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Lo primero que hizo Juan al llegar a mi casa fue ofrecerme sus servicios domésticos
poli rubros, limpieza profunda, arreglos en general y disposición plena para lo que
fuera que yo necesitara. Me dijo que lo considere una mucamita lista para lo que sea
que hiciera falta en mi casa.
Vivo sola y no tengo grandes necesidades domesticas, mantengo mi casa con un
orden aparente y una limpieza que deja bastante que desear. Le dije que no
necesitaba nada, que se relaje y sea mi invitado.
Para que queres ponerte a limpiar? Para que seas feliz. No pude argumentar
contra eso.
Procedió a revisar la casa en busca de tareas que realizar. Encontró muchas:
Lavar platos
Fregar las manchas debajo del lavarropa y otros sectores que no entran en la
limpieza habitual
Pulir griferías y bacha de la cocina
Limpieza profunda del baño
Cambio de manguerita del inodoro y cambio de flotante
Limpiar los vidrios
Limpiar el piso, que incluye barrer, pasar el trapo y el encerado compulsivo
Porque encerar? Le pregunte sospechando que era demasiado. Para que no se
pegue la caca de la paloma, fue la respuesta. Observador, muy observador. Vivo con
una paloma que caga todo el departamento y jamás se me ocurrió que el encerado
podría ser una solución a la fregada violenta.
Al día siguiente compro elementos de limpieza que escaseaban o eran por completo
inexistentes en casa: lavandina para baño y cocina, cif para bañadera, azulejos,
grifería y lavatorio, limpia pisos de lavanda para el piso, escobillón nuevo (el mio
estaba viejo y con los pelos duros y doblados hacia atrás y partidos al medio), trapo
de piso y esos paños amarillos que ni se como se llaman ni para que son. También
compro dos esponjas, guantes de goma y virulana.
Comenzó la limpieza, barrio, corrió el lavarropas y fregó la costra negra debajo que
ya tenia vida propia, limpio la cocina, lavo los platos, limpio los vidrios. Mientras el
hacia todo esto me fui a limpiar el baño tratando de que deje a mi baño en paz. No
fue posible, después de terminar con la cocina y la habitación pude verlo allí
largamente arrodillado fregándolo todo. Luego limpio los pisos y hecho el liquido
de lavanda, repasando una y otra vez donde había caca de paloma. Finalmente
cambio la manguerita que perdía y el sifón del inodoro que estaba roto. Todo quedo
pipi cucu.
Yo a estas alturas había desistido detener tanto ímpetu servicial, me puso massive
attack en los parlantes y me dedique a tirarme en la cama y observar el inusual
espectáculo de un hombre en mi casa arrodillado esponja en mano.
Los siguientes días mantuvo la caca de paloma a raya con servilletas de papel y
limpiapizos de lavanda. Y limpio también mi taza llena de cigarrillos mojados.
Al día siguiente se ofreció a posar desnudo para una sesión de dibujo y se sometió a
ser pintado de rojo de la cintura para abajo. Poso largamente sobre una gran caja de
madera mientras yo le dibujaba detalladamente el ano.
Por ultimo se ofreció a preparar un desayuno para mi y mis amigas y servírnoslo
desnudo pero con un delantal de cocina. Preparo café con leche, frutas, facturas y un
delantalcito blanco con pequeñas flores amarillas.
Sin embargo lo más notable de todo es que satisfizo dos deseos mios que nunca
exprese, una tarta de verdura y pizza. Me pregunte si realmente a fuerza de
desarrollar el instinto servicial, habría desarrollado una especie de telepatía,
anticipándose a mis deseos. También me pregunte si yo era su patrona o su victima.
Me quedo en claro que estaba realmente dispuesto a realizar cualquier cosa que le
pidiera, en su papel de mucamita. Me sentí honestamente falta de imaginación.
No sé que hacer con un esclavo. Recomiendo enfáticamente contratar sus servicios,
el abanico polirubro de Juan es realmente extenso, y escucha con interés toda clase
de propuestas estrafalarias e indecentes. Si estas no aparecen, por lo menos dejara
tu casa como si hubiera pasado Mr Musculo y te servirá el desayuno con un delantalcito
floreado.
Y lo recomiendo enfáticamente porque fui apabullada en mi parquedad por tamaña
voluntad de servicio, y creo que una vocación así debe ser realmente explotada
como un don del Espíritu Santo, y toda mujer debe saber lo que se siente tener a
la mucamita Juan a disposición. Aprovecho esta ocasión para dejar constancia de
una serie de actividades que no le propuse pero a las cuales estoy segura hubiera
accedido:
Bailar para mi desnudo con un bonete verde y música balinesa
Caminar en cuatro patas por la habitación diciendo miau
Hacer el muertito en la bañera
Ponerse una mascara de conejo y cantarme una canción en ingles
Hablarme de astrofísica mientras me prepara un sanguche de milanesa
Permitirme que lo inyecte con algún derivado de cicuta
Quedarse atado adentro del ropero
Permanecer parado en un rincón con la paloma en la cabeza
Rezar conmigo tres rosarios y cumplir la penitencia que el cura me dio por
masturbarme con un pepino
Comerce cuatro horas seguidas de animal planet especial gatitos