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Revista Llave

Edicion 635

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PERSONAJE / 27

LA NOTA ROJA

En las postrimerías de la univer−

sidad, Fernanda siempre resaltó

su gusto por la nota roja. Abrió un

blog titulado Olas de Sangre. En él

vertía crónicas relacionadas con

ese apasionante, bello y oscuro

arte que es el asesinato.

Tuvo un par de colaboradores,

entre ellos, a los mejores reporte−

ros de nota roja de aquellos tiem−

pos, quienes decidieron firmar

con pseudónimos. Durante ese

tiempo, quizá sin saberlo del todo,

se fue gestando Aquí no es Miami.

Recuerdo que cuando la cono−

cí, dos cosas ya habían pasado. La

primera: era reconocida más en

otros lados que en Veracruz por

sus crónicas. Su emblemática La

Rubia que todos querían fue pu−

blicada en la Revista Replicante

que dirigía Rogelio Villarreal y

tuvo muy buena aceptación. La

historia cuenta la vida de Evan−

gelina Tejera, quien fuera reina

de carnaval de Veracruz y cuyo

reinado terminaría sepultado en la

memoria de los veracruzanos por

haber asesinado, despicado y en−

terrado en una maceta a sus hijos.

La otra: en aquellos años un

grupo de la DO dominaba Vera−

cruz. Debido a varias estampas

que le habían contado pero tam−

bién vivido, publicó en Replican−

te Veracruz se escribe con Zeta.

Fernanda se llevaba muy bien

con muchos reporteros. En reali−

dad, se llevaba muy bien con mu−

cha gente, aunque muchos en la

facultad la odiaban: decían que era

petulante. Ella siempre decía que

había que llevarse bien con todos.

“No se puede ir por la vida pen−

dejeando a la flota. Yo lo hacía y

no está bien, lo único que haces

es ganarte enemigos”.

Su amistad con varios reporte−

ros y su calidad literaria hizo que le

pagaran por sus crónicas, a pesar

de que en Veracruz el periodismo

narrativo por ese entonces no sólo

no existía, era un chiste: todavía

se hablaba a mansalva de la ob−

jetividad del reportero.

Un día de tantos que pasé en

su casa, un amigo suyo tocó el

timbre. Me lo presentó como uno

de los mejores reporteros de nota

roja que había tenido Veracruz.

Ya no se dedicaba a eso: era ase−

sor de siniestros personajes de la

política local.

Salimos de casa y nos subimos

al auto. Dimos vueltas por la parte

sur de la ciudad, pero nos detuvi−

mos un buen rato en La Petrolera.

Era de noche: la tibieza y el calor

convivían allá fuera pero también,

por momentos, se volvían nues−

tros compañeros.

Por esa larga espera supe que,

gracias a él, Fernanda pudo repor−

tear Tatahuicapa y escribir con

ello El corrido del quemado, una

crónica que también viene en Aquí

no es Miami y cuyo tema es un

linchamiento.

Ellos hablaron sobre muchas

cosas, yo me limité a escuchar. En

algún momento me perdí entre sus

voces un rato. Cuando reparé en

mí, escuché de Fernanda cierta

idea que le martillaba la cabeza:

hacer una novela con una nota

periodística que ella había visto

hace tiempo sobre un asesinato

en La Matosa.

Su amigo, al escuchar la his−

toria quedó asombrado y dijo que

estaría muy bien que lo hiciera.

Corría el año 2011. Yo podría decir

cualquier cosa, como que desde

entonces comenzaba a cocinar−

se el éxito. Pero lo cierto es que

nadie sabe, quizás ni ella, en qué

momento realmente se gesta una

novela.

LLAVE Negocios & Política de Veracruz

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