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Cristo en lo cotidiano


Colección «EL POZO DE SIQUEM»

203


André de Jaer, SJ

y el equipo

del Centro de Espiritualidad de La Pairelle

Cristo

en lo cotidiano

Los Ejercicios Espirituales

en la vida diaria

Editorial SAL TERRAE

Santander – 2007


Título del original francés:

Vivre le Christ au quotidien.

Pour une pratique

des Exercices Spirituels dans la vie

2003 by Éditions Fidélité

Namur – Paris

Traducción:

Ramón Alfonso Díez Aragón

2007 by Editorial Sal Terrae

Polígono de Raos, Parcela 14-I

39600 Maliaño (Cantabria)

Tfno.: 942 369 198

Fax: 942 369 201

salterrae@salterrae.es

www.salterrae.es

Diseño de cubierta:

Fernando Peón / <fpeon@ono.com>

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley,

cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública

y transformación de esta obra sin contar con la autorización

de los titulares de la propiedad intelectual.

La infracción de los derechos mencionada

puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual

(arts. 270 y s. del Código Penal).

Con las debidas licencias

Impreso en España. Printed in Spain

ISBN: 978-84-293-1678-0

Depósito Legal: BI-2707-06

Impresión y encuadernación:

Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)


Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Ponerse en camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO DE MI VIDA

Fundamento 1. «El designio de amor de Dios» . . . . . . . . . . . . . . 29

Para ayudar a la meditación del «Principio y fundamento» . . . . . 31

Fundamento 2. «Mi libertad disponible» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

PRIMERA SEMANA

Introducción a la Primera Semana de los Ejercicios . . . . . . . . . . . 45

El mal en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

El pecado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57

Soy pecador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

Soy pecador perdonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

SEGUNDA SEMANA

Para ayudar a entrar en la Segunda Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

El llamamiento de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

«Encarnación y vida oculta» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

– 7 –


Para ayudar a vivir la contemplación evangélica

en la vida diaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Para ayudar a la meditación de «Dos banderas» . . . . . . . . . . . . . 102

Meditación de «Dos banderas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110

Para ayudar a la meditación de «Tres binarios de hombres» . . . 113

Meditación de «Tres binarios de hombres» . . . . . . . . . . . . . . . . 121

Para ayudar a la contemplación de la vida pública . . . . . . . . . . . 123

Contemplación de la vida pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

Los misterios de la vida pública de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Para ayudar en el trabajo de la elección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

TERCERA SEMANA

Introducción a la Tercera Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

Los misterios de la vida de Cristo. La Pasión . . . . . . . . . . . . . . . 151

CUARTA SEMANA

Introducción a la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165

Para ayudar a orar en la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170

Los misterios de la vida de Cristo. La Resurrección . . . . . . . . . 173

Para ayudar a discernir lo que se vive en la oración

en la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179

Dejarse guiar por el Resucitado en la vida del Espíritu . . . . . . . 181

Para ayudar a terminar los Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

ANEXOS

Anexo 1. Para meditar un texto de la Escritura . . . . . . . . . . . . . 189

Anexo 2. Para releer la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

Anexo 3. Para releer la jornada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

Anexo 4. Para preparar el primer encuentro

con el acompañante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195

– 8 –


Anexo 5. Para preparar la puesta en común en grupo . . . . . . . . 196

Anexo 6. Vocabulario empleado

en el «Principio y fundamento» . . . . . . . . . . . . . . . . . 198

Anexo 7. «Orar mi vida – Vivir mi oración» . . . . . . . . . . . . . . 200

Anexo 8. Dimensión afectiva del pecado:

«Mis ilusiones y decepciones» . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

Anexo 9. Dimensión afectiva del pecado: «Curación

de las heridas, de la amargura y del hastío de vivir» 203

Anexo 10. Dimensión afectiva del pecado:

«Reacción frente a las resistencias y las angustias» . 205

Anexo 11. Textos de la Escritura para ayudar a orar el pecado . 207

Anexo 12. Nota a propósito de la confesión general . . . . . . . . . 209

Anexo 13. Ayuda para la contemplación evangélica . . . . . . . . . . 211

Anexo 14. Ayuda para orar las tres maneras de humildad . . . . . 215

Anexo 15. Tres tiempos para hacer elección . . . . . . . . . . . . . . . . 218

Anexo 16. Discernimiento de espíritus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

Anexo 17. Para una comunión cada vez mayor en la Iglesia . . . 233

Índice general de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237

– 9 –


Presentación

Este libro pretende ser una guía para un camino de oración recorrido

con la ayuda de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio

y una apertura a la espiritualidad ignaciana. Se ha ido formando

progresivamente a partir de varias sesiones de formación

para los Ejercicios Espirituales en la vida diaria mantenidas a lo

largo de un año e impartidas en el centro espiritual de La Pairelle

(Wépion, Bélgica). Cada una de estas sesiones agrupaba a una

veintena de personas deseosas de recorrer el camino de los

Ejercicios de esta manera. Un encuentro mensual les permitía

sostenerse mutuamente, percibir mejor el punto en el que cada

una se encontraba, y dar orientaciones y consejos para seguir el

camino. Cada persona recibía sucesivamente las hojas correspondientes

a la etapa en la que se encontraba y era acompañada

individualmente, claro está, para respetar su ritmo propio.

Se encontrarán, pues, a continuación documentos de diferentes

clases: introducciones a las diferentes etapas del itinerario

y su sentido, sugerencias, pistas y referencias bíblicas para

la oración, indicaciones sobre las diferentes maneras de orar,

consejos para guiarse según el Espíritu, fichas pedagógicas, etc.

A primera vista, al lector puede parecerle un conjunto heterogéneo,

pero se trata de documentos que permiten una introducción

progresiva a un proceso que tiene su coherencia y su

dinamismo propios.

Esta dinámica recorre las diferentes etapas de la existencia

cristiana, que hemos de reactualizar sin cesar en nuestra vida y

que corresponden al desarrollo del Designio de amor de Dios en

la historia de la salvación realizada por Cristo.

– 11 –


Muchas personas nos han dicho que estos textos podían ayudar

e iluminar a quienes se interesan de una u otra manera por la

espiritualidad ignaciana. Ello explica que este dossier pueda ser

leído y utilizado de diferentes maneras. Veámoslo atentamente.

Se puede, por ejemplo, leer o consultar estas páginas como

una introducción o más bien una apertura no sólo a los Ejercicios,

sino también a la espiritualidad ignaciana. No obstante, ésta

no aparece bajo la forma de una presentación o de una información

teórica, sino que más bien se muestra como la entrada

en un itinerario que interpela al conjunto de la existencia humana

y la invita a convertir el corazón y a dejarse introducir y

configurar progresivamente con el misterio de Cristo y de su

Evangelio para colaborar con él en la «reunión en la unidad de

los hijos de Dios dispersos» (Jn 11,52) y así buscar y encontrar

a Dios en todas las cosas.

Pero este dossier puede sin duda ser más útil aún para las

personas que desean recorrer ellas mismas el camino de los

Ejercicios en la vida diaria y entrar de este modo en el corazón

de la espiritualidad ignaciana. Para hacer este itinerario con fruto

es sumamente deseable, evidentemente, que lo lleves a cabo

en estrecha relación con una persona que te acompañe y te ayude

a discernir el punto donde te encuentras y el modo de avanzar,

así como también a reconocer los signos del Espíritu de

Dios o del enemigo en este itinerario, y las falsas pistas o los

impasses en los que se corre el riesgo de caer. Podrá también indicarte

progresivamente los documentos que te ayudarán según

la etapa en que te encuentres en la oración.

No obstante, si quieres hacer los Ejercicios en la vida diaria

pero no puedes mantener un encuentro al menos cada dos meses,

encontrarás en este dossier un cierto número de elementos

capaces de sostener tu camino personal más solitario. Con todo,

conviene que conserves la preocupación por encontrarte regularmente

con una persona competente para precisar tu propia situación

con ayuda de ella.

– 12 –


Por último, este dossier puede ayudar también a las personas

que son llamadas a dar los Ejercicios Espirituales en la vida

diaria, pues les proporciona materiales que pueden utilizar

para ellas mismas, o para entregárselos en el momento oportuno

a las personas a quienes acompañan.

El origen de estos textos explica que se haya conservado a

veces el estilo directo del «tú / vosotros», el «nosotros» o el

«yo», en vez de una fórmula impersonal. Este «tú / vosotros»

podrá ayudar al lector a entrar en una lectura espiritual y existencial

de los Ejercicios. Somos muy conscientes del carácter

limitado e imperfecto de este trabajo. Por ello lo presentamos

en forma de dossier (lo cual constituye una invitación a corregirlo,

completarlo, etc.). Pero esperamos que, tal y como se presenta,

pueda ser útil a aquellas o aquellos que tienen sed de enraizar

su existencia en un terreno fecundo y abrirla a una visión

en la que la esperanza es alimentada por un amor que toma

cuerpo en nuestro mundo.

Agradecimientos

Este dossier es fruto del trabajo de un equipo, formado por

Philippe Franchimont, Jean Burton, Daniel de Crombrugghe,

Suzy de Gheest y André de Jaer. Este libro ha nacido de nuestra

colaboración fraterna y de nuestro deseo de compartir con

otros nuestra alegría de «vivir en Cristo cada día».

Deseamos dar las gracias a todos aquellos y aquellas que

con sus publicaciones y sus trabajos nos han ayudado a escribir

estas páginas, en particular al padre Maurice Giuliani por su libro

L’expérience des Exercices Spirituels dans la vie* [Paris

* Traducción castellana: Maurice GIULIANI, La experiencia de los

Ejercicios Espirituales en la vida, Mensajero / Sal Terrae, Bilbao /

Santander 1992.

– 13 –


1990] y al padre Albert Chapelle, que acaba de entrar en la

Vida, y que nos ha modelado a muchos de nosotros con sus trabajos

y su experiencia de los Ejercicios Espirituales.

Queremos dar las gracias también a todas las personas que

han participado en las sesiones de formación para los Ejercicios

Espirituales en la vida diaria, porque su interés y el camino espiritual

que han recorrido nos han animado a publicar algo de

lo que hemos vivido juntos, esperando que pueda ser útil a

otros.

– 14 –


Introducción

Descripción

La experiencia espiritual propuesta por los Ejercicios Espirituales

de san Ignacio puede ser vivida de formas diversas,

igualmente auténticas. La más conocida ha sido llamada durante

mucho tiempo «retiro cerrado de cinco, ocho, diez, treinta

días», vivido en un marco en el que el ejercitante acepta una

ruptura con su vida familiar y profesional –marco de silencio,

de charlas espirituales con un posible acompañamiento, tiempo

abundante de oración diaria, etc.–. En nuestra vida moderna y

agitada, esto favorece la vuelta a uno mismo, un redescubrimiento

de la fuente de la propia vida y de la propia acción.

«Paralelamente a esta forma tradicional se desarrolla otra

desde hace algunos años. En lugar de realizar la separación de

la que acabamos de hablar, el ejercitante recorre el itinerario de

los Ejercicios y asegura las condiciones espirituales de los mismos

dentro del marco habitual de su existencia, y sin renunciar

a sus responsabilidades ordinarias. Es cierto que algunas prescripciones

le obligan a modificar el ritmo de sus jornadas: tiempo

ordinario consagrado a la oración, necesidad de facilitar en

ciertos periodos un espacio más exclusivamente consagrado al

silencio y a la búsqueda interior, necesidad de encuentros con

un acompañante [y con el grupo, si se trata de un grupo], etc.,

etc. Pero el desarrollo normal del retiro se realiza en la vida y,

por lo tanto, en relación inmediata con todos los acontecimientos

de dicha vida» (cf. M. GIULIANI, La experiencia de los Ejercicios

espirituales en la vida [Mensajero / Sal Terrae, Bilbao /

Santander 1992, p. 15).

– 15 –


Motivaciones

Esta experiencia, este tipo de retiro puede ser vivido por todas

aquellas personas «que desean consagrar durante un cierto

tiempo una parte notable de su jornada a la búsqueda de Dios,

a fin de configurar más sinceramente su vida con Cristo y su

Evangelio. El dinamismo que los ha traído a los Ejercicios va

frecuentemente vinculado a una decisión que tomar: elección

difícil en un momento crucial de la vida profesional, aceptación

o rechazo de una responsabilidad ofrecida, partida al extranjero

[...]. En otros casos se trata menos de una decisión que tomar

que de una orientación que se precisa: poner fin a un momento

de incertidumbre o turbación; recuperar la paz del corazón que

se siente amenazada o perdida sin que se pueda determinar claramente

ni por qué causa ni a través de qué evolución se ha llegado

a esta situación; plantear de nuevo la propia vida delante

de Dios después de diez o veinte años de compromiso y aun

cuando un sentimiento de desgaste o de añoranza esté minando

la conciencia; entregarse con más determinación a la oración

como a una aventura interior cuya llamada se vuelve de nuevo

a sentir. La respuesta a estas preguntas o a estos deseos no se

encontrará evidentemente más que por una lenta conversión del

corazón y por la sumisión de todo el ser al Espíritu de Dios. Al

proponerse hacer los Ejercicios en la vida, uno se abre a una experiencia

fundamental, para la cual san Ignacio propone apoyos,

cuyos rasgos esenciales podrían recordarse de la manera siguiente»

(cf. M. GIULIANI, op. cit., p. 16).

Rasgos esenciales y condiciones

La oración personal

«El ejercitante, cualquiera que sea su actividad, consagra cada

día un tiempo a la oración y a la reflexión personal. Sin intentar

fijar de antemano este tiempo, que depende de miles de

apremios que inciden sobre la vida, se puede decir que lo esen-

– 16 –


cial es llegar a determinar de un día para otro, entre los temas y

las actitudes de la oración, una continuidad, unos ritmos y, finalmente,

unas constantes que son reveladoras de profundas

tendencias, en las cuales resulta posible darse cuenta de cómo

nos conduce Dios» (cf. M. GIULIANI, op. cit., p. 16). Con mucha

frecuencia no resulta fácil reservar este tiempo. Es importante

tomar una decisión firme, de acuerdo, en la medida de lo posible,

con las personas que nos rodean.

La reflexión personal a lo largo del día

Se trata de formarse para hacer una lectura espiritual de lo que

se vive cada día. Aprender a vivir la propia vida progresivamente

bajo la luz habitual de la fe, a reconocer efectivamente la

voz discreta del Señor, a leer los signos que nos da de su presencia

y de su obra en nuestro trabajo y nuestra vida. Es ahí

donde se sitúa la originalidad de los Ejercicios Espirituales en

la vida diaria. Se tiene en cuenta la vida diaria como una manera

de orar.

Esta reflexión se centrará primero en la lectura del presente,

el modo en que es vivido, los sentimientos, las mociones espirituales

que lo habitan, para situarlo mejor y ordenarlo hacia

Dios, y en Dios y su designio de amor (ayudado también por el

tema de la oración de cada día).

«La reflexión personal llevará cada vez más a una “lectura

espiritual” de lo que se ha vivido en los días precedentes o en

periodos más lejanos, para tomar conciencia de los motivos que

determinan las opciones o el comportamiento; para descubrir

con mirada de fe dónde están las alegrías, los temores, las fuentes

de dinamismo o de inhibición: para captar el sentido de las

alternativas entre diversos sentimientos, o el momento del paso

de una etapa a otra. Esta reflexión llevará también a la lectura

del momento presente, para situarlo en continuidad con las experiencias

pasadas, a fin de sopesar el relieve que adquiere en

la conciencia por su contenido humano y por su significación

en la relación con Dios. Así, lentamente, se va precisando en ca-

– 17 –


da uno un hábito de discernimiento espiritual, que conduce por

etapas a unas certezas de fe en las que se compromete la vida y

a liberaciones de todo orden para el servicio del Reino de Dios

en la Iglesia» (cf. M. GIULIANI, op. cit., pp. 16-17).

La relectura del día

Para ayudarnos a entrar en esta lectura espiritual de cada día,

san Ignacio propone en los Ejercicios dedicar cada día, preferentemente

por la noche, un tiempo para releer la propia jornada.

Más adelante explicaremos el significado de esta relectura,

cuyo esquema se encuentra en el Anexo 3. En ella se unen la vida

y la oración; en ella releo mi existencia cotidiana con los

ojos del Señor, y aprendo a amar mi vida con el corazón de

Dios. Mi vida vale la pena, con su belleza pero también con sus

aspectos sombríos y decepcionantes. El hecho de releer mi realidad

cotidiana me predispone para el futuro. Lo que vivo ahora

de manera más reflexiva transforma mi realidad profunda, a

fin de vivir la realidad de cada día de manera más integrada. Se

recuerda el pasado para alimentar la esperanza del mañana.

La relación con la persona que acompaña

Para vivir esta atención teologal a lo cotidiano es importante estar

en relación con un testigo que ayude a releer lo que se vive,

la experiencia en la que uno se encuentra inmerso. Se le habla,

en un clima de confianza y apertura del corazón, de la propia

oración y del modo en que ha transcurrido la etapa. Este guía

«aporta al ejercitante una garantía indispensable, no solamente

para sostener o estimular, como desde fuera, sino para interpretar

y verificar las fuerzas que actúan en una conciencia humana

trabajada por la gracia creadora de Dios» (cf. M. GIULIANI, op.

cit., p. 17) y su Espíritu, y también por «el enemigo de natura

humana», como dice Ignacio.

«Deben preverse, pues, unos encuentros, según un ritmo

que es imposible precisar en el momento de empezar, pues variará

en relación con la historia de la oración, con las dificulta-

– 18 –


des del camino, con las luces y oscuridades del ir siendo tomado

por la experiencia de la docilidad al Espíritu», ya sea en la

oración o en las situaciones de la vida diaria. La convicción

fundamental de la persona que acompaña es, como dice

Ignacio, la seguridad de que «el Creador actúa inmediatamente

con su criatura» (cf. EE 15), y que la tarea del acompañante, sea

varón o mujer, es ayudar a la persona a disponerse, a ser dócil,

para dejar que Dios haga su obra en ella y le manifieste su voluntad

de amor.

Los encuentros comunes

Finalmente, como se trata de Ejercicios Espirituales en la vida

diaria en grupo, un último rasgo concierne a los encuentros comunes

mensuales. Éstos consisten en una puesta en común por

pequeños grupos de cinco o seis personas y, por otra parte, en

orientaciones dadas para el mes siguiente. En estos pequeños

grupos, preparados por un tiempo de oración personal, cada

persona podrá compartir muy libremente algo de las alegrías, de

las dificultades, de la forma en que el Señor ha hablado, conducido,

manifestado su presencia durante el mes transcurrido

desde el último encuentro. Las orientaciones dadas a continuación

consistirán en un tiempo de enseñanza que introduce la

etapa del mes siguiente, con referencias a la Escritura para alimentar

la oración.

Esta dimensión común tiene muchas ventajas, pero también

algunos límites. En cada encuentro, se presenta una etapa nueva

del camino de los Ejercicios. Puede suceder que uno de los

ejercitantes no haya concluido la etapa anterior y sienta la necesidad

de permanecer en ella, pues aún no ha recibido todo su

fruto. Está claro que lo prioritario es el camino de cada persona;

ésta discernirá con la persona que la acompaña lo que le

conviene y prolongará la duración de la etapa que está a punto

de vivir y en la que tal vez reciba todavía luces, o experimente

combates que ha de mantener. Si no se respeta la experiencia en

su dimensión más personal, se corre el riesgo de que los Ejer-

– 19 –


cicios Espirituales en la vida diaria dejen de ser una escuela de

transformación del corazón. Es importante, pues, que la influencia

del grupo no vaya contra la experiencia de la persona

(presión psicológica involuntaria...) y que se asegure la plena libertad

de cada uno en la experiencia espiritual, pues nada puede

reemplazar el encuentro personal con Dios.

Etapas del camino

San Ignacio propone un marco flexible que es el de la experiencia

cristiana en una vida activa. Habrá primero un buen

tiempo de preparación en el que se asegura el fundamento de la

experiencia, después una etapa de purificación del corazón y de

entrada en la misericordia. A continuación escucharemos la llamada

de Cristo y seremos invitados a contemplar extensamente

su vida y su Buena Nueva. Bajo esta luz percibiremos mejor

cuál es la llamada, la invitación que Cristo nos dirige en este

momento de nuestra existencia, cómo nos invita a ordenar mejor

nuestra vida según su evangelio. Pediremos ser confirmados

en la contemplación de su Pasión y su Resurrección, para que

nos lleve con Él en su misterio pascual y sitúe nuestra decisión

en su obra de salvación que se realiza en su Iglesia. El ritmo del

retiro es el del progreso en este itinerario interior.

Como puedes comprobar, se propone una cierta duración

para cada etapa, de modo que el conjunto del itinerario se desarrolla

a lo largo de nueve meses aproximadamente. Pero este

periodo no es absoluto. Lo esencial es que disciernas si has obtenido

el fruto de la gracia pedida en cada etapa. Por eso es importante

que lo verifiques con la persona que te acompaña.

Es posible que alguno de nosotros sienta durante las primeras

semanas que no es esto lo que se le pide por el momento. Por

esta razón el primer mes es una puesta en camino que permite

verificar la posibilidad y el deseo de entrar en la experiencia. Es

importante sentir que se podrá vivir este camino con una paz suficiente,

sin un estrés continuo. También es posible que alguna

– 20 –


persona que haya iniciado el itinerario estime que para ella es

mejor detenerse al final de la primera etapa. Estas cosas pueden

ser normales. Sencillamente es deseable que la decisión se tome

discerniendo con la persona que acompaña. El diálogo me permite

reconocer mejor lo que me conviene en el punto donde me

encuentro en este momento. En este caso, una parada en el camino

iniciado no será vivida como un fracaso. Se reconoce sencillamente

que es en esta etapa donde Dios se acerca a mí y me

acompaña. Querer avanzar y seguir el camino sería desperdiciar

lo que es conveniente para mí, la gracia que me es ofrecida para

este momento y en la que soy invitado a permanecer.

Conclusión

La empresa que iniciamos no es fácil. Es un camino largo y exigente.

Pero es rico en esperanza y podemos abordarlo con una

confianza grande y serena.

Es el Señor quien hoy nos invita a recorrerlo. Él nos dará

cada día lo que necesitemos. Confiémosle este itinerario y confiémonos

unos a otros al Espíritu Santo que nos guiará en nuestra

peregrinación.

* * *

NOTA: Los textos del libro de los Ejercicios Espirituales están

tomados de la edición de Santiago ARZUBIALDE, SJ,

Ejercicios Espirituales de san Ignacio. Historia y análisis,

publicada por Mensajero / Sal Terrae, Bilbao / Santander

1991.

El signo seguido de un texto en cursiva indica una

explicación del texto ignaciano.

– 21 –


Ponerse en camino

INTRODUCCIÓN. Habéis elegido vivir este itinerario de oración

para buscar y encontrar a Dios, y esperamos que obtengáis

mucho provecho de él.

Esta primera etapa es una puesta en camino. Se trata de que

cada uno se tome un tiempo para que su deseo de Dios crezca

en él.

Como toda puesta en camino, se trata de dejar algo. Aquí tenemos

que renunciar a ciertas cosas a fin de tener tiempo para la

oración: al principio, treinta minutos cada día a fin de llegar a sesenta

minutos (o dos periodos de treinta minutos), pero este

tiempo puede depender de varias limitaciones que se han de valorar

con la persona que acompaña. También tengo que dedicar

un tiempo a explorar diferentes lugares de oración hasta establecerme

en el que puede ayudarme mejor. Así, en esta primera etapa

dedico un tiempo a encontrar un ritmo de oración; y en esta

oración expreso a Dios mi deseo de buscarlo y encontrarlo.

Como ayuda para la oración encontrarás, en los anexos,

tres fichas que os invitamos a leer a lo largo de esta etapa: (1)

cómo meditar un texto de la Escritura; (2) para releer mi oración;

(3) para releer el día. Convendrá volver sobre ello de vez

en cuando.

Se trata también de que encuentres a tu acompañante (si todavía

no lo tienes): el Anexo 4 te propone algunas preguntas para

ayudarte a preparar este encuentro.

Si recorres este itinerario en grupo, el Anexo 5 te da algunas

indicaciones como ayuda para compartir y escuchar.

– 23 –


DURACIÓN DE ESTA ETAPA. Dos semanas (según se decida

en diálogo con la persona que acompaña).

GRACIA A DEMANDAR DURANTE ESTA PRIMERA ETAPA

> Pedir la gracia que aumente mi deseo de una relación

más profunda y más verdadera con mi Creador

y Señor.

1. Reconocer este deseo en mí.

2. Disponerme a acoger el don que Dios quiere

hacerme.

3. En el hoy de mi historia santa.

DISPOSICIÓN QUE SE HA DE CULTIVAR

> Escuchar y reunir todos estos deseos que tejen mi

vida para ponerlos en las manos del Señor.

> Disponerme interiormente para recibir y vivir lo

que el Señor quiera poner en mi corazón.

> Poner todos los medios necesarios para emprender

los Ejercicios espirituales en la vida diaria.

Estas dos primeras rúbricas son importantes, porque definen

el sentido en el que soy llamado a vivir este periodo,

en una doble dimensión:

Una gracia que recibir, porque esto supera mis fuerzas;

deseo la ayuda de Dios y me abro para recibirla.

Una disposición interior que voy a cultivar, a la que

voy a consagrarme en mi vida cotidiana, tendiendo a ella

todo lo posible; me comprometo ya en este sentido.

Es ahí donde encuentro el hilo conductor para el periodo

que empieza. Es, por lo tanto, un punto que debo

tener presente en el corazón a lo largo de cada periodo.

– 24 –


REFERENCIAS BÍBLICAS

Dedico un tiempo antes de la oración para elegir

el texto que voy a orar, y releo el Anexo 1.

Is 55 Dios nos invita: «Los que no tenéis dinero, venid

gratuitamente» y nos invita a recibir su Palabra

«que no vuelve a él sin haber producido su fruto».

Sal 63 Oro a partir del deseo de mi corazón: «Dios, tú mi

Dios, yo te busco».

Sal 42 El corazón del hombre busca a Dios: «Como busca

la cierva el agua viva, así te busca mi alma,

Dios mío...».

Jn 1,35-42 Dos discípulos de Juan, por indicación de su maestro,

siguen a Jesús: «¿Qué buscáis?».

Os 2,16-21 Dios desea también vivir en relación conmigo.

Sal 139 Presencia de Dios en toda mi vida (incluidas las

tinieblas).

Gn 12,1-9 Llamada de Abrahán.

Ex 3,1-6 Vocación de Moisés (y capítulo 2: su historia).

1 R 19,1-15 El encuentro de Elías con Dios.

MI HISTORIA SANTA

Después de doce días, os proponemos tomar esta ficha

de oración durante algunos días.

• Composición de lugar

Con la mirada de la imaginación me veo en comunión con

muchos hombres y mujeres, testigos de Dios para mí.

• Gracia que se ha de pedir

Pido a Dios la gracia de ver y de comprender cómo ha estado

presente en mi vida y me ha conducido hasta el día de hoy.

– 25 –


• Puntos

Rememoro los encuentros, los acontecimientos, los lugares

más significativos de mi historia.

Me detengo donde siento que Dios se ha dado a mí y saboreo

su presencia que ha actuado a lo largo de estos años.

• Diálogo libre o Coloquio

Me vuelvo al Padre, con Jesús, y oro en comunión con todas

las personas que me han hecho vivir y crecer.

PROPUESTA PARA RELEER EL DÍA. Al hacer la relectura del

día, tengo que estar atento a todo lo que despierta mi deseo de

Dios. Hablo de ello con Dios.

EJERCICIO-CUESTIONARIO. Este ejercicio puede ayudarte a tomar

conciencia de los deseos que habitan en ti y a desarrollarlos,

lo cual te ayudará a vivir todo el itinerario de los Ejercicios.

– ¿Cuáles son mis sueños, mis ideales, aquello en lo que desearía

invertir mi tiempo y mi vida?

– Si me pongo en movimiento, en acción, ¿hay algo que me

empuja, puedo reconocer en ello mi(s) deseo(s)?

Y mi deseo mayor, el más profundo, el que está en el corazón

de mi acción, ¿cuál es?

– ¿Dónde están mis carencias, los lugares de mi vida donde

estoy insatisfecho, donde tengo sed de más, de algo mejor?

– Hago memoria de lo que, en mi vida, ha despertado mi deseo

de Dios (un encuentro, una palabra, un libro, una oración,

un texto de la Biblia...). Y en ello, ¿qué me ha seducido,

atraído, puesto en camino?

– Escribo una oración en la que confío a Dios estos deseos

que habitan en mí.

«Al que recibe los ejercicios mucho aprovecha entrar en ellos con

grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su

querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como

de todo lo que tiene se sirva conforme a su santísima voluntad» (EE 5).

– 26 –


Principio y fundamento

de mi vida


Fundamento 1

«El designio de amor de Dios»

«Creado por amor para amar»

(SAN BERNARDO)

INTRODUCCIÓN. Te proponemos orar el amor creador de

Dios. Después de haber dirigido tu petición a Dios, toma uno de

los textos propuestos, estando atento a lo que te conmueve, allí

donde se revela el amor de Dios a ti.

DURACIÓN DE ESTA ETAPA. Un par de semanas (según se decida

en diálogo con la persona que acompaña).

GRACIA A DEMANDAR

> Consentir ser amado y creado continuamente por Dios

para cumplir con Él mi vocación en este mundo.

ACTITUDES QUE SE HAN DE CULTIVAR

> Realizar y gustar cómo Dios está presente, con Amor, en

mi vida y en toda mi historia hasta hoy.

> Dejar que crezca el deseo y el gusto de consentir a esta

creación de Amor y colaborar en ella.

> Dejar que se arraigue en mí una confianza fundamental

en este Dios de la Vida.

– 29 –


REFERENCIAS BÍBLICAS

Dedico un tiempo antes de la oración para elegir

el texto que voy a orar, y releo el Anexo 1.

Is 43,1-5 «No temas, yo estoy contigo».

Is 54,1-10 «Con Amor eterno te amé».

Gn 2,4-25 Somos creados por Amor en un mundo que nos

es confiado.

Os 11,1-4 Dios me ama y me crea en toda mi historia.

Ef 1,3-14 Acción de gracias por el designio benévolo de

Dios.

Jn 1,1-14 El Verbo, centro y fuente de toda vida.

Rm 8,19-39 El proyecto de amor de Dios.

Col 1,15-23 Cristo en el corazón de la creación y de nuestra

vida.

Sal 103–105 Bondad, grandeza, fidelidad de Dios.

Para leer antes de comenzar la oración.

«El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios

nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre

la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la

prosecución del fin para que es criado» (San Ignacio, primera parte del

«Principio y fundamento», EE 23).

PROPUESTA PARA RELEER EL DÍA. Al hacer la relectura del

día, estoy atento a todo lo que «habla» del Amor creador de

Dios. Me maravillo de ello y le doy gracias.

«No el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar

de las cosas internamente» (EE 2,5).

– 30 –


Para ayudar a la meditación

del «Principio y fundamento»

Al final de este primer tiempo de Ejercicios espirituales en la

vida diaria, ¿dónde nos encontramos en nuestro camino? Después

de una o dos semanas de camino, hemos entrado poco a

poco en la meditación del «Principio y fundamento». Para esto

hemos pedido la gracia de vivir una actitud fundamental de

confianza del corazón en el Dios de la Vida. Algunos textos de

la Escritura nos han ayudado a alimentar la oración. Y nos esforzamos,

con su gracia, por vivir esta actitud en la realidad

concreta de la vida diaria; hasta gustar y sentir esta actitud en

nuestro corazón en el sentido bíblico del término, si se nos concede.

Se trata, en primer lugar, de comprender cuánto soy amado

por Dios, en lo concreto de mi existencia. Conviene que recuerde

–que tome nota, a ser posible– los detalles de mi vida y

de mi historia, de todo lo que soy. Dios me ama y me elige en

este entorno, esta época, estos padres, esta familia, este país,

etc. ¿Puedo aceptarlo plenamente como signo de su amor?

¿Hasta alabarlo y darle gracias por todo ello? Esto no es siempre

fácil. No siempre estoy reconciliado con lo que soy.

Podemos tomar nota de otras características de lo que somos

sin haberlo elegido nosotros mismos: temperamento, inteligencia,

clase social, lengua, sexo, aspecto físico, cultura, etc.

Algunas cosas me agradan, otras me desagradan. Se trata de reconocer

que en todo esto soy elegido y amado por Dios. Está

también toda mi historia, que me ha modelado y que yo también

he modelado (cf. Sal 139 [138],13-14). Dios me ha acompaña-

– 31 –


do, elegido, amado, cualesquiera que sean las sinuosidades, los

altibajos del camino de mi vida. ¿Puedo aceptarme tal y como

soy? Mirad las aves del cielo y los lirios del campo (Mt 6,25-

34). ¿Puedo dar gracias al Señor por ello, no extrañarme de que

no siempre sea fácil consentir en ser elegido y amado como soy

y en mi situación actual? Puedo sentir resistencias en mí, no

sentirme capaz de ello por el momento. Se trata sencillamente

de reconocerlo. Sin culpabilizarme ni rebelarme. Pido la gracia

de avanzar por este camino de consentimiento, de posible reconciliación.

Hemos considerado y pedido la gracia de comprender también

que no sólo somos amados por Dios, sino creados continuamente

por Dios. Creados, no como por un papirotazo, un

«big bang», sino creados actual y continuamente. Su amor creador,

apasionado, arde en lo más íntimo de mí mismo. Ahora, en

este momento, soy creado en el ser y en toda la concreción de

mi existencia. ¿Consiento plenamente en ser elegido, amado y

creado por Dios de esta manera? ¿Y creado porque incluso antes

de existir soy elegido y amado en el corazón de Dios?

¿Acepto recibirme así por entero de Él tal y como soy?

Y este Dios, que me ama en todo momento y habita en lo

más íntimo de mí mismo, espera ser amado libremente por mí.

Es preciso que yo confíe en él. Su deseo respeta plenamente mi

libertad. Él no se impone, no me fuerza. Su deseo es habitado

por un proyecto de amor inscrito, oculto en lo más profundo de

mí. No como un plan totalmente establecido, escrito ya en un

gran libro, con el que tendría que configurarme. No, es un proyecto

que el Señor desea realizar conmigo a través de toda mi

historia y que se crea paso a paso. Es allí donde nos encontramos

y en ello conviene que profundicemos durante los días y

las semanas siguientes.

Porque este proyecto de Dios está inscrito en lo más íntimo

de todas las cosas y en mí. El deseo de amor del Señor (su voluntad)

es que todo lo que Él ha elegido, creado y amado sea un

día plenamente cumplido, reunido, salvado en Él (cf. Ef 1,4-10;

Jn 12,52). Estamos comprometidos con Dios en una empresa,

– 32 –


un designio de amor inmenso: establecer el Reino de Dios (Mt

6,34), el reino del amor en nuestro mundo. El Señor me invita

y me llama a realizar con Él en este mundo su proyecto de amor

inscrito en mí. Porque cada uno de nosotros tiene un lugar único

en esta empresa que se concreta allí donde Dios me crea ahora

con todo lo que soy, y a partir de los deseos inscritos en lo

más profundo de mi ser y que tienen su fuente en Él, porque es

Él quien está en el origen de mi identidad profunda y pone en

mí estos deseos profundos. El sentido de mi vida es cumplir,

realizar estos deseos, suscitados por su Espíritu, que son signos

de su voluntad de amor en mí. De este modo construyo con Él,

en mi puesto, su Reino de amor.

Si es así, se ve la importancia de nuestros deseos y cómo tenemos

que estar atentos para discernir cuáles son los verdaderos,

los que están arraigados en Dios. Porque nuestros deseos

pueden ser múltiples, y a veces contradictorios. Más artificiales

o más profundos, más inmediatos o más fundamentales, más ordenados

y auténticos, o más desordenados. También pueden tener

la apariencia del bien y, sin embargo, no ser buenos para mí.

Además, a menudo deseamos un montón de cosas: bienes de

consumo, seguridad económica, una posición cómoda, relaciones,

salud, cultura, viajes, etc., y todas estas cosas son buenas

en sí mismas. Porque todas estas cosas sobre la faz de la tierra

son creadas por Dios. «Y vio Dios que era bueno» (Gn). Y todo

es creado para nosotros, los seres humanos, es decir, para

ayudarnos a crecer en la vida, a realizar la finalidad de nuestra

existencia.

Ahora bien, hay algunas cosas que nos atraen, las deseamos.

Otras no nos interesan, nos repugnan o tenemos miedo de

ellas. ¿Cómo conocer las que son buenas para mí? ¿Cuáles van

a ayudarme a realizar el sentido de mi vida? ¿Qué elecciones

debo hacer, entre todas estas cosas buenas, sin dejarme conducir

por mis antojos, mis deseos demasiado superficiales o ilusorios,

ni dejarme frenar por mis miedos?

Se ve, por tanto, la importancia de las «cosas creadas» en

nuestra relación con Dios. A veces sentimos la tentación de cre-

– 33 –


er que nuestra relación con Dios se realiza y se vive únicamente

en nuestra oración, en nuestra relación íntima, personal con

él. ¡No! Ésta implica y se realiza también en nuestra relación

con las «cosas», es decir, con las personas con las que vivo, con

mi familia, mi comunidad, mi profesión, mis bienes, mi cuerpo,

mis proyectos, etc. Todas estas «cosas» son el medio donde se

realiza mi relación con Dios; a través de ellas lo buscamos, lo

encontramos, y se realiza su Designio de amor en nosotros; y

los Ejercicios espirituales en la vida diaria ponen el acento más

en las «cosas creadas» que forman la trama de mi existencia;

uno de los criterios de verdad de la oración consiste en verificar

si me ayuda a ordenar «las cosas creadas» de mi vida concreta

y mis deseos según Dios.

Para vivir esta orientación, esta actitud fundamental, hace

falta una libertad interior frente a las cosas creadas y a mis deseos

o mis miedos; san Ignacio dirá que «es menester hacernos

indiferentes».

Porque, de hecho, no soy libre espontáneamente con respecto

a todos mis deseos o mis miedos, ni a todas «las cosas»

que forman mi medio, mi entorno, las situaciones de mi existencia.

Así pues, será menester reajustar nuestros deseos y nuestro

apego a las cosas. Tenemos que realizar un cierto desprendimiento

cuando se trata de hacer elecciones que afectan de

algún modo a nuestra existencia. A veces siento la tentación de

elegir según la moda o siguiendo mi inclinación natural, según

lo que me gusta instintivamente, o para realizar mis proyectos,

mis ambiciones. Hay en nosotros pulsiones o resistencias, torpezas,

miedos que hacen difícil una elección plenamente conforme

a la realización de nuestra vida y de nuestros deseos

según el designio de amor de Dios por nosotros y en nosotros.

Tenemos que hacer una larga peregrinación que nos exige liberarnos

interiormente de los condicionamientos que nos estorban,

y no dejarnos guiar simplemente por nuestra espontaneidad

instintiva. En este sentido, tenemos que hacernos libres y,

por lo tanto, indiferentes.

Comprendamos bien la expresión «hacerme indiferente».

– 34 –


Ésta no significa que no podamos sentir preferencia, apego o

miedo, o que ya no tengamos deseos; pero hay una manera de

estar apegado a las cosas, a las relaciones, a los proyectos, a una

carrera... que envenena mi libertad. Corro el riesgo de identificarme

con las cosas, de apegarme a ellas. Las cosas pueden seducirnos

y nos convertimos en esclavos suyos. Las cosas se

convierten en un absoluto. Necesitamos, pues, trabajar con la

gracia del Señor sobre este apego desordenado, o este miedo

instintivo. Por un desprendimiento en nuestro corazón, llegamos

a ser libres interiormente y podemos hacer una elección

justa. Esto es hacernos indiferentes. En la libertad interior reencontrada

de esta manera podremos acceder a nuestro verdadero

deseo más profundo, que coincide con el deseo de Dios sobre

nosotros. Entonces reconoceremos lo que en nuestros apegos se

une a este deseo fundamental y podremos «desear y elegir lo

que más nos conduce para el fin que somos criados» (EE 23).

Éste es todo el camino de los Ejercicios espirituales en la vida

diaria.

La gracia que se ha de pedir y recibir durante estos días y

estas semanas es comprender y sentir estas verdades, tener la

experiencia de su realidad en nuestra vida. Se trata de comprender

con nuestra inteligencia y de sentir dejando que lo comprendido

baje a nuestro corazón:

– que Dios me elige, me ama y me crea sin cesar y

actualmente;

– que suscita, en lo más profundo de mí, deseos que

corresponden al sentido de mi creación y a lo que yo

soy en lo mejor de mí mismo;

– que al poner por obra estos deseos, realizo y doy vida

al Reino de Dios en el lugar que ocupo en la humanidad,

es decir, realizo el fin de mi vida;

– que esto requiere una disponibilidad, una libertad,

una indiferencia activa con respecto a las cosas creadas

y a mis deseos, para desear y elegir sólo lo que

– 35 –


me conduce más al fin para el que he sido creado;

– que aún no he llegado allí; reconocer verdaderamente

esta distancia, sin culpabilidad, ni despecho, ni voluntad

de llegar allí por mis propias fuerzas, sino

confiando en el Dios que quiere hacerme vivir.

Es un trabajo espiritual que hemos de realizar con su gracia

durante estas semanas. Porque estas verdades y estas actitudes

son el principio y el fundamento sobre los cuales reposa todo el

camino de los Ejercicios espirituales en la vida diaria.

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