El Telon nov-dic

OPINIÓN
EL TELÓN | 39
A L M A R G E N
La mejor feria del mundo
se da en Guayaquil
Por: Marcelo Báez Meza
Escritor y docente universitario.
Se clausuró el 29 de septiembre
la quinta edición de la Feria del
Libro de Guayaquil. Se trata de
un evento (organizado por la Muy
Ilustre Municipalidad, la Empresa
Pública Municipal de Turismo y
Expoplaza) que empezó a consolidarse hace
dos años cuando se incorporó al Premio Nobel
J. M. Coetzee, un invitado sin precedentes en
cualquier evento literario ecuatoriano. Desde
entonces la afluencia de asistentes ha ido en
aumento.
También se ha incrementado el número de
participantes del concurso nacional de novela
corta que lleva el nombre de Miguel Donoso
Pareja. Se trata del estímulo económico (diez
mil dólares) de mayor cuantía en el ámbito de
las letras nacionales para una obra inédita. Todo
un aliciente para los escritores ecuatorianos. El
veredicto, en la ceremonia de inauguración, es el
evento ferial más esperado.
La mayor parte del mérito se lo lleva Cecilia
Ansaldo, de larga experiencia docente que se
estrenó en la gestión cultural con una feria
que se ha posicionado ya en el imaginario del
puerto. La maestra lidera un comité (conformado
por Miguel Muñoz, Tatiana Landín y Claudia
Noboa) que este año puso en movimiento a 54
escritores (18 internacionales y 36 nacionales).
Está, además, el personal de Expoplaza siempre
diligente, conformado por Larissa Villavicencio,
Blanca Roca, María Fernanda Paredes, Cecilia
Jurado, Andrea Blanco y Lissette Ugalde.
El criterio de selección es el más democrático
pues siempre rotan con naturalidad todos
los nombres posibles del espectro literario
ecuatoriano. Ningún escritor local puede decir
que en algún momento de su carrera no ha sido
honrado con una invitación.
Las celebraciones de los dos siglos del natalicio
de Herman Melville o de Walt Whtiman, los 300
años de la publicación de Robinson Crusoe,
demuestran el sentido cosmopolita de la feria,
más aún cuando crea vínculos locales al celebrar
el centenario de la muerte de Medardo Ángel
Silva.
El sello particular de la feria de Guayaquil es la
gran concurrencia de eventos simultáneos en
lapsos de sesenta minutos. Cada sala o auditorio
alberga un grupo de expositores debatiendo
sobre un tema específico. Cada coloquio dura 50
minutos, el tiempo suficiente para que cualquier
orador pueda elaborar de manera sintética su
visión sobre un tema en particular. Este formato
de hora-clase tiene la ventaja de acercarse al
asistente en un tono divulgativo. De hecho, los
últimos cinco o diez minutos son para que la
audiencia plantee sus interrogantes en voz alta.
Lo más importante de un evento tan magno
es la oferta bibliográfica. Después de todo,
el que conoce de ferias sabe que lo más
importante es salir cada día con esos hallazgos
de bibliómano que son como perlas cultivadas.
Librería Española fue la que lideró con los
títulos comerciales más importantes. Si había un
evento de un autor internacional lo más seguro
era encontrar uno de sus libros en el gran stand
de esa librería quiteña. Luego están Libri Mundi
y Mr. Books que supieron mimar a los bibliófilos
con ofertas importantes. Y hay que tomar nota
de los pequeños stands que brindaron gemas
con descuentos seductores.
La Colectiva merece un párrafo aparte. Se trata
de una alianza de libreros locales que buscan
visibilidad como proyecto cultural. La iniciativa,
liderada por María Paulina Briones, escritora,
docente de la Universidad de las Artes y directora
de La Casa Morada, tuvo éxito pues brindó no
sólo lo mejor de la literatura ecuatoriana más
reciente, sino también una pléyade de libros de
segunda mano. Era como encontrar una librería
de viejo en un contexto ferial, con alhajas
escondidas en los rincones más improbables.
A sólo cinco años de creada, la FIL Guayaquil
ya es algo imprescindible en el circuito
internacional de ferias. Tanta es su importancia
que para la organización de la feria de Quito, que
se va a dar en las próximas semanas, participó el
comité de contenidos de Guayaquil en calidad
de asesor. Esto rompe cualquier criterio regional
y garantiza la calidad tanto de aquí como de allá.
Ya es parte esencial de la colectividad el lema
“Guayaquil es mi destino para leer y crecer”.
Ni la mejor estrategia de City Branding podría
haber ideado una mejor frase identificadora.
Decir “Larga vida a la feria” es un contrasentido.
Es un acontecimiento que no deja de crecer,
sorprender y alargar su sombra en el tiempo.