08.02.2021 Views

RockBottomMagazine.Numero.16.Mayo.2020.02

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

aparece un joven Ben Hawkins (Nick Stahl),

sucio y exhausto, que se encuentra con la

comitiva de un circo ambulante al estilo del

de “Freaks” de Tod Browning (las referencias

al clásico de Browning son evidentes) y que

es acogido entre su gente siguiendo las

directrices del misterioso “management”, una

voz que se esconde tras una cortina en un

vagón al que solo puede acceder Samson,

el enano encargado de gestionar el circo.

Desde el comienzo de la serie se aprecia que

el torturado Hawkins posee la capacidad de

sanar (a costa de la energía y salud de otros

seres) a la vez que es torturado continuamente

con extraños sueños, provocados sin duda

por un pasado y unos ancestros mucho más

antiguos que el propio hombre. A la vez,

sin aparente relación, tenemos al hermano

Justin, un imponente sacerdote metodista

(interpretado por Clancy Crown, el recordado

contrincante de Christopher Lambert en

“Los inmortales”) que reside con su hermana

Iris en Mintern, California. Sin duda Crown y

su interpretación, intensa, sobria, impulsada

por su presencia intimidante, hacen que

el personaje de Justin sea absolutamente

demoledor, aterrador y atractivo a partes

iguales. Sucede que Justin también posee

capacidades inquietantes (la escena en la

que hace vomitar monedas a la ladrona en la

iglesia lo muestra aún inseguro pero con un

instinto terrorífico). Ambos comparten sueños

sin ser conscientes el uno del otro y ambos

se niegan a entender quiénes son a través de

las capacidades que los definen. “Carnivale”,

no en vano, representa la eterna batalla entre

la luz y la oscuridad, una batalla entroncada

en los últimos estertores de una dinastía

de “avatares”, manifestaciones de seres

superiores encarnados en seres humanos

con poderes sobrenaturales que representan

el bien y el mal. Una lucha cuya iconografía

y mística proviene de la Edad Media y que

Daniel Knauf desarrolla con maestría no solo

por la profundidad de la historia, sino por cómo

juega con ella y la va configurando poco a

poco, como si necesitaras tomarte el mismo

tiempo que los dos personajes necesitan

para entender quiénes son y cuáles son sus

destinos. Porque si Justin comienza dubitativo

y a la vez aterrador, es a medida del transcurso

de los episodios que se consigue conocer el

alcance real de su maldad y su poder, camino

paralelo al de Hawkins, aunque sin duda

mucho menos interesante (el New York Times

se refería a Ben como un héroe taciturno).

“Al principio de los tiempos, tras la gran guerra

entre el cielo y el infierno, Dios creó la Tierra, y

le concedió su dominio al astuto mono al que

llamó hombre. En cada generación nació una

criatura de luz y una criatura de las tinieblas.

Grandes ejércitos se enfrentaron en las

noches en la antigua guerra del bien y del mal.

Entonces… apareció la magia. Y la nobleza. Y

una inimaginable crueldad. Y así fue pasando el

tiempo. Hasta el día en el que un falso sol explotó

sobre Trinidad. Y el hombre decidió cambiar para

siempre el asombro del milagro… por la razón”.

Introducción de Samson.

Más allá de esa eterna lucha entre bien y mal,

Daniel Knauf lo que pretende (o pretendía,

en realidad) era mostrar cómo el hombre

había dejado de ser el ingenioso mono

que había creado Dios y cómo se había

rebelado no contra él, sino contra todo lo que

representa: magia, mística y docilidad. En el

trasfondo, como eje central de la historia en

su conjunto, se encuentra el desarrollo de la

bomba nuclear que emancipa al hombre de

su creador al haberse convertido en su propio

dios, algo que sin duda no es fácil vislumbrar

a lo largo de estas dos temporadas, a falta de

lo que deberían haber sido cuatro más para

contemplar la obra en su conjunto.

“Respecto a Dios, creo que en el momento en

el que creamos la bomba nuclear no volvemos

a ser el mismo tipo de criaturas nunca más.

«Han creado su propia estrella, su propio

sol. Hemos llegado al momento en el que los

milagros y la magia realmente no interesan

más». Y entonces Él hondearía las llaves y

diría «buena suerte, chicos, ahora vais por

vuestra cuenta»”.

Entrevista a Daniel Knauf en

nightmare-magazine.com.

No os asustéis, no es una serie de personajes

alados ni diablos con cuernos ardiendo entre

nubes de azufre, aquí todo es más sutil.

Knauf es capaz de desarrollar en un ambiente

asfixiante por el hambre, la suciedad, la

pobreza y el polvo, una historia de matices,

lenta, sin duda, pero que se te va adhiriendo

a la piel y no te la puedes quitar, una historia

en la que todo está completamente conectado.

Si bien los dos personajes principales son

Ben Hawkins y “brother” Justin, el casting

de personajes que desfilan son de los que

no dejan indiferente, desde la inquietante

hermana de Justin, Iris (Amy Madigan), una

aparentemente mojigata que ha entregado su

vida al servicio divino de su hermano y es capaz

de quemar un orfanato con los niños dentro

para su beneficio; Lodz (Patrick Bauchau),

un cabronazo ciego que es quien comienza a

vislumbrar (porque hay cosas que no se ven

con la vista) el alcance del destino de ese Ben

Hawkins que acaban de recoger; Apollonia

(Diane Salinger), uno de esos personajes

jodidamente inquietantes… y que es capaz de

mortificar viva y muerta a Sofie (Clea DuVall),

su hija, personaje no menos inquietante y a

la postre… definitivo. Pero sobre todos, ese

enorme (la valía de una persona en general y

de un actor en particular no va en relación con

su tamaño físico) Michael J. Anderson que

da vida a Samson, ese pequeño encargado

del circo ambulante, carisma a raudales

llenando la pantalla en cada ocasión en que

toma protagonismo y que recordaréis por su

papel en “Twin Peaks”, no menos impactante,

sin duda.

“Todo huele a descomposición y muerte en

esta serie tenebrosa, en la que no puedes

identificarte con nadie aunque te haga

comprender las razones de todos para

ser como son y actuar como actúan. No

despierta morbo sino hipnosis. Te da tanto

miedo la realidad de esos personajes como

la amenaza sobrenatural que les castiga. Y

alucinas de que una productora de televisión

haya dado luz verde a algo que jamás podrá

ser mínimamente popular, que invita a la

despavorida huida, desechando la coartada,

que solo promete causarte malestar y miedo”.

Carlos Boyero, El País, 20/11/2010.

“Carnivale” es más que una serie un camino

emocional cuya historia parecía escrita pero

que la realidad ha dejado inconclusa como si

pretendiera que creciera en nuestras mentes y

se expandiera libre, sin ataduras. “Carnivale”

es mística, es polvo, es densidad, es inquietud,

es esotérica, es una obra inacabada y a la vez,

perfecta en su ausencia de cierre... Quince

años en mi psique y que al verla de nuevo ha

sido como recuperar viejos fantasmas (una

referencia que en el episodio “Babylon” toma

una dimensión inquietante) de los que uno

quiere huir y a la vez les resultan terriblemente

atractivos. Una historia que crece con cada

revisión, una obra maestra que no necesita ser

encumbrada… aunque lo merezca.

javistone

32

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!