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Rock Bottom Magazine Número 9

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de que esto podía cuajar de verdad?

¿Hay algún punto de inflexión? Porque

últimamente no paráis y vuestros

trabajos están en todos lados.

A: Sí, vamos creciendo, seguimos

creciendo… Pero yo siempre estoy

acojonado y con la mosca detrás de

la oreja y pienso “esto puede parar en

cualquier momento, no puede durar

tanto”, aunque siguen llamando.

J: Llevamos tres años sin altibajos,

subiendo.

A: Lo que nos pasa a todos los autónomos

es que la seguridad no existe. Ir al banco

a pedir un crédito me parece ciencia

ficción, comprar un piso... Para empezar

yo no sé cómo estaré dentro de un mes.

J: Pero la verdad es que ahora tenemos

una locura de curro, a veces se nos

acumulan los encargos y tenemos que

decir que no. Los Zigarros me llamaron

antes de Navidad para irme a Valencia

con ellos y no pude, porque no me daba

la vida. En el fondo está guay porque nos

dedicamos a lo que nos apasiona y, de

hecho, en mis vacaciones me voy a ver

conciertos, festivales, porque mis amigos

por ahí tocando. Y al final mi trabajo es mi

día a día y mi pasión.

Pero eso es un arma de doble filo,

porque después no desconectas

nunca.

A: Ya. Juan sí que tiene la posibilidad

de seguir trabajando cuando está

de vacaciones, pero yo me voy de

vacaciones y le dan por culo a todo el

mundo (Risas).

Sí, pero seguro que te estás inspirando

constantemente, cosa que el que hace

tornillos en una fábrica no le ocurre.

A: Sí, lo que hago yo es el resultado de

la cultura visual y pop que nos rodea.

Me encanta el cine, me encanta el arte,

me encanta la música, me encantan las

revistas, y es por gusto.

J: Es imposible no hacerlo, estás todo el

rato pensando en ello.

Pero al final es trabajo... ¿Le veis alguna

ventaja además de inconvenientes?

J: Yo voy a conciertos porque me

apasionan y además tengo la posibilidad

de ir a muchos porque me invitan. Hoy me

voy a ver a Mario Cobo, el viernes voy

a ver a Los Vancouvers. Estoy yendo

a tres o cuatro conciertos semanales

como mínimo. Además voy a El Sol y

conozco a todo el mundo, me lo veo en

la terracita entre la mesa de luces y la de

sonido, sentadito en una silla ¡y me traen

cervezas! (Risas). ¡Es un lujo! En serio,

no me puedo quejar, al final es que me

encanta ver conciertos y disfruto de una

manera especial por eso.

Podríamos reflexionar acerca de cómo

han evolucionado las cosas con el

paso de los años. Si estuviéramos

en los setenta estaríais forrados, y

ahora simplemente vivís dignamente

de esto, y encima parece que tendríais

que dar las gracias.

A: Ahora esto ha cambiado, la cosa no da

para lujos.

Pero es triste, si te lo planteas: tíos

con talento y con todos los contactos

que tenéis, trabajando para gente

con mucho nombre y estando

prácticamente en la cima de vuestras

profesiones...

A: Sí, pero a mí me pasa lo mismo con

los músicos.

Ya, bandas tan grandes como Sex

Museum y que no sean millonarios.

A: A mí es que este tema me obsesiona

un poco. Me trastocaron mucho los

documentales de Pixies y Ramones,

que son dos de mis referentes musicales,

que para mí son los dioses… Y uno de

los Pixies está haciendo magia en un

garito de mierda y el otro está filmando…

¡Pero si son los Pixies! ¿Cómo es que

esta gente no puede vivir de ello? Y eso

pasa con mil grupos, tú has dicho Sex

Museum, pero hay un montón de gente

que se está dejando el culo, que son

buenos, que tienen éxito... Y todos tienen

sus trabajos porque de la música no se

puede vivir. Si los músicos no pueden

vivir de la música y nosotros vivimos de

los músicos, la cosa está jodida.

Sí, pero no es lo mismo... Los músicos

viven de ellos mismos y vosotros vivís

de muchos músicos. Y sumando, sin

unas grandes aspiraciones, podéis

salir adelante.

4

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