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‘Gia’ la mejor terapia
Por recomendación del doctor
Laza y porque además había leído
de los beneficios de los perros
adiestrados para acompañar a
personas con autismo, Sarah
decidió tener una mascota en
casa. El médico le había dado
esa opción para que ayudara
a Samuel a transmitir emociones
y socializar; ella decidió
adoptar y quería que fuera hembra.
Así que puso un mensaje en
sus redes sociales de que buscaba
una perrita criolla y una amiga la
contactó para decirle que un conocido
tenía en su casa dos perritas rescatadas
en un parqueadero por sus compañeros
de oficina de apenas dos meses.
“Cuando la fui a buscar, ‘Gia’ me
recibió con juego y mucho cariño y
me decidí por ella enseguida. Cuando
Samuel la vio en mis brazos se
incomodó un poco y los primeros
días no quería acercarse a ella, pero
poco a poco la fue buscando para
dormir, luego la comenzó a acariciar
y finalmente la abrazó. El ha
logrado con ‘Gia’ el contacto visual
pues ella también lo mira con amor
y ternura y sobre todo, le ha ayudado
a sentir y transmitir emociones”,
cuenta Sarah.
Ambos pasan mucho tiempo juntos;
‘Gia’ lo acompaña cuando lo lle-
“Pensé que era
un trastorno causado
por la separación
conyugal con su papá
y busqué la opinión de
una fonoaudióloga
van al colegio o al parque, siempre
camina a su lado protegiéndolo y juegan
mucho. Un día le sirvió de ‘lienzo’
para pintar y Samuel la llenó de muchos
puntos de tempera azul sin que
se incomodara por eso.
En efecto ‘Gia’ ha logrado que
mejore en varios aspectos: contacto
visual, comunicación, interacción social,
asociación (cuando se esconde
y la busca) y en la parte emocional.
“Dicen que los autistas no tienen sentimientos,
pero cuando ‘Gia’ una vez
se enfermó y la tuve que hospitalizar,
Samuel la extrañó, la buscaba por
toda la casa y se entristeció. El amor
contradice a la ciencia. Ella sin duda
ha sido su mejor terapia”.
Nicolás Laza,
Médico especialista en
neuropediatría
Las terapias asistidas con animales
trabajan cuatro áreas: física
(movimiento al compartir juegos),
cognitiva (trabajos de memoria),
emocional (afloran las emociones
y sentimientos) y por último, relacional
(motivación para relacionarse
con su entorno).
Según el doctor Nicolás Laza, médico
especialista en neuropediatría, una
mascota puede ayudar a un niño con
autismo, como en el caso de Samuel,
porque la base del desarrollo de los
niños en todas las épocas es el juego
y a través del mismo desarrollan
su lenguaje, socialización, habilidades
motoras y lo más importante que los
hace felices.
“Existen numerosas publicaciones
médicas, que relacionan el uso de
mascotas con el desarrollo de las capacidades
de comunicación, quizás
solamente por el tiempo compartido
con ellas, el cual es importante para
el desarrollo del seguimiento visual,
atención sostenida o mantenida y el
desarrollo del juego. Las mascotas
sirven como ‘puente’ para la posterior
réplica de lo aprendido con las personas
de su entorno social y además
para el desarrollo motor del niño”.
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