Cristo_en_lo_cotidia.. - Editorial Sal Terrae frag
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Cristo en lo cotidiano
Colección «EL POZO DE SIQUEM»
203
André de Jaer, SJ
y el equipo
del Centro de Espiritualidad de La Pairelle
Cristo
en lo cotidiano
Los Ejercicios Espirituales
en la vida diaria
Editorial SAL TERRAE
Santander – 2007
Título del original francés:
Vivre le Christ au quotidien.
Pour une pratique
des Exercices Spirituels dans la vie
2003 by Éditions Fidélité
Namur – Paris
Traducción:
Ramón Alfonso Díez Aragón
2007 by Editorial Sal Terrae
Polígono de Raos, Parcela 14-I
39600 Maliaño (Cantabria)
Tfno.: 942 369 198
Fax: 942 369 201
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puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual
(arts. 270 y s. del Código Penal).
Con las debidas licencias
Impreso en España. Printed in Spain
ISBN: 978-84-293-1678-0
Depósito Legal: BI-2707-06
Impresión y encuadernación:
Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya)
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Ponerse en camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO DE MI VIDA
Fundamento 1. «El designio de amor de Dios» . . . . . . . . . . . . . . 29
Para ayudar a la meditación del «Principio y fundamento» . . . . . 31
Fundamento 2. «Mi libertad disponible» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
PRIMERA SEMANA
Introducción a la Primera Semana de los Ejercicios . . . . . . . . . . . 45
El mal en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
El pecado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57
Soy pecador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Soy pecador perdonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
SEGUNDA SEMANA
Para ayudar a entrar en la Segunda Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
El llamamiento de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
«Encarnación y vida oculta» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
– 7 –
Para ayudar a vivir la contemplación evangélica
en la vida diaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Para ayudar a la meditación de «Dos banderas» . . . . . . . . . . . . . 102
Meditación de «Dos banderas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Para ayudar a la meditación de «Tres binarios de hombres» . . . 113
Meditación de «Tres binarios de hombres» . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Para ayudar a la contemplación de la vida pública . . . . . . . . . . . 123
Contemplación de la vida pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Los misterios de la vida pública de Cristo . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Para ayudar en el trabajo de la elección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
TERCERA SEMANA
Introducción a la Tercera Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Los misterios de la vida de Cristo. La Pasión . . . . . . . . . . . . . . . 151
CUARTA SEMANA
Introducción a la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Para ayudar a orar en la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
Los misterios de la vida de Cristo. La Resurrección . . . . . . . . . 173
Para ayudar a discernir lo que se vive en la oración
en la Cuarta Semana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Dejarse guiar por el Resucitado en la vida del Espíritu . . . . . . . 181
Para ayudar a terminar los Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
ANEXOS
Anexo 1. Para meditar un texto de la Escritura . . . . . . . . . . . . . 189
Anexo 2. Para releer la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Anexo 3. Para releer la jornada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
Anexo 4. Para preparar el primer encuentro
con el acompañante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
– 8 –
Anexo 5. Para preparar la puesta en común en grupo . . . . . . . . 196
Anexo 6. Vocabulario empleado
en el «Principio y fundamento» . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Anexo 7. «Orar mi vida – Vivir mi oración» . . . . . . . . . . . . . . 200
Anexo 8. Dimensión afectiva del pecado:
«Mis ilusiones y decepciones» . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Anexo 9. Dimensión afectiva del pecado: «Curación
de las heridas, de la amargura y del hastío de vivir» 203
Anexo 10. Dimensión afectiva del pecado:
«Reacción frente a las resistencias y las angustias» . 205
Anexo 11. Textos de la Escritura para ayudar a orar el pecado . 207
Anexo 12. Nota a propósito de la confesión general . . . . . . . . . 209
Anexo 13. Ayuda para la contemplación evangélica . . . . . . . . . . 211
Anexo 14. Ayuda para orar las tres maneras de humildad . . . . . 215
Anexo 15. Tres tiempos para hacer elección . . . . . . . . . . . . . . . . 218
Anexo 16. Discernimiento de espíritus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
Anexo 17. Para una comunión cada vez mayor en la Iglesia . . . 233
Índice general de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
– 9 –
Presentación
Este libro pretende ser una guía para un camino de oración recorrido
con la ayuda de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio
y una apertura a la espiritualidad ignaciana. Se ha ido formando
progresivamente a partir de varias sesiones de formación
para los Ejercicios Espirituales en la vida diaria mantenidas a lo
largo de un año e impartidas en el centro espiritual de La Pairelle
(Wépion, Bélgica). Cada una de estas sesiones agrupaba a una
veintena de personas deseosas de recorrer el camino de los
Ejercicios de esta manera. Un encuentro mensual les permitía
sostenerse mutuamente, percibir mejor el punto en el que cada
una se encontraba, y dar orientaciones y consejos para seguir el
camino. Cada persona recibía sucesivamente las hojas correspondientes
a la etapa en la que se encontraba y era acompañada
individualmente, claro está, para respetar su ritmo propio.
Se encontrarán, pues, a continuación documentos de diferentes
clases: introducciones a las diferentes etapas del itinerario
y su sentido, sugerencias, pistas y referencias bíblicas para
la oración, indicaciones sobre las diferentes maneras de orar,
consejos para guiarse según el Espíritu, fichas pedagógicas, etc.
A primera vista, al lector puede parecerle un conjunto heterogéneo,
pero se trata de documentos que permiten una introducción
progresiva a un proceso que tiene su coherencia y su
dinamismo propios.
Esta dinámica recorre las diferentes etapas de la existencia
cristiana, que hemos de reactualizar sin cesar en nuestra vida y
que corresponden al desarrollo del Designio de amor de Dios en
la historia de la salvación realizada por Cristo.
– 11 –
Muchas personas nos han dicho que estos textos podían ayudar
e iluminar a quienes se interesan de una u otra manera por la
espiritualidad ignaciana. Ello explica que este dossier pueda ser
leído y utilizado de diferentes maneras. Veámoslo atentamente.
Se puede, por ejemplo, leer o consultar estas páginas como
una introducción o más bien una apertura no sólo a los Ejercicios,
sino también a la espiritualidad ignaciana. No obstante, ésta
no aparece bajo la forma de una presentación o de una información
teórica, sino que más bien se muestra como la entrada
en un itinerario que interpela al conjunto de la existencia humana
y la invita a convertir el corazón y a dejarse introducir y
configurar progresivamente con el misterio de Cristo y de su
Evangelio para colaborar con él en la «reunión en la unidad de
los hijos de Dios dispersos» (Jn 11,52) y así buscar y encontrar
a Dios en todas las cosas.
Pero este dossier puede sin duda ser más útil aún para las
personas que desean recorrer ellas mismas el camino de los
Ejercicios en la vida diaria y entrar de este modo en el corazón
de la espiritualidad ignaciana. Para hacer este itinerario con fruto
es sumamente deseable, evidentemente, que lo lleves a cabo
en estrecha relación con una persona que te acompañe y te ayude
a discernir el punto donde te encuentras y el modo de avanzar,
así como también a reconocer los signos del Espíritu de
Dios o del enemigo en este itinerario, y las falsas pistas o los
impasses en los que se corre el riesgo de caer. Podrá también indicarte
progresivamente los documentos que te ayudarán según
la etapa en que te encuentres en la oración.
No obstante, si quieres hacer los Ejercicios en la vida diaria
pero no puedes mantener un encuentro al menos cada dos meses,
encontrarás en este dossier un cierto número de elementos
capaces de sostener tu camino personal más solitario. Con todo,
conviene que conserves la preocupación por encontrarte regularmente
con una persona competente para precisar tu propia situación
con ayuda de ella.
– 12 –
Por último, este dossier puede ayudar también a las personas
que son llamadas a dar los Ejercicios Espirituales en la vida
diaria, pues les proporciona materiales que pueden utilizar
para ellas mismas, o para entregárselos en el momento oportuno
a las personas a quienes acompañan.
El origen de estos textos explica que se haya conservado a
veces el estilo directo del «tú / vosotros», el «nosotros» o el
«yo», en vez de una fórmula impersonal. Este «tú / vosotros»
podrá ayudar al lector a entrar en una lectura espiritual y existencial
de los Ejercicios. Somos muy conscientes del carácter
limitado e imperfecto de este trabajo. Por ello lo presentamos
en forma de dossier (lo cual constituye una invitación a corregirlo,
completarlo, etc.). Pero esperamos que, tal y como se presenta,
pueda ser útil a aquellas o aquellos que tienen sed de enraizar
su existencia en un terreno fecundo y abrirla a una visión
en la que la esperanza es alimentada por un amor que toma
cuerpo en nuestro mundo.
Agradecimientos
Este dossier es fruto del trabajo de un equipo, formado por
Philippe Franchimont, Jean Burton, Daniel de Crombrugghe,
Suzy de Gheest y André de Jaer. Este libro ha nacido de nuestra
colaboración fraterna y de nuestro deseo de compartir con
otros nuestra alegría de «vivir en Cristo cada día».
Deseamos dar las gracias a todos aquellos y aquellas que
con sus publicaciones y sus trabajos nos han ayudado a escribir
estas páginas, en particular al padre Maurice Giuliani por su libro
L’expérience des Exercices Spirituels dans la vie* [Paris
* Traducción castellana: Maurice GIULIANI, La experiencia de los
Ejercicios Espirituales en la vida, Mensajero / Sal Terrae, Bilbao /
Santander 1992.
– 13 –
1990] y al padre Albert Chapelle, que acaba de entrar en la
Vida, y que nos ha modelado a muchos de nosotros con sus trabajos
y su experiencia de los Ejercicios Espirituales.
Queremos dar las gracias también a todas las personas que
han participado en las sesiones de formación para los Ejercicios
Espirituales en la vida diaria, porque su interés y el camino espiritual
que han recorrido nos han animado a publicar algo de
lo que hemos vivido juntos, esperando que pueda ser útil a
otros.
– 14 –
Introducción
Descripción
La experiencia espiritual propuesta por los Ejercicios Espirituales
de san Ignacio puede ser vivida de formas diversas,
igualmente auténticas. La más conocida ha sido llamada durante
mucho tiempo «retiro cerrado de cinco, ocho, diez, treinta
días», vivido en un marco en el que el ejercitante acepta una
ruptura con su vida familiar y profesional –marco de silencio,
de charlas espirituales con un posible acompañamiento, tiempo
abundante de oración diaria, etc.–. En nuestra vida moderna y
agitada, esto favorece la vuelta a uno mismo, un redescubrimiento
de la fuente de la propia vida y de la propia acción.
«Paralelamente a esta forma tradicional se desarrolla otra
desde hace algunos años. En lugar de realizar la separación de
la que acabamos de hablar, el ejercitante recorre el itinerario de
los Ejercicios y asegura las condiciones espirituales de los mismos
dentro del marco habitual de su existencia, y sin renunciar
a sus responsabilidades ordinarias. Es cierto que algunas prescripciones
le obligan a modificar el ritmo de sus jornadas: tiempo
ordinario consagrado a la oración, necesidad de facilitar en
ciertos periodos un espacio más exclusivamente consagrado al
silencio y a la búsqueda interior, necesidad de encuentros con
un acompañante [y con el grupo, si se trata de un grupo], etc.,
etc. Pero el desarrollo normal del retiro se realiza en la vida y,
por lo tanto, en relación inmediata con todos los acontecimientos
de dicha vida» (cf. M. GIULIANI, La experiencia de los Ejercicios
espirituales en la vida [Mensajero / Sal Terrae, Bilbao /
Santander 1992, p. 15).
– 15 –
Motivaciones
Esta experiencia, este tipo de retiro puede ser vivido por todas
aquellas personas «que desean consagrar durante un cierto
tiempo una parte notable de su jornada a la búsqueda de Dios,
a fin de configurar más sinceramente su vida con Cristo y su
Evangelio. El dinamismo que los ha traído a los Ejercicios va
frecuentemente vinculado a una decisión que tomar: elección
difícil en un momento crucial de la vida profesional, aceptación
o rechazo de una responsabilidad ofrecida, partida al extranjero
[...]. En otros casos se trata menos de una decisión que tomar
que de una orientación que se precisa: poner fin a un momento
de incertidumbre o turbación; recuperar la paz del corazón que
se siente amenazada o perdida sin que se pueda determinar claramente
ni por qué causa ni a través de qué evolución se ha llegado
a esta situación; plantear de nuevo la propia vida delante
de Dios después de diez o veinte años de compromiso y aun
cuando un sentimiento de desgaste o de añoranza esté minando
la conciencia; entregarse con más determinación a la oración
como a una aventura interior cuya llamada se vuelve de nuevo
a sentir. La respuesta a estas preguntas o a estos deseos no se
encontrará evidentemente más que por una lenta conversión del
corazón y por la sumisión de todo el ser al Espíritu de Dios. Al
proponerse hacer los Ejercicios en la vida, uno se abre a una experiencia
fundamental, para la cual san Ignacio propone apoyos,
cuyos rasgos esenciales podrían recordarse de la manera siguiente»
(cf. M. GIULIANI, op. cit., p. 16).
Rasgos esenciales y condiciones
La oración personal
«El ejercitante, cualquiera que sea su actividad, consagra cada
día un tiempo a la oración y a la reflexión personal. Sin intentar
fijar de antemano este tiempo, que depende de miles de
apremios que inciden sobre la vida, se puede decir que lo esen-
– 16 –
cial es llegar a determinar de un día para otro, entre los temas y
las actitudes de la oración, una continuidad, unos ritmos y, finalmente,
unas constantes que son reveladoras de profundas
tendencias, en las cuales resulta posible darse cuenta de cómo
nos conduce Dios» (cf. M. GIULIANI, op. cit., p. 16). Con mucha
frecuencia no resulta fácil reservar este tiempo. Es importante
tomar una decisión firme, de acuerdo, en la medida de lo posible,
con las personas que nos rodean.
La reflexión personal a lo largo del día
Se trata de formarse para hacer una lectura espiritual de lo que
se vive cada día. Aprender a vivir la propia vida progresivamente
bajo la luz habitual de la fe, a reconocer efectivamente la
voz discreta del Señor, a leer los signos que nos da de su presencia
y de su obra en nuestro trabajo y nuestra vida. Es ahí
donde se sitúa la originalidad de los Ejercicios Espirituales en
la vida diaria. Se tiene en cuenta la vida diaria como una manera
de orar.
Esta reflexión se centrará primero en la lectura del presente,
el modo en que es vivido, los sentimientos, las mociones espirituales
que lo habitan, para situarlo mejor y ordenarlo hacia
Dios, y en Dios y su designio de amor (ayudado también por el
tema de la oración de cada día).
«La reflexión personal llevará cada vez más a una “lectura
espiritual” de lo que se ha vivido en los días precedentes o en
periodos más lejanos, para tomar conciencia de los motivos que
determinan las opciones o el comportamiento; para descubrir
con mirada de fe dónde están las alegrías, los temores, las fuentes
de dinamismo o de inhibición: para captar el sentido de las
alternativas entre diversos sentimientos, o el momento del paso
de una etapa a otra. Esta reflexión llevará también a la lectura
del momento presente, para situarlo en continuidad con las experiencias
pasadas, a fin de sopesar el relieve que adquiere en
la conciencia por su contenido humano y por su significación
en la relación con Dios. Así, lentamente, se va precisando en ca-
– 17 –
da uno un hábito de discernimiento espiritual, que conduce por
etapas a unas certezas de fe en las que se compromete la vida y
a liberaciones de todo orden para el servicio del Reino de Dios
en la Iglesia» (cf. M. GIULIANI, op. cit., pp. 16-17).
La relectura del día
Para ayudarnos a entrar en esta lectura espiritual de cada día,
san Ignacio propone en los Ejercicios dedicar cada día, preferentemente
por la noche, un tiempo para releer la propia jornada.
Más adelante explicaremos el significado de esta relectura,
cuyo esquema se encuentra en el Anexo 3. En ella se unen la vida
y la oración; en ella releo mi existencia cotidiana con los
ojos del Señor, y aprendo a amar mi vida con el corazón de
Dios. Mi vida vale la pena, con su belleza pero también con sus
aspectos sombríos y decepcionantes. El hecho de releer mi realidad
cotidiana me predispone para el futuro. Lo que vivo ahora
de manera más reflexiva transforma mi realidad profunda, a
fin de vivir la realidad de cada día de manera más integrada. Se
recuerda el pasado para alimentar la esperanza del mañana.
La relación con la persona que acompaña
Para vivir esta atención teologal a lo cotidiano es importante estar
en relación con un testigo que ayude a releer lo que se vive,
la experiencia en la que uno se encuentra inmerso. Se le habla,
en un clima de confianza y apertura del corazón, de la propia
oración y del modo en que ha transcurrido la etapa. Este guía
«aporta al ejercitante una garantía indispensable, no solamente
para sostener o estimular, como desde fuera, sino para interpretar
y verificar las fuerzas que actúan en una conciencia humana
trabajada por la gracia creadora de Dios» (cf. M. GIULIANI, op.
cit., p. 17) y su Espíritu, y también por «el enemigo de natura
humana», como dice Ignacio.
«Deben preverse, pues, unos encuentros, según un ritmo
que es imposible precisar en el momento de empezar, pues variará
en relación con la historia de la oración, con las dificulta-
– 18 –
des del camino, con las luces y oscuridades del ir siendo tomado
por la experiencia de la docilidad al Espíritu», ya sea en la
oración o en las situaciones de la vida diaria. La convicción
fundamental de la persona que acompaña es, como dice
Ignacio, la seguridad de que «el Creador actúa inmediatamente
con su criatura» (cf. EE 15), y que la tarea del acompañante, sea
varón o mujer, es ayudar a la persona a disponerse, a ser dócil,
para dejar que Dios haga su obra en ella y le manifieste su voluntad
de amor.
Los encuentros comunes
Finalmente, como se trata de Ejercicios Espirituales en la vida
diaria en grupo, un último rasgo concierne a los encuentros comunes
mensuales. Éstos consisten en una puesta en común por
pequeños grupos de cinco o seis personas y, por otra parte, en
orientaciones dadas para el mes siguiente. En estos pequeños
grupos, preparados por un tiempo de oración personal, cada
persona podrá compartir muy libremente algo de las alegrías, de
las dificultades, de la forma en que el Señor ha hablado, conducido,
manifestado su presencia durante el mes transcurrido
desde el último encuentro. Las orientaciones dadas a continuación
consistirán en un tiempo de enseñanza que introduce la
etapa del mes siguiente, con referencias a la Escritura para alimentar
la oración.
Esta dimensión común tiene muchas ventajas, pero también
algunos límites. En cada encuentro, se presenta una etapa nueva
del camino de los Ejercicios. Puede suceder que uno de los
ejercitantes no haya concluido la etapa anterior y sienta la necesidad
de permanecer en ella, pues aún no ha recibido todo su
fruto. Está claro que lo prioritario es el camino de cada persona;
ésta discernirá con la persona que la acompaña lo que le
conviene y prolongará la duración de la etapa que está a punto
de vivir y en la que tal vez reciba todavía luces, o experimente
combates que ha de mantener. Si no se respeta la experiencia en
su dimensión más personal, se corre el riesgo de que los Ejer-
– 19 –
cicios Espirituales en la vida diaria dejen de ser una escuela de
transformación del corazón. Es importante, pues, que la influencia
del grupo no vaya contra la experiencia de la persona
(presión psicológica involuntaria...) y que se asegure la plena libertad
de cada uno en la experiencia espiritual, pues nada puede
reemplazar el encuentro personal con Dios.
Etapas del camino
San Ignacio propone un marco flexible que es el de la experiencia
cristiana en una vida activa. Habrá primero un buen
tiempo de preparación en el que se asegura el fundamento de la
experiencia, después una etapa de purificación del corazón y de
entrada en la misericordia. A continuación escucharemos la llamada
de Cristo y seremos invitados a contemplar extensamente
su vida y su Buena Nueva. Bajo esta luz percibiremos mejor
cuál es la llamada, la invitación que Cristo nos dirige en este
momento de nuestra existencia, cómo nos invita a ordenar mejor
nuestra vida según su evangelio. Pediremos ser confirmados
en la contemplación de su Pasión y su Resurrección, para que
nos lleve con Él en su misterio pascual y sitúe nuestra decisión
en su obra de salvación que se realiza en su Iglesia. El ritmo del
retiro es el del progreso en este itinerario interior.
Como puedes comprobar, se propone una cierta duración
para cada etapa, de modo que el conjunto del itinerario se desarrolla
a lo largo de nueve meses aproximadamente. Pero este
periodo no es absoluto. Lo esencial es que disciernas si has obtenido
el fruto de la gracia pedida en cada etapa. Por eso es importante
que lo verifiques con la persona que te acompaña.
Es posible que alguno de nosotros sienta durante las primeras
semanas que no es esto lo que se le pide por el momento. Por
esta razón el primer mes es una puesta en camino que permite
verificar la posibilidad y el deseo de entrar en la experiencia. Es
importante sentir que se podrá vivir este camino con una paz suficiente,
sin un estrés continuo. También es posible que alguna
– 20 –
persona que haya iniciado el itinerario estime que para ella es
mejor detenerse al final de la primera etapa. Estas cosas pueden
ser normales. Sencillamente es deseable que la decisión se tome
discerniendo con la persona que acompaña. El diálogo me permite
reconocer mejor lo que me conviene en el punto donde me
encuentro en este momento. En este caso, una parada en el camino
iniciado no será vivida como un fracaso. Se reconoce sencillamente
que es en esta etapa donde Dios se acerca a mí y me
acompaña. Querer avanzar y seguir el camino sería desperdiciar
lo que es conveniente para mí, la gracia que me es ofrecida para
este momento y en la que soy invitado a permanecer.
Conclusión
La empresa que iniciamos no es fácil. Es un camino largo y exigente.
Pero es rico en esperanza y podemos abordarlo con una
confianza grande y serena.
Es el Señor quien hoy nos invita a recorrerlo. Él nos dará
cada día lo que necesitemos. Confiémosle este itinerario y confiémonos
unos a otros al Espíritu Santo que nos guiará en nuestra
peregrinación.
* * *
NOTA: Los textos del libro de los Ejercicios Espirituales están
tomados de la edición de Santiago ARZUBIALDE, SJ,
Ejercicios Espirituales de san Ignacio. Historia y análisis,
publicada por Mensajero / Sal Terrae, Bilbao / Santander
1991.
El signo seguido de un texto en cursiva indica una
explicación del texto ignaciano.
– 21 –
Ponerse en camino
INTRODUCCIÓN. Habéis elegido vivir este itinerario de oración
para buscar y encontrar a Dios, y esperamos que obtengáis
mucho provecho de él.
Esta primera etapa es una puesta en camino. Se trata de que
cada uno se tome un tiempo para que su deseo de Dios crezca
en él.
Como toda puesta en camino, se trata de dejar algo. Aquí tenemos
que renunciar a ciertas cosas a fin de tener tiempo para la
oración: al principio, treinta minutos cada día a fin de llegar a sesenta
minutos (o dos periodos de treinta minutos), pero este
tiempo puede depender de varias limitaciones que se han de valorar
con la persona que acompaña. También tengo que dedicar
un tiempo a explorar diferentes lugares de oración hasta establecerme
en el que puede ayudarme mejor. Así, en esta primera etapa
dedico un tiempo a encontrar un ritmo de oración; y en esta
oración expreso a Dios mi deseo de buscarlo y encontrarlo.
Como ayuda para la oración encontrarás, en los anexos,
tres fichas que os invitamos a leer a lo largo de esta etapa: (1)
cómo meditar un texto de la Escritura; (2) para releer mi oración;
(3) para releer el día. Convendrá volver sobre ello de vez
en cuando.
Se trata también de que encuentres a tu acompañante (si todavía
no lo tienes): el Anexo 4 te propone algunas preguntas para
ayudarte a preparar este encuentro.
Si recorres este itinerario en grupo, el Anexo 5 te da algunas
indicaciones como ayuda para compartir y escuchar.
– 23 –
DURACIÓN DE ESTA ETAPA. Dos semanas (según se decida
en diálogo con la persona que acompaña).
GRACIA A DEMANDAR DURANTE ESTA PRIMERA ETAPA
> Pedir la gracia que aumente mi deseo de una relación
más profunda y más verdadera con mi Creador
y Señor.
1. Reconocer este deseo en mí.
2. Disponerme a acoger el don que Dios quiere
hacerme.
3. En el hoy de mi historia santa.
DISPOSICIÓN QUE SE HA DE CULTIVAR
> Escuchar y reunir todos estos deseos que tejen mi
vida para ponerlos en las manos del Señor.
> Disponerme interiormente para recibir y vivir lo
que el Señor quiera poner en mi corazón.
> Poner todos los medios necesarios para emprender
los Ejercicios espirituales en la vida diaria.
Estas dos primeras rúbricas son importantes, porque definen
el sentido en el que soy llamado a vivir este periodo,
en una doble dimensión:
Una gracia que recibir, porque esto supera mis fuerzas;
deseo la ayuda de Dios y me abro para recibirla.
Una disposición interior que voy a cultivar, a la que
voy a consagrarme en mi vida cotidiana, tendiendo a ella
todo lo posible; me comprometo ya en este sentido.
Es ahí donde encuentro el hilo conductor para el periodo
que empieza. Es, por lo tanto, un punto que debo
tener presente en el corazón a lo largo de cada periodo.
– 24 –
REFERENCIAS BÍBLICAS
Dedico un tiempo antes de la oración para elegir
el texto que voy a orar, y releo el Anexo 1.
Is 55 Dios nos invita: «Los que no tenéis dinero, venid
gratuitamente» y nos invita a recibir su Palabra
«que no vuelve a él sin haber producido su fruto».
Sal 63 Oro a partir del deseo de mi corazón: «Dios, tú mi
Dios, yo te busco».
Sal 42 El corazón del hombre busca a Dios: «Como busca
la cierva el agua viva, así te busca mi alma,
Dios mío...».
Jn 1,35-42 Dos discípulos de Juan, por indicación de su maestro,
siguen a Jesús: «¿Qué buscáis?».
Os 2,16-21 Dios desea también vivir en relación conmigo.
Sal 139 Presencia de Dios en toda mi vida (incluidas las
tinieblas).
Gn 12,1-9 Llamada de Abrahán.
Ex 3,1-6 Vocación de Moisés (y capítulo 2: su historia).
1 R 19,1-15 El encuentro de Elías con Dios.
MI HISTORIA SANTA
Después de doce días, os proponemos tomar esta ficha
de oración durante algunos días.
• Composición de lugar
Con la mirada de la imaginación me veo en comunión con
muchos hombres y mujeres, testigos de Dios para mí.
• Gracia que se ha de pedir
Pido a Dios la gracia de ver y de comprender cómo ha estado
presente en mi vida y me ha conducido hasta el día de hoy.
– 25 –
• Puntos
Rememoro los encuentros, los acontecimientos, los lugares
más significativos de mi historia.
Me detengo donde siento que Dios se ha dado a mí y saboreo
su presencia que ha actuado a lo largo de estos años.
• Diálogo libre o Coloquio
Me vuelvo al Padre, con Jesús, y oro en comunión con todas
las personas que me han hecho vivir y crecer.
PROPUESTA PARA RELEER EL DÍA. Al hacer la relectura del
día, tengo que estar atento a todo lo que despierta mi deseo de
Dios. Hablo de ello con Dios.
EJERCICIO-CUESTIONARIO. Este ejercicio puede ayudarte a tomar
conciencia de los deseos que habitan en ti y a desarrollarlos,
lo cual te ayudará a vivir todo el itinerario de los Ejercicios.
– ¿Cuáles son mis sueños, mis ideales, aquello en lo que desearía
invertir mi tiempo y mi vida?
– Si me pongo en movimiento, en acción, ¿hay algo que me
empuja, puedo reconocer en ello mi(s) deseo(s)?
Y mi deseo mayor, el más profundo, el que está en el corazón
de mi acción, ¿cuál es?
– ¿Dónde están mis carencias, los lugares de mi vida donde
estoy insatisfecho, donde tengo sed de más, de algo mejor?
– Hago memoria de lo que, en mi vida, ha despertado mi deseo
de Dios (un encuentro, una palabra, un libro, una oración,
un texto de la Biblia...). Y en ello, ¿qué me ha seducido,
atraído, puesto en camino?
– Escribo una oración en la que confío a Dios estos deseos
que habitan en mí.
«Al que recibe los ejercicios mucho aprovecha entrar en ellos con
grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su
querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como
de todo lo que tiene se sirva conforme a su santísima voluntad» (EE 5).
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Principio y fundamento
de mi vida
Fundamento 1
«El designio de amor de Dios»
«Creado por amor para amar»
(SAN BERNARDO)
INTRODUCCIÓN. Te proponemos orar el amor creador de
Dios. Después de haber dirigido tu petición a Dios, toma uno de
los textos propuestos, estando atento a lo que te conmueve, allí
donde se revela el amor de Dios a ti.
DURACIÓN DE ESTA ETAPA. Un par de semanas (según se decida
en diálogo con la persona que acompaña).
GRACIA A DEMANDAR
> Consentir ser amado y creado continuamente por Dios
para cumplir con Él mi vocación en este mundo.
ACTITUDES QUE SE HAN DE CULTIVAR
> Realizar y gustar cómo Dios está presente, con Amor, en
mi vida y en toda mi historia hasta hoy.
> Dejar que crezca el deseo y el gusto de consentir a esta
creación de Amor y colaborar en ella.
> Dejar que se arraigue en mí una confianza fundamental
en este Dios de la Vida.
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REFERENCIAS BÍBLICAS
Dedico un tiempo antes de la oración para elegir
el texto que voy a orar, y releo el Anexo 1.
Is 43,1-5 «No temas, yo estoy contigo».
Is 54,1-10 «Con Amor eterno te amé».
Gn 2,4-25 Somos creados por Amor en un mundo que nos
es confiado.
Os 11,1-4 Dios me ama y me crea en toda mi historia.
Ef 1,3-14 Acción de gracias por el designio benévolo de
Dios.
Jn 1,1-14 El Verbo, centro y fuente de toda vida.
Rm 8,19-39 El proyecto de amor de Dios.
Col 1,15-23 Cristo en el corazón de la creación y de nuestra
vida.
Sal 103–105 Bondad, grandeza, fidelidad de Dios.
Para leer antes de comenzar la oración.
«El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios
nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre
la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la
prosecución del fin para que es criado» (San Ignacio, primera parte del
«Principio y fundamento», EE 23).
PROPUESTA PARA RELEER EL DÍA. Al hacer la relectura del
día, estoy atento a todo lo que «habla» del Amor creador de
Dios. Me maravillo de ello y le doy gracias.
«No el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar
de las cosas internamente» (EE 2,5).
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Para ayudar a la meditación
del «Principio y fundamento»
Al final de este primer tiempo de Ejercicios espirituales en la
vida diaria, ¿dónde nos encontramos en nuestro camino? Después
de una o dos semanas de camino, hemos entrado poco a
poco en la meditación del «Principio y fundamento». Para esto
hemos pedido la gracia de vivir una actitud fundamental de
confianza del corazón en el Dios de la Vida. Algunos textos de
la Escritura nos han ayudado a alimentar la oración. Y nos esforzamos,
con su gracia, por vivir esta actitud en la realidad
concreta de la vida diaria; hasta gustar y sentir esta actitud en
nuestro corazón en el sentido bíblico del término, si se nos concede.
Se trata, en primer lugar, de comprender cuánto soy amado
por Dios, en lo concreto de mi existencia. Conviene que recuerde
–que tome nota, a ser posible– los detalles de mi vida y
de mi historia, de todo lo que soy. Dios me ama y me elige en
este entorno, esta época, estos padres, esta familia, este país,
etc. ¿Puedo aceptarlo plenamente como signo de su amor?
¿Hasta alabarlo y darle gracias por todo ello? Esto no es siempre
fácil. No siempre estoy reconciliado con lo que soy.
Podemos tomar nota de otras características de lo que somos
sin haberlo elegido nosotros mismos: temperamento, inteligencia,
clase social, lengua, sexo, aspecto físico, cultura, etc.
Algunas cosas me agradan, otras me desagradan. Se trata de reconocer
que en todo esto soy elegido y amado por Dios. Está
también toda mi historia, que me ha modelado y que yo también
he modelado (cf. Sal 139 [138],13-14). Dios me ha acompaña-
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do, elegido, amado, cualesquiera que sean las sinuosidades, los
altibajos del camino de mi vida. ¿Puedo aceptarme tal y como
soy? Mirad las aves del cielo y los lirios del campo (Mt 6,25-
34). ¿Puedo dar gracias al Señor por ello, no extrañarme de que
no siempre sea fácil consentir en ser elegido y amado como soy
y en mi situación actual? Puedo sentir resistencias en mí, no
sentirme capaz de ello por el momento. Se trata sencillamente
de reconocerlo. Sin culpabilizarme ni rebelarme. Pido la gracia
de avanzar por este camino de consentimiento, de posible reconciliación.
Hemos considerado y pedido la gracia de comprender también
que no sólo somos amados por Dios, sino creados continuamente
por Dios. Creados, no como por un papirotazo, un
«big bang», sino creados actual y continuamente. Su amor creador,
apasionado, arde en lo más íntimo de mí mismo. Ahora, en
este momento, soy creado en el ser y en toda la concreción de
mi existencia. ¿Consiento plenamente en ser elegido, amado y
creado por Dios de esta manera? ¿Y creado porque incluso antes
de existir soy elegido y amado en el corazón de Dios?
¿Acepto recibirme así por entero de Él tal y como soy?
Y este Dios, que me ama en todo momento y habita en lo
más íntimo de mí mismo, espera ser amado libremente por mí.
Es preciso que yo confíe en él. Su deseo respeta plenamente mi
libertad. Él no se impone, no me fuerza. Su deseo es habitado
por un proyecto de amor inscrito, oculto en lo más profundo de
mí. No como un plan totalmente establecido, escrito ya en un
gran libro, con el que tendría que configurarme. No, es un proyecto
que el Señor desea realizar conmigo a través de toda mi
historia y que se crea paso a paso. Es allí donde nos encontramos
y en ello conviene que profundicemos durante los días y
las semanas siguientes.
Porque este proyecto de Dios está inscrito en lo más íntimo
de todas las cosas y en mí. El deseo de amor del Señor (su voluntad)
es que todo lo que Él ha elegido, creado y amado sea un
día plenamente cumplido, reunido, salvado en Él (cf. Ef 1,4-10;
Jn 12,52). Estamos comprometidos con Dios en una empresa,
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un designio de amor inmenso: establecer el Reino de Dios (Mt
6,34), el reino del amor en nuestro mundo. El Señor me invita
y me llama a realizar con Él en este mundo su proyecto de amor
inscrito en mí. Porque cada uno de nosotros tiene un lugar único
en esta empresa que se concreta allí donde Dios me crea ahora
con todo lo que soy, y a partir de los deseos inscritos en lo
más profundo de mi ser y que tienen su fuente en Él, porque es
Él quien está en el origen de mi identidad profunda y pone en
mí estos deseos profundos. El sentido de mi vida es cumplir,
realizar estos deseos, suscitados por su Espíritu, que son signos
de su voluntad de amor en mí. De este modo construyo con Él,
en mi puesto, su Reino de amor.
Si es así, se ve la importancia de nuestros deseos y cómo tenemos
que estar atentos para discernir cuáles son los verdaderos,
los que están arraigados en Dios. Porque nuestros deseos
pueden ser múltiples, y a veces contradictorios. Más artificiales
o más profundos, más inmediatos o más fundamentales, más ordenados
y auténticos, o más desordenados. También pueden tener
la apariencia del bien y, sin embargo, no ser buenos para mí.
Además, a menudo deseamos un montón de cosas: bienes de
consumo, seguridad económica, una posición cómoda, relaciones,
salud, cultura, viajes, etc., y todas estas cosas son buenas
en sí mismas. Porque todas estas cosas sobre la faz de la tierra
son creadas por Dios. «Y vio Dios que era bueno» (Gn). Y todo
es creado para nosotros, los seres humanos, es decir, para
ayudarnos a crecer en la vida, a realizar la finalidad de nuestra
existencia.
Ahora bien, hay algunas cosas que nos atraen, las deseamos.
Otras no nos interesan, nos repugnan o tenemos miedo de
ellas. ¿Cómo conocer las que son buenas para mí? ¿Cuáles van
a ayudarme a realizar el sentido de mi vida? ¿Qué elecciones
debo hacer, entre todas estas cosas buenas, sin dejarme conducir
por mis antojos, mis deseos demasiado superficiales o ilusorios,
ni dejarme frenar por mis miedos?
Se ve, por tanto, la importancia de las «cosas creadas» en
nuestra relación con Dios. A veces sentimos la tentación de cre-
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er que nuestra relación con Dios se realiza y se vive únicamente
en nuestra oración, en nuestra relación íntima, personal con
él. ¡No! Ésta implica y se realiza también en nuestra relación
con las «cosas», es decir, con las personas con las que vivo, con
mi familia, mi comunidad, mi profesión, mis bienes, mi cuerpo,
mis proyectos, etc. Todas estas «cosas» son el medio donde se
realiza mi relación con Dios; a través de ellas lo buscamos, lo
encontramos, y se realiza su Designio de amor en nosotros; y
los Ejercicios espirituales en la vida diaria ponen el acento más
en las «cosas creadas» que forman la trama de mi existencia;
uno de los criterios de verdad de la oración consiste en verificar
si me ayuda a ordenar «las cosas creadas» de mi vida concreta
y mis deseos según Dios.
Para vivir esta orientación, esta actitud fundamental, hace
falta una libertad interior frente a las cosas creadas y a mis deseos
o mis miedos; san Ignacio dirá que «es menester hacernos
indiferentes».
Porque, de hecho, no soy libre espontáneamente con respecto
a todos mis deseos o mis miedos, ni a todas «las cosas»
que forman mi medio, mi entorno, las situaciones de mi existencia.
Así pues, será menester reajustar nuestros deseos y nuestro
apego a las cosas. Tenemos que realizar un cierto desprendimiento
cuando se trata de hacer elecciones que afectan de
algún modo a nuestra existencia. A veces siento la tentación de
elegir según la moda o siguiendo mi inclinación natural, según
lo que me gusta instintivamente, o para realizar mis proyectos,
mis ambiciones. Hay en nosotros pulsiones o resistencias, torpezas,
miedos que hacen difícil una elección plenamente conforme
a la realización de nuestra vida y de nuestros deseos
según el designio de amor de Dios por nosotros y en nosotros.
Tenemos que hacer una larga peregrinación que nos exige liberarnos
interiormente de los condicionamientos que nos estorban,
y no dejarnos guiar simplemente por nuestra espontaneidad
instintiva. En este sentido, tenemos que hacernos libres y,
por lo tanto, indiferentes.
Comprendamos bien la expresión «hacerme indiferente».
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Ésta no significa que no podamos sentir preferencia, apego o
miedo, o que ya no tengamos deseos; pero hay una manera de
estar apegado a las cosas, a las relaciones, a los proyectos, a una
carrera... que envenena mi libertad. Corro el riesgo de identificarme
con las cosas, de apegarme a ellas. Las cosas pueden seducirnos
y nos convertimos en esclavos suyos. Las cosas se
convierten en un absoluto. Necesitamos, pues, trabajar con la
gracia del Señor sobre este apego desordenado, o este miedo
instintivo. Por un desprendimiento en nuestro corazón, llegamos
a ser libres interiormente y podemos hacer una elección
justa. Esto es hacernos indiferentes. En la libertad interior reencontrada
de esta manera podremos acceder a nuestro verdadero
deseo más profundo, que coincide con el deseo de Dios sobre
nosotros. Entonces reconoceremos lo que en nuestros apegos se
une a este deseo fundamental y podremos «desear y elegir lo
que más nos conduce para el fin que somos criados» (EE 23).
Éste es todo el camino de los Ejercicios espirituales en la vida
diaria.
La gracia que se ha de pedir y recibir durante estos días y
estas semanas es comprender y sentir estas verdades, tener la
experiencia de su realidad en nuestra vida. Se trata de comprender
con nuestra inteligencia y de sentir dejando que lo comprendido
baje a nuestro corazón:
– que Dios me elige, me ama y me crea sin cesar y
actualmente;
– que suscita, en lo más profundo de mí, deseos que
corresponden al sentido de mi creación y a lo que yo
soy en lo mejor de mí mismo;
– que al poner por obra estos deseos, realizo y doy vida
al Reino de Dios en el lugar que ocupo en la humanidad,
es decir, realizo el fin de mi vida;
– que esto requiere una disponibilidad, una libertad,
una indiferencia activa con respecto a las cosas creadas
y a mis deseos, para desear y elegir sólo lo que
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me conduce más al fin para el que he sido creado;
– que aún no he llegado allí; reconocer verdaderamente
esta distancia, sin culpabilidad, ni despecho, ni voluntad
de llegar allí por mis propias fuerzas, sino
confiando en el Dios que quiere hacerme vivir.
Es un trabajo espiritual que hemos de realizar con su gracia
durante estas semanas. Porque estas verdades y estas actitudes
son el principio y el fundamento sobre los cuales reposa todo el
camino de los Ejercicios espirituales en la vida diaria.
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