25.06.2020 Views

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Dios!

Por si fuera poco, cada día que coincido con él en la cafetería me observa… me

observa… y me observa. Aunque, cuando me ve aparecer con Miguel o los chicos,

se va rápidamente. ¡Qué descanso!

Hoy estoy liadísima con cientos de papeles que la tiquismiquis de mi jefa me ha

pedido. Como siempre, parece no recordar que Miguel, aunque sea el secretario

del señor Zimmerman, es quien debe ocuparse del cincuenta por ciento del

papeleo que gestionamos.

A la hora de comer aparece el objeto de mis sueños húmedos en el despacho y,

tras clavar su insistente mirada sobre mí, entra en el despacho de mi jefa sin llamar

para salir dos segundos después los dos juntos e irse a comer.

Cuando me quedo sola, me siento por fin aliviada. No sé qué me pasa con ese

hombre, pero su presencia me acalora y me hace hervir la sangre. Tras recoger un

poco mi mesa decido hacer lo mismo que ellos y me voy a comer. Pero es tal el

agobio de papeles que sé que me espera que, en vez de utilizar mis dos horitas

para ello, salgo sólo una hora y regreso en seguida.

Al llegar, meto mi bolso en mi cajonera, cojo mi iPod y me pongo mis

auriculares. Si algo me gusta en esta vida es la música. Mi madre nos enseñó a mi

padre, a mi hermana y a mí que la música es lo único que amansa a las fieras y

reduce los males. Ése, entre otros muchos, es uno de sus legados y quizá por eso

adoro la música y me paso el día tarareando canciones. Nada más encender el iPod

comienzo a cantar mientras me lío con el papeleo. ¡Mi vida se reduce al papeleo!

Entro en el despacho de la tiquismiquis de mi jefa cargada con carpetas y abro

una especie de vestidor que utilizamos como archivo. Ese vestidor comunica con el

despacho del señor Zimmerman, pero, como sé que no está, me relajo y comienzo a

archivar mientras canturreo:

Te regalo mi amor, te regalo mi vida,

a pesar del dolor, eres tú quien me inspira.

No somos perfectos, somos polos opuestos.

Te amo con fuerza, te odio a momentos.

Te regalo mi amor, te regalo mi vida,

te regalaré el Sol siempre que me lo pidas.

No somos perfectos, sólo polos opuestos.

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