Edición No. 2 Revista Oopart: Nación
Hernando Téllez, escritor y periodista colombiano, nos contó en Espuma y nada más la historia del barbero que tuvo la oportunidad de asesinar a uno de sus enemigos, pero finalmente concluyó: Y tan fácil como resultaría matarlo. Y lo merece. ¿Lo merece? No, ¡qué diablos! Nadie merece que los demás hagan el sacrificio de convertirse en asesinos. ¿Qué se gana con ello? Pues nada. Vienen otros y otros y los primeros matan a los segundos y éstos a los terceros y siguen y siguen hasta que todo es un mar de sangre. En un mes de agosto que tuvo como protagonista a la muerte vestida de masacres, desde abordamos el imaginario de Nación. Desafortunadamente ni las palabras, ni los homenajes, ni la indignación ni los actos simbólicos nos devolverán la vida de quienes se fueron sin siquiera saber por qué.
Hernando Téllez, escritor y periodista colombiano, nos contó en Espuma y nada más la historia del barbero que tuvo la oportunidad de asesinar a uno de sus enemigos, pero finalmente concluyó:
Y tan fácil como resultaría matarlo. Y lo merece. ¿Lo merece? No, ¡qué diablos! Nadie merece que los demás hagan el sacrificio de convertirse en asesinos. ¿Qué se gana con ello? Pues nada. Vienen otros y otros y los primeros matan a los segundos y éstos a los terceros y siguen y siguen hasta que todo es un mar de sangre.
En un mes de agosto que tuvo como protagonista a la muerte vestida de masacres, desde abordamos el imaginario de Nación.
Desafortunadamente ni las palabras, ni los homenajes, ni la indignación ni los actos simbólicos nos devolverán la vida de quienes se fueron sin siquiera saber por qué.
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nos permitirá la plenitud total de la
vida porque, en cuanto más fuerte es
la carga, más cerca de la tierra está la
vida y, por antonomasia, más real se
torna. En cambio -señala Milan
Kundera en la misma línea de
Nietzche-, la levedad hace que el
hombre se vuelva ligero en el aire,
que vuele hacia lo alto y se distancie
totalmente de la tierra dejando de ser,
por consiguiente, un ser terreno. De
esta manera y con los años, el eterno
retorno recupera sus fuerzas y hace su
parte porque para todos esos a los que
corroe la levedad -a todos esos que
inunda la negación a buscar y ver- ni
los horrores de La primera guerra
mundial, ni el estallido de las bombas
atómicas ni, mucho menos, la masacre
diaria e indiscriminada de civiles en
Siria asustan. Abrimos los libros de
historia o vemos un documental en
Netflix, pero ni las balas que
atraviesan los vientres de cientos de
mujeres embarazadas, ni la intachable
democracia amante del petróleo
extranjero, nos dicen nada porque
esas cosas no resultan más que meras
palabras, puras teorías relativas,
simples e insípidas discusiones
intelectuales que... no dan miedo…
Así, Kundera se reconcilia con el Hitler
asesino de sus familiares porque, al
vivir el eterno retorno por medio de las
fotografías, Hitler no es más que la
posibilidad de recuperar un tiempo
pasado de su vida, un tiempo que ya no
volverá: la pura levedad de su ser: “
Esta reconciliación con Hitler
demuestra la profunda perversión moral que
va unida a un mundo basado esencialmente
en la inexistencia del retorno, porque en ese
mundo todo está perdonado de antemano y,
por tanto, todo cínicamente permitido.”
De esa manera, nos
encontramos frente a una de las
paradojas más grandes de la
humanidad: el olvido por ausencia de
peso: la repetición malsana y eterna
del horror por ausencia de peso: la
defensa de una patria por la falta de
peso.
¿Levedad o peso?
El escritor colombiano Nahum
Montt en su Eskimal y la mariposa
inventa que, a veces, no todas las cosas
que pasan en Colombia aparecen en
los noticieros ni se pueden leer en los
periódicos. El santandereano
enloquece diciendo que hay cientos de
cosas que se ocultan. Para él -en total
pérdida de sus sentidos- no existe una