El cuento y los afectos - Los afectos no son cuentos
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EL CUENTO Y LOS AFECTOS<br />
<strong>Los</strong> <strong>afectos</strong> <strong>no</strong> <strong>son</strong> <strong>cuento</strong><br />
Mónica Bruder<br />
Bue<strong>no</strong>s Aires, abril 2020
Bruder, Mónica<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>afectos</strong> / Mónica Bruder. - 1a ed . - Ciudad Autó<strong>no</strong>ma de Bue<strong>no</strong>s<br />
Aires : Petricor, 2020.<br />
Libro digital, EPUB<br />
Archivo Digital: descarga y online<br />
ISBN 978-987-47563-2-9<br />
1. Pedagogía. 2. Psicopedagogía. 3. Psicología. I. Título.<br />
CDD 370.153<br />
Petricor by Pampia Grupo Editor<br />
Diseño de tapa: Arte editorial<br />
Diseño de interior: Arte editorial<br />
© 2020 de esta edición by Pampia Grupo Editor<br />
ISBN 978-987-47563-2-9<br />
Primera edición eBook: Abril de 2020<br />
Pampia Grupo Editor<br />
Avenida Juan Bautista Alberdi 872<br />
C1424BYV – Ciudad Autó<strong>no</strong>ma de Bue<strong>no</strong>s Aires<br />
www.pampia.com<br />
info@pampia.com<br />
Reservados todos <strong>los</strong> derechos.<br />
Esta publicación <strong>no</strong> puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni<br />
registrada en, transmitida por un sistema de recuperación, en ninguna forma<br />
ni por ningún medio, sin el permiso expreso por escrito de la editorial.<br />
Editado en Argentina
A mi abuelo, Zeide lindo, cuya mirada y caricias,<br />
a pesar de su ausencia, aún hoy me siguen acompañando.<br />
A mis padres, Juanita y José; para el<strong>los</strong> la familia fue y es<br />
el primer marco en donde se aprenden <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>.<br />
A mi compañero de ruta, Nuni, con quien me sigo descubriendo como<br />
mujer.<br />
A mis hijos, Leila y Alejandro, a <strong>los</strong> que espero dejar la mejor herencia<br />
que podemos legar <strong>los</strong> padres: <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>.
—¿No sufre de insomnio?<br />
—He sufrido mucho de insomnio y he escrito un <strong>cuento</strong> que refleja eso.<br />
—Por eso le preguntaba. Pensaba en “Funes el memorioso”.<br />
— Ese <strong>cuento</strong>... voy a contarle un detalle que quizá pueda interesarle. Yo<br />
padecía mucho de insomnio. Me acostaba y empezaba a imaginar. Me<br />
imaginaba la pieza, <strong>los</strong> libros en <strong>los</strong> estantes, <strong>los</strong> muebles, <strong>los</strong> patios. <strong>El</strong><br />
jardín de la quinta de Adrogué... esto era en Adrogué. Imaginaba <strong>los</strong> eucaliptus,<br />
la verja, las diversas casas del pueblo, mi cuerpo tendido en la<br />
oscuridad. Y <strong>no</strong> podía dormir. De allí salió la idea de un individuo que<br />
tuviera una memoria infinita, que estuviera abrumado por su memoria,<br />
<strong>no</strong> pudiera olvidarse de nada, y por consiguiente <strong>no</strong> pudiera dormirse.<br />
Pienso en una frase común: “recordarse”, que es porque u<strong>no</strong> se olvidó<br />
de u<strong>no</strong> mismo y al despertarse se recuerda. Y ahora viene un detalle casi<br />
psicoanalítico: cuando yo escribí ese <strong>cuento</strong> se me acabó el insomnio.<br />
Como si hubiera encontrado un símbolo adecuado para el insomnio y me<br />
liberara de él mediante ese <strong>cuento</strong>.<br />
— Como si el escribir el <strong>cuento</strong> hubiera tenido una consecuencia terapéutica.<br />
— Sí.”<br />
(De “Yo querría ser el hombre invisible”. Jorge Luis Borges entrevistado<br />
por María Esther Gilio. “Conversaciones”, Ediciones Instituto Movilizador<br />
de Fondos Cooperativos, 1993.)
AGRADECIMIENTOS<br />
A todas las per<strong>son</strong>as que desde sus distintos lugares me permitieron dar<br />
vida a este libro, les agradezco las posibilidades y la ayuda.<br />
A mi amiga y colega Felisa Rochman, que me acompañó y me acompaña<br />
en varios de <strong>los</strong> talleres de “<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>”.<br />
A mi amiga y colega Paula Morgan, con quien compartimos el proceso<br />
psicopedagógico de un grupo de niños escolares, experiencia que<br />
recojo en u<strong>no</strong> de <strong>los</strong> capítu<strong>los</strong> de este libro.<br />
A mi amiga, Licenciada en Psicología Claudia Spektor, por sus valiosos<br />
aportes teóricos.<br />
A mi profesora, Licenciada en Ciencias de la Educación Teresa Tarnaruder,<br />
por su confianza al darme la oportunidad de retomar el taller en la<br />
Universidad de Bue<strong>no</strong>s Aires, Extensión Universitaria, Martínez, espacio<br />
del que es una de las responsables.<br />
A la narradora Ana María Bovo por sus respuestas tan pertinentes,<br />
desinteresadas y valiosas.<br />
A la profesora Graciela Komerovsky, por la posibilidad del contacto<br />
con una alumna de su taller literario: Analía Sivak y su <strong>cuento</strong>.<br />
A la Licenciada en Psicología Beatriz Galperín, una de las impulsoras<br />
clave para que se llevara a cabo mi proyecto.<br />
A mis pacientes, sus familias, a <strong>los</strong> alum<strong>no</strong>s de <strong>los</strong> distintos talleres, a<br />
<strong>los</strong> amigos, que con sus aportes enriquecieron este libro.<br />
Al escritor, poeta y amigo Rodolfo Braceli, que una <strong>no</strong>che calurosa de<br />
febrero, en su espacio de trabajo en su casa, me alentó con un ¡adelante<br />
con el proyecto!<br />
A mi guía literaria, Memi Varrone, porque sin su cuidado y su presencia<br />
permanente este <strong>cuento</strong> —éste, mi primero libro—, <strong>no</strong> hubiese<br />
tenido un “final feliz”.<br />
A todos, ¡gracias!
PRÓLOGO<br />
<strong>Los</strong> <strong>afectos</strong> <strong>no</strong> <strong>son</strong> <strong>cuento</strong>. Y <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s tampoco<br />
Hace años, allá por 1940, Jorge Luis Borges vivía acosado por el insomnio.<br />
Por más Borges que alguien sea, sin dormir <strong>no</strong> se puede estar despierto.<br />
Y cierto día, o cierta <strong>no</strong>che, Borges gestó un <strong>cuento</strong> <strong>no</strong>table, Funes, el<br />
memorioso. Tras contárselo a la humanidad, Borges se curó del mal que lo<br />
aquejaba. Luego advirtió y confesó que contar el <strong>cuento</strong> había resultado<br />
terapéutico para él.<br />
Este libro de Mónica Bruder se ocupa precisamente de eso: la función<br />
terapéutica del <strong>cuento</strong>.<br />
<strong>El</strong> eje que la autora propone puede sintetizarse en esta pregunta:<br />
¿Para qué sivre contar un <strong>cuento</strong>?<br />
Las respuestas vienen con sucesivos ejemp<strong>los</strong>:<br />
Puede servir para sobreponerse a una situacion de pérdida. Puede<br />
servir para destrabar un conflicto de pareja. Puede servir para desbloquear<br />
un problema de educación. Puede servir para solucionar un problema<br />
laboral. Puede servir para elaborar un luto. Puede servir para resolver<br />
problemas de comunicación entre padres e hijos. Puede servir, en suma,<br />
para curar. Ser una herramienta cotidiana para desanudar <strong>afectos</strong> y entuertos<br />
íntimos, para transformar conflictos.<br />
¿Y desde cuándo contar un cuemnto sirve para tabntas cosas primordiales?<br />
Desde siempre. Desde el fondo de <strong>los</strong> tiempos. La herramienta estaba<br />
al alcance de <strong>los</strong> huma<strong>no</strong>s, pero <strong>no</strong> había conciencia de ella.<br />
Easte libro alumbra las posibilidades del <strong>cuento</strong> en relación con <strong>los</strong><br />
<strong>afectos</strong>. En su primera parte explica cómo hacerlo; analiza el qué, el cómo<br />
y el para qué de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s. En su segunda parte entran en acción <strong>los</strong><br />
<strong>cuento</strong>s mismos. Y se demuestra cómo funciona terapéuticamente en
muy diferentes situaciones.<br />
(Dicho sea de paso: el orimer <strong>cuento</strong>, el que sirve de introducción<br />
al libro, es conmovedor. Lástima que su autor prefiera el a<strong>no</strong>nimato. De<br />
todas formas digamos que allí, en ese relato, hay escondido por lo me<strong>no</strong>s<br />
un cortometraje).<br />
En la presente propuesta queda en clasro <strong>no</strong> sólo la posibilidad terapéutica<br />
del <strong>cuento</strong> si<strong>no</strong>, además, que contar un <strong>cuento</strong> es algo que todos<br />
podemos hacer, sin distinmción de edad, de profesión o de género. En<br />
otras palabras, que el <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es propiedad exclusiva de <strong>los</strong> escritores.<br />
Es algo inherente a <strong>los</strong> huma<strong>no</strong>s.<br />
Todos tenemos, muy guardados, <strong>cuento</strong>s para contar. Y contar<strong>los</strong> <strong>no</strong>s<br />
puede liberar angustias, bloqueos y agobios que van desde luto hasta la<br />
incomunicación.<br />
Un concepto de Jean Piaget marca este libro: <strong>El</strong> afecto esa el motor<br />
de la inteligencia. Siguiendo a Piaget podríamos decir que el afecto es<br />
motor de tod ciomunicación.<br />
Mónica bruder, psicopedagoga de profesión, concreta aquí su primer<br />
libro. Está dando el más difícil de <strong>los</strong> pasos, el primero. Puede aser que<br />
siga cavando, ahondando en la veta que ha empezado a transitar. Pueda<br />
ser que su arrollador entusiasmo <strong>no</strong> deje de flamear. <strong>El</strong> asunto que tiene<br />
entre ma<strong>no</strong>s cuenta con <strong>los</strong> <strong>afectos</strong> y está directamente relacionado con<br />
el más delicado e ig<strong>no</strong>rado de <strong>los</strong> oficios: el oficio de vivir.<br />
Rodolfo Braceli
INTRODUCCIÓN<br />
“<strong>El</strong> afecto es el motor de la inteligencia.”<br />
Jean Piaget<br />
Primero fue el título.<br />
Antes de comenzar a escribir este libro, el significante ya tenía su<br />
marca.<br />
Pero para tomar vida, el libro necesitó, más que nueve meses, algu<strong>no</strong>s<br />
años que le dieron la fuerza, el empuje, el deseo: la necesidad de<br />
nacer.<br />
Haberle dado un <strong>no</strong>mbre antes de escribirlo fue quizá como pensar<br />
el <strong>no</strong>mbre del hijo antes de que el hijo nazca, antes del principio mismo.<br />
Un poco de historia<br />
Hace muchos años, cuando recién empezaba a trabajar como psicopedagoga,<br />
la directora de un jardín de infantes me pidió que organizara un<br />
taller para sus maestras.<br />
Fue entonces, allí, cuando surgió esta idea: a ese taller lo llamaría “<strong>El</strong><br />
<strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>”.<br />
¿Por qué el <strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>?<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> fue la excusa, o mejor dicho el medio que encontré en ese<br />
momento para reflexionar acerca de <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>.<br />
Siempre me había inquietado encontrar la relación existente entre la<br />
inteligencia y las emociones, integrar el mundo cognitivo con el mundo<br />
afectivo del sujeto. Sobre todo del sujeto en crecimiento: el niño.<br />
Paralelamente al trabajo con maestras de jardines de infantes y escuelas<br />
primarias, fui trabajando intensamente en psicopedagogía clínica<br />
tanto en ámbitos institucionales como privados. Con niños y adolescentes,<br />
con padres, familias, con abue<strong>los</strong>... fui descubriendo casi mágicamente<br />
el valor del <strong>cuento</strong> en sí mismo: lo que había nacido como medio se fue
transformando en un fin.<br />
Aquel<strong>los</strong> primeros talleres comenzaron en 1986, hace alrededor de<br />
catorce años, impulsados por quien era en ese momento inspectora de<br />
la Asociación Mutual Israelita Argentina (A.M.I.A., sede de la comunidad<br />
judía argentina que cubre las áreas de educación, asistencia social, etc.,<br />
destruida por una bomba asesina el 18 de julio de 1994).<br />
Esa misma experiencia me permitió recorrer un gran número de escuelas<br />
de la Capital Federal y del Gran Bue<strong>no</strong>s Aires, trabajo que desarrollé<br />
con gran entusiasmo durante todo un año.<br />
Después, el proyecto se cerró y así permaneció durante mucho tiempo.<br />
Pero el 18 de julio de 1994, en Bue<strong>no</strong>s Aires, Argentina, esa aniquilante<br />
bomba en la AMIA, paradójicamente le insufló nueva vida.<br />
Volví entonces a reencontrarme con mi viejo taller. Ya con mayor madurez<br />
lo dirigí <strong>no</strong> sólo a maestras jardineras, si<strong>no</strong> también a docentes de<br />
todas las áreas de las escuelas primarias y lo dicté en el ámbito de la Universidad<br />
de Bue<strong>no</strong>s Aires.<br />
¡Vaya preguntas!<br />
¿Y por qué la necesidad de volcar aquí, hoy, <strong>los</strong> años de trabajo transcurridos?<br />
¿Para qué?<br />
¿Para quién escribirlo en un libro?<br />
Para qué: es posible que a medida que la vida <strong>no</strong>s transcurre y maduramos,<br />
mientras nuestra identidad se fortalece algo necesita ser dicho,<br />
salir a la luz.<br />
Para quién: contestar a esto me resulta inquietante: deseo, y necesito,<br />
que este libro sea útil. Y útil <strong>no</strong> solamente para mis colegas, si<strong>no</strong> para<br />
todos aquel<strong>los</strong> que de alguna u otra forma están buscando respuesta al<br />
sentido de la vida, están buscando respuesta a <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>.
Por qué: quizás sea este fin de milenio, tan veloz, caótico, individualista,<br />
de escasos valores, sin ideales, sin mode<strong>los</strong> a quienes imitar, tan<br />
rápido en avances tec<strong>no</strong>lógicos y tan lento en avances huma<strong>no</strong>s; tal vez<br />
sean estos tiempos de la imagen, del video clip, del ya fue; esta era de la<br />
posmodernidad en la que <strong>no</strong> queda espacio ni tiempo para la reflexión,<br />
cuando las utopías parecen desaparecer... Sí, quizá sea esta época del<br />
sálvese quien pueda, en fin, lo que ha generado mi necesidad y mi deseo<br />
de escribir este libro.<br />
<strong>El</strong> contenido y la forma<br />
Mi trabajo consiste en tratar el <strong>cuento</strong> desde el siguiente enfoque:<br />
dado mi supuesto de que el <strong>cuento</strong> es afecto, el <strong>cuento</strong> resultará, en sí<br />
mismo, terapéutico.<br />
Porque sostengo: cada <strong>cuento</strong> encierra un mensaje afectivo que provoca,<br />
precisamente, lo terapéutico.<br />
En cuanto a la estructura: al comenzar a pensarla fueron apareciendo,<br />
lógicamente, distintas ideas. Lo que sí surgía con total claridad era mi<br />
necesidad de que aquí estuvieran narrados diferentes <strong>cuento</strong>s que dieran<br />
testimonio de la hipótesis que propongo.<br />
En el comienzo pensé incluir, además de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s creados por <strong>los</strong><br />
maestros en mis talleres, <strong>cuento</strong>s de escritores consagrados. Finalmente,<br />
me decidí sólo por <strong>los</strong> de aquellas per<strong>son</strong>as <strong>no</strong> profesionales que por diferentes<br />
circunstancias <strong>los</strong> escribieron.<br />
Según mi concepción, en “<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>afectos</strong>” toda historia humana,<br />
toda vida, pueden ser narradas a la manera de un <strong>cuento</strong>: entonces<br />
ese conflicto presentado desembocará en una resolución y así le otorgará,<br />
más allá de las circunstancias, un sentido a la vida.<br />
Vaya pues mi profundo reco<strong>no</strong>cimiento a todos aquel<strong>los</strong> que figuran<br />
en este libro con sus propios <strong>cuento</strong>s, y que a raíz de sus avatares, de sus<br />
sufrimientos, lograron “contar el <strong>cuento</strong>” y así, como dice la canción de<br />
<strong>El</strong>adia Blázquez, ¡honrar la vida¡ Y vivirla a la manera ¡de un <strong>cuento</strong>!
Abriendo puertas<br />
Con esta introducción estoy abriendo las puertas de mi libro.<br />
Pero para abrirlas de par en par, permítanme entregarles el primer<br />
<strong>cuento</strong> que avalará mi trabajo. (<strong>El</strong> autor prefiere reservar su identidad.)<br />
CUENTO: Mi papá<br />
Cada vez que veo un barrilete volar, veo en el cielo la imagen de<br />
él.<br />
Era primavera. Todo lucía floreciente. Las pocas casitas construidas<br />
en cada manzana tenían sus árboles, sus frutales, sus cercos<br />
y sus enredaderas creciendo con esfuerzo, como si quisieran<br />
igualar la vida de las familias que moraban en el barrio Villa Paraíso,<br />
de Castelar.<br />
<strong>El</strong> resto, la tierra que nadie cuidaba, estaba llena de yuyos y de<br />
cardos. Una frondosidad casi impenetrable de más de un metro<br />
y medio de alto.<br />
En aquel septiembre del año 1956 me había decidido, después de<br />
mucho pensar, a tener un barrilete.<br />
Siempre iba caminando ese kilómetro que <strong>no</strong>s separaba de la<br />
ruta, iba con mi perro, para ver <strong>los</strong> autos de las familias pudientes<br />
que paraban allí a comprar <strong>los</strong> barriletes para sus hijos<br />
Entonces yo me deleitaba viendo cómo <strong>los</strong> chicos <strong>los</strong> remontaban<br />
ni bien <strong>los</strong> tenían en sus ma<strong>no</strong>s.<br />
Imaginaba que alguna vez iba a juntar moneda por moneda<br />
para poder comprarme u<strong>no</strong> yo.<br />
Decidí contárselo a mis padres. <strong>El</strong><strong>los</strong> al principio me negaron la<br />
posibilidad, siempre había muchas cosas más importantes para<br />
comprar que un barrilete.<br />
Pero esa vez me habían visto tan deseoso y esperanzado que un<br />
sábado por la mañana, al despertarme, en el único cuarto que
tenía nuestra casita encontré, a <strong>los</strong> pies de mi cama, caña, papel,<br />
harina, hilo. Es decir: todos <strong>los</strong> elementos para poder construir<br />
mi barrilete.<br />
Desayuné presurosamente con la promesa de que al terminar, mi<br />
padre, con mi ayuda iba a construírmelo.<br />
Con ojos que <strong>no</strong> veían otra cosa, yo fui observando cómo científicamente<br />
él lo realizaba.<br />
Por fin el engrudo se secó. Entonces atamos <strong>los</strong> tiros, colgamos la<br />
cola, y después de anudarlo con ese doble de hilo que se vendía<br />
<strong>no</strong>s aprestamos a remontarlo.<br />
Había bastante viento, y también bastante polvo se levantaba en<br />
las calles de tierra que dividían a Villa Paraíso de la ruta.<br />
¡Por fin! <strong>El</strong> barrilete volaba ya bien alto.<br />
Él me lo dio. Y con las dos ma<strong>no</strong>s agarrando el trocito de caña<br />
que servía para enrollar el hilo, yo estaba feliz.<br />
<strong>El</strong> fuerte viento mantenía el barrilete allá arriba, altísimo. Mi padre,<br />
a mi lado, estaba orgul<strong>los</strong>o de ver a su hijo con el pecho<br />
hinchado de alegría y haciendo fuerza para poder sostener ese<br />
barrilete que las ráfagas de viento hacían colear.<br />
Entonces sucedió: mis manitos <strong>no</strong> pudieron soportar un tirón y<br />
mi barrilete se me escapó. Comencé a ver cómo se iba alejando.<br />
Cada vez más alto. Cada vez más lejos.<br />
No pude hacer otra cosa que mantenerme rígido, duro, parado<br />
en medio de la calle de tierra. Y mis mejillas comenzaron a ser<br />
recorridas por lágrimas.<br />
¡Qué poco había durado mi deseo de tanto tiempo!<br />
Como un rayo, mi padre salió corriendo en dirección al barrilete.<br />
Al principio yo lo veía todavía por la calle de tierra levantando<br />
más polvo que el que levantaba el viento. Hasta que se internó<br />
entre <strong>los</strong> yuyos, entre las malezas y <strong>los</strong> cardos.
Y ya <strong>no</strong> lo veía más .<br />
<strong>El</strong> barrilete seguía alejándose, y <strong>no</strong> podía imaginarme a mi padre<br />
corriendo entre esa espesura para poder tomar el hilo nuevamente.<br />
Apoyé mis rodillas en el cami<strong>no</strong>, agaché la cabeza, y mis lágrimas<br />
se convirtieron en un llanto de angustia y desesperación.<br />
Después de u<strong>no</strong>s minutos, eter<strong>no</strong>s para mí, al levantar la cabeza<br />
pensando ya <strong>no</strong> ver más en el cielo y en el infinito a mi barrilete,<br />
¡lo estaba viendo regresar! Y milagrosamente vi salir de entre<br />
<strong>los</strong> altos cardos a mi padre con la cañita agarrada en una de sus<br />
ma<strong>no</strong>s.<br />
Me paré todavía llorando. Él me ofrendaba, como un trofeo, de<br />
nuevo mi barrilete:<br />
—Tomá, es tuyo — me dijo—.<br />
La alegría que invadió mi corazón me impidió en un primer momento<br />
darme cuenta de la cantidad de espinas y de raspones, y<br />
la sangre que se deslizaba por <strong>los</strong> brazos, la cara y las piernas<br />
de mi padre, producto de su desesperada carrera por entre las<br />
malezas de esos terre<strong>no</strong>s abandonados.<br />
Ahora yo tenía nuevamente el barrilete en mis ma<strong>no</strong>s.<br />
Entonces me di cuenta: mi padre <strong>no</strong> había medido el riesgo, el<br />
peligro que encerraba correr detrás del barrilete. Lo único que<br />
había pensado había sido cómo recuperarlo. Pero <strong>no</strong> sólo al barrilete,<br />
si<strong>no</strong> especialmente a mi momento de felicidad.<br />
Ahí fue cuando yo <strong>no</strong> solamente me sentí feliz, si<strong>no</strong> orgul<strong>los</strong>o de<br />
él.<br />
Até el barrilete en el arco y me fui adentro de la casa para ver<br />
cómo mi madre desinfectaba y curaba sus heridas.<br />
Lo miré por u<strong>no</strong>s cuantos segundos interminables, y le dije ¡gracias!
PD/ Hoy tengo casi 60 años. Hace cinco que mi papá ya <strong>no</strong> está conmigo.<br />
Por eso es que busco ver barriletes volar: porque en cada barrilete<br />
que miro aparece la imagen de mi viejo dibujada en el cielo.
Primera Parte<br />
EL CUENTO Y LOS AFECTOS
CAPÍTULO 1<br />
¿QUÉ ES EL CUENTO?<br />
“Lo que dicen las palabras <strong>no</strong> dura,<br />
duran las palabras porque las palabras <strong>son</strong> siempre<br />
las mismas y lo que dicen <strong>no</strong> es nunca igual.”<br />
Antonio Porchia<br />
“Voces”<br />
La palabra <strong>cuento</strong> proviene del latín computare, y significa contar, enumerar<br />
hechos; es decir relatar, narrar una historia que, como toda historia,<br />
necesita de un argumento que la sustente, que le otorgue un sentido, una<br />
razón de ser: que le dé vida.<br />
En el discurso cotidia<strong>no</strong>, cuando hablamos con nuestros amigos o<br />
familiares, el verbo contar aparece en un sin fin de momentos: “¿Te <strong>cuento</strong>?”<br />
“Me contaron que...” “Contáme...” ¡No me cuentes!”.<br />
¿Qué misterio encierran <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s?<br />
¿Qué aparece en el<strong>los</strong> que hace que algu<strong>no</strong>s adquieran sentido y<br />
otros <strong>no</strong>?<br />
¿Cuál es el mensaje que llevan implícito?<br />
¿Por qué ciertos <strong>cuento</strong>s atraviesan la historia (como ocurre con <strong>los</strong><br />
<strong>cuento</strong>s tradicionales) y perduran en el tiempo?<br />
<strong>El</strong> misterio, el sentido, el significado de cada <strong>cuento</strong>, dependen de<br />
cada individuo, de cada historia per<strong>son</strong>al, de cada biografía en particular.<br />
Dice Bru<strong>no</strong> Bettelheim en su libro “Psicoanálisis de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s de<br />
hadas”:<br />
“A través de <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> (si <strong>no</strong> milenios), al ser repetidos una<br />
y otra vez, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s se han ido refinando y han llegado<br />
a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos;<br />
han llegado a dirigirse simultáneamente a todos <strong>los</strong> niveles
de per<strong>son</strong>alidad humana y a expresarse de un modo que<br />
alcanza la mente <strong>no</strong> educada del niño, así como del adulto<br />
sofisticado. Aplicando el modelo psicoanalítico de per<strong>son</strong>alidad<br />
humana, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s aportan importantes mensajes<br />
al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea<br />
el nivel de funcionamiento de cada u<strong>no</strong> en cada instante.<br />
Al hacer referencia a <strong>los</strong> problemas huma<strong>no</strong>s universales,<br />
especialmente aquel<strong>los</strong> que preocupan la mente del niño,<br />
estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan<br />
su desarrollo, mientras que, al mismo tiempo, liberan<br />
al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones, a medida<br />
que las historias se van descifrando, dan crédito consciente<br />
y cuerpo a las pulsiones del ello y muestran <strong>los</strong> distintos modos<br />
de satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del yo y<br />
del super—yo.”<br />
¿Qué es el <strong>cuento</strong>?<br />
1. Un <strong>cuento</strong> es una metáfora, y como toda metáfora el <strong>cuento</strong> tiene<br />
aquí un significado cuya profundidad da sentido a este libro.<br />
La metáfora tiene valor en sí misma, representa un lenguaje simbólico<br />
que permite conectar<strong>no</strong>s con lo más íntimo de <strong>no</strong>sotros.<br />
Todo <strong>cuento</strong> valioso es una obra de arte, y como tal <strong>no</strong>s recuerda que<br />
somos per<strong>son</strong>as. Un cuadro de Picasso, una sinfonía de Beethoven, una<br />
obra de Miguel Ángel o de Leonardo da Vinci, el Quijote de Cervantes..., y<br />
también <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s, <strong>no</strong>s sintonizan con nuestras emociones.<br />
Cuando escuchamos determinados <strong>cuento</strong>s, ya sean co<strong>no</strong>cidos o<br />
desco<strong>no</strong>cidos, <strong>no</strong>s movilizamos, algo vibra en <strong>no</strong>sotros. Dijo el dramaturgo<br />
Roberto Cossa: “Sin arte <strong>no</strong> hay belleza, sin belleza <strong>no</strong> hay ternura, sin<br />
ternura el hombre está perdido”.<br />
2. En el <strong>cuento</strong> el tiempo y el espacio están condensados, sometidos<br />
a una presión espiritual y formal. Podríamos homologarlo con el sueño: al<br />
igual que en el <strong>cuento</strong>, en el sueño <strong>los</strong> contenidos aparecen condensados,
sintetizados.<br />
Si “la vida es sueño y <strong>los</strong> sueños sueños <strong>son</strong>”, como <strong>no</strong>s dijera Calderón<br />
de la Barca, podríamos parafrasear al brillante poeta y decir que la<br />
vida es un <strong>cuento</strong> y <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s <strong>cuento</strong>s <strong>son</strong>.<br />
Cuento es sueño.<br />
Y citamos también a Carl Jung: “<strong>El</strong> sueño es la pequeña puerta oculta<br />
en la recóndita y profunda intimidad del alma; la puerta que se abre a esa<br />
primitiva <strong>no</strong>che cósmica que fue alma mucho antes de que hubiera un yo<br />
consciente y que será alma mucho más allá de lo que jamás pudiera llegar<br />
el yo consciente.”<br />
En realidad, la vida de cada u<strong>no</strong> de <strong>no</strong>sotros es una ficción y el tiempo<br />
se ocupa de entretejerla.<br />
En el libro “Había una vez... Del drama familiar al <strong>cuento</strong> sistémico”,<br />
de Philippe Caille— Yveline Rey, <strong>los</strong> autores escriben:<br />
“<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> habla principalmente del tiempo. Había una vez..., esta<br />
frase ritual, indica que el comienzo de la historia se sitúa en una época<br />
pasada, a una distancia tranquilizadora. Pero sobre todo, Había una vez...<br />
introduce un ritmo, promete fases, desarrol<strong>los</strong>, alternancias. <strong>El</strong> tiempo<br />
se transforma en duración y la duración en evolución. (...) <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> dice<br />
también que la vida es un movimiento, un proceso, y <strong>son</strong> <strong>los</strong> hombres a<br />
través de sus acciones y reacciones quienes la fijan en el malestar o en la<br />
infelicidad. Había una vez ... <strong>no</strong>s enseña que el tiempo es la fi<strong>los</strong>ofía del<br />
cambio.”<br />
3. Todo <strong>cuento</strong> consta de un principio o exposición, un nudo y un<br />
desenlace. En el nudo se manifiesta el conflicto que deberá resolverse en<br />
el final.<br />
Desde Freud podemos remarcar que la vida es conflicto. <strong>El</strong> objetivo<br />
del psicoanálisis sería, entre otros, la posibilidad de ayudar a <strong>los</strong> sujetos a<br />
enfrentar <strong>los</strong> conflictos y <strong>no</strong> evadir<strong>los</strong>.<br />
Y si la vida es conflicto: ¿cómo lo enfrentamos?, ¿con cuántos recursos<br />
inter<strong>no</strong>s contamos para resolverlo y seguir adelante?
¿Qué sucede cuando esquivamos <strong>los</strong> conflictos?, ¿y cuándo <strong>no</strong>s paralizan?<br />
¿Por qué algunas per<strong>son</strong>as <strong>los</strong> enfrentan, y otras <strong>los</strong> evaden y se deprimen,<br />
y <strong>no</strong> toman las crisis (conflictos) como oportunidades de vida?<br />
La palabra crisis tiene dos acepciones: una, como oportunidad, en<br />
sentido positivo, de crecimiento; la otra, en sentido negativo.<br />
Cuando enfrentamos una crisis como oportunidad de vida, seguramente<br />
que distintas alternativas, distintas posibilidades, se abrirán en<br />
nuestro cami<strong>no</strong>. Por el contrario, si las crisis <strong>son</strong> vividas negativamente,<br />
<strong>no</strong> lograremos encontrar el o <strong>los</strong> senderos de salida.<br />
Si lo relacionamos con el sentido de la vida y la búsqueda de cami<strong>no</strong>s<br />
posibles, el <strong>cuento</strong> se convierte en un medio antropológico.<br />
En el <strong>cuento</strong>, la presentación de un conflicto y su resolución final <strong>no</strong>s<br />
identifica con el concepto de crisis según el primer criterio, es decir como<br />
oportunidad de vida.<br />
4. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es juego, es un objeto transicional.<br />
Dice D. W. Winnicott en su libro “Realidad y juego”:<br />
“Lo universal es juego, y corresponde a la salud, facilita el<br />
crecimiento... (...) ...el juego es una experiencia siempre<br />
creadora, una forma básica de vida. (...) Hay un desarrollo<br />
que va de <strong>los</strong> fenóme<strong>no</strong>s transicionales al juego, de éste al<br />
juego compartido y de él a las experiencias culturales.”<br />
<strong>El</strong> niño que <strong>no</strong> juega <strong>no</strong> tiene la posibilidad de descubrir todo su potencial:<br />
algo queda encapsulado en él, cerrado, <strong>no</strong> dicho, <strong>no</strong> expresado,<br />
<strong>no</strong> hablado, <strong>no</strong> transmitido.<br />
Tanto en el juego como en el <strong>cuento</strong> el mundo de <strong>los</strong> <strong>afectos</strong> cobra<br />
vida; una puerta que estaba entrecerrada <strong>no</strong>s recuerda que somos algo<br />
más que números, porcentajes, estadísticas. Un nuevo universo puede<br />
llegar a desplegarse.<br />
La creación de un juego, como la creación de un <strong>cuento</strong>, amplifica lo
esencial y lo singular que cada u<strong>no</strong> de <strong>no</strong>sotros lleva dentro.<br />
A través del juego, como en el <strong>cuento</strong>, el niño expresa o confronta<br />
sus angustias. Un niño que juega “aprehende” el estar solo, ejercita la<br />
capacidad de encontrarse una y otra vez a sí mismo.<br />
En “Homo Ludens“, el pedagogo J. Huizinga <strong>no</strong>s recuerda cuáles <strong>son</strong><br />
las características más importantes que tiene el juego:<br />
· Es una actividad libre.<br />
· Es una evasión de la vida diaria.<br />
· Es un suceder en el espacio y en el tiempo.<br />
· Puede repetirse.<br />
· Es y crea orden, y ello lo sitúa en el campo estético.<br />
Bien pueden homologarse estas características con <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s.<br />
5. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es síntesis.<br />
Es a la fotografía lo que la <strong>no</strong>vela al cine.<br />
La posibilidad de transmitir emociones en un espacio—tiempo tan<br />
breve seguramente hace a la fuerza de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s.<br />
6. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es memoria.<br />
Es la memoria que captura cada historia per<strong>son</strong>al, la de cada sujeto,<br />
de cada familia; es la memoria de cada cultura, de cada pueblo.<br />
¿Y qué <strong>no</strong> es <strong>cuento</strong>?<br />
1. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es fábula. Se diferencia de la fábula.<br />
¿Cuáles <strong>son</strong> esas diferencias?<br />
En relación con <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s de hadas, dice Bru<strong>no</strong> Bettelheim en su<br />
libro:<br />
“Una fábula es en su estado original una narración en la que,<br />
con fines moralistas, u<strong>no</strong>s seres irracionales y a veces inani-
mados actúan y hablan como si tuvieran intereses y pasiones<br />
humanas. (...) Ya sea de modo beato o divirtiéndo<strong>no</strong>s, las<br />
fábulas afirman siempre y explícitamente verdades morales,<br />
<strong>no</strong> hay ningún significado oculto, <strong>no</strong> queda nada para<br />
nuestra imaginación. (...) En cambio, el <strong>cuento</strong> de hadas deja<br />
cualquier decisión en nuestras ma<strong>no</strong>s, incluso la decisión de<br />
<strong>no</strong> tomar decisión alguna .”<br />
La fábula es dogmática, rígida, moralista. La moraleja que encierra<br />
alude a un deber ser: existe un único cami<strong>no</strong> posible a cumplir, de lo contrario<br />
surge el castigo.<br />
Esto genera en quien escucha, la creencia de que sólo se puede crecer<br />
a partir del miedo, la culpa, y del castigo por <strong>no</strong> haber cumplido con<br />
lo establecido.<br />
En cambio, el <strong>cuento</strong> es una toma de distancia que permite una mejor<br />
descripción de las conductas humanas: <strong>no</strong> presenta la verdad si<strong>no</strong> una<br />
verdad, por lo general la que guía la escucha de cada oyente.<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> orienta el pensamiento y las emociones del niño y del adulto,<br />
sin más que otorgarle la libertad de extraer sus propias conclusiones.<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> alivia la culpa.<br />
Es a la ética lo que la fábula es a la moral.<br />
Sigue diciéndo<strong>no</strong>s Bru<strong>no</strong> Bettelheim:<br />
“Si explicamos al niño lo que debe hacer lo único que conseguimos<br />
es sustituir la esclavitud de su inmadurez por la<br />
servidumbre que implica seguir las órdenes de <strong>los</strong> adultos.”<br />
En la medida en que les sea permitido explorar el interjuego entre<br />
<strong>los</strong> mundos inter<strong>no</strong> y exter<strong>no</strong>, entre <strong>los</strong> sueños y la realidad sin anular ni<br />
impedir la intrínseca capacidad de soñar y de crear, favoreceremos sólo<br />
sujetos autó<strong>no</strong>mos, libres, conectados con sus deseos.<br />
2. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es mito.<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> se diferencia del mito.
Éste, como señala Ana Padovani en su libro “Contar <strong>cuento</strong>s”:<br />
“Es una narración que da cuenta del origen y sentido del Universo,<br />
con explicaciones cosmogónicas de <strong>los</strong> comienzos, generalmente<br />
a través de seres fantásticos. Tiene que ver por<br />
tanto con lo ejemplar y paradigmático.”<br />
<strong>Los</strong> finales en cada caso <strong>son</strong> bien opuestos: en el mito el final es trágico,<br />
pesimista; en cambio, en <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s es “feliz” (por lo armonizador)<br />
a pesar de lo terrible que puedan resultar sus historias.<br />
Dice Bru<strong>no</strong> Bettelheim:<br />
“<strong>Los</strong> mitos proyectan una per<strong>son</strong>alidad ideal que actúa de<br />
acuerdo con las demandas del super—yo, mientras que <strong>los</strong><br />
<strong>cuento</strong>s de hadas representan una integración del yo que<br />
permite una satisfacción adecuada de <strong>los</strong> deseos del ello.<br />
Esta diferencia explica el contraste entre el pesimismo característico<br />
de <strong>los</strong> mitos y el optimismo esencial de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s<br />
de hadas.”<br />
Veamos ahora algunas diferencias y también interrelaciones entre<br />
<strong>cuento</strong> y mito:<br />
Si tomamos el significado de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s tradicionales, como por<br />
ejemplo “Caperucita Roja” —que atravesó sig<strong>los</strong>—, <strong>no</strong> podemos dejar de<br />
mencionar la importancia del mito edípico subyacente en él, que le otorga<br />
una vigencia tan actual como bien queda señalado en el análisis de<br />
Bettelheim. En ese <strong>cuento</strong> tradicional se incluye un mito.<br />
Si bien <strong>los</strong> mitos <strong>son</strong> pesimistas y trágicos —en el sentido de lo fatal—<br />
<strong>no</strong> todos <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s tienen, tampoco y necesariamente, un final<br />
feliz.<br />
Sin embargo, sigo insistiendo en la importancia de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s desde<br />
este aspecto: como manera de permitirle al sujeto tomar de el<strong>los</strong> la<br />
fuerza terapéutica. Porque mientras <strong>los</strong> mitos condicionan, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s<br />
liberan.<br />
<strong>Los</strong> mitos hacen referencia al macrocosmos, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s al microcosmos.
<strong>Los</strong> mitos <strong>son</strong> arquetípicos, constituyen una guía de comportamiento,<br />
<strong>son</strong> culturales. <strong>Los</strong> <strong>cuento</strong>s <strong>son</strong> creativos, permiten el aflorar de las<br />
emociones y las sensaciones cotidianas.<br />
En el libro “IV Simposio Internacional sobre mitos: enfoque multidisciplinario.<br />
<strong>Los</strong> mitos y su ámbito de expresión”, Nancy Yampey dice:<br />
“<strong>El</strong> mito aparece en la historia como constituyente básico de la cultura,<br />
conforma el sistema de valores y el ethos comunitario. Cada cultura<br />
desarrolla un conjunto de mitos entre las otras formas literarias (leyendas,<br />
sagas, epopeyas, <strong>cuento</strong>s populares). En razón de la abigarrada variedad<br />
de temas, de caracteres y esti<strong>los</strong> narrativos, resulta difícil hacer<br />
enunciados generales acerca de su naturaleza. Todos ostentan un trasfondo<br />
de tragedia o drama que requiere, para su cabal comprensión, la<br />
interpretación histórica, psicoanalítica y fi<strong>los</strong>ófica.”<br />
Y Campbell, en “<strong>El</strong> héroe de las mil caras”, señala:<br />
“Se ha dicho que la mitología es la penúltima verdad porque<br />
la última <strong>no</strong> puede traducirse en palabras. La mitología pone<br />
en contacto a la mente con el más allá de ese límite, con lo<br />
que puede ser co<strong>no</strong>cido pero <strong>no</strong> dicho, por eso es la verdad<br />
penúltima.”<br />
3. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es <strong>no</strong>vela.<br />
A diferencia de la <strong>no</strong>vela, el <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> tiene por aliado al tiempo. Su<br />
recurso esencial es trabajar en profundidad instantáneamente.<br />
Maria<strong>no</strong> Baquero Goyanes en su libro “¿Qué es el <strong>cuento</strong>?” <strong>no</strong>s dice:<br />
“De una <strong>no</strong>vela se recuerdan situaciones, momentos, descripciones,<br />
ambientes, pero <strong>no</strong> siempre el argumento. (...)<br />
Un <strong>cuento</strong> se recuerda íntegramente o <strong>no</strong> se recuerda.”<br />
Desde tal hipótesis, este aspecto del <strong>cuento</strong> adquiere un valor, una<br />
fuerza particular, un sentido esencial, que lo llevan a poder cumplir con<br />
su efecto terapéutico.<br />
Continúa diciéndo<strong>no</strong>s el mismo autor:
“En el <strong>cuento</strong> <strong>los</strong> tres tiempos o momentos de las viejas preceptivas<br />
—exposición, nudo y desenlace— están tan apretados que casi <strong>son</strong> u<strong>no</strong><br />
solo. (...) Con razón ha dicho el gran cuentista argenti<strong>no</strong> Julio Cortázar<br />
que ´la <strong>no</strong>vela y el <strong>cuento</strong> se dejan comparar analógicamente con el cine<br />
y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un orden<br />
abierto, <strong>no</strong>velesco, mientras que una fotografía lograda presupone una<br />
ceñida limitación previa´.”<br />
4. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es leyenda.<br />
Las leyendas están relacionadas con las creencias, y relatan circunstancias<br />
determinadas.<br />
Mientras que una de las funciones fundamentales del <strong>cuento</strong> es la<br />
diversión, en las leyendas la finalidad tiene que ver con el esclarecimiento<br />
de alguna circunstancia en particular.<br />
5. <strong>El</strong> <strong>cuento</strong> <strong>no</strong> es poesía.<br />
Sin embargo, hay muchos aspectos en ambos géneros que pueden<br />
homologarse: tanto el <strong>cuento</strong> como la poesía <strong>son</strong> creaciones “instantáneas”.<br />
Y, además, el <strong>cuento</strong> puede contener a la poesía, o ser poético.<br />
En 1944, Azorín señaló que “el <strong>cuento</strong> es a la prosa lo que el <strong>son</strong>eto<br />
al verso”.<br />
Tanto el to<strong>no</strong> del u<strong>no</strong> como del otro, su musicalidad, pueden asociarse.<br />
A manera de conclusión, Maria<strong>no</strong> Baquero Goyanes <strong>no</strong>s acerca una<br />
definición adecuada a nuestro enfoque:<br />
“<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es un preciso género literario que sirve para expresar<br />
un tipo especial de emoción, de sig<strong>no</strong> muy semejante<br />
a la poética, pero que <strong>no</strong> siendo apropiada para ser expuesta<br />
poéticamente encarna en una forma narrativa próxima a la<br />
de la <strong>no</strong>vela, pero diferente de ella en técnica e intención. Se<br />
trata pues de un género intermedio entre poesía y <strong>no</strong>vela,<br />
apresador de un matiz semipoético, semi<strong>no</strong>velesco, sólo ex-
presable en las dimensiones del <strong>cuento</strong>.”<br />
Pero entonces:<br />
¿Qué es el <strong>cuento</strong>?<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es:<br />
vida,<br />
metáfora,<br />
emoción,<br />
sueño,<br />
oportunidad,<br />
libertad,<br />
memoria...<br />
¡afecto!
CAPÍTULO 2<br />
¿PARA QUÉ SIRVEN LOS CUENTOS?<br />
“Quien <strong>no</strong> co<strong>no</strong>ce nada <strong>no</strong> ama nada,<br />
quien <strong>no</strong> puede hacer nada <strong>no</strong> comprende nada,<br />
quien nada comprende nada vale.<br />
Pero quien comprende también ama, observa, ve...<br />
Cuanto mayor es el co<strong>no</strong>cimiento inherente a una cosa<br />
más grande es el amor...<br />
Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo<br />
que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas.”<br />
Paracelso<br />
<strong>Los</strong> <strong>cuento</strong>s sirven:<br />
1. Para el desarrollo de la creatividad.<br />
2. Para el desarrollo de la inteligencia.<br />
3. Para el desarrollo de las emociones.<br />
4. Para estimular el lenguaje.<br />
5. Para crecer.<br />
6. Para estimular el humor.<br />
7. Para discriminar fantasía de realidad.<br />
8. Para aprender a dar y a recibir.<br />
9. Para el desarrollo del arte.<br />
10. Para sublimar.<br />
11. Para jugar.<br />
12. Para aprender a enfrentar conflictos.<br />
13. Para desarrollar una identidad armónica.<br />
Pasemos ahora a desarrollar estos puntos:
1) Creatividad<br />
La palabra crear deriva del latín creare y significa criar, formar, componer<br />
algo <strong>no</strong>vedoso. Para el diccionario Larrouse, creatividad es “poder de invención”.<br />
En el libro “Las familias de creadores”, de Denise Morel, la autora<br />
cita la diferencia que estableció Beaudot en “La Creativité” acerca de dos<br />
formas posibles de pensamiento:<br />
“<strong>El</strong> pensamiento convergente, que sería el propio de sujetos<br />
inteligentes que tienden a converger hacia las significaciones<br />
estereotipadas, a imaginar su éxito per<strong>son</strong>al según criterios<br />
convencionales.” y “<strong>El</strong> pensamiento divergente, propio de<br />
<strong>los</strong> individuos creativos que tienden a apartarse de las significaciones<br />
estereotipadas, a dar prueba de una imaginación<br />
original.”<br />
¿Qué relación existe entre esta última forma de pensamiento, divergente,<br />
y la posibilidad de crear <strong>cuento</strong>s?<br />
¿Por qué <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s permiten el desarrollo de la creatividad?<br />
En el capítulo anterior diferenciamos al <strong>cuento</strong> de la fábula señalando<br />
que, mientras en ésta cabe sólo un significado posible, el <strong>cuento</strong> ofrece<br />
la posibilidad de distintas lecturas (polisemia: varios significados).<br />
Crear implica caos, desorden, libertad, descubrimiento de cami<strong>no</strong>s<br />
posibles.<br />
Crear es lo contrario de repetir, y marca modalidades diferentes en<br />
cuanto a cómo se comprende la educación, en cuanto a qué se entiende<br />
por acompañar el crecimiento de <strong>los</strong> hijos.<br />
En un artículo publicado por el diario Clarín el 12 de mayo de 1991, el<br />
especialista en talleres de creatividad, Fidel Moccio, explica cómo fomentarla<br />
en <strong>los</strong> adultos. Dice:<br />
“Crear significa tener distintas respuestas para una misma cosa. Una<br />
familia, por ejemplo, que va todos <strong>los</strong> años de vacaciones al mismo lugar<br />
y alquila la misma casa, está perdiendo la posibilidad de descubrir gente
y lugares distintos. Le tiene cierto temor al cambio y apuesta a lo seguro.<br />
Pero si exagera nunca va a co<strong>no</strong>cer situaciones nuevas. (...) Hay una regla<br />
que se cumple casi inexorablemente: a mayor desarrollo creativo mejor<br />
percepción de la realidad.”<br />
La creación implica vida, crecimiento, construcción, movimiento, libertad.<br />
La repetición, en cambio, conlleva pasividad, detenimiento, rigidez,<br />
estereotipia, rutina, inactividad, muerte.<br />
Un <strong>cuento</strong> es una ficción, una fantasía: es un invento. Por lo tanto,<br />
sólo podemos crear<strong>los</strong> cuando somos libres, cuando estamos abiertos.<br />
Cuando creamos <strong>no</strong>s sentimos vivos, <strong>no</strong>s sentimos más conectados<br />
con <strong>no</strong>sotros, <strong>no</strong>s sentimos más <strong>no</strong>sotros mismos.<br />
Para poder crear necesitamos tener despiertos todos nuestros sentidos:<br />
lo olfativo, lo visual, lo táctil, lo gustativo, lo auditivo, lo cenestésico,<br />
<strong>los</strong> <strong>afectos</strong>...<br />
Al crear un <strong>cuento</strong> debemos poner en marcha todos <strong>los</strong> recursos posibles:<br />
fantasía, imaginación, vivencias, experiencias, emociones, utopías.<br />
2) Inteligencia<br />
Todo <strong>cuento</strong> se desarrolla en un espacio y en un tiempo, categorías infralógicas<br />
que favorecen el desarrollo de la inteligencia.<br />
Jean Piaget definió a la inteligencia como la adaptación a situaciones<br />
nuevas, entendiéndose la adaptación como el permanente equilibrio entre<br />
<strong>los</strong> procesos de asimilación y acomodación a la realidad: equilibrio—<br />
desequilibrio—equilibrio.<br />
La inteligencia es adaptación. Existe adaptación cuando el organismo<br />
se transforma en función del medio.<br />
Dice Piaget en “<strong>El</strong> nacimiento de la inteligencia”:<br />
“La adaptación intelectual, al igual que cualquier otra, es una puesta<br />
en equilibrio progresivo entre un mecanismo asimilador y una acomoda-
ción complementaria.”<br />
Mientras el proceso de asimilación implica incorporar el objeto al<br />
sujeto, el proceso de acomodación implica su complemento, es decir la<br />
acomodación del sujeto al objeto.<br />
¿Por qué hacer hincapié en esta definición de inteligencia?<br />
¿Qué relación existe entre esta definición y <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s?<br />
En “La Formación del Símbolo en el Niño”, Piaget dice:<br />
“La representación nace, pues, de la unión de significantes que permiten<br />
evocar <strong>los</strong> objetos ausentes por medio de un juego de significaciones<br />
que <strong>los</strong> relaciona con <strong>los</strong> objetos presentes. Esta conexión específica<br />
entre significantes y significados constituye lo característico de una<br />
función nueva que sobrepasa a la actividad sensorio—motora y que se<br />
puede de<strong>no</strong>minar en forma amplia función simbólica.” (...) “La función<br />
simbólica es esencial para la constitución del espacio representativo así<br />
como las categorías reales del pensamiento.”<br />
<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> ayuda al desarrollo de esta función. Para poder seguir su<br />
hilo argumental es preciso evocar, representarse sus contenidos, haber<br />
adquirido la función simbólica.<br />
A partir del desarrollo de la función simbólica o función semiótica, el<br />
sujeto ingresa en la categoría de hombre, ingresa a la cultura, adquiere<br />
lenguaje, puede comunicarse con otros sujetos, puede comenzar a pensar<br />
y a pensarse, a co<strong>no</strong>cer y a co<strong>no</strong>cerse.<br />
Si la inteligencia es adaptación, y la adaptación es la puesta en equilibrio<br />
progresivo entre acomodación y asimilación, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s, a través de<br />
su creación o re—creación, vehiculizarían estos aspectos.<br />
Como todo <strong>cuento</strong> se da en un espacio y en un tiempo, se requiere<br />
de su retención y de su evocación por medio de una imagen mental. Todo<br />
ello implica, entonces, una serie de movimientos, de asimilaciones y acomodaciones,<br />
de equilibrios y desequilibrios, para su comprensión.
3) Emociones<br />
Un artículo del pedagogo Gianni Rodari, “La importancia de contar <strong>cuento</strong>s<br />
a <strong>los</strong> niños”, <strong>no</strong>s dice:<br />
“<strong>El</strong> <strong>cuento</strong> es un instrumento ideal para que el adulto permanezca<br />
junto al niño.”<br />
La narración permite el encuentro con el otro, llámese amigo, abuelo,<br />
abuela, nieto, nieta, hijo, hija, padre, madre, alum<strong>no</strong>, espectador, paciente.<br />
Continúa diciéndo<strong>no</strong>s Gianni Rodari:<br />
“Un semiólogo podría decir que el niño <strong>no</strong> está interesado<br />
únicamente en el contenido y en su forma, en las formas de<br />
expresión, si<strong>no</strong> también en la sustancia de expresión: en la<br />
voz materna, en sus tesituras, volúmenes y modulaciones,<br />
en la música que comunica ternura, que hace desaparecer<br />
toda inquietud, que <strong>no</strong>s defiende de <strong>los</strong> fantasmas del miedo.”<br />
Cuando <strong>no</strong>s referimos a las emociones <strong>no</strong>s vemos obligados a repensar:<br />
¿qué es una emoción?<br />
Dice el diccionario: estado de intenso to<strong>no</strong> afectivo que se presenta<br />
en situaciones subjetivamente importantes. Etimología: del latín movere.<br />
¿Por qué a veces <strong>no</strong>s emocionamos ante ciertos <strong>cuento</strong>s y otras veces<br />
<strong>no</strong>?<br />
¿Y qué sucede cuando nada <strong>no</strong>s emociona, cuando sentimos que<br />
nuestros <strong>afectos</strong> están anestesiados, dormidos; cuando perdimos, o nunca<br />
pudimos desarrollar, nuestra capacidad de asombro, la ingenuidad,<br />
nuestra sensibilidad?<br />
<strong>Los</strong> <strong>cuento</strong>s <strong>son</strong> un buen cami<strong>no</strong> para recuperar las emociones perdidas<br />
o anuladas.
4) Lenguaje<br />
¿Qué relación existe entre el desarrollo del lenguaje y la creación o la escucha<br />
de <strong>cuento</strong>s? ¿Qué es el lenguaje?, ¿qué diferencia hay entre lengua<br />
y lenguaje?<br />
Como señalan <strong>los</strong> autores J. A. Rondal y S. Bredart, el lenguaje es<br />
una función que permite expresar y percibir estados afectivos, conceptos,<br />
ideas, por medio de sig<strong>no</strong>s acústicos o gráficos. Y la lengua es la que<br />
especifica la manera de utilizar el material verbal para simbolizar la realidad<br />
exterior o imaginarla: es decir, mientras el lenguaje es la función, la<br />
lengua es el instrumento que pone en marcha dicha función a través de<br />
<strong>los</strong> sintagmas: las palabras.<br />
<strong>Los</strong> <strong>cuento</strong>s favorecen, además, el enriquecimiento del vocabulario<br />
generando cada vez nuevas y más amplias posibilidades de expresión.<br />
Si como señala Emilia Ferreiro a través de sus investigaciones en su<br />
libro “<strong>Los</strong> sistemas de escritura en el desarrollo del niño” que “leer <strong>no</strong><br />
es descifrar y escribir <strong>no</strong> es copiar”, <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s incentivan, posibilitan el<br />
desarrollo de la lecto—escritura en <strong>los</strong> sujetos entendiéndolo como un<br />
modo de comunicación, de transmisión de mensajes, de transmisión de<br />
ideas, de transmisión de pensamientos, de transmisión de una cultura y<br />
de transmisión, también ... de <strong>afectos</strong>.<br />
Por otra parte, escuchar un <strong>cuento</strong> favorece la construcción de estructuras<br />
mentales: yo—tú—<strong>no</strong>sotros; ayer—hoy—mañana; antes—después;<br />
<strong>los</strong> objetos reales—<strong>los</strong> objetos imaginarios.<br />
Relata Gianni Rodari en su artículo el diálogo que mantuvo con una<br />
niña de 3 años a propósito del lenguaje de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s de hadas:<br />
“—¿Y después que haré?<br />
— Después irás al colegio.<br />
—¿Y después?<br />
—Y después a otro colegio para aprender más cosas.<br />
—¿Y más tarde?
—Crecerás y te casarás.<br />
—Ah , eso <strong>no</strong>.<br />
—¿Por qué?<br />
—Porque yo <strong>no</strong> vivo en el mundo de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s, si<strong>no</strong> de las<br />
cosas de verdad.”<br />
En esta niña, el concepto “casarse” corresponde a una acción propia<br />
de las princesas de <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s. Aún <strong>no</strong> puede distinguir el mundo real del<br />
mundo de la ficción.<br />
La estructura profunda del lenguaje es de naturaleza semántica, lo<br />
central es el significado, y el nudo central y semántico de la frase es el<br />
verbo.<br />
Si todo lenguaje implica, entonces, la vehiculización de un significado,<br />
<strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s favorecen tal transmisión a través de <strong>los</strong> múltiples significados<br />
que cada u<strong>no</strong> de el<strong>los</strong> aporta a quien <strong>los</strong> lee o escucha.<br />
5) Crecer<br />
A medida que vamos creciendo dejamos atrás nuestros aspectos infantiles,<br />
omnipotentes (o su contra cara: impotentes) y vamos avanzando<br />
hacia un rumbo de mayor madurez.<br />
Madurar <strong>no</strong> es lo mismo que envejecer. La madurez implica un proceso,<br />
es un aprendizaje, se relaciona con el concepto de sabiduría, y <strong>no</strong><br />
concluye nunca salvo por la finitud de la vida.<br />
<strong>El</strong> envejecer, en cambio, se relaciona con la pérdida de la capacidad<br />
de asombro, de ingenuidad, de juego, de placer, de alegría.<br />
Madurar implica evolucionar. Envejecer, detención o muerte.<br />
¿Por qué considerar, entre <strong>los</strong> objetivos del <strong>cuento</strong>, el hecho de que<br />
éste ayuda al crecimiento?<br />
Algunas razones:<br />
Para poder crecer se deben enfrentar distintas crisis vitales; crecer<br />
lleva implícito tolerar frustraciones, esperas, aceptar límites.
<strong>El</strong> crecimiento implica regreso y progreso, idas y venidas, avances y<br />
retrocesos; topa con las dificultades de <strong>no</strong> ser lineal.<br />
<strong>El</strong> crecimiento marca aceptar un tiempo cro<strong>no</strong>lógico que muchas veces<br />
<strong>no</strong> coincide con <strong>los</strong> tiempos inter<strong>no</strong>s.<br />
<strong>El</strong> crecimiento se desarrolla en un espacio propio, separado, discriminado.<br />
Nos otorga una marca, <strong>no</strong>s da una identidad y por lo tanto <strong>no</strong>s<br />
señala que somos únicos, irrepetibles, originales.<br />
Y <strong>los</strong> <strong>cuento</strong>s contribuyen a aproximar<strong>no</strong>s a la meta en nuestra búsqueda<br />
por descubrir ¡quiénes somos¡, y crecer.<br />
6) Humor<br />
¿Por qué algu<strong>no</strong>s <strong>cuento</strong>s se vinculan con el humor y otros <strong>no</strong> lo<br />
hacen?<br />
¿Qué es el humor?<br />
En “<strong>El</strong> libro infantil: cuatro propuestas críticas”, Ana María Rodríguez<br />
dice en el capítulo titulado “<strong>El</strong> humor en la literatura infantil”:<br />
“Como intento de acercar<strong>no</strong>s al concepto humor podríamos afirmar<br />
que el humorismo es una actitud que nace de una concepción del hombre<br />
sobre la vida.”<br />
En relación con el sentido del humor, recuerdo una película que trajo<br />
consigo muchísimas controversias: me refiero a “La vida es bella”. Begnini,<br />
su autor y director muestra, a través de una ficción paralela al drama<br />
argumental implícito, el vínculo entre un hijo y su padre dentro de esa<br />
situación límite, una de las mayores vividas por <strong>los</strong> hombres en este siglo:<br />
el Holocausto. <strong>El</strong> padre intenta preservar al hijo frente a tanto horror,<br />
frente a tanta locura, inventando una situación de humor a partir del juego.<br />
Por esa mirada genial de Begnini la tragedia se convierte, para el<br />
niño, en comedia.<br />
Sigue diciendo Ana María Rodriguez: