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Contralínea 473

Contralínea, Periodismo de investigación, reportajes, crónica, ensayo, análisis, opinión, investigación de corrupción, rendición de cuentas, seguridad nacional, sociedad de capitales, línea global, la cultura, el contragolpe, contraluz, ocho columnas, análisis petrolero, análisis energético, análisis económico, análisis cultural, análisis ambiental, análisis educativo, análisis internacional, análisis social, análisis arqueológico, delincuencia organizada, delitos de cuello blanco, crímenes de alto impacto

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INVESTIGACIÓN<br />

LÍNEA GLOBAL<br />

dirigió el estudio financiado por la organización<br />

ecologista Pew Environment Group, y en el cual<br />

participaron más de 400 colaboradores durante más<br />

de 1 década.<br />

Desde 1950, los países deben declarar a la FAO<br />

su captura de pescado y mariscos. Los descartes<br />

–peces capturados involuntariamente y de escaso<br />

valor comercial– quedaban fuera de la obligación,<br />

porque el programa fue concebido originalmente<br />

para supervisar el desarrollo económico y no la pesca<br />

excesiva.<br />

El estudio canadiense<br />

señala que la captura<br />

mundial alcanzó su máximo<br />

en 1996, con 130 millones<br />

de toneladas, y bajó a 110<br />

millones en 2010<br />

millones en 2010<br />

Pero se sospechaba<br />

desde hace tiempo que<br />

algunos países sólo declaraban<br />

la captura industrial<br />

de los buques<br />

más grandes porque estos<br />

pagan tasas fáciles de<br />

supervisar y descargan lo<br />

que capturan en pocos<br />

lugares y, por lo tanto, son<br />

más fáciles de controlar.<br />

Se creía que la captura de subsistencia de quienes<br />

pescan para sus familias, la artesanal de los pescadores<br />

con pequeñas embarcaciones y la de recreo<br />

realizada por pescadores aficionados era mayor que<br />

la declarada, pero se ignoraba hasta qué punto.<br />

Por su parte, la FAO no dio indicaciones sobre<br />

la precisión de sus cifras. Dirk Zeller, el coautor del<br />

estudio, dice que casi todos los países mezclan habitualmente<br />

números duros con estimaciones y que<br />

podrían “calcular las incertidumbres relativas a los<br />

datos que declaran si así lo desearan, pero nadie lo<br />

hace”.<br />

El número exacto de la cantidad de peces que<br />

se captura es vital, pues cientos de millones de personas<br />

dependen del mar como fuente de proteína<br />

asequible, destaca. “Las poblaciones de peces son<br />

como una cartera de acciones. Antes de decidir<br />

cuántas venderá, usted quiere saber exactamente<br />

cuántas tiene y cuánto está creciendo o disminuyendo”,<br />

explica.<br />

A partir de 2002, Pauly y Zeller decidieron reconstruir<br />

la captura mundial de 1950-2010 y corregir<br />

las deficiencias del conjunto de datos de la FAO,<br />

la base de las políticas pesqueras mundiales. Una<br />

tarea que “sólo unos dementes considerarían”, bromea<br />

Rainer Froese, un científico alemán. “Y ahora<br />

lo han logrado”, añade.<br />

El resultado, publicado en la revista británica<br />

Nature Communications, muestra que la captura real<br />

fue un tercio mayor que la informada por la FAO.<br />

La agencia de la ONU señala que la captura<br />

mundial alcanzó su máximo en 1996, con 86 millones<br />

de toneladas, y bajó a 77 millones de toneladas<br />

en 2010, aunque el estudio canadiense coincide en<br />

que la cantidad máxima ocurrió en 1996, asegura<br />

que ascendió a 130 millones<br />

de toneladas y luego<br />

bajó a 110 millones de<br />

toneladas en 2010.<br />

Según el estudio, el<br />

descenso en la captura<br />

triplicó la cantidad reportada<br />

por la FAO, que<br />

recientemente consideró<br />

que el monto capturado<br />

es “básicamente estable”.<br />

Marc Taconet, jefe de estadísticas de pesca de<br />

la FAO, confirmó la validez de sus datos y “expresó<br />

sus reservas” ante nuevas conclusiones que discrepan<br />

con los informes de la agencia, los cuales indican<br />

la estabilidad de la captura a lo largo de los años,<br />

aunque se negó a profundizar al respecto.<br />

En el Caribe, dice Pauly, los investigadores hallaron<br />

que los funcionarios reguladores de la pesca se<br />

dedican en gran parte a informar sobre capturas de<br />

especies para las que las flotas extranjeras pagan derechos<br />

de licencia, como el atún, el picudo y el tiburón.<br />

“Por lo general, se olvidan de la pesca local”, asegura.<br />

Incluso en Bahamas, donde la captura de recreo<br />

se descarga en los principales puertos que son<br />

de fácil acceso para los turistas, los resultados fueron<br />

sorprendentes. La investigadora Nicola Smith<br />

descubrió que las autoridades no tenían ni idea de<br />

la magnitud de la captura de peces de aguas profundas,<br />

como marlines, atunes y mahi-mahi. Smith<br />

concluyó que ese tipo de captura incluso superó a<br />

la comercial, y que eso no se informó a la FAO.<br />

“Cuando le dije al director de recursos marinos<br />

(de Bahamas) quedó muy sorprendido”, relata en<br />

una entrevista.<br />

“Es increíble que un país que depende del turismo<br />

para más de la mitad de su producto interno<br />

50 1 de febrero de 2016

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