<br />

tiempo se renueva y ofrece sorpresas coreográficas.<br />

La cita es del 1 al 3 de febrero.<br />

Como la producción del evento lo dice, nos<br />

hará sentir orgullosos de ser bolivianos.<br />

Y el sábado 2 lo reservamos para una<br />

pizza y un buen vino yendo al Efímera,<br />

porque allí se presentará Jenny Cárdenas<br />

con su propuesta Todo Brasil. Estará<br />

acompañada por el trompetista brasilero<br />

Gilberto Reinheimer y seguro nos<br />

volverá a cautivar con esas canciones del<br />

MPB que tanto suspiro nos arrebata. Yo ya<br />

hice mi reserva, porque el lugar da como<br />

para un concierto muy íntimo.<br />

Hay que viajar cerrando los ojos,<br />

escuchando, sintiendo el roce del teatro,<br />

mirando sin parpadear, emigrando al<br />

corazón mismo. Hay que viajar sin parar<br />

por las tablas del teatro y de los cines<br />

hasta que haya una revolución.<br />

www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

FOTO ARCHIVO BAFOPAZ


OTROS ANTOJOS<br />

LA PAZ<br />

CINE Arqueología de la mirada /<br />

LA PAZ /30 y 31 de enero, 4 y 5 de<br />

febrero /19:30 / Cine Teatro 6 de<br />

Agosto / av. 6 de Agosto.<br />

B AT E R I A Leonardo Ángel /<br />

LA PAZ /31 de enero / Clínica taller<br />

16:00 / Concierto 20:30 / Teatro Nuna /<br />

c. 21 de Calacoto N° 8509.<br />

MÚSIC A Todo Brasil con Jenny<br />

C á rd e n a s / LA PAZ /2 de febrero /<br />

20:30 / Pizzería Efímera / Final Sánchez<br />

Lima N° 2667 / reservas: 70592176.<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

I DA N C E /26 de enero a las 19:30 y 27 de<br />

e n e ro / 17:00 / Teatro Nuna / c. 21 de<br />

Calacoto N° 8509.<br />

Una muestra del taller vocacional y<br />

obra a tres tiempos. Danza contemporánea<br />

y moderna, una entrega en el escenario.<br />

MÚSICA LATINOAMERICANA DEL<br />

BARROCO A LA ACTUALIDAD /30 de<br />

enero / 19:30 / Auditorio de ENTEL /<br />

c. Federico Suazo N° 1771.<br />

El ensamble Vocal Instrumental Curucusí<br />

presenta un repertorio de música<br />

comprendida entre el barroco y nuestros<br />

tiempos. Es música académica y popular<br />

va r i a d a .<br />

NUEVA ESCENA, MUESTRA TEATRAL /<br />

Del 1 al 3 de febrero / 20:00 / Desnivel /<br />

c. Sánchez Lima N° 2282.<br />

Con el fin de brindar una vitrina al<br />

nuevo teatro, se presentan las obras El<br />

Simulador (1 de febrero), ¿Por qué lloras?<br />

Los muertos no lloran (2 de febrero) y La<br />

Nariz (3 de febrero).<br />

SANTA CRUZ<br />

NORTE ESTRECHO /29 de enero / 20:00 /<br />

Teatro Meraki / c. Ballivián N° 159.<br />

Proyección de la película de Omar L.<br />

Villarroel. Nos cuenta la historia de Jorge,<br />

quien es dueño de un negocio de videoconferencias<br />

llamado Contacto Vivo en el<br />

área de Washington. Algunas historias<br />

quedarán en la incertidumbre, en los<br />

encuentros de las pantallas, mientras que<br />

otras tendrán un nuevo comienzo, lejos<br />

del norte estrecho.<br />

PARA VIAJEROS<br />

Hay giras de artistas emergentes,<br />

radicales y que ya son referencia histórica<br />

en el rock. Avisar con tiempo es vital, ya<br />

que cada vez los seguidores esperan un<br />

anuncio para hacer un click y comprar la<br />

entrada por internet. Navegar con antelación<br />

es ley.<br />

RIO DE JANEIRO<br />

MUSE en concierto /6 de octubre / Rock<br />

in Rio Brazil 2019 / Parque Olímpico<br />

Cidade de Rock / av. Salvador Allende<br />

N° 6500, Recreio dos Bandeirantes /<br />

info: www.festicket.com<br />

La banda británica anunció su Simulation<br />

theory World Tour. Ad m i ra d o re s<br />

sudamericanos los esperan para el Rock<br />

in Río, lugar donde se congregan varias<br />

bandas referentes a nivel mundial.<br />

SANTIAGO DE CHILE<br />

PUSSY RIOT en Chile /17 de abril / 21:00 /<br />

Blondie / av. Libertador Bernardo<br />

O’Higgins N° 2879.<br />

La agrupación feminista rusa anunció<br />

su gira por Latinoamérica y en Chile<br />

actuará en el marco del ciclo aniversario<br />

del centro de eventos Blondie. Nadya<br />

Tolokonnikova encabeza esta visita. Es<br />

una de las voces más críticas a Putín.<br />

www. p a g i n a s i e te. b o<br />

9


CINE<br />

Pablo Cingolani<br />

Chatwin<br />

y Herzog<br />

Apuntes para<br />

una historia<br />

La piel de un milodonte llevó al inglés<br />

Bruce Chatwin hasta la Patagonia.<br />

Luego escribió En la Patagonia. Werner<br />

Herzog filma ahora esa película. Lo que<br />

rodea a la historia es apasionante.<br />

LEÍ POR AHÍ que, días atrás,<br />

Herzog estuvo en La Plata,<br />

Argentina, grabando imágenes<br />

para un documental<br />

sobre Bruce Chatwin. Las<br />

imágenes registradas fueron<br />

las de la piel de un milodonte,<br />

un perezoso gigante<br />

que se extinguió en la última<br />

gl ac i ac i ó n .<br />

Un pedazo de piel de<br />

milodonte obsesionó a<br />

Chatwin desde niño. Su<br />

abuela lo conservaba en una<br />

vitrina de su casa, aunque a él le decían que era piel de brontosaurio.<br />

La reliquia fósil de la abuela se la había regalado un<br />

primo, Milward si mal no recuerdo, un navegante y aventurero<br />

que la había traído desde una cueva cercana a Puerto Natales,<br />

en el extremo sur de Chile. Los milodontes sólo vivieron por<br />

allí: en la Patagonia austral.<br />

Para el escritor inglés, ese trozo de piel antigua se transformó<br />

en un imán y en un fetiche. Fue tras él, tras su historia,<br />

una parte de la historia de su familia y todas las historias que<br />

10<br />

pudiese encontrar (o inventar) en un viaje ya mítico que lo<br />

catapultó a la fama literaria y que se publicó como libro bajo el<br />

título de En la Patagonia.<br />

No es la primera vez que Herzog cruzó coordenadas con<br />

Chatwin. Una de sus películas más acabadas, Cobra Verde, está<br />

basada en un libro de este inglés. En el libro que recoge la<br />

abundante y detallista correspondencia de Chatwin, éste<br />

cuenta el entusiasmo que le provocó el hecho de que Herzog<br />

www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19


Allí, el bueno de Bruce e no cuajó:<br />

Herzog había instaur<br />

taurado ado su pequeño<br />

pero o tenaz t<br />

reino r<br />

fílmico o en donde él,<br />

y nadie más, era a el monarca absoluto.<br />

quisiera hacer una película sobre su libro y también de su viaje<br />

al África hasta el lugar de rodaje, invitado por el alemán.<br />

Allí, el bueno de Bruce no cuajó: Herzog había instaurado<br />

su pequeño pero tenaz reino fílmico donde él, y nadie más, era<br />

el monarca absoluto. Además de sus legendarias peleas con<br />

Kinski, protagonista del filme, había montado un circo infernal<br />

con cientos de mujeres indígenas que eran tan belicosas en<br />

la realidad como en la cinta.<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

Las imágenes de la piel del milodón o milodonte fueron<br />

tomadas en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Según<br />

la noticia, la presencia de Herzog fue muy reservada pero<br />

alguno de los paleontólogos lo reconoció y, de allí, trascendió<br />

su presencia.<br />

El museo platense guarda una triste memoria: allí fueron a<br />

parar muchos de los caciques indígenas derrotados por los<br />

militares argentinos en lo que se llamó “la conquista del<br />

www. p a g i n a s i e te. b o<br />

11


CINE<br />

En la Patagonia es un<br />

libro raro, brillante,<br />

inclasificable. Decir<br />

que se trata de<br />

literatura de viajes es<br />

encasillarlo y reducirlo.<br />

El cineasta Werner Herzog.<br />

desier to”, es decir, la ocupación armada de la Patagonia entera<br />

a finales del siglo XIX.<br />

Uno de ellos fue Inacayal, quien fue rebelde hasta el final. Se<br />

había negado a asumir la nacionalidad<br />

argentina –por lo cual, algunos otros caciques<br />

fueron liberados–para seguir defendiendo<br />

su identidad tehuelche. Incluso,<br />

antes de su dudosa muerte –no se sabe si se<br />

suicidó o lo asesinaron con veneno–, se<br />

había quitado la ropa que le obligaban a<br />

vestir. La historia de Inacayal bien podría ser<br />

otra película en manos de Herzog, pero esas<br />

historias, la historia indígena en general, son<br />

desconocidas u ocultadas o simplemente<br />

echadas al olvido en Argentina.<br />

En La Plata, se filmaron escenas de<br />

otra película: Siete años en el Tíbet, la historia<br />

de un escalador alemán que se ve atrapado<br />

por los ingleses en el Himalaya<br />

cuando empieza la Segunda Guerra<br />

Mundial. Escapado de un campo de concentración<br />

de prisioneros, huye al Tíbet y<br />

se vuelve amigo del pequeño Dalái Lama.<br />

Otro escalador, el italiano Reinhold<br />

Messner, el primer ser humano que escaló<br />

las “14 ocho miles”(las catorce cumbres<br />

12<br />

El escritor británico Bruce Chatwin.<br />

más altas) de la Tierra sin oxígeno –recuerdo su publicidad de<br />

Rolex en la cima del Everest cuando yo era un joven caminante<br />

de montañas–, fue el que incitó a Herzog a hacer una película<br />

de escalada en la Patagonia, más precisamente<br />

en el tenebroso cerro Torre. La película<br />

se tituló Grito de piedra o algo así y<br />

amén de las imágenes inverosímiles de<br />

escalada en la cordillera andina, es un<br />

filme inconsistente, hasta aburrido.<br />

Ahora, según las noticias, Herzog<br />

debe andar filmando de nuevo en la Patagonia,<br />

esta vez tras las huellas de su casi<br />

amigo Chatwin. Habrá que esperar el<br />

res ultado.<br />

En la Patagonia es un libro raro, brillante,<br />

inclasificable. Decir que se trata de<br />

literatura de viajes es encasillarlo y reducirlo.<br />

Herzog ha hecho películas con la<br />

misma marca.<br />

A ver qué sale de este reencuentro<br />

entre dos de los más altos espíritus creativos<br />

que nos han conmovido. Supongo que<br />

Chatwin no se hubiera opuesto a que la<br />

BBC contrate a Herzog para darle vida<br />

audiovisual a la más celebrada de sus<br />

o b r a s.<br />

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C R O N I Q U I TA<br />

Cecilia Lanza Lobo<br />

Fotografías de Henry Mendoza<br />

LAS HORMIGAS DE LA<br />

COLONIA HARINERA<br />

Entre Villazón y La<br />

Quiaca hay dos puentes<br />

lado a lado. Uno de ellos<br />

sólo permite el paso de<br />

gente dispuesta a cargar<br />

quintales de harina<br />

sobre el lomo, ida y<br />

vuelta, setenta veces<br />

durante el día.<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

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13


C R O N I Q U I TA<br />

AFINES DE los años<br />

70 vivíamos en<br />

Tupiza, al sur del<br />

país, por entonces<br />

un lindo pueblito<br />

hermanado desde<br />

siempre con Argentina,<br />

ese país al que los tupiceños<br />

miraban suspirando. Porque se sabe que<br />

en los tiempos del parto republicano, a la<br />

hora de elegir entre formar parte de<br />

Bolivia o Argentina, los tupicieños eligieron<br />

mal. El caso es que toda mi familia,<br />

papá, mamá y tres hermanos, viajábamos<br />

de vez en año desde Tupiza hasta Villazón<br />

y La Quiaca como gran cosa. Debió<br />

haber sido como ir de paseo un domingo<br />

muy largo y premiado.<br />

De aquellos años recuerdo los alfajores<br />

de chocolate que comprábamos en caja de<br />

cartón como si fuese Navidad. También<br />

recuerdo que mis papás compraron allí su<br />

primer juego de dormitorio que estuvo en<br />

uso hasta hace poco, medio siglo después<br />

como constancia de aquel sacrificio económico<br />

de sus años mozos. Hace algún<br />

tiempo, muchos años después de mi niñez<br />

tupiceña, volví a esa frontera y quién sabe<br />

si por alguna extraña pirueta de la<br />

memoria infantil lo que vi fue una postal<br />

de otro mundo, al modo de una retorcida<br />

pasarela en la que desfilaba la historia de la<br />

mismísima humanidad.<br />

Todavía guardo las imágenes de aquellas<br />

decenas de cuerpos que de lejos se<br />

miran asexuados, cargando sobre sus<br />

espaldas un enorme bulto blanco, o más,<br />

45, 50, 90 kilos de harina, ida y vuelta<br />

setenta veces durante el día a paso<br />

menudo y rápido vista al suelo, por el<br />

puente que separa (o une) Bolivia de<br />

Argentina en la frontera entre Villazón y<br />

La Quiaca. Coca en la boca y en la mano<br />

una bolsa para amarrar la carga, corren<br />

desde el lado boliviano sesenta metros<br />

levantando polvo, apurados porque la<br />

competencia es implacable. Casi al<br />

mismo paso, con uno o dos quintales<br />

encima, desandan el camino con la harina<br />

argentina sobre la espalda. Dejan la carga<br />

y vuelven a empezar, setenta veces si el<br />

cuerpo aguanta.<br />

Es un puente angosto y alambrado.<br />

Un carril de ida y otro de vuelta. La gente<br />

que va y viene, con esos bultos blancos<br />

sobre la espalda, aparenta una colonia de<br />

hormigas gigantes y tengo la impresión<br />

de que en algún momento entran en<br />

trance. A su lado, diez metros abajo y a la<br />

derecha, está el puente ancho y formal,<br />

ese con tranca y gendarmes argentinos en<br />

un pedestal desde donde miran con desprecio<br />

a los “bol itas”. Si no te queda otra<br />

–me dicen–cruzas por abajo, por el río. Si<br />

te avivas, pasas junto con los cargadores<br />

de harina, quién sabe en una de esas zafas,<br />

mientras los gendarmes se distraen<br />

fumando un pucho.<br />

Eran días, los que estuve allí, en que<br />

todavía convenía llevar mercadería de<br />

aquí a allá, de Bolivia a Argentina. Ahora,<br />

aunque a la inversa, la dinámica en el<br />

puente fronterizo supongo que será más o<br />

menos la misma. Mercadería de contrabando<br />

de un lado a otro sin importar la<br />

dirección. Para eso, la ruta es por el mismo<br />

14<br />

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Puente fronterizo entre Villazón (Bolivia) y La Quiaca (Argentina)<br />

río, más arriba, jugándose el pellejo.<br />

Es una puesta en escena. Dos puentes<br />

lado a lado, uno para la foto oficial y el<br />

otro para la colonia hormiguera. Aparte<br />

está el río como tercera vía para añadir<br />

algo de tango al laburo policial que de<br />

tanto en tanto persigue contrabandistas,<br />

a modo de salir de la rutina. Pocos días<br />

atrás, los “bol itas”contraband istas<br />

habían volcado el auto de los gendarmes<br />

argentinos que son abusivos pero son<br />

pocos. Es más, cuando los “bol itas”<br />

quieren, aparecen como jauría por<br />

decenas montados en bicicletas y hacen<br />

corretear a los gendarmes —se jactan los<br />

cicl istas.<br />

En el puente hormiguero, la vía permitida<br />

es de Argentina hacia Bolivia y no al<br />

revés. De lo que se trata es de poner vigilancia<br />

en el lado argentino para que los<br />

bolivianos no ingresen mercadería<br />

alguna. Esos mismos gendarmes se encargan<br />

de que la harina argentina que ingresa<br />

a Bolivia pase tranquila. Los avala la economía<br />

subterránea misma, el sistema tradicional<br />

de la sociedad comerciante, y se<br />

ve como un acuerdo entre estos aparapitas<br />

bolivianos llamados “p i l o to s ”( pilotero,<br />

mula, ca melô, vendedor, cargador, s a c ole i ro ,<br />

mesitero, changarín, acopiador) necesitados<br />

de los centavos que se les paga por<br />

quintal transportado a lomo. Los pilotos<br />

son, digamos, el mismo puente, el ducto<br />

harinero de una sola vía, Argentina-<br />

Bolivia, que acaba en un canchón donde se<br />

apila la mercadería. De ahí para adelante,<br />

quién sabe.<br />

El contraste es abismal. Cruzas el<br />

puente hacia Argentina y te lanzan los<br />

perros. En el lado boliviano, no hay perro<br />

que te ladre. Villazón es una zona franca<br />

donde se tranza en varias monedas. No es<br />

novedad aunque no deja de sorprenderme.<br />

Porque en las fronteras del país, el<br />

contrabando es parte de la vida cotidiana,<br />

es parte fundamental de la economía<br />

local y nadie se rasga las vestiduras,<br />

aunque de vez en cuando aparezca algún<br />

gesto dramático para el espectáculo<br />

mediático. Por eso, yo me doy otra vueltita,<br />

me compro unos ra yban de a luca y<br />

sigo viajando. Quién dijo que el surrealismo<br />

es ficción.<br />

Corren desde el lado<br />

boliviano sesenta metros<br />

levantando polvo. Casi al<br />

mismo paso, con uno o dos<br />

quintales encima,<br />

desandan el camino y<br />

vuelven a empezar, setenta<br />

veces si el cuerpo aguanta.<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

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ÍLUSTRACIÓN SERGIO SALAZAR DGR-UCB<br />

16<br />

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CRÓNICA<br />

Cristina Gutiérrez Leal<br />

VENEZUELA ,<br />

el destino más chévere<br />

Un viaje desde Brasil hasta Venezuela a ras de suelo.<br />

En el trayecto, los testimonios de unos y otros dan<br />

cuenta de la división que reina y que hace de<br />

Venezuela un país difícilmente chévere .<br />

Boa Vista<br />

12:30 a.m.<br />

OBSERVÉ LA CIUDAD poco antes de<br />

aterrizar. Boa Vista, ya en noche<br />

cerrada, sólo ofrecía luces en completo<br />

desorden. Hacía cuatro horas, un sol<br />

templado me mostraba la insólita<br />

genialidad con que Oscar Niemeyer<br />

había planificado Brasilia: parecía inhabitable.<br />

Bajé con los 23 kilos de vida permitidos, más cansada<br />

que ansiosa, preparada para buscar en el aeropuerto el espacio<br />

menos imposible donde pasar la noche.<br />

Entre varias boa noichi y el acento extraño de los brasileños<br />

del norte, distinguí el coro de naguará, marico, güevón, verga,<br />

cha mo. Mi lengua materna parecía decirme bienvenida en su<br />

versión más espontánea. Sentí un puyazo en el estómago y<br />

otro en la cabeza: muchísimos venezolanos que poblaban el<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

aeropuerto internacional de Boa Vista (Roraima, Brasil)<br />

estaban ahí desde hace dos y hasta tres días, durmiendo en el<br />

piso o en los asientos tiesos de la feria de comida, esperando<br />

vuelos: Santiago, Buenos Aires, Río de Janeiro.<br />

Tren al sur retumbó en mis oídos como un soundtrack<br />

mald ito.<br />

01:00 a.m.<br />

—¿Venezolana o brasileña? –preguntó el chamo con quien<br />

compartí mesa para tomarme la respectiva dosis de cafeína.<br />

—Venezolana, ¿y tú?<br />

—También –dijo con tono de resignación.<br />

—¿Vas a Buenos Aires? –preg unté.<br />

—No –estoy esperando una oferta a Santiago.<br />

Mientras eso ocurría, estaba resignado a permanecer en el<br />

aeropuerto, pues comida tenía suficiente: tres paquetes de<br />

pan y un pote de salsa de tomate. Sorbí mi café.<br />

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17


CRÓNICA<br />

Emigrantes venezolanos en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, 2019.<br />

FOTOS JOSÉ JÁCOME / EFE<br />

—Hay muchos venezolanos, ¿no? –continué.<br />

—Muchísimos, pero más hay en la terminal. Ya no cabe<br />

uno, además, están cobrando vacuna por el pedazo de piso que<br />

encuentres para dormir.<br />

—¿Cómo así? ¿Quién cobra eso?<br />

—Otros venezolanos –se nte nció.<br />

—Chimbísimo –gag ueé.<br />

Nos quedamos en silencio, un silencio largo y cortopunzante.<br />

Únanse al baile de los que sobran, nadie los quiso ayudar, taladraba<br />

la memoria.<br />

Le di mi número y dirección en Brasil, y se despidió con un<br />

chao, que te vaya bien. Chao, pana, le dije. Hubiese querido abrazarlo.<br />

Era un chamo tan parsimonioso que probablemente<br />

fuese al menos hijo de andinos. Algo en él me hizo recordar los<br />

18<br />

lomos de las montañas camino al pico El Águila, en Mérida.<br />

Será por lo triste.<br />

03:00 a.m.<br />

—¿Tienes cargador de iPhone? –preguntó un señor.<br />

Tenía aproximadamente sesenta y cinco años, con un<br />

acento rarísimo, entre Don Francisco y Amador Bendallán.<br />

—No, señor, lo siento –dije entre dormida y despierta.<br />

Sus hijos, argumentó, debían estar preocupados por él.<br />

Acababa de dejar en Chile al menor y se devolvía a Venezuela<br />

para cerrar algunos negocios y vender unas propiedades antes<br />

de volver a su Chile natal, de donde había salido hacía veintisiete<br />

años.<br />

—Una venezolana me enamoró y me quedé. Venezuela era<br />

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Entre varias boa noichi<br />

y el acento extraño de<br />

los brasileños del norte,<br />

distinguí el coro de<br />

naguará, marico,<br />

güevón, verga, chamo.<br />

Ciudadanos venezolanos en el aeropuerto de Quito se suman al programa<br />

Vuelta a la patria, impulsado por su gobierno, 2019.<br />

uno de los mejores países para invertir, y yo traía unas buenas<br />

luquitas. No lo pensé, po, al tiro me casé.<br />

Al tiro también recuperó su recién visitado acento<br />

chile no.<br />

—¿Y cómo fue su encuentro con Santiago? –pregunté, para<br />

seguir la conversa y gastar el tiempo hasta que amaneciera.<br />

Habló maravillas. Sus ojeras parecían desaparecer tras la<br />

emoción que dejaba ver al describir su reencuentro, después<br />

de tantos años, con los viñedos y las calles de Santiago, bares,<br />

primos, frío. Me enternecía.<br />

—Ahí sí que se vive bien. Por eso saqué hasta el último de<br />

mis hijos. Mira: en Venezuela ya no hay futuro, no sé qué vas a<br />

hacer tú para allá, lo que pueden es matarte para robarte el<br />

teléfono que te habrás comprado en Brasil.<br />

—Lo compré en Venezuela –d ije.<br />

—Bueno, lo cierto es que allá adentro la vida no vale nada.<br />

En cualquier momento algún malandro puede matarte.<br />

—Lo sé. Menos mal que ya tiene a sus hijos fuera, imagino<br />

que podrá dormir mejor de ahora en adelante.<br />

Suspiró y se le aguaron los ojos.<br />

—Además ellos son chilenos, ¿cachái? Chilenitos puros.<br />

Les irá bien, podrán comprarse sus cositas. Más ahora que<br />

seguro gana Piñera. Ese país va de mejor en mejor –dijo emoc<br />

i o n ad o.<br />

Nunca nada había sido tan efectivo para despertarme<br />

como aquella frase.<br />

—¿Piñera? ¿No es él lo más parecido a Pinochet? –es pe té ,<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

con el mayor respeto que pude.<br />

—¡Él es Pinochet! –dijo con la misma emoción de hace<br />

algunos minutos.<br />

—¿Está contento con la posibilidad de que gane alguien<br />

parecido a Pinochet, sabiendo que, bueno, promueve un discurso<br />

violento y nazista incluso contra los venezolanos<br />

mig rantes?<br />

—Tú debes ser universitaria, así es mi hijo, con ese cuento<br />

del rechazo a Pinochet. Él hizo bien, a todas esas lacras había<br />

que matarlos, sino…Chile no fuese lo que es hoy. Y su rechazo<br />

a los venezolanos no va a afectar a mis hijos porque son chilenos.<br />

Además, si mata malandros venezolanos, está en su<br />

derecho, a esa gente hay que matarla, su vida no vale nada.<br />

Ojalá Venezuela tuviese un Pinochet que pusiera en fila a<br />

todos los chavistas y los fusilara.<br />

—No estoy de acuerdo. Me parece un discurso peligroso<br />

–alcancé a decir.<br />

—¿Ah, es que tú eres madurista? –preguntó, y supe que la<br />

conversación no debía continuar.<br />

—No –contesté.<br />

Otro silencio, esta vez con ceños fruncidos.<br />

5:45 a.m. –8:00 a.m.<br />

La vía Boa Vista–Pacaraima pasó ante mis ojos con un<br />

empeño invasivo. Los párpados se cerraban solos mientras<br />

escuchaba a un peruano radicado en Venezuela repetir incansable:<br />

en Perú no es así.<br />

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19


CRÓNICA<br />

Santa Elena de Uairén<br />

08:30 a.m.<br />

—Si es en efectivo te lo cambio a seis mil bolos, si es por<br />

transferencia, a once mil –dijo uno de los muchos cambistas<br />

“alter nativos”en la frontera Brasil–Ve nezuela.<br />

—¿Así de difícil está el efectivo? –preg unté.<br />

—¿Hace cuánto no venías? –dijo con una sonrisita entre<br />

angustiada y cínica.<br />

10:30 a.m.<br />

Ya en el terminal fui al encuentro sagrado con una malta<br />

fría. Inmediatamente después compré un pasaje para salir a las<br />

5:00 p.m. a Puerto Ordaz. Pasé mis horas entre dormir en una<br />

esquina y hablar con dos compatriotas: una venía de Manaos a<br />

visitar a su familia y el otro venía de Boa Vista luego de despedir<br />

a su esposa, quien tomó un vuelo a Argentina. Este último<br />

había sido miembro de mesa de las elecciones regionales. La<br />

pregunta por el fraude en las elecciones no podía faltar.<br />

—Si hacen una trampa, la hacen después de que todos los<br />

miembros de mesa certificamos, porque los números de la<br />

máquina son los mismos de las actas. Ellos tienen cómo defender<br />

eso con las actas en mano, como Andrés Velázquez –dijo, y<br />

—Si esto fuese una dictadura<br />

como dicen no habría quedado<br />

nadie.<br />

Si los guardias matan<br />

terroristas, están haciendo su<br />

trabajo, a esa gente hay que<br />

matarla, su vida no vale nada.<br />

—No estoy de acuerdo –a l c a n cé<br />

a decir.<br />

—¿Ah, es que tú estás<br />

con la MUD?<br />

FOTO MIGUEL GUTIÉRREZ / EFE<br />

20 www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19


—Ojalá Venezuela tuviese un<br />

Pinochet que pusiera en fila a todos<br />

los chavistas y los fusilara.<br />

—No estoy de acuerdo –alcancé a<br />

d e c i r.<br />

—¿Ah, es que tú eres madurista?<br />

remató: —Ya no sé qué pensar, chama. Yo soy cien por ciento<br />

oposición, pero estoy harto. Estaba negado a irme del país,<br />

pero ya estoy al borde.<br />

Le invité un trago de malta y balbuceé unas palabras de<br />

á n i m o.<br />

Llegó el bus y, mientras todos montábamos nuestras<br />

maletas, pude ver que lo que más pesaba eran los sacos y sacos<br />

de comida que la gente había comprado en la frontera.<br />

Algunos viajaban desde el interior del país para conseguir<br />

arroz, pasta, harina de trigo. Unos para abastecimiento del<br />

hogar, otros para revender.<br />

El aire acondicionado que me habían prometido cuando<br />

compré el boleto no existía. Protesté.<br />

—Está en los cauchos, aire tienen los cauchos –me dijo,<br />

burlón, el chofer.<br />

Sentí la segunda brisa amarga de la viveza criolla. Le escupí<br />

un coñoela madre. Trece horas después (horas de Romeo Santos,<br />

reggaetón y Marco Antonio Solís) lo repetía cuando, en vez de<br />

dejarme en el terminal de Puerto Ordaz, donde no quisieron<br />

entrar, pretendían hacer que me bajara a las 4:30 a.m. en medio<br />

de una carretera entre San Félix y ciudad Bolívar.<br />

—Ahí queda cerca un puesto de la guardia nacional. Ellos<br />

te protegen –dijeron, no sé si para aliviarme o asustarme.<br />

El grifo de imágenes de guardias nacionales matando<br />

jóvenes durante las protestas venezolanas de 2017 se abrió en<br />

mi cabeza. También aquella noticia en 2013 de madres e hijas<br />

asesinadas por equivocación durante un operativo de la GNB<br />

en Coro, mi ciudad. Además, el recuerdo de un amigo también<br />

asesinado en 2009 por uniformados que no supieron identificar<br />

la placa de un carro y abrieron fuego.<br />

—No, gracias, voy hasta Ciudad Bolívar –d ije.<br />

FOTO LUIS ROBAYO / AFP<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

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CRÓNICA<br />

—Tú eres una muchacha buena,<br />

no te dejes contaminar por el odio,<br />

pero cuando tengas mi edad,<br />

ya verás que el idealismo<br />

no dura para siempre.<br />

Ciudad Bolívar<br />

05:00 a.m.<br />

—¡Valencia, Valencia, 5:30 de la mañana, saliendo!<br />

–gritaba un pregonero en el terminal de Ciudad Bolívar.<br />

Compré ese pasaje, calculando estar en Valencia al final de<br />

la tarde. El bus salió a las 8:30 a.m.<br />

—Me vendieron un pasaje para salir a las 5:30 a.m. y<br />

estamos saliendo tres horas después. ¡Qué vaina es esta!<br />

–refun fuñé.<br />

—Chama, en todos los terminales del país es así, nunca es<br />

verdad y lo saben. No sé cuál es la reclamadera…¿O es que<br />

acabas de llegar al país? –dijo el pregonero, desconcertado.<br />

Miré a mi alrededor con mi cara de recién llegada intacta y<br />

todos los gestos en el autobús, al unísono, lo confirmaban: esto<br />

es lo que hay. El viaje empezaba a tener otro sound track.<br />

—Mija, no reclames mucho que después la agarran<br />

contigo y te pichan pa’que los guardias te decomisen la<br />

comida que llevas. Quédate quieta mejor y ayúdame a mover<br />

este saco de azúcar ajeno para no romper ningún kilo –me dijo<br />

la señora con quien compartiría las siguientes 20 horas de<br />

vallenato y reggaetón a todo volumen y un par de conversaciones<br />

importantes.<br />

Le agradecí y le invité una malta como quien dice “un trago<br />

por eso”o echa agua bendita en algún lugar profano.<br />

La señora tenía más de cincuenta años, aunque se esforzaba<br />

por aparentar menos (y lo lograba). Su aspecto intacto,<br />

frescura y maquillaje perfecto, en comparación con todos los<br />

demás pasajeros, me hizo saber que no venía de la frontera.<br />

Tenía algo parecido a la calma y no el hartazgo que gritaban<br />

nuestras posturas en los asientos invadidos por los sacos de<br />

comida: bocas abiertas por el sueño profundo, cabezas recostadas<br />

en hombros desconocidos, ojos vidriosos, brazos caídos.<br />

Ella no hablaba mucho conmigo, pero sí por teléfono, agachada<br />

para que no se lo vieran. Parecía siempre estar hablando<br />

en clave: papeles, firmas, copias de cédulas, listas, formatos.<br />

11:00 a.m.<br />

—¿Me puede regalar un mensaje? –preg unté.<br />

—Bueno, pero tengo que escribirlo aquí con el celular<br />

dentro de la cartera, ahorita está muy peligroso –respond ió<br />

amableme nte.<br />

—Está bien.<br />

Mami, voy en camino a Valencia, todo bien. Con suerte llego a Coro<br />

en la madrugada. Cristina.<br />

01:30 p.m.<br />

—Mira, tu mamá te respondió –av isó.<br />

Está bien, hija, si es muy tarde quédate a dormir en Valencia, llegar<br />

a casa en la madrugada no es seguro.<br />

—¿Y de dónde vienes? ¿De Boa Vista? ¿Estás trabajando<br />

allá? –me preguntó, cinco horas de carretera después en una<br />

de las innumerables paradas que los guardias hacían para<br />

registrar maleta por maleta.<br />

—Vengo desde Boa Vista en bus, pero estudio en Río de<br />

Janei ro.<br />

—¿En serio? Chama, vienes desde muy lejos, ¿y cómo haces<br />

para mantenerte allá? Debe ser muy caro.<br />

—Lo es, pero tengo una beca y me organizo para que<br />

alcance hasta para mandar plata a casa.<br />

—Ah, pero estás bien. Así sí hay que irse, no a pasar trabajo<br />

por ahí en vez de estar con la familia.<br />

—Pe ro…<br />

Iba a refutar y me cortó su nombre gritado por los guardias,<br />

había llegado su turno para pasar a la revisión de la maleta.<br />

2:30 p.m.<br />

En algún lugar entre Bolívar y Valencia apareció el mar. Era<br />

de un azul insólito. Sentí que toda esa calma que proporcionaban<br />

sus olas tímidas era un regalo, una forma de resarcirme por<br />

tanta carretera ingrata. No sabía por qué me impresionaba<br />

tanto, si de hecho sigo viviendo en una ciudad con mar. Pero<br />

volver a ver tanta agua junta, tan azul y tan lejos de edificios,<br />

hoteles y turistas me llenó la vista de un paisaje que tenía ador-<br />

22 www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19


mecido en la memoria, invadida ahora por las escandalosas<br />

playas cariocas.<br />

—Es hermosa, ¿verdad? –me dijo Blanca, la señora. Siguió:<br />

No sé cómo hay gente que se va del país teniendo esto aquí.<br />

—“La patria es el hombre” –le dije.<br />

—Ah, te sabes las canciones de Aly Primera, qué bueno.<br />

—Soy falconiana, claro que las sé.<br />

—Es que aquí tenemos de todo, buen clima, cantantes,<br />

nat uraleza… –prosig uió.<br />

—De todo, incluyendo escasez de todo.<br />

—Sí, hija, pero eso es momentáneo.<br />

Era realmente dulce, Blanca.<br />

—¿Usted tiene esperanza? –preg unté.<br />

—Claro, imposible vivir aquí sin esperanza. Sólo teniendo<br />

esperanza podemos resistir.<br />

Y atendió el teléfono: esta vez habló mucho más encorvada<br />

en el asiento.<br />

—Tengo que atender así bajito porque estoy cerrando las<br />

cuentas con el consejo comunal, yo soy la que reparto las cajas<br />

del CLAP 1 por la casa y vengo de la toma de posesión del gobernador<br />

de Bolívar. Te lo digo a ti porque si te sabes las canciones<br />

de Aly, seguro eres una buena muchacha, pero si en este bus<br />

hay algún opositor radical, chama, eso da miedo. Porque hasta<br />

queman gente. Yo vivo asustada. El chamo que quemaron<br />

durante las manifestaciones vivía cerca de mi casa, era un<br />

muchacho bueno, de esos que hacemos el trabajo de base,<br />

porque los que están en el poder esos son sólo los que se<br />

agarran la plata, pero nosotros por mantener esta revolución<br />

le estamos echando pichón. Los políticos de arriba, esos son<br />

unos hipócritas, viven como burgueses y tanto que los criticaron.<br />

Alguien tiene que hacer las cosas bien. Bueno, si nos<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

de ja n…porque, como te digo, la gente está llena de mucho<br />

od io.<br />

—Sí, vi las noticias, lamentable que lleguemos a eso. Quemarnos<br />

entre nosotros mismos y ver cómo matan chamos en<br />

las protestas. Este país es un dolor sostenido –d ije.<br />

—Ve, hija, yo te voy a decir algo: en las marchas había gente<br />

decente, yo los conozco, opositores que lo que quieren es un<br />

mejor país, y tienen razón. Pero también había unos muchachitos<br />

que les pagaban por cargar morteros y armas, y causar<br />

terror. Yo te lo digo porque lo sé de primera mano.<br />

—Seguro, en las manifestaciones políticas hay de todo.<br />

Pero el foco debería ser esa gente decente que usted misma<br />

reconoce, ¿no?<br />

—¿Tú crees que Pinochet o Videla se hubiesen calado esto?<br />

–se ñaló–. Más bien han salido ilesos; si esto fuese una dictadura<br />

como dicen no habría quedado nadie. Si los guardias<br />

matan terroristas, están haciendo su trabajo, a esa gente hay<br />

que matarla, su vida no vale nada.<br />

—No estoy de acuerdo, me parece un discurso peligroso<br />

–alcancé a decir.<br />

—¿Ah, es que tú estás con la MUD 2 ?–preguntó con tono<br />

r ab i o s o.<br />

—No –respondí. Y el coro de ceños fruncidos reapareció.<br />

07:30 p.m.<br />

—Yo ya me voy a bajar, pero te recomiendo este hotel en<br />

Valencia. No es tan caro. Aquí está el número de un amigo<br />

taxista, no te montes con cualquiera, está muy peligroso. Y<br />

bueno, disculpa lo que dije, realmente no debo pensar así, pero<br />

es que da arrechera. Tú eres una muchacha buena, no te dejes<br />

contaminar por el odio, pero cuando tengas mi edad, ya verás<br />

www. p a g i n a s i e te. b o 23<br />

FOTO LUIS ROBAYO / AFP


CRÓNICA<br />

FOTO RODRIGO BUENDIA / AFP<br />

que el idealismo no dura para siempre –dijo Blanca.<br />

—Imagine la arrechera de las madres de esos chamos. Y<br />

gracias por la recomendación. De verdad, gracias.<br />

Va l e n c i a<br />

11:00 p.m.<br />

—Son 20 mil –dijo el taxista, después de recorrer sólo tres<br />

cuadras hasta un motel que queda detrás del Big Low, terminal<br />

de Valencia. En el hotel que Blanca me recomendó no había<br />

habitaciones disponibles. El sitio tenía una estructura arabesca<br />

y acceso hasta la puerta de las habitaciones, sin necesidad<br />

de contacto visual con el recepcionista. Supe que era un<br />

tirade ro.<br />

—Si quieres te busco mañana, la cosa está fea, chama. No te<br />

montes con cualquiera –advirtió el chofer.<br />

—Está bien, deme su número, y gracias.<br />

Ya en la cama encendí el televisor, sólo tenían los canales<br />

del Estado. Apareció Diosdado Cabello, uno de los principales<br />

actores del oficialismo en Venezuela, en su programa Con el<br />

mazo dando: “Colombia, Brasil, Argentina están peor que Venezuela.<br />

Esos países que tanto nos critican no han alcanzado ni la<br />

mitad de nuestras políticas sociales. ¡Somos el faro de luz de la<br />

izquierda en el mundo!”.<br />

Apagué el televisor.<br />

a sacarle conversación a la muchacha con quien compartía<br />

mesa.<br />

—Vengo de Cúcuta, maginate, más de 20 horas de camino<br />

–me dijo, exhibiendo su osadía.<br />

Yo exhibí la mía.<br />

—Yo, de Brasil.<br />

—Al diantre, muchísimas horas –respondió sorprendida.<br />

Su acento coriano era inocultable–. Pero a voj no te pasó como<br />

a mí –c on t i n u ó –. Cuando hicimos la parada en noseadónde y<br />

estábamos todos en la cola del baño o tomando café, el chofer<br />

del bus de San Cristóbal a Valencia arrancó con todas nuestras<br />

maletas. A mí sólo me quedó la cartera, menos mal que traía<br />

escondidos los dólares que voy a vender pa’comprarles los<br />

estrenos a mis hijos.<br />

Me dio miedo preguntar si recuperaron sus cosas. Le invité<br />

una malta como quien invita un trago de cocuy o echa agua<br />

bendita en algún lugar profano.<br />

11:00 a.m.<br />

San Juan de los Cayos, otra vez el mar.<br />

Esta crónica se publicó originalmente en Babélicas.<br />

Narrativas del desplazamiento (babélicas.com),<br />

en febrero de 2018.<br />

09:30 a.m.<br />

Coro, Coro, saliendo.<br />

10:30 a.m.<br />

Sentada en un quiosco de empanadas, con mi batería<br />

humana al 100% luego de una noche restauradora, me dispuse<br />

[1] CLAP: Comités Locales de Abastecimiento y Producción. A través del CLAP,<br />

las casas de todas las familias venezolanas deberían recibir cajas con alimentos<br />

básicos cada quince días.<br />

[2] MUD: Mesa de la Unidad Democrática. Mayor partido de oposición en<br />

Venezuela, donde se aglutinan otros partidos importantes como Primero<br />

Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática.<br />

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CRONIQUITA / ABUELAS<br />

Ninón Irene Llano Guibarra<br />

Exaltación<br />

Qué lindo era romper la rutina tres<br />

días al año para ser otras.<br />

TODOS NECESITAMOS una suerte de<br />

escape. Por fortuna, mi abuela siempre<br />

estuvo a la altura de crear uno para las<br />

d o s.<br />

La recuerdo desde siempre, en pie a<br />

las cinco de la mañana para bañarse,<br />

desayunar, barrer, cocinar y luego trabajar<br />

en la tienda de abarrotes que había<br />

en casa. Esa imagen, todos los días, de lunes a sábado sin falta,<br />

desde mi niñez hasta una semana antes de que ella enferma<br />

r a .<br />

Los domingos, en cambio, era distinto. Desayunábamos<br />

juntas más tarde de lo habitual y luego íbamos a visitar a los<br />

abuelos al cementerio. Rezos y lágrimas que luego se refrescaban<br />

con un helado de canela. Después al parque, ella a tejer y yo<br />

a jugar. Ella en su labor de acompañarme y yo en mi labor de ser<br />

niña. Cumplíamos muy bien. Todo lo que pudo haber sucedido<br />

en la semana, bueno o malo, fatal o hermoso, rutinario o<br />

mágico, cobraba otro sentido los domingos cuando nos alejábamos<br />

de todo y todos para estar las dos. Para curarnos<br />

j u n t a s.<br />

Una vez al año –existen fotografías instantáneas que lo<br />

pr ueban–me llevaba de viaje a Copacabana. Todos los años<br />

desde mis siete, este viaje como una especie de referente que<br />

marcaba el fin de un ciclo y el inicio de otro. Ahora que lo<br />

pienso, la costumbre de viajar con el equipaje justo, quizá, la<br />

adquirí de ella. Quizá también aquello de esperar, planear,<br />

buscar y apreciar los destinos.<br />

Cada viaje y durante tres días, ya no desayunábamos leche<br />

con pan, mantequilla y mermelada, sino api con buñuelos en el<br />

mercado; ya no mirábamos el noticiero de las ocho, en cambio,<br />

nos preparábamos para ir a la misa de las siete; ya no conversábamos,<br />

ella con sus caseros y yo con mis amigos, sino que<br />

subíamos al calvario a mirar un paisaje que todavía hoy me<br />

rebasa la mirada. En fin, éramos nosotras pero otras, al menos<br />

por tres días al año.<br />

Su devoción cuando miraba la imagen de la Virgen en la<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

iglesia, sus ligeros temores cuando íbamos en lancha hasta la<br />

roca que asemejaba la “boca de un sapo”, su curiosidad cuando<br />

los yatiris le leían la suerte en las hojas de coca y su fe cuando<br />

nos envolvían en el humo del incienso, fueron las formas de<br />

creer que le permitían resistir lo cotidiano. Hoy para mí –amén<br />

de resistir–son formas de buscarla y encontrarla.<br />

Ninón Irene Llano Guibarra: Viajera a<br />

tiempo completo, escritora a tiempo<br />

parcial. Cursa un doctorado en Ciencias<br />

Sociales cerca de Comala.<br />

www. p a g i n a s i e te. b o 25


26 www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 27 DE ENERO 04|19


FOTO G R A F Í A<br />

Fotógrafa Claudia Morales<br />

24 L P<br />

Hrs. 19 – 20<br />

#salchipape rosysalchipape ras<br />

APRENDEN POCO<br />

a poco sobre nuestros<br />

gustos – “¿ co n<br />

ketchup?, ¿quiere<br />

u n p o c o d e<br />

mostaza?, ¿ sin<br />

mayonesa?, ¿le<br />

echo llajua, case?”– y conocen nuestra<br />

dieta mejor que nuestras madres y<br />

abuelas. No entienden ni de plata ni de<br />

clases sociales: atienden por igual al<br />

señor del auto deportivo que está esperando<br />

en la esquina que a la señora con el<br />

aguayo a cuestas repleto de mercadería. Y<br />

están en todo lado: en Villa Fátima, en la<br />

Pérez, en la zona del cementerio.<br />

Pasamos de la adolescencia a la madurez<br />

cuando encontramos a un salchipapero<br />

de confianza; y cuando éste, al fin, nos alime<br />

nta.<br />

Álex Ayala Ugarte<br />

www. 24 h o ra s l a p a z .co m<br />

instagram: @24horaslapaz<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

www. p a g i n a s i e te. b o 27


EL MAnGO DE OZ<br />

Óscar Martínez<br />

La chifa del chino renegón<br />

Una experiencia gastroneurótica en la chifa<br />

más famosa de la calle Ecuador<br />

HACE TIEMPO,<br />

cuando por<br />

algunas razones<br />

sentimentales o<br />

extrase ntime ntales<br />

me asaltaba la<br />

melancolía, dejándome<br />

sin un peso de optimismo o felicidad,<br />

me iba caminando desde El Prado<br />

hasta la plaza España sólo para atravesar<br />

la calle Ecuador. Siempre les digo a mis<br />

amigos que esta calle es una calle triste y<br />

llena de nostalgias y melancolías y al principio<br />

no me creen, pero luego pasan por<br />

ahí, prestan atención a los detalles y se dan<br />

cuenta de lo que les digo. Ya sea porque<br />

siempre hay un antiguo y venerable colectivo<br />

2 atravesando la calle con paso<br />

cansino y desvencijado o porque se te<br />

vienen a la mente atribuladas noches de<br />

soledad, cabeceando de sueño en Las Flaviadas;<br />

la nostalgia es lo que sobra en la<br />

Ecuador. Más aún si luego miras a ese local<br />

que hoy ocupa un negocio de pollos al<br />

espiedo y suspiras acordándote de la<br />

mejor chifa que hubo en la ciudad, que<br />

sabe Dios cuál era su nombre, porque<br />

todos la conocían simplemente como la<br />

chifa del chino renegón.<br />

Ya había escuchado de su reputación,<br />

pero quién podría creer que alguien te<br />

mandara a la pecaminosa que te dio el ser<br />

por el simple hecho de pedir el cambio, o<br />

por pagar con un billete de doscientos, o<br />

esa clase de cosas por las que dicen que te<br />

miraba feo y te gritaba quién sabe qué.<br />

Fui a comprobarlo después de que<br />

dejé la mala costumbre de ir a una pizzería<br />

en el Prado, donde te parabas mirando<br />

la vitrina mientras los empleados trataban<br />

de convencerte ofreciéndote toda la<br />

variedad y tamaño de pizzas que había.<br />

Mientras, te frotabas el mentón con afectada<br />

pose de reflexión y preguntabas:<br />

“¿Hay alguna de hoy?”. Y claro que los<br />

empleados se enojaban y te decían “tod as<br />

son de hoy”, les respondías “ah…”, girabas<br />

sobre tus talones y te ibas caminando<br />

muy renovado a la librería Plural.<br />

Así que camino a la librería, por la<br />

calle Belisario Salinas, decidí averiguar<br />

por mí mismo si ese chino era tan gruñón<br />

como contaban. La primera vez fui a las<br />

ocho de la noche y la puerta estaba<br />

cerrada. Después de forcejear el picaporte,<br />

el susodicho se asomó a la ventana<br />

de la puerta, corrió la cortina, golpeó<br />

vehementemente los cristales con los<br />

nudillos, y al mirarlo me hizo señas que<br />

indicaban algo así como “tú no”, señalándome<br />

alternadamente con el dedo índice<br />

de la mano derecha el salón de no más de<br />

cinco mesas reventando de comensales y<br />

a mí. La segunda vez fui temprano a<br />

mediodía y lo mismo, yo forcejeando el<br />

picaporte y él recorriendo la cortina para<br />

28<br />

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señalarme el reloj y luego apuntándome<br />

con el dedo índice, nuevamente, en clara<br />

señal de “tú no”.<br />

La tercera fue la vencida. Fui a eso de<br />

las 7 de la noche y, aunque tenía miedo de<br />

que me reconociera, pude entrar y me<br />

acomodé en una mesa con mantel azul. Al<br />

fondo del aparador, un montón de revistas<br />

Taiwan Today (quizá por eso le molestaba<br />

que insistan en llamarle chino) y de<br />

fondo varios adornos y alegorías que en<br />

mi ignorancia yo también diría que eran<br />

chinas y que caracterizaban la mayoría de<br />

las chifas que conocía hasta ese entonces.<br />

Se acercó a la mesa con seriedad glaciar y<br />

me miró, creo, con achinados ojos de sospecha.<br />

Pensé que me iba a decir “tú<br />

arruina picaporte, no chao mei para ti,<br />

¡ fuera!”, pero no, sólo me lanzó un menú<br />

viejísimo y forrado en cuerina café. Pedí<br />

arroz con curri y pollo picado con<br />

brócoli, tal como me recomendaron.<br />

Intenté hacer el pedido mencionando el<br />

nombre del plato junto con una risita<br />

cojuda, pero con mirada monolítica me<br />

dijo “¡N ú m e l o ! ”. Así que me ahorré el aire<br />

risueño y le di el número de orden en el<br />

menú. Luego trajo los cubiertos que<br />

también lanzó desde unos quince centímetros<br />

por encima de la mesa y minutos<br />

después también me dejó torpemente un<br />

glorioso plato de arroz con curri y pollo<br />

picado con brócoli. Soy fan del arroz sueltito<br />

porque me parece imposible hacerlo<br />

en la altura. Y este era un arroz sueltito,<br />

cada grano se sentía en la boca con los<br />

cebollines y el huevo revuelto que se confundían<br />

con un leve toque de sabor a jengibre.<br />

El pollo picado en trozos medianos<br />

sazonado con una deliciosa salsa de curri<br />

traía un sabor y olor tan penetrantes que<br />

hasta el brócoli sabía a gloria con la combinación.<br />

Mientras comía comprendí por<br />

qué valía la pena hacerse mandar a la<br />

mierda por un “súbdito extranjero”,<br />

como dicen en el telepolicial. También<br />

pedí una limonada, pero no me dio bola o<br />

no me entendió.<br />

Entonces recordé que varios amigos<br />

habían hecho una apuesta que tenía un<br />

apetitoso y sustancial premio en efectivo:<br />

A ver quién lograba que el chino renegón le<br />

diera factura. Lo intenté, oh Dios, como lo<br />

intenté. Y era cierto eso de que ni bien<br />

pagabas la cuenta y le pedías factura, el<br />

chino renegón cambiaba de color, se<br />

ponía rojo, luego aguantaba la respiración<br />

y se ponía medio azul, luego decía<br />

mil veces algo como “no” en menos de<br />

cinco segundos y luego golpeaba el aparador,<br />

de donde sacaba un letrerito de<br />

cartulina que decía “reser vado”y lo<br />

tiraba en la mesa donde vanamente<br />

intentabas explicar que necesitabas contribuir<br />

al país con tus impuestos. ¡Nada!<br />

Ese letrero en la mesa y el chino señalándote<br />

la puerta significaban el fin de la<br />

peculiar experiencia gastroneurótica y<br />

significaba también que la apuesta<br />

seguía sin ganador, cosa que se quedó así,<br />

hasta que el mencionado señor recogió<br />

todas sus cosas y, después de más de<br />

treinta años, un día de esos se marchó.<br />

FOTO PIXABAY<br />

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R E T R ATO<br />

Gabriel Chávez Casazola<br />

Fotografía de Waldo Maluenda<br />

Los regresos<br />

de Matilde<br />

Cuando Matilde llegaba, con sus largos cabellos<br />

agitados en remolino por los vientos de<br />

Tucsupaya, en el viejo aeropuerto de Sucre,<br />

traía siempre la guitarra en bandolera en un<br />

forro colorado y maletas llenas de olor a<br />

mundo.<br />

Ahora que hago memoria de sus arribos, tan<br />

esperados por sus padres —mis abuelos—, lo<br />

que más recuerdo es ese aroma impregnado<br />

en cuanto contenían sus maletas: libros, partituras,<br />

pequeños objetos, resmas de papel<br />

garabateado con su letra zurda y menudita,<br />

desvelada al igual que sus versos nocherniegos.<br />

Matilde llegaba y todo se llenaba…de humo<br />

—fumaba sin cesar por ese entonces, hasta<br />

que su ángel de alas rotas enfermó y le dijo<br />

b a sta —, pero también de música, de arpegios<br />

siempre distintos, cuando la Regresada ensayaba<br />

por las tardes y me contaba de los horizontes<br />

cuyo olor traía en las valijas, y me enseñaba<br />

—cuando se me ocurrió, niño,<br />

preguntarle asombrado de qué color era ese<br />

mundo—que tenía justamente el color que<br />

uno quisiera darle.<br />

Como ese olor a distancia —capaz de transportarme<br />

más allá de las montañas violáceas de<br />

Sucre, de su tiempo detenido—, tampoco he<br />

olvidado esa lección sobre el color del mundo,<br />

y ahora que quien viaja con libros y versos y<br />

pequeños objetos en la maleta soy yo, pienso<br />

en Matilde en las salas de espera de los aeropuertos,<br />

en su tenacidad (cuando nadie entendía<br />

su arte), en su sencillez (antes y ahora, en<br />

este tiempo de cosechar lo sembrado), en su<br />

firme fragilidad y en su dulce firmeza.<br />

Y pienso, también, en la importancia de que<br />

existan más Matildes en la tierra, en su voz<br />

quemadura y sus cabellos, ahora canos y agitados<br />

por el viento apacible de su huerta.<br />

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Matilde<br />

Ca s a zo l a<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

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CARTELER A<br />

#DíasDeCine<br />

Isabel Navia<br />

Once premiadas en Sundance 2018<br />

UNO DE LOS EVENTOS más interesantes<br />

del cine independiente, el Festival<br />

de Sundance, está sucediendo<br />

estos días (desde el 24 de enero hasta<br />

el 3 de febrero) en el estado de Utah,<br />

Estados Unidos. Desde 1985, Sundance<br />

es una plataforma que promueve<br />

la originalidad de nuevos talentos y da cabida a perspectivas<br />

distintas, al margen de las grandes productoras<br />

cinematográficas. Son algo más de 30 los galardones que este<br />

festival entrega a las mejores historias, en sus distintas catego<br />

r í a s.<br />

Al anunciar que este año se exhibirán 112 nuevas producciones<br />

independientes, entre más de 14.000 postulaciones,<br />

Robert Redford, presidente y fundador de Sundance Institute,<br />

dijo: “La sociedad se basa en los cuentacuentos. Las decisiones<br />

y los riesgos que toman definen nuestra experiencia<br />

colectiva. El festival de este año está lleno de narradores que<br />

ofrecen desafíos, preguntas y entretenimiento. Al contar sus<br />

historias, toman decisiones difíciles en su búsqueda de la<br />

verdad y el arte; la cultura cosecha la recompensa".<br />

Mientras esperamos conocer a los nuevos ganadores, repasemos<br />

una selección de once premiadas en la versión anterior. Una<br />

lista que merece prioridad en nuestra planificación de este año.<br />

1THE MISEDUCATION OF CAMERON POST. Desiree<br />

Akhavan, EEUU, 2018. Es 1993 y Cameron, que parecía una<br />

adolescente perfecta, es descubierta besando a otra chica. Por<br />

ello la envían a un centro de “deshomosex ualización”cr istiana.<br />

Ganadora del Gran Premio del Jurado.<br />

2BURDEN, ANDREW HECKLER. EEUU, 2018. Basada<br />

en hechos reales, nos muestra a un joven miembro del Ku<br />

Klux Klan en una pequeña ciudad de Carolina del Sur, el año<br />

1996. El momento en que se enamora de una joven con principios<br />

muy distintos a los suyos, descubre que tiene la opción de<br />

redimirse. Ganadora del Premio de la Audiencia.<br />

3THE KINDERGARTEN TEACHER. Sara Colangelo,<br />

EEUU, 2018. Re make de su homónima israelí, hecha en<br />

2014, cuenta la cruzada de una maestra de jardín de infantes<br />

que descubre la genialidad de uno de sus alumnos y decide,<br />

contra todo obstáculo, impulsar su talento. Premio a la Mejor<br />

D i rección.<br />

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4MONSTERS AND MEN. Reinaldo Marcus Green,<br />

EEUU, 2018. Esta ópera prima gira magistralmente alrededor<br />

del dilema de Manny Ortega, un joven que filma el<br />

momento en que un policía mata a tiros a un timador y debe<br />

decidir qué hacer, considerando muchos riesgos para su<br />

familia. Ganadora del Premio Especial del Jurado.<br />

5I THINK WE’RE ALONE NOW. Reed Morano, EEUU,<br />

2018. Inquietante historia en la que Peter Dinklage<br />

encarna a un hombre que está literalmente solo en el mundo,<br />

luego de una catástrofe global. Ha aprendido a llevar su existencia<br />

pacífica y metódicamente, hasta que una intrusa llega a<br />

su pueblo y altera todos sus esquemas. Premio Especial del<br />

Jurado a la Excelencia.<br />

6THE GUILTY. Gustav Möller, Dinamarca, 2018. Asger es<br />

un policía que debe cumplir un tiempo con trabajo de escritorio,<br />

atendiendo la línea de emergencias. Él cree que será muy<br />

aburrido, hasta que recibe la llamada de una mujer secuestrada. A<br />

partir de ese momento, iniciará una carrera contra el tiempo para<br />

encontrarla. Ganadora del Premio de la Audiencia.<br />

7AND BREATHE NORMALLY. Ísold Uggadóttir, Islandia,<br />

2018. En una pequeña ciudad de Islandia, Lara entrena<br />

para ser oficial de migración mientras atraviesa una difícil<br />

situación personal. Un día le toca lidiar con una mujer de<br />

Guinea –Bissau que trata de entrar al país con un pasaporte sospechoso.<br />

Sus vidas comenzarán a entretejerse de formas inesperadas<br />

para ambas. Premio a la Mejor Dirección Dramática.<br />

8K AILASH. Derek Doneen, EEUU, 2018. Un desgarrador<br />

documental que sigue a Kailash Satyarthi (Premio Nobel<br />

de la Paz en 2014), el hombre que dedica su vida a buscar, rescatar<br />

y rehabilitar a niños esclavos que viven hacinados en<br />

fábricas y son forzados a trabajar para lograr productos de<br />

bajo coste. Gran Premio del Jurado.<br />

9BUT TERFLIES. Tolga Karaçelik, Turquía, 2018. En<br />

Hansalar, una villa diminuta de Turquía, tres hermanos<br />

que apenas se han visto en años deben reunirse para enterrar el<br />

cuerpo de su padre. Éste también resulta ser un desconocido<br />

para ellos. Ganadora del Gran Premio del Jurado para drama<br />

en Cine Mundial.<br />

SEARCHI NG. Aneesh Chaganty, EEUU, 2018. Esta<br />

10 película explora las relaciones familiares y personales<br />

a partir de la desaparición y búsqueda de la hija de una<br />

pareja que se comunica con la joven, principalmente por mensajes<br />

de texto y videollamadas. Su computadora será el núcleo<br />

de la historia. Premio Next del Público.<br />

OF FATHERS AND SONS. Talal Derki, Alemania, 2017. El<br />

11 cineasta sirio se hizo pasar por fotoperiodista y vivió dos<br />

años junto a la familia que protagoniza este crudo documental.<br />

Esta historia refleja, por primera vez, una mirada desde dentro de<br />

la vida diaria de un miembro de Al–Qaeda que, a su vez, es un<br />

amoroso padre que educa a sus ocho hijos en la fe talibán, entrenándolos<br />

para seguir sus pasos. Gran Premio del Jurado.<br />

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H I STO R I E TA<br />

CTX<br />

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