Oh Magazine 17-10-2020

Su inclinación por el diseño no fue sorpresiva para ella ni su
familia. Ya a los 12 años, hacía joyas y las vendía en una galería
de arte que manejaba su madre. Al ver sus padres esa pasión
por este oficio (fue innato, desde el principio, su intuición la
encaminó directo a la joyería), la inscribieron en todos los
cursos posibles, incluyendo los veranos de la Escuela de Diseño
de Altos de Chavón.
FUERTE BASE EDUCATIVA
Y de los veranos en Chavón, Mónica llegó al Istituto Europeo
di Design (IED). A los quince años, se encontraba en Milán,
por un verano, para aprender joyería. Una de las puertas más
significativas en su enseñanza. ¿Por qué? “Para mi sorpresa,
era diseñar con el programa de diseño 3D. Hice mi primera
colección allá. La tengo aquí en mi estudio, esperando el
momento indicado para ser lanzada”.
La historia siguió y, como si fuera poco, ostenta un título en
joyería de la Savannah College of Art and Design (SCAD). Pero
¿Qué es lo más valioso obtuvo allí? Aprendió a trabajar con
otras disciplinas del arte. “Estar en una universidad de arte
me enseñó la importancia de la colaboración, algo que es muy
valioso hoy en mi trabajo, pues todo el tiempo estamos en este
proceso con nuestro equipo”.
“ME MUEVE LA RELACIÓN HUMANA, LOS
PATRONES QUE CREAMOS. SOBRE TODO, ME
INSPIRA LA NATURALEZA Y LO QUE PODEMOS
CREAR CONSCIENTEMENTE CON LO QUE LA
TIERRA NOS PROVEE”.
SU MUNDO ANATÓMICO
Hay luz y una presencia peculiar en lo que crea Mónica. Su
joyería está basada en imágenes microscópicas de semillas. “La
inspiración de esto es que todas las personas que conocemos
nos ‘plantan’ una semilla, de luz o de oscuridad. A través de las
semillas, descubrí cómo, visualmente, representar este estudio
antropológico”.
En cuanto a materiales para darle vida a sus ideas, utiliza
plata esterlina y oro como metales base, la impresión 3D como
un producto final. Siempre veremos presente su insignia:
la esfera Huritá, una circunferencia perfecta perforada, “así
descubriendo un mundo de color dentro de ella. Para mí, esta
esfera representa la aceptación, el perdón y celebrar la vida
cada día”.
Ese color que Valera utiliza dentro de las esferas es fibra
microscópica, con una paleta de colores de nuestro bello
Caribe: el azul del cielo y el mar, el verde de los árboles
y el tono terracota de la tierra. En cuanto a las piedras,
utiliza endémicas de nuestra isla. El ámbar y el larimar son
principales su más reciente colección Minute.
Arte que corre POR LAS VENAS
Mónica, quien viene de una familia de artistas y también es curadora,
reconoce lo importante de esta influencia de crecer al rededor del arte.
“Al llegar del colegio, iba directo al taller de mi padre, Fernando Varela,
y tener conversaciones profundas, a tan temprana edad, desarrolló en
mí una sensibilidad que no tiene precio”, rememora emocionada.
POTENCIA EL
LARIMAR
MENTE EN ETERNA PRODUCCIÓN
La diseñadora, que confiesa cada una de sus piezas lleva un
pedacito de ella, se encuentra desarrollando tres colecciones
que serán lanzadas en los próximos meses. Este intenso
proceso creativo arranca en una idea y luego entra cada uno
de los integrantes de su equipo para llevarlo a cabo. “Desde el
lapidario, el 3D modeller, mi equipo de casteado en la ciudad
de Nueva York y nuestros joyeros de la Republica Dominicana,
todos formamos una parte integral del resultado final”.
Una obra de arte: “Forma y Vacío” de Fernando Varela.
Libro: “Siempre Estuvo En Mí” de Alan Cohen.
Colaborar con: Oscar de la Renta, con mi joyería.
PUEDES SEGUIR MÁS DE SUS DISEÑOS EN INSTAGRAM: @MONICAVARELA
17 de octubre de 2020 Oh!
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