COOLTURA REVISTA INFANTIL: Primera edición

Ese lunes a la hora del almuerzo le conté a David, mi amigo, en el que más
confiaba, que no tenía como darle un regalo a Mariana, y él me recordó
que había una forma de obtener dinero ¡El ratón de los dientes! Claro que
a mí me daba miedo, solo tenía un diente un poco flojo, y todavía le faltaba
algún tiempo para caerse. Pero valía la pena por Mariana.
Intentamos todo. Todos mis amigos me empujaron contra las paredes, me
hicieron morder una roca, e incluso le dijeron a Sebastián (que era el más
fuerte de nosotros) que me lo arrancara, pero nada parecía funcionar.
Entonces, David llegó con hilo dental y me dijo que me lo amarrara en el
diente, que entre todos sería más fácil. Yo, que solo podía pensar en
Mariana y en lo valiente que me había vuelto por ella, lo hice sin dudarlo.
Me salió mucha sangre, quise llorar, pero estaba siendo valiente. Luego fui
a la enfermería y me pusieron un algodón para parar la sangre. Yo
atesoraba el diente en mi bolsillo, tenía ahí una pequeña fortuna.
Cuando mi mamá llegó a recogerme le
contaron lo del diente, ella me lo pidió,
pero yo me negué. Cómo al día siguiente
no tendría tiempo de comprar el collar,
le pedí que entráramos a la tienda donde
lo había visto, ella entró conmigo.
La señora que atendía no nos miró muy
bien, pero eso poco me importó. Yo me
le acerqué y le dije que quería llevar el
collar a casa. Ella se rio.
-¡Yo tengo como pagarlo! -le dije.
Ella fue por el collar, y lo pasó por la
máquina registradora.
-Tiene un costo de 18.000 pesos.
Mi mamá me tomó de la mano y caminó
hacia la puerta.
-Espera, espera.
Me llevé la mano al bolsillo, y saqué
aquella perla. Subí mis manos para que
la vendedora pudiera verlo.
-No tengo tiempo para que el Ratón
vaya a la casa está noche, mañana es
el cumpleaños de Mariana, y a ella le
gustaría ese collar. Usted puede hablar
después con él para entregarle mi diente,
o si quiere puede ponerlo esta noche en
su almohada.
Me miró con ternura y se rio de nuevo.
Mi madre me volvió a tomar de la mano
con más fuerza, y me sacó del lugar.
Caminé callado hasta la casa, mamá le
contó a papá lo que había pasado, él
me dijo que si pudiera darme todo lo
que quisiera lo haría con gusto, y que
prometía ayudarme a comprar ese collar
en un tiempo.
Claro que mi papá no conocía a Mariana.
Yo no podía esperar otro año. Me fui a
mi cama, y puse el diente debajo de mi
almohada. Quizás si la tienda abría
temprano, yo podría pagar el collar y
llevar el regalo al colegio. Me costó mucho
dormirme esa noche, recuerdo que incluso
le dejé unas galletas al Ratón para que no
se le fuera olvidar visitarme.
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