Gaceta UAQ 13| Enero 2019

Universidad Autónoma de Querétaro
fue transferido –con pequeñas
variantes- a la ley orgánica
expedida el 02 de enero de 1986.
Esta última continúa vigente, y
regula hasta nuestros días los
procesos de funcionamiento organizacional
de la misma. Además
de consolidar el ejercicio
de una gobernanza democrática
y plural de la Universidad, en
cuanto a que permite una participación
sectorial activa de
distintos actores –individuales y
colectivos- en las instancias de
toma de decisiones, también ha
contribuido al fortalecimiento
de la legitimidad intrínseca en la
constitución de sus autoridades
unipersonales y colegiadas.
ENERO 2019
Los distintos cargos de gobierno
de la Máxima Casa de
estudios queretana (rector, directores
de Escuelas y Facultades,
consejeros universitarios y
consejeros académicos) sustentan
su legitimidad en el marco
normativo de la ley vigente y en
los demás corpus regulativos
que la legislación universitaria
ha acumulado en los últimos
treinta y tres años de vida institucional.
Esto no es privativo de
Querétaro, sino que es un elemento
común en la totalidad del
sistema universitario. Sin embargo,
la alta institucionalización
de una gobernanza amplia
entre sectores universitarios por
medio de distintas prácticas políticas,
como las elecciones directas
[auscultación] e indirectas
[nombramientos en Consejo
Universitario] de autoridades y
representantes, han contribuido
a afianzar la gobernabilidad y
el desarrollo de la Universidad.
El actual modelo de gobernanza
ha complementado la
legitimidad legal con la proveniente
del sufragio mayoritario,
a favor de quienes son electos
democráticamente para conducir
la dirección de la institución.
La construcción y consolidación
de una gobernanza democrática
en la Universidad Autónoma de
Querétaro ha evitado que se invoque
la implantación de otras
figuras de toma de decisiones
con características verticales y
elitistas, como son las juntas directivas,
juntas supremas de gobierno,
comisiones de rectorías,
consejos directivos, u otras figuras
dominantes en las cúspides
de las organizaciones universitarias
de nuestro país.
El caso de la universidad
queretana constituye un ejemplo
exitoso de una gobernanza
proclive a la horizontalidad, a
partir de la diversidad de actores
involucrados en las tomas de
decisiones institucionales dentro
de las restricciones que imponen
las prácticas democráticas.
Este antecedente debe llevarnos
a reconocer las virtudes que
distintas generaciones de universitarios
le han impreso a la
Universidad en las últimas seis
décadas de autonomía. A partir
de su reconocimiento, tendremos
una mejor perspectiva para
realizar nuevas propuestas que
coadyuven a la mejora de los
procedimientos democráticos,
tanto en la elección de autoridades
como en la responsabilidad
compartida de decidir y ejecutar
acciones encaminadas a construir
la Universidad Autónoma
del futuro que nosotros y Querétaro
necesitamos.
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