Cristo_en_lo_cotidia.. - Editorial Sal Terrae frag
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da uno un hábito de discernimiento espiritual, que conduce por
etapas a unas certezas de fe en las que se compromete la vida y
a liberaciones de todo orden para el servicio del Reino de Dios
en la Iglesia» (cf. M. GIULIANI, op. cit., pp. 16-17).
La relectura del día
Para ayudarnos a entrar en esta lectura espiritual de cada día,
san Ignacio propone en los Ejercicios dedicar cada día, preferentemente
por la noche, un tiempo para releer la propia jornada.
Más adelante explicaremos el significado de esta relectura,
cuyo esquema se encuentra en el Anexo 3. En ella se unen la vida
y la oración; en ella releo mi existencia cotidiana con los
ojos del Señor, y aprendo a amar mi vida con el corazón de
Dios. Mi vida vale la pena, con su belleza pero también con sus
aspectos sombríos y decepcionantes. El hecho de releer mi realidad
cotidiana me predispone para el futuro. Lo que vivo ahora
de manera más reflexiva transforma mi realidad profunda, a
fin de vivir la realidad de cada día de manera más integrada. Se
recuerda el pasado para alimentar la esperanza del mañana.
La relación con la persona que acompaña
Para vivir esta atención teologal a lo cotidiano es importante estar
en relación con un testigo que ayude a releer lo que se vive,
la experiencia en la que uno se encuentra inmerso. Se le habla,
en un clima de confianza y apertura del corazón, de la propia
oración y del modo en que ha transcurrido la etapa. Este guía
«aporta al ejercitante una garantía indispensable, no solamente
para sostener o estimular, como desde fuera, sino para interpretar
y verificar las fuerzas que actúan en una conciencia humana
trabajada por la gracia creadora de Dios» (cf. M. GIULIANI, op.
cit., p. 17) y su Espíritu, y también por «el enemigo de natura
humana», como dice Ignacio.
«Deben preverse, pues, unos encuentros, según un ritmo
que es imposible precisar en el momento de empezar, pues variará
en relación con la historia de la oración, con las dificulta-
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