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Areíto, sábado 14 de noviembre del 2020

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Sábado <strong>14</strong> <strong>de</strong> <strong>noviembre</strong><br />

8 H OY <strong>de</strong> <strong>2020</strong><br />

A RE Í TO<br />

PLINIO CHAHÍN<br />

Aporte<br />

EL ARTE EN<br />

TIEMPO DE<br />

PA N D E M I A<br />

O CRISIS<br />

Si la vida comienza a partir <strong>de</strong> grietas,<br />

organizándose <strong>de</strong> nuevo en los orificios<br />

<strong>de</strong> una crisis, el artista, como el niño o el<br />

extranjero, vive <strong>de</strong> esa grieta que siempre<br />

nos acompaña. A ras <strong>de</strong> tierra,<br />

conectados con las corrientes serpentinas,<br />

los artistas tienen la inteligencia <strong>de</strong> las<br />

situaciones <strong>de</strong> crisis, que luego<br />

transforman en una obra <strong>de</strong> arte.<br />

(A propósito <strong>de</strong> “El jardín <strong>de</strong> la <strong>de</strong>licias”<br />

<strong>de</strong>l Bosco )<br />

Hay, sin embargo, un pensamiento<br />

que pue<strong>de</strong> sustituir sin daño, y con<br />

beneficio, a la noción <strong>de</strong> crisis y<br />

estado <strong>de</strong> ansiedad <strong>de</strong>l artista que<br />

cumple una función similar sin tener que<br />

dar pruebas a una fi<strong>de</strong>lidad sospechosa hacia<br />

una intervención exterior y milagrosa. O,<br />

más bien, un sentimiento que resume toda<br />

la fuerza creadora <strong>de</strong>l arte sin que por ello<br />

haya que preguntar por una incierta instancia<br />

salvadora o sobrenatural.<br />

Este sentimiento <strong>de</strong> experiencia estética<br />

en el marco <strong>de</strong> una situación <strong>de</strong> crisis pandémica<br />

como la que vivimos, ha generado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los siglos XIV y XV hasta la actualidad,<br />

quizás, las mejores obras en el <strong>de</strong>curso <strong>de</strong> la<br />

historia <strong>de</strong>l arte. Verbigracia, “El jardín <strong>de</strong> las<br />

d e l i c i a s” (1503), <strong>de</strong>l enigmático y soñador<br />

pintor holandés, Hieronymus El Bosco<br />

(<strong>14</strong>50-1516), quien en esta obra crea un espacio<br />

alegórico <strong>de</strong> angustias... El artista <strong>de</strong>spliega<br />

su singular naturaleza en un vuelo<br />

pasmoso por algún recodo <strong>de</strong>l tiempo anterior<br />

al tiempo. In illo tempore, alguna<br />

vez … Y allí, cielo abierto, la pólvora que es su<br />

obra, vencida ya la cronología, se abre fulminante<br />

en un <strong>de</strong>rroche <strong>de</strong> luz e inaugura<br />

un espacio insensato <strong>de</strong> jolgorio, culpa y placer…<br />

¿Por qué insensato? ¿Es el término<br />

apropiado? ¿No habrá una palabra más<br />

acor<strong>de</strong> con la realidad poética alguna <strong>de</strong> doble<br />

sentido, convincente por su morfología,<br />

y que nos remita a una cordura mentalmente<br />

extraviada o a ese falso <strong>de</strong>satino <strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>sequilibrio creador?<br />

La tabla central <strong>de</strong> “El jardín <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l<br />

i c i a s”, flanqueada por el venir <strong>de</strong> Eva a la luz<br />

(“Creación <strong>de</strong> la mujer”) y las tinieblas en los<br />

antros mitológicos <strong>de</strong>l tormento (“Infier-<br />

n o”), hace explícito el nudo <strong>de</strong>l inconsciente<br />

con la conciencia. Creación y <strong>de</strong>strucción<br />

ocupan allí un plano terrenal que bascula<br />

ante la mirada atónita con su carga semántica<br />

<strong>de</strong> proto-mundo. Despliegue <strong>de</strong> una era<br />

agnostozoica en la que solo viven los animales,<br />

sean o no dañinos; también están las<br />

geologías sin nombre y una vegetación inimaginable<br />

que armoniza con máquinas in<strong>de</strong>scriptibles<br />

para entorpecer la inteligencia<br />

<strong>de</strong> quien va a buscar sin éxito el hilo <strong>de</strong> una<br />

historia. Pero el hormigueo <strong>de</strong> los cuerpos<br />

respon<strong>de</strong> a un or<strong>de</strong>n. Como una ma<strong>de</strong>ja lujuriante<br />

<strong>de</strong> la vida, esta escena posee una<br />

configuración .<br />

La simetría <strong>de</strong> las cosas, la perspectiva por<br />

planos en profundidad, así como la coreografía<br />

<strong>de</strong> los grupos en movimientos, son recursos<br />

que enmascaran el exceso conteniendo<br />

la profusión.<br />

¿Será eso la sensatez en el espacio, o un<br />

escenario <strong>de</strong> perplejidad? No hay respuesta.<br />

O lo que es igual: las respuestas son tantas,<br />

que ni una sola satisface la curiosidad que<br />

<strong>de</strong>spierta la obra todavía hoy día.<br />

“El Jardín <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias” sigue siendo una<br />

reserva <strong>de</strong> asombros, provisión <strong>de</strong> admiraciones.<br />

Su canon, improbable por <strong>de</strong>finición,<br />

extravía toda intención <strong>de</strong> inventario.<br />

La barroca –por exuberante—profusión<br />

<strong>de</strong> escenas y el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> anomalía, junto<br />

a los reproches a un mundo en que la<br />

Mentira trenzada con el Engaño cae en cascada<br />

sobre el hombre y le ahoga <strong>de</strong> invenciones,<br />

ardi<strong>de</strong>s, estratagemas, ficciones, embustes,<br />

dolos, marañas, ilusiones, trampas,<br />

frau<strong>de</strong>s, falacias, adquiere allí una intensidad<br />

tal que si ante el chorro <strong>de</strong> vilezas no<br />

sucumbe al lector rendido, al menos se figura<br />

compren<strong>de</strong>r que, efectivamente uno en<br />

este mundo no se topa sino una monstruosidad<br />

tras otra. Que sea literatura o pintura lo<br />

mismo da: la época sólo reconoce la realidad<br />

<strong>de</strong>l mundo evocada por un lenguaje innúmero,<br />

por la imaginación torrencial. Ninguna<br />

realidad <strong>de</strong> primera mano a la que tener<br />

acceso. Lo real practicable es siempre, por<br />

<strong>de</strong>finición, el duplicado <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo aún<br />

por conocer, que pronto convendrá en estimar<br />

inextricable…<br />

¿Jardín? Vidas híbridas que levantan el<br />

vuelo sin escandalizar una realidad <strong>de</strong> ensueño,<br />

y hasta el cristal—tubos o caños, conductos,<br />

canalillos, esteras o esferoi<strong>de</strong>s—en -<br />

caja con la pulpa <strong>de</strong> los frutos, cruza las rocas,<br />

refleja los cuerpos volan<strong>de</strong>ros como libélulas,<br />

une la geología onírica con la amenaza<br />

vegetal o el gigantismo <strong>de</strong> los animales.<br />

Lo múltiple converge y se unifica en la receptacularidad,<br />

para la contención. Al menos<br />

las cosas aquí están claras: ovoi<strong>de</strong>s habitados,<br />

capota <strong>de</strong> escorpión, concha <strong>de</strong><br />

molusco, algún equino<strong>de</strong>rmo… Todo contiene<br />

o es contenido, nada está abandonado<br />

a suerte <strong>de</strong> intemperie, nada que no incluya<br />

unas pare<strong>de</strong>s envolventes.<br />

La cólera contra el mundo, en esta siniestra<br />

obra, podría presidir la invención <strong>de</strong> lo que<br />

para nosotros, según la fórmula <strong>de</strong> Weber, se<br />

ha convertido en una “jaula <strong>de</strong> acero”. En un<br />

encierro infernal <strong>de</strong>l tedio, la <strong>de</strong>sesperación y<br />

la muerte.En un bicho invisible que se ha apo<strong>de</strong>rado<br />

<strong>de</strong> nuestro ser y <strong>de</strong>stino.<br />

Claro está, el <strong>de</strong>stino humano siempre ha<br />

sido objeto <strong>de</strong> una interrogación angustiada:<br />

la insistencia <strong>de</strong> la tragedia griega en el “<strong>de</strong>s -<br />

t i n o” es un buen ejemplo <strong>de</strong> ello. Pero la sospecha<br />

respecto al sentido <strong>de</strong>l mundo “en su<br />

t o t a l i d a d” es <strong>de</strong> otra naturaleza. Es la señal<br />

<strong>de</strong> una inquietud cuyas raíces históricas se<br />

hallan en el judaísmo y el cristianismo. En<br />

efecto, la ausencia generalizada <strong>de</strong> sentido<br />

solo se convierte en un auténtico problema<br />

en un universo marcado por la contingencia.<br />

Un mundo contingente es un mundo don<strong>de</strong><br />

no <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong> preguntar: “Por qué hay algo<br />

en vez <strong>de</strong> nada”? Ahora bien, la contingencia<br />

<strong>de</strong> todo lo que existe <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> la creencia en<br />

que el mundo ha sido “c e r ra d o” a partir <strong>de</strong> la<br />

nada, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> una coyuntura <strong>de</strong> pan<strong>de</strong>mia<br />

o crisis existencial.<br />

A esta combinación <strong>de</strong> dar y retener, o <strong>de</strong><br />

urgir y retardar, la llamamos “v i d a”. La forma<br />

prestada en ella es fugacidad, la cortedad semántica<br />

confusión.<br />

El caso es que el mundo goza <strong>de</strong> una luz,<br />

<strong>de</strong>spi<strong>de</strong> una claridad que lo hace visible formalmente,<br />

que esta claridad es el reflejo <strong>de</strong><br />

otra luz original proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l empíreo,<br />

que ha dibujado el Bosco en su obra“ El -<br />

Jardín <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias”.<br />

Dentro <strong>de</strong> un cosmos cuyas leyes son perfectamente<br />

necesarias, la absurdidad sólo<br />

pue<strong>de</strong> ser local. Se abate contra el individuo<br />

(el héroe trágico) sin que el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l mundo<br />

sea cuestionado por los maleficios <strong>de</strong>l azar.<br />

En cambio, un mundo creado no lleva en sí<br />

las razones <strong>de</strong> su existencia, no ofrece ninguna<br />

justificación <strong>de</strong> los logros o fracasos <strong>de</strong>l<br />

h o m b re.<br />

Cuando se dirige a un universo contingente,<br />

la <strong>de</strong>manda hiperbólica <strong>de</strong> sentido<br />

amenaza con transformarse en “una cultura<br />

<strong>de</strong> la posible cólera contra el mundo”. Los<br />

movimientos mesiánicos y luego agnósticos<br />

<strong>de</strong>l cristianismo primitivo, por ejemplo, estaban<br />

animados por una exigencia absoluta<br />

<strong>de</strong> sentido, ya que esta se refería a la salvación<br />

<strong>de</strong> la humanidad. La comparación<br />

entre la intensidad <strong>de</strong> su expectativa y los<br />

<strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l mundo les llevaba inevitablemente<br />

a una actitud <strong>de</strong> rechazo. Una realidad<br />

que no respon<strong>de</strong> a nuestras exigencias<br />

y que creemos que pue<strong>de</strong> ser diferente pue<strong>de</strong><br />

generar una cólera que pue<strong>de</strong> llegar hasta<br />

esperar la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l mundo en beneficio<br />

<strong>de</strong> un más allá <strong>de</strong> la reconciliación,<br />

que axiológicamente sugiereesta magnífica<br />

obra, <strong>de</strong>l genio flamenco Hieronymus El<br />

Bosco.

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