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PERSONAJE / 27
LA NOTA ROJA
En las postrimerías de la univer−
sidad, Fernanda siempre resaltó
su gusto por la nota roja. Abrió un
blog titulado Olas de Sangre. En él
vertía crónicas relacionadas con
ese apasionante, bello y oscuro
arte que es el asesinato.
Tuvo un par de colaboradores,
entre ellos, a los mejores reporte−
ros de nota roja de aquellos tiem−
pos, quienes decidieron firmar
con pseudónimos. Durante ese
tiempo, quizá sin saberlo del todo,
se fue gestando Aquí no es Miami.
Recuerdo que cuando la cono−
cí, dos cosas ya habían pasado. La
primera: era reconocida más en
otros lados que en Veracruz por
sus crónicas. Su emblemática La
Rubia que todos querían fue pu−
blicada en la Revista Replicante
que dirigía Rogelio Villarreal y
tuvo muy buena aceptación. La
historia cuenta la vida de Evan−
gelina Tejera, quien fuera reina
de carnaval de Veracruz y cuyo
reinado terminaría sepultado en la
memoria de los veracruzanos por
haber asesinado, despicado y en−
terrado en una maceta a sus hijos.
La otra: en aquellos años un
grupo de la DO dominaba Vera−
cruz. Debido a varias estampas
que le habían contado pero tam−
bién vivido, publicó en Replican−
te Veracruz se escribe con Zeta.
Fernanda se llevaba muy bien
con muchos reporteros. En reali−
dad, se llevaba muy bien con mu−
cha gente, aunque muchos en la
facultad la odiaban: decían que era
petulante. Ella siempre decía que
había que llevarse bien con todos.
“No se puede ir por la vida pen−
dejeando a la flota. Yo lo hacía y
no está bien, lo único que haces
es ganarte enemigos”.
Su amistad con varios reporte−
ros y su calidad literaria hizo que le
pagaran por sus crónicas, a pesar
de que en Veracruz el periodismo
narrativo por ese entonces no sólo
no existía, era un chiste: todavía
se hablaba a mansalva de la ob−
jetividad del reportero.
Un día de tantos que pasé en
su casa, un amigo suyo tocó el
timbre. Me lo presentó como uno
de los mejores reporteros de nota
roja que había tenido Veracruz.
Ya no se dedicaba a eso: era ase−
sor de siniestros personajes de la
política local.
Salimos de casa y nos subimos
al auto. Dimos vueltas por la parte
sur de la ciudad, pero nos detuvi−
mos un buen rato en La Petrolera.
Era de noche: la tibieza y el calor
convivían allá fuera pero también,
por momentos, se volvían nues−
tros compañeros.
Por esa larga espera supe que,
gracias a él, Fernanda pudo repor−
tear Tatahuicapa y escribir con
ello El corrido del quemado, una
crónica que también viene en Aquí
no es Miami y cuyo tema es un
linchamiento.
Ellos hablaron sobre muchas
cosas, yo me limité a escuchar. En
algún momento me perdí entre sus
voces un rato. Cuando reparé en
mí, escuché de Fernanda cierta
idea que le martillaba la cabeza:
hacer una novela con una nota
periodística que ella había visto
hace tiempo sobre un asesinato
en La Matosa.
Su amigo, al escuchar la his−
toria quedó asombrado y dijo que
estaría muy bien que lo hiciera.
Corría el año 2011. Yo podría decir
cualquier cosa, como que desde
entonces comenzaba a cocinar−
se el éxito. Pero lo cierto es que
nadie sabe, quizás ni ella, en qué
momento realmente se gesta una
novela.
LLAVE Negocios & Política de Veracruz