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PERSONAJE / 23
De acuerdo con la historiadora, investigadora y docente
feminista Gabriela Cano, la determinación de Amelio
de aparecer ante el mundo, y en el contexto revolucio−
nario, como un hombre no respondía a la necesidad de
algunas mujeres que participaron en la lucha de pasar
desapercibidas frente al riesgo de ser violadas o recibir
reprimendas, sino a su deseo de identificación masculina.
“Amelio Robles transitó de una identidad femenina im−
puesta a una masculinidad deseada: se sentía y se compor−
taba como hombre y su aspecto era varonil”, señala Cano.
Además, agrega: “Amelio Robles se construyó una imagen
corporal y una identidad social masculina con los recursos
culturales a su alcance en un aislado poblado rural mexica−
no. Con gran habilidad, Robles manipuló a su favor dichos
medios culturales: la pose o performance de género, una c
ultura visual del cuerpo inaugurada por la proliferación
de retratos de estudio, y una prensa industrial ávida de
noticias sensacionalistas que se interesó y dio legitimi−
dad a la historia del revolucionario zapatista”.
En 1918, tras la victoria de Venustiano Carranza, se
convirtió en soldado del Ejército mexicano. Su cercanía
y amistad con el general Adrián Castrejón, quien era su
jefe en el Ejército, y otros hombres de guerra inmiscuidos
en la política, le permitieron que su identidad masculina
fuera reconocida de forma oficial en las filas militares y
entre sus compañeros.
Amelio era un hombre y quien se atrevía a no res−
petar su identidad u osaba referirse a él con el género
incorrecto corría el riesgo de enfrentarse a su pistola.
Mantuvo relaciones sentimentales con varias mujeres,
entre ellas Ángela Torres, con quien adoptó una hija, y
Lupita Barrón.
El título de coronel le fue otorgado por sus compa−
ñeros del ejército zapatista, que no era reconocido por
la Secretaría de la Defensa Nacional como un cuerpo
militar, por lo que dicha instancia no le concedió este
título de manera oficial ni le otorgó una pensión mili−
tar. No obstante, gracias a que en su expediente en los
archivos militares se encontraba un acta de nacimiento
apócrifa que lo identificaba como Amelio Malaquías
Robles Ávila, la Secretaría de la Defensa Nacional ava−
ló la identidad de género de Amelio, ya que en 1974 lo
condecoró como Veterano de la Revolución Mexicana,
y no como veterana, título que fue otorgado a algunas
mujeres que participaron en la lucha. Amelio falleció en
1984 y paradójicamente, pese a su empeño por ser reco−
nocido como hombre, cinco años después de su muerte,
la Secretaría de la Mujer de Guerrero, la Dirección de
Culturas Populares del Conaculta y el Instituto Nacio−
nal de Antropología e Historia, abrieron las puertas de
un museo llamado Amelia Robles. Además, una escuela
primaria en su pueblo natal lleva en su honor el nombre
Coronela Amelia Robles.
La participación de Amelio Robles en la Revolución
como un hombre transgénero cuya identidad fue recono−
cida y que recibió nombramiento como coronel marca un
hito que, contrario a lo que comúnmente se piensa, indica
que las personas de la diversidad de género siempre han
estado presentes y han sido participes de los diferentes
acontecimientos históricos de México.
LLAVE Negocios & Política de Veracruz