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Rock Bottom Magazine Número 7

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“Había ese ambiente en aquellos años,

de despojarse de todo lo que sonara a

viejo y usado, pero algunas cosas no las

puedes reemplazar. Yo era mucho más

partidario de mantener lo viejo, e integrarlo con lo nuevo”.

(Dave Davies, entrevista con The Independent, 2018).

rock de temas como “Picture

book”, el aire a rythm´n´blues

vacilón de “Starstruck”, o la

melancolía sonora de temas como

“Village green”, cada pieza puede

ser considerada una joya en sí

misma, un pequeño episodio de

un genial serial campestre.

El disco es, en consecuencia,

resultado de un repaso al universo

íntimo de Ray Davies, desde

las zonas verdes de su infancia

a la existencial necesidad de

apartarse por un tiempo del ruido

y la voraz cotidianidad. Tomando

como punto de partida su facilidad

para la descripción de ambientes

que tan buen resultado había

dado en esas dos auténticas

joyas que fueron “Sunday

afternoon” y “Waterloo sunset”,

Davies acude de nuevo a esos

recuerdos, a esas sensaciones

que aparecen, una a una, a lo

largo de un disco que, de cara

al oyente, presenta varias capas

que se van descubriendo con

cada escucha. No estamos, por

tanto, ante un disco de consumo

inmediato, sino más bien ante un

pormenorizado estudio y puesta

al día de los anhelos y nostalgias

de un ciudadano inglés de

clase media; ahí donde la flema

británica se junta con el humoy

el respeto a las costumbres

más ancestrales, Davies recrea

con inusitada (y tal vez casual)

maestría un fresco de escenas

perdurables, atemporales,

impermeables. Abundando en la

reivindicación de lo británico, el

disco supone también un definitivo

punto y aparte en el devenir

artístico de una banda que en sus

comienzos, estaba esencialmente

impregnada, como dijimos, por la

música americana. Como muchas

bandas inglesas de la época,

el blues y el rock llegado desde

ultramar conformaron el caldo

de cultivo en el que comenzó

a cocerse un movimiento que

terminaría asaltando el nuevo

mundo. Pero en este punto, los

Kinks rompen en buena medida

(aunque no definitivamente) con

esos aires para centrarse en un

concepto mucho más local.

La necesidad meramente

alimenticia de los Kinks como

banda, tras dos discos tan

emblemáticos como “Something

else” y “Face to face” (tan

imprescindibles como el que

nos ocupa), con la compañía

imponiendo un alto ritmo de

edición de singles, ep´s y

álbumes, requería volver al

estudio de grabación. Recayendo

el tema compositivo sobre Ray,

sus compañeros de banda se

volvieron a él. En el bolsillo del

músico, encontraron unos cuantos

temas que habían quedado

relegados en las grabaciones de

“Something else”. Uno de ellos

era precisamente “Village Green”,

génesis de lo que vendría a partir

de ese momento. La idea inicial

de Ray era ir componiendo temas

que enlazaran con sus recuerdos

vitales, con su infancia y entorno.

En realidad, no creyó estar

componiendo canciones para la

banda, sino más bien haciendo un

íntimo ejercicio de reflexión vital,

exhausto de giras, promoción. El

propio Dave conocía la idea de

su hermano de acumular este tipo

de temas más personales para un

futuro álbum en solitario. Según

comentaron a la prensa de la

época, Ray dedicaría parte de este

trabajo a los escenarios que tanto

le fascinaban, tal y como había

hecho con “Waterloo sunset”. Pero

esa intención primera de publicar

en solitario saltó por los aires al

tener que entregar material bajo

la marca Kinks. Al no encontrar

mayor oposición por parte de sus

compañeros, Ray apretó el paso,

completando una serie de temas

que giraban y encajaban como un

guante, acoplándose alrededor

de aquel primitivo “Village Green”.

Las sesiones de preparación

y grabación del álbum fueron,

cuando menos, bastante

particulares. Siguiendo la senda

sonora, ciertamente barroca, de

los dos álbumes anteriores, la

intención de los Davies fue, desde

el inicio de dichas sesiones,

vestir todo ese submundo

lírico con un imponente atrezo

instrumental. Si acudimos a las

extensas reediciones del disco,

aumentadas y corregidas con la

edición conmemorativa del medio

siglo, encontramos una buena

idea del “work in progress” previo a

la primera edición del disco. A una

primera capa acústica, monoaural

y sencilla, las posteriores tomas

van añadiendo cada vez más

y más elementos. Para cuando

entran en los estudios Pye

para dar el toque decisivo al

disco, surge la necesidad de

ir adelantando un single que

comience a moverse en los

círculos comerciales. La canción

elegida será “Days”, la cual que no

forma parte del ambiente general

del álbum pero que sí comparte

con el resto de material ese cierto

aire melancólico que acabará

impregnando todo el trabajo.

Lanzado como single varios

meses antes de la finalización

del disco, “Days” satisface esa

urgencia industrial y permite a

la banda seguir trabajando con

menos tensión. Tal vez sea uno

de los singles más perdurables

de la banda, que la considera

una canción singularmente

característica de esa época en

la que se comenzaba a percibir

un futuro diferente para la

formación, toda vez que el bajista

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