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MÉRIDA SEMANA SANTA 2021 www.semanasantademerida.es
COFRADES EN CASA #SSMERIDA2020VIRTUAL
Y pasó la Paz
Mario Hernández. Periodista
Decía el poeta Pascual González:
“Y hay que ver que chiquitita, sólo tres letras la llaman, ¡hay
que ver con qué poquito bautizaron su fragancia, que no hay nombre
más bonito en la tierra para llamarla!, quien no se acuerda un ratito
todos los días de su semblanza…
…hay que ver con qué poquito bautizaron su mirada, que no
hay nombre más bonito en la tierra para llamarla. ¿Quién no se
acuerda un ratito, todos los días de su semblanza?...
…para sentir su dulzura de blanco sosiego y calma.”
Estas palabras martilleaban en la jornada de ayer a
muchos cofrades emeritenses que cada Jueves Santo
esperan con ilusión, que el faro que ilumina la ciudad
desde San Francisco de Sales, inunde de luz la tarde de
la jornada del Amor Fraterno. Una luz que no iba a
llegar, ni por activa ni por pasiva, pues el día estaba
dispuesto a ser plomizo, gris y lluvioso.
Pero la luz brillaba escondida en un rinconcito de San
Francisco de Sales, junto a Jesús del Prendimiento. Esa
luz que desprende Paz a las almas, tan necesaria en los
días que estamos viviendo.
La puerta de la Parroquia de San Francisco de Sales
amanece con dos ramos de flores e, intuimos, que alguno
que otro complementando la belleza de ese rinconcito
de madera que, en la parroquia, se convierte en remanso
de Paz y Redención.
Mientras, a lo lejos, se escuchan los “cantes y jaleos”
a la Señora que más disperso tiene, más allá del III
Mileno, su rosario devocional en tantas y tantas viviendas
que fueron haciendo que, su imagen, quedara anclada
en varias barriadas de la ciudad.
Familias que se marcharon del entorno de la
parroquia y que, cada Jueves Santo, acuden, como las
abejas en la primavera, al entorno en el que nacieron sus
grandes devociones y que hoy, las veneran desde el
corazón, en silencio, con cientos de lágrimas corriendo
por sus mejillas.
Así las cosas, la lluvia (¿por qué no consolarnos si
podemos?) impidió que Judas volviera a traicionar a
Cristo junto al Acueducto de los Milagros. Impidió que
el Señor del Prendimiento llegara, con esa mirada al
frente, de resignación, al Hornito de Santa Eulalia, pero
no impidió que, en la noche, en el negro de la noche del
Prendimiento de Jesús.
III Milenio, consumara su traición en esta Semana Santa
atípica que, pese a no tener Estaciones Penitenciales, debe
seguir su curso en el silencio, la oración y la
rememoración de la Pasión, Muerte y Resurrección del
Señor en la intimidad de nuestras casas, esperando,
impacientes, el domingo de Gloria.
Pero no impidió que Ella, la blanca paloma, el suspiro
blanco del Jueves Santo, revoloteara por toda la ciudad
cuando, a las ocho de la tarde, ésta rompió a aplaudir
desde los balcones. Esos balcones olvidados que decía en
su día Paco Vadillo y que en estos días se han convertido
en espacio vital de convivencia, desahogo y homenaje a
quienes, como auténticos ángeles, velan por todos
nosotros y por nuestros enfermos.
Una Paz que buscamos, no sólo hoy, sino todos los días
del año y que, en este Jueves Santo, en la madrugada,
subía junto al acueducto de San Lázaro, toda llena de luz
para, poco antes de llegar a su templo, llevarse a su
rinconcito de madera a quien suspiró por su mirada, a
quien le sonrió cuando no recordaba, a quien la necesitaba
en el último aliento de vida que correteaba por la antigua
calle Mesto del barrio de casitas encaladas, de familias
que no tenían nada suyo, donde todo era de todos, donde
el barrio era una gran familia. Ella estuvo ahí, por ello, él
la esperó a que pasara.
Lo que es la vida, Judas traiciona a Cristo con un beso,
esa muestra de amor que llevamos más de un mes sin
poder darnos, ese último beso a quien parte a la casa del
Padre, ese beso reconfortante en medio de la enfermedad.
Este Jueves Santo es, más que nunca, el día de los besos
que no pudimos dar y que quedarán marcados a fuego
en el alma.
*A Rafa, que volvió a sonreír al paso de la Virgen de la Paz y
a todos aquellos que, en estos días, se marchan solos desde una
habitación de hospital.
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