Cuentos BECAS

para la charla informativa e inscripción para la beca. Ese era el último día. Sin dinero, salió corriendo de su casa. Le
prestó una bicicleta a un vecino y manejó hacia la cabecera municipal. Cuando llegó, buscó a su hermano para que le
prestara dinero.
Tomó un autobús y al llegar a Quetzaltenango, no encontraba el centro de formación que se encontraba a los pies del
colosal volcán Santa María. Con la camisa de fuera, el pelo lleno de polvo y su particular sonrisa, entró a la oficina
del centro de formación técnica. En su mano llevaba arrugada la fotocopia de su documento de identificación.
Lo recibieron y, para su sorpresa, le dieron la beca para estudiar electricidad industrial. Todos los días David se
levantaba temprano y empezaba a caminar para tomar el bus que lo llevaba a su sueño: ser un electricista industrial
para ayudar a su familia.
Algunos días llegaba cansado y con hambre al centro, sin desayuno, refacción y sin almuerzo. A pesar de no tener
para su comida, ni dinero para el pasaje, después de dos años David ya era un electricista industrial.
David fue a una obra de construcción, pero ya no como ayudante de albañil, sino como responsable de las conexiones
eléctricas. El casco le quedaba un poco grande y aprovechaba para reírse de eso haciendo chistes con los jóvenes
de la obra.
—David ¿cómo le hiciste para ser electricista? —le preguntó un albañil mientras refaccionaban—
—Aproveché una oportunidad, una beca, que me hizo ver un mundo nuevo, me dio conocimientos para toda la
vida “me enseñaron a pescar en vez de regalarme el pez”— respondió David con alegría.
Después de un tiempo, David se convirtió en facilitador de un programa para jóvenes líderes. Siendo facilitador y
motivando a jóvenes a lograr sus sueños, obtuvo una beca para seguir estudiando básico. El último día de clases, David
entró a su casa y abrazó a su mamá con una sonrisa de oreja a oreja.
24 La otra cara de la pobreza ◗ Mario David Gutiérrez García Calí