RDB -AGOSTO-2021
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REVISTA DIFUSIÓN BIOÉTICA
PROGRAMA DE BIOÉTICA
FUNDACIÓN ATENEA-FAAC
Año 5, Número 19, Volumen 5, Agosto 2021
REVISTA DIFUSIÓN BIOÉTICA
ES UNA PUBLICACIÓN DEL PROGRAMA DE BIOÉTICA DE LA
FUNDACIÓN ATENEA A. C. (FAAC)
Compiladores de los artículos
Célida Godina Herrera
Jesús Rodolfo Santander
Ilustración de portada:
HTTPS://PIXABAY.COM/ES/VECTORS/RESUMEN-
GEOM%C3%A9TRICO-ARTE-V%C3%B3RTICE-1837440/
DATOS DE LA FAAC
Sección d núm.16 Col. Unidad Guadalupe, C. P. 72560
Puebla, Puebla, México.
CORREO: faac@fundacionateneaonline.com.mx
PAGINA WEB: www.fundacionateneaonline.com.mx
TEL. 222 960.38.97
PUBLICADO BAJO LA LICENCIA DE PRODUCCIÓN DE PARES
ATRIBUCIÓN · COMPARTIR BAJO LA MISMA LICENCIA · NO
CAPITALISTA
1
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 5
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE ACONTECE EN EL MUNDO
DÍDAC DELCAN ALBORS / ANTONI BENAIGES, EL
MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR 7
ALEXANDER ZAITCHIK / LA SÓRDIDA HISTORIA DE
CÓMO LAS VACUNAS SE CONVIRTIERON EN PROPIEDAD
INTELECTUAL 20
ALFREDO APILÁNEZ / LOS “VICIOS” DEL
ECOLOGISMO 44
CHRIS SALTMARSH / NO ES LA HUMANIDAD LA QUE
ESTÁ QUEMANDO EL PLANETA 97
DANIEL POLZIN / EL CAPITAL NO DUERME 107
GUSTAVO VEIGA / LOS CAMPAMENTOS DE VERANO
DONDE SE APRENDE A SER ESPÍA 117
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE ACONTECE ESPECIALMENTE EN
NUESTRA AMÉRICA
HEDELBERTO LÓPEZ BLANCH / LA COVID Y SU ELEVADO
COSTO MONETARIO 122
MARX JOSÉ GÓMEZ LIENDO / NOTAS ESQUEMÁTICAS
SOBRE ECOLOGÍA POLÍTICA 127
MIYA TOKUMITSU / EL TIEMPO DESPUÉS DEL
CAPITALISMO 135
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE ACONTECE ESPECIALMENTE EN
MÉXICO
PAULINA MARQUEZ Y OTRAS / TATUAR SIN MIEDO
(REPORTAJE) 143
DIANA MANZO / UNA ENFERMERA ZAPOTECA CONTRA
COVID-19 163
2
MISCELANEA CULTURAL
MARÍA DANIELA YACCAR / "UN VIRUS DEMASIADO
HUMANO", ÚLTIMO LIBRO DE JEAN-LUC NANCY 169
LILIANA DAVID / JOSÉ GAOS, EL ESPAÑOL
‘TRANSTERRADO’ Y SU VUELTA SIMBÓLICA
A ESPAÑA 174
CESARE PAVESE / TEXTO DEL ESCRITOR ITALIANO
CESARE PAVESE SOBRE LA LECTURA, PUBLICADO POR
PRIMERA VEZ BAJO EL TITULO "LEER" 182
LUIS SUÁREZ MARIÑO / EL EFECTO LUCIFER 187
FERNANDO M. GONZÁLEZ / IGOR CARUSO DURANTE EL
NAZISMO 196
LEY DE CUIDADOS INVERSOS 213
RODOLFO CRESPO / APORTES TEÓRICOS DE LA ESCUELA
“CRÍTICA DEL VALOR” Y DE ANSELM JAPPE A LA TEORÍA
DEL VALOR DEL RÉGIMEN CAPITALISTA 218
LA AGENDA 2030 Y EL COVID 19 261
MARÍA LUISA PFEIFFER / INTELIGENCIA ARTIFICIAL
(VIDEO) 266
ROBERTO M. ÁLVAREZ DEL BLANCO / LA EDUCACIÓN
POS-PANDEMIA 268
ARTHUR C. BROOKS / DIFERENTES CULTURAS
DEFINEN LA FELICIDAD DE MANERA DIFERENTE 273
ENTREVISTAS
BERNARDO ÁLVAREZ-VILLAR / ANSELM JAPPE: “NINGÚN
PROBLEMA ACTUAL REQUIERE UNA SOLUCIÓN TÉCNICA.
SE TRATA SIEMPRE DE PROBLEMAS SOCIALES” 281
3
KAZIM TIRMIZEY / ENTREVISTA HECHA A VANDANA
SHIVA: DEMOCRACIA DE LA TIERRA 293
THEA RIOFRANCOS / ENTREVISTA A EDUARDO
GUDYNAS, INVESTIGADOR EN EL CENTRO
LATINOAMERICANO DE ECOLOGÍA SOCIAL (CLAES) 305
XAVI AYÉN / EVA ILLOUZ: “EL CAPITALISMO HA CREADO
GRANDES BOLSAS DE MISERIA SENTIMENTAL” 320
RESEÑAS
PEDRO CHAVES / VOLVERNOS ATEOS DEL CRECIMIENTO
Y DE LA ECONOMÍA RESEÑA DE LA ABUNDANCIA FRUGAL
COMO ARTE DE VIVIR. FELICIDAD, GASTRONOMÍA Y
DECRECIMIENTO, DE SERGE LATOUCHE 332
RUDOLF WALTHER / RESEÑA DEL LIBRO “MODO DE VIDA
IMPERIAL. VIDA COTIDIANA Y CRISIS ECOLÓGICA DEL
CAPITALISMO”, DE ULRICH BRAND Y MARKUS WISSEN,
EDITADO POR TINTA LIMÓN EDICIONES PARA AMÉRICA
LATINA. SOLIDARIDAD VERSUS EXCLUSIVIDAD 336
POEMA
UN POEMA DE NADIA ANJUMAN, POETA AFGANA 342
DOSSIER
MITO DE ERESICTÓN DE TESALIA 345
4
Presentación
Las lecturas que deseamos compartir en este número doble son artículos
que hemos seleccionado sobre cosas que pasan en el mundo y que nos
interpelan. Son velas y espejos, luz que nos ayuda a comprender lo que
acontece en nuestro entorno cercano y más allá de él. No queremos
dejar pasar estas publicaciones sin destacarlas, por el valor que tienen
para aclarar lo que sucede en el torbellino del mundo actual.
Los compiladores
“El pensar es la acción del filósofo”.
“Las situaciones concretas de la vida deberían ser el punto de partida
de toda filosofía, y su punto de retorno”.
Jesús Rodolfo Santander
“La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza,
racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un
mundo de paz”.
Rigoberta Menchú Tum (1959), Premio Nobel de la Paz.
“La paz es la única batalla que vale la pena librar”.
Albert Camus (1913-1960), escritor francés.
5
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE
ACONTECE EN EL MUNDO
6
ANTONI BENAIGES, EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR
DÍDAC DELCAN ALBORS
Antoni Benaiges fue un maestro comprometido con una educación basada en los
ideales republicanos y que se implicó en proponer una pedagogía con un fuerte
componente emancipador, tanto que lo pagó con su propia vida. Su cuerpo se
encuentra aún desaparecido en una fosa común.
Alumnado de la escuela de Bañuelos de Bureba acompañado del maestro Antoni Benaiges.
Fotografía del archivo personal de la familia de Antoni Benaiges
La historia de Antoni Benaiges es la historia de una promesa incumplida,
la que le hizo un maestro a su alumnado. Fue una promesa formulada a
comienzos del 1936 a los niños y las niñas de la escuela rural de
Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de la comarca de la Bureba, en
Burgos. Y fue incumplida a causa de la sombra del golpe de Estado de
julio de aquel mismo año, que se extendió hasta conseguir acabar con
la vida de miles de personas, entre ellas numerosos maestros y
maestras.
7
Sergi Bernal, documentalista, ha sido el encargado de recuperar la
historia de Benaiges, uno de estos docentes comprometidos con la
educación basada en los ideales republicanos y que se implicó al
proponer una pedagogía con un fuerte componente emancipador.
Pertenecía a una generación de maestros y maestras con una nueva
forma de entender la educación que fue extendiéndose durante los
primeros años de la Segunda República pero que no pudo continuar por
la llegada de las tropas afines al bando fascista y la posterior dictadura.
La historia surgió casi inesperadamente: “Un día, de casualidad, leí un
número de la revista de divulgación histórica Sàpiens donde se hablaba
sobre la investigación del cuerpo de Josep Suñol, presidente del Barça y
diputado republicano”, relata Bernal. Se puso en contacto con una
historiadora y le pidió ayuda para hacer fotografías del proceso de
exhumación en la fosa de La Pedraja, en Burgos. “Era muy grande,
salieron 135 esqueletos en dos exhumaciones. Documenté las fases,
grabé entrevistas a familiares de personas asesinadas...”, explica.
Estaba dando por acabado el trabajo cuando, de casualidad, la historia
tomó un giro inesperado: cuando el equipo de las exhumaciones estaba
recogiendo, apareció una persona del pueblo de Bañuelos de la Bureba
diciendo que allí se encontraba el maestro de su pueblo, Antoni
Benaiges.
Bernal se puso a buscar información a través de la red, pero lo único
que encontró era una pequeña publicación de un blog de México. “Aquel
texto hablaba de un maestro que había sido asesinado los primeros días
8
de la Guerra Civil, que se encontraba en la fosa de La Pedraja y que
había prometido a los niños de la escuela de aquel pueblo de montaña
que aquel invierno los llevaría a ver el mar por primera vez cerca de su
pueblo natal, en Tarragona”.
“Aquel cuaderno donde el alumnado de esta escuela de Bañuelos de
Bureba se expresaba libremente alrededor de la idea de cómo
imaginaban que sería el mar y cómo sería la experiencia de verlo por
primera vez era una perla”
Precisamente allí, en su localidad natal, sus familiares todavía conservan
algunas copias de uno de los cuadernos más emblemáticos que se
produjeron en aquella escuela: El mar, la visión de unos niños que no lo
han visto nunca. “Aquello era una perla, toda una declaración de
intenciones, un cuaderno donde el alumnado de esta escuela de
Bañuelos de Bureba se expresaba libremente alrededor de la idea de
cómo imaginaban que sería el mar y cómo sería la experiencia de verlo
por primera vez”, rememora Bernal.
Trabajos de exhumación de la fosa de La Pedraja SERGI BERNAL
9
“El maestro dice que iremos a bañarnos, yo digo que no voy a ir porque
tengo miedo que me voy a ahogar”, escribía la alumna Lucía Carranza
al respecto de la promesa. “El mar será muy grande. Yo no lo sé porque
no he estado allá. También será muy ancho y tampoco sé si es ancho o
no lo es”, dudaba Natividad Hernáez. “En el mar habrá más agua que
toda la tierra que yo he visto. El agua estará muy caliente. En las orillas
debe ser piedra, porque si no se lo tenía que llevar”, se aventuraba
Severino Díez... “Se trataba de un ejercicio de imaginación y de toma de
la palabra excepcional”, resume el documentalista. Pero aquel sueño se
truncó porque llegó el alzamiento, la detención, la tortura y la ejecución
de este maestro.
Anton, un joven maestro comprometido con la transformación social
Antoni Benaiges fue un maestro catalán nacido en 1903 en el pueblo de
Mont-Roig del Camp (Tarragona). Antes de ser maestro, y a pesar de
que toda su familia se dedicaba a oficios relacionados con el mundo de
la educación y la pedagogía, él hizo de campesino, coyuntura que le
facilitó contar con una perspectiva bastante clara alrededor de la
problemática asociada a la distribución de la riqueza así como de las
desigualdades existentes en aquel momento.
En el año 1928 empezó a estudiar en la Normal de Barcelona, acabando
finalmente en 1934 como maestro en aquella escuela rural situada cerca
de Burgos. “Bañuelos era un pueblo casi sin carreteras y sin gas,
electricidad y agua corriente de poco más de doscientos habitantes y
donde todo el mundo se dedicaba al cultivo del cereal. Contaba, eso sí,
10
con una escuela, una pequeña escuela donde llegó destinado el maestro
Benaiges”, explica Bernal. Previamente a su llegada a este pequeño
pueblo, Benaiges había sido destinado a la localidad catalana de
Vilanova i la Geltrú, lugar donde conoció las técnicas Freinet.
A raíz de esta toma de la palabra por parte de su alumnado empezando
a rondar por el pueblo haciendo preguntas, tratando de analizar los
motivos que generaban las profundas desigualdades sociales existentes,
se encendieron las alarmas entre la gente con más poder
Estos postulados pedagógicos partían de la base de confiar plenamente
en las posibilidades de cada uno de los niños y de las niñas y darles la
palabra. El alumnado construyó un trabajo cooperativo dentro del aula
alrededor de la imprenta escolar, fabricando un diario escolar y unos
cuadernos de forma periódica que se intercambiaban con otros pueblos
donde también se estaban poniendo en práctica experiencias educativas
parecidas. “A través de estos cuadernos los niños y las niñas explicaban
su día a día, trabajaban el espíritu crítico al escribir aquello que veían y
preguntarse el porqué de cualquier duda o acontecimiento que estuviera
ocurriendo en el pueblo: quién era la persona más mayor, cómo se había
muerto la burra del vecino, quién era la persona más pobre y la más
rica, y así un largo etcétera” afirma Sergi.
11
Fotografía actual del edificio donde se ubicaba la escuela. SERGI BERNAL
Benaiges fue un maestro, en definitiva, que llevó la esperanza y el
progreso a esta pequeña localidad de Burgos: “Este maestro no solo
llevó la imprenta, el gramófono y la modernidad sino que también llevó
el progreso, significó un perfil de persona muy avanzada a sus tiempos”.
Pero a raíz de esta toma de la palabra por parte de su alumnado
empezando a rondar por el pueblo haciendo preguntas, cuestionándose
el por qué de las cosas y tratando de analizar los motivos que generaban
las profundas desigualdades sociales existentes, se encendieron las
alarmas entre la gente con más poder tanto de esta localidad como de
su alrededor. Unas alarmas que ya habían empezado a sonar
prácticamente desde la llegada de Benaiges al pueblo ya que “lo primero
que hizo nada más pisar la escuela —asegura Bernal— fue pintarla y
sacarle el crucifijo, algo que no estuvo bien visto ya que este pueblo era
muy católico y, además, los caciques contaban con mucha fuerza”.
12
Dar la palabra y la voz al alumnado
“Todo aquello que queda de Antoni Benaiges se conserva en una caja
de cartón. Es poco. Unas fotos en blanco y negro y unos cuadernos
antiguos impresos de forma rudimentaria y que la familia guarda desde
hace muchos años”, escribe Francesc Escribano en el libro Antoni
Benaiges. El maestro que prometió el mar (Desenterrando lo silencio),
una obra escrita conjuntamente con Sergi Bernal, Francisco Ferrándiz y
Queralt Solé que sirve para homenajear a este maestro. Más allá de la
vertiente emocional que supone tener estos pequeños recuerdos, los
autores destacan la vertiente pedagógica que supuso trabajar en el aula
a través de la imprenta y la expresión libre del alumnado.
Al pedagogo francés Célestin Freinet se añadían otros referentes que
ayudaron a poner en práctica desde las escuelas “los nuevos ideales de
ciudadanía que llegaron con la proclamación de la Segunda República”:
María Montessori, Ferrer i Guàrdia y Adolphe Ferrière... Pero las técnicas
propuestas por Freinet tales como la asamblea, el texto libre, la
correspondencia interescolar y el uso de la imprenta ayudaban a
construir una relación entre la escuela y el entorno que permitía la
entrada de la vida real dentro del espacio del aula. Gracias a esta
práctica, el alumnado de esta escuela se convirtió en cronista de la vida
del pueblo: además de hacerse preguntas y averiguar cosas, a través de
estas publicaciones se compartían también refranes, canciones
populares y observaciones meteorológicas.
13
Retrato del maestro Antoni Benaiges
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De este modo, ya no estaban encerrados dentro de las cuatro paredes
de la clase donde debían de empezar a recitar los mismos temas
repetitivos y memorísticos sino que la clase se llenaba de experiencias
de vida. De hecho, se ve en los escritos del maestro Benaiges que el
cuaderno y el periódico no suponían un fin sino un medio, “porque
vamos al sentido profundo de la libertad. Sentido vital. El papel rayado
es pauta. La pauta es conducción. O lo que es igual, dejarse llevar. (...)
El niño, para ser educado, necesita camino libre, trazarse por sí mismo
la trayectoria de sus actividades. ¿Que con papel sin rayar el niño escribe
torcido? Mejor. Un motivo más para mejorarse yendo derecho.
Dejémosle”.
La propuesta de maestros como Benaiges era que la educación básica
se extendiera, que no estuviera reservada solamente para la gente que
valía para hacer una carrera lejos del pueblo sino para todo el mundo y
hacer sentir al alumnado que tenía una responsabilidad. “Una manera
de construir ciudadanía, donde poder defender su pueblo y dignificarlo.
Una educación donde todo el mundo tuviera dignidad, supiera
expresarse, escribir y comunicar. En definitiva: hacer ciudadanía del
futuro, eso sí, con valores republicanos”, concluye Bernal. Todavía
hoy son muchos quienes se consideran herederos de estas propuestas
pedagógicas e incorporan algunas de estas técnicas a la hora de trabajar
dentro del aula, y también en espacios menos institucionalizados
El Retratista: un antídoto frente a los discursos de odio
15
Desde este encuentro inesperado con el caso del maestro Benaiges, a
lo largo de estos más de diez años que Sergi Bernal lleva investigando
la vida de este maestro, la red de personas que han ido vinculándose
alrededor del proyecto ha sido muy fecunda y extensa. “Se generó una
red muy grande de colaboradores que compartían con nosotros
hallazgos que hacían en archivos, bibliotecas y a través del boca a boca”,
expone Bernal. El proceso de investigación que realizó el documentalista
sobre este maestro le llevó en un momento dado a México, junto
a Alberto Bougleux, director del documental El Retratista, un homenaje
visual realizado en la antigua escuela del maestro Freinet exiliado
Patricio Redondo.
México supuso un lugar clave para entender todo el proceso seguido
después del exilio por un número importante de maestros y maestras
republicanos, los cuales pusieron en marcha escuelas en sus nuevos
países de acogida, como es el caso de José de Tapia o Patricio Redondo.
El equipo documentalista supo de la existencia de la Escuela
Experimental Freinet de San Andrés Tuxtla situada en Veracruz
(México), en funcionamiento desde el año 1940, donde a día de hoy se
siguen utilizando técnicas Freinet. Allí vieron cómo el profesorado de la
escuela mexicana homenajeaba a maestros republicanos como Antoni
Benaiges, una historia que lograba conectar con el joven alumnado y
acercaba la memoria histórica. “Hace de gancho para entender todo lo
que supuso la llegada de estos maestros y el motivo por el cual la gente
del bando fascista centró una parte importante de su represión contra
el magisterio”. Y es que, continúa apuntando Bernal, “tenían muy claro
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lo que significaban los maestros y quisieron romper con estas ideas,
porque eran la punta de lanza del estado republicano y laico en estos
pueblos y la vía de entrada hacia la modernidad y el progreso; y esto, a
ciertos sectores, no les gustaba lo más mínimo”.
“El bando fascista tenía muy claro lo que significaban los maestros y
quisieron romper con estas ideas, porque eran la punta de lanza del
Estado republicano y laico en estos pueblos y la vía de entrada hacia la
modernidad y el progreso”
El proceso de investigación, por lo tanto, no quiso solo tratar de explicar
quién era este maestro tan emblemático, sino que también simbolizara
un ejercicio de memoria democrática antifascista. Al respecto, afirma
Bernal que “cuando nosotros íbamos a las fuentes oficiales, como por
ejemplo al Archivo General de la Administración, solo encontrábamos
cosas negativas referentes al maestro Benaiges”. Se refiere a que en el
expediente de depuración del maestro “se podía leer que el alcalde, el
cura-párraco y los vecinos dicen que el comportamiento de este maestro
era antipatriótico, antisocial y mal visto por todo el mundo y, por
consiguiente, baja definitiva y en el escalafón y separación definitiva de
su plaza de maestro”. Por eso ellos trataron de recordar su trabajo
positivamente, y poner en valor la importancia de aquello que inició en
esta pequeña localidad de Bañuelos de Bureba.
17
Trabajos de exhumación de la fosa de La Pedraja. SERGI BERNAL
Divulgar la memoria democrática es, también, un antídoto frente al
fascismo y frente a los discursos de odio que actualmente continúan
extendiéndose por todas partes. En este proceso de recuperación de la
historia del maestro Antoni Benaiges, Bernal trata de enfatizar no solo
su vertiente pedagógica sino también su lado activista: “No se puede
hablar de Antoni Benaiges solamente por la cuestión educativa, este
maestro no tuvo la oportunidad de envejecer porque lo asesinaron. Por
lo tanto, este es un tema que entronca directamente con la recuperación
de la memoria histórica y antifascista. Hay que dar a conocer historias
reales de vida de la gente que fue asesinada durante este periodo tan
oscuro”.
Un objetivo que, en opinión de Bernal, se ha cumplido en gran parte.
“La historia de Benaiges ya se conoce y ya hemos puesto nuestro grano
de arena para dignificar su papel y para poder hacer este ejercicio de
18
memoria democrática”, valora. Al fin y al cabo, añade, la del maestro
republicano es una historia que emociona porque entronca con vivencias
personales propias: “Todo el mundo hemos tenido un maestro o una
maestra que nos ha marcado, que nos ha hecho sentirnos importantes,
que nos ha descubierto algo maravilloso. Pues Antoni Benaiges era un
poco esto, un maestro muy vinculado a su trabajo y que trató de
construir conciencia a su alumnado”. Un trabajo y una militancia que
pagó con su vida, y que le impidió cumplir su promesa: llevar a su
alumnado a ver el mar por primera vez.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ii-republica/antoni-benaiges-maestro-queprometiomar?fbclid=IwAR3mqYHkELHVLTUrddzXCfSdafFQGWrRMMOthIYBABMjBuElNOU47
aVvbKI
19
LA SÓRDIDA HISTORIA DE CÓMO LAS VACUNAS SE
CONVIRTIERON EN PROPIEDAD INTELECTUAL
ALEXANDER ZAITCHIK
Fuentes: Sin permiso
No hace mucho los conocimientos médicos que salvan vidas se
consideraban propiedad de todos. ¿Qué ha pasado para que esto haya
cambiado?
Incluso en el interior de la Organización Mundial del Comercio, el
Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio, o ADPIC, es considerado una paradoja y
20
un engendro: un templo del monopolio dentro de la “iglesia” del libre
comercio.
El pronunciamiento de la administración Biden el pasado 5 de mayo, que
otorga su apoyo una exención de emergencia de las normas de
propiedad intelectual por parte de la OMC, ha sido anunciado, con razón,
como un acontecimiento importante. Aunque la declaración de la Casa
Blanca era vaga en cuanto a los detalles, la noticia alivió un
estancamiento de siete meses dentro de la OMC sobre cómo superar
una crisis de suministro que ha hecho que sólo tres décimas del 1% de
las vacunas vayan a parar a los países de bajos ingresos. El Parlamento
Europeo podría ejercer aún más presión en junio, cuando vote una
resolución en la que se pide a las capitales europeas que se unan a
Washington en el bando de los más de 100 países que apoyan el
levantamiento de las restricciones a la propiedad intelectual de los
productos utilizados para tratar y contener el Covid-19.
Algo que no ha cambiado es el tono de ridícula solemnidad en torno al
régimen de propiedad intelectual en cuestión. Al escuchar a los
defensores acérrimos de los ADPIC, es posible confundir la exención
propuesta con un acelerador de partículas de potencia insondable y
experimental. Para escuchar a las asociaciones comerciales y a sus
aliados políticos, entrometerse en los ADPIC pone en peligro tu trabajo,
tu seguridad y la economía mundial, tanto o más que el propio SARS-
CoV-2, así como cualquier esperanza de innovación y progreso futuros.
Al anunciar la decisión de la Casa Blanca, la representante comercial de
21
Estados Unidos, Katherine Tai, describió con gravedad la exención como
una “medida extraordinaria”.
En realidad, no hay nada extraordinario en suspender los ADPIC para
abordar lo que el director general de la OMC señala como “la cuestión
moral y económica de nuestro tiempo”. No puede haberlo, porque no
hay nada extraordinario en el propio ADPIC. Su historia de fondo es casi
imposiblemente superficial y miserable; sus documentos fundacionales
son más jóvenes que Justin Bieber. El ADPIC no es la expresión de un
consenso universal posterior a la Guerra Fría, del mismo modo que la
Declaración de Derechos Humanos de la ONU no dio voz a las
aspiraciones humanas tras la II Guerra Mundial. Nació como una
expresión bruta y profundamente antidemocrática del poder corporativo
concentrado, obra de “menos de 50 individuos”, según un funcionario
de comercio estadounidense presente en su creación. Uno de los reacios
homólogos indios de ese funcionario, Prabhat Patnaik, ha descrito el
asunto de los ADPIC como “una parodia de la teoría conspirativa más
salvaje”.
Las negociaciones que condujeron a la creación de los ADPIC se
celebraron menos sobre una mesa que sobre un potro de tortura. Era la
única forma de hacer valer el peculiar y casi universalmente rechazado
concepto de monopolio médico, una innovación estadounidense que iba
en contra de siglos de tradición moral, económica y jurídica incluso en
Occidente.
22
En 1951, Jawaharlal Nehru, el primer presidente de la recién
independizada India, decidió construir una fábrica de penicilina. Sin
embargo, a ninguno de los grandes productores comerciales les gustó
la idea de transferir la tecnología y los conocimientos necesarios a un
gran país en desarrollo como la India. En su lugar, ofrecieron exportar
el antibiótico a granel y embotellarlo en fábricas indias para su
distribución y venta local. Sólo Merck aceptó construir una fábrica real.
Sabiendo que era la única empresa que hacía esta oferta, impuso
onerosas exigencias de cánones a largo plazo y puso límites al control
indio de la tecnología.
Nehru se inclinaba por aceptar la oferta de Merck cuando una delegación
de la joven Organización Mundial de la Salud llegó a Nueva Delhi. Los
funcionarios presentaron a Nehru otra opción: El UNICEF y la OMS
proporcionarían subvenciones para cubrir el coste total de la
construcción de una fábrica de penicilina, así como técnicos de las
Naciones Unidas para supervisar la transferencia de tecnología y formar
al personal nativo. Como parte del acuerdo, los representantes de la
ONU ofrecieron crear un centro de investigación afiliado a la fábrica, con
el objetivo de desarrollar la capacidad científica y técnica de la India
para fabricar otros antibióticos y medicamentos esenciales.
El acuerdo de la ONU sólo incluía dos condiciones: India debía prometer
que mantendría la fábrica totalmente en el sector público y que
compartiría las investigaciones o descubrimientos pertinentes con una
red de proyectos similares que la ONU estaba estableciendo en todo el
23
sur del mundo. Nehru aceptó. El resultado fue Hindustan Antibiotics, la
piedra angular de la emergente industria india de genéricos.
Puede ser difícil de imaginar hoy, pero durante gran parte de la Guerra
Fría, las políticas exteriores y comerciales de Estados Unidos no
coincidían con los intereses de la industria farmacéutica estadounidense.
El Departamento de Estado de Truman apoyó el proyecto de penicilina
de la ONU en la India por encima de Merck, y en general apoyó una
agenda internacionalista de creación de capacidad de medicina nativa
en los países descolonizadores de África, Asia y América Latina.
Washington comprendió que los intentos de la industria farmacéutica de
proteger sus conocimientos y mercados en el extranjero no sólo carecían
de bases legales o morales, sino que también amenazaban con socavar
la imagen de Estados Unidos y los objetivos de la Guerra Fría al convertir
una potente forma de poder blando en un símbolo de la codicia y la
inhumanidad capitalistas.
El día después de que la vacuna contra la polio de Salk fuera declarada
un éxito, Dwight Eisenhower se ofreció a compartir toda la información
y los conocimientos técnicos con todos los países que lo solicitaran,
incluida la Unión Soviética. Un mes antes del asesinato de John F.
Kennedy, enfureció a las compañías farmacéuticas al publicar un
memorando que restringía las demandas de monopolio privado sobre la
ciencia gubernamental, especialmente la investigación federal en
“campos que conciernen directamente a la salud pública”. El interés del
país, escribió Kennedy, se “sirve compartiendo los beneficios de la
24
investigación y el desarrollo financiados por el gobierno con países
extranjeros en un grado consistente con nuestros programas
internacionales y con los objetivos de la política exterior de EEUU”.
Kennedy quería mantener los derechos mundiales de la ciencia pública
bajo control público para que pudieran ser compartidos y licenciados
ampliamente, en lugar de ser reclamados por un actor privado que
acapare y se beneficie de las reclamaciones exclusivas sobre la
propiedad intelectual.
La propiedad intelectual no es como otras propiedades. Si usted posee
una vaca y alguien la roba, ha perdido su vaca. Si descubre un proceso
que hace que la leche de vaca sea más segura para beber, la posesión
de ese conocimiento por parte de otros no reduce su reserva. En
términos económicos, el conocimiento es un bien “no rival”. En la famosa
formulación de Jefferson, “Quien recibe una idea mía, recibe él mismo
la instrucción sin disminuir la mía; como quien enciende su candela en
la mía, recibe la luz sin oscurecerme”.
Por ello, el concepto de propiedad intelectual se resistió en Europa hasta
el siglo XX. Todavía en 1912, Holanda rechazaba las patentes y mantenía
lo que llamaba un “libre comercio de invenciones”. Esto era coherente
con la doctrina liberal clásica establecida por Adam Smith y John Stuart
Mill, quienes desconfiaban de las patentes. Los ataques más mordaces
del siglo XIX contra la propiedad intelectual no se encontraron en las
revistas de izquierdas, sino en las páginas de The Economist, que
abogaba por la abolición del sistema de patentes inglés. “Antes de que
25
[los inventores] establezcan un derecho de propiedad sobre sus
inventos, deberían renunciar a todo el conocimiento y la ayuda que han
obtenido del conocimiento y los inventos de otros”, sugería la revista en
1850. “Eso es imposible, y la imposibilidad demuestra que sus mentes y
sus inventos son, de hecho, partes del gran conjunto mental de la
sociedad, y que no tienen derecho de propiedad sobre sus inventos”.
De acuerdo con la opinión predominante en Europa, The
Economist entendía que los monopolios protegidos por el Estado eran
vestigios de un privilegio real que eliminaba la competencia. El primer
sistema de patentes surgió en la Inglaterra isabelina no para “impulsar
la innovación”, sino para limitar los monopolios dispensados por la
Corona. El odio a estos monopolios jugó un papel estelar en la
Revolución Americana, cuyos líderes eran comprensiblemente poco
entusiastas con las patentes. Thomas Jefferson y Ben Franklin los
consideraban impedimentos para el progreso y burlas de lo que
consideraban la naturaleza incremental y acumulativa de toda
“invención”.
La expresión “propiedad intelectual” se acuñó en la Francia
posrevolucionaria para ocultar los orígenes reales del monopolio y
desviar la atención del verdadero objeto de las reclamaciones de
propiedad intelectual, que no es el conocimiento sino los mercados.
Dado que los mercados no encajan fácilmente en las teorías modernas
de los derechos y la propiedad, “quienes empezaron a utilizar la palabra
26
propiedad en relación con las invenciones tenían un propósito muy
definido en mente”, escribió el economista austriaco Fritz Machlup:
Querían sustituir una palabra con una connotación respetable,
“propiedad”, por una palabra que tenía un sonido desagradable,
“privilegio”. Sabían que no había esperanza en salvar la institución de
los privilegios de las patentes si no era bajo una teoría aceptable… y, en
una deliberada falta de sinceridad, interpretaron la teoría artificial de los
derechos de propiedad del inventor como una parte de los derechos del
hombre.
Cuando se añadieron los medicamentos a este debate, no hubo debate
alguno. Sólo a principios y mediados del siglo XX, Estados Unidos
abandonó un arraigado tabú mundial contra las reivindicaciones de
propiedad exclusiva sobre los medicamentos. En Europa, este tabú duró
medio siglo más. Suiza, una potencia farmacéutica, no emitió patentes
de medicamentos hasta 1977. Como todos los países antes de la llegada
de la OMC en 1995, tenía poco poder para hacer cumplir estas patentes
fuera de sus propias fronteras. A nivel internacional, en la década de
1970 todavía reinaba algo parecido a un libre comercio de
medicamentos al estilo holandés. Pero no por mucho tiempo.
Al sentirse traicionadas por su propio gobierno, las empresas
farmacéuticas observaron con alarma el auge de la industria de
genéricos en la India y en otros lugares. Con la ayuda de la ONU, los
países en vías de desarrollo empezaron a invertir durante los años 50 y
27
60 en su capacidad científica y de fabricación. El líder seguía siendo la
India de Nehru, cuya economía alternativa de medicamentos era
percibida por las empresas farmacéuticas estadounidenses como una
amenaza, no sólo para sus beneficios en los países en desarrollo, sino
para la incipiente legitimidad de la medicina monopolista, especialmente
dentro de Estados Unidos, donde se amasaba el dinero realmente.
Entre 1959 y 1962, un demócrata de Arkansas llamado Estes Kefauver
supervisó una investigación sobre la industria farmacéutica de la
posguerra. Las audiencias de alto nivel dirigidas por Kefauver,
presidente del subcomité del Senado, sobre el monopolio, se centraron
en el núcleo del modelo de negocio de la industria: las patentes, la
cartelización y los precios de monopolio. Las audiencias desvelaron una
industria farmacéutica que los estadounidenses y el resto del mundo
veían claramente por primera vez: márgenes de beneficio de hasta el
7.000% en medicamentos patentados cuya creación implicaba procesos
naturales descubiertos en laboratorios financiados con fondos públicos.
Algunos de los detalles más escandalosos que surgieron de las
audiencias tuvieron que ver con las prácticas globales de la industria.
Cuando Kefauver reveló que muchos de los mayores márgenes de
beneficio de Merck y Pfizer se dirigían a la pequeña clase media de la
India, el gobierno de Nehru respondió con más inversiones en la
floreciente industria de medicamentos genéricos del país. Para las
empresas farmacéuticas, Nueva Delhi inició el proceso de redacción de
una nueva ley de patentes que sustituyera al régimen colonial británico
28
aún vigente. Las empresas farmacéuticas ejercieron una fuerte presión
para detener una ley que temían que pudiera servir de faro en todo el
sur del mundo.
“Las corporaciones occidentales se alinearon con sectores
conservadores del gobierno indio para oponerse amargamente y obstruir
el sector público de los medicamentos y las reformas de las patentes”,
dice Prabir Purkayastha, un veterano organizador del Movimiento por la
Salud del Pueblo Indio. “La visión de Nehru representaba una amenaza
especialmente temible: un país en desarrollo con sus propias
instituciones científicas, capacidad de vanguardia, sin protección de
patentes y con líneas de producción que podrían suministrar productos
farmacéuticos a su propio e inmenso mercado interior y a otros países
en desarrollo”.
La Ley de Patentes de la India (1970) no fue tan radical como podría
haber sido. Siguiendo el modelo de las leyes de patentes de Europa
Occidental, prohibía las patentes de productos farmacéuticos, pero daba
cabida a reivindicaciones exclusivas sobre métodos relacionados con su
fabricación.
El director general de Merck, John Connor, anunció la ley como “una
victoria del comunismo global”. Pero como él y sus compañeros
ejecutivos temían, la ley de patentes era sólo el principio. Durante los
años 60 y 70, la industria farmacéutica india no sólo presentó un modelo
de trabajo de autosuficiencia y cooperación sur-sur. También demostró
29
el potencial de la transferencia de tecnología Norte-Sur, que el Sur global
consideraba cada vez más no como una caridad que debía mendigar y
agradecer, sino algo que merecía como una cuestión de justicia global
básica. Fue en respuesta a esta creciente politización de la tecnología
que la industria farmacéutica estadounidense tomó la iniciativa de
formular el plan que culminó, un cuarto de siglo después, en la fundación
de la OMC.
En 1964, los 134 países más pobres del mundo formaron un bloque de
negociación dentro de la ONU llamado G77. En su política y agenda, se
solapaba con los países del Movimiento de los No Alineados, formado
tres años antes para perseguir una agenda de desarrollo
internacionalista libre de la interferencia de los bandos occidental y
oriental de la Guerra Fría. El propósito del G77 era desafiar los
fundamentos de un sistema mundial dominado por sus antiguos amos
coloniales. El rechazo a los monopolios del conocimiento y a las
patentes, en particular, fue un tema recurrente en estos esfuerzos.
A raíz de la Ley de Patentes de India, los países del G77 comenzaron a
adoptar leyes de patentes y planes de desarrollo similares, debilitando
el poder de las compañías farmacéuticas extranjeras para imponer su
voluntad (y sus listas de precios) en todo el mundo. En mayo de 1974,
el grupo aprobó una declaración en la Asamblea General de la ONU en
la que se pedía un “Nuevo Orden Económico Internacional” definido por
una distribución más equitativa y democrática de los recursos
financieros, naturales y de “conocimiento” mundiales relacionados con
30
la salud humana. Esta visión incluía el rechazo de la propiedad
intelectual como una herramienta ilegítima del fuerte contra el débil, un
instrumento neocolonial diseñado para seguir desviando la riqueza del
sur al norte.
En la OMS, el G77 contaba con la mayoría de dos tercios necesaria para
fijar la política. Su impulso a la transferencia de tecnología médica del
Norte al Sur obtuvo un poderoso aliado en 1973 con el nombramiento
del médico danés Halfden Mahler como director general de la OMS.
Mahler había pasado una década dirigiendo el programa de tuberculosis
de la India y apoyaba la agenda del G77. En una conferencia patrocinada
por la OMS sobre atención primaria de salud celebrada en la ciudad
soviética de Alma-Ata en septiembre de 1978, Mahler dio a conocer un
programa de la agencia para ayudar a los países pobres a reducir su
gasto en medicamentos mediante el desarrollo de sus industrias
farmacéuticas nacionales*. La conferencia culminó con la adopción de
un ambicioso plan, conocido como la “Declaración de Alma-Ata”, para
proporcionar “salud para todos” en el año 2000. La declaración, al igual
que el programa de medicamentos esenciales de la OMS, comprometía
a la agencia a afirmar “la salud como un derecho humano basado en la
equidad y la justicia social”.
“El G77 estaba reclamando el derecho al tipo de capacidad institucional
que lo haría autosuficiente en una pandemia”, dice David Legge, un
australiano cofundador del Movimiento Internacional por la Salud de los
Pueblos, una red mundial de activistas y académicos. “Los llamamientos
31
a un Nuevo Orden Económico Internacional consistían en ampliar el
modelo de los proyectos de penicilina de la ONU”.
El potencial de la conferencia de Alma-Ata, sin embargo, quedaría sin
cumplirse, gracias en parte al obsesivo afán de venganza del hombre
nombrado director general de Pfizer en 1972, el año en que entró en
vigor la Ley de Patentes de la India.
Como secretario del Ejército en la administración Kennedy, Edmund T.
Pratt Jr. aportó una visión estratégica al enfrentamiento militar entre
Estados Unidos y la Unión Soviética. Como director general de Pfizer,
adoptó un enfoque similar ante el surgimiento de una industria de
genéricos en el sur y la creciente asertividad del G77. Estos
acontecimientos amenazaron los ambiciosos planes de Pfizer de dominar
los mercados mundiales de medicamentos y productos agrícolas,
especialmente en Asia. Tras la conferencia de Alma-Ata, Pratt reunió a
un grupo de ejecutivos de la industria farmacéutica para discutir un plan.
Pfizer era el candidato natural para liderar un contraataque de la
industria contra el G77. Sus abogados de patentes eran legendarios por
lanzar demandas de infracción kamikazes en todo el mundo. En 1961,
la empresa demandó al gobierno británico después de que el Servicio
Nacional de Salud comprara una versión genérica italiana de un
antibiótico patentado por Pfizer, la tetraciclina. En toda Europa, donde
las patentes de medicamentos todavía estaban ampliamente prohibidas,
el pleito sirvió de aleccionadora introducción a la moderna industria
32
farmacéutica estadounidense “postiza”. Los editoriales recordaban a los
lectores que Pfizer debía su poder a los contratos de guerra para
producir penicilina, que había sido descubierta y desarrollada en Oxford
y dejada en el dominio público. Pfizer perdió la demanda de 1961, y
volvió a perder cuando demandó al NHS por otra supuesta infracción
cuatro años después.
La primera idea de Pratt fue tratar de desviar la conversación del propio
terreno del G77. En aquel momento, el único foro diseñado para tratar
las cuestiones legales relacionadas con la propiedad intelectual era la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU, o OMPI, la
agencia que supervisaba el Convenio de París para la Protección de la
Propiedad Industrial (1883). Este convenio sólo obligaba a los países a
conceder a las empresas extranjeras los mismos derechos que
concedían a las suyas dentro de las fronteras nacionales, pero era lo
más parecido a un acuerdo vinculante en materia de propiedad
intelectual. Cuando el G77 rechazó la propuesta de la industria
farmacéutica, Pratt recurrió a una estrategia que el historiador Graham
Dutfield denomina “gestión de foros”.
Si la ONU era demasiado democrática, habría que encontrar un
escenario menos democrático. Pratt y su grupo se decantaron por un
objetivo poco probable: la próxima ronda de negociaciones del Acuerdo
General sobre Aranceles y Comercio (GATT, en inglés), cuyo inicio
estaba previsto para 1986 en Uruguay. A partir de 1947, las
conversaciones decenales establecieron el marco jurídico del comercio
33
mundial de posguerra. Las enmiendas del GATT eran acuerdos radicales,
jurídicamente vinculantes, de todo o nada, con un formato que favorecía
a los países más ricos. La estrategia de Pratt consistía en insertar la
propiedad intelectual en el GATT, y luego disciplinar al sur rebelde sin
piedad. “La experiencia con la Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual fue la gota que colmó el vaso en nuestro intento de operar
por medio de la persuasión”, diría más tarde Lou Clemente, consejero
general de Pfizer, a los investigadores australianos Peter Drahos y John
Braithwaite, autores del relato definitivo de este episodio, Information
Feudalism (2007).
A finales de la década de 1970, no existían todavía precedentes de la
noción de propiedad intelectual en el comercio mundial. Cuando la
empresa Levi Strauss presionó para que se aprobara un código contra
la falsificación durante la Ronda de Tokio del GATT, a principios de los
años 70, fue rápidamente rechazado. Si Washington no podía proteger
los emblemáticos pantalones vaqueros del país, ¿cómo podía esperar
alguien que se aplicaran las patentes sobre medicamentos que salvan
vidas, un concepto apenas reconocido por los aliados más cercanos de
Estados Unidos?
Pratt encontró su oportunidad en otro detalle ocurrido durante la Ronda
de Tokio. Las negociaciones en Japón habían introducido un nuevo
concepto comercial: “vinculación”. Al argumentar que un tema era un
“vínculo” con cuestiones comerciales legítimas, como los aranceles y las
cuotas, los negociadores podían incluirlo en la agenda. Esta fue la
34
estrategia utilizada para aprobar las enmiendas relacionadas con los
procedimientos aduaneros y las subvenciones invisibles a la exportación.
Los directores generales de las empresas farmacéuticas sólo tenían que
convencer al representante comercial de Estados Unidos para que
“vinculara” la propiedad intelectual al sistema de comercio mundial antes
de Uruguay. Por eso el acrónimo ADPIC –“Aspectos de los Derechos de
Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio” – suena tan forzado
y torpe. Desde el primer momento vio la luz con calzador.
Incluso si funcionara, el grupo seguiría enfrentándose a un obstáculo
mucho más desalentador. El GATT se basó en la promoción del libre
comercio, y los monopolios de patentes son la encarnación de las
restricciones al comercio: el proteccionismo estatal en su forma más
pura.
¿Cómo iba a funcionar eso en algún momento?
Afortunadamente para la industria farmacéutica, esta no era la única
que se preocupaba por el rechazo del resto del mundo a la propiedad
intelectual**. La visión competitiva del sur –compartida por algunos
países desarrollados– suponía una amenaza para los poderosos
intereses que impulsaban la emergente economía de la información de
alta tecnología. Una serie de industrias –entretenimiento, software,
biotecnología, agricultura, semiconductores– empezaron a ver el mundo
a través de los ojos de la industria farmacéutica. En las llamadas de los
grupos de presión de Washington y en los almuerzos de los clubes de
35
Manhattan, los líderes de la industria empezaron a hablar de la
necesidad de establecer un régimen de protección en torno a las
tecnologías estadounidenses, desde la medicina hasta el software.
En 1981, Pratt y el ejecutivo de IBM, John Opel, fueron nombrados
copresidentes del Comité Asesor de Política y Negociación Comercial de
la administración Reagan. Creado por el Congreso en 1974, este grupo
asesor externo reunía a altos ejecutivos de primera línea para asesorar
al representante comercial de Estados Unidos en materia de política y
estrategia. Al tomar las riendas, Pratt y Opel crearon un grupo de trabajo
sobre propiedad intelectual y lo llenaron de personas con experiencia en
asociaciones de fabricación basadas en patentes, especialmente de
medicamentos y productos químicos. En los cinco años que precedieron
a Uruguay, este grupo de trabajo sirvió de sala de guerra para una
política de doble vía destinada a endurecer a los aliados de Washington,
al tiempo que ablandaba y dividía la esperada oposición.
Tras conseguir el apoyo de la administración y la industria, el grupo de
Pratt hizo público su proyecto. Le ayudó la creciente ansiedad por el
declive económico de EE. UU. y, en consecuencia, hizo funcionar
hábilmente los mandos de la propaganda y los diales del estado de
ánimo del público. Pratt vio la desaceleración posterior a Vietnam y a la
crisis del petróleo como una oportunidad para reiniciar lo que los
conocedores de la industria llamaban “la historia de la droga”. Con la
economía sufriendo un cuádruple golpe –déficits comerciales crecientes,
una deuda externa que se dispara, la fuga de la fabricación y una
36
competencia cada vez más dura de Europa y Japón– las empresas
volvieron a presentar la patente como un símbolo atribulado del ingenio
y la “competitividad” estadounidenses. Los países que se negaban a
reconocer la autoridad de la Oficina de Patentes de EE. UU. eran
naciones rebeldes, estados piratas, cuyo latrocinio intelectual
amenazaba tanto los puestos de trabajo de las fábricas de Detroit como
las industrias de alta tecnología en ascenso de Silicon Valley.
Este fue el botón pulsado por Barry MacTaggart, presidente de Pfizer
International, en un artículo de opinión que apareció en The New York
Times el 9 de julio de 1982, bajo el título “Robar a la mente”. El artículo
desvelaba el argumento que la industria y el equipo negociador de
Estados Unidos machacarían durante los cuatro años siguientes hasta el
inicio de las conversaciones en Uruguay. MacTaggart informaba a los
lectores de que estaba en marcha una “tensa lucha mundial por la
supremacía tecnológica”. Las invenciones de las industrias
estadounidenses basadas en la investigación de alta tecnología, escribió
MacTaggart, “han sido ‘legalmente’ tomadas en un país tras otro por la
violación de los derechos de propiedad intelectual por parte de los
gobiernos, especialmente las patentes”. Exhortó a todas las naciones
amantes de la libertad a alinearse en favor de la “aplicación adecuada y
el tratamiento honorable” de la propiedad intelectual, señalando “los
ordenadores, los productos farmacéuticos [y] las telecomunicaciones”
como áreas de conocimiento que están siendo “robadas por la negación
de los derechos de patente”.
37
Dentro de la ONU, advirtió, el G77 estaba “tratando de acaparar las
invenciones de alta tecnología para los países subdesarrollados”, siendo
este un ataque al “principio subyacente al sistema económico
internacional”.
El hecho de que no existiera tal principio no impidió que el grupo liderado
por Pfizer ideara las líneas generales de un régimen para aplicarlo. La
administración Reagan lo adoptó como propio, y el mundo fue avisado
de que la propiedad intelectual estaba en el menú de Uruguay. Los
países del G77, muchos de los cuales se tambalean bajo los efectos de
la crisis de la deuda, anunciaron que no tenían intención de aceptarlo.
Dos de los rechazos más contundentes vinieron de India y Brasil, las dos
capitales de la industria de medicamentos genéricos del sur.
Durante los cuatro años siguientes, Estados Unidos reunió a puerta
cerrada a varios Estados contrarios a los ADPIC. El objetivo de estas
reuniones era coaccionarles para que los firmaran. La herramienta
principal era una parte de la legislación comercial estadounidense
conocida como la Sección Especial 301, establecida por la Ley de
Comercio de 1974. La Sección 301 creó un mecanismo para sancionar a
los socios comerciales de Estados Unidos por políticas consideradas
discriminatorias o gravosas. En 1984, la ley se modificó para que la
aplicación laxa de las patentes y los derechos de autor fuera un
trampolín para la investigación y las represalias de la Sección 301, un
proceso conocido como Especial 301. Los países más pobres son los que
más tienen que perder con estas represalias, ya que a muchos de ellos
38
se les ha concedido recientemente un acceso libre de impuestos al
mercado estadounidense en virtud de un programa establecido en 1976
llamado Sistema Generalizado de Preferencias.
El enfoque de castigo-recompensa de Washington para ablandar la
alianza anti- ADPIC experimentó un progreso vacilante. En 1985,
Estados Unidos sacudió a la coalición anti- ADPIC, blandiendo la
amenaza de una Especial 301 contra Corea del Sur y Brasil. Clayton
Yeutter, el representante comercial de EE. UU. en aquel momento,
informó a ambos países de que la Especial 301 era la “bomba atómica
de la política comercial”. (su sucesor la calificaría, elogiosamente, como
su “palanca”). Entre 1984 y la conclusión de la Ronda de Uruguay en
1994, Estados Unidos invocó la Especial 301 en una docena de
enfrentamientos con los líderes del G77, incluidos uno con India y tres
con Brasil, que dieron lugar a aranceles y a una reducción del acceso al
mercado estadounidense.
Sin embargo, un bloque central de 10 países, liderado por India y Brasil,
siguió luchando. Cuando la Ronda de Uruguay comenzó en la ciudad
costera de Punta del Este, en septiembre de 1986, los ADPIC seguían
siendo un campo de batalla. El Grupo de los Diez seguía resistiendo en
1989, cuando dos acontecimientos rompieron finalmente el eje India-
Brasil y acabaron con la última línea de resistencia a la globalización de
los monopolios médicos occidentales.
39
El colapso del comunismo en Europa del Este en 1989, así como la
inminente disolución de la Unión Soviética que presagiaba, alteraron el
orden político mundial. Estados Unidos entró en un periodo de dominio
históricamente único, y Moscú desapareció como fuente de apoyo
material e ideológico para los países de la oposición anti-ADPIC (la
ciencia y la transferencia de tecnología soviéticas habían contribuido a
sentar las bases de las industrias de medicamentos genéricos en todo el
sur del mundo).
Con el desmoronamiento del Muro de Berlín, la agenda de la industria,
defendida por el representante comercial de Estados Unidos, se liberó
de los últimos restos de la restricción de la Guerra Fría. Dentro del
proceso del GATT, las naciones fueron arrastradas a salas laterales y
amedrentadas por lo que los negociadores anti-ADPIC llamaron las
“Consultas de la Sala Oscura”, según las entrevistas realizadas por
Drahos y Braithwaite. Ese año fue cuando el representante comercial de
Estados Unidos comenzó a aplicar el Especial 301 con toda su fuerza,
abriendo investigaciones sobre cinco de los 10 países “duros” que se
oponían a los ADPIC. India y Brasil, los líderes del grupo, se llevaron la
peor parte. Brasil rompió primero, después de que EE. UU. impusiera
unos aranceles paralizantes a sus importaciones. India aguantó un poco
más, pero en 1990 también rompió. Según los términos del ADPIC, el
país tenía 10 años para desmantelar y revisar la Ley de Patentes de
1970. Cuando la noticia llegó a la India, estallaron protestas callejeras
contra el gobierno de Rajiv Gandhi en todo el país.
40
Con los países en fila, se dejó a la recién llegada administración Clinton
la tarea de supervisar los últimos detalles. Clinton era una figura extraña
para este papel. Había hecho campaña contra la codicia “desmedida” de
las industrias sanitarias y farmacéuticas, a las que había descrito como
“persiguiendo beneficios a costa de nuestros hijos”. Identificó el alto
precio de los medicamentos como “un ejemplo de por qué el sistema
sanitario no funciona”. Ninguna de esas preocupaciones se mantuvo
cuando brindó por la globalización de las patentes de medicamentos que
la gran mayoría de los países siguen considerando desmedida e ilegal.
Clinton parecía genuinamente feliz en la ceremonia celebrada en la
ciudad marroquí de Marrakech el 15 de abril de 1994, cuando 124
Estados firmaron el Acta Final de la Ronda de Uruguay, que dio origen
a la OMC. Según el texto del tratado, la OMC anunciaba “una nueva era
de cooperación económica mundial, que refleja el deseo generalizado
de operar en un sistema comercial multilateral más justo y abierto en
beneficio y bienestar de sus pueblos”. A cambio de la aplicación de las
patentes occidentales sobre medicamentos y otras tecnologías, se
prometió a las naciones del G77 el acceso a los mercados ricos del Norte,
y una condicional “ausencia de temor” a encontrarse en el extremo
equivocado de un Especial 301.
En el momento de la ceremonia de la firma, se informó ampliamente de
que este intercambio era justo y consensuado. No era ninguna de las
dos cosas, pero la parte consensuada parecía mantenerse. Una docena
de años más tarde, un crítico tan sofisticado de los ADPIC como Joseph
41
Stiglitz escribiría: “mientras firmaban los ADPIC, los ministros de
comercio estaban tan satisfechos de haber alcanzado por fin un acuerdo
que no se dieron cuenta de que estaban firmando una sentencia de
muerte para miles de personas en los países más pobres del mundo”.
Pero sí lo sabían. Es la razón por la que lucharon tanto tiempo y tan
ferozmente como lo hicieron. Es la razón por la que los negociadores del
Grupo de los Diez se llamaron entre sí llorando cuando Brasil se quebró,
y por la que tantas reuniones ministeriales de la OMC han estado
envueltas en gases lacrimógenos. Mucha gente entendió perfectamente
en 1994 que los ADPIC eran una sentencia de muerte masiva. Ahora
todo el mundo lo entiende también.
* Sin embargo, fue la mayor industria en hacerlo. En 1980, la mitad de
las 20 mayores multinacionales farmacéuticas del mundo tenían su sede
en EE. UU. En respuesta a la oposición de la industria al programa de
medicamentos esenciales de la OMS, Ronald Reagan recortó el apoyo
de EE. UU. a la agencia en 1985.
** Una versión anterior de este artículo indicaba erróneamente el año
de la conferencia patrocinada por la OMS.
Alexander Zaitchik es periodista independiente. Su próximo libro,
Owning the Sun: A People’s History of Monopoly Medicine from Aspirin
to Covid-19, será publicado por Counterpoint en 2022.
42
Texto origina: https://newrepublic.com/article/162527/long-strangetrips-grubby-history-vaccines-became-intellectual-property
Traducción: Inés Molina Agudo
Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/los-largos-y-extranosadpic-la-sordida-historia-de-como-las-vacunas-se-convirtieron-enpropiedad
Fuente: https://rebelion.org/la-sordida-historia-de-como-las-vacunasse-convirtieron-en-propiedad-intelectual/
43
LOS “VICIOS” DEL ECOLOGISMO
ALFREDO APILÁNEZ
Fuentes: Rebelión
“La sociedad capitalista es una sociedad que corre hacia el abismo,
desde todos los puntos de vista, porque no sabe autolimitarse. Y una
sociedad verdaderamente libre, una sociedad autónoma, debe saber
autolimitarse” (Cornelius Castoriadis)
Estamos jodidos
“Estamos condenados. El desenlace es la muerte, con el final de la
mayor parte de la vida en el planeta”. El poeta y filósofo Jorge
Riechmann comparte la demoledora sentencia del científico social Mayer
44
Hillman acerca del funesto destino que aguarda a la especie humana a
medida que avanza de forma irreversible el proceso de volver
completamente “asqueroso” su propio nido. Sin embargo, de la
desesperación puede surgir también la esperanza: “Hay que repetirlo
una y otra vez: paradójicamente, sólo asumir de verdad que no hay
solución -que ‘estamos jodidos’- podría abrir un camino que evitase lo
peor. Dar por muerta esta civilización, dar por muerta esta economía y
esta cultura, darnos por muertos a nosotros mismos, y quizá entonces
estar dispuestos a las hoy imposibles transformaciones que nos
salvarían”.
El diagnóstico es por tanto de una claridad meridiana: el violento choque
de la sociedad humana contra los límites biofísicos del planeta -el
denominado overshoot o extralimitación- es irreversible y la forma actual
de la organización social capitalista no sólo es incapaz, por su naturaleza
autoexpansiva y depredadora, de adoptar siquiera mínimas medidas
correctoras sino que, bien al contrario, lo está agravando con su propia
tendencia degenerativa. La atonía de la acumulación de capital – la
progresiva reducción de la rentabilidad y de la productividad del trabajodurante
el último medio siglo, las recurrentes y crecientemente violentas
convulsiones sociales provocadas por las crisis y las mutaciones de su
matriz de rentabilidad hacia la hipertrofia del casino financiero no han
hecho sino agudizar el doble carácter de depredador de la naturaleza y
de explotador de “los que nada tienen que perder salvo sus cadenas”
que caracteriza al capitalismo desquiciado: los precios de los alimentos
y de las materias primas y fuentes de energía que mantienen en marcha
45
el metabolismo social se fijan en el casino de los mercados de futuros,
templos de la especulación donde campan por sus respetos los tiburones
financieros. El “ecocidio más genocidio” en ciernes, descrito por el propio
Riechmann, presenta su siniestro espectro sin que haya la más mínima
posibilidad de que “esta economía y esta cultura” lo mitiguen siquiera.
El capitalismo ya cumplió por tanto su función histórica progresiva y
actualmente no es otra cosa que una rémora, aceleradamente
destructiva, para la esperanza en la posibilidad de alcanzar una
organización social racional en armonía con la naturaleza.
¿Cuáles serían por tanto, en este lúgubre escenario, las “hoy imposibles
transformaciones” que nos alejarían de ese aciago horizonte? ¿Resulta
factible concebir siquiera la posibilidad de construcción de alternativas
de organización de la vida humana capaces de echar
el benjaminiano “freno de emergencia” y evitar al menos los escenarios
más acerbos del colapso en ciernes?
La respuesta en principio no debería ser demasiado difícil. El pensador
y activista anarquista Murray Boockchin, pionero del ecologismo social,
lo expresa en un principio básico: “La dominación de la naturaleza por
el hombre se deriva de la dominación real de lo humano por lo humano”.
Así pues, si el desastre ecológico es una derivada de un sistema
económico basado en la explotación del trabajo humano y en la
acumulación sin fin de capital como si no hubiera un mañana, la premisa
para alcanzar una conciliación del metabolismo social con la
preservación de la naturaleza debería ser evidente: la “muerte de esta
46
economía y de esta cultura” y su sustitución por una sociedad racional,
que preserve el equilibrio entre la satisfacción de las necesidades
humanas y la consecución de las aspiraciones a una “vida buena” en un
planeta habitable, mediante el uso no depredador de los dones de la
naturaleza. Una sociedad, en las bellas palabras de Marx, que “produzca
de forma sistemática el intercambio entre la especie humana y la
naturaleza como ley reguladora de la producción social y en una forma
adecuada al pleno desarrollo humano“.
El hecho decisivo, verdaderamente inédito pero también esperanzador,
que distingue a la situación actual de otras épocas históricas, es que tal
aspiración sería, a pesar de la sideral distancia existente entre el deseo
emancipador y el devastador paisaje que deja el reino del capital,
perfectamente realizable: nunca antes en la historia humana ha sido
mayor la brecha entre, por un lado, la capacidad potencial de producir
bienes y servicios para proporcionar un nivel de vida digno a todos los
seres humanos, con tecnologías y recursos sostenibles ecológicamente
y, por otro, las deplorables condiciones de vida de una gran parte de la
población mundial en un contexto de destrucción acelerada del medio
natural. Tal es la constatación que simboliza, mejor que cualquier otro
aspecto de la acerba realidad circundante, la irracionalidad suicida -la
“carrera hacia el abismo”, en los premonitorios términos de Castoriadisque
caracteriza al capitalismo desquiciado.
Parecería por tanto de todo punto evidente que las respuestas sociales
y las prácticas emancipatorias necesarias para detener in extremis esta
47
carrera autodestructiva tendrían que ser, por decirlo en el lenguaje
clásico, revolucionarias o no serán soluciones reales. Sin embargo, el
consenso acerca de lo anterior dista mucho de ser mayoritario entre las
fuerzas transformadoras.
El movimiento ecologista ha asumido en las últimas décadas la ímproba
e ingrata tarea de dar respuesta a estas arduas cuestiones denunciando,
con abrumador sustento científico, la apremiante emergencia y la
extraordinaria gravedad del desastre ecológico y promoviendo las
inaplazables transformaciones que permitirían, en los
lúcidos términos de Marx, “gobernar el metabolismo humano con la
naturaleza de una manera racional”. De este modo, trascendiendo el
“techo de cristal” de los movimientos -como los calificaba el filósofo
Francisco Fernández Buey- de “un solo asunto”, las corrientes
ecologistas que “van en serio” no se han limitado al ámbito de la
denuncia del colapso ambiental sino que han tratado asimismo de
desarrollar abundantes prescripciones político-económicas en pos de
detener el ecocidio. ¿Lo han logrado? ¿Ha conseguido el ecologismo,
más allá del abrumador consenso científico acerca de la contundencia
del diagnóstico y la apremiante urgencia de las soluciones, elaborar un
conjunto coherente de prácticas y reflexiones sociopolíticas que iluminen
las sendas emancipatorias que pugnen por aunar la preservación del
metabolismo socionatural con la liberación del yugo del capital? O, dicho
de otro modo: ¿existe una correspondencia entre la dureza del
diagnóstico “terminal” del paciente y la radicalidad de las luchas y de las
48
propuestas transformadoras para “dar por muertas esta civilización y
esta cultura”?
La primera constatación es que, aunque el movimiento ecologista que
“va en serio” -lo cual excluye por principio el “ambientalismo del capital”,
el oxímoron del capitalismo “verde, resiliente e inclusivo” o la entelequia
de la “economía circular”, ingredientes de la pátina greenwashing que
recubre los vanos intentos de las grandes corporaciones y de sus
“espadachines a sueldo” por poner cataplasmas al desastre en ciernesconstituye
un magma sumamente heterogéneo, podría establecerse, a
título expositivo, un eje divisorio fundamental que reprodujera –mutatis
mutandis– la vieja querella de la izquierda clásica entre reformistas y
revolucionarios. Es decir, entre los creyentes en la posibilidad de la
regulación del capitalismo para encauzarlo hacia una drástica corrección
de su impacto destructivo sobre el medio natural, y, por otro lado, los
convencidos de la incompatibilidad radical entre la esencia depredadora
de la acumulación de capital y cualquier noción mínimamente viable de
autocontención y de preservación de un lugar apto para una vida buena
en el “tercer planeta del sistema solar”.
En este marco, lo que llama extraordinariamente la atención es que,
incluso en el caso de las posiciones presuntamente rupturistas -llámense
ecosocialistas o libertarias-, las propuestas concretas y las vías de acción
político-social que se desarrollan se mantienen, salvo contadísimas
excepciones, dentro de los márgenes de las reglas del juego fijadas por
el discurso del capital. Es decir, queda patente el agudo contraste entre,
49
por un lado, la contundencia y la casi completa unanimidad en el
diagnóstico del inexorable colapso ecosocial y, por el otro, la
pusilanimidad de la mayor parte de las alternativas que se plantean para
al menos atenuarlo.
Para tratar de ilustrar y desentrañar la paradoja anterior nos
centraremos, de forma no exhaustiva, en tres “vicios” que,
interrelacionados de múltiples formas y gradaciones, lastran en gran
medida la capacidad de los ámbitos sedicentemente radicales del
movimiento ecologista para transformarse en un freno eficaz de la
insaciable sed depredadora del capitalismo desquiciado y avanzar en la
apremiante necesidad de construcción de nuevas formas de
organización social alternativas: el decrecentismo, el estatismo y el
curanderismo económico.
Decrecentismo: la ilusión de “poner a dieta” al capitalismo
“La civilización es sólo una coartada endeble para una destrucción
brutal. El veneno sigue brotando y el sistema entero parece dispuesto a
intoxicar hasta el último rincón del planeta, porque son más rentables la
destrucción y la muerte que detener la máquina” (Subcomandante
Insurgente Galeano)
Con fuerza redoblada si cabe tras el brutal impacto de la pandemia en
curso, adquiere creciente predicamento en los últimos tiempos dentro
del movimiento ecologista la tendencia “decrecentista”. Se trataría de
focalizar las propuestas transformadoras del metabolismo socionatural
50
en torno al concepto de “decrecimiento”, estableciendo un programa
que incluiría el conjunto de “frenos de emergencia” acuciantemente
necesarios para corregir el rumbo suicida de la sociedad capitalista y
evitar la hecatombe que se avecina: atajar el flagelo del “ecocidio más
genocidio” a través de la reducción radical de la producción y el consumo
de masas, así como poniendo coto al desaforado expolio de las riquezas
naturales. La abstrusa jerga “decrecentista” -desmaterializar,
desmercantilizar, descomplejizar, destecnologizar, descentralizar,
relocalizar, ruralizar, etc.- apunta pues a esa necesidad de reducción
drástica del consumo energético-material en pos de una urgente
adaptación a las capacidades biofísicas del planeta. La cuestión
neurálgica residiría pues en cómo lograr esa imperiosa metamorfosis de
la depredación del capital hacia un sistema social que “haga las paces”
con la naturaleza.
A pesar del consenso abrumador existente en cuanto al diagnóstico -de
hecho se trata de un escenario conocido ya desde, al menos, el
famoso informe Meadows al Club de Roma de 1972 sobre los “límites
del crecimiento”-, harina de otro costal es el contenido del ámbito
propositivo. El historiador y destacado teórico anarquista Miquel
Amorós resalta la falta de novedad del diagnóstico “decrecentista”: “En
general, parten de los límites del proceso de acumulación ampliada (el
‘crecimiento’) y de su repercusión en el entorno, ya señalados en los
años sesenta del siglo pasado por economistas críticos y por los primeros
ecologistas”.
51
¿En qué consiste entonces la aportación original del contenido de las
propuestas decrecentistas? ¿Dónde reside la pertinencia de acuñar un
nuevo concepto y cuáles serían las prácticas sociopolíticas que se
derivarían de su aplicación?
Si bien la enorme heterogeneidad del movimiento -que abarca desde la
pléyade de ONG’s de corte ambientalista hasta figuras señeras del
anarquismo patrio como Enric Duran o Carlos Taibo, pasando por los
restos del movimiento antiglobalización ejemplificados en ATTAC e
incluso algunos jirones insepultos del movimiento comunista- impide una
conceptualización uniforme valga, como botón de muestra del núcleo
duro decrecentista, la definición propuesta por uno de sus fundadores:
“Latouche, referente indiscutido del decrecimiento, lo define como una
‘revolución cultural que lleva a una refundación de la política’ lo cual
implica ‘pasar de consumidores esclavos a ciudadanos responsables’”.
Con este criterio, es lógico que la gran mayoría de las propuestas para
decrecer -”decrecimiento o barbarie” es el provocativo
slogan luxemburguiano popularizado por Latouche- aludan a cambios en
las pautas de conducta individuales: sobriedad, austeridad, reevaluar
(revisar los valores), reconceptualizar términos como riqueza y pobreza,
reestructurar, relocalizar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar. El
ecologista y escritor Luis González Reyes abunda en lo anterior: “Es
decir, debemos autolimitarnos con un modelo de vida más austero. Sólo
una disminución drástica del consumo en los países sobredesarrollados
52
permitirá el moderado, pero necesario, aumento en los empobrecidos.
Es decir: reducir, reutilizar y reciclar por este orden”.
La apelación a la contención individual, como si la demoledora
apisonadora de la acumulación de capital pudiera detenerse mediante
cambios, generalmente cosméticos, de los hábitos de consumo,
asociada a una terminología -productivismo, sostenibilidad, cambio de
modelo económico, redistribución de la riqueza- cuya finalidad es dejar
de dar cuenta de las relaciones de explotación y difuminar la esencia
irreformable del capitalismo desquiciado, conforman el carácter
dulcificado de las propuestas decrecentistas. La cuestión central sería,
en definitiva, tratar de esclarecer si el decrecimiento tiene algo
realmente novedoso que aportar o sólo estamos ante la última
reencarnación de la añeja ilusión reformista de meter en vereda a la
“bestia” mediante laboriosos diseños de estrategias de contención que
empero eluden la urgencia de desarrollar auténticas vías de colisión
contra la depredación capitalista.
Podríamos plantearnos incluso la pertinencia del recurso al eje
crecimiento-decrecimiento para describir la esencia de la acumulación
de capital en su actual fase degenerativa: ¿Es el “crecimiento” un
imperativo del capitalismo o se trataría más bien de un concepto postizo,
no esencial, utilizado en la actualidad de forma abusiva por los
“espadachines a sueldo” del capital para ocultar los rasgos esenciales de
este modo de producción? ¿Realmente se trata del rasgo neurálgico de
la acumulación de capital, cuya desactivación facilitaría la transición
53
hacia una economía no depredadora de la naturaleza, o resulta más bien
un epifenómeno superficial y una trampa tendida por el “enemigo” para
impedir un análisis profundo de la matriz de rentabilidad del capitalismo
degenerativo? En ese caso, ¿no parece más bien un error “comprar” el
marco que instaura el falaz discurso del capital para tratar de instaurar
una praxis alternativa?
Habría, dicho de una manera sumaria, dos críticas básicas hacia la
elección del binomio crecimiento-decrecimiento como eje del análisis del
capitalismo realmente existente y como base para la adopción de
medidas correctoras del ecocidio. Por un lado, una objeción técnica -no
existen parámetros o índices adecuados para medir el “crecimiento”
económico- y, por otro, una objeción histórico-estructural -estamos ante
un capitalismo, al menos en el Centro global, sin reproducción
“saludable”, es decir, sin “crecimiento”, al menos en el último medio
siglo-.
Para evaluar el desenfoque absoluto de las medidas estándar de la
riqueza generada en la economía –simbolizadas en el Producto Interior
Bruto, como fetiche del “crecimiento”, la obsesión de los mamporreros
del capital en la política y en la pseudociencia económica– no hay más
que prestar atención a un dato apabullante: el defectuoso radar del PIB
no detecta las plusvalías generadas en los mercados financieros ni el
descomunal «efecto riqueza» provocado por la revalorización
especulativa de los activos inmobiliarios, dos de los pilares basales en
los que se sustenta actualmente el sostenimiento de la precaria
54
rentabilidad del capital. Verbigracia, el descomunal tamaño de los
mercados de derivados -con los futuros de alimentos, fuentes de energía
y materias primas en lugar destacado-, que representan
aproximadamente diez veces el PIB global, la descomunal capitalización
bursátil o el vertiginoso incremento de la deuda privada y de sus costes
financieros asociados -el ritmo del crecimiento actual de la deuda global
y del casino financiero quintuplica el de la producción de “cosas útiles
para la gente”- no existen para las estadísticas oficiales de la
macroeconomía ortodoxa. En resumen, el único crecimiento real y
exponencial que se produce -más allá del brutal aumento de la
desigualdad de rentas y de riqueza que presenciamos en nuestras
“civilizadas” sociedades, que tampoco recoge en absoluto el PIB- en la
actual fase rentista-financiarizada de la economía capitalista en las
fortalezas primermundistas es el de los precios de los activos financieroinmobiliarios,
que es totalmente indetectable para los agregados
macroeconómicos oficiales: los mercados bursátiles occidentales
batieron, durante el periodo más dramático de la pandemia en curso,
sus máximos históricos, mientras la actividad económica global estaba
colapsando y el PIB de las principales economías batía récords
negativos.
Es decir que, aparte de la completa omisión –denunciada por José
Manuel Naredo, uno de los pioneros de la economía ecológica en la “piel
de toro”- de los flujos energéticos, los daños ecológicos (denominados
groseramente “externalidades” por la ortodoxia neoclásica) y el
formidable consumo de recursos no renovables generado por la ciega
55
acumulación capitalista, incluso en términos puramente monetarios, el
PIB es un parámetro totalmente defectuoso para reflejar los nichos
claves de la rentabilidad y las tendencias estructurales de la acumulación
de capital en la fase neoliberal. Podríamos afirmar incluso que
precisamente el decrecimiento del flujo de plusvalor extraído del trabajo
vivo -la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, pilar basal de la
formidable construcción marxiana- es el que explica el perfil
agudamente depredador del capitalismo desquiciado: hace al menos
medio siglo que no hay crecimiento “saludable” en el Centro capitalista,
al menos en el sentido tradicional de los manuales de macroeconomía,
sino degradación, regresión y aumento de la toxicidad de la acumulación
de capital.
En las rotundas palabras de Andrés Piqueras: “Hoy vivimos en un
capitalismo irreal, ficticio, moribundo, cuya economía aparenta que
sigue funcionando porque vive asistida a través de la invención incesante
de dinero de la nada y de una deuda creciente que está devorando toda
la riqueza social y natural”.
Tras el final de los añorados “treinta gloriosos” y la subsiguiente reacción
neoliberal en toda la línea, la atonía de la acumulación, las violentas
sacudidas de las crisis y la formidable expansión del globo financiero
conforman un escenario de “decrecimiento acelerado” de los dos flujos
esenciales que permitirían una acumulación saludable: el flujo de trabajo
vivo, agostado por la incorporación de nuevas tecnologías y por la
proliferación de actividades improductivas provenientes de la
56
denominada terciarización y, como resultado inevitable de lo anterior,
las crecientes dificultades del sistema -la formidable explosión de la
deuda global es la prueba irrebatible del “gripado” del motor de la
acumulación- para mantener una rentabilidad adecuada. El overshoot,
el choque de la maquinaria capitalista con los límites biofísicos del
planeta, impacta por tanto en un organismo ya de por sí degenerativo
agravando y retroalimentando las tendencias anteriores.
Las consecuencias del carácter crecientemente depredador de este
capitalismo patológico -sobreexplotación del trabajo, incremento
exponencial de la deuda y del globo financiero, que genera
descomunales burbujas bursátiles e inmobiliarias, y crecimiento
desorbitado de actividades rentistas e improductivas (verbigracia, el
turismo como bomba ecológica)- son determinantes para conformar el
desastre socio-natural en el que nos hallamos. En palabras del profesor
y economista ecológico Giorgos Kallis :
“Un capitalismo sin crecimiento es posible, y es un capitalismo de rostro
cruel y, de hecho, es como ha sido en muchos períodos y lugares:
quiebras, desempleo, reducción de los niveles de vida, bienes comunes
privatizados, desahucios y desigualdad creciente”.
José Manuel Naredo pone el dedo en la llaga acerca de la completa
inadecuación del discurso del decrecimiento -más aun si pretendemos
aplicarlo a los desheredados de la tierra- para describir el estado actual
del sistema capitalista y construir un marco alternativo: “Se produce así
57
una doble paradoja. Por una parte, que el mismo sistema que prometía
múltiples parabienes asociados al crecimiento económico, nos viene
ofreciendo con largueza el decrecimiento del empleo, de los salarios, de
las ayudas sociales, de los derechos… y de los bienes y servicios
públicos. Por otra, que cuando el sistema nos impone, de hecho,
el decrecimiento, evidenciado su agotamiento y crisis, el movimiento
ecologista abraza la palabra decrecimiento como propuesta”. A medida
que avanza la degeneración del sistema, la putrefacción acelerada del
capital, su destrucción se vuelve más urgente y la “ilusión gradualista”
inscrita en el ADN del paradigma decrecentista resulta cada vez menos
adecuada para apuntalar la necesidad perentoria de un cambio radical.
Tales premisas defectuosas en cuanto al objeto de análisis y al
diagnóstico de la situación únicamente pueden desembocar en una
estrategia político-cultural desnortada, enmarcada en una panoplia de
propuestas plácidamente reformistas. El propio concepto de
decrecimiento remite a procesos graduales, bien alejados del conflicto
directo y de la lucha antidesarrollista y anticapitalista por la construcción
de alternativas verdaderamente radicales que avancen hacia el
ineludible horizonte de acabar con “esta civilización, esta economía y
esta cultura”. Se mantiene por tanto prisionero de una problemática
cuantitativa: producir y consumir “menos” y no “más”. En ningún caso
se trataría de renunciar a los mercados, al dinero o a la explotación
laboral sino de “controlar” la economía a través de la implicación
personal y la supervisión democrática. El propio Naredo, a pesar de su
expreso alejamiento del credo decrecentista, propone -además de una
58
serie de reformas “blandas” del sistema centradas en desactivar el
“globo financiero”, atajar la desaforada especulación financiera e
inmobiliaria o acabar con los paraísos fiscales- un eslogan alternativo -
”vivir mejor con menos”- que encaja como anillo al dedo en esta
dulcificada amortiguación de los peores efectos del business as
usual que caracteriza al credo decrecentista.
La descripción de Miquel Amorós de las falencias decrecentistas no por
menos ácida deja de ser certera: “Como sus seguidores provienen de
muy diversos sectores los métodos aplicados naturalmente divergen,
pero todos oscilan entre la acción política ciudadanista y la construcción
de un modelo económico ‘justo’ y por supuesto ‘sostenible’, hecho ‘a la
medida de las personas y los ecosistemas’. Revolución y lucha de clases
están excluidos del vocabulario decrecentista ‘reconceptualizado’. Nada
de huelgas, ocupaciones, sabotajes, autodefensa, boicots y demás
formas clásicas de resistencia. Todos los decrecentistas desean una
‘transición’ tranquila y serena hacia la sociedad ‘convivencial’. Estamos
muy lejos de caminar hacia lo que en otra época se llamó socialismo o
comunismo. Lo que se pretende es más sencillo: poner a dieta al
capitalismo”.
El eclecticismo político del magma decrecentista –que vale tanto, como
irónicamente dice Amorós, para un roto como para un descosido- queda
palmariamente reflejado en esta, cuando menos curiosa, “declaración
de principios”:
59
“Aunque haya defensores del decrecimiento que no hablen de lucha de
clases, otros si lo hacemos, y casi todos abogamos por una sociedad sin
desigualdades, poniendo mucho énfasis en la redistribución de los
bienes y servicios. Algunos defendemos que eso se puede hacer en el
marco del socialismo, del comunismo o del anarquismo y otros no se
pronuncian sobre el particular”. Todo un dechado de concreción, qué
duda cabe.
El binomio crecimiento-decrecimiento es, en definitiva, un punto de
partida totalmente erróneo para constituir el eje de la crítica
anticapitalista y de la construcción de alternativas reales al ecocidio
rampante. Sólo la desactivación completa y de raíz de las entrañas de la
bestia de un modo de producción depredador y ecocida abrirá el
horizonte de las -hoy remotas- posibilidades de reconciliación de la
especie humana con el malhadado entorno natural.
El estatismo ecosocialista: la falacia de las estrategias “duales”
Los que se reclaman herederos de la centenaria tradición del socialismo
de inspiración marxista son especialmente críticos de la ambigüedad y
pusilanimidad de las propuestas decrecentistas. John Bellamy Foster -
autor de un extraordinario trabajo sobre los, escasos pero significativos,
atisbos ecológicos de la obra de Marx- resume la posición dominante:
“El decrecimiento, en la forma en que se presenta normalmente hoy, no
puede ser el principal objetivo organizativo del movimiento ecosocialista,
puesto que ni aborda la amenaza ecológica inmediata ni se compromete
con la necesidad de un cambio estructural del sistema capitalista”. El
60
filósofo Michael Löwy, coautor del “Manifiesto Ecosocialista
Internacional”, abunda en la inconsistencia del programa decrecentista:
“a) el concepto de decrecimiento es insuficiente para definir un
programa alternativo; b) no aclara si el decrecimiento puede lograrse en
el marco del capitalismo o no; c) no distingue entre actividades que es
preciso reducir y las que hace falta desarrollar”.
Partiendo por tanto de una posición claramente anticapitalista, el
ecosocialismo busca asimismo distanciarse drásticamente, no sólo de la
malhadada distopía burocrática del socialismo real, furibundamente
depredador de la naturaleza y opresor de las clases populares, sino
también de la profunda raíz productivista de la tradición del socialismo
de estirpe marxista: el desarrollo de las fuerzas productivas, como vía
de superación del capitalismo a través de su progresiva socialización, ya
no sería en absoluto, en el marco de la catástrofe ecológica en curso,
un ingrediente de una visión radical pero temperada de la
transformación social.
Jorge Riechmann, inspirado en los pioneros trabajos de su maestro, el
filósofo marxista y luchador antifranquista Manuel Sacristán -suyo es el
concepto de “fuerzas productivo-destructivas”, que incorpora el
ecocidio, como un “nuevo problema”, en el paradigma marxista-,
proporciona una definición del ecosocialismo: “Se trata de una
reformulación antiproductivista de los idearios de izquierda que se hace
cargo de los nuevos ‘desafíos civilizatorios’, señaladamente los
problemas ecológicos”. Así pues, al ideal socialista basado en que el
61
trabajo deje de ser una mercancía y la medida del valor, se añade el
principio de sustentabilidad, de homeostasis y equilibrio con la
naturaleza.
Sin embargo, en contraste con su vocación renovadora de la “casa de la
izquierda”, centrada en otorgar prioridad a los problemas ecológicos
abandonando el productivismo desarrollista del marxismo ortodoxo, el
ecosocialismo mantiene incólume otro rasgo característico de la tradición
del socialismo marxista heredero de las, hoy extintas o embalsamadas,
Internacionales Socialista y Comunista: la creencia en la centralidad
estratégica de la lucha por el control del Estado para avanzar hacia la
transformación ecosocial. Adrián Almazán nos brinda una precisa
caracterización del estatismo ecosocialista: “Casi todas las expresiones
del ecosocialismo otorgan un papel estratégico determinante para el
Estado: desde las visiones ecocomunistas-leninistas, que hacen del
Estado el actor principal de la transformación socio-ecológica de las
sociedades contemporáneas, hasta algunas de las teorizaciones más
contemporáneas del pensamiento ecosocialista, como aquellas que se
agrupan en torno a la idea de «ecosocialismo descalzo». Aunque éste
se encuentre aún en proceso de construcción, casi todos/as sus
teóricos/as comparten que el punto de partida estratégico de la
transformación social es la necesidad de «estrategias duales», es decir,
actuaciones estatales dirigidas y sustentadas en la existencia y la
actividad de los movimientos sociales”.
62
La diferencia profunda entre el ecosocialismo y el planteamiento,
típicamente reformista y keynesiano, de los apóstoles del Green New
Deal, no reside por tanto en la común vocación estatista de ambos -si
bien los ecosocialistas profesan un estatismo crítico y desconfiado, de
“nariz tapada”- sino en la radicalidad de las medidas propuestas: los
ecosocialistas niegan la posibilidad de regulación o reverdecimiento del
capitalismo para reconvertirlo, a través de formidables inversiones
estatales, hacia el uso masivo de tecnologías verdes no fosilistas que
atenúen el ecocidio.
El propio Riechmann, principal acuñador del concepto de “ecosocialismo
descalzo”, reproduciendo fielmente el tradicional menosprecio que el
presunto “desprecio anarquista al poder” ha suscitado entre los
herederos del gigante de Tréveris, defiende rotundamente la aspiración
a la transformación del Estado burgués en favor de los intereses de las
clases populares y de la contención del ecocidio: “Frente a la tentación
de refugiarse en los márgenes, el ecosocialismo mantiene la lucha por
la transformación del Estado (…) Es llamativa la coincidencia de esa
propuesta de supervivencia en los márgenes, altamente funcional al
desorden establecido, con la tentación de una parte considerable de los
movimientos alternativos indignados: organicémonos por nuestra
cuenta al margen del Estado (si destruyen la sanidad pública, creemos
cooperativas de salud autogestionadas, etc.). Frente a esa tentación, el
ecosocialismo afirma: no renunciamos a la transformación del Estado,
de manera que llegue a ser alguna vez de verdad social, democrático y
de Derecho”. Cabría preguntarse, dicho sea de paso, si Riechmann
63
incluiría, en esa “tentación de supervivencia en los márgenes, altamente
funcional al desorden establecido”, a los centenares de clínicas y
farmacias autogestionadas creadas en toda Grecia “al margen del
Estado” para atender a las decenas de miles de personas expulsadas del
sistema público de salud por los criminales recortes impuestos por la
Troika durante la infausta crisis de la deuda griega de hace una década.
Tal combinación de profesión de fe anticapitalista y confianza “agónica”
en la herramienta estatal como actor imprescindible de la transformación
social se refleja asimismo de forma paradigmática en el
siguiente extracto del “Programa ecosocialista básico para hacer frente
al vuelco climático”, elaborado por Daniel Tanuro:
-Expropiación (sin indemnización) y socialización de las grandes
compañías energéticas, así como de las redes de distribución.
-El nuevo sistema energético basado en fuentes renovables ha de ser
de titularidad pública.
-Pero ¿de dónde los recursos para esas cuantiosas inversiones?
Expropiación y socialización de la banca y el sistema financiero.
-Gratuidad de los bienes básicos (agua, energía, movilidad), provistos
por el sector público, hasta el nivel de satisfacción de necesidades
humanas básicas determinado democráticamente.
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Estatización, expropiación -¡nada menos que de la banca y el sistema
financiero, peccata minuta!- y socialización desde arriba a través de la
palanca legalista-institucional conforman el lenguaje tradicional del
comunismo de estirpe marxista-leninista. Tal planteamiento no puede
por menos de suscitar una mezcla de pasmo e incredulidad.
¿Resulta pertinente, en la actual coyuntura de extinción absoluta de las
organizaciones revolucionarias del panorama político-social de nuestras
democracias “avanzadas”, mantener contra viento y marea la ilusión de
la posibilidad de la transformación radical del Estado burgués dotándolo
de un contenido mínimamente ecosocialista? Y, aun más importante,
¿realmente existen, en la furibundamente neoliberal Europa de
Maastricht y bajo la dictadura de la renta financiera y del poder en la
sombra de los implacables mercados, herramientas reales en manos del
Estado-nación para desarrollar políticas que rocen siquiera los intereses
del gran capital, sea en el ámbito ecológico o en cualquier otro?
No parece que este sea el caso.
El Estado-nación de la fase languideciente del capitalismo iniciada hace
medio siglo tiene como función primordial la de tratar de asegurar la
maltrecha acumulación de capital pugnando por apuntalar los factores
contrarrestantes de su creciente decadencia. Las crecientes dificultades
de reproducción “saludable” del capital, resultado de la inexorable
tendencia declinante de su rentabilidad, exigieron la adecuación estricta
del papel del Estado a la función de potenciar al máximo las
65
contratendencias –con la extraordinaria hipertrofia de la deuda, las
burbujas de activos y el casino financiero en lugar destacado- que
pudieran atenuar dicha declinación. De ahí la supeditación absoluta de
los “títeres de los hemiciclos” a los designios de los sacrosantos
“mercados” a través de los privatizados canales de financiación de los
recursos públicos, controlados completamente por la banca central y
comercial, las fábricas de dinero que condicionan decisivamente las
políticas de las instituciones “soberanas”. En los certeros términos de
Emilio Santiago Muiño, uno de los grandes adalides del Green New Deal
en la “piel de toro”: “Toda la actividad estatal es mediada por el dinero,
y el dinero no se puede generar arbitrariamente”. O, dicho de otro modo,
“tal y como está diseñado y configurado el Estado-nación en nuestros
días, la supuesta primacía de la esfera política está llamada a ser siempre
el condottiero del dinero”. Por lo tanto, el precio a pagar para asegurar
la completa adecuación de las políticas públicas a las apremiantes
necesidades del capital en la fase neoliberal es la amputación de cuajo
de cualquier ilusión de mantenimiento -como demuestra, entre otros
muchos ejemplos, la triste historia de la “crisis del euro” de principios de
la década pasada, que provocó los humillantes “rescates” de los PIGS y
la aplicación subsiguiente manu militari del “austericidio”- de la
“soberanía” fiscal o monetaria por parte de los Estados nacionales.
El Estado neoliberal carece por tanto totalmente de las herramientas
necesarias para emprender, aun en el caso de que así lo pretendiera un
gobierno realmente de izquierdas, políticas que erosionen mínimamente
los intereses del capital financiero. La heroica aspiración de “no
66
renunciar a la transformación del Estado para que sea de verdad social,
democrático y de derecho” choca por tanto frontalmente con la
evolución irreversible hacia la total subalternidad de la función estatal a
la cuenta de resultados del gran capital fraguada en las cinco décadas
de hegemonía neoliberal.
Sobran los ejemplos ilustrativos de cómo las palancas «técnicas», a
través de las que el Estado podía atenuar levemente el embate del
capital desembridado desarrollando políticas redistributivas de estirpe
keynesiana, han sido cercenadas por la dictadura de la renta financiera
aplicada con mano de hierro por los «mamporreros» ideológicos e
institucionales de las entrañas de la bestia.
John Bellamy Foster describe el cepo al que someten los dueños de la
fábrica de dinero y de las grandes corporaciones oligopólicas al Estado
neoliberal: “Ahora la política fiscal y la monetaria están fuera del alcance
de cualquier gobierno que se atreva a hacer algún cambio que afecte a
los grandes intereses creados. Los Bancos Centrales se han
transformado en entidades controladas por los Bancos Privados. Los
Ministerios de Hacienda están atrapados por los límites de la deuda y las
agencias reguladoras están en manos de los monopolios financieros y
actúan en interés directo de las corporaciones”.
Tales “barrotes dorados” dejan inermes a las “orgullosas” democracias
occidentales frente al voluble arbitrio de los todopoderosos mercados y
de sus «espadachines a sueldo» en las organizaciones internacionales
67
de la globalización capitalista, en una suerte de chantaje flagrante que
implica, bajo la expresa amenaza de ruina fulminante -el drama
desplegado durante el gobierno de Syriza en la primavera griega de
2015 es un ejemplo paradigmático-, el completo sometimiento a los
dictados de los amos del dinero.
Las estrategias duales propugnadas por los ecosocialistas pecan por
tanto de situarse fuera de la realidad sociopolítica vigente al ignorar la
profunda metamorfosis sufrida por el Estado burgués en la fase
degenerativa de la acumulación de capital que se inicia con la crisis de
los años 70 y que da pie a la aplicación del talón de hierro de las políticas
neoliberales.
El desolador panorama político-institucional imperante en las fortalezas
occidentales, caracterizado por el ascenso vertiginoso del populismo
zafio, la extraordinaria degradación del discurso y la pasmosa
mediocridad de la llamada «clase política», es la contraprueba
fehaciente del completo vaciamiento de los mecanismos reales para
incidir, a través de las instituciones “soberanas”, en la mejora de las
condiciones de vida de las clases subalternas.
Por todo lo anterior, de ningún modo estas demediadas instituciones
pueden concebirse como ámbitos adecuados -ni siquiera desde un punto
de vista defensivo- para la consecución de mayores cuotas de poder
popular ni para el fortalecimiento de las organizaciones o colectivos de
base. La amarga y reiterada decepción sufrida por los activistas sociales
68
que albergan aún algún resto de esperanza en las posibilidades de
avanzar hacia una auténtica “transición ecológica” a través de las
políticas públicas es una prueba fehaciente de la inanidad de depositar
esperanzas en la “lucha por la transformación del Estado”. Bien al
contrario, lo que demuestra la experiencia reciente -el triste caso de
Podemos y sus “confluencias”, sin ir más lejos- es que las organizaciones
populares y los movimientos sociales -en el ecologismo abundan por
desgracia los ejemplos históricos- tienen muchas posibilidades de ser
fagocitados o neutralizados por el Estado y sus instituciones, incluyendo
en ellas a todos aquellos “compañeros de viaje” que llegaron a los
hemiciclos y a las poltronas supuestamente a caballo de las
movilizaciones populares que los encumbraron y con el expreso objetivo
de reforzarlas. Por lo tanto, quizás sean más “funcionales al desorden
establecido” la excitación de vanas esperanzas transformadoras a través
de las periclitadas vías institucionales y la legitimación que el refuerzo
de ese falso pluralismo ofrece a los poderes fácticos y al circo mediático
de la farsa partitocrática que la aspiración autogestionaria y la condición
antiestatista del comunismo libertario.
El marxista heterodoxo John Holloway resume el carácter
contraproducente del estatismo instrumental de “nariz tapada”
profesado por la mayor parte de los ecosocialistas:
“Cualquier gobierno de este tipo implica una canalización de las
aspiraciones y de las luchas dentro de conductos institucionales que
necesariamente tienen que buscar la conciliación entre la rabia que estos
69
movimientos expresan y la reproducción del capital (atrayendo inversión
extranjera o de otra forma). Esto implica inevitablemente participar en
la agresión que es el capital”.
La triste realidad es que la imposibilidad de lograr transformaciones de
calado a través de las vías legal-institucionales sume en el desaliento -
cuando no en el premioso burocratismo legalista que absorbe enormes
energías con ínfimos y tardíos resultados- a las organizaciones y
colectivos que no trascienden las lindes del enclave marcadas por las
superestructuras del capital.
El historiador Miguel Mazzeo abunda asimismo en la esterilidad del
“asalto a los cielos” institucional:
“No se puede construir un bloque social revolucionario desde el Estado,
desde un ministerio, desde la gestión y las ‘políticas públicas’. Las
concepciones ‘institucionalistas’, invocan en vano el concepto de poder
popular, porque para ellas el sujeto histórico es el Estado. Ningún poder
ejercido individualmente, del tipo ‘poder ciudadano’, merece el rótulo de
poder popular. Solo el poder colectivo de los y las de abajo, un poder
con proyecciones contra-hegemónicas, puede llamarse poder popular.
No se construye poder popular con sujetos electorales, con sujetos
beneficiarios de políticas públicas”.
Si el análisis anterior resulta mínimamente certero, la conclusión
inevitable es que la defensa de la posibilidad de alcanzar cotas reales de
transformaciones sociales radicales a través de las vías institucionales o
70
de los constreñidos ámbitos de la farsa partitocrática es estéril y
desmovilizadora y por tanto deletérea para la potenciación de los
movimientos sociales y de las luchas populares desde abajo.
Ignorando esta lúgubre constatación, la defensa numantina de las
estrategias duales, en un contexto de completa desaparición de las
organizaciones revolucionarias del erial político de los países
occidentales, genera la paradójica situación de que las más insignes
figuras del ecosocialismo acaben participando -”cabalgando las
contradicciones”, como expresaba el propio Pablo Iglesias- en opciones
políticas -Podemos y la nebulosa de “los comunes” son los ejemplos
paradigmáticos en la piel de toro- declaradamente reformistas y
aceleradamente integradas en la gobernanza responsable.
Las justificaciones de la decisión son siempre variadas y creativas, si
bien en todas ellas asoma un regusto de resignación vergonzante: la
apelación al principio del “mal menor”, el “sin nosotros sería aún peor”;
la defensa contra viento y marea de la posibilidad, más bien remota, de
lograr microavances en ámbitos concretos; la necesidad de alzar un
dique de contención ante el ascenso del populismo criptofascista o, last
but not least, el socorrido recurso al “mientras tanto”, pretendiendo
sustituir la falta de movilización social con la presencia, temporal y
sacrificada, en los “puestos de mando”, conforman la panoplia de
coartadas del asalto institucional. Sin embargo, las múltiples
experiencias recientes demuestran que el remedio acaba siendo peor
que la enfermedad y que la apuesta acaba teniendo efectos
71
contraproducentes. El desengaño provocado por la tozuda imposibilidad
de introducir transformaciones de calado -más aun en el ámbito
ecológico, donde el choque con el poder económico es más frontal, que
en los más plácidos terrenos de la cultural war– acaba generando
desilusión y desmovilización a raudales -la rápida desactivación de la
explosión de vitalidad y frescura que representó el 15-M es sin duda un
triste botón de muestra- y contribuyendo a ahogar aquello que aún está
en ciernes.
Frente al caduco proyecto político del marxismo ortodoxo, centrado en
la aspiración a la toma del poder del Estado por parte del «Príncipe» del
proletariado, cuyo pálido rescoldo sigue aún vigente en la farsa
reformista representada por la abrumadora mayoría de las
organizaciones herederas del fenecido movimiento comunista, el viejo y
desprestigiado anarquismo antiestatista tuvo por tanto razón en su
planteamiento esencial: el Estado burgués es, no sólo irreformable sino,
sobre todo, un eficaz corruptor de los que pretenden asaltarlo.
Nos remitimos por último a las contundentes pero certeras palabras de
Miquel Amorós contra la ilusión estatista: “Capital y Estado son las dos
caras de la misma moneda. Salirse de uno y apartarse del otro vendría
a ser lo mismo. Rechazar la dictadura de la economía mundializada
implica necesariamente repudiar el sistema político parlamentario con el
que esta se muestra y trata de legitimarse. El sistema no representa
nada, ni a la democracia que proclama, ni al pueblo cuya delegación
72
usurpa. Los hilos de la globalización mueven las marionetas del
espectáculo político con el que se hipnotizan los pasivos ciudadanos”.
Las estrategias duales defendidas por los ecosocialistas acaban
desembocando, en definitiva, en el arrinconamiento o la postergación
definitiva de la perspectiva revolucionaria y en la supeditación de los
movimientos sociales, supuestamente autónomos, a los ritmos, las
servidumbres y la esterilidad de la apuesta legalista-institucional.
Y quizás no resulte demasiado aventurado conjeturar que otro
sorprendente efecto colateral de esa frustración generada por la
inanidad de la apuesta por “asaltar los suelos” de los hemiciclos y las
poltronas gubernamentales sea la inusitada proliferación de propuestas
de “balas de plata” y de soluciones mágicas a los gravísimos males
ecológicos y sociales que brotan como hongos de las organizaciones
ecologistas, incluso de las sedicentemente anticapitalistas.
Curanderismo económico: ¿puede usarse el dinero para cosas buenas?
De igual forma que los antiguos curanderos basaban su poder de
sugestión en la pretensión de poseer la capacidad de sanar a sus
crédulos pacientes con remedios mágicos o pseudocientíficos que
obrarían el milagro de extirpar el mal del maltrecho organismo,
proliferan en la actualidad, tanto en el movimiento ecologista como en
otros movimientos sociales, los acérrimos creyentes en curas milagrosas
que, correctamente administradas, mejorarían notablemente la salud del
73
organismo social capitalista atajando de paso el formidable destrozo
ambiental en curso.
El rasgo común a todas ellas es la creencia irreductible en la posibilidad
de introducir modificaciones “quirúrgicas” en los engranajes de la
maquinaria capitalista, a través de reformas fiscales y financieras que
corregirían sus defectos neurálgicos y, por consiguiente, contribuirían a
restaurar la justicia social y el metabolismo socionatural: “balas de plata”
que desactivarán la tendencia destructiva del capitalismo desquiciado.
Una gran parte del movimiento ecologista se lanza con entusiasmo a la
adopción de tales panaceas en pos de dotar de contenido concreto a sus
programas de lucha contra el ecocidio. Comenzando, en lugar
prominente, por los “reguladores” decrecentistas, pero continuando -lo
que es más sorprendente- con gran parte de los ecosocialistas y, lo que
es aún más llamativo, incluyendo asimismo a una parte nada
despreciable del ecologismo social de estirpe anarquista, amplios grupos
de activistas e intelectuales, profusamente apoyados por publicaciones,
medios académicos y organizaciones sociales, defienden
entusiásticamente una miríada de recetas fiscales y financieras en pos
de atenuar el destrozo ambiental mediante mágicos “trucos de
distribución” de la riqueza social.
La esencia de las variopintos trucos circulatorios referidos se podría
resumir en la siguiente máxima: lo que necesitamos es más dinero, más
dinero para masivas inversiones en la “transición verde”, para crear
74
empleo público a mansalva o para dárselo a las legiones de excluidos
del sistema, porque el dinero, el “objeto por excelencia”, el elemento
material más importante de la vida social, puede usarse para cosas
buenas. ¿Quién osaría ponerlo en duda?
Sobran los ejemplos. Desde los aguerridos adalides de la Teoría
Monetaria Moderna, con su defensa incondicional del uso masivo de la
palanca monetaria pública -según reza su Primer Mandamiento: ”el
Estado, como emisor monopolista de su propia moneda, no tiene, en
principio, ninguna restricción de gasto”- para generar pleno empleo y
financiar las colosales inversiones del Green New Deal, que posibilitarían
la “transición energética” hacia un escenario “todo renovable”, hasta
los partidarios de prohibir la creación de deuda ex nihilo por parte de la
banca comercial a través de la obligación de mantener un 100% de
reservas, pasando por los curanderos fiscales que propugnan reformas
tributarias “revolucionarias”, como el impuesto universal sobre la riqueza
de Piketty o la prohibición de los paraísos fiscales, la panoplia de
propuestas salvíficas que “salvarán al capitalismo de sí mismo”,
desactivando asimismo la bomba del ecocidio, es casi inabarcable.
Herman Daly, pionero de la economía ecológica y acuñador del concepto
de “economía de estado estacionario”, simboliza lo que podríamos
denominar el curanderismo financiero, cuya esencia sería la pretensión
de despojar a la banca privada de su poder de generación infinita de
deuda sin respaldo real para extirpar el “tumor” de la especulación
financiera que parasita el bendito “capitalismo del tendero” y alimenta
75
la suicida vorágine del crecimiento exponencial del interés compuesto.
En concreto, Daly propugna nada menos que la prohibición a la banca
de crear deuda del “puro aire” -lo denomina el “truco del
prestidigitador”- mediante la obligación de mantener un 100% de
reservas sobre los depósitos de los clientes, en pos de desactivar la
contradicción flagrante entre el crecimiento explosivo de la deuda a
interés compuesto y la finitud de la riqueza real para, de este modo,
“acabar con el desacople entre la economía real y la financiera”:
“Aunque la deuda pueda seguir la ley del interés compuesto, el ingreso
de energía real a partir de la luz solar futura, el ingreso futuro real con
respecto al cual la deuda es un derecho, no puede crecer a interés
compuesto durante mucho tiempo”.
De este modo, como por ensalmo, el pilar basal en el que se sustenta el
modo de producción y de inyección en los circuitos económicos del
dinero moderno, a saber, la generación de enormes niveles de deuda -
actualmente un 96% del dinero circulante es deuda creada “a golpe de
tecla” por la banca- por parte de los bancos comerciales hacia las
burbujas de activos financieros e inmobiliarios y el casino de las finanzas
globales, quedaría fulminado por decreto. Los castillos de naipes de
derivados, las titulizaciones de activos hipotecarios y demás entelequias
que sostienen el formidable globo del casino financiero global, sostén
esencial de la matriz de rentabilidad del capitalismo desquiciado,
derribados de un plumazo. ¡Qué sencillo resulta refundar el capitalismo
y extirpar de raíz su tendencia destructiva!
76
Pero si hubiera que destacar una medida estrella, diseñada para atenuar
la violencia del sistema contra las clases populares amén de desactivar
su dinámica depredadora de la naturaleza, y cuya transversalidad abarca
una gran parte de las distintas sensibilidades dentro del magma
ecologista, esta sería sin duda la renta básica universal.
La instauración por parte del Estado de una “asignación monetaria
pública incondicional a toda la población” es el epítome de la ilusión
paliativa de los curanderos económicos. En ella se fusionan los dos
“vicios” descritos anteriormente. Estamos pues ante el símbolo por
antonomasia de la aspiración de “poner a dieta” al capitalismo de los
reguladores “decrecentistas” y de la firme creencia en el Estado
benefactor de estirpe socialdemócrata.
¿No resulta de una sencillez apabullante y de un atractivo irresistible la
posibilidad de garantizar a toda la población una renta vitalicia que le
permita subvenir sus necesidades básicas, llevar una vida digna e incluso
emanciparse de la servidumbre asalariada? ¿Quién podría resistirse a
semejante panacea? ¿Estamos soñando despiertos o tales maravillas son
realmente factibles?
El siguiente programa “decrecentista” conecta la necesaria reducción de
“las dinámicas destructivas de producción y consumo” con la
implantación del colchón amortiguador encarnado en la renta básica
universal e incondicional:
77
“Plantearemos un ciclo
‘decrecentista’ a través de la redefinición del concepto de trabajo y
riqueza basada en el reconocimiento y valor de las actividades no merc
antiles, cooperativas y autónomas.
En este sentido, vemos en una Renta Básica de Ciudadanía universal e
incondicional no sólo una medida de lucha contra la pobreza, sino una
herramienta de emancipación capaz de romper de manera efectiva las
dinámicas de producción y consumo, abriendo el camino hacia una
sociedad decrecentista”.
El cordón umbilical que une el paradigma decrecentista con la renta
básica sería por tanto la necesaria liberación del trabajo asalariado,
justificada por la enorme destrucción de empleo que provocaría -amén
de la ya de por sí elevada tasa de paro que caracteriza al terciarizado y
digitalizado capitalismo del siglo XXI- la imperiosa reducción o
eliminación de aquellas actividades incompatibles con la mínima
preservación del metabolismo socionatural.
En un capitalismo catatónico, con un agudo incremento del paro crónico,
de los sectores improductivos y de la obsolescencia acelerada de una
miríada de actividades incompatibles con el mantenimiento de tasas de
rentabilidad y productividad suficientes en la actual era de la
“digitalización”, la liberación de la “servidumbre asalariada” que
representa la obtención de un ingreso suficiente y garantizado podría
ser por tanto el amortiguador perfecto que nos encaminara hacia una
sociedad “homeostática”. El profesor y prolífico escritor anarquista
78
Carlos Taibo resalta la pertinencia de la renta básica para “hacer frente
a los problemas derivados de un programa decrecentista”:
“De manera más precisa, el decrecimiento reivindica la primacía de la
vida social frente a la lógica de la producción, la competitividad y el
consumo; el ocio creativo frente a las formas de ocio siempre vinculadas
con el dinero y el consumo; el reparto del trabajo; el establecimiento de
una renta básica de ciudadanía que permita hacer frente a los problemas
innegables que se revelarán al calor de la aplicación de un programa de
decrecimiento”.
También desde el ámbito libertario, el activista Enric
Durán defiende incluso -en coherencia con el ingenuo antiestatismo
proverbial del ciberanarquismo- la posibilidad de instauración de una
renta básica basada en criptomonedas -otra de las utopías encantatorias
favoritas de los curanderos de la moneda- que sustituyera a los
“sistemas centrales burocráticos”:
“Los sistemas monetarios descentralizados pueden ser la solución para
generar sistemas de renta básica en el futuro; reducen mucho los costes
de hacerla posible al sustituir sistemas centrales burocráticos por
sistemas de democracia directa”.
Véase, como botón de muestra del idealismo que rezuman las “balas de
plata” de los curanderos, la siguiente enumeración de las “irresistibles”
ventajas de la renta básica para escapar de la “lógica” del mercado
laboral:
79
“Permite escapar de la simple lógica del «mercado laboral» y rechazar
cualquier trabajo no digno, no solidario (especialmente a nivel intra
o intergeneracional), peligroso para la salud y/o el medio ambiente, etc;
invierte la relación de fuerzas entre empresa y trabajador y, tanto de
manera individual como colectiva, supone un escudo de protección
a la hora de reivindicar cambios y mejoras laborales”.
¡Qué maravilloso sería sin duda “invertir la relación de fuerzas entre
empresa y trabajador” y revertir, por arte de birlibirloque, nada menos
que el mecanismo básico de generación de la riqueza social en el reino
de la mercancía: la explotación de la fuerza de trabajo!
Tal concepción del desempleo, como un asunto meramente técnicopolítico,
resoluble en las probetas de laboratorio de los curanderos
económicos y mediante decretos de la autoridad competente -que
comparten por cierto los adalides de la Renta Básica con sus
“archienemigos”, los defensores del pleno empleo a través del Trabajo
Garantizado por el Estado de la Teoría Monetaria Moderna- está en las
antípodas del planteamiento marxiano, la descripción más precisa de la
dinámica explotadora y degenerativa del sistema de la mercancía: en la
teoría de Marx, la desocupación -el “ejército industrial de reserva”- es
generada de manera endógena por los ciclos recurrentes del sistema
capitalista. Es decir, el desempleo es sistémico, sirve a un propósito
fundamental en el curso de la acumulación -regular el precio de la fuerza
de trabajo y aumentar la explotación laboral, como vía de superación de
80
las crisis periódicas- y no se puede eliminar a discreción por un Estado
benefactor.
Toda la tradición histórica del movimiento obrero y de las miríadas de
luchas sociales contra la explotación acrecentada ejercida por el
“enemigo de clase” se fundamenta sobre ese principio neurálgico sin el
cual resulta incomprensible la evolución social y económica del
capitalismo en los últimos dos siglos. Extirparlo de raíz -pretendiendo
“escapar de la simple lógica del mercado laboral” mediante una renta
monetaria incondicional que libere al trabajador del yugo del capitalrepresenta
por tanto el primer paso para desactivar la condena in
toto del capitalismo abriendo el camino a los “arreglos de detalle” y a
las reformas paliativas que corregirán los rasgos más inicuos del sistema
encaminándonos hacia un capitalismo armonioso y dulcificado, que
derramará sus dones sobre todo el cuerpo social amén de preservar el
malhadado entorno natural.
El mito de la renta básica emerge por consiguiente como la coronación
de este fútil intento de construcción de un capitalismo con «corazón»,
en busca del retorno del «genio malo» del capitalismo desquiciado a la
botella donde lo encerrará el papá Estado al servicio del interés general.
¿Y ya puestos a pergeñar remedios salvíficos, no sería mucho más
sencillo y rápido, dicho sea de paso, implantar la propuesta del mediático
economista y exministro griego Yanis Varoufakis, ahora metido a
constructor futurista de utopías sociales? Esta consistiría, ni más ni
menos, que en abrir, con un mágico “golpe de tecla”, una cuenta a cada
81
ciudadano ¡desde el nacimiento! en el Banco Central por una cantidad
suficiente para subvenir sus necesidades básicas. En lugar de los
gravosos aumentos impositivos, necesarios para la financiación de la
Renta Básica, en este caso, el “árbol mágico de dinero” derramaría
graciosamente sus dones sobre toda la población. Miel sobre hojuelas.
La metafísica idealista y la completa evacuación de las condiciones
materiales de producción y del análisis riguroso de la historia reciente
del capitalismo, implícitas en tales invocaciones a los «anhelos de vida
buena», pueden llevar a enajenaciones ideológicas como la que emana
de la extravagante proclama de Daniel Raventós, uno de los mayores
gurúes españoles de la renta básica:
“Lo escribiré de forma lapidaria y más adelante lo argumentaré con
algún detalle: la Renta Básica no es una propuesta ni de izquierdas ni
de derechas (…) La propuesta de la RB tiene vocación ecuménica [sic].
Que la RB puede ser justificada desde idearios normativos de derechas
o de izquierdas me parece algo ya tan demostrado que casi resulta
tedioso volver a insistir”.
Ciertamente, justo es reconocer que algunos de sus adalides no caen en
fantasías tan desnortadas y reconocen la condición de cataplasma de un
remiendo semejante que no trasciende en absoluto los estrechos
márgenes del reino del capital: “Una sociedad con Renta Básica no
dejaría de ser, ciertamente, una sociedad capitalista. Pero se acercaría
más a una sociedad mejor porque la erradicación de la pobreza dejaría
82
de ser un objetivo –siempre presente en los objetivos de las burocracias
internacionales- para ser una realidad disruptiva”.
La cuestión decisiva a plantearse sería por tanto la siguiente: ¿resulta
útil, para avanzar en la imperiosa necesidad de una transformación
social radical encaminada a atajar el ecocidio, el diseño de quiméricas
propuestas reformistas de ingeniería fiscal o financiera que pretendan,
en el mejor de los casos, promover el avance hacia un idealizado
capitalismo bonancible y redistributivo donde la pobreza fuera sólo “una
realidad disruptiva”?
Las prescripciones de las distintas escuelas de curanderos, a pesar de la
multiplicidad de sus formulaciones, comparten un rasgo esencial: hacer
abstracción de la lógica interna del funcionamiento del capitalismo
realmente existente y de las funciones reales y las formas de generación
e inyección en la actividad económica del dinero en la actual fase
neoliberal. La pobreza, el desempleo, la aguda desigualdad y por
supuesto el expolio criminal de la naturaleza no son aspectos aislables
de la acerba realidad, que se puedan corregir por tanto a discreción, con
la buena voluntad de los gestores del bien público, a través de recetas
mágicas diseñadas ad hoc, sino rasgos consustanciales a la acumulación
de capital en su fase degenerativa. Tal concepción idealista implica,
como describe el economista marxista, recientemente fallecido, Michel
Husson una enorme “marcha atrás” respecto de la tradición
revolucionaria y materialista del movimiento obrero y del pensamiento
socialista:
83
“Los defensores del ingreso universal proponen a las ‘multitudes’ dar
marcha atrás, instaurando una renta monetaria e individualizada, y esta
perspectiva sustituye de hecho a la movilización por una reducción
radical del tiempo de trabajo mediante la transformación de las
relaciones de producción en un sentido socialista. A estas
aproximaciones teóricas se añade una orientación estratégica cuyo
efecto es dejar de dar cuenta de la centralidad de las relaciones de
explotación”.
Haciendo abstracción de la lógica interna del capitalismo, los curanderos
llegan por tanto a soluciones taumatúrgicas que ignoran las estructuras
profundas de las relaciones socioeconómicas y la agudización de las
dificultades de la reproducción del capital en las décadas recientes. Con
el agravante de la extensión masiva del campo de la mercancía y del
elemento pecuniario que implica proponer una renta universal e
incondicional en forma monetaria. La concepción implícita en tales
recetas de que el dinero puede usarse para cosas buenas a través de
los “trucos circulatorios” revela una completa incomprensión de las
funciones y de la forma de generación e inyección en el circuito
monetario capitalista del dinero moderno. El dinero, la encarnación del
poder social y del conflicto de clases deviene, en las recetas de los
curanderos, una herramienta técnica, aséptica, cuyo modo de
producción y distribución habría únicamente que arreglar para alcanzar
un funcionamiento óptimo que corrigiera eficazmente el
comportamiento tóxico del motor de la acumulación de capital para que
derramara sus dones sobre las capas más
84
desfavorecidas. Quitémosle pues al dinero de los curanderos su
«bendita» inocencia e integrémoslo en la argamasa de la matriz del
proceso de reproducción ampliada del capital, en su pugna continua por
extraer el máximo flujo del trabajo vivo: «El dinero es, por lo tanto, el
único medio de que dispone la sociedad capitalista para validar el trabajo
social y viabilizar la reproducción del capital». Se trata, en definitiva, de
la herramienta par excellence a través de la que se ejerce el poder social.
Resulta pueril por consiguiente creer que su generación y distribución,
totalmente privatizadas actualmente en manos de la banca comercial y
enfocadas hacia la tóxica matriz de rentabilidad financiarizada del
capitalismo patológico, se pueden poner al servicio de las mayorías
sociales a través de las funciones redistributivas del Estado -despojado,
por cierto, de cualquier rastro de autonomía financiera y sometido a los
implacables designios del talón de hierro de los mercados financieros
globales-, máxime si ello redunda en un perjuicio para las acuciantes
exigencias de la valorización del capital. La omisión absoluta de estas
decisivas cuestiones sitúa a las propuestas de los curanderos fuera de
la realidad del capitalismo realmente existente.
¿Cuál es, en definitiva, la razón del aparente éxito de tales recetarios
entre amplios sectores -incluidos los supuestamente anticapitalistas- del
movimiento ecologista y de una pléyade numerosa de organizaciones y
colectivos sociales?
85
Como explica Michel Husson, quizás el hecho de vivir “un periodo de
pesadilla”, de derrotas y de pérdida de vigencia de los proyectos
“holísticos” realmente transformadores, explique la proliferación de
estas “utopías encantatorias”:
“De forma general, el éxito de estos proyectos se explica sin duda por
las coordenadas de un período bastante de pesadilla. Parecen
representar atajos que permiten sortear los obstáculos y pasar de nuevo
a la ofensiva (…) Estas utopías encantatorias no son solamente estériles:
son también, desgraciadamente, obstáculos a la construcción de una
estrategia alternativa encarnada en la realidad de las relaciones
sociales”.
Vayamos pues más allá de los estériles y desmovilizadores atajos de los
curanderos y tratemos de recuperar las prácticas y los planteamientos
verdaderamente alternativos que nos permitan desarrollar ámbitos de
lucha y de resistencia contra la barbarie del capital alejados de los
remedios taumatúrgicos, de la delegación legalista-institucional y de la
ilusión de los reguladores de poner a dieta al capitalismo, cada vez más
atiborrado de capacidad de destrucción y de expolio y, por lo tanto, cada
vez más irreformable.
En el fondo quizás encierre mucha más sabiduría, para la construcción
de prácticas realmente transformadoras -y asimismo profundamente
ecológicas-, el mensaje que se extrae de la siguiente lección impartida
en una Escuelita Zapatista del sureste mejicano. La anécdota la relata
86
Jérôme Baschet, autor del iluminador texto «Adiós al capitalismo»:
«Durante una de las sesiones de la Escuelita zapatista, una maestra se
paró en medio de su explicación y presentó dos bolsas, una con
monedas y otra con maíz. La conclusión de la lección fue: el maíz es vida
y el dinero muerte». El dinero no puede por tanto usarse para cosas
buenas ya que, como decía el sabio polígrafo anarquista Agustín García
Calvo: “el enemigo está inscrito en la forma misma de sus armas”.
Comunismo o catástrofe
“El comunismo es, en definitiva, el único plan viable para la
especie” (John Holloway)
“No hay una tercera alternativa. O la frugalidad igualitaria o la barbarie
desencadenada, la violencia totalitaria, la guerra global, la devastación
mortífera. Comunismo o extinción” (Franco “Bifo” Berardi)
Entre los días 28 de julio y 1 de agosto de 2021 tendrá lugar en la ZAD
de Notre Dame des Landes -un extenso territorio autónomo y
autogestionado en el noroeste de Francia, ocupado inicialmente como
vía de resistencia a la construcción de un aeropuerto- el “Encuentro
Intergaláctico en relación con la invasión zapatista”.
El estrambótico título sirve de marco a unas jornadas de “celebración y
de reflexión” acerca de la visita -denominada, en clara profesión de fe
ecologista e internacionalista, ”La Travesía por la Vida”- de
una delegación del EZLN a la vieja Europa. Sin duda las dos experiencias
87
tienen muchas cosas en común. En ambos casos se trata de colectivos
que luchan contra la depredación del territorio, que caracteriza a los
“megaproyectos” patrocinados por el capital y el “mal gobierno”,
mediante proyectos de construcción de autonomía y de desarrollo de
nuevas prácticas de convivencia y de relación armónica con la
naturaleza.
La experiencia de la autonomía zapatista, vigente desde el
levantamiento armado de 1994 en las montañas del sureste mejicano,
representa sin duda un ejemplo inspirador de resistencia frente al
despojo de las riquezas naturales perpetrado por el capitalismo
depredador y de construcción paralela de una organización comunal
autogestionada que trata de desarrollarse, contra viento y marea, en las
antípodas de las reglas impuestas por los dueños del poder y del dinero.
Si bien son perfectamente conscientes de los límites que la acerba
realidad sistémica capitalista impone hoy en día a su autonomía, los
zapatistas han avanzado en la construcción de relaciones sociales en
armonía con la naturaleza -sirva de botón de muestra la abundante y
totalmente ecológica producción agrícola autóctona- que dejen de pasar,
en lo esencial, por el dinero y el trabajo asalariado. Como refiere
Baschet: “La autonomía zapatista, en lo que se refiere a la educación, la
salud, la justicia y las instancias de gobierno, ha logrado avances
impresionantes sin recurrir a la forma-salario y de manera ampliamente
desmonetizada”.
88
Los resultados pueden resultar asombrosos. En una visita a las
comunidades -denominadas con el bello nombre de ”caracoles”-
zapatistas, el escritor John Berger mostró un decidido interés en visitar
la clínica del caracol Oventic: laboratorios, farmacia, consultorio de
ginecología y dormitorios. La encontró limpia, sencilla, modestamente
equipada, en servicio. “Nada es más conmovedor que esto” dijo.
El zapatismo no se hace por supuesto ilusiones respecto a las
posibilidades de arreglar el capitalismo ni mucho menos de esperar nada
de los cambios que vengan desde arriba, desde el “mal gobierno”.
Miquel Amorós resume la esencia del ideario zapatista: “Como bien
decís, es imposible reformar el capitalismo, hacerlo menos inhumano:
hay que destruirlo. El aparato estatal con el que se reconfigura es
inservible, hay que dejarlo desmoronarse. La vida no puede fertilizar la
tierra con plusvalías, ni la sociedad fomentar la autonomía de sus
miembros con decretos gubernamentales o subvenciones”.
¿Resulta extrapolable una experiencia semejante a nuestras
hipertecnificadas e hipercomplejas fortalezas occidentales o se trata de
un reducto de resistencia condenado a la irrelevancia y a no desbordar
las “lindes del enclave”?
La vocación internacionalista y ecologista de los zapatistas, plasmada en
su “Travesía por la Vida” y en su encuentro en la “Zona a Defender” y
asimismo con otros centenares de colectivos y organizaciones
anticapitalistas en el marco de su “invasión” europea, encierra la
89
explícita pretensión de extenderse o al menos de conectar con otras
luchas populares en las fortalezas primermundistas.
Por fortuna no faltan los ejemplos.
“Tenemos tan integrados y asumidos ciertos valores capitalistas que no
nos damos cuenta del absurdo que supone tener una lavadora en cada
casa”. La rotunda afirmación corresponde a Unai, vecino del barrio
okupado vitoriano de Errekaleor, una de las comunidades
autogestionadas más importantes del país. “Errekaleor bizirik”
(‘Errekaleor vivo’) representa un magnífico ejemplo en curso de
experiencia anticapitalista y ecologista, fundamentada en relaciones de
apoyo mutuo y solidaridad desde abajo: ”Vamos a dar un paso más y a
prescindir de ciertos servicios en las viviendas como cocinas eléctricas,
lavadoras, frigoríficos… para tenerlos en zonas comunes”, explica otra
vecina de Errekaleor.
Después de un intento de acabar con el proyecto autogestionario de
Errekaleor, por parte de la administración y la megaempresa eléctrica,
cortando el suministro de luz al barrio, los ocupantes decidieron avanzar
asimismo hacia la autosuficiencia y la drástica reducción del consumo
energético instalando paneles solares. El éxito fue rotundo: “El
movimiento defiende el autoabastecimiento y el uso de energías 100%
renovables: Poniendo en duda el modelo energético y la propiedad
privada de la energía, hemos dado el salto a un modelo de barrio
soberano y feminista, así como colectivizado la propiedad de la energía”.
90
Tales “grietas” en el muro del capital, por mínimas y precarias que sean,
muestran que, frente al derrotismo y al desaliento, herederos de la
derrota y la práctica desaparición del movimiento obrero occidental, y
frente al idealismo estéril de los atajos de los curanderos, existen vías
de expansión y profundización, “en la correosa textura de la dominación
capitalista”, de lo que John Holloway denomina “comunizares”:
“Tenemos que romper por tanto el espinazo de la dinámica destructiva
del capital, pero el modo de hacerlo no es proyectando el comunismo
en el futuro, en la escatológica creencia en una revolución salvífica, sino
reconociendo, creando, expandiendo y multiplicando los “comunizares”,
las grietas en la correosa textura de la dominación capitalista y
fomentando su confluencia”.
Sin embargo, como alerta Miquel Amorós, tales cuñas intersticiales en el
universo de la mercancía no dejan de ser medios para un fin, limitados
atisbos de autogestión y autonomía que necesitarían, para trascender
las lindes del enclave, extenderse a un número significativo de ámbitos
ahora colonizados totalmente por el reino del capital: “De ningún modo
las aludidas realizaciones podrían constituir por sí mismas, dentro de la
sociedad capitalista con la que cohabitan, otra cosa que ensayos muy
limitados de autogestión a escala ínfima. El error garrafal sería
considerarlas fines en sí y no medios para un fin, tal como hace la
economía social. No son objetivos únicos, totalmente desligados de los
conflictos sociales, sino armas para intervenir en éstos. Sin embargo,
para trascender las lindes del enclave, o sea, para generalizarse, haría
91
falta pasar a la ofensiva, invadir a gran escala el espacio dominado por
el capital. Sería necesaria una verdadera revolución”.
Lo cierto es que produce vértigo siquiera imaginar, ante la apremiante
emergencia del ecocidio y del acelerado deterioro de las condiciones
mínimas para una vida buena en un planeta habitable, las ingentes y
urgentísimas transformaciones necesarias y los formidables obstáculos
que se elevan para poder llegar a “invadir a gran escala el espacio
dominado por el capital” a través de un proyecto revolucionario; para
dejar de ser, en las bellas palabras de Manuel Sacristán, “la especie de
la hybris, del pecado original, de la soberbia, la especie exagerada”.
Pero sin duda la recompensa compensaría todos los desvelos y
sacrificios.
¿Somos capaces siquiera de concebir la drástica reducción en el
consumo de materiales y de recursos naturales y la transformación
radical de la vida cotidiana que producirían la eliminación de las
actividades ecocidas y superfluas que caracterizan al capitalismo
desquiciado? Sin la industria militar genocida ni la inmensa mayoría de
los medios de transporte fosilistas; eliminando la mayor parte del
turismo de masas, con todos los megaproyectos e infraestructuras que
conlleva, así como las, ferozmente depredadoras, agricultura y
ganadería intensivas, culpables directas de la pandemia en curso;
suprimiendo la masiva publicidad engañosa y el sinfín de duplicidades y
procesos despilfarradores, en lugar muy destacado todos los absurdos e
92
ineficientes aparatos burocráticos estatales y paraestatales de vigilancia
y seguridad que copan crecientes recursos de las gigantescas
administraciones y, por supuesto, como expresaba la bella utopía
zapatista, aspirando a una existencia sin dinero ni sistema financiero.
Sin todo lo anterior y tantas otras fruslerías y cachivaches superfluos
que pueblan el reino de la mercancía, ¿no resulta evidente la sobrada
suficiencia de los recursos y dones de la sufrida naturaleza para subvenir
lo necesario para una vida buena en el tercer planeta del sistema solar?
Qué duda puede caber acerca de que la eliminación de todas aquellas
actividades nocivas o no universalizables (“El socialismo puede llegar
sólo en bicicleta”, como reza el bello título del libro de Jorge Riechmann),
que únicamente sirven al Dinero y al Capital y van en detrimento de
cualquier noción temperada de progreso humano en un planeta
habitable, permitiría adaptarnos sobradamente a la necesaria reducción
drástica del consumo de energía y materiales exigida por la preservación
del metabolismo socionatural. En las inspiradoras palabras de Murray
Bookchin: “Liberados de las rutinas opresivas, de las represiones e
inseguridades paralizantes, de la carga del trabajo pesado y de las falsas
necesidades, de las trabas que suponen la autoridad y la compulsión
irracional, los individuos podrán finalmente estar en posición, por
primera vez en la historia, de realizar plenamente sus potencialidades
como miembros de la comunidad humana y del mundo natural”. No se
trata por tanto de un desabrido empobrecimiento, como se desprende
de algunos idearios “decrecentistas”, sino de rescatar la riqueza real de
93
las potencialidades humanas en una “sociedad de la abundancia” fuera
del universo mercantil.
De este modo se alcanzaría la utopía “homeostática” expresada en el
programa ecosocialista. El trabajo dejaría de ser la medida del valor
cuando la productividad del trabajo humano haya superado la restricción
material de la escasez de recursos naturales mediante una organización
social racional basada en la máxima marxiana acerca de la regulación
armoniosa de las “capacidades y las necesidades humanas”. De ahí se
sigue que, si no hay necesidad de medir el valor generado por el trabajo
para regular la escasez y la riqueza “abundante” se distribuye de forma
comunitaria, el dinero deviene asimismo superfluo. Como dice John
Holloway: “Sólo rechazando el dominio del dinero podríamos avanzar
hacia un escenario compatible con la supervivencia de los humanos”.
El filósofo marxista István Mészáros proporciona una iluminadora
descripción de la “sociedad de la abundancia”: “La realización verdadera
de la sociedad de la abundancia requiere la reorientación del proceso
reproductivo social de tal modo que los bienes y servicios comunalmente
producidos puedan ser plenamente compartidos – y no desperdiciados
de modo individualista – por todos aquellos que participan de la
producción y el consumo directamente sociales (…) No obstante, aunque
la plena realización de esa visión -que postula la necesidad de una
transformación global- tardará un tiempo muy largo para ocurrir, los
pasos prácticos necesarios para avanzar pueden ser dados (en el “aquí”
y “ahora”) por cualquier sociedad, incluso en una situación relativamente
94
limitada, sin esperar a la reversión radical de las relaciones de poder
existentes entre el capital y el trabajo a escala global”.
Quizás la enseñanza principal que podría extraerse del desarrollo
anterior acerca de los objetivos y las estrategias del ecologismo “que va
en serio” sería una lección de humildad: la necesidad de supeditar sus
demandas a la virtualidad de una transformación social radical basada
en el reconocimiento de que el correcto metabolismo ecológico sólo se
alcanzará en una sociedad racional. En la rotunda formulación de Manuel
Sacristán: “La sociedad socialista queda así caracterizada como aquella
que establece la viabilidad ecológica de la especie”.
Los “vicios” someramente reseñados son por tanto la prueba fehaciente
de la urgencia de un ecologismo verdaderamente radical, que parta
humildemente de la prioridad de la lucha contra el reino del capital
como conditio sine qua non para la obtención de una regulación
armoniosa del metabolismo socionatural. Al haberse desarrollado
principalmente en el contexto histórico de la derrota del movimiento
obrero, la desaparición de las organizaciones de clase y la reclusión
minoritaria de los colectivos libertarios, las organizaciones ecologistas se
han visto masivamente fagocitadas por la ola reformista imperante. El
desafío es pues colosal: extraer la conclusión lógica del diagnóstico
condenatorio de las posibilidades de una vida buena en un planeta
habitable bajo el capitalismo desquiciado exigiría una drástica
transformación de las estrategias ecologistas en un sentido
profundamente anticapitalista y antiestatista que no se deje embaucar
95
por los cantos de sirena de las ilusiones reguladoras “decrecentistas” ni
por la reclusión autorreferencial de los movimientos de un solo asunto.
La posición para lograrlo es, a pesar de todo, privilegiada: el ecologismo
que “va en serio” aúna la urgencia perentoria de la transformación
radical de la vida cotidiana con la apremiante exigencia política de la
destrucción del sistema social ecocida basado en la depredación de la
naturaleza y en la explotación del trabajo humano.
En caso contrario, como describe Anselm Jappe, las implicaciones del
progresivo desquiciamiento del sistema de la mercancía pondrán a la
especie humana y a su crucificado planeta ante una perspectiva
catastrófica: “Lo que se avecina tiene más bien el aspecto de una
barbarie a fuego lento, un sálvese quien pueda. Antes que el gran crash,
podemos esperar una espiral que descienda hasta el infinito, una
demora perpetua que nos dé tiempo para acostumbrarnos a ella como
en la fábula de la rana y el agua caliente. Seguramente asistiremos a
una espectacular difusión del arte de sobrevivir de mil maneras y de
adaptarse a todo, antes que a un vasto movimiento de reflexión y de
solidaridad, en el que todos dejen a un lado sus intereses personales,
olviden los aspectos negativos de su socialización y construyan juntos
una sociedad más humana”. Ojalá se equivoque.
Blog del autor: https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2021/07/27/losvicios-del-ecologismo/
Fuente: https://rebelion.org/los-vicios-del-ecologismo/
96
NO ES LA HUMANIDAD LA QUE ESTÁ QUEMANDO EL PLANETA
CHRIS SALTMARSH
TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE
No todas las personas tienen la misma responsabilidad en la catástrofe
climática «de origen humano» de la que habla el informe publicado por
el IPCC.
Está a la venta nuestro tercer número, “La catástrofe ecológica
inminente (y los medios para combatirla)”. La suscripción a la revista
también te garantiza el acceso a material exclusivo en la página.
Cada siete u ocho años, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publica un informe
en el que repasa el conocimiento científico disponible acerca del cambio
climático. Esta semana, en medio de un verano boreal extremadamente
caliente y de una serie de inundaciones devastadoras, la institución
publicó el Sexto Informe de Evaluación.
El texto indica que estamos en un punto de inflexión en la historia del
cambio climático. Mientras los políticos, las empresas y los activistas no
logran dar pie con bola y se enredan en discusiones interminables, los
científicos cortan en seco toda esa mierda con un cuadro objetivo de la
situación que nos muestra dónde estamos y qué podemos hacer.
97
¿Qué hay de nuevo, viejo?
Entonces, ¿qué información nueva y útil para la lucha contra el
cambio climático nos brinda el último informe del IPCC? En
términos generales, hay que confesar que no mucha. Las
emisiones siguen aumentando y el planeta sigue calentándose.
Descarbonizar la economía sigue siendo una tarea urgente.
Los títulos del Sexto Informe de Evaluación tienden a centrarse en el tan
mentado objetivo de evitar que la temperatura mundial promedio
aumente más de 1,5°C. Este objetivo fue la piedra de toque del Acuerdo
de París y todos los expertos en clima sostienen que es el límite a partir
del cual el calentamiento puede volverse peligroso. Pero en realidad, se
trata de un juicio aproximado: recién alcanzamos niveles de
calentamiento de 1,1°C o 1,2°C y difícilmente pueda decirse que las
condiciones climáticas son seguras.
En cualquier caso, la comunidad internacional organizó sus ambiciones
colectivas en torno a la meta de 1,5°C. Uno de los titulares más
impactantes surgidos del informe del IPCC es el que afirma que todos
los escenarios modelizados indican que tocaremos ese límite en 2040.
Pero si no comenzamos a disminuir las emisiones, ese punto llegará
mucho antes (probablemente en una década).
Cuando alcancemos el límite de 1,5°C, el nivel de los mares crecerá
entre dos y tres metros. Los episodios de calor extremo se volverán
98
mucho más frecuentes. La humedad asociada a las grandes
precipitaciones aumentará un 10% y las probabilidades de lluvia se
multiplicarán por 1,5. Pero entonces, ¿cuándo sucederá todo esto?
Si se busca una cuota de optimismo en el informe del IPCC, se la
encuentra definitivamente en la afirmación de que, si logramos reducir
las emisiones de carbono a cero en 2050, es muy probable que
estabilicemos las temperaturas globales en el límite de 1,5°C. Dejando
de lado la certeza de que el escenario optimista no es el más probable,
la mala noticia es que, aun en ese caso, las condiciones climáticas se
habrán vuelto mucho más peligrosas. La modelización de un escenario
en el que las emisiones aumentan sugiere que la temperatura subirá
1,9°C en 2040 (es decir, a mis 46 años), 3°C en 2060 (probablemente
todavía no me haya jubilado) y 5,7°C en 2100 (momento en que, si
sobrevivo al calor extremo, tendré 104 años).
Aunque no sea nada nuevo, estos números indican la situación que
afrontará mi generación en caso de que no logre cambiar el curso de la
situación. António Guterres, secretario general de las Naciones
Unidas, respondió al informe y apuntó contra la industria de los
combustibles fósiles: «Este informe debería ser leído como un imperativo
de poner fin al carbón y a los combustibles fósiles antes de que
destruyan nuestro planeta».
De repente, la idea se convirtió en una verdad evidente para todos los
que se preocupan por el cambio climático. Pero su enunciación no es
99
suficiente. A menos de tres meses de la retrasada conferencia COP26,
que las Naciones Unidas celebrarán en Glasgow, ¿cabe esperar algo
mejor? Las últimas dos grandes conferencias no tuvieron ningún
resultado y el Acuerdo de París solo sirvió para comprometer
formalmente a algunos países a reducir las emisiones a un ritmo que,
en caso de respetarse, llevaría el promedio del calentamiento a los
2,9°C. Glasgow nos conduce directo al fracaso.
El último informe es tan seco y cruel como los otros, pero no nos brinda
ningún motivo para creer que los procedimientos internacionales
vigentes y los gobiernos de turno están preparados para coordinar la
transformación económica que necesitamos urgentemente. John Kerry,
enviado especial de Estados Unidos a cargo de la cuestión climática, dice
que Glasgow debe ser un «punto de inflexión en esta crisis. No es la
primera vez que escuchamos esa frase. El único punto de inflexión en el
que podemos creer hoy está lejos de la economía política capitalista que
generó y profundizó esta crisis. Necesitamos una nueva economía
basada en la igualdad, la justicia y la prosperidad.
Culpar al capitalismo, no a la «humanidad»
El conocimiento científico detrás del Sexto Informe de
Evaluación es indiscutible, y sus consecuencias lógicas nos
fuerzan a cuestionar la pertinencia de nuestro sistema
económico y político actual. Sin embargo, el informe no plantea
100
esos problemas. De hecho, está escrito en un lenguaje que
funciona como sostén de la clase dominante.
La primera tesis del Resumen para Legisladores afirma que no cabe duda
de que el cambio climático es causado por «actividades humanas». La
frase «cambio climático de origen humano» se repite a lo largo de todo
el informe. La certeza de que los seres humanos son responsables del
cambio climático se propagó en todos los medios, incluyendo los
artículos de la BBC y de The Guardian.
A diferencia de otras tesis contenidas en el informe del IPCC, como las
que remiten a la progresión del calentamiento, las anticipaciones del
calor extremo y la predicción del aumento del nivel de los mares, la
insinuación de que la responsabilidad de la situación recae sobre la
humanidad en general no es científica. Es ideológica. Desdibuja la
responsabilidad de la clase dominante.
Es bastante improbable que esta sea una intención explícita de los
científicos del IPCC. Y, evidentemente, la tendencia popular a hablar del
cambio climático de origen humano es una buena respuesta frente a
los thinktanks que promueven el negacionismo. Sin embargo, los
negacionistas no son hoy el obstáculo principal: el retraso y la inacción
de la clase capitalista tomaron su lugar.
Son los capitalistas los que sacan provecho de la crisis climática mientras
los más pobres sufren. Es el sistema capitalista el que bloquea la
descarbonización mientras el mundo se prende fuego. Por supuesto,
101
desde un punto de vista técnico, es correcto decir que el cambio
climático es de origen humano. Hasta donde sé, la clase capitalista está
compuesta de humanos (a menos que David Icke sepa algo que todo el
mundo ignora). Pero esto no significa que todos los humanos hayan
desempeñado el mismo rol en la generación de la crisis.
Es verdad, algunos nos beneficiamos de los frutos del capitalismo fósil.
Es innegable que la extracción de combustibles fósiles es la base sobre
la que se alzaron la civilización moderna y los avances que mejoraron la
vida de muchas personas. Pero en este sistema la mayoría de la gente
vive en condiciones de explotación, alienación y marginación.
Consumimos los productos del capitalismo fósil, pero no elegimos las
condiciones básicas de producción que conducen a la crisis climática.
El trabajador de una refinería no comparte la responsabilidad con el
capitalista que lo explota para extraer una ganancia de la producción de
petróleo. Las comunidades indígenas, violentamente desplazadas de sus
territorios con el fin de abrir minas de carbón, no comparten la
responsabilidad con los gobiernos que fuerzan la implementación de
estos proyectos. Podríamos hablar del cambio climático «de origen
terrícola» o «de origen mamífero». La tesis llevaría la abstracción a un
nivel ligeramente más distante de aquel en que se sitúan los verdaderos
culpables, pero no dejaría de ser verdadera.
Por supuesto, también sería verdad decir que el cambio climático no es
propiedad exclusiva del modo de producción capitalista. Embarcándonos
102
en la historia contrafáctica, podríamos decir que cualquier civilización
humana que hubiera descubierto los combustibles fósiles los hubiera
aprovechado y hubiese puesto en movimiento la insospechada rueda del
cambio climático. Sin embargo, el defecto del capitalismo parece estar
en su incapacidad de revertir la situación. Conocemos las causas y los
efectos del cambio climático desde hace décadas, y, aun así, la prioridad
de maximizar las ganancias a corto plazo siempre logró desplazar la
necesidad de transformar nuestro sistema energético.
No somos todos igualmente responsables por la catástrofe climática. Sin
una transformación planificada de la economía, nuestros
comportamientos individuales, aun tomados en conjunto, son
impotentes frente al objetivo de la descarbonización. Entonces, tenemos
dos opciones: o bien nos embarcarnos en una política climática
misántropa, que condena a la humanidad en general y oculta las
verdaderas causas de la crisis, o bien adoptamos una perspectiva de
justicia climática humanista y socialista, que cuenta con el potencial
humano y las posibilidades de construir un mundo mejor.
El mundo a 1,5°C
El calentamiento de 1,5°C es lo mejor a lo que podemos
apuntar. Pero entonces, si muchos de los cambios son a esta
altura inevitables e irreversibles —como muestra el informe del
IPCC—, los incendios en Grecia, Turquía y Argelia señalan el
comienzo de una nueva normalidad. En este contexto, estamos
103
obligados a liberar las mejores cualidades de la humanidad en
vez de enfatizar las peores. Además de luchar contra cada
mínima fracción del promedio del calentamiento, debemos
aceptar que habitamos condiciones climáticas mucho más
peligrosas que las del pasado. En este punto se vuelven
fundamentales la solidaridad y la justicia.
Nuestra misión principal es limitar el calentamiento mediante la
descarbonización, de la manera más rápida y justa posible. Pero también
tenemos que considerar cómo nos adaptaremos al nuevo clima. La
izquierda y el movimiento contra el calentamiento global deberían exigir
e integrar en su plataforma política un programa de adaptación
equitativa al cambio climático. Tenemos que contar con infraestructura
y edificios resistentes, barreras contra las inundaciones, planes de
evacuación, servicios de emergencia bien financiados, seguros estatales
contra pérdidas y daños y políticas de aceptación y apoyo para los
refugiados. Si bien estos elementos no deberían representar el límite de
nuestras ambiciones políticas ni funcionar como una excusa para
abandonar la lucha contra la descarbonización, debemos integrarlos a la
concepción de la justicia en el nuevo mundo de 1,5°C.
Como deja en claro el informe del IPCC, las próximas décadas nos
plantean distintos escenarios posibles. En uno de ellos, los gobiernos y
los movimientos contra el cambio climático fracasan rotundamente y no
logran disminuir las emisiones en el tiempo requerido. Por supuesto,
nuestra ambición debería ser tomar el poder del Estado y utilizarlo para
104
transformar la economía e impartir justicia. Pero también deberíamos
estar preparados para operar en escenarios donde los políticos logran
sostener el statu quo sin descarbonizar, o donde la descarbonización se
desarrolla en beneficio de los ricos y a costa de los pobres y marginados.
En estos escenarios de relativa derrota, debemos estar preparados para
defendernos mediante el fortalecimiento del poder popular y el
desarrollo de la solidaridad. Frente al fracaso del Estado, deberíamos ser
capaces de resistir colectivamente organizando sistemas de distribución
de alimentos, refugios de emergencia y operativos de rescate.
Es comprensible que en momentos como este, con la publicación de un
informe brutal del IPCC en medio de condiciones climáticas implacables
y devastadoras, se generalice un sentimiento colectivo de
desesperación, impotencia y ansiedad. Por ejemplo, en la mayoría de los
escenarios modelizados por el IPCC, toda mi vida adulta transcurrirá en
el contexto de un planeta cada vez más caliente. Deberíamos reconocer
y respetar estos sentimientos y tratar de evitar que conduzcan a la
desesperanza o a la misantropía.
Sin importar lo que digan los medios, la clase dominante o los científicos,
«nosotros» no somos responsables por la crisis climática. De todas
formas, como los verdaderos responsables no piensan hacer nada al
respecto, el asunto está en nuestras manos. Sobre esa certeza podemos
construir un movimiento de masas militante y radical, dispuesto a
construir una economía basada en la igualdad, la justicia y la
prosperidad. Sabemos que nuestra generación tendrá que cargar con el
105
legado del capitalismo fósil, pero tal vez seamos también nosotros
quienes logremos confinarlo al basurero de la historia.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/08/12/no-es-la-humanidad-la-que-estaquemando-el-planeta/
106
EL CAPITAL NO DUERME
DANIEL POLZIN
Fuentes: Viento Sur
A menudo enfermo, constantemente sobrecargado de trabajo, muerte
precoz: cuando el SPD reivindicó la prohibición del trabajo nocturno en
su Programa de Erfurt hace 130 años [1891], se basaba en
observaciones puramente sociales. Recién en las últimas décadas han
sido demostrados científicamente los efectos nocivos del trabajo
nocturno para la salud. Pero, entretanto, la idea de prohibirlo ha
desaparecido. En las turbulentas aguas de la competencia mundial, esta
107
reivindicación original del movimiento obrero, que figuraba ya en el
primer decreto de la Comuna de París de 1871 1/ , fue arrojada
discretamente por la borda. ¿Ha perdido importancia el trabajo
nocturno? ¿Es menos peligroso? ¿Es más necesario?
En 2017 tres investigadores estadounidenses fueron galardonados con
el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el
funcionamiento del reloj interno, el famoso ritmo circadiano (ritmo
biológico que dura unas 24 horas). Diez años antes, la OMS había
clasificado el trabajo nocturno como «probablemente cancerígeno», y lo
volvió a confirmar en 2019, lo que no demuestra de forma concluyente
la existencia de un vínculo médico, sino que, simplemente, alerta sobre
el riesgo. Pero un estudio realizado en 2015 con más de 70.000
enfermeras concluyó que el trabajo nocturno habitual aumenta el riesgo
de mortalidad general en un 11%, incluso después de tener en cuenta
otros factores de riesgo como el consumo de alcohol, la edad avanzada,
el tabaquismo, la falta de ejercicio o la obesidad. Un estudio realizado
en 2018 en Estados Unidos con 270.000 participantes reveló que el
trabajo nocturno aumenta el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 en
un 44%. Según el Health and Safety Executive (HSE, Inspección de
trabajo en materia de salud y seguridad) del Reino Unido, el riesgo de
padecer enfermedades cardíacas se incrementa en un 40%, según
diversos estudios.
Sabemos que el trabajo nocturno tiene efectos negativos en casi todas
las funciones del cuerpo humano, desde el sueño hasta la digestión y el
108
sistema cardiovascular. El hecho de que algunas personas se adapten
subjetivamente a horarios de trabajo anormales u objetivamente
soporten mejor el estrés en cierta medida no cambia nada. Ningún reloj
interno puede adaptarse a dicho ritmo. El trabajo nocturno regular es
una tortura para el cuerpo humano.
Pero en lugar de bajar, cada vez son más los trabajadores que tienen
que soportar ese suplicio: actualmente más de 3 millones de personas
tienen que trabajar de noche en Alemania. Entre 1995 y 2015, la
proporción de empleados que trabajan de noche aumentó del 7,6% al
9,1%. Sin embargo, sus intereses no tienen ninguna representación
política. En ninguno de los programas de los partidos con representantes
en el Bundestag para las elecciones federales de septiembre de 2021
aparece la palabra trabajo nocturno. ¿Por qué no? ¿El trabajo nocturno
es tan obvio, tan inevitable para nuestra sociedad?
Producción, comercio, logística
Debido a la escasez de datos, es difícil determinar en qué ramas
aumentó el trabajo nocturno. No cabe duda de que es necesario en
algunos sectores, como la salud, la policía o los bomberos, y en parte
también en la industria. Sin embargo, ya en 1992, Klaus Zwickel,
entonces segundo presidente del IG Metall, observó que el trabajo
nocturno aumentaba precisamente allí donde no era necesario, es decir,
no sólo allí donde hay máquinas que no pueden apagarse por la noche.
El microcenso del mercado de trabajo de 2019 muestra que el trabajo
109
nocturno es realizado principalmente por personas cuyos diplomas son
de nivel inferior y no por aquellas que tienen un título universitario. El
trabajo nocturno es frecuente en la industria, el comercio y la logística,
así como en los sectores de servicios públicos y privados. Sin embargo,
el grado de necesidad es muy diferente: en contraste con el sector de
la salud y los cuidados a las personas, el trabajo nocturno es por lo
menos discutible en la producción de bienes o en el transporte de
mercancías, actualmente en rápido crecimiento, o en el sector del
reparto y expedición, como en Amazon u otras empresas de logística.
Por otra parte, el trabajo nocturno no siempre es el mismo. Cuando es
inevitable por razones técnicas, culturales o sociales, el grado de
nocividad se puede limitar: un máximo de cinco horas por noche, un
máximo de dos días a la semana seguidos de tres días de descanso, un
máximo de dos años de trabajo regular seguidos de una pausa de tres
años… habría muchos instrumentos que podrían por lo menos reducir
los riesgos. Pero nada de esto es planteado actualmente de manera
combativa ni tampoco discutido ampliamente.
Más allá de la cuestión de la necesidad social del trabajo nocturno, hay
otra razón: el capital no duerme. En el primer volumen de El Capital,
Karl Marx escribió que «la prolongación de la jornada laboral más allá
de los límites del día natural hasta la noche […] no hace más que
satisfacer la sed del vampiro por la sangre del trabajo vivo» [Libro I, Cap
VIII]. Aunque el tono mítico pueda parecer extraño, las palabras
contienen una verdad importante: el capital, por su propia naturaleza,
110
busca multiplicarse y, al hacerlo, le importa muy poco el «ritmo
circadiano» del trabajo creador de valor. Desde el punto de vista de la
economía de mercado, hacer funcionar las máquinas toda la noche y
poder ofrecer servicios sin interrupción tiene ventajas considerables,
tanto en la época de Marx como ahora.
Por lo tanto, si la economía tiende al aumento del trabajo nocturno, es
necesaria una intervención legal activa para limitarlo. En ese sentido, en
1984, los Verdes propusieron, entre otras cosas, su prohibición en un
proyecto de nueva ley sobre el tiempo de trabajo. Cuatro años después,
el SPD también dejó claro en un proyecto de ley presentado en el
Bundestag, que el legislador no podía justificar una «nueva ampliación
del trabajo nocturno antifisiológico […]».
La prohibición del trabajo nocturno de las mujeres, declarada
inconstitucional en 1992 por ser contraria a la igualdad (de género), fue
suprimida dos años más tarde en la nueva Ley sobre el tiempo de
trabajo, abriendo así la puerta al aumento del trabajo de noche, algo
que el SPD, como partido en el gobierno a partir de 1998, podía
justificar. En el programa rojiverde (SPD y Verdes) para volver a dotar
de competitividad a la economía alemana mediante la liberalización del
mercado laboral, había espacio para muchas cosas nuevas, pero no para
la regulación del trabajo nocturno.
La reivindicación también dejó de ser una prioridad para los sindicatos.
Si bien el IG Metall decidió lanzar una campaña contra el trabajo
111
nocturno en 1992, los esfuerzos fueron posteriormente perdiendo vigor.
La nocividad de esta forma de trabajo se destaca y hay un esfuerzo por
mejorar las condiciones marco, pero el sindicato ya casi no reclama una
limitación significativa o incluso una prohibición del trabajo nocturno.
La pregunta sigue siendo: ¿por qué los trabajadores aceptan esto? ¿Por
qué, a medida que aumenta el conocimiento de la nocividad del trabajo
nocturno, también aumenta la cantidad de trabajadores sometidos a él?
La prohibición resultaría muy costosa
En la actualidad, hay más de 5.000 denuncias sobre el trabajo nocturno
pendientes ante el máximo tribunal laboral de Alemania. Incluso, uno de
los casos está siendo examinado por el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea (TJUE). Alemania prevé una compensación salarial para el
trabajo nocturno regular o por turnos que giraría en torno al 25% de
promedio pero que, prioritariamente, puede ser fijada por las partes en
los convenios colectivos. Por supuesto, el suplemento no sirve
oficialmente como «tranquilizante» para que la gente acepte el riesgo,
ni siquiera como incentivo, sino que pretende compensar el esfuerzo.
Pero es problemático por dos razones: en primer lugar, la mayoría de
los trabajadores ignoran por completo que la contrapartida de ingresos
extra es su propia vida, que no se trata de un esfuerzo que una persona
pueda soportar mejor que otra, sino de una forma de trabajo
indiscutiblemente perjudicial para la salud. En segundo lugar, muchos
112
de ellos pueden hacer uso de esos ingresos extra, o incluso depender
de ellos.
El hecho de que esa presión ejercida sobre los trabajadores para que
pongan en riesgo su salud sea legal debería dar qué pensar, pero
también explica por qué, en el sentido contrario, no hay presión de
aquellos que trabajan por la noche sobre los partidos y los sindicatos.
La cantidad de casos, incluida la presentación ante el TJUE, no se refiere
a la legalidad fundamental del trabajo nocturno, sino a las cláusulas de
diferenciación de los convenios colectivos, según las cuales la prima por
el trabajo nocturno permanente es inferior a la del trabajo nocturno
ocasional. Desde una decisión histórica del Tribunal Federal del Trabajo
(Bundesarbeitsgerichts) en 2018, los trabajadores afectados han
argumentado con razón en los tribunales que esto constituye un trato
desigual injustificado.
Los trabajadores de la noche tienen igualmente derecho a exigir que se
ponga fin a la posibilidad de reducir la prima salarial, confirmada por el
más alto tribunal el año pasado, pero que es muy problemática desde el
punto de vista constitucional, si el trabajo nocturno es esencial para
mantener la ocupación. Si no se toman medidas legislativas, seguirá
habiendo litigios sobre el suplemento salarial «adecuado», que llegan
masiva y regularmente los tribunales desde hace años. Corremos el
riesgo de perder de vista lo esencial: exponer al menor número de
trabajadores al menor riesgo posible para la salud.
113
Es cierto que prohibir el trabajo nocturno cuando no es necesario y
regularlo estrictamente cuando es necesario requeriría más personal y
costaría «mucho dinero». En tiempos de escasez de personal en el sector
de la salud y de mayor presión de la competencia internacional, ese
objetivo podría considerarse poco realista. Pero si lo que es necesario
parece irrealista, ¿no debería ser una razón para replantearse la
necesidad de la realidad?
Si analizamos el documento del SPD de 1988: ¿es políticamente
justificable enviar a miles de jóvenes a ejercer profesiones en las que
las actuales condiciones marco van a reducir su esperanza de vida en
varios años? ¿Es políticamente justificable incitar a los trabajadores a
poner en riesgo su salud simplemente por razones económicas? El SPD
de 1891 conocía la respuesta. (Artículo publicado en der Freitag, 27-7-
2021)
Nota
(1) «En respuesta a una reivindicación de los obreros panaderos, la
comisión (Comisión de Trabajo e Intercambio) también decide prohibir
el trabajo nocturno en la profesión. La medida estuvo lejos de contar
con el apoyo unánime del Consejo de la Comuna, pero Frankel la
mantuvo». La Commune de Paris 1871. Les acteurs, l’événement, les
lieux, Ed. de l’Atelier, Francia, 2020, p. 474. (Redacción A l´encontre)
Texto original http://alencontre.org/europe/allemagne/allemagne-lecapital-ne-dort-pas.html
114
Traducción: Correspondencia de
Prensa. https://correspondenciadeprensa.com/?p=19781
Fuente: https://vientosur.info/el-capital-no-duerme/
115
LOS CAMPAMENTOS DE VERANO DONDE
SE APRENDE A SER ESPÍA
GUSTAVO VEIGA
Funcionan como semillero de la CIA y de la NSA
Dos programas son claves para que miles de estudiantes se formen en
ciberseguridad: GenCyber y CyberPatriot. El rol de las instituciones
educativas.
Imagen: AFP
Los campamentos de verano funcionan como el semillero de la
Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y de la CIA
116
estadounidenses. Durante julio y agosto, estos laboratorios trabajan
a pleno. Miles de alumnos y profesores, en 45 de los 50 estados de
EEUU, se forman en ciberseguridad. De esa masa crítica saldrán muchos
de los especialistas del rubro, sean o no espías o hackers del futuro. Dos
programas son claves para comprender la envergadura del plan con
generoso apoyo gubernamental. El GenCyber comenzó en 2014 y
fue creado por la NSA. El CyberPatriot es una iniciativa de la
Asociación de la Fuerza Aérea (AFA) que persigue un objetivo
similar. Su principal patrocinadora es la Fundación Northrop Grumman,
un apéndice del complejo de empresas aeroespaciales y de defensa
homónimo. Se trata del cuarto mayor contratista de defensa militar de
los Estados Unidos, fabricante del B-2 Spirit (también conocido como el
Stealth Bomber o bombardero furtivo) y primer constructor de buques
de guerra.
Expertos en ciberseguridad
Uno de los argumentos que sostiene la NSA para formar en sus
campamentos – hasta hoy han sido 154- es “la brecha de hasta 600.000
profesionales necesarios para satisfacer la demanda de la nación”.
Aduce que la oferta de expertos en ciberseguridad “ha quedado muy por
debajo de la demanda”. En la página oficial del GenCyber se lee que ese
programa “busca despertar y mantener el interés en ciberseguridad en
el nivel K-12 con el fin de construir un flujo de trabajo competente,
diverso y adaptable a través de la alineación con los Centros Nacionales
de Excelencia Académica en Ciberseguridad…”
117
Qué es la NSA
La NSA es la responsable del monitoreo, recopilación,
procesamiento global de la información y datos con el objetivo
de hacer inteligencia y contrainteligencia en el país y en el
exterior. Además se especializa en una disciplina conocida como
inteligencia de señales (SIGINT). Las denuncias de Edward Snowden en
2013 expusieron que sus presuntos objetivos legítimos eran tan
ilegítimos como la forma en que EEUU espíaba al resto del
mundo. Angela Merkel y Dilma Rousseff fueron víctimas de ese espionaje
en 2013.
El contratista estadounidense asilado en Rusia trabajó para la NSA. La
misma agencia que sostiene ahora lo vital que resulta el GenCyber en el
objetivo de “asegurar que suficientes jóvenes se sientan inspirados para
utilizar sus talentos en ciberseguridad” porque “es fundamental para el
futuro de la seguridad nacional y económica de nuestro país a medida
que dependemos aún más de la tecnología cibernética en todos los
aspectos de nuestra vida diaria”. Además de la NSA, el programa es
apoyado financieramente por la Fundación Nacional de Ciencias y otros
socios federales que hacen aportes anuales.
Las instituciones educativas de EEUU son claves para que esta
experiencia en seguridad tenga su espacio propicio: “Las
universidades, las escuelas públicas o privadas o los sistemas escolares
son elegibles para recibir becas GenCyber. Las subvenciones
proporcionan fondos para que las universidades administren y ejecuten
118
campamentos GenCyber”, informa la página del programa. Los
campamentos deben durar un mínimo de cinco días y/o treinta horas y
están destinados a la enseñanza intermedia y secundaria. No pueden
participar ciudadanos no estadounidenses o sin residencia permanente
en el país.
El programa ya se está dando en lenguas extranjeras como el portugués.
La Universidad de Augusta, en Georgia, difunde que si los alumnos “son
aceptados en la cohorte del campamento anual, los campistas
disfrutarán de oportunidades de aprendizaje prácticas y atractivas que
incluyen actividades en el aula y excursiones a NSA Georgia y al Centro
de excelencia cibernético de Fort Gordon”.
Este cuartel cuyo nombre fue asignado en honor a un militar del ejército
confederado, se abrió en 1941 para entrenamiento de las tropas durante
la II Guerra Mundial. Desde junio de 1985, Fort Gordon aloja al Cuerpo
de Señales de los EEUU, la rama del ejército que se encarga de
proporcionar y mantener sus sistemas de información y redes de
comunicación. En apenas seis años, los campamentos GenCyber
pasaron de ocho a 154 y en estos días se siguen desarrollando semana
a semana.
Las universidades que adhirieron al programa llaman a las
instalaciones como Fort Gordon “academias de guerreros”
diseñadas para entrenar futuros “ciberguerreros”. En un artículo
publicado en la página oficial de la Universidad pública del Norte de
119
Georgia sobre el curso de 2017 se lee: “La Academia de Guerreros
Cibernéticos entrena a la próxima generación para el empleo en el
combate virtual”.
El CyberPatriot no es muy diferente del programa prohijado por la NSA.
Estimula que los alumnos se anoten en carreras de seguridad
informática o de planes de estudio semejantes bajo el auspicio de la
Asociación la Fuerza Aérea (AFA) que reúne tanto a militares en
actividad como retirados. Pueden cursarlo alumnos de casi todos los
niveles de enseñanza. El financiamiento lo aporta la fundación de la
corporación armamentística Northrop Grumman de Denver, Colorado.
Es el cuarto mayor proovedor del ministerio de Defensa de EEUU.
En el distrito escolar de Fairfax, un condado de Virginia, se adhirieron al
CyberPatriot en 2014. A las escuelas del lugar se las encuadró en el
llamado Centro de Excelencia CyberPatriot de la AFA. A pocos minutos
de ahí se encuentra Langley, donde tiene sus oficinas centrales la CIA.
En la zona también se levantan las sedes de varias agencias de
seguridad. Todo queda muy cerca de Washington, desde donde
gobierna el presidente Joe Biden. Pero los campamentos de verano en
los que se enseña ciberseguridad están desparramados por la amplia
geografía de Estados Unidos. Un país donde no sólo proliferan las armas.
También los aprendices de espías.
gveiga@pagina12.com.ar Fuente:
https://www.argentina.gob.ar/argentinaproduce-la-vacuna?tca=P5M0dqQNZGsQkPFrzQ5-kKc22T0KCkADmGpnyjzsZMY
120
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE ACONTECE
ESPECIALMENTE
EN NUESTRA AMÉRICA
121
LA COVID Y SU ELEVADO COSTO MONETARIO
HEDELBERTO LÓPEZ BLANCH *
Fuentes: Rebelión
Abundantes han sido los artículos en los medios de comunicación que
reflejan el alto costo monetario que debe pagar una persona en la
mayoría de los países para recibir tratamiento médico contra el Sars-
Cov-2, lo cual le representa endeudarse por un largo período de tiempo.
The New York Times informó en un artículo que el costo de cada estancia
en el hospital por Covid-19 alcanza una media de 23 489 dólares y que
la ausencia de una cobertura sanitaria completa en el país provoca que
parte de estos gastos corran a cargo de los pacientes.
*
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
122
El diario relata la historia de un hombre que perdió a su padre por
coronavirus el pasado otoño y ahora el hospital y la aseguradora le
reclaman más de 1 millón de dólares en tratamientos.
Como en Estados Unidos cerca de 56 millones de personas no tienen
seguro médico, no los atienden en ningún hospital y por tanto deben
pasar la enfermedad en la casa con las medicinas que pueda comprar
porque además, una consulta médica les cuesta cientos de dólares a las
personas sin seguro.
En República Dominicana, el Diario Libre, señala que además de la
incertidumbre que genera contraer la COVID-19 por las complicaciones
de salud que pueden llevar a la muerte, la enfermedad supone un alto
sacrificio económico para los que la contraen.
Los pacientes positivos que buscan atención de un médico y seguir un
tratamiento, pueden gastar un promedio de 40 000 pesos por pasar un
cuadro leve que no amerite internamiento.
Daira Almonte, una dominicana que dio positivo a principio de mayo,
calcula en 35 215 pesos el gasto que tuvo por los días de la enfermedad,
pese a tener un seguro médico privado con un plan superior al
contributivo. Al desglosarlo fueron: 7 000 pesos en cuatro pruebas
diagnósticas para ella y su pareja; tres consultas médicas de 1 500 cada
una; dos tomografías de 750; tres indicaciones de análisis de laboratorio
por 1 400, y 20 700 pesos en medicamentos.
123
La página Saludiario de Ecuador afirmó que en los últimos meses la
Defensora del Pueblo ha recibido numerosas denuncias respecto a los
elevados costos de atención en hospitales y clínicas a pacientes con la
pandemia.
Ana Delgado, directora de la Asociación Nacional de Clínicas y Hospitales
Privados en Ecuador (Aghpe) estima que en promedio, cada día de
hospitalización en la UCI de cualquier centro equivale como mínimo a 2
500 dólares. Como la mayoría de los pacientes en esa situación están
internados unos 25 días, el costo llega a más de 30 000 dólares. Solo la
prueba de PCR cuesta 120 dólares.
Agrega la publicación que los familiares de los pacientes consideran que
las clínicas se aprovechan de la situación, inflando los precios de una
manera exorbitante, pues hasta una simple mascarilla puede llegar a
costar 600 dólares.
Ahora analicemos la gran diferencia de lo que sucede en la mayoría de
los países con sistemas neoliberales con respecto a lo que ocurre en
Cuba donde el Estado asegura los servicios públicos gratuitos para todos
los ciudadanos.
El ministro de Economía, Alejandro Gil informó que pese a los graves
problemas económicos que padece la nación debido al recrudecimiento
del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos contra
la Isla y los impactos que ha tenido la Covid en el turismo y otras fuentes
124
de ingreso, el gobierno ha mantenido con esmerada atención, todos los
sistemas de salud.
En 2020 el país invirtió 102 millones de dólares no previstos en el plan
y hasta el cierre del primer semestre de 2021 se han destinado 82
millones de dólares en reactivos, equipos médicos, jeringuillas, medios
de protección, material gastable y medicamentos, a lo que se suma
encontrar proveedores pues por el bloqueo muchos no quieren
arriesgarse a suministrarlos, así como retrasos en las llegadas con
precios superiores a los del mercado internacional.
Además, producto de la pandemia existen numerosos ingresados en
centros de aislamientos y hospitales lo cual obliga a gastos de
alimentación, vestuario, lencería, aseo, limpieza, electricidad, agua. Un
paciente en un centro de aislamiento cuesta al país 990 pesos como
promedio diario; uno hospitalizado, 4 165 pesos por día; uno en
cuidados intensivos, 13 045 pesos. Ninguno de los pacientes se lleva del
hospital una factura sino el agradecimiento al personal médico por
haberle salvado la vida.
Los gastos por la Covid en los primeros cinco meses de 2021 ascienden
a 5 772 millones de pesos, cuya cantidad total la ha asumido el
presupuesto del Estado.
Al mismo tiempo ha existido una garantía salarial pues a ningún
interrupto se le ha dejado de pagar, al respaldarlos con el 100 % en el
primer mes y a partir de ahí con el 60 % sin interrupción.
125
El costo por ese concepto ha sido de 596 millones de pesos en lo que va
de año; el salario del personal vinculado directamente a la covid, 574
millones; la compra del medicamento para entregar a los hospitales para
atender la pandemia, una buena parte de ellos importados, 1 181
millones; en alimentos que se entrega gratuitamente en los hospitales
246 millones; en materias primas y materiales 107 millones y otros
conceptos como pago de la electricidad, gas, agua y otros insumos, 1
600 millones de pesos.
En esas difíciles condiciones económicas, con la reducción de entrada de
divisas y un bloqueo inhumano recrudecido con 243 nuevas medidas,
Cuba ha sido capaz de mantener la atención gratuita para toda su
población y a la par crear nuevas vacunas (único país en América Latina)
para luchar contra la pandemia.
Esa es la diferencia de un sistema que labora por el bienestar y la salud
de sus ciudadanos, en contraposición a los que han optado por el
neoliberalismo, cuyo corolario es hacer ricos a unos pocos en
detrimento de los más pobres.
Fuente: https://rebelion.org/la-covid-y-su-elevado-costo-monetario/
126
NOTAS ESQUEMÁTICAS SOBRE ECOLOGÍA POLÍTICA
MARX JOSÉ GÓMEZ LIENDO
Fuentes: Rebelión
Este texto es una versión revisada de mi intervención en la mesa de
debate organizada por la Asociación Iberoamericana de Sociología (AIS)
en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente. El evento fue moderado
por María Alejandra Scianca (Argentina) y contó con la participación
varios colegas de la región: Ema Beatriz Farias (Uruguay), Gabriel
Andrés Ilvay Velásquez (Ecuador) y Alain Castro Alfaro (Colombia).
Puede accederse a la grabación del encuentro a través del siguiente
enlace: https://youtu.be/0Bytu6TVs-k.
La ecología política es un campo interdisciplinario de investigación y
acción en la que me encuentro trabajando desde hace siete años en el
Centro de Estudios de la Ciencia del Instituto Venezolano de
127
Investigaciones Científicas (IVIC). En términos generales, la ecología
política es definida como el estudio de las relaciones sociedad-naturaleza
con un énfasis en el análisis de los conflictos en torno al acceso,
apropiación, uso, gestión y valoración de los llamados “recursos
naturales”, “bienes comunes” y/o “comunes” a secas. Nótese que cada
uno de estos términos da cuenta de una forma particular de entender la
naturaleza dentro de la ecología política.
I
Existe un consenso que ubica el origen de estecampo en el año 1972,
con la publicación del artículo Ownership and PoliticalEcology, del
antropólogo austriaco estadounidense Eric Wolf. No obstante, en ese
trabajo no hay una definición explícita del término, sino que este es
usado de forma incidental. En todo caso, a partir de este momento, la
posterior formulación conceptual y el desarrollo del campo como tal se
nutre del diálogo con otras áreas interdisciplinarias como la economía
política, la antropología ecológica, la historia ambiental, la economía
ecológica y el ecofeminismo, por nombrar algunas.
Quisiera hacer un énfasis puntual en el ecofeminismo, porque emerge
en el mismo momento que la ecología política. Tienen una historia
paralela y, sin embargo, en sus inicios la ecología política no consideró
el tema del género, ni la situación de las mujeres en los conflictos
socioambientales como un asunto de interés. El tema se va a plantear
décadas después. Un libro importante al respecto es la obra
128
colectiva FeministPoliticalEcology (Routledge, 1996), editado por
DianneRocheleau, Barbara Thomas-Slayter y Esther Wangari.
II
Ahora bien, también es importante resaltar que más allá de una fecha o
año en específico (1972), es crucial comprender el contexto epocal
amplio en el que surge y se desarrolla la ecología política. Rápidamente,
y de forma no exhaustiva, estamos hablando de un mundo en el que ya
han ocurrido dos guerras mundiales y que se encuentra envuelto en la
llamada guerra fría.Un mundo donde, a partir de 1942, aparece el
discurso del desarrollo como idea-fuerza y hoja de ruta institucionalizada
y profesionalizada para el sostenimiento de la economía-mundo
capitalista. Dentro de ese sostenimiento, el sistema de las Naciones
Unidas organiza en Estocolmo, Suecia, la primera cumbre de la tierra
(1972) para coordinar esfuerzos en lo que luego el Informe
Brundtland (1987) definirá como desarrollo sostenible, una crítica
capitalista del capitalismo. Estos son sólo algunos de los muchos eventos
que ocurrieron en ese entonces.
En el contexto epocal al que hago referencia, deben incluirse igualmente
los candentes debates que se originaron en las décadas de los 60, 70 y
80 en torno a temáticas como el crecimiento económico y demográfico,
la extinción de especies, las consecuencias del desarrollo desenfrenado
de la ciencia y la tecnología, el calentamiento global, la necesidad de un
cambio en la matriz energética, entre muchos otros temas.Todo este
129
marco ofrece un terreno sobre el cual van echando raíces las
preocupaciones del entonces naciente campo de la ecología política.
III
En América Latina y el Caribe, la ecología política surge alrededor de la
década de los 70 y 80. No de forma explícita, sino como un conjunto de
reflexiones constitutivas del pensamiento ambiental de la región. Por
citar un ejemplo, la CEPAL publicó en 1980 dos libros sobre estilos de
desarrollo y medio ambiente, donde se compilan trabajos generados en
el marco de un proyecto homónimo que llevó a cabo la organización dos
años antes.
La ecología política latinoamericana emerge de una situación de triple
frontera entre tradiciones disciplinares (sociología, historia geografía,
entre otras), el pensamiento crítico de la región y la experiencia de
luchas territorializadas, como el caso de la rebelión de las mujeres
indígenas Sarayaku en el Ecuador de los 80, contra el extractivismo
petrolero en sus territorios y el patriarcado ancestral en sus
comunidades.
El origen de esta corriente regional es diferente al caso anglosajón,
donde el campo está ubicado principalmente en departamentos de
geografía o antropología en universidades de Estados Unidos. También
es distinto al caso francés, donde se podría decir que hay una comunidad
eclética, con aportes desde diferentes lugares, pero sin un núcleo o
punto central, sin una colectividad de “ecologistas políticos”.
130
El sello distintivo de la ecología política latinoamericana y caribeña es la
preeminencia de investigaciones militantes y los esfuerzos por explicitar
el lugar de enunciación o desde donde estamos situados y situadas al
momento de formular las preguntas de investigación, generar nuestras
reflexiones y realizar nuestras propuestas de transformación social o,
más bien, socio-ecológica. Esto supone, por un lado, un posicionamiento
crítico-ético, ético-político y político-epistémico que está marcado por la
experiencia de la colonización; y, por otro lado, resalta el carácter
civilizatorio de la crisis ecológica en la que nos encontramos.
IV
Dentro de estas notas esquemáticas sobre la ecología política, agregaría
que, aunque hablo en singular, se trata de un campo constitutivamente
plural y heterogéneo. De hecho, el ecólogo social uruguayo, Eduardo
Gudynas, habla de ecologías políticas, con énfasis en la s, al identificar
diversas perspectivas epistemológicas y bases ontológicas. Brevemente,
existen ecologías políticas realistas, esencialistas, constructivistas,
postestructuralistas o ecologías políticas dualistas y relacionales. Todo
ello depende de cómo se concibe la relación sociedad-naturaleza: si se
concibe como la interacción de dos entes que existen por fuera de la
relación y son mutuamente excluyentes o que están fuertemente
entrelazados y sonporque existen en relación. Aquí podemos pensar en
la idea de socionaturaleza o naturoculturapropuesta por Donna Haraway
para ilustrar ese continuum.
131
V
Quisiera concluir con una reflexión muy apretada sobre la sostenibilidad
o sustentabilidad porque hoy nos encontramos ante un revival del
discurso del desarrollo con los 17 objetivos de desarrollo sostenible
formulados por las Naciones Unidas. Se habla mucho de sustentabilidad,
pero poco del debate en torno a este concepto. La sustentabilidad en
tanto término, vocablo y/o hoja de ruta programática, entraña en sí
misma un profundo conflicto onto-epistémico. Existen corrientes de
sustentabilidad débil, fuerte y súper fuerte que marcanlos alcances y las
limitaciones de loque nosotros estemos llamandotransiciones hacia
mundos socios-ecológicos. Las corrientes desustentabilidad débil son
aquellas quetienden a pensar que el problemaúnicamente es la
modificación o larealización de algunos cambios sociotécnicos para
mejorar procesosproductivos que impacten menos en elambiente. Esto
sobre la base de que es posiblecompatibilizar las políticas
deconservación con los programas y planesde crecimiento y desarrollo
económico,como sí lo segundo no fueraprecisamente la razón por la
cualse toman las primeras medidas. Aquí no hay una mayor reflexión
sobreel cortocircuito que genera estasupuesta compatibilidad.
Lasustentabilidad fuerte implica unamirada de conjunto porque no
necesariamente ofrece una crítica explícita alcapitalismo.Los 17
objetivos nos ofrecen unamirada de conjunto del problema, pero
nonecesariamente nos estáplanteando una hoja de ruta poscapitalista o
anticapitalista a lacrisis ecológica y, en todo caso, se limita a decir queno
132
toda la naturaleza puede serreducida a capital natural, pero no
secuestionan los fundamentos o las basesde la sobreeconomización de
la vida.Incluso, la vida misma, la naturaleza, elambiente, pasa a ser un
nicho demercado más en el marco de discursos sobre laconservación, lo
verde,loeco-friendlyque generan desigualdadesy asimetrías.
Finalmente, la sustentabilidad superfuerte la concibo desde un sentido
transontológico, inspirado en lo que el filósofo boliviano Juan José
Baustista proponía dentro de su función crítica de la crítica. La
sustentabilidad superfuerte es aquella que nos invita a desplazarnos de
una idea o una concepción falocrática de la naturaleza como objeto a
ser dominado, conquistado y ultrajado, a una idea de naturaleza como
sujeto de derecho, como una entidad con capacidad de agencia política.
Aquí se abre todo un horizonte de ruptura radical como en el caso del
río Whanganui en Nueva Zelanda u otros casos que, de distintas
maneras, y a distintos niveles, se están dando en otras partes del
mundo. Todo esto nos invita a continuar aunando esfuerzos en lo que
podríamos llamar un programa de investigación amplio sobre
transiciones ontológicas y epistemológicas hacia la sustentabilidad o,
más bien, hacia las sustentabilidad es porque, de hecho, en esta
corriente transontológica, superfuerte, estamos hablando precisamente
de un diálogo de saberes, de un diálogo de cosmovisiones. Lo que
estamos buscando, en última instancia, son formas de vivir y morir con
dignidad.
133
Marx Gómez Liendo. Sociólogo (Universidad Central de Venezuela), con
maestría en Estudios Sociales de la Ciencia (Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas, IVIC). Miembro del Laboratorio de Ecología
Política del Centro de Estudios de la Ciencia del IVIC, del equipo editorial
de la revista Iberoamérica Social y del Comité de Investigación de la AIS.
Correo: mjgomezliendo@gmail.com.
Fuente: https://rebelion.org/notas-esquematicas-sobre-ecologia-politica/
134
EL TIEMPO DESPUÉS DEL CAPITALISMO
MIYA TOKUMITSU
TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE
¿Cómo organizaríamos el tiempo si lográramos liberarnos de las
exigencias del capitalismo?
Está a la venta nuestro tercer número, “La catástrofe ecológica
inminente (y los medios para combatirla)”. La suscripción a la revista
también te garantiza el acceso a material exclusivo en la página.
Ni hablar de la afirmación de Marx sobre cazar por la mañana, pescar
por la tarde y dedicarse a la crítica después de comer: hoy la mera
posibilidad de irse a la cama cuando uno está cansado y levantarse
cuando siente que durmió suficiente es una especie de fantasía utópica
y poscapitalista. Pero fantaseemos un poco con una sociedad diferente
y las formas en que los trabajadores podrían apropiarse del tiempo.
Nuestro mundo prioriza las ganancias por sobre cualquier cosa, y, a
menos que uno sea suficientemente rico como para no trabajar, debe
organizar su vida alrededor del cuidado y el mantenimiento de un
empleo que genere ingresos. Con el fin de distraernos de esta realidad
brutal, surgió una tradición completamente retórica, que se remonta a
la denominada ética del trabajo y nos exige «hacer lo que amamos».
135
La obligación de ganar dinero moldea nuestra experiencia del tiempo:
minuto a minuto, mientras nos apuramos para tomar el colectivo al
trabajo; día tras día, mientras calculamos si tenemos suficiente comida
como para evitar la cola del supermercado; y década tras década,
mientras consumimos nuestros años formándonos para trabajar y luego
nos pasamos toda nuestra vida adulta intentando hacer una carrera
profesional. Cualquiera que haya tenido que cancelar planes con amigos,
dejar a un niño en la guardería obedeciendo a la presión de las
circunstancias en vez de al deseo propio, o trabajar con migraña, sabe
que el impulso de acumular ganancias no perdona ni tolera ninguna
perturbación, ya sea que se ocasione en algún trauma personal o
simplemente en el cansancio.
A lo largo de la historia, los trabajadores desplegaron luchas sangrientas
para disputar la porción del día y el período de sus vidas que los patrones
tienen derecho a reclamar. Sin embargo, sabemos que hoy están en una
posición relativamente débil. Por lo tanto, el impulso a la acumulación
que determina a los capitalistas ejerce un control cada vez más ajustado
sobre las vidas de los trabajadores.
La cultura del trabajo excesivo está penetrando en muchos sectores,
como por ejemplo las finanzas y las empresas tecnológicas, que suelen
alentar a que los empleados se identifiquen completamente con sus
roles profesionales. Las semanas laborales de setenta horas que resultan
de esta práctica logran sortear la urgencia de contratar más personal.
136
Cuando no es considerado motivo de orgullo, este ritmo es aceptado
como algo común y corriente.
Otro ejemplo es la flexibilización en el periodismo y en el diseño gráfico,
que fuerza a los trabajadores de este rubro a consumir mucho tiempo
en elaborar propuestas, ofrecer sus productos y construir un sello propio
con la esperanza de ganar trabajos esporádicos. Mientras tanto, sus
patrones reciben montones de ideas de artículos y diseños sin obligación
de pagar nada a cambio.
Otros sectores, sobre todo los servicios y los comercios minoristas,
instituyeron el esquema justo-a-tiempo. Gracias a él, los trabajadores
no tienen idea de cuándo ni cuánto tiempo deben trabajar. Estos
trabajadores no pueden anotar a sus hijos en guarderías regulares,
comprar con anticipación los viajes en colectivo que necesitarán ni hacer
planes con sus amigos y sus familias. Con frecuencia sus días están
cortados por horas de «tiempo muerto» entre turnos, es decir, tiempo
durante el que podrían estar descansando en sus casas o haciendo algo
que les gusta.
En fin, nuestro sistema de organización económica y social utiliza una
enorme y variada cantidad de métodos para negar y degradar nuestro
tiempo. ¿Cómo sería en un mundo distinto?
En una sociedad libre de la carga agobiante que impone la acumulación,
el ocio podría convertirse en un aspecto fundamental de la experiencia
humana. Hoy solemos confundir el tiempo de ocio con la inactividad y la
137
pereza, y a estas con cierta inmoralidad, pero no es necesario que sea
así. En efecto, la palabra de origen latino «negocio» muestra la seriedad
con la que algunas sociedades se tomaban el tiempo no
laborable. Negocio significa literalmente negación del ocio. Es decir que
los romanos describían el trabajo en términos negativos, como un
conjunto de actividades mundanas que alguien realizaba cuando debía
interrumpir su entrega incondicional a los aspectos agradables de la
vida. Si bien no nos gustaría volver a la sociedad esclavista y patriarcal
de la antigua Roma, podríamos tomarnos más en serio el tiempo de ocio.
El ocio moderno sería una mezcla de actividad productiva —volveré
sobre esto— y vagancia. Como argumentó Paul Lafargue hace más de
un siglo en El derecho a la pereza, en vez de considerar las tareas que
hoy percibimos como una pérdida de tiempo como algo negativo,
podríamos reivindicarlas como un aspecto esencial de la experiencia
humana al que todos tienen derecho.
En efecto, pueden surgir cosas fantásticas cuando dejamos vagar
nuestro pensamiento. Por ejemplo, Peter Higgs, físico británico
nominado al Premio Nobel en 1980 por descubrir cómo adquieren una
masa las partículas subatómicas, atribuyó sus avances a la
«tranquilidad» y dijo que los extenuantes requisitos de publicación de la
academia moderna probablemente hubiesen obstaculizado su
investigación, cuando no su carrera científica en general.
138
Pero también debemos proteger nuestro tiempo de esparcimiento de
aquellos que intentarán capturar nuestras ensoñaciones para lucrar con
ellas. Es probable que la mayoría de nuestros caprichos no sean tan
útiles ni relevantes en términos generales como el de Higgs, pero eso
no quita que sean importantes para nosotros. La mayoría de nosotros
no sabe qué significa «perder el tiempo» sin ese sentimiento agobiante
de que deberíamos estar haciendo algo. En efecto, ¿qué pasa hoy
cuando nos entregamos al ocio?
En un mercado mundial que opera continuamente a un ritmo frenético,
el tiempo vacío puede ser realmente alienante. Esta condición se impone
sobre todo a personas marginadas que no pueden soportar el «espacio
del aburrimiento», según la expresión de la que se sirve Bruce O’Neill en
su libro The Space of Boredome: Homlessness in the Slowing Global
Order. El libro de O’Neill estudia las comunidades sin techo de Bucarest,
donde, dos décadas después de la caída del comunismo, la prosperidad
es algo que escapa a la mayoría de los rumanos y muchos están
completamente excluidos de una sociabilidad capitalista basada en el
consumo y en la producción.
Podríamos tomar este tiempo vacío y lento, reclamarlo para nosotros y
desarrollar formas de relacionarnos que no estén centradas en el
consumo de mercancías. Si efectivamente cada vez hay que trabajar
menos, deberíamos reconfigurar nuestras semanas y meses para valorar
y utilizar de forma adecuada el tiempo libre, y garantizar que todo el
mundo lleve una vida suficientemente digna como para disfrutar de él.
139
Si no nos avergonzara tener tiempo para hacerlo, visitar a nuestros
vecinos y charlar con ellos podría ser algo lindo.
Por supuesto, hay muchas personas que disfrutan hacer cosas
productivas también en su tiempo libre, como pintar, practicar deportes,
cocinar y, aparentemente, apilar leña. Con todo, lo que hace que estas
actividades sean agradables es que, liberados de la exigencia de generar
ganancias, quienes las realizan trabajan al ritmo que quieren, dándose
tiempo para experimentar, equivocarse, abandonar y empezar de nuevo.
Hoy estos pasatiempos suelen ocupar las porciones ínfimas de nuestra
agenda que todavía no fueron colonizadas por el trabajo y por las
exigencias que nos plantea la reproducción de nuestras vidas.
Ahora bien, no todo cambiaría en nuestro futuro poscapitalista. Todavía
habría que producir alimentos, educar a los niños y construir edificios.
No dejaríamos de tener responsabilidades, pero lograríamos
deshacernos de las cadenas capitalistas que someten nuestro tiempo.
En ese caso, deberíamos preguntarnos cómo distribuirlo de forma
adecuada para satisfacer las necesidades sociales y garantizar la
autodeterminación de los trabajadores.
Todavía nos veríamos obligados a subvertir nuestros deseos inmediatos
y espontáneos, pero lo haríamos por nuestro bienestar y no en beneficio
de nuestros jefes. Los hospitales tendrían que funcionar 24/7 y el más
mínimo decoro desalentaría conductas antisociales, como la de imponer
nuestros gustos musicales a nuestros vecinos durante la madrugada. La
140
meta no es promover los caprichos individuales —«hago lo que quiero
cuando quiero»—, sino fomentar ritmos cotidianos que permitan el
desarrollo de nuestras comunidades.
¿Nuestras vidas seguirían organizándose de acuerdo a semanas
laborales y carreras profesionales? Algunas probablemente sí. Pero en
vez de buscar constantemente el equilibrio entre la vida y el trabajo, tal
vez lograríamos simplemente tener una vida, es decir, un tiempo en este
mundo, un tiempo en que todas nuestras actividades —la amistad, la
crianza de nuestros hijos, nuestras fantasías, nuestros dolores y
nuestras alegrías— tendrían su merecido lugar junto al trabajo.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/07/15/el-tiempo-despues-del-capitalismo/
141
ARTÍCULOS SOBRE LO QUE ACONTECE
ESPECIALMENTE EN MÉXICO
142
TATUAR SIN MIEDO
TEXTO: PAULINA MÁRQUEZ, TAMARA MARES, MONSERRAT
LANDA Y PABLO PADILLA / VOCES EMERGENTES *
Construir espacios para ellas, sin esperar a que ellos cambien,
es el motor de múltiples iniciativas impulsadas por mujeres
tatuadoras cansadas del acoso sexual y laboral. Como muchos
sectores de la vida social, la boyante industria del tatuaje
reproduce violencias machistas, disparidad e inequidad, ante
las cuales muchas mujeres han reaccionado creando sus propios
estudios refugio
*
Este reportaje fue elaborado como parte de la primera temporada de Voces Emergentes, un proyecto
de InquireFirst que busca potenciar a las y los jóvenes talentos del periodismo en todo México. Ésta y
otras historias las podrás encontrar en www.vocesmergentes.com
143
Fotos: Casita Sololoy: Tamara Mares. V&V: Cortesía. Valcastt/Un Cuarto
Creciente: Paulina Márquez
Yohali Pinacho tardó varios minutos en encontrar el estudio de tatuaje
Casita Sololoy en el centro de la ciudad de Puebla. Estaba harta del
ambiente competitivo y hostil fomentado por el dueño del estudio en el
que colaboraba, quien además le criticaba, únicamente a ella, la calidad
de su trabajo. Por eso le emocionaba la posibilidad de colaborar en un
espacio exclusivo de mujeres tatuadoras.
Una de las claves de este lugar es que opera de modo privado para no
comprometer la seguridad de las tatuadoras y sus clientas. Nadie conoce
su ubicación sino hasta que se concreta la cita, de tal manera que Yohali,
alias Garabattoo Chinicuil, debió tocar varias puertas antes de dar con el
sitio. Pero una vez ahí, se sintió “feliz”.
Con plantas sobre repisas de madera, las paredes del sitio están
decoradas con murales hechos por artistas locales en colores rosas,
amarillos y anaranjados. Dos habitaciones se han adaptado con camillas,
luces de aro, mesas con tintas, guantes desechables, recipientes de
plástico, toallas y líquidos antisépticos.
Casita Sololoy, proyecto fundado por Giovanna Gayosso y Brisa, es un
estudio seguro para que las mujeres desplieguen su talento libre de
violencias.
La industria del tatuaje mexicana no está exenta de machismo ni
misoginia. Las mujeres que desean desarrollarse artística y
144
profesionalmente en este círculo enfrentan circunstancias que colocan
en riesgo su seguridad física y emocional.
Ante el acoso laboral y sexual, las mujeres tatuadoras han decidido no
sólo denunciar sino dar un paso más: construir espacios seguros donde
ellas y sus clientas puedan disfrutar del proceso creativo.
Giovanna y Brisa concibieron la idea de fundar Casita Sololoy a partir de
una experiencia personal. En el sitio donde Giovanna y Jackie tatuaban,
Jackie vivió una experiencia incómoda con uno de sus compañeros, quien
se acercaba a ella y la tocaba innecesariamente en la cintura y los
hombros. Además, a pesar de que las dos tatuadoras eran socias del
espacio, no podían participar en las decisiones sobre cómo manejarlo.
Así que el momento clave para dejar el estudio llegó cuando se enteraron
de que su socio había acosado a una clienta: la jaló e intentó besarla
durante la sesión. Jackie se dio cuenta que estaba trabajando en un sitio
en donde las mujeres no estaban seguras.
“Muchísimas morras pasan por acoso cuando se están tatuando y eso se
normaliza. Se piensa algo así como ‘ok, no pasa nada’”. Jackie no cree
en ello: “No, no tiene por qué ser así. El tatuaje debe hacerse siempre
desde el respeto; nosotras lo tenemos muy claro aquí, en el estudio”.
Giovanna y Brisa buscaron un sitio y, finalmente, fundaron Casita Sololoy
en noviembre de 2020. Cuatro meses después de su fundación, Giovanna
recibió a Garabattoo sin saber que iba a pedir trabajo. “Me preguntó ‘¿te
145
quieres tatuar algo?’. Le dije ‘no, de hecho, vengo a pedirte chance de
trabajar aquí, yo tatúo’”, recuerda Garabattoo entre risas.
De 25 años, la joven le contó a Giovanna sus experiencias profesionales
más recientes, y ésta accedió a darle un espacio en Casita Sololoy, sin ni
siquiera pedirle ver su portafolio.
Yohali había recibido en otros estudios la oferta de contar con un espacio
para tatuar a cambio de comenzar una relación sentimental, además de
que estuvo sometida constantemente a estrés y ansiedad por las
constantes discusiones con un compañero tatuador.
Ahora es muy distinto. “Me siento comprendida. Es un espacio de
contención muy cañón. Me siento especial; te dicen que todas somos
iguales, y sí, somos iguales”, cuenta Yohali sobre la experiencia vivida en
los cuatro meses de estar tatuando en Casita Sololoy.
“Va más allá de contar con un espacio para tatuar; se trata también de
empatizar”.
Estudio de
“Casita Sololy.
tatuajes”.
146
147
Boom del tatuaje, pero sin regulación confiable
La visibilización del acoso y la violencia en esta industria ocurre en un
contexto en que el tatuaje vive un auge en México. Cada vez hay más
estudios en colonias y barrios de muchas ciudades del país y un mayor
número de mujeres y hombres se dedican profesionalmente a tatuar.
Por lo demás, portar un tatuaje ha comenzado a normalizarse en todos
los estratos sociales. Las pocas cifras oficiales que existen dan cuenta de
ello: uno de cada 10 mexicanos, es decir, unos 12 millones de mujeres y
hombres, admiten estar tatuados, según el Consejo Nacional para
Prevenir la Discriminación (Conapred).
148
Sin embargo, la información disponible sobre las y los tatuadores que
cuentan con la tarjeta sanitaria (requisito indispensable para operar un
estudio) emitida por la Comisión Federal para la Protección contra
Riesgos Sanitarios (Cofepris) habla de que la mayoría opera
irregularmente.
Al 14 de julio de 2021 se habían entregado apenas 487 tarjetas sanitarias
en todo el país, de las cuales 404 pertenecían a hombres y las restantes
83 a mujeres, según los registros de Cofepris.
El bajo porcentaje de tarjetas sanitarias entregadas a mujeres (sólo 17
por ciento) permite dimensionar la brecha de género en el mundo del
tatuaje.
A eso contribuye que no existe una regulación real de esta actividad.
Como en otros sectores, la informalidad es casi la regla: el acceso a
seguridad social, sueldos fijos, prestaciones y derechos laborales son
muy restringidos.
La mayor parte de quienes se dedican al tatuaje forman parte, en
realidad, de los 12 millones de trabajadores independientes que existen
en México, según reporta el más reciente registro del Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (INEGI).
Algunas tatuadoras están convencidas de que la Cofepris no busca
regular a quienes poseen las habilidades y conocimientos sanitarios para
tatuar de forma segura, sino que sus tareas tienen como propósito
central recaudar recursos.
149
“La Cofepris es una mafia horrible que te hace pagar mucho dinero y te
pone un buen de trabas. Nació para sacar dinero y no para tener un
control”, comenta Ilse Argüero, tatuadora y artista originaria del Estado
de México.
‘‘Si coges con ellos sí puedes ser aprendiz’’
“Hace falta que te cojan”, “¿por qué estás de malas? Seguro andas en
tus días”. Cuando Ilse entró como aprendiz de tatuadora a uno de los
estudios más populares de la Ciudad de México, no pensó que escucharía
este tipo de frases y que su experiencia en el estudio Ink Inc estaría
marcada por violencia laboral y de género.
Ink Inc tiene varias sucursales en la Ciudad de México; es el “McDonald´s
del tatuaje”, dice Ilse, quien a los 18 años decidió tocar la puerta del
estudio ubicado en la colonia Condesa.
“Me sentí muy emocionada, era un estudio famoso al que llegaban
artistas y músicos a tatuarse”, relata. Pero durante el mes en que estuvo
ahí, en ningún momento aprendió a tatuar. Al contrario, el ambiente de
fiesta, comida, alcohol y drogas la hacía sentir más vulnerable e insegura.
Además, la línea entre jefe y empleados era borrosa.
Cuando Ilse dejó el espacio se sintió aliviada, como si se hubiera librado
de algo, y decidió enfocarse en sus estudios universitarios.
En 2020, el dueño de Ink Inc fue denunciado públicamente por violación
y a la fecha está en curso un proceso legal de denuncia.
150
En los estudios en los que se practica el tatuaje tradicional, la dinámica
aprendiz-tatuador está definida por situaciones de violencia y explotación
laboral. Es común que las principiantes reciban sus pagos atrasados, o
que las obliguen a hacer tareas no relacionadas con la profesión, como
comprar comida, pintar las paredes del local, llevar las mascotas del
dueño del estudio al veterinario o esperar a que el maestro coma para
que el aprendiz pueda comer.
Cuatro años después, una vez concluida la universidad, Ilse decidió
retomar el tatuaje como profesión. Probó suerte en otros estudios, donde
tampoco se sintió cómoda.
Algunos de los clientes que llegaban al local, sobre todo hombres
mayores, ni siquiera la miraban a los ojos cuando ella los atendía,
dudaban de su capacidad como mujer y tatuadora. “Me di cuenta de que
mi apariencia influye mucho. Me veo pequeña y soy muy delgada. Estoy
segura de que pensaban ‘¿qué va a saber ella de tatuaje?’”, cuenta la
artista.
Ilse veía cómo sus colegas hombres, al momento de tomar las fotos de
sus tatuajes terminados en zonas como el brazo o la costilla, pedían a
las clientas que se quitaran todo menos la ropa interior. “Eso es
completamente inaceptable”, dice Ilse con enojo, “con alzar una parte
de la playera es suficiente, no necesitas que la clienta se desvista”.
Apoyadas en la idea de ocupar un lugar en la industria del tatuaje,
algunas mujeres cambian sus comportamientos. Desarrollan –de manera
151
consciente o inconsciente– mecanismos de resistencia que les permiten
negociar un espacio y desarrollar su carrera profesional: hacerse “las
fuertes, rudas, groseras” para crear barreras y evitar que se aprovechen
de ellas.
“Si eres aprendiz mujer, tu apariencia determina cómo te va a tratar la
gente. Te llegan a decir que si coges con ellos, sí puedes ser aprendiz;
de otra forma, no”, comparte la tatuadora.
A pesar de la creación de estudios seguros y libres de violencia, no todas
las tatuadoras tienen acceso a ellos. “Tengo el sueño de liberarme de
esta inseguridad, de sentirme cómoda y trabajar solamente con
mujeres”, comenta Ilse. “He visto que varias tatuadoras están abriendo
espacios así, pero a mí todavía no me toca esa experiencia”.
Repensar dinámicas de aprendizaje
Dollhouse Studio es un espacio seguro para rayar y rayarse. Cristina,
también conocida como Dolly PiercINK, es fundadora del primer estudio
de Xalapa, Veracruz, en el que únicamente trabajan y tatúan a mujeres.
Dolly decidió abrir en octubre del año pasado, a pesar de que el país se
encontraba en plena pandemia, y crear un espacio de trabajo sustentado
en la confianza y el apoyo de sus colaboradoras.
Bkinga fue de las primeras mujeres en llegar a tatuar al estudio de Dolly,
a quien conoció a través de redes sociales. Desde el principio hubo un
cambio sustancial: no se le delegó ninguna tarea relacionada con el
hecho de ser mujer. En trabajos previos, le asignaban tareas de
152
administración y debía recibir a los clientes porque, según su jefe,
“estaba bonita y así podría atraer más personas al local”.
Además de impulsar la formación de mujeres en el gremio, Dolly, de 26
años, quería dejar de reproducir las dinámicas tradicionales de
aprendizaje. Por ello, los miércoles hacen un “círculo de habla y escucha”
para convivir entre ellas y evitar que se afirmen tendencias ególatras y
de competencia que, según Dolly, son la raíz de la hostilidad en los
estudios.
“La esencia del círculo es un acto de protesta”, explica Dolly, “tiene como
propósito desaprender que una colega será mi competencia, que otra
mujer es mi enemiga”.
Es una práctica reciente, puesta en marcha apenas hace un mes. Todos
los miércoles cierran temprano y se sientan en círculo. El tiempo
asignado a cada una se modifica dependiendo del número de asistentes.
Si participan cuatro chicas, cada una puede compartir lo que desee
durante 15 minutos. No se dan consejos ni sugerencias no pedidas.
Claro, puede entablarse un diálogo y retroalimentación por parte de las
demás.
Dolly recuerda muy bien la primera sesión: “De la nada, me di cuenta de
que ocho chicas estábamos llorando tras analizar las veces que
atravesamos por las mismas situaciones, pensando que estábamos solas,
pero al hablar y ser escuchadas nos vinculamos y somos más que solo
colegas”.
153
Mariana y Sophia, de 23 y 18 años respectivamente, empezaron a tatuar
hace seis meses en Dollhouse. Ambas se sienten libres y protegidas
dentro del espacio. Ésta es su primera experiencia en un estudio
profesional y ha sido muy distinta a la de otras mujeres. No tienen miedo
de preguntar ni de pedir consejos a otras tatuadoras; el aprendizaje es
colectivo y horizontal.
Ambas son aún estudiantes. Mariana está por concluir la licenciatura en
Diseño de la Comunicación Visual en la Universidad Veracruzana. Sophia
concluyó la preparatoria y tiene experiencia haciendo ilustraciones.
Su estilo de dibujo, diseño y tatuaje no existirían en otros espacios más
masculinizados, en los que, dicen, se perpetúan clichés del tatuaje
tradicional.
Mariana dibuja flashes pequeños y caricaturizados, personajes de
caricaturas y cómics. Sophia hace diseños con referencia a la botánica y
la naturaleza, piezas grandes de hojas delgadas con líneas gruesas.
Denuncias, encubrimiento e impunidad
Hace algunos meses, a principios de 2021, surgió una cuenta en
Instagram en la que se denuncia a tatuadores a los que se responsabiliza
de cometer actos de violencia sexual y laboral.
Los creadores y las creadoras de la cuenta
llamada @predator_tattoers_mexico subieron fotografías de
distintos hombres, a cuyas imágenes añadieron una etiqueta blanca con
154
letras rojas que advierte en mayúsculas: “cuidado!!”, “violador!!” o
“acosador”.
Las publicaciones incluyen el nombre, sobrenombre, estudio y ciudad
donde ejerce el presunto agresor, así como las violencias cometidas,
desde misoginia, agresiones psicológicas y físicas, solicitud de relaciones
como método de pago por un tatuaje, hasta violación y agresiones
sexuales.
Además de compartir las denuncias que reciben, las y los
administradores de predator tattooers difunden información relacionada
con violencia de género, cómo identificarla y qué hacer ante ella.
Las publicaciones exigen a los estudios de tatuaje que asuman el
compromiso de garantizar la seguridad de las personas que acuden a
esos espacios, pues al no actuar “permiten que el depredador siga
agrediendo y se convierten en cómplices de la violencia”.
Esta cuenta no es la única de su tipo: en Estados Unidos, Chile, Brasil,
Alemania, Bélgica, Suiza e Italia surgieron perfiles similares con el fin de
prevenir y proteger a mujeres que desean hacerse un tatuaje o cualquier
tipo de modificación corporal.
A raíz de su creación, las y los responsables de la cuenta han recibido
diversas amenazas, por lo que prefieren no dar entrevistas para
preservar la seguridad de sus integrantes.
155
Fernanda, estudiante universitaria, quería tatuarse con una persona que
no estaba denunciada, pero al darse cuenta del acoso que prevalece en
la industria, decidió hacérselo con una mujer para sentirse más segura.
En el caso del gremio de tatuadores, la creación de la página trajo a la
conversación “todo aquello que se sabía, pero no se nombraba”.
Las mujeres tatuadoras que han vivido violencias aseguran que
denunciar es como lanzarse al vacío. Para hacerlo, desde el anonimato o
con su nombre, es necesario pasar por un proceso de aceptación, contar
con redes de apoyo, entender que lo ocurrido no fue culpa de la víctima.
Quienes denuncian, aseguran, se encuentran en una segunda situación
de vulnerabilidad: además de las violencias vividas, algunas de ellas
reciben amenazas, comentarios violentos y misóginos después de hacer
pública su experiencia.
El enfoque de género y la cultura de la prevención no pueden darse por
sentados en los estudios de tatuaje. Jimena Medina, alias Fuego Rosa,
artista de la Ciudad de México, cuenta que en el estudio en el que trabaja
actualmente se produjo una situación de violencia que involucró a uno
de los integrantes.
“Ya no forma parte del espacio y las situaciones de violencia se dieron
fuera del estudio, pero no colaborar con gente violenta es un compromiso
que tenemos como tatuadores”, relata.
156
Esta decisión sentó un precedente: el estudio hizo pública la separación
del tatuador. Fue una manera de dejar en claro que no será aceptado
ningún comportamiento que atente contra la seguridad de las personas.
Los espacios de denuncia también constituyen, en su opinión, espacios
de memoria. “Los casos no quedan completamente impunes. Es una
herramienta importante, no basta con que te guste el trabajo de alguien,
se trata de no cargar en el cuerpo con el trabajo de una persona
violenta”, argumenta Fuego Rosa.
Las denunciantes, sin embargo, no siempre obtienen una respuesta
favorable.
Paola Velázquez se hizo ella misma su primer tatuaje a los 14 años. Utilizó
tinta china y aguja para coser. Lleva cinco años tatuando
profesionalmente; pasó por dos estudios como aprendiz. En todos los
espacios notó machismos y menosprecio por su trabajo, con el pretexto
de que era muy joven y femenina para tatuar.
El año pasado, Paola sufrió acoso sexual por parte de un colega, quien
era tatuador invitado en el estudio. Lo denunció ante su jefe y propietario
del estudio, pero éste minimizó lo ocurrido. Al final, no hubo
consecuencias.
“Tienes que adaptarte y lidiar con hombres. Ellos no cambian, somos
nosotras quienes debemos aprender a tratar en estos espacios”, lamenta
Paola. “Incluso tratar con tu jefe, que te invita por unas chelas, en
posición de amigo, pero controla tu agenda y comisiones en tus citas”.
157
Redes de mujeres frente a la inseguridad
Verona García, de 25 años, es maestra en Artes Visuales y se ha
desarrollado en el mundo artístico. Aprendió a tatuar porque un amigo
la invitó a un estudio, donde conoció a Valeria Alegría.
La pandemia dejó sin trabajo a Valeria, de 21 años, pero al poco tiempo
recibió una invitación para unirse al espacio en donde trabajaba Verona.
Después de un tiempo, las dos decidieron independizarse y formar su
propio sitio.
En un momento en que hubo alertas por el acoso de algunos tatuadores
en Morelia, lo que acentuó la desconfianza e inseguridad de las mujeres,
Verona y Valeria comenzaron a idear un estudio de tatuaje donde las
mujeres puedan sentirse a salvo y en confianza.
El V & V Studio Tattoo, fundado en 2021, se creó con el fin de
proporcionar seguridad y bienestar a sus clientes, sean hombres o
mujeres. Más que un estudio, las tatuadoras consideran que su sitio es
cómodo y un lugar seguro al que las mujeres se pueden acercar, hablar
sobre sus problemas y, en casos especiales, vincularlas con colectivas
feministas para apoyarlas.
158
159
“Tenemos que construir espacios para nosotras”
En otro rincón del país, al sur de la Ciudad de México, dentro de un
pequeño departamento ubicado cerca de la colonia Ermita, se encuentra
Un Cuarto Creciente.
160
Como su nombre anuncia, es un espacio autogestivo en crecimiento que
busca albergar proyectos de mujeres artistas y ser un lugar seguro e
íntimo para quienes desean tatuarse.
La tatuadora y artista Valeria Castilla, de 22 años, gestiona y cuida el
espacio. Lleva varios años tatuando y se especializa en ilustración
científica y botánica. Es feminista y su posicionamiento político incide
directamente en su tarea como tatuadora. “Ahora existimos mujeres
tatuadoras que denunciamos lo que ocurre; estamos rompiendo con el
estado de las cosas”.
Ante la posición de quienes piensan que al denunciar públicamente a una
persona se le arruina la vida, Valeria comenta que no es así: las mujeres
no tienen el poder para arruinar la vida de un hombre denunciado.
“Mucho de lo que ellos hacen ni siquiera llegará a ser público y en los
casos en que se lleve un proceso legal, lo más probable es que no sea
sancionado”, lamenta.
En el ámbito artístico y del tatuaje occidental, se suelen justificar
violencias con la idea de que hay que “separar el arte del artista”, pero
en el tatuaje no se puede ser así, dice Valeria.
“Hay un contacto corporal directo entre la persona que agrede y la
víctima”, enfatiza. “Quien tatúa no está trabajando en un lienzo, lo hace
en un cuerpo y ahí es donde las violencias suceden”.
161
Valeria compara espacios como Un Cuarto Creciente con la creación de
los vagones exclusivos en el Metro. “Tenemos que construir espacios
para nosotras, no podemos esperar a que ellos cambien”.
Fuente: https://piedepagina.mx/tatuar-sin-miedo/
162
UNA ENFERMERA ZAPOTECA CONTRA COVID-19 *
TEXTO Y FOTOS: DIANA MANZO
María Reyes López López es una enfermera zapoteca que desde
hace un mes ayuda a su comunidad Álvaro Obregón, Oaxaca, a
combatir el coronavirus. Atiende entre 10 y 12 personas a
diario. María cobra según la capacidad económica de las
personas, muchas de las consultas las da gratis.
ÁLVARO OBREGÓN, OAXACA.- Las consultas son constantes y a todas
horas del día; por la mañana atiende en el centro de salud y por las
tardes en su espacio llamado “Lidxi Guendanazaaca” “Casa de la salud”
y no se da abasto.
María Reyes López López es una enfermera zapoteca que desde hace un
mes ayuda a su comunidad Álvaro Obregón, Oaxaca, a combatir el
163
coronavirus. Las consultorías de enfermería también las hace a domicilios
particulares; y aunque es un riesgo, María Reyes asegura que su
profesión es así. Mientras pueda, ayudará a los suyos para enfrentar esta
pandemia, ya que muchos de los casos son sospechosos; sin embargo,
por la falta de recursos económicos, para esta población es imposible
realizarse una prueba covid-19; ya que esta oscila entre mil 300 y 3 mil
500 pesos en la zona del Istmo de Tehuantepec.
María trabaja en las mañanas en el centro de salud y en la tarde lo hace
de manera particular. Ella ofrece sus servicios y la cuota que cobra es
según si las personas tienen o no recursos para pagar; constantemente
hace las consultas y acompañamientos de manera gratuita porque no
toda la población de Álvaro Obregón puede pagar.
Alvaro Obregón es una agencia municipal de Juchitán, Oaxaca. Habitan
unas 3 mil personas incluyendo menores de edad; cuenta con una clínica
de salud y la gente principalmente vive de la pesca, el campo, y las
mujeres elaboran tortillas de maíz en hornos de comixcal y también tejen
trajes regionales.
En esta comunidad zapoteca solo hay dos farmacias, pero la de María
Reyes es la que más demanda tiene; además de brindar atención
integral, también recomienda infusiones con la intención de disminuir y
mejorar las condiciones de salud de los pacientes.
La gente llega desesperada y la busca, en la mayoría son casos
sospechosos, y es cuando María les da la consultoría de su enfermedad,
164
para ellos, es una confianza que ella viva en Alvaro Obregón y les brinda
una atención humana.
Es hablante del zapoteco y eso facilita las consultas con las personas
adultas quienes siguen informándose por este virus, su hermana Paula,
también la ayuda, entre las dos han podido brindar alivio a las familias.
La gente llega para que se les aplique una inyección, para que revise
sus estudios clínicos y para que le sugiera algún medicamento. Lo que
hace María Reyes es atenderlos con amabilidad, checarlos la
temperatura, presión arterial y les recomienda acudir con un profesional
de la salud.
Crecen contagios
Los contagios se aceleraron en esta comunidad a partir del 5 de julio y
desde entonces se ha extendido ampliamente, por lo que la joven
enfermera sugiere “quedarse en casa”.
Aplicación de inyecciones y suero es la mayor urgencia en esta
ciudadanía; pero María también acude a colocar los tanques de oxígeno
y brinda atención a los pacientes enfermos.
Este apoyo a la comunidad ha sido un alivio colectivo, pues en el espacio
particular que María y su hermana Paula fundaron hace un año, las
consultas no paran durante el día.
165
En el día atienden a unas 10 y 12 personas, incluidos menores de edad;
y en su mayoría son por síntomas de covid-19, otros por dengue y
también tifoidea.
Además de usar doble cubrebocas, gel antibacterial y portar sus lentes,
la joven tiene el hábito de bañarse después de ir a atender una consulta;
ha llegado hacerlo entre siete y ocho veces al día.
Sus padres la orientan a que se cuide y dé lo mejor de su profesión; ella
ha sido muy valiosa para la comunidad, porque María Reyes es una
enfermera de tiempo completo.
Su recomendación es que sigan cuidándose, y que la gente acate las
medidas y que se eviten las fiestas, debido a que en esta comunidad,
durante mucho tiempo la gente permitió celebraciones festivas y
religiosas.
Contagiar a sus seres queridos es su mayor miedo y a la vez su reto.
María Reyes es una enfermera de tiempo completo, quizá nunca imaginó
166
atender a muchas personas y menos en una pandemia, por lo que ahora
su esfuerzo es en evitar muertes por esta contingencia.
“Estoy dando mi mayor esfuerzo, con tristeza veo que la gente se
contagió y además es una enfermedad muy costosa, por eso invitó a la
gente a que haga conciencia, aquí trabajamos día y noche, a todas horas,
es lo único que nos queda ante esta situación, ojalá la gente entienda
que debe quedarse en casa”, concluyó.
Fuente: https://piedepagina.mx/una-enfermera-zapoteca-contra-covid-19/
167
MISCELANEA CULTURAL
168
El filósofo francés, que murió esta semana, había publicado un trabajo
sobre la pandemia
"UN VIRUS DEMASIADO HUMANO", ÚLTIMO LIBRO
DE JEAN-LUC NANCY
Para el autor la pandemia es un "espejo de aumento", "el síntoma
de una enfermedad más grave" que padece la humanidad. Sin
arriesgar pronósticos en torno al sistema político, insta a una
"revolución del espíritu" que implica aprender "todo de cero",
incluso a respirar y vivir.
POR MARÍA DANIELA YACCAR
Jean-Luc Nancy. Imagen: AFP
169
Antes de morir a los 81 años el 23 de agosto pasado, Jean-Luc Nancy,
uno de los filósofos contemporáneos más influyentes, publicó un libro
de título inquietante: Un virus demasiado humano. Libro tan sobrio
como poético, con un final conmovedor (no es que el resto de las
páginas pueda obviarse, pero si este libro contuviese únicamente las
últimas dos ya valdría la pena). Que surge de la urgencia del momento
pero destaca por su profundidad y que está lejos de los pronósticos
apresurados. En su último trabajo, Nancy no anticipa qué ocurrirá
después de la pandemia como sí lo hicieron otros filósofos europeos,
no sólo porque el porvenir se ha vuelto "claramente incierto y oscuro"
--"habíamos olvidado que esa es su esencia"--. Sino también porque,
para él, lo "esencial" es lo que está sucediendo en el presente. Lo que
la pandemia nos está mostrando, como "espejo de aumento".
Escrito al comienzo de la primera ola de Covid en Europa, en medio de
una "proliferación propiamente viral de discursos", Un virus demasiado
humano reenvía, desde el título, a Nietzsche. El autor, que también
cita reiteradas veces a Marx, explicita la referencia: "Las pandemias
de antaño podían ser consideradas como castigos divinos, así
como la enfermedad en general durante largo tiempo fue exógena al
cuerpo social. Hoy, la mayor parte de las enfermedades es endógena,
producida por nuestras condiciones de vida, de alimentación y de
intoxicación. Lo que era divino se ha vuelto humano, demasiado
humano, como dice Nietzsche".
170
Ningún aspecto de la pandemia se le escapa al francés. La velocidad
de los acontecimientos envejece algunos pasajes del libro --los
que describen o relatan alguna cuestión coyuntural--, pero a la vez le
otorga un plus: pasaron varios meses y tantas cosas desde que fue
escrito y Nancy dijo todo lo que había que decir. Pone, por ejemplo, el
acento en las desigualdades de los sujetos para hacer frente a la
pandemia, tema que en el texto vuelve una y otra vez --"la actividad
económica está afectada en todos los niveles, pero es grande la
distancia entre la empresa multinacional, el pequeño autoemprendedor
y el lustrabotas callejero"--. Dos capítulos están dedicados al tan
mentado concepto de "libertad", que en su momento lo enfrentó al
italiano Giorgio Agamben. Igualdad, libertad; tópicos de los que la
filosofía siempre se ha ocupado, pero esta es una época de "no saber",
como define en una entrevista que se encuentra en el anexo de la
publicación. Da la impresión de que esa es la posición desde la cual los
171
revisita. Otros capítulos son "Comunovirus", "El mal y el poder",
"Neoviralismo", "Lo útil y lo inútil".
Lo que está en el centro de este libro --con traducción de Víctor
Goldstein, publicado aquí en 2020 por La Cebra en coedición con la
editorial chilena Palidonia-- es, como el título lo indica, la pregunta por
la humanidad. La pandemia es presentada entonces como "espejo", y
también como "síntoma de una enfermedad más grave, que
alcanza a la humanidad en su respiración esencial, en su
capacidad de hablar y de pensar más allá de la información y
el cálculo". Exponente del deconstruccionismo junto a Jacques
Derrida, Nancy define al virus como un "deconstructor" y a la crisis
sanitaria como "una figura particularmente expresiva del vuelco de
nuestra historia". Lo que está en cuestión es "el principio mismo de
la civilización tecnocapitalista". "El conjunto de las crisis en las
cuales estamos cautivos procede de la extensión ilimitada del libre uso
de todas las fuerzas disponibles, naturales y humanas, con miras a una
producción que no tiene ya otra finalidad que ella misma y su
propio poder", sentencia.
En el capítulo III, llamado "Seamos niños", insta: "Tenemos que
volver a aprender a respirar y a vivir, simplemente. Algo que es mucho,
y difícil, y largo (...). Seamos niños. Recreemos un lenguaje. Tengamos
esa valentía". Para Nancy "no basta con erradicar" el virus --otras
pandemias amenazan si la maquinaria sigue funcionando igual-- ni
tampoco es momento de arriesgar en qué sistema político derivará esta
172
crisis. Pero sí las condiciones parecen invitar a una "revolución del
espíritu": esto implica, sintetizando mucho, abandonar la razón de ser
de "adquirir bienes, poderes y saberes" e inventar "todo de cero" en el
sentido de nuestros derechos, humanidad y libertad. Es que hasta
ahora, e incluso en tiempos en que la enfermedad y la muerte son
omnipresentes, nuestro "reflejo" es "respetar la vida humana". Pero de
algo no somos capaces aún: de pensar qué es lo que justifica ese
respeto.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/364361-un-virus-demasiado-humanoultimo-libro-de-jean-luc-nancy
173
JOSÉ GAOS, EL ESPAÑOL ‘TRANSTERRADO’ Y SU VUELTA
SIMBÓLICA A ESPAÑA
LILIANA DAVID
En la obra de este intelectual, exiliado en México tras la Guerra Civil, se
encuentran las claves para la consolidación y reivindicación de una
filosofía hispanoamericana, un pensar en español transocéanico
Después de haber sido el último rector de la Universidad republicana de
Madrid, convertida para 1936 en un campo más de batalla durante la
Guerra Civil española, José Gaos (1900-1969) llegaría a México en 1938,
donde permaneció hasta el día de su muerte. Esta lo encontró en uno
de los salones del Colegio de México cuando presidía un examen de
grado de uno de sus discípulos –tantos, por cierto, que tuvo– del otro
174
lado del Atlántico. Su crónica enfermedad cardiaca todavía no le había
impedido asistir a sus compromisos y actividades como maestro en
filosofía. De hecho, fue gracias a esta vocación que se ganó el
reconocimiento como profesor emérito, otorgado en 1961 por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), veinte años antes,
en 1941, había adquirido la nacionalidad mexicana.
Llegado el año 1969, pocos meses antes de que cumpliera su
septuagésimo aniversario, el filósofo que nació con el siglo XX intuía
acaso su fin en aquellas tierras. Así dejó constancia Leopoldo Zea en el
prólogo que escribió para la obra gaosiana En torno a la filosofía
mexicana. El pensador mexicano, que fue uno de sus más destacados
alumnos, confiesa en ese escrito que Gaos, días antes de su muerte, le
manifestó: “No sé cuánto aguante este corazón, espero, al menos, llegar
a los setenta años…”. Sin embargo, el pensador transterrado, como él
mismo se hizo llamar, murió de 69 años, a pesar de su anhelo; dejó
entonces a su discípulo la encomienda de que su obra fuera conocida.
Si bien no podía juzgarla por sí mismo como buena o mala, sabía que
quedaría como la culminación de su accidentada existencia.
Esta fue la última voluntad de quien hoy se sabe fue uno de los más
notables promotores del pensamiento hispanoamericano, acogido
entrañablemente por América y, particularmente, por México. Así lo
explica en nuestra entrevista, Antonio Zirión Quijano, catedrático de la
UNAM, actual coordinador del proyecto Obras Completas de José Gaos.
“Él sigue siendo una figura muy importante. Su vocación como profesor
175
de filosofía determinó durante muchos años, y hasta la fecha, la
estructura de los planes de estudio de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM, esa fue su aportación. Orientó una serie de estudios sobre
el pensamiento mexicano e hispanoamericano y cuando llegó a México
en 1938, empezó muy pronto a publicar artículos sobre filósofos
mexicanos. Ese fue un aspecto muy revelador de su personalidad. Se
puso a estudiar a Alfonso Reyes, Eduardo García Máynez, Edmundo
O´Gorman, Samuel Ramos, Antonio Caso. Llegó a ser de los mejores
conocedores de la filosofía mexicana, como lo revelan sus libros. Hacer
lo que hizo Gaos es envidiable y admirable”.
En esto coincide Aurelia Valerio Pie, quien se refiere a la excepcionalidad
que caracterizó al pensador español a la hora de mostrar una curiosidad
inmediata para conocer no solo el país, sino también el pasado filosófico
mexicano. “A mediados del 42 apareció su primer estudio sistemático
sobre el pensamiento en México. Es decir, en tres años había adquirido
tal familiaridad con los autores nacionales, que ya estaba en condiciones
de proponer una visión más panorámica de Hispanoamérica y que incluía
a España, para que pudiera fundirse ese pensamiento en un mismo
proyecto cultural”, refiere la autora de José Gaos en México. Una
Biografía intelectual (1938-1969), libro editado en 2015 por el Colegio
de México.
Inmediatamente, Gaos se acercó a quienes eran los grandes maestros
de la filosofía, tejiendo una amistad muy cercana con Alfonso Reyes y
otros de su envergadura para poner fin a las reticencias iniciales que
176
podían alejar o inhibir un proyecto político y social con los inmigrantes y
exiliados españoles en América. “Gaos no sólo contribuyó con
intelectuales y filósofos mexicanos, sino que logró disipar la vieja idea
de los españoles que vienen a conquistar o hacerse con los recursos
económicos. Él hizo una importante labor de servicio hacia la sociedad.
Comenzó a sumergirse en la lectura de los filósofos del país para
reivindicarlos. Un ejemplo de ello fue la reseña que hizo sobre El perfil
del hombre y la cultura en México de Samuel Ramos. Reinterpretó dicho
texto en las coordenadas que le prestaba la filosofía de Ortega y Gasset,
convirtiéndolo en un punto de guía para las generaciones venideras,
incluyendo al propio grupo Hiperión”, refiere Valerio.
Gaos fue profesor de los jóvenes mexicanos que integraron dicho grupo
de intelectuales que, con excepción de Zea, apenas rondaban los 30
años. En los nombres de pensadores mexicanos como Emilio Uranga,
Jorge Portilla, Luis Villoro Ricardo Guerra, Joaquín Sánchez, Salvador
Reyes y Fausto Vega, el filósofo español había depositado la expectativa
de hacerlos acreedores de la máxima responsabilidad histórica: sustituir
los parámetros ajenos por los propios para que resurgiera un pasado y
un presente filosóficos en el ámbito nacional que lograra contribuir con
la cultura occidental.
Para ese día, José Gaos ya había hecho de México su patria de destino
como después la llamó. Así fue para la mayoría de los exiliados
españoles a quienes acogió el pueblo mexicano durante el gobierno de
Lázaro Cárdenas del Río. Incluso, muchos de quienes encontraron
177
dificultades en otros países de América terminaron su éxodo en México.
Fue mediante este exilio que, según Leopoldo Zea, la tierra de Gaos “por
la vía más dolorosa, volvió a prolongarse por la América que los Cortés,
los Pizarro, los Ponce de León y tantos otros, incorporaron a España.
Pero ahora era esta la que se incorporaba a esta América. Por ello, José
Gaos creó una palabra que daba sentido a este hecho: transtierro. El
transterrado José Gaos pasó, sin problema alguno, a empatriarse a esta
parte de Hispanoamérica, en México, iniciando de inmediato su
extraordinario magisterio”. Tales fueron las palabras que escribió su
discípulo.
En este sentido, Aurelia Valerio destaca que Gaos fue un maestro
reconocido cuya enseñanza no debe recordarse como una mera
transmisión de ideas entre generaciones, sino que sus lecciones se
orientaron hacia la práctica de la filosofía, a su aplicación en la lectura
detenida, la argumentación rigurosa, clara y precisa. Esta fue clave para
la profesionalización de la filosofía en México en la que Gaos participó
desde la universidad. Por otra parte, su filosofía abarca distintas
vertientes. Por un lado, están sus trabajos sobre pensamiento en lengua
española, que han sido abordados desde distintas ramificaciones en
Latinoamérica, gracias a sus estudiosos y lectores; y por otra, está su
proyecto para una filosofía de la filosofía, que fundamentalmente aborda
la filosofía a través de su historia. “La vida de Gaos fue de mucho trabajo
y esfuerzo, de una entrega tanto a sus alumnos como a la obra cultural
que tenía en marcha. Alcanzó con ello una expresión de coherencia total
178
en el orden de lo político, lo moral y lo intelectual. Es ahí donde podemos
encontrar un modelo para el presente”.
Por su parte, Zirión Quijano asegura que para Gaos era importante
reivindicar que el pensamiento hispanoamericano tenía el mismo nivel
del pensamiento español y que era, en realidad, una fase más del
pensamiento hispánico. Ideas como esta se encuentran en su
historicismo que sigue vigente.
En el contexto de una filosofía mexicana que para entonces había
encontrado un grado importante de interés en la discusión pública –así
como por la recepción que tuvo a su llegada el filósofo español–, José
Gaos encontró condiciones promisorias para desarrollar su obra de la
cual quedan aún muchas cosas por descubrir y estudiar, como coinciden
en apuntar Zirión y Valerio.
Por ello, no sin razón, Gaos le pidió a su entonces discípulo, Leopoldo
Zea, líder del grupo Hiperión, que se encargase de dar a conocer su
obra, una ardua tarea que aún continúa desarrollándose en México. A
este propósito han contribuido distintos personajes como Fernando
Salmerón, quien murió en 1997, pero que dejó avanzado el proyecto de
las Obras Completas de Gaos, el mismo que está ahora en manos de
Zirión Quijano, renombrado investigador de la UNAM. Con el propósito
de dar a conocer el volumen 18, este especialista en Husserl –filósofo
alemán del que también fue gran conocedor Gaos, igualmente como lo
fue de Heidegger– realizó en 2018 una gira por varias ciudades
179
españolas para reintroducir en el ámbito intelectual español a Gaos,
aunque fuese simbólicamente, presentando sus primeros escritos
españoles (1928-1938), como el origen de un vasto legado. Sobre ello,
Quijano señala: “Ese tomo ha permitido enlazar el trabajo que hizo en
México con el que había hecho previamente en España. Podemos
estudiar a un Gaos previo a su exilio, pero donde se encuentran los
antecedentes del pensamiento que desarrolló aquí. Y esa perspectiva
nos permite ver cómo se conjunta una biografía de una sola línea, a
pesar del éxodo. Luego, pensando en las diferentes facetas que tuvo,
recuperamos todas las publicaciones así como cursos que hizo en
España, abarcando su tesis doctoral así como una conferencia en torno
a la obra de Ortega y Gasset”.
Y la lista de escritos gaosianos continúa hoy, ya que el proyecto de
reunión de sus obras se encuentra activo a través de la Coordinación de
Humanidades del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
En dicho recinto universitario, ubicado en la ciudad de México, se
encuentran los documentos originales de José Gaos. Ahí se conserva su
archivo personal y se espera que lleguen los manuscritos, epistolarios,
cursos, notas sueltas y cuadernos de trabajo, así como sus diarios con
reflexiones diarias, los cuales se han ido reuniendo recientemente.
“México sigue contribuyendo a reunir su obra ya que la labor que está
haciendo la UNAM para rescatar esas obras dispersas es algo heroico,
solo una universidad pública puede permitirse realizar esta tarea para
dar a conocer estas obras”, señala Aurelia Valerio.
180
Las Obras Completas de Gaos que completarán cerca de 22 tomos, de
los que se han publicado 18, es, sin duda, una colección de textos tan
ingente como necesaria para que se conozca en México y España el
legado del transterrado en América. A José Gaos siempre le preocupó la
edificación de una auténtica comunidad cultural e histórica entre ambos
lados del Atlántico. En su obra se encuentran las claves para la
consolidación y reivindicación de una filosofía hispanoamericana, un
pensar en español transocéanico, del cual todavía hay un capítulo por
escribir, un episodio en el porvenir para redescubrir a esa América
Hispánica en la que alguna vez pensó.
Fuente: https://ctxt.es/es/20210801/Firmas/36772/Jose-Gaos-Mexico-filosofiaexilio-grupo-Hiperion-UNAM.htm
181
TEXTO DEL ESCRITOR ITALIANO CESARE PAVESE SOBRE LA
LECTURA, PUBLICADO
POR PRIMERA VEZ BAJO EL TITULO "LEER"
POR CESARE PAVESE
“La literatura es una defensa
contra las ofensas de la vida”
Cesare Pavese
Es verdad que no hay que cansarse de pedir a los escritores claridad,
sencillez y solicitud ante las masas que no escriben, pero a veces
también llegamos a dudar de que todos sepan leer. Leer es muy fácil,
dicen aquellos que en virtud de su largo trato con los libros han perdido
el respeto a la palabra escrita; pero aquel que más que con libros trata
con hombres y cosas, y sale cada mañana para regresar por la noche
encallecido, cuando se le presenta la ocasión de enfrascarse en una
página advierte que tiene ante sí algo ingrato y raro, algo evanescente
y al mismo tiempo duro que lo agrede y lo desalienta. Huelga decir que
este último está más cerca que el otro de la verdadera lectura.
Con los libros ocurre lo mismo que con las personas, han de tomarse en
serio. Pero precisamente por ello debemos guardarnos bien de
convertirlos en ídolos, es decir, en instrumentos de nuestra pereza. En
este aspecto, el hombre que no vive entre libros y acude a ellos con
esfuerzo posee un capital de humildad, de inconsciente fuerza – la única
que vale – que le permite acercarse a las palabras con el respeto y la
182
ansiedad con que nos acercamos a una persona predilecta. Y esto vale
mucho más que la “cultura”; más aún: es la verdadera cultura.
Necesidad de comprender a los demás, actitud caritativa con los demás,
que es en fin de cuentas la única manera de comprendernos y amarnos
a nosotros mismos; la cultura empieza por aquí. Los libros no son los
hombres, son los medios para llegar a ellos; quien ama los libros pero
no ama a los hombres es un fatuo o un réprobo.
Hay un obstáculo para la lectura (es el mismo en todas las esferas de la
vida): la excesiva confianza en uno mismo, la falta de humildad, la
negativa a aceptar lo otro, lo diferente. Siempre nos hiere el inaudito
descubrimiento de que otro ha mirado, no precisamente más lejos que
nosotros, sino de manera diferente.
Estamos hechos de mezquina costumbre. Nos gusta asombrarnos, como
los niños, pero no demasiado. Cuando el estupor nos exige salir
verdaderamente de nosotros mismos, perder el equilibrio para recobrar
otro acaso más precario, entonces fruncimos el ceño y pataleamos,
volvemos en verdad a ser niños. Pero de éstos nos falta la virginidad,
que es la inocencia. Nosotros tenemos ideas, gustos, hemos leído
precisamente unos cuantos libros: poseemos algo, y como todos los
propietarios tememos por ese algo.
Todos, lamentablemente, hemos leído. Y así como a menudo los más
pequeños burgueses se aferran al falso decoro y a los prejuicios de clase
mucho más que los desenvueltos aventureros del gran mundo, así el
183
ignorante que ha leído algo se aferra ciegamente al gusto, a la
trivialidad, al prejuicio que allí ha sorbido, y a partir de entonces, si le
sucede volver a leer, todo lo juzga y condena según aquel rasero. Es
muy fácil aceptar la perspectiva más trivial e instalarse en ella, al calor
del consenso de la mayoría.
Es muy cómodo suponer que se han acabado los esfuerzos y ya
conocemos la belleza, la verdad y la justicia. Es cómodo y cobarde. Es
como creer que regalando de vez en cuando una moneda al mendigo
quedamos desligados de nuestro eterno y temible deber de caridad.
Nada haremos aquí sin respeto y humildad: la humildad que abre brecha
en nuestra sustancia de orgullo de orgullo y pereza y el respeto que nos
persuade de la dignidad del otro, de lo diferente, del prójimo en cuanto
tal.
Hablamos de libros. Es sabido que cuanto más franca y llana es la voz
de un libro, tanto más dolor y ansiedad le ha costado a su autor. Por lo
tanto es inútil confiar en sondearlos sin sufrir las consecuencias. Leer no
es fácil. Y quien, como suele decirse, ha estudiado, quien se mueve
agilmente en el mundo del conocimiento y del gusto, quien tiene tiempo
y medios para leer, demasiado a menudo carece de alma, está muerto
para la caridad, está acorazado y endurecido por el egoísmo de casta.
En cambio, aquel que anhela tener acceso al mundo de la fantasía y del
pensamiento casi siempre carece de los primeros elementos: le falta el
alfabeto de todo lenguaje, no le sobra ni tiempo ni fuerzas, o peor aún,
184
ha sido descarriado por una falta de preparación, por la propaganda que
bloquea y desfigura los valores. Quienquiera que se enfrente con un
tratado de física, un texto de contabilidad o la gramática de un idioma
sabe que existe una preparación específica, una mínima cantidad de
nociones indispensables para sacar provecho de la nueva lectura.
¿Cuántos se dan cuenta de que se necesita un análogo bagaje técnico
para aproximarse a una novela, una poesía o un ensayo, y que estas
nociones técnicas son inconmesurablemente más complejas, sutiles y
huidizas que aquellas otras, y que no están en ningún manual ni en
ninguna biblia?
Todos piensan que un relato o una poesía, por el hecho de no dirigirse
al físico, al contable o al especialista, sino al hombre que hay en todos
ellos, es naturalmente asequible para la ordinaria atención humana.
Pero, por otra parte, eso de que poetas, narradores y filósofos se dirijan
al hombre así, en absoluto, al hombre abstracto, al Hombre, es una tonta
fantasía. Ellos se dirigen al individuo de una determinada época y
situación, al individuo que tiene determinados problemas y que, a su
manera, trata de resolverlos, incluso y sobre todo cuando lee novelas.
Por consiguiente, para comprender las novelas será necesario situarse
en la época y proponerse los problemas; lo cual en este campo, implica
en primer lugar aprender los lenguajes, la necesidad de los lenguajes.
Convencerse de que si un escritor elige ciertas palabras, ciertas
entonaciones y actitudes insólitas, tiene por lo menos el derecho a no
ser inmediatamente condenado en nombre de una lectura precedente
185
donde actitudes y palabras estaban más ordenadas, eran más fáciles o
tan sólo diferentes. Este asunto del lenguaje es el más llamativo, pero
no el más peliagudo. Es cierto que todo es lenguaje en un escritor que
lo sea de veras, pero basta justamente haber comprendido esto para
encontrarse en un mundo de lo más vivo y complejo, donde el problema
de una palabra, de una inflexión o una cadencia se vuelve enseguida un
problema de modo de vida, de moralidad. O de política, sin más.
Y que con esto sea suficiente. El arte, como suele decirse, es una cosa
seria. Es por lo menos tan seria como la moral o la política. Pero si
tenemos el deber de aproximarnos a estas últimas con esa modestia que
es búsqueda de claridad – caridad con los demás y dureza con nosotros
mismos -, no se ve con qué derecho ante una página escrita olvidamos
que somos hombres y que un hombre nos habla.
Fuente: https://www.bloghemia.com/2021/08/el-arte-de-leer-por-cesare-
pavese.html?fbclid=IwAR20PkZjFYf0dFMDLlqlYO8-
Y7YVCo3N4YEUb_XdWzS_dKcUoQ_9xfgX1zA
186
EL EFECTO LUCIFER
LUIS SUÁREZ MARIÑO
@lsuarezmarino
«La historia de la humanidad y la personal de cada uno nos
demuestra que la esencia del hombre no es el bien ni el mal, el
amor ni el odio, sino la tensión –inherente a la libertad– entre
uno y otro», escribe Luis Suárez Mariño.
Artículo
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editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y
gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
187
«Dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció
que, estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano
Abel, y lo mató». (Genesis 4, 8)
¿Qué es la maldad? ¿Es una posibilidad o una imperfección? ¿Es
inherente al ser humano? ¿Por qué estamos diseñados así? ¿Hubiera
sido preferible que todos encarnáramos la beatitud sin posibilidad
de optar por una conducta inmoral? La historia de la humanidad y
la personal de cada uno nos demuestra que la esencia del hombre
no es el bien ni el mal, el amor ni el odio, sino la tensión –
inherente a la libertad– entre uno y otro. Si hubiéramos sido
diseñados buenos o malos, seríamos autómatas en un cuerpo. Lo
que nos hace precisamente humanos es la tensión inherente a la
capacidad de elegir y encontrar soluciones para que la vida, como
especie y como individuos, siga el camino de la moral y la dignidad
o de la regresión y el caos.
La historia de la humanidad, a pesar de la barbarie –siempre
presente en algún lugar del mundo y en cualquier tiempo– ha sido
la del progreso esforzado del bien sobre el mal. Ya fuera
porque el «pacto social» que implica el reconocimiento de los
derechos y libertades de los que somos titulares cada ser humano
sea necesario para la supervivencia de la misma, ya fuera por otras
causas meta-biológicas, lo cierto es que, hoy, el hombre como
individuo y la humanidad están en la mejor posición –desde el punto
de vista de la moral– de la que nunca habían estado hasta ahora.
188
«Si hubiéramos sido diseñados buenos o malos, seríamos
autómatas en un cuerpo»
Desde las ideas que emanaron de la polis griega y la república
romana, pasando por la escolástica, el Renacimiento, las
revoluciones francesa, americana y las revoluciones proletarias o el
idealismo, hasta la creación de la ONU y la declaración universal de
los derechos humanos, tras la II Guerra Mundial, el hombre como
especie ha avanzado hacia el reconocimiento de dos ideas
indiscutidas: la igualdad de todos y el reconocimiento de los
derechos inalienables de los que cada uno es titular por el hecho
de ser hombre. Aun cuando algunas de esas revoluciones hayan
conllevado actos de violación de los derechos humanos o los
movimientos sociales y políticos hayan surgido como reacción
precisamente de la violación sistemática de esos derechos hasta el
paroxismo, el resultado histórico obtenido ha sido que la idea de la
igualdad de todos los hombres y el reconocimiento de su dignidad,
sus derechos y libertades fundamentales han conquistado –al menos
teóricamente– el mundo.
Como plantea Erich Fromm en El corazón del hombre, aunque
todas las religiones y movimientos sociopolíticos sean muy
diferentes, todas tienen en común la idea de la alternativa básica
del hombre. El hombre solo puede elegir entre dos
posibilidades: retroceder o avanzar. Retroceder a una solución
patógena arcaica –dice Fromm– o avanzar hacia el progreso moral.
Encontramos esta alternativa formulada de varias maneras: como la
189
alternativa entre la luz y las tinieblas (Persia), entre la bendición y
la maldición, entre la vida y la muerte (Antiguo Testamento) o la
formulación socialista de la alternativa entre socialismo y barbarie.
Ahora bien, también con Fromm, hemos de reconocer que «cada
individuo o cada grupo de individuos puede no solo progresar hacia
la orientación ilustrada y progresiva, sino regresar en un momento
dado a las orientaciones más irracionales y destructoras».
«Somos hijos de aquella Europa donde está Auschwitz: hemos vivido
en el siglo en el que se ha torcido la ciencia y que ha alumbrado las
leyes raciales y las cámaras de gas», proclamaba Primo Levi para
luego preguntarse y preguntarnos: «¿quién puede estar seguro de
que es inmune a la infección?».
«El hombre solo puede elegir entre dos posibilidades:
retroceder o avanzar, según las ideas de Fromm»
Acabo de leer El efecto Lucifer de Philip Zimbardo. El sociólogo
americano recoge las conclusiones del conocido experimento de la
cárcel de Stanford que llevó a cabo a principios de los años 70 con
alumnos de dicha universidad. Con él, demostró la influencia de
un ambiente extremo y la vida en prisión en la conducta,
dependiendo del rol social que, como guardián o recluso, tenía
atribuido cada participante en el experimento. Zimbardo reclutó a
veinticuatro estudiantes universitarios de entre setenta voluntarios.
Los elegidos, que lo fueron por ser los más estables desde el punto
de vista psicológico y emocional, se distribuyeron aleatoriamente en
dos grupos: uno de guardias y otro de prisioneros.
190
La cárcel ficticia se instaló en el sótano del Departamento de
Psicología de la Universidad de Stanford, y los guardias
recibieron porras y uniformes caqui de inspiración militar, además
de gafas de espejo para impedir el contacto visual. Los prisioneros
debían vestir solo batas de muselina, sin calzoncillos,
y sandalias con tacones de goma, que Zimbardo escogió para
forzarles a adoptar posturas corporales incómodas y provocar su
desorientación. Además, deberían llevar medias de nylon en la
cabeza para simular que tenían las cabezas rapadas, números
cosidos a sus uniformes y una cadena alrededor de sus tobillos como
«recordatorio constante» de su encarcelamiento y opresión. La
única prohibición fue el maltrato físico: todo lo demás estaba
permitido con el único fin de conseguir su despersonalización.
Su desindividuación, en palabras de Zimbardo.
«El estudio de Zimbardo puso de manifiesto cómo una
«buena persona» puede actuar de manera inmoral
dependiendo del entorno»
Los prisioneros pasaron un procedimiento completo de
detención por la policía, se les tomaron sus huellas dactilares,
fueron fichados y se les leyeron sus derechos. Tras la detención,
fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados,
desnudados y desinfectados. Los prisioneros sufrieron –y
aceptaron– un tratamiento sádico y humillante a manos de los
guardias, se abandonaron rápidamente la higiene y la
hospitalidad. El derecho a ir al lavabo pasó a ser un
191
privilegio que podía, como frecuentemente ocurría, ser denegado.
Se obligó a algunos prisioneros a limpiar retretes con sus manos
desnudas. Se retiraron los colchones de las celdas de los malos y
también se forzó a los prisioneros a dormir desnudos en el suelo de
hormigón. La comida era negada a menudo como castigo. A medida
que el experimento evolucionó, muchos de los guardias
incrementaron su sadismo, particularmente por la noche, cuando
pensaban que las cámaras estaban apagadas. Muchos de los
guardias se enfadaron cuando el experimento fue cancelado de
forma prematura a la vista de la rápida degradación sufrida por los
participantes.
El estudio de Zimbardo puso de manifiesto lo fácil que resulta
que una «buena persona» actúe con maldad o de manera
inmoral dependiendo del entorno y las circunstancias, que los
impulsos arcaicos siguen siendo muy fuertes, y que situaciones
extraordinarias –como la guerra o un encarcelamiento prolongado–
pueden abrir fácilmente canales que permiten manifestarse a los
mismos.
«El progreso moral del hombre singular y de la humanidad
no están en modo alguno garantizados»
Después de la publicación de las imágenes sobre las vejaciones
cometidas por soldados americanos a presos iraquíes en la
cárcel de Abu Ghraib tras la ocupación del ejército americano de
Bagdag en 2003 y la apertura de un procedimiento penal contra los
soldados y mandos intermedios involucrados, la defensa del
192
sargento Ivan Frederick, –cuya hoja de servicios hasta esos
funestos hechos era impecable– contrató a Zimbardo. Él puso de
manifiesto que «la posibilidad de dar un trato inhumano a los
detenidos durante la ‘Guerra Global contra el terrorismo’ era
totalmente previsible a partir de una comprensión básica de los
principios de la psicología social, unido a la conciencias de
numerosos factores de riesgo del entorno ya conocidos: la
conformidad, la obediencia socializada a la autoridad, la
deshumanización, los prejuicios emocionales, los factores
estresantes situacionales y la escalada gradual del maltrato».
Algo parecido vivió de primera mano Primo Levi en Auschwitz. Como
escribe Muñoz Molina en su prólogo a la trilogía imprescindible del
escritor judío –Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los
salvados–, «sobrevivir, repitió muchas veces, no había sido un
mérito, mucho menos una experiencia espiritual ennoblecedora o
redentora, sino un azar del que sobre todo quienes pudieron lograr
en los campos algún privilegio, por ínfimo que fuera, o los que
193
accedieron a cooperar en mayor o menor grado con los verdugos».
Como reconoció el propio Levi: «Un orden infernal como era el
nacionalsocialismo ejercía un espantoso poder de
corrupción al que era difícil escapar».
Si creemos en la imagen del hombre de Rousseau encarnada en la
conocida frase «el hombre es bueno por naturaleza», estaremos
obligados a una falsificación optimista de la Historia. Si, por el
contrario, creemos en la imagen del hombre de Hobbes («homo
homini lupus»), estaremos negando las muchas obras que para el
bien de los demás y del progreso moral de la
humanidad emprendieron tantos hombres y mujeres ejemplares,
como cegando la propia posibilidad de progresar desde el punto de
vista moral.
La conclusión, pues, es que el progreso moral del hombre singular
y de la humanidad no está en modo alguno garantizados: ambos
viven en la dialéctica de la elección. En estos momentos en que
ciertos líderes narcisistas encienden la mecha del odio al
diferente o hacen caer sobre él la culpa de los males que a tantos
atenazan –el paro, la precariedad o la incertidumbre por el futuro–
, hemos de estar vigilantes frente a regresiones morales, alzar
nuestra voz y ejercer nuestro derecho de voto cuando seamos
llamados a las urnas en favor del aquellas opciones que mejor
representen los ideales del progreso moral. Como concluyó Primo
Levi en Los hundidos y los salvados: «Ha sucedido y, por
194
consiguiente, puede volver a suceder. Esto es la esencia de lo que
tenemos que decir».
Fuente: https://ethic.es/2018/09/el-efecto-lucifer-progresomoral/?fbclid=IwAR1erWXrTAiHSgVdQA5vqvGpRM6I5KXm5oFsRC3We_mj4lBnIouB
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195
IGOR CARUSO DURANTE EL NAZISMO
FERNANDO M. GONZÁLEZ
Igor Alexander Caruso, referente ineludible en la fundación del Círculo
Psicoanalítico Mexicano en 1971, ocultó a lo largo de su vida un secreto:
trabajó durante 1942 en la clínica Spiegelgrund de Viena, una institución
en la que se elaboraban reportes sobre las capacidades mentales de
niños a los que se les podía practicar la eutanasia, dentro de las políticas
eugenésicas del Tercer Reich.
Esta manera de presentar la cuestión del entreveramiento de los lugares
institucionales que se pretenden propios y sin restos y las diferentes
maneras de actuar de las temporalidades ayuda a pensar el
acontecimiento que irrumpió y se hizo carne en la institución
psicoanalítica de la que fui cofundador en México en 1971, el Círculo
Psicoanalítico Mexicano. Pero, ¿en qué consistió el aludido
acontecimiento? El 9 de octubre de 2012, la psicoanalista Cynthia del
Castillo sacó a la luz, en el seminario sobre la institución analítica en el
CPM —coordinado por el doctor Felipe Flores—, una información que,
de confirmarse, comprometía gravemente la calidad ética y
psicoanalítica de uno de los fundadores del Círculo Vienés de Psicología
Profunda (1947) y de la Federación Internacional de Círculos, así como
referente fundacional, que no cofundador, del Círculo Psicoanalítico
Mexicano (CPM). Me refiero a Igor Alexander Caruso. Esta noticia se
196
resumía en lo siguiente: en tiempos de la Segunda Guerra Mundial,
Caruso habría trabajado, en 1942, en la clínica Spiegelgrund de Viena,2
en el pabellón de niños, en la cual había realizado evaluaciones
psicológicas acerca del estado mental de algunos de ellos. En dicha
clínica, los superiores de Caruso, a su vez, realizaban una segunda
evaluación de dichos reportes para determinar si les practicarían o no la
eutanasia. Dado el tipo de relaciones que se tejieron entre el CPM y la
Red de Círculos de Psicología Profunda, y específicamente con Igor A.
Caruso, el asunto ameritaba una inevitable aclaración. Sin embargo,
cuando digo que algo irrumpió, caigo en una imprecisión, porque es
suponer que efectivamente vino de fuera, lo que no es ciertamente el
caso. Todo el problema será dilucidar cómo eso, que parecía exterior y
en realidad formaba parte de una genealogía múltiple de la citada
institución, juega en el presente.
Se puede decir siguiendo a Freud que si en el principio fue el crimen,
tanto el acto asesino así como el asesinado siempre retornan por más
que se pretenda reprimirlos o suprimirlos y lanzarlos al exterior del
sistema.3 Y vale tanto para el caso individual como en el colectivo. Pero
no siempre el retorno se da de la misma manera. Por ejemplo, en el
caso del hombre Moisés del texto de Freud, “El personaje […es] excluido
por una muerte y ‘remplazado’ por una leyenda”.4 En cambio, con
respecto a Hamlet, “después de haber sido asesinado, el padre de
[éste…] regresa en una escena distinta, pero con forma de fantasma, y
es entonces como se convierte en la ley que su hijo obedece”. Se puede
197
considerar a todo esto como operaciones de transfiguración que afectan
a las temporalidades y a los lugares, ya sea como leyenda o como
espectro. Entonces, el retorno de lo reprimido se hará sentir, como
señala De Certeau, de manera caníbal. Y como no existe el buen lugar
para producir la teoría, ni tampoco el lugar propio institucional, por eso
De Certeau puede afirmar que “la institución localiza pero no autoriza”.5
Clínica Spiegelgrund en Viena, en el año 1942 donde trabajó Igor A.
Caruso
Al producir la ficción del hombre Moisés, Freud per - mite pensar varias
cosas. Primeramente, la división no sólo del sujeto sino del fundador y
de un pueblo. Escinde sin contemplaciones la carne identitaria que se
pretendía homogénea, al afirmar que el fundador de la religión judía no
era tal sino egipcio, y que además, como tal fundador “halló violento fin
en una revuelta de su pueblo, díscolo y contumaz, que al mismo tiempo
repudió la religión por él fundada”.6
Y no le bastó, porque, según su relato, un segundo Moisés tomó el
nombre del asesinado, cuando al término del exilio babilónico se
desarrolló en el pueblo judío la esperanza de que volviera el asesinado.
Es decir, tenemos una saga fundacional sostenida en el supuesto de una
violencia genealógica que alude a un crimen con sustitución del
personaje incluida pero bajo cubierta del mismo nombre. Ya ni siquiera
el nombre se salva de la división. Es evidente que esta “novela histórica”
produjera un doble malestar en algunos de sus contemporáneos judíos
198
e, incluso, en el mismo Freud. Y si algún nazi leyó el texto tampoco le
ha de haber gustado saber que a los que iba a asesinar a lo mejor no
eran judíos de tiempo completo, ni menos aún puros. Freud comienza
su iconoclasta escrito de esta manera: “Arrebatarle [quitarle] a un
pueblo al hombre a quien honra como el más grande de sus hijos no es
algo que se emprenda con gusto o a la ligera, y menos todavía si uno
mismo pertenece a ese pueblo. Mas ninguna ejecutoria podrá movernos
a relegar la verdad en beneficio de unos presuntos intereses nacionales,
tanto menos cuando del establecimiento de un estado de cosas se pueda
esperar ganancia para nuestra intelección”.7
Si la pretensión suena magnificente, la perspectiva heurística que abre
es digna de consideración, ya que postula que el lugar del analista se
sostiene en una ética de la verdad, que debería estar por encima de los
intereses nacionales y de la pretendida pureza identitaria. Con ello,
Freud abre las posibles aportaciones del psicoanálisis a la dilucidación
de los diferentes planos de implicación que no se reducen sólo a la
genealogía familiar o transferencial durante el proceso de la “cura”, sino
a las institucionales, étnicas y nacionales.
Pero el texto de Moisés da para más, de ahí que De Certeau puede
pensarlo en relación con las diferencias entre el psicoanálisis y la historia
en lo que respecta tanto a la distribución del espacio, el tiempo, la
memoria y a la relación entre el pasado y el presente. Escribe al
respecto:
199
El primero reconoce uno en el otro, la segunda coloca uno al
lado del otro. El psicoanálisis trata esa relación bajo la
modalidad de la imbricación (uno en el lugar del otro), de la
repetición (uno reproduce lo otro bajo forma diferente), del
equívoco (¿qué está en lugar de qué? Hay por todos lados juego
de máscaras, retorsiones y ambigüedades). La historiografía
considera esa relación bajo la modalidad de la sucesividad (uno
después del otro), de la correlación (proximidades más o menos
grandes), del efecto (uno sigue al otro) y de la distinción (o lo
uno o lo otro, pero no los dos a la vez).8
Estas maneras de encarar el pasado y el presente, ¿cómo se resignifican
en el caso de la historia llamada del tiempo presente cuando todavía se
toca tejido vivo y el acontecimiento no se termina de atemperar ni me -
nos de dilucidar? Pues como bien lo señala François Dosse: “El
acontecimiento no es por definición reductible a su efectuación, en la
medida en la que está abierto a un devenir indefinido, por el cual su
sentido se va a metamorfosear al filo del tiempo”.9
Creo que ahora podremos enfrentar de mejor manera la cuestión del
acontecimiento Caruso como una pretendida continuidad contaminante
con funciones invalidantes y totalizadoras. Esta vez el muerto reapareció
no como leyenda, ni como espectro asesinado sino como espectro que
había contribuido a asesinar en un momento de su vida.
IGOR. A. CARUSO Y EL NAZISMO: ¿ENTRE LA CRIPTA Y EL BASHING?
En estos extremos se ha querido encerrar la recepción de la noticia
200
respecto a las acciones de Igor Caruso en México. Entonces, cómo
avocarse al caso Caruso, en el cual algo del orden de la inquietante
siniestridad irrumpió desde la oscuridad del sótano institucional gracias
a que una colega simplemente apretó una tecla de Wikipedia y se topó
con una información que había que - dado invisibilizada como algo del
orden de lo impensado para la mayoría de las diferentes generaciones
del CPM. Impensado que de pronto se cruzó con la información de
aquellos que activamente la habían puesto fuera de foco.10 Pero de esto
último nos enteramos después. Todo esto, obturado y reforzado por la
ausencia de una pregunta elemental, y que puesta en palabras de bió
ser: y por cierto, ¿qué hizo Caruso en Viena durante la guerra? ¿Acaso
hubo consigna explícita de no emitirla? ¿O una especie de pacto mafioso
de no tocar aquella época? No parece ser el caso, cuan do menos en el
CPM.
Y, entonces, había que recolocarnos en ese aspecto de la genealogía.
¿Se trataba ante esta emergencia de postular sin más un tipo de
continuidad con efectos contaminantes y totalizadores sobre lo que se
constituyó mucho tiempo después en otro continente y en otro contexto
y hacer del pasado algo presente sin distancia posible?
Por lo pronto, esta información ponía en relación una parte de la historia
del psicoanálisis en México con Viena, pero de dos maneras. Aquella en
la que se gestó el psicoanálisis y toda su serie de conceptos, y aquella
otra en la cual se decretó a partir del ascenso del nazismo que este no
201
debería seguir. Y si seguía, lo debería hacer cercenándose tanto del
judaísmo como del nombre de Freud y de sus conceptos centrales.
Esa segunda genealogía, la nazi, de pronto va a “irrumpir” en la
genealogía del Círculo Psicoanalítico Mexicano como una “inquietante
extranjeridad” (Unheimlichkeit)11 que aparentemente anularía a la
primera.
Y, entonces, se hicieron presentes una serie de cuestiones: ¿en dónde
colocar la información y qué estatuto otorgarle? ¿De qué manera afecta
a lo que se construyó durante 40 años sin saberse de ella? ¿Se la puede
erradicar o cercenar, como le ocurrió al psicoanálisis durante el nazismo?
O incluso: ¿se puede terminar por deducir que todo lo que siguió está
contaminado irremediablemente y entonces no queda sino disolver a la
institución y comenzar de cero? Este último caso se hizo efectivo cuando
un puñado de colegas en México pensó que el CPM se había constituido
en una especie de “cripta nazi”. Es decir, que en buena medida se habría
fundado para hacerse cargo de guardar dos secretos: aquel de los actos
realizados por Igor Caruso en la segunda guerra, cuando no era
psicoanalista, y aquel otro, de haberse fundado en la posguerra en 1947,
el Círculo Vienés de Psicología Profunda, con un buen número de activos
miembros del nazismo y con otros que fueron simpatizantes. Si esto fue
el caso, entonces toda la formación que se daba en esa institución se
podría reducir a un simulacro, a una mascarada, o a un como-si de una
serie de actos criminales. Y por lo tanto, todo lo que de ella salió no fue
202
más que la continuación sin fisuras de los dos secretos articulados. De
ahí la necesidad de disolver lo más rápidamente posible al CPM.
Disolución que debería ser el primer paso de una purificación, que en el
caso de los postulantes del corte disolvente rápidamente dio lugar a la
fundación de otra institución ya libre para ellos del lastre contaminado.
Corte que serviría para obliterar las huellas de una pertenencia y que, al
hacerlo, permitía a los que así actuaron investirse como críticos radicales
del nazismo en México casi 70 años después de terminado el citado
régimen.
Esta manera de ver las cosas recuerda dos modelos muy socorridos: el
del pecado original que sostiene el catolicismo y que marca con su
mácula a todas las gene - raciones, producto del pecado de Adán y Eva,
y aquel otro, implementado en la España de los reyes católicos Fernando
e Isabel, que en parte puede ser equiparado con el del pecado original
pero tiene su especificidad. “La idea de pureza de sangre española […]
se basa en la noción de una trasmisión hereditaria (a lo largo del li -
naje) de una mácula espiritual o moral, debida al vínculo genealógico
con infieles, moros o judíos […] No se refería a caracteres físicos ni
fisiológicos, sino a cualidades y proclividades morales, sobre todo ligadas
a la infidelidad, al rechazo a Cristo”.12
Podríamos hablar de una especie de combinación entre ambos modelos
para entender el postulado de las continuidades contaminadas. Digamos
que en el caso del CPM, los “pecados” de Caruso en el Spiegelgrund
203
remitirían al modelo del pecado original, y respecto al tipo de relaciones
que articuló Caruso para fundar el CVPP, no llevaría a la “limpieza de
sangre”; ambas acciones habrían dejado una mácula imborrable en la
manera de transmitir y ejercer el psicoanálisis. Vistas de esta manera
las cosas, es entendible la necesidad de llevar a cabo una especie de
limpieza de sangre, esta vez no respecto a los judíos y a los moros, sino
de los nazis.
Pero, desgraciadamente, las cosas se presentaban un poco más
complicadas. Porque los cofundadores de más edad y formación del CPM
fueron a formarse a Viena en los inicios de la década de los sesenta y
en principio desconocían los dos “secretos” aludidos. Y con el Caruso
que se encontraron no era para nada el de la segunda guerra ni el de la
inmediata posguerra sino alguien que se acercaba cada vez más a
posiciones marxistas, sin que esto tampoco fuera una garantía de nada.
Sabemos la pluralidad de posiciones y dimisiones éticas que se han
jugado también en ese campo.
Cuando fundaron en México el CPM en 1971 en un contexto
substancialmente diferente, lo que queda ahora como duda, es si ya
para esas fechas sabían el asunto de los dos secretos. Si hubiera sido el
caso, me parece grave no haberlo informado y más tratándose de una
institución psicoanalítica. Porque de esa manera se podía haber elegido
cómo fundar y con quiénes relacionarse. Lo interesante es que el tipo
de formación que se dio en el CPM partía de manera dominante de otras
204
coordenadas teóricas y clínicas y, en cuanto a posiciones po - líticas, el
nazismo no aparecía por ningún lado. Por ejemplo, el CPM fue muy
activo en relación a la recepción de los psicoanalistas argentinos y
uruguayos que tuvieron que dejar su patria por efectos de las dictaduras
militares que se instauraron en los años setenta, y estuvo muy ligado al
psicoanálisis francés.
Según los colegas purificadores, Caruso se reduciría a ser un puro
encubridor y todo lo que hizo posteriormente se puede considerar como
un puro simulacro. Es todo un juicio. Sin duda en 1942 realizó actos que
contribuyeron a producir actos irreparables, es decir, asesinatos. Pero
en el caso del CPM el asunto fue más bien otro, ni se constituyó con ex
nazis, ni Caruso fue su fundador, ni sus miembros se pueden asumir
como corresponsables de los actos de este.
Pero entonces, ¿de qué si? Por lo pronto, de no haber tenido la
curiosidad de preguntarles —y preguntar - se— a los que se formaron
en Viena en los años sesenta qué había hecho Caruso durante la guerra,
y con quiénes se había conformado el CVPP. E, incluso, de ni siquiera
tener que haberlos tomado en cuenta para hacerse esas preguntas.
Pero después de octubre de 2012, al menos supimos que uno de los dos
cofundadores conocía la información, aunque nunca pudo precisar
desde cuándo, pero se puede pensar que es probable que lo supiera des
- de los inicios de la década de los setenta, o sea, desde los inicios del
205
CPM o cuando Caruso vino a México, en julio de 1974. El otro cofundador
murió en 1988 sin haber sido interrogado al respecto. Solamente dejó
una línea escrita en la breve biografía que hizo del ruso italiano en 1985:
“Caruso trabajó en el Spiegelgrund en 1942”. Sin más trámites. Pero el
que lo sabía abandonó la institución en 1977 y fue uno de sus
confidentes privilegiados. Cuando menos un miembro que perteneció al
CPM guardó el secreto. Y una vez que salió a la luz desde la chimenea
en la cual estaba a vistas —Dupin dixit— en los inicios de octubre de
2012, lo único que quedaba por hacer era volverlo público, una vez
constatados y analizados los contextos en los que se dieron los hechos.
Pero de ninguna manera asumiéndolos como una mácula continua e
invalidante.
A la luz de todo esto, ¿cómo pensar la cuestión de las continuidades,
discontinuidades y diferencias? Primeramente, creo que no se puede
establecer una relación directa entre los actos de Caruso en el
Spiegelgrund en 1942, cuando aún no ejercía como psicoanalista, y la
fundación del Círculo Vienés de Psicología Profunda. Se trata de dos
cosas diferentes. Sin embargo, sí se puede hablar de una relación entre
ambos hechos: la relación obviamente pasa por el nazismo y las
diferentes maneras de participar en este régimen, y por los procesos de
desnazificación que no fueron los mismos en Austria y Alemania.
Y al respecto, no se conoce hasta la fecha ningún texto que se haya
escrito y hecho público en el cual tanto Caruso como los implicados
206
hubieran realizado un análisis autocrítico de sus implicaciones y acciones
en tiempos del nazismo, y sus posibles consecuencias en el proyecto de
fundar una institución psicoanalítica como el CVPP. Entonces, no sólo
estamos hablando de dos “secretos” casi a voces, sino de una ausencia
de reflexión respecto a lo que implicaba guardarlos. Entonces, ¿de qué
psicoanálisis se hablaba en los inicios del CVPP?
Y esta interrogación lleva a otra: ¿se puede ejercer el psicoanálisis
después de haber contribuido como Caruso a los actos constatados? Es
decir, no sólo habiendo actuado, sino guardando un silencio “laborioso”
al respecto.13 ¿Desde dónde escuchaba, en su caso, a los analizantes
en general y a aquellos implicados en el nazismo o que habrían sufrido
muertes en tiempos del nazismo? Es difícil decirlo porque no hay
testimonios al respecto que yo conozca. Pero me imagino que habría
una zona de su escucha que estaba interferida al máximo.
Pero lo que sí sé es que el doble secreto se “filtró” en el CPM, pero no
—insisto sobre ello— de una manera que hubiera implicado una
prohibición explícita de no tocar el tema; jamás la hubo. Esto se dio en
un contexto en el cual lo que importaba era la historia inmediata y la
falta de curiosidad de la mayoría por interrogar la historia del
psicoanálisis en general y, más particularmente, la de la federación de
los círculos.14
207
El guardián del secreto en el medio mexicano quedó en medio de dos
posiciones contradictorias que pues - tas en palabras aproximadamente
serían las siguientes: 1) “Sí ocurrió, a mí Caruso me lo dijo varias veces”;
2) “Pero en realidad se trató de un bashing, de un infundio, producto de
una tal doctora List que no apreciaba a Caruso”; 3) “Pero nunca lo diré
si no me lo preguntan”. Digamos que en su posición se condensa el tabú
de la explicitación y, al mismo tiempo, escenifica lo que el psicoanálisis
describe como una desmentida, que Octave Mannoni sintetiza con la
frase: “ya lo sé, pero aun así”.
A estas alturas estaríamos en una posición que no coincide del todo con
aquella de la cripta. No del todo, porque existe un reconocimiento a la
manera de la desmentida. Pero sí en parte, porque no lo explicitó sino
hasta que fue interrogado. Y una vez hecho no se limitó a eso, sino que
esgrimió toda una serie de argumentos con pretensiones
“psicoanalíticas” que buscaban levantar un muro de protección que
impidiera o desvalorizara las investigaciones en curso, infiriendo cuáles
serían las supuestas intenciones inconscientes de los que buscaran saber
qué pasó o, simplemente, minimizando el asunto. Esta es la prueba de
que no siempre basta tener a flor de discurso algo e, incluso, estar
dispuesto a decirlo si se es interrogado para que algo de lo no dicho se
torne transparente.
Y entonces, ¿qué posición tomar si no se acepta ni la perspectiva de la
cripta ni aquella del bashing, ni tampoco aquella de disolver la institución
208
“contaminada” y salir corriendo lo más rápido posible? Por lo pronto,
nada de cortes purificatorios, pero sí dejando expuesto el objeto crudo,
incluyendo una autocrítica por la ausencia del espíritu crítico
interrogativo y por la entrega casi incondicional de nuestra confianza en
los que nos precedieron y no transmitieron algo sustancial que llegaron
a saber.15 No se trataba entonces de un recuerdo que retornaba,
porque no lo habíamos olvidado, simplemente no lo sabíamos. Tenemos
entonces para pensarnos el concepto que De Certeau “extrae” del texto
de Freud sobre Moisés respecto a la continuidad, a la que considera
“gobernada por el equívoco”.16 Y en efecto, no se puede establecer para
nada una continuidad directa entre lo ocurrido en Viena en los años
cuarenta y en México en los setenta.
Lo único que quedaba por hacer para romper de un tajo el nudo
gordiano que el discípulo directo de Caruso escenificaba era corroborar
la información y hacerla pública afirmando que no se trató de un bashing
ni de una cripta sino de una tragedia brutal y violenta. De no hacerlo,
nos habríamos convertido, ahora sí, en cómplices no de unos actos en
los que no habíamos participado, sino de un tipo de silencio a ciencia y
conciencia. Y por lo tanto, habríamos erigido un serio obstáculo para
seguir ejerciendo el psicoanálisis, para colmo ahora sí acompañado de
una cripta.
209
NOTAS
1 Michel de Certeau, Historia y psicoanálisis, UIA/ITESO, México, 2003,
pp. 23-24.
2 Según la historiadora y psicoanalista Eveline List, que trabajó los
archivos del caso Caruso y lo hizo público en 2008, se trató de “La
máxima institución nacionalsocialista para la eutanasia de niños en
Austria” en “¿Por qué no en Kischniew? Sobre un documento en audio
autobiográfico de Igor Caruso” (“Warum nicht in Kischniew? Zu einem
autobiographischen tondokument Igor Carusos”, Zeitschrift für
Psychoanalytische Theorie und Praxis, volumen 23, números 1-2, 2008,
pp. 118).
3 Basta aludir al caso Ayotzinapa como ejemplo privilegiado de la
relación que se puede dar entre los restos aparecidos de anteriores
asesinatos, y la ausencia de aquellos de los desaparecidos que se buscan
afanosamente.
4 Michel de Certeau, L’écriture de l’histoire, Éditions Gallimard, 1975, p.
315.
5 Michel de Certeau, Historia y psicoanálisis, op. cit., p. 23.
6 Sigmund Freud, Moisés y la religión monoteísta en Obras completas,
volumen 23, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 42.
7 Sigmund Freud, op. cit., p. 7.
8 Michel de Certeau, ibidem, p. 78.
9 François Dosse, “L’événement entre Kairos y Trace” en Paul Ricoeur:
penser la memoire (bajo la dirección de François Dosse y Chatherine
Goldenstein), Éditions du Seuil, Paris, 2013, p. 283.
210
10 Por ejemplo, un colega que vive en México, que había abandonado
la institución en 1977, y un puñado en Austria.
11 Término que Paul Ricoeur retomaría de Freud para reflexionar sobre
el malestar en la historia en su libro La mémoire, l’histoire, l’oubli
(Éditions du Seuil, Paris, 2000), el cual, a su vez, en los trabajos de al -
gunos historiadores tendría diferentes nombres —como lo recuerda
François Hartog—: Maurice Halbwachs habla de “la memoria fracturada
por la historia”; Yosef Yerushalmi del “malestar en la historiografía”, y
Pierre Nora, de sus “insólitos lugares de la memoria”. Cfr. François
Hartog, “La poétique et l’inquiétante étrangeté de l’histoire”, Croire en
l’histoire, Flammarion, Paris, 2013, p. 121.
12 Carlos López Beltrán, “Sangre y temperamento. Pureza y mestizaje
en las sociedades de castas americanas” en Carlos López Beltrán y F.
Gorbach (coordinadores), Saberes locales, ensayos sobre la historia de
la ciencia en América Latina, El Colegio de Michoacán, Zamora, 2008, p.
303.
13 Por razones de espacio no me puedo extender acerca de la
especificidad de ese “silencio”, pero en un libro de próxima publicación
me extiendo al respecto.
14 Filtración que habría que matizar, porque otras instituciones
psicoanalíticas en México tampoco se interrogaban especialmente al
respecto.
15 No puedo asegurarlo tal cual del que ya murió, pero sí me parece
probable.
16 Michel de Certeau, ibidem, p. 86. Igor A. Caruso
211
Fernando M. González, Igor A. Caruso: nazismo y eutanasia, Círculo
Psicoanalítico Mexicano / Tusquets, 2015, 404 pp.
Fuente: https://www.revistadelauniversidad.mx/download/67346fb1-5464-424b-
8953-9f494fe8d47e?filename=igor-caruso-durante-el-nazismo
212
LEY DE CUIDADOS INVERSOS
Reproducimos un comentario homenaje de la revista Lancet a la
llamada Ley de cuidados inversos que enuncia que el acceso a la
atención médica o social desde el supuesto que la calidad de la atención
varía en proporción inversa a su necesidad en la población asistida. Esta
ley se debe a Julian Tudor Hart quien sostuvo que “la disponibilidad de
una buena atención médica tiende a variar inversamente a la necesidad
de la población asistida. Esta Ley de cuidados inversos se cumple más
intensamente conde la atención médica está más expuesta a las fuerzas
del mercado y menos donde la exposición esté reducida”.
Consideramos que esta ley se está cumpliendo hoy con creces respecto
de la atención y vacuna necesarias frente a la pandemia COVID 19.
“Estas discretas líneas de apertura del artículo de Julian Tudor Hart, The
Inverse Care Law, son tan relevantes ahora (50 años después de su
publicación) como en 1971. El artículo es una de las publicaciones
emblemáticas en los casi 200 años de historia de The Lancet, y la
resonancia de la definición de Tudor Hart de la ley de cuidado inverso
tiene una importancia global y atemporal. Simplemente expresado,
Tudor Hart observó que las poblaciones desfavorecidas
necesitan más atención médica que las poblaciones
beneficiadas, pero reciben menos.
213
La vida y la carrera de Tudor Hart tuvo sus comienzos muy privilegiados
en Londres y Cambridge, en décadas pasadas en los valles galeses
privados y profundamente socialistas. Su experiencia y trabajo ha
inspirado a una generación de influyentes líderes de la salud como
Andrew Haines, Allyson Pollock, Cesar Victora y Graham Watt. La edición
de aniversario de hoy de The Lancet explora tanto el alcance global de
la ley de atención inversa como las iniciativas de atención primaria en
zonas desfavorecidas de todo el Reino Unido.
Aunque la desigualdad en la salud y sus muchas causas son
ampliamente comprendidas, la inequidad en la prestación de servicios
de atención médica es duradera y fundamental: un concepto intratable
que se encuentra en el corazón de la ley de cuidado inverso. La ley de
atención inversa se basa principalmente en la inequidad
(injusticia) en la atención de la salud que resulta en
desigualdades sociales injustas (desequilibrios) en la salud.
Desde que se publicó la ley de atención inversa, el Servicio Nacional de
Salud (NHS) del Reino Unido se ha esforzado por reducir la inequidad
con un éxito mixto. En particular, se lograron progresos duraderos a
través de la fórmula de asignación de recursos de la década de 1970,
que redujo la desigualdad geográfica en los gastos hospitalarios e
institucionales. A principios de la década de 2000, el NHS fortaleció la
prestación de atención primaria en áreas desfavorecidas, lo que condujo
a una reducción temporal de la desigualdad social, aunque este progreso
214
se ha revertido tras los cambios en la financiación, la ralentización del
gasto y los años de vida con austeridad.
A nivel mundial, permitir que las fuerzas del mercado dicten la atención
médica sigue siendo un importante contribuyente a la inequidad: la
atención médica privada solo puede ser accedida por aquellos que
pueden permitirse pagar. En muchos países, la atención social y la
atención a largo plazo también son gestionadas por proveedores
privados. Con poblaciones que viven más tiempo y con condiciones más
crónicas, las familias, en lugar del estado, soportan gran parte del costo
de la atención a largo plazo. La financiación pública para la atención a
largo plazo es más un medio probado (basado tanto en los ingresos
como en la riqueza) que las necesidades probadas. Sin embargo, que la
ley de atención inversa se siga viendo incluso con sistemas universales
integrados de atención de la salud, sugiere que hay otras causas
importantes. Como Richard Cookson y sus colegas muestran en un
documento de política de salud, la participación del gasto privado (es
decir, el gasto privado en salud como fracción del gasto total en salud)
en los países de bajos y medianos ingresos explica sólo el 11% de la
variación en la desigualdad en el cuidado de la salud, menos que la
proporción explicada por la mala gobernanza, por ejemplo.
¿Cómo debemos reflexionar sobre la ley de cuidado inverso 50 años
después? Aunque la atención de la salud está ampliamente respaldada
215
como un derecho humano básico, los sistemas que la proporcionan
encarnan el capitalismo, esencialmente inequitativo, en su peor
momento, donde los ricos se benefician, dejando atrás a los más
necesitados. Los esfuerzos comunales pueden ayudar. Un comentario
de Graham Watt y sus colegas explica el Proyecto Deep End para ayudar
a mejorar la atención primaria en las comunidades desfavorecidas y
desatendidas; redes informales de clínicas de atención primaria
comparten conocimientos y actividades para mejorar la calidad de la
atención.
Pero se necesitarán más que iniciativas de abajo hacia arriba para
contrarrestar la ley de cuidado inverso. Es probable que el crecimiento
del gasto sanitario como proporción del gasto público total siga
aumentando, y con ello, la demanda de atención seguirá aumentando
la voluntad social de subvencionar los servicios mediante el aumento de
los impuestos. Como se establece en el Comentario de Andrew Haines y
Mayara Floss, la vida en la era del Antropoceno, con las amenazas del
cambio climático y la erosión de la biodiversidad socavando la salud
planetaria, requiere políticas para proteger los sistemas de salud de
futuros choques. Para ello, los sistemas de salud deben estar diseñados
para contrarrestar la inequidad, no perpetuarla aún más. Esta realidad,
capturada por la ley de atención inversa de Tudor Hart, debería estar en
el primer plano de las decisiones políticas y gubernamentales al
reevaluar la prestación de atención médica para las generaciones
futuras. Posicionar la ley de atención inversa como una advertencia
216
podría asegurar avances en la equidad de la salud y la justicia social en
los próximos 50 años”.
Editorial
The Lancet , vol 397, n.10276, feb 27, 2021
Fuente: https://redbioetica.com.ar/ley-de-cuidados-inversos/
217
APORTES TEÓRICOS DE LA ESCUELA “CRÍTICA DEL VALOR” Y
DE ANSELM JAPPE A LA TEORÍA DEL VALOR DEL RÉGIMEN
CAPITALISTA
RODOLFO CRESPO
Al eterno e inmortal Robert Kurz, que se fue cuando más lo
necesitábamos.
Al imprescindible Anselm Jappe, sin cuya lectura será imposible
comprender qué es ese monstruo llamado capitalismo.
A Jorge Félix, el primer maestro que tanto me motivó a estudiar a
Marx, ¡tanto! que aún 34 años después sigo haciéndolo, ¡gracias por
ello!
“cuando uno [se introduce en el estudio del valor] tiene la impresión de
penetrar en la cámara en la que se guardan los secretos más
importantes de la vida social, aquellos secretos de los que dependen
todos los demás”.
Anselm Jappe
“No se necesita un gran esfuerzo mental para pedir una distribución
diferente del dinero o más empleo. Es infinitamente más difícil criticarse
a uno mismo en cuanto sujeto que trabaja y que gana dinero”.
218
Anselm Jappe
Introducción
Lo que se ha dado en llamar conceptualmente como “critica del valor”
es una escuela de pensamiento que surgió desde la segunda mitad de
los años 1980 a partir de los trabajos publicados en la revista
alemana Krisis y de su autor principal Robert Kurz en Alemania, de
Moishe Postone en los Estados Unidos y de J.-M. Vincent en Francia, que
sin contacto entre ellos llegaron, a veces literalmente, a las mismas
conclusiones, hecho que se explica no por un aumento de la inteligencia
de los teóricos, sino por el fin del capitalismo clásico y con éste al mismo
tiempo el fin del marxismo tradicional, lo que ha despejado así la vista
sobre otro ámbito de la crítica social.
La crítica del valor, no obstante, tiene sus antecedentes en los años
veinte del siglo XX con Historia y conciencia de clase de G. Lukács y
los Estudios de la teoría del valor de I. Rubin. Continúa entre las líneas
de los escritos de Theodor Adorno, para encontrar su verdadero
nacimiento en torno a 1968, cuando en diferentes países (Alemania,
Italia, Estados Unidos) autores como H.-J. Krahl, H.-G. Backhaus, L.
Colletti, R. Rosdolsky, F. Perlman trabajan sobre el mismo tema.
Sin embargo, el salto cualitativo lo tiene con Robert Kurz en la
revista Krisis, cuando la “crítica del valor” se ha separado definitivamente
219
del marxismo tradicional y de la teoría burguesa académica, y superado
también su fase inicial, cuando era una especie de ciencia esotérica.
En el año 2004 la “critica del valor” da otro salto cualitativo de enorme
trascendencia, un conflicto entre miembros del colectivo de la
revista Krisis lleva a la exclusión de Robert Kurz y Roswitha Scholz de la
redacción de la misma por, entre otras cosas, un rechazo o negación de
la condición escindida del valor, como defienden tanto Kurz como Scholz,
que suponen que la parte del hombre no aprovechable por el trabajo
asalariado, es decir, todo lo sensual o emotivo, es separada de éste, y
relacionada con lo femenino, que se asigna a la mujer, mientras el
modelo del sujeto del valor es masculino, blanco y occidental. Así Scholz
explica la marginalización de personas que no cumplen con una de estas
condiciones en la sociedad basada en el trabajo. Ambos, junto con otros
miembros de la redacción y el apoyo entusiasta de distintos grupos de
otros países, fundan la revista Exit!, que desarrolla el teorema de
la escisión del valor.
La “critica del valor” teoría que emergió en los márgenes de los grupos
de discusión marxista de los años ochenta del siglo XX se ha ido
haciendo, poco a poco, con un público bastante amplio, siendo
destacable que ninguno de sus autores principales esté ligado a la
universidad o a otras instituciones, tampoco a partido político alguno no
recibiendo, por tanto ayuda de nadie, lo que le permitió a sus
220
investigadores dentro de un alto grado de libertad conseguir un elevado
nivel de objetividad en sus estudios y producciones teóricas.
Este ensayo constituye un resumen metodológico de los principales
aportes que Anselm Jappe y la “crítica del valor” han realizado al estudio
del capitalismo y que se encuentran en su libro Las aventuras de la
mercancía, la mejor y más completa obra (desde nuestro punto de vista)
sobre la cuestión que se haya escrito en lengua castellana hasta el
momento.
En un posterior análisis quedarían pendientes los asombrosos puntos de
contactos que, sobre estas cuestiones, tienen la “critica del valor” y
la “perspectiva de sistemas-mundo”, a nuestro juicio, las dos más
importantes cosmovisiones que sobre el capitalismo existen hoy en día.
En estos aportes, como diría Jappe, nadie encontrará una “guía para la
acción” que es lo que todos buscamos, pero también podría afirmarse
que sin atender a los mismos toda acción, sino ciega, tampoco estaría
impregnada de la suficiente luz que requiere una tarea de la magnitud
de la transformación del capitalismo en otro tipo de sociedad más
humana y justa, en la que ningún miembro pueda apropiarse
lucrativamente del trabajo y el excedente producido por los demás.
1. La cuestión del fetichismo
221
La estructura real de la producción capitalista produce necesariamente
representaciones falsas que ocultan su verdadero aspecto, mixtificando
y tergiversando la realidad, sin embargo, aunque esta mistificación
existe, el fetichismo no solo es una mistificación, un conjunto de
categorías que se reflejan de forma invertida en las cabezas de los
sujetos, una representación invertida de la realidad, sino una inversión
de la realidad misma.
El marxismo tradicional ha ignorado sistemáticamente y relacionado el
concepto de fetichismo, misterioso para él, exclusivamente con la
“representación invertida” que hace aparecer al propio capital como
creador de valor. Marx habla en efecto de esa “representación invertida”,
pero describiéndola como una consecuencia de la “relación realmente
invertida” entre el sujeto y el objeto que comienza ya con la mercancía
simple.
Conceptualizar el sistema capitalista simplemente y solo como un
régimen fetichista implica la aceptación del capitalismo como un
conjunto de relaciones personales de dominación, en las que los que
dominan, para engañar mejor a los explotados y los dominados, se
ocultarían tras una apariencia de circunstancias “objetivas” como el
valor, haciendo pasar sus maniobras subjetivas por los resultados de un
proceso natural.
222
Sin embargo, considerar el carácter fetichista de las relaciones de
producción capitalistas como una excusa, una apariencia, una especie
de «fetichismo subjetivo», detrás de la cual las clases dominantes
ocultan sus artimañas subjetivas y sus manipulaciones, significa en
realidad suponer que tales manipulaciones constituyen, a pesar del
gesto “desmitificador” y “desfetichizador”, una actitud consoladora y
lenitiva, pues suponemos en tal caso que la sociedad se dirige a sí misma
y que simplemente los dirigentes habrían sido mal elegidos.
La teoría del “fetichismo objetivo” reconoce, por el contrario, que
mientras existan el valor, la mercancía y el dinero, la sociedad estará
efectivamente gobernada por el automovimiento de las cosas creadas
por ella. El fetichismo de la mercancía existe dondequiera que exista
una doble naturaleza de la mercancía y dondequiera que el valor
mercantil, que es creado por la faceta abstracta del trabajo y
representada por el dinero, forme el vínculo social y decida, por
consiguiente, el destino de los productos y de los hombres, mientras que
la producción de valores de uso no es más que una especie de
consecuencia secundaria, casi un mal necesario.
Por supuesto, en realidad no son las cosas las que dominan, como
pretende la apariencia fetichista, pero sí lo hacen en la medida en que
las relaciones sociales se han objetivado en ellas. El fetichismo es
precisamente la universalidad que no es la suma de las particularidades,
223
sino el resultado no deseado creado por las acciones conscientes
particulares (que existen efectivamente) de los sujetos.
El fetichismo según Marx, reside ya en el hecho de que para los hombres
sus propias relaciones de producción, independientemente de su control
y de su consciente actuación individual, se manifiestan en primer lugar
en que la actividad social, los productos de su trabajo, asumen una
“apariencia objetiva” en la mercancía, el valor y el dinero. Los hombres
no son, sin embargo, conscientes de esa apariencia; la producen, sin
saberlo, con sus acciones de intercambio, en las cuales se impone
siempre, como una ley natural, el tiempo de trabajo socialmente
necesario en cuanto elemento regulador.
Sin embargo, que las relaciones entre los hombres se manifiesten como
relaciones entre cosas no significa que “en realidad” se trate de
relaciones de dominación personal que se ocultarían tras la apariencia
de una lógica objetiva de las cosas. Afirmar esto significa pasar por alto
los rasgos específicos del capitalismo para considerarlo una continuación
lineal de las relaciones de explotación precedentes.
Lejos de ser una “superestructura” perteneciente a la esfera mental o
simbólica de la vida social, el fetichismo reside en la base misma de la
sociedad capitalista e impregna todos sus aspectos. Es por ello que el
fetichismo de la mercancía puede ser considerado como expresión de
una “patología de la sociedad burguesa”.
224
La consanguinidad, el totemismo, la propiedad del suelo y el valor
pueden ser considerados como etapas del proceso en el que el hombre
se despega de la naturaleza, convirtiéndose en un sujeto relativamente
consciente con respecto a la primera naturaleza, pero todavía no con
respecto a la segunda, que es su propia conexión social creada por él
mismo.
Todas las sociedades que han existido hasta hoy se han basado en una
constitución inconsciente; no hay que recurrir por tanto a las teorías de
la manipulación para explicar a través de argucias y patrañas cómo las
clases dominantes han podido imponer un sistema de explotación a la
mayoría de los hombres: son las relaciones fetichistas las que han hecho
hasta ahora este papel creando las relaciones de producción y, con ellas,
sus correspondientes formas de conciencia.
Resulta evidente que los hombres son, en último término, los creadores
de sus productos, pero eso no significa que detrás de las relaciones
“fetichistas” de las cosas, se encuentren en realidad relaciones humanas.
“Detrás” de la mercancía, en cuanto forma fetichizada de objetividad, se
encuentra a nivel material el hombre; pero no el hombre como sujeto
consciente, no el hombre que controlaría su propia socialidad, sino el
hombre fetichista. El creador del fetichismo es un hombre que no es
sujeto más que con respecto a la naturaleza, pero no con respecto a su
propia socialidad. Por eso es preciso concebir la teoría del fetichismo
225
como teoría del nacimiento histórico del sujeto y del objeto en sus
formas alienadas desde el principio.
La crítica marxiana del fetichismo significa justamente desvelar como
falsa la apariencia de un automovimiento de las cosas (económicas),
pero superar el fetichismo no puede significar, el hecho de restituir sus
predicados a un sujeto que ya existe en sí y cuya esencia ha sido
alienada. Más bien significa crear el sujeto consciente y no fetichista y
apropiarse de todo lo que ha sido producido bajo forma fetichista. El
fetichismo “superable” consiste en la existencia de la mercancía y del
valor; y mientras ambos existan, el hombre estará efectivamente
dominado por sus propios productos.
Todas las sociedades que han existido hasta nuestros días han tenido su
propia forma de fetichismo, cumpliendo una función que de todas
maneras ha de ser satisfecha en la existencia humana, pero esto no
prueba que tenga que ser así en el futuro ni que se trate de una
estructura ontológica que formaría parte de una supuesta “naturaleza
humana”.
Tampoco se puede probar mediante el razonamiento que la etapa de
superación de la constitución inconsciente y fetichista de la sociedad en
general sea algo inminente, pero lo que sí está claro es que, a diferencia
de los fetichismos anteriores, el fetichismo de la mercancía conduce
actualmente a la humanidad hacia una situación, en la que las propias
226
exigencias de la supervivencia la obligarán a desembarazarse del
fetichismo y a encontrar formas menos ruinosas de mediación social.
Se puede decir que todas las sociedades que han existido hasta el
presente han sido ciegas. No ha habido ninguna que verdaderamente
dispusiera de manera consciente de sus propias fuerzas y en la que no
hubiese mediación fetichista, pero en comparación con la sociedad
capitalista, todas ellas carecían de dinamismo. Lo que hace tan peligrosa
a la sociedad moderna es que está sometida a un dinamismo muy fuerte
que no logra controlar en absoluto porque está plenamente entregada
a su medio fetichista.
Ninguna de las formas precedentes de fetichismo había supuesto una
amenaza para la existencia misma del género humano. Al mismo tiempo,
la sociedad mercantil es la primera sociedad que ha reconocido la
existencia de las formas fetichistas en cuanto tales. Este progreso de la
conciencia es una condición previa –que no existía con anterioridadpara
salir del fetichismo tal vez algún día. En efecto, la salida del
inconsciente social no puede producirse ella misma de forma
inconsciente.
Ninguna “ley de la historia”, ninguna teleología filosófica, ninguna
sucesión de tesis, antítesis y síntesis puede garantizar que el fetichismo
de la mercancía sea verdaderamente el último, ni que sea posible una
vida humana sin objetivación infiel de sus poderes, pero también
227
podemos afirmar que no es posible superación alguna del fetichismo sin
abolir prácticamente el trabajo como principio de síntesis social.
No existe pues ninguna razón para excluir a priori, que los cambios más
dramáticos en las condiciones materiales y sociales de vida que la
humanidad haya conocido jamás, se vean seguidos de un cambio igual
de radical en las formas de mediación social.
La crítica del fetichismo no es una crítica de la mediación en cuanto tal
en nombre de una inmediatez imaginaria, sino una crítica de las
mediaciones engañosas.
El fetichismo de la mercancía es históricamente el primer fetichismo que
lleva a la superación de todos los fetichismos, produciendo una toma de
conciencia. Marx dice del portador de la fuerza de trabajo: “Reconocer
los productos como suyos y el juicio de esa separación respecto a sus
condiciones de realización como algo inaceptable e impuesto constituyen
una conciencia inmensa, producto ella misma del modo de producción
que se funda en el capital, y que anuncia su irremediable final, de suerte
que este modo de producción, al igual que el antiguo régimen esclavista,
no puede persistir”.
La teoría del fetichismo es el centro de toda la crítica que Marx dirige a
los fundamentos del capitalismo y con todo derecho, se puede hablar de
una identidad entre la teoría del valor y la teoría del fetichismo en Marx.
228
2. La cuestión del sujeto, y del sujeto revolucionario en
particular, en la sociedad capitalista
En el régimen capitalista no existe un sujeto tal y como se percibe en la
acepción de éste término.
El sujeto es la mercancía y el hombre no es más que el ejecutor de su
lógica.
A los hombres les aparece su propia subjetividad y socialidad como
sometidas al automovimiento de una cosa.
El verdadero sujeto en el capitalismo es el valor, que es un sujeto
automático, Marx dice que “El valor entra en escena como sujeto”
Hasta ahora los sujetos no son los hombres, sino sus relaciones
objetivadas; en cuanto sujetos, [los sujetos] son sujetos del Capital. Que
sean asalariados o capitalistas importa poco; ellos son los soportes de
unos procesos que los superan.
Detrás de la mercancía en cuanto forma fetichizada de objetividad se
encuentra, a nivel material, el hombre; pero no el hombre como sujeto
consciente, no el hombre que controlaría su propia socialidad, sino un
229
hombre que no es sujeto más que con respecto a la naturaleza, pero no
con respecto a su propia socialidad.
El sujeto existe, pero actualmente el sujeto no es el hombre, sino su
producto ya que en una sociedad fetichista los sujetos han alienado su
poder en sus propias criaturas.
La democracia en el sentido de presuponer que la sociedad esté
compuesta por sujetos dotados de libre arbitrio no existe ni podrá existir
jamás en el capitalismo. Para poseer una libertad de decisión los sujetos
deberían encontrarse fuera de la forma mercancía y poder disponer del
valor como de su objeto, pero este sujeto autónomo y consciente no
puede existir en una sociedad fetichista.
El valor no se limita a ser una forma de producción es también una forma
de conciencia, pero no solo en el sentido de que cada modo de
producción produce al mismo tiempo sus correspondientes formas de
conciencia, es un esquema del que los sujetos no tienen conciencia.
Dicho de otro modo, todo lo que los sujetos del valor pueden pensar,
imaginar, querer o hacer se muestra ya bajo la forma de la mercancía,
del dinero, del poder estatal, del derecho. El libre arbitrio no es libre
frente a su propia forma; es decir, frente a la forma-mercancía y la
forma-dinero, y sus leyes. En una constitución fetichista, no existe una
voluntad del sujeto que pueda oponerse a la realidad objetiva.
230
En el capitalismo no existe un sujeto ontológicamente opuesto “en sí” a
él, al que estaría sometido simplemente de forma exterior. Si así fuera,
bastaría con que ese sujeto tomara conciencia de su situación para
convertirse también “para sí”, en un sujeto anticapitalista, de forma que
su despliegue coincidiría con la ruina del capitalismo, pero en el
capitalismo solo puede existir y existe un sujeto: el “sujeto automático”,
es decir el valor, que habría que abolir, no desarrollar. Parece difícil, en
consecuencia, atribuir la tarea de superar el sistema fetichista a grupos
sociales que se constituyeron mediante el desarrollo de la propia
mercancía y que se definen por su papel en la producción de valor.
Para el marxismo tradicional el sujeto es un derivado de las clases, que
serían el verdadero sujeto, de tal forma que el capitalismo sería el
resultado de la voluntad de los capitalistas, y su abolición sería la
consecuencia de la voluntad del proletariado, en el sentido de los
trabajadores de las fábricas, pero eso hoy ya no tiene cabida, ni siquiera
entre la mayoría de los marxistas. La esperanza de que el capitalismo
desaparecerá porque un proletariado cada vez más numeroso, más
miserable, más concentrado y más organizado lo abolirá ha llegado a su
fin antes que el propio capitalismo.
Los intentos que se han dado a partir de la década del 1960 de poner a
otro aspirante sobre el trono vacante del sujeto revolucionario, capaz de
hacer realidad la salida del capitalismo, es continuar con el mismo error
al seguir presuponiendo que en el capitalismo existe un sujeto que no
231
forma parte de las relaciones capitalistas más que superficialmente y
que en su forma actual ya está “en si” más allá de la lógica capitalista.
Lo que habría más bien que reconocer es que los intereses de los
asalariados no son esencialmente diferentes de los demás intereses en
competencia dentro de la sociedad mercantil. La defensa de sus
intereses puede estar más justificada que la de otros intereses porque
los obreros, o las otras categorías sociales en cuestión, son más
numerosos o más pobres, o están más explotados que los demás sujetos
del mercado, o porque son víctimas de una injusticia mayor, pero en
esta defensa no hay nada que sea necesariamente “emancipador”. Se
trata tan solo de hacer valer una determinada categoría de vendedores
de bienes (en este caso, de su fuerza de trabajo) frente a otros
vendedores. En la sociedad fetichista capitalista, no puede haber una
“clase de la conciencia” constituida por una de las categorías funcionales
de la mercancía, que al mismo tiempo tenga la misión histórica de
ponerle término a la sociedad de clases.
Del mismo modo, la izquierda radical ha exagerado mucho la
importancia de la “traición de los dirigentes” que tuvo lugar en la
Revolución rusa, en las demás revoluciones que desembocaron en la
formación de Estados especialmente autoritarios y prácticamente dentro
de todos los movimientos de protesta. Sin pretender quitarle importancia
a la pertinencia del juicio moral contra los sepultureros de las
232
revoluciones, hay que señalar que estos no hacían otra cosa que seguir
al sujeto automático que los propios traicionados no habían superado.
La dinámica de la sociedad mercantil no puede concebirse como el
efecto de la subjetividad de los explotadores, a la cual se opondría la
subjetividad de los explotados. En realidad, en la sociedad mercantil no
es posible el nacimiento de una auténtica subjetividad social, ésta sería
en último término, el límite contra el cual se rompería. El sujeto
automático no puede llegar a gobernar las dinámicas que él mismo ha
desencadenado y han destruido las formas de subjetividad que existían
con anterioridad.
Marx caracteriza explícitamente el capital como la sustancia automotriz
que es el Sujeto. Al hacerlo, Marx sugiere que un Sujeto histórico en
sentido hegeliano existe realmente en el capitalismo, pero aun así no lo
identifica con ningún sector social, como el proletariado, ni con la
humanidad, sino que lo analiza en términos de la estructura de las
relaciones sociales constituidas por un tipo de práctica objetivadora y
aprehendida por la categoría de capital (y por tanto de valor). El Sujeto
de Marx, como el de Hegel, entonces, es abstracto y no puede ser
identificado con ningún actor social.
En una constitución fetichista, no existe una voluntad del sujeto que
pueda oponerse a la realidad “objetiva”.
233
El sujeto humano no es una ficción, pero hasta ahora tampoco ha
existido en su forma completa. De él solo pueden existir fragmentos en
vías de formación. El error ha sido partir del hombre como sujeto
pensante, y no actuante.
3. La cuestión de la producción de valor
En el capitalismo el fin no es la producción de valores de uso, ni siquiera
de la mayor cantidad posible de valores de uso.
La producción de valores de uso no es más que un medio, un mal
necesario, con vistas a una sola finalidad: producir la mayor cantidad
posible de valor y, en consecuencia, de transformar la mayor cantidad
posible de trabajo vivo en trabajo muerto.
Para la producción y acumulación de valor es una condición sine qua
nom el crecimiento continuo de la producción de bienes de uso, sino
ésta no funciona. Por eso el capitalismo es la única sociedad que ha
proclamado la productividad material como el bien supremo. De ahí
deriva el bien conocido carácter “materialista” de la sociedad moderna
que, tomado como factor aislado, es el blanco preferido de toda crítica
puramente moralista. En realidad, solo indirectamente, a través de la
autovalorización del valor las exigencias de la producción material
prevalecen en la sociedad capitalista por encima de cualesquiera
consideraciones sociales, estéticas, religiosas, morales, etc., mientras
234
que en otras sociedades se podía, por el contrario, sacrificar la
productividad material a este género de preocupaciones.
La producción de valor y de valores de uso no tiene que coincidir y
pueden ir, incluso, en direcciones opuestas como explica Marx: “Si por
alguna circunstancia la productividad de todos los trabajos disminuyese
en la misma medida, de suerte que todas las mercancías requiriesen
mayor tiempo de trabajo, en la misma proporción, para su producción,
entonces habría aumentado el valor de todas las mercancías, la
expresión real de su valor de cambio habría permanecido inalterado, y
la riqueza real de la sociedad hubiese disminuido, ya que la misma
necesitaría mayor tiempo de trabajo para crear la misma cantidad de
valores de uso”.
La producción real no es más que un anexo, un “eslabón inevitable, un
mal necesario para hacer dinero”.
El valor no es otra cosa que una forma social de organización. Su
producción no enriquece a la sociedad; es la creación de un vínculo
social que no es creado en la producción misma, sino que existe al lado
de esta en una forma exteriorizada.
Cada vez que oigamos hablar de “sobreproducción”, es preciso
preguntarse: ¿sobreproducción de valor o de riqueza? “No se produce
demasiada riqueza. Pero periódicamente se produce demasiada riqueza
235
en sus formas capitalistas, antagónicas” por más que no podamos
llamarlo realmente “riqueza”, pues “la autovalorización del capital, la
creación de plusvalía” es un “contenido absolutamente mezquino y
abstracto”.
Los avances en productividad, a saber, el aumento de la producción de
valores de uso, no cambian en absoluto el valor producido en cada
unidad de tiempo. Una hora de trabajo es siempre una hora de trabajo,
y si en esa hora uno produce sesenta sillas en lugar de una, eso significa
que en cada silla no está contenida más que la sexagésima parte de una
hora: la silla “vale” entonces solamente un minuto. El aumento de las
fuerzas productivas, impulsado por la competencia, no aumenta en
modo alguno el valor de cada unidad de tiempo: este hecho constituye
un límite insuperable para la creación de plusvalía, cuyo incremento se
vuelve cada vez más difícil.
Para producir la misma cantidad de valor, es necesaria una producción
continuamente ampliada de valores de uso, y en consecuencia un
consumo incrementado de recursos naturales. Si no quiere ser eliminado
por la competencia, el propietario del capital necesita producir las
sesenta sillas con la esperanza de encontrar una demanda solvente.
Incluso puede intentar crearla sin tener en cuenta la relación real entre
necesidades y recursos dentro de la sociedad.
236
La caída de la tasa de ganancia en la mercancía particular conlleva la
necesidad de aumentar continuamente la producción de mercancías
para bloquear la caída de la masa global de beneficios. Es justamente
porque los avances en la productividad no aumentan la plusvalía más
que indirectamente por lo que siempre es preciso incrementar dicha
productividad. Todo el mundo concreto se va consumiendo entonces
poco a poco con el fin de conservar la forma del valor. En el sistema del
valor, la productividad incrementada del trabajo es una desgracia,
porque ella es la razón profunda de la crisis ecológica. Se trata de una
manifestación de la oposición entre forma abstracta y contenido
concreto que atraviesa toda la historia del capitalismo.
Finalmente hay que destacar la diferencia en el origen del valor en la
sociedad capitalista y las que le precedieron: en la sociedad capitalista
un simple producto es ya desde el principio una mercancía, en lugar de
convertirse en ella solo cuando entra en el intercambio, en la circulación.
Mientras en las sociedades precapitalistas el producto adquiere (puede
adquirir) la forma del valor en la circulación, en el modo de producción
capitalista, por el contrario, el producto es fabricado ya como mercancía,
con una cantidad determinada de valor. Dicha cantidad, no obstante,
necesita del intercambio para manifestarse. Si el valor nace en la
producción, entonces es resultado del trabajo abstracto, que por su
naturaleza es cuantitativamente limitado y en efecto disminuye como
consecuencia del aumento del capital fijo. Si, a la inversa, el valor
naciera en la circulación, sería el resultado de transacciones comerciales
237
y su cantidad no dependería más que del éxito de tales operaciones. No
tendría pues una tendencia inmanente al agotamiento como sí ocurre
en el capitalismo.
4. La cuestión del trabajo abstracto (o la faceta abstracta del
trabajo) como algo verdaderamente real
En la sociedad mercantil, cada cosa tiene una existencia doble, una
como realidad concreta y otra como cantidad de trabajo abstracto. Es
este segundo modo de existencia el que se expresa en el dinero, y el
que merece en consecuencia ser llamado la abstracción real principal.
El trabajo abstracto, concepto establecido por Marx no es una
generalización mental, sino una realidad social, una abstracción que se
convierte en realidad.
Es mejor hablar de la “faceta abstracta del trabajo”; resulta más claro
que “trabajo abstracto”. En efecto, en un régimen capitalista todo
trabajo posee una faceta abstracta y una faceta concreta, no se trata de
dos géneros distintos de trabajo. Lo que si debe quedar claro es que el
trabajo abstracto no tiene nada que ver con el trabajo inmaterial.
Fue Robert Kurz quien mejor ha explicitado la complejidad de entender
la existencia de algo no empírico y no mensurable en el caso particular
como el valor, cuya existencia es el resultado de la faceta abstracta del
238
trabajo, cuando dijo que: “Se pueden comprender empíricamente los
trabajos concretos y útiles, y se pueden comprender empíricamente el
valor de cambio y el dinero. Pero en medio hay una laguna que no se
puede comprender empíricamente y que Marx trata de colmar con las
categorías ‘incomprensibles’ del trabajo abstracto y el valor”.
Lo que hace intercambiable a las mercancías es el hecho de que el
trabajo contenido en ellas es igual, aunque igual en el sentido de gastos
de la fuerza humana de trabajo en general, si bien no es el trabajo
individual invertido en su fabricación, sino aquel ejecutado en las
condiciones normales de producción y con el grado medio de destreza e
intensidad imperante en el momento dado. Es en ese instante del
cambio que el contenido concreto del trabajo queda borrado en cada
mercancía. No se trata de una operación puramente mental, puesto que
se representa en una forma material concreta, que en las condiciones
más evolucionadas asume la forma de una cantidad determinada de
dinero.
Si en la vida las abstracciones no existen en la práctica, cosificadas, sino
lo que hacen es resumir mentalmente los objetos, fenómenos y procesos
que sí existen concretamente en la realidad objetiva, en el caso del
trabajo abstracto, de la abstracción de toda cualidad sensible de todos
los valores de uso a la hora del cambio entre las mercancías, sí es algo
bien real; como dice Marx “es como si, además de leones, tigres, liebres
y de todos los restantes animales reales, que agrupados conforman los
239
géneros, especies, subespecies, familias, etc. del reino animal, existiera
también el animal, la encarnación individual del reino animal en sus
conjunto”. Hay que darse cuenta de que el trabajo abstracto no es una
abstracción nominal, ni una convención que nazca (aunque fuera
inconscientemente) en el intercambio: es la reducción efectiva de toda
actividad a un simple gasto de energía.
5. La cuestión del trabajo productivo
En el capitalismo no todo trabajo es trabajo productivo; los “trabajos”
realizados en el sector de los servicios, la informática, etc.,
independientemente que sean “útiles” o no, no son “trabajo productivo”
en el sentido capitalista. Naturalmente, no hablamos aquí de la utilidad
real del trabajo, porque este nivel está ausente de la lógica de la
valorización.
El único trabajo productivo en el sentido capitalista es aquel que crea
plusvalía que puede ser reinvertida. Los demás trabajos no hacen otra
cosa que consumir las rentas de quienes los pagan. Si voy al sastre para
que me confeccione un traje para mi propio uso, no se trata de un gasto
productivo y el sastre no ha hecho un trabajo productivo en el sentido
capitalista. Si empleo el mismo dinero como salario para pagar a obreros
de la confección cuyos trajes revendo, entonces sí se trata de un trabajo
productivo. La prueba es el hecho de que el primer gasto, si lo repito un
número lo bastante grande de veces, me deja sin dinero, mientras que
240
el segundo, después de varias repeticiones, debería de hacer de mí un
hombre rico a causa de la plusvalía arrebatada a los obreros.
El capitalismo no puede renunciar por completo a los trabajos “no
productivos”. Pero dado que solo el trabajo productivo constituye su
esencia, el capitalismo trata por todos los medios de limitar los trabajos
no productivos y transformarlos todo lo posible en trabajos productivos.
La distinción entre trabajo productivo y no productivo de un trabajo no
se puede identificar con su contenido material o inmaterial, no se puede
decidir en un caso aislado si un trabajo es productivo o no; esto depende
de su posición en el proceso completo de reproducción. Solo a nivel del
capital global se ve el carácter productivo o no productivo de un trabajo:
las personas que dentro de una empresa se encargan de la limpieza o
de la contabilidad, por ejemplo, son trabajadores no productivos.
Constituyen un mal necesario para la empresa. Su organización en
empresas especializadas que ofrecen sus servicios a otras empresas,
que entonces ya no emplean trabajadores fijos para esas tareas, crea
plusvalía para los propietarios de dichas empresas de servicios y
constituye el secreto de lo que se llama “terciarización”. Pero estas
ganancias para los capitales particulares se anulan a nivel del capital
global, donde dichas actividades representan siempre una deducción de
la plusvalía realizada por el capital productivo.
241
Para que un trabajo sea productivo, es preciso que sus productos
retornen al proceso de acumulación del capital y que su consumo
alimente la reproducción ampliada del mismo capital, siendo consumidos
por trabajadores productivos o convirtiéndose en bienes de inversión
para un ciclo que efectivamente produzca plusvalía.
Dada la disminución visible del trabajo en el mundo contemporáneo y el
encogimiento invisible del trabajo productivo, solo una parte muy
pequeña de las actividades que se desarrollan en el mundo crean
plusvalía y siguen nutriendo al capitalismo.
6. La cuestión de la contradicción fundamental del capitalismo
Para el marxismo tradicional en todas sus variantes, la contradicción
fundamental del capitalismo es la que se da entre capital y trabajo
asalariado, entre trabajo muerto y trabajo vivo. Para la crítica del valor
la contradicción fundamental del capitalismo no es el conflicto entre el
capital y el trabajo asalariado, porque desde el punto de vista del
funcionamiento del capital, el conflicto entre capitalistas y asalariados es
un conflicto entre los portadores vivos del capital fijo y los portadores
vivos del capital variable; por tanto, un conflicto inmanente al sistema
mismo.
Para la crítica del valor esta oposición no es, por el contrario, más que
un aspecto derivado de la verdadera contradicción fundamental del
242
capitalismo que es la contradicción que se da entre el valor y la vida
social concreta.
7. La cuestión de la lucha de clases
La lucha de clases fue la forma de movimiento inmanente al capitalismo,
la forma en la que se desarrolló la base aceptada por todo el mundo: el
valor.
El desarrollo lógico, que comienza con la contradicción interna de la
mercancía y luego deduce todas sus consecuencias, considera las clases
sociales, y sobre todo las dos clases por excelencia: la de los capitalistas
y la de los trabajadores, no como las creadoras de la sociedad capitalista,
sino como sus criaturas, no son sus actores, sino que son activados por
ella. Como el dinero y la mercancía no pueden “ir por sí solos al mercado,
ni intercambiarse por sí mismos” es esto lo que, en el plano lógico,
genera las clases.
En su nivel más profundo, el capitalismo no es el dominio de una clase
sobre otra, sino el hecho de que la sociedad entera está dominada por
abstracciones reales y anónimas. Desde luego hay grupos sociales que
gestionan ese proceso y obtienen beneficios de él, pero llamarles “clases
dominantes” significaría tomar las apariencias por realidades. Marx no
dice otra cosa cuando llama al valor el “sujeto automático” del
capitalismo.
243
Son la valorización del valor, en cuanto trabajo muerto, a través de la
absorción del trabajo vivo, y su acumulación en forma de capital las que
gobiernan la sociedad capitalista, reduciendo a los actores sociales a
simples engranajes de ese mecanismo. La propiedad privada de los
medios de producción y la explotación de los asalariados, el dominio de
un grupo social sobre otro y la lucha de clases, aunque son sin duda
reales, no son sino las formas concretas, los fenómenos visibles en la
superficie, de ese proceso más profundo que es la reducción de la vida
social a la creación de valor mercantil.
Las clases no existen más que como ejecutoras de la lógica de los
componentes del capital, el capital fijo y el capital variable. Las clases
no se encuentran en el origen: El capitalista funciona únicamente como
capital personificado, el capital como persona, del mismo modo que el
trabajador no es más que trabajo personificado. La dominación de los
capitalistas sobre los trabajadores es por tanto la dominación de la cosa
sobre los seres humanos, del trabajo muerto sobre el vivo, del producto
sobre los productores, un proceso que, desde otro punto de vista,
presenta al capitalista igualmente sometido a la relación del capital.
El capitalista es un fanático de la valorización del valor, que no es más
que una rueda del engranaje del mecanismo social. Se trata de
“oficiales” o “suboficiales” los cuales “imparten órdenes en nombre del
capital”. En consecuencia, el capitalista no actúa como actúa porque sea
244
“malo”, el funcionamiento estructural del capitalismo no se debe a la
“sed de ganancia” o a la “rapacidad” de un grupo social como los
burgueses, tampoco puede reducirse la producción capitalista o los
cambios en su evolución a una estrategia consciente o a una
“conspiración” de los “poderosos”, por más que los detentadores del
capital no son víctimas inocentes pues se prestan de buena gana a su
labor, pero tampoco son capaces de controlar un proceso impulsado por
las contradicciones internas de una sociedad que tiene la mercancía
como “célula germinal”. En realidad, los capitalistas no son más que los
siervos de la autovalorización tautológica del capital, que reinvierten sus
beneficios en el ciclo siempre incrementado de la producción.
Trabajo asalariado y capital no son más que dos estados de agregación
de la misma sustancia: el trabajo abstracto cosificado en valor. Se trata
de dos momentos sucesivos del proceso de valorización, de dos formas
del valor.
Las clases no constituyen un antagonismo absoluto; son formas con
ayuda de las cuales se realiza el sujeto automático, el valor.
El trabajo asalariado y el capital no existen más que en su oposición
recíproca, en consecuencia, solo pueden desaparecer juntos.
Sí como Marx dice, el capital no es una “cosa”, sino una “relación social”,
esto significa que, tanto los trabajadores como los propietarios forman
245
parte del capital, pero como los marxistas recaen en la definición
burguesa del capital como conjunto de medios de producción; conciben
la “relación” como una relación entre clases, en la que solo una de ellas
“posee” el capital, y no como la relación tautológica del trabajo abstracto
consigo mismo, que más adelante produce a los sujetos sociales.
La clase capitalista y la clase obrera son consecuencias de la
organización del trabajo social en las categorías del capital y del trabajo
asalariado, y no sus creadores; es el valor el que constituye las clases y
cuyo reparto es lo éstas se disputan.
Los “marxistas tradicionales” de todas las tendencias: leninistas o
socialdemócratas, académicos o revolucionarios, tercermundistas o
socialistas “éticos”, ponían en el centro de sus razonamientos la idea del
conflicto de clases en cuanto lucha por el reparto del dinero, de la
mercancía y del valor, sin ponerlos ya en cuestión como tales.
Una parte considerable de las “luchas sociales” actuales, en el mundo
entero, es esencialmente la lucha por el acceso a la riqueza capitalista,
sin cuestionar el carácter de esta supuesta riqueza.
Lo que queda hoy de la lucha de clases es un corporativismo, un
lobbismo para unos grupos de asalariados que no demandan otra cosa
que sobrevivir en la competencia mundial, en cuyo accionar, a menudo
van del brazo de sus empleadores, aceptando reestructuraciones
246
“dolorosas” y/o reducciones de salario para mantener la
“competitividad” de “sus” empresas y salvar “empleos”, con lo cual no
“traicionan” su misión, sino que hacen explícita la identidad entre capital
y trabajo asalariado, que ya está establecida con el valor.
Todas las revoluciones socialistas que hemos visto dejaron intacto el
modo de actividad y solo trataban de lograr otra distribución de esta
actividad, una nueva distribución del trabajo entre otras personas, al
paso que la verdadera revolución comunista deberá estar dirigida contra
el modo anterior de actividad, eliminando el trabajo y suprimiendo la
dominación de las clases al acabar con las clases mismas. De tal forma
que el lema no es “liberar el trabajo” puesto que el trabajo es libre en
todos los países civilizados, de lo que se trata no es de liberar al trabajo,
sino de abolirlo.
8. La cuestión del llamado “sistema socialista”
La Unión Soviética nunca fue una alternativa histórica, sino solo la
contrapotencia mundial capitalista de los países históricamente
retrasados, una especie de contrasistema de capitalismo de estado, pero
nunca llegó a estructurar ni a encabezar lo que se ha dado en llamar un
sistema socialista mundial.
Como en el siglo XX se hizo imposible implantar el modo de producción
capitalista en un país sin que su economía se viera sacudida de
inmediato por el flujo de mercancías baratas provenientes de los países
247
ya industrializados, la única posibilidad de participar en la “modernidad”
en una posición no completamente subordinada era una autarquía
forzada: un espacio protegido de toda competencia exterior que debía
permitir el desarrollo de un capitalismo local. Es, en efecto, lo que
ocurrió en Rusia, en China y en muchos países de la periferia capitalista.
La “construcción del socialismo” en Rusia no era ni una tentativa --que
finalmente habría fracasado- de construir una sociedad emancipada
(como afirmaban sus partidarios), ni la loca ambición de realizar una
utopía ideológica (como querían creer sus críticos burgueses), ni
tampoco una “revolución traicionada” por la nueva burocracia parasitaria
(como proclamaban sus críticos “de izquierdas”). Era sobre todo una
“modernización tardía” en un país atrasado.
La mercancía, el dinero, el valor y el trabajo abstracto no solo no se
abolieron en la Rusia socialista, sino que se trató de desarrollarlos hasta
los niveles occidentales suspendiendo el libre mercado. La economía
mercantil no fue superada.
En Rusia se repitió una especie de “acumulación primitiva” que
implicaba la transformación forzosa de decenas de millones de
campesinos en trabajadores de fábrica y la difusión de una mentalidad
adaptada al trabajo abstracto.
La autarquía llevó a un nivel tal de autosuficiencia que el comercio
exterior se redujo al mínimo; en esas condiciones de cero disputa y
rivalidad sin emular con nadie le permitió desarrollar a ese enorme país
248
una industria que habría desaparecido al instante de haber tenido que
resistir a la competencia mundial, ello condujo a que la Unión Soviética
se convirtiera en la segunda potencia industrial del mundo. Es bueno
recalcar que, sin la existencia de un vasto y extenso mercado protegido
(el llamado Consejo de Ayuda Mutua Económica) la supervivencia de
numerosas industrias no habría tenido ninguna oportunidad de triunfar
en los mercados mundiales.
Las “democracias occidentales” se declaraban horrorizadas por los
métodos con los que se había alcanzado ese resultado, aunque en
realidad, no deberían haber visto en ellos más que un resumen de los
horrores de su propio pasado. La atrasada Rusia había repetido en
algunos años lo que en el Oeste había llevado siglos. El Occidente
llamado “libre” hubiera debido reconocer en los países del Este el reflejo
de sus propios orígenes, aunque ni de un lado ni del otro se quería
admitir este hecho.
Los éxitos iniciales de la URSS animaron en gran medida a otros países
a intentar seguir la misma vía para integrarse con una posición de fuerza
en la economía mundial. Tal fue primero el caso de China, mientras que
numerosos países del Tercer Mundo trataban de combinar el enfoque
estatista con dosis más o menos elevadas de mercado. Cuanto más
avanzada estaba la evolución del mercado mundial y más atrasados
estaban los países en cuestión conforme a los criterios capitalistas, más
violentos, e incluso delirantes, eran los métodos. La ideología socialista
249
no era más que una justificación paradójica para introducir más
rápidamente las categorías capitalistas en países en los que estas
estaban en gran medida ausentes. En lugar de “emancipar” al
proletariado, primero había sido preciso crearlo de la nada.
El llamado “socialismo real” jamás fue una “alternativa” a la sociedad
mercantil, sino una rama muerta de esa misma sociedad, una nota a pie
de página de su historia que, al no poder superar su contradicción de
fondo aspiraba a regular de manera consciente el automovimiento del
valor y del dinero, que es ciego por naturaleza. Se trataba pues de una
sociedad basada en la mercancía y el valor que al mismo tiempo había
abolido la competencia, que en una sociedad mercantil adapta la
producción a las necesidades sociales, por eso todas las insuficiencias
de la economía soviética: una producción que no tenía en cuenta ni la
calidad ni las necesidades, una gran dificultad para enviar los recursos
allí donde resultaban útiles, un bajo rendimiento del trabajo, etc.
Agotado el fordismo en los años 1970, a esta especie de contrasistema
de capitalismo de estado no le fue posible hacer la transición hacia la
tercera revolución industrial, la de la micro-electrónica, para mantener
en su conjunto las formas de reproducción social, por eso, en los años
80 el capitalismo de estado del Este colapsó, al fracasar
económicamente en el mercado mundial, con cuyos criterios y modelos
tenía que medirse como sistema productor de mercancías.
250
Pero a diferencia de lo que pensaban los vencedores, el hundimiento del
llamado “sistema socialista” no significó la victoria definitiva del
capitalismo occidental. Constituye, bien al contrario, una nueva etapa en
la crisis mundial de la sociedad mercantil. Se ha roto otro eslabón más
de la cadena. Una economía mundial basada en la competencia produce
necesariamente ganadores y perdedores, y la distancia entre ellos se
vuelve pronto infranqueable cuando cada nueva invención tecnológica
beneficia sólo a aquellos que pueden permitirse incorporarla y en la que
los excluidos acaban en la miseria.
9. La cuestión de la ley del valor y la producción de plusvalía en
el socialismo
Hay “dos niveles” de la representación fetichizada: el primero, cuando
el trabajo se representa en el valor y, el segundo, cuando el valor se
representa en el valor de cambio; es decir, en el dinero. Aparentemente,
se trata de un problema muy teórico, casi filológico, pero no lo es.
No podemos considerar como normal el paso del trabajo al valor,
mientras lo malo sería exclusivamente el paso del valor al dinero.
Lo anterior se corresponde con la idea de que el trabajo, representado
en el valor, es “bueno”, pero debería representarse directamente, y no
en el dinero. De esta manera, la concepción del valor pierde toda su
dimensión crítica y se vuelve posible reemplazarla por la supuesta “ley
251
del valor”, que habría de regular la distribución de las cantidades de
trabajo en las diferentes ramas de la producción.
El reproche principal que los marxistas tradicionales le han hecho al
capitalismo no ha sido el de someter el contenido material de la
producción al valor. Le reprochaban, bien al contrario, que obstaculizase
el funcionamiento “natural” de la ley del valor. Sería la “anarquía del
mercado” la que en el capitalismo falsearía el “verdadero” valor,
concebido como una instancia neutra de regulación; mientras que el
socialismo se caracterizaría, no por la abolición de la ley del valor, sino
por su “aplicación consciente” a través de la planificación. Esta no era
una consecuencia implícita, sino que se proclamaba de viva voz en todos
los países que se han llamado socialistas como la verdadera diferencia
entre socialismo y capitalismo. De este modo, quedaba naturalmente
justificada la perennidad de la mercancía y del dinero en tal forma de
“socialismo”.
La “ley del valor” era considerada además como una teoría de la justicia
que fundamenta el derecho del obrero, en cuanto productor del valor, a
recibir este sin merma.
La “ley del valor” es fetichismo porque significa que la sociedad al
completo presta a los objetos una cualidad imaginaria. Creer que las
mercancías “contienen” trabajo es una ficción aceptada por todos los
miembros de la sociedad mercantil. Esta supuesta “ley” no es en
252
absoluto una base natural velada por el fetichismo, como pretende el
marxismo tradicional, sino que ella misma es un fetichismo, un
totemismo moderno.
Los marxistas tradicionales no han comprendido nunca bien la diferencia
entre trabajo abstracto y trabajo concreto, entre la producción como
satisfacción de necesidades y la producción como acumulación de
trabajo muerto bajo la forma de valor. Para ellos, el trabajo, incluso bajo
condiciones capitalistas, es siempre un trabajo útil cuyo contenido no
ponen en cuestión. El trabajo, cualquiera que este sea, es así el bien
supremo, y el trabajador es glorificado como “creador de todos los
valores”, sin distinguir entre la producción de valores de uso y la
producción de valor para el capital, y sin tener tampoco en consideración
la naturaleza de los valores de uso.
El ideal inconfesado ha sido siempre el retorno a una especie de
producción simple de mercancías sin plusvalía ni capital; llegando incluso
a plantearse que este tipo de producción había existido realmente antes
del capitalismo; en el fondo criticaban la existencia del dinero como fin
en sí mismo, pero sin poner en duda su base social, el trabajo como fin
en sí mismo. Se escandalizaban por la acumulación tautológica del
dinero sin preocuparse por la acumulación tautológica del trabajo.
Para el marxismo oficial que dominó el movimiento obrero el trabajo
constituye lo contrario, concreto y positivo, de la abstracción
253
representada por el dinero. De aquí derivaban el programa de una
sociedad basada enteramente en el “trabajo honrado”, en el que no
habría apropiación de plusvalía. Según las circunstancias, este programa
podría adoptar la forma de una red de cooperativas, donde los
trabajadores produjesen sin patrón, o de un “Estado obrero”, en el que
la administración de la plusvalía estaría regulada por una instancia que
supuestamente representaría a todos los trabajadores: el partido-
Estado.
Pero un intercambio de mercancías no puede tener lugar sin dinero,
pues solo gracias al hecho de designar una mercancía como mercancía
universal -es decir, como dinero-, las demás mercancías se convierten
realmente en iguales en cuanto mercancías. Si se le retira al dinero su
“privilegio”, para hacer de él una mercancía como las otras, todo el
sistema se disuelve. Por supuesto, puede existir una producción material
sin dinero, pero no intercambios mercantiles sin dinero, es la tentativa
de mantener la producción capitalista, identificada solo con la técnica, y
no cambiar más que la distribución y la circulación.
De la misma manera no es posible una abolición de la producción de la
plusvalía sin la abolición de la producción de valor. Esto exp1ica también
por qué los marxistas de todas las tendencias han llegado tan rara vez
a esta conclusión teórica: estaban casi siempre empeñados en ver ya en
acto la abolición de la producción de plusvalía en algún lugar del mundo,
254
pero evidentemente sin poder afirmar que en el país en cuestión ya no
existía el valor.
10. La cuestión de la democracia, la política y el Estado
La política nació debido a que el intercambio de mercancías no prevé
relaciones sociales directas y como consecuencia, es necesaria una
esfera para tales relaciones y para la realización de los intereses
universales. Sin instancia política, los sujetos del mercado entrarían
inmediatamente en una guerra generalizada de todos contra todos, y
naturalmente nadie querría encargarse de garantizar las
infraestructuras.
Como la lógica del valor se basa en productores privados que no tienen
vínculo social entre ellos, debe producir una instancia separada que se
ocupe del aspecto general, y esa es la política. El Estado moderno ha
sido creado, pues, por la lógica de la mercancía. Es la otra cara de la
mercancía; los dos están ligados entre sí como dos polos inseparables.
Aunque muchos se nieguen todavía a comprender la lógica inexorable
que ha conducido a un estado del mundo tan sombrío, se extiende la
convicción de que la economía capitalista ha puesto a la humanidad ante
grandes problemas, pero ante los mismos casi siempre la primera
respuesta es la siguiente: “Hay que volver a la política para imponerle
255
reglas al mercado. Es preciso restablecer la democracia amenazada por
el poder de las multinacionales y por las bolsas”
¿Pero de verdad la política y la democracia son lo contrario de la
economía autonomizada? ¿De verdad son capaces de reducirla a sus
“justos límites”?. No, en la sociedad del valor la política se encuentra en
una relación de dependencia con respecto a la economía El problema no
reside en el hecho de que la política no sea lo bastante “democrática”,
y que la democracia esté “manipulada”, sea “formal”, “falsa” y/o
“burguesa”, sino todo lo contrario: la democracia es la otra cara del
capital, la forma más adecuada a la sociedad capitalista, en la cual los
individuos han interiorizado completamente la necesidad de trabajar y
de ganar dinero. Donde aún es indispensable inculcar a los hombres la
sumisión al capital sirviéndose del palo, el capital todavía se halla en una
forma imperfecta.
Incasablemente en la izquierda, nos limitamos a poner de relieve que
los grupos económicos, los medios, las iglesias, etc. manipulan a los
electores y transforman la democracia en una cosa muy diferente de
aquello que está escrito en las constituciones, por más que tales
manipulaciones existan.
La democracia está completa cuando todo es materia de
negociaciones...salvo las constricciones que se derivan del trabajo y del
dinero.
256
Los sujetos para los que la transformación del trabajo en dinero es el
fundamento indiscutible de su existencia siempre se decantarán, incluso
si son “completamente libres” de elegir, a favor de lo que las leyes de la
mercancía imponen bajo la forma de “imperativos tecnológicos” o
“imperativos del mercado”. “Desenmascarar” los “verdaderos intereses”
ocultos detrás de tales “imperativos” es uno de los deportes preferidos
de la izquierda. Pero lo que habría que poner más bien en discusión es
el sistema fetichista que produce esos imperativos, que son bien reales
en su seno.
Oponer las realidades “sólidas” y “honestas” del Estado y de la nación,
del trabajo y de las “inversiones productivas” al capital financiero y la
especulación bursátil corre el riesgo de convertirse, independientemente
de cuales sean las intenciones de sus promotores, en un juego bastante
peligroso, más útil para movilizar resentimientos que para crear un
movimiento de emancipación social, eso es limitarse a elegir un polo de
la abstracción (el Estado, el trabajo) para enfrentarlo al otro (el dinero,
las finanzas).
Está de moda oponer la “democracia” a las “finanzas desencadenadas”
en lugar de oponer la emancipación social al capitalismo. Pero en
realidad la polémica contra la especulación es perfectamente compatible
con el elogio del “capitalismo sano”, mientras que los “excesos
financieros” serían una especie de enfermedad, argumentación que
257
confunde la causa y el efecto de la crisis ya que no es el peso de las
finanzas parasitarias el que abruma a una economía capitalista, sino que
es la ya agotada economía del valor la que sigue sobreviviendo
provisionalmente gracias a la especulación.
11. La cuestión del capitalismo como sociedad sexista,
machista y masculina
La transformación del trabajo en valor no puede tener lugar más que si
está rodeada de una gran cantidad de otras actividades que, por su
parte, no pueden responder a los criterios de la rentabilidad y de la
transformación en valor, o bien en las cuales el gasto de trabajo ni
siquiera puede determinarse. Los “faux frais” de la producción son solo
una parte de ellas, una parte además que aún se encuentra dentro del
campo “económico”.
Mucho más extendidas, aunque resultan incalculables, están todas las
actividades indispensables para la reproducción social que se desarrollan
fuera de la esfera “económica”, ellas son como el “reverso oscuro” de la
valorización, de una enorme zona de sombra sin la cual no existiría la
luz de aquello que vale como “producción”.
La parte más importante de esas actividades que no son consideradas
como “trabajo”, y que en consecuencia no se pagan, es efectuada por
las mujeres, pero el valor es masculino, es el hombre; por eso, la relación
258
tradicional entre los sexos es puesta en cuestión porque el trabajo
femenino, en cuanto “reverso oscuro” de la valorización, no puede
integrarse en la lógica del valor.
A pesar de su carácter abstracto, el valor no es “neutro” en el plano del
sexo, pues se basa en una escisión: todo lo que es susceptible de crear
valor es “masculino”. Las actividades que en ningún caso pueden
adoptar la forma del trabajo abstracto, y sobre todo la creación de un
espacio protegido en el que el trabajador puede descansar de sus
fatigas, son estructuralmente “femeninas” y no se pagan. Esta es una
de las razones por las que la sociedad capitalista ha negado durante
tanto tiempo el estatus de “sujeto” a la mujer como, por ejemplo, el
derecho al voto.
En la sociedad mercantil, solo aquel que gasta trabajo abstracto es
considerado un sujeto de pleno derecho. Las demás actividades, por
muy fatigosas o necesarias que sean, aquellas que no logran la
“dignidad” de hacerse consumir directamente por la máquina de la
valorización, permanecen marcadas por el signo de la inferioridad. Es
pues consecuencia de la lógica del valor que la mujer que cuida al suegro
de cierta edad se considere como que no “trabaja”, mientras que su
marido, que fabrica bombas o llaveros, sí lo hace.
Por supuesto, en las últimas décadas muchas mujeres se han convertido
en “sujetos” en el sentido de la mercancía, y en ocasiones incluso han
259
alcanzado puestos de dirección, pero para lograrlo han tenido que
convertirse en “varones”; en efecto, la “escisión” producida por el valor
implica también que el sujeto capitalista desarrolle en sí mismo solo
aquellas cualidades que son necesarias para el éxito en el mundo del
trabajo, consideradas estructuralmente como “masculinas”:
autodisciplina, razón, lógica, dureza para consigo mismo y con los otros.
Su propia parte “femenina” se delega enteramente a las mujeres, que
deben utilizarla para “amueblar” el reposo del guerrero. El hecho de que
hoy tales cualidades, que evidentemente son culturales, puedan
desligarse de sus portadores biológicos no hace más que reforzar el
mecanismo estructural: aquel que, sea hombre o mujer, se comporte en
el mundo del trabajo según criterios tradicionalmente “femeninos” como
la compasión no llegará demasiado lejos.
https://www.alainet.org/es/articulo/190812
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Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/190812
260
LA AGENDA 2030 Y EL COVID 19
El Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021, presentado
el pasado martes en la Sede de la ONU en Nueva York, muestra el
exorbitante peaje que la pandemia de COVID-19 se ha cobrado de la
Agenda 2030. Además de los casi cuatro millones de muertes por
coronavirus, entre 119 y 124 millones de personas volvieron a la pobreza
y al hambre crónica, y se perdió el equivalente a 255 millones de
empleos a tiempo completo, indica el informe.
“La pandemia ha detenido o revertido años o incluso décadas de
progreso en el desarrollo. La pobreza extrema mundial aumentó por
primera vez desde 1998”, dijo el secretario general adjunto de la ONU,
Liu Zhenmin, durante el lanzamiento, que tuvo lugar en el Foro Político
de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible
Además, las interrupciones de los servicios de salud esenciales han
amenazado años de progreso en la mejora de la salud materno infantil,
el aumento de la cobertura de inmunización y la reducción de las
enfermedades transmisibles y no transmisibles. Alrededor del 90% de
los países todavía informan sobre una o más interrupciones importantes
de los servicios de salud esenciales.
Agenda 2030: agudas desigualdades
El informe también indica que la pandemia ha puesto de manifiesto e
intensificado las desigualdades dentro y entre países. A 17 de junio, se
administraron alrededor de 68 inyecciones de vacunas por cada 100
261
personas en Europa y América del Norte, en comparación con menos de
dos en África subsahariana.
Millones de niños corren el riesgo de no volver nunca a la escuela;
mientras que un número cada vez mayor se ha visto obligado a contraer
matrimonio o han acabado explotados en un trabajo que no debían de
hacer a su edad.
Con billones de dólares de los turistas perdidos durante los cierres
pandémicos, el colapso del turismo internacional ha impactado de
manera desproporcionada a los pequeños Estados insulares en
desarrollo que ya estaban en apuros.
“Los más pobres y vulnerables continúan corriendo un mayor riesgo de
infectarse por el virus y han sido los más afectados por las consecuencias
económicas”, destacó el Sr. Zhenmin.
Si bien se está produciendo una recuperación económica, liderada por
China y Estados Unidos, en muchos otros países no se espera que el
crecimiento económico vuelva a los niveles anteriores a la pandemia
antes de 2022 o 2023.
Agenda 2030: desafíos climáticos y de biodiversidad
El informe también confirma lo que agencias de la ONU como
la Organización Meteorológica Mundial han estado dando la alarma: la
desaceleración económica en 2020 hizo poco para frenar la crisis
climática, que continúa en gran medida sin cesar.
262
Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero
siguieron aumentando, mientras que la temperatura media mundial se
situó alrededor de 1,2° centígrados por encima de los niveles
preindustriales, peligrosamente cerca del umbral de 1,5 ° establecido en
el Acuerdo de París.
El mundo también se quedó corto en los objetivos de 2020 para detener
la pérdida de biodiversidad y la reversión de los 10 millones de hectáreas
de bosque que se perdieron cada año, entre 2015-2020.
Igualdad de género y finanzas
La pandemia de COVID-19 también ha afectado negativamente el
progreso hacia la igualdad de género. La violencia contra las mujeres y
las niñas se ha intensificado, se espera que aumente el matrimonio
infantil y las mujeres han sufrido una parte desproporcionada de la
pérdida de puestos de trabajo y mayores responsabilidades de cuidado
en el hogar.
Mientras tanto, los flujos globales de inversión extranjera directa
cayeron un 40% en 2020 en comparación con 2019. El documento
muestra que la pandemia ha traído inmensos desafíos financieros,
especialmente para los países en desarrollo, con un aumento
significativo del sobreendeudamiento.
Un futuro más brillante aún es posible
“Este informe presenta un panorama preocupante sobre el estado de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, también destaca
263
historias de resiliencia, adaptabilidad e innovación durante la crisis,
que indican que es posible un futuro mejor”, subrayó Zhenmin.
Agregó que hay indicios de que los países están tomando medidas en el
marco de sus planes de recuperación, que podrían mejorar la acción de
los Objetivos, y que los próximos 18 meses son críticos.
Según el informe, para volver a encarrilar la Agenda 2030, los gobiernos,
las ciudades, las empresas y las industrias deben utilizar la recuperación
para adoptar vías de desarrollo bajas en carbono, resilientes e
inclusivas que reducirán las emisiones de carbono, conservarán los
recursos naturales y crearán mejores empleos, avanzar en la igualdad
de género y abordar las crecientes desigualdades.
“Estamos en una coyuntura crítica de la historia de la humanidad. Las
decisiones y acciones que tomemos hoy tendrán consecuencias
trascendentales para las generaciones futuras. Las lecciones aprendidas
de la pandemia nos ayudarán a enfrentar los desafíos actuales y
futuros”, instó Zhenmin.
El subsecretario general explicó que los próximos meses determinarán
si la crisis del COVID-19 sirve como una “llamada de atención muy
necesaria”. “La comunidad mundial, ante todo, debe garantizar un
acceso equitativo a las vacunas y tratamientos COVID-19. Este es un
paso crítico que realmente puede impulsar una década de acción”.
Foro Político de Alto Nivel
La Agenda 2030, adoptada por todos los Estados Miembros de las
Naciones Unidas en 2015, proporciona un plan común para la paz y la
prosperidad de las personas y el planeta, ahora y en el futuro. En su
264
esencia, los 17 Objetivos suponen mejorar la salud y la educación,
reducir la desigualdad y estimular el crecimiento económico, todo
mientras se aborda el cambio climático y se trabaja para preservar
nuestros océanos y bosques.
El lanzamiento del informe de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021
coincide con el inicio del Foro de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible
el pasado martes. El evento es la plataforma central de las Naciones
Unidas para el seguimiento y la revisión de la Agenda 2030. La reunión
continuará hasta el 15 de julio, bajo los auspicios del Consejo Económico
y Social. Esto incluye la reunión ministerial de tres días.
Los ministros discutirán formas de garantizar una recuperación
sostenible y resistente del COVID-19 que ponga al mundo en el camino
correcto para hacer realidad la Agenda 2030. En total, 43 países también
presentarán sus revisiones nacionales voluntarias de su implementación
de la Agenda 2030.
La reunión pondrá el foco en nueve Objetivos Globales de este año:
poner fin a la pobreza, acabar con el hambre, mejorar la salud, lograr
un trabajo decente, reducir las desigualdades, hacer un consumo y una
producción responsables; tomar medidas para frenar el cambio climático
y mantener la paz.
Fuente: ONU, Ambientum 8 de julio 2021
265
INTELIGENCIA ARTIFICIAL (VIDEO)
MARÍA LUISA PFEIFFER
Aportamos este video hecho por la UNESCO sobre inteligencia artificial
que nos abre la puerta no sólo a conocer de qué se trata este fenómeno
tan mencionado sino a reflexionar el sentido que tiene todo este trabajo
tecnocientífico que pretende ser un intermediario entre hombre y
máquina. El video acentúa el interés de la UNESCO que compartimos
que es el de poner en el centro del desarrollo de la inteligencia artificial
valores, y por ello consideran que es necesario “educar a los sistemas,
a los algoritmos, antes de que tomen el poder”. Desde la bioética
centrada sobre la promoción y respeto de los derechos
humanos consideramos que hay valores que comparte toda la
humanidad aunque haya modos diferentes de ponerlos en
práctica. Hay valores universales, compartidos por culturas y
religiones, como el respeto a la vida, a la verdad, a la justicia,
el reconocimiento del otro ser humano como valioso y por
consiguiente su consideración por encima de la ciencia, el
conocimiento, el interés comercial, el dinero. Reconocer los
derechos humanos es reconocer esos valores y muchos otros.
Este video nos recuerda que lo que llamamos inteligencia artificial
es una máquina cuyos “resortes” y “respuestas” han sido programados
por seres humanos, hombres en su gran mayoría y algunas mujeres que
insertan en esas máquinas sus propias creencias, sus supuestos, su
266
sentido del mundo y de la vida asociado necesariamente con la
valoración de la técnica, la ciencia, el progreso, el individuo, la razón,
probablemente con la creencia de la superiodidad del humano sobre la
naturaleza y la naturalización de su uso y “corrección” por parte de
éste. Esto deja fuera de juego a muchas culturas con otro sentido de
las relaciones con el mundo, con la historia, con el futuro y con el otro,
pero además deja fuera de juego también a quienes no puede acceder
a los robots que usan esa inteligencia puesto que para ello deben
alcanzar un estatus económico que sólo goza un 20% de la población
mundial. Como bioeticistas debemos estar alerta y no dejarnos seducir
por lo que se presenta como futuro deseable para la humanidad en un
planeta donde debemos reconocer que millones de personas sufren, en
el siglo XXI, de hambre extrema. El Informe mundial sobre las crisis
alimentarias 2019, presentado este martes conjuntamente por la Unión
Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos, concluye que
“alrededor de 113 millones de personas en 53 países
experimentaron inseguridad alimentaria aguda en 2018”, es decir no
pudieron acceder a alimentos adecuados, lo cual puso en peligro
inmediato su vida. Para decirlo más sencillamente sufrieron y sufren
hambre y mueren por ello. ¿Esto significa que la tecnociencia no debe
experimentar? Antes de responder debemos investigar cuál es el costo
de esa experimentación, que hacen unos pocos y gozan otros pocos,
para el resto de la humanidad. Fuente: https://redbioetica.com.ar/inteligenciaartificial-video/
267
LA EDUCACIÓN POS-PANDEMIA
ROBERTO M. ÁLVAREZ DEL BLANCO
Reproducimos un comentario sobre educación pos pandemia que nos
parece fundamental a la hora de pensar realmente en qué debe consistir
una educación pos pandemia. Extraigo una frase del texto porque es la
clave de todo el planteo ya que expresa lo que se espera de la educación
no sólo en este comentario sino en multitud de otros que se plantean
que la educación debe cambiar. Si “La educación consiste, básicamente,
en transmitir conocimientos, inculcar capacidades para utilizarlos y
desarrollar habilidades para solucionar problemas con ellos, tanto
teóricos como prácticos”, está claro que el planteo de este comentario y
múltiples otros es cómo usar la tecnología para obtener mejores
esclavos del sistema. La educación debe cambiar y ello no significa que
debe aprender a usar la tecnología sino que debe considerar nuevos
valores, que está obligada a mostrar a niños, adolescentes y adultos que
un mundo guiado por la codicia y el consumo va a su destrucción, que
no se puede hablar de justicia mientras haya desigualdades y
discriminación, que un valor irrenunciable debe ser la paz y para ello
deben desaparecer las armas y los presupuestos militares, que el valor
mayor no es la eficacia sino la dignidad de cada ser humano, que la
relación con el otro, sea humano como no humano, debe basarse en la
cooperación y no en la competencia.
268
Indudablemente vivimos la cuarta revolución industrial de la alta
tecnología, y en la acelerada era digital, pero todavía nos quedan por
resolver algunas paradojas de la educación a distancia. El impacto no
solo es en los estudiantes sino también en los profesores y en los
maestros. Muchos de ellos se enfrentan a desafíos que no habían
imaginado. Aunque los estudiantes de este siglo han nacido en la era
digital y muchos de los educadores están entrenados en el uso de
plataformas digitales, la dificultad en la educación a distancia impone
múltiples desafíos. Numerosas instituciones están transformándose
hacia esta nueva modalidad como plataforma de enseñanza alternativa,
como un suplemento a las clases tradicionales, o como una emergencia
en situaciones de crisis. Aún, cuando las herramientas tecnológicas han
avanzado significativamente quedan por resolver numerosos aspectos
para la adopción de técnicas y tecnologías para el aprendizaje en
remoto. 30 Con fortuna, con la pedagogía correcta y las herramientas
digitales adecuadas para una clase virtual, será posible superar los
desafíos que la educación a distancia impone. Los estudiantes
universitarios investigados recientemente sobre el tema manifiestan una
preocupación muy grande sobre el futuro y sobre su formación. Se
sienten con niveles elevados de estrés, ansiedad y soledad: el 54%
indican que tienen dificultades para controlar los aspectos importantes
de sus vidas, y el 56% menciona que se sienten aislados de los demás.
Además de indicar su preocupación por su seguridad personal,
seguridad alimenticia o seguridad habitacional (15%). Estos estudiantes
universitarios y de post grado no solo están preocupados por su
269
presente: cuando se les interroga sobre qué piensan sobre el futuro,
están intranquilos por la posibilidad de no encontrar trabajo (60%), o
porque tendrán dificultades para cubrir el coste de vida (58%), o porque
experimentarán dificultades financieras luego de su graduación (50%).
Básicamente, lo atribuyen a que se graduarán en instituciones cuyos
programas han sido impartidos a distancia, con un nivel de calidad
inferior al de los tradicionales programas presenciales. En el caso de los
alumnos de escuelas primarias y secundarias la preocupación es que la
educación a distancia pueda ocasionar un impacto en el bienestar social
y emocional. Al perder acceso a los adultos en los que confían, amigos
y especialistas en salud psicológica, esta disrupción social puede
impactar en el desarrollo mental e incrementar el riesgo de estrés, con
consecuencias en el corto plazo para la salud psicológica y física, igual
que a las consecuencias a largo plazo, como la capacidad de aprendizaje
posterior en la formación universitaria. Para ello es necesario disminuir
el número de alumnos en las clases virtuales y aumentar la colaboración
e interacción con los profesores. Los grupos de jóvenes investigados
sobre la educación a distancia documentan pérdida de relación social,
fatiga por el método de enseñanza, desconexión visual en clase,
irritación y visión borrosa.
Adicionalmente, indican falta de estructura al no haber horarios y rutinas
ya que desde casa se pueden establecer las propias rutinas. Para
algunos esta flexibilidad es liberadora, pero la mayoría prefiere conocer
exactamente las expectativas y que se espera de ellos. Las distracciones
externas en el hogar también se juzgan perjudiciales. Desde el sonido
270
de cuando alguien llama a la puerta, actividad en la cocina, o familiares
que se mueven en el interior del hogar, hasta aromas, sonidos o vistas
que son parte de la vida diaria provocan la dificultad de concentración
en el trabajo escolar. Las distracciones suceden tanto en los espacios
habitacionales grandes como en los reducidos. A ello se le añade la
percepción de falta de apoyo de los maestros, o seguimiento de los
profesores para que los alumnos mantengan la disciplina y la
concentración en lo que hacen. Produce un posible abandono de los
deberes para dedicarse a otra cosa que consideran más agradable que
la tarea escolar. Las emociones en el entorno familiar juegan también
un papel importante en la posible desmotivación o concentración. Igual
que la pérdida de los recesos escolares para actividades de gimnasia,
música, o arte, que permite a los alumnos renovar el ánimo.
Para muchos alumnos estos mini descansos o paréntesis ayudan a
reenfocarse para el aprendizaje. Las comunicaciones de los maestros vía
e-mail pueden resultar difíciles de seguir, igual que una clase oral muy
larga. A mayor cantidad de e-mails, más dificultad para mantener la
concentración o el interés. 31 Un aspecto muy importante se vincula a
la igualdad. Muchos estudiantes carecen de acceso a Internet o a
ordenadores individuales en el hogar. Y sus padres adolecen de las
condiciones económicas para suministrarles estas herramientas, lo que
produce una injusta desigualdad de oportunidades de aprendizaje. En
algunas regiones geográficas, sencillamente el acceso a Internet es
inexistente. Siempre se ha insistido que las escuelas y las universidades
son mucho más que edificios. Esta experiencia nos está demostrando la
271
real interconexión entre el sistema educativo y la vida exterior a la
escuela. Uno de los grandes desafíos que nos propone este momento
sin precedentes es el de ajustar la infraestructura familiar con las
funciones de aprendizaje en el hogar e interactuar de forma distinta. La
educación consiste, básicamente, en transmitir conocimientos, inculcar
capacidades para utilizarlos y desarrollar habilidades para solucionar
problemas con ellos, tanto teóricos como prácticos. Pero la mejor forma
de aprender es la tradicional: alguien que sabe cuenta y explica algo a
alguien presente y este último lo va comprendiendo. Los colegios y las
universidades mejores, de élite y más caros muy probablemente
seguirán siendo los presenciales.
Fuente: https://redbioetica.com.ar/la-educacion-pos-pandemia/
272
DIFERENTES CULTURAS DEFINEN LA FELICIDAD
DE MANERA DIFERENTE
POR ARTHUR C. BROOKS *
15 DE JULIO DE 2021
" Cómo construir una vida " es una columna semanal de Arthur Brooks
que aborda cuestiones del significado de la felicidad.
El bienestar está lejos de ser universal. Aquí hay cuatro modelos que le
ayudarán a comprender el mundo y su propia mente.
Jan Buchczik
*
Arthur C. Brooks es un escritor colaborador en The Atlantic, profesor William Henry Bloomberg de
práctica de liderazgo público en la Harvard Kennedy School y profesor de práctica administrativa en
la Harvard Business School.
273
Todo el mundo sabe dónde viven las personas más felices del mundo,
las Naciones Unidas nos lo informa cada año. Durante los últimos años,
Finlandia ha ocupado el puesto número 1, encabezando el grupo de los
países nórdicos, que se consideran muy felices. Y dado que han
descifrado el código de la felicidad, como escribió recientemente mi
colega Joe Pinsker, muchos de nosotros estamos tentados a imitar los
hábitos nórdicos. Vive como un finlandés, da un paseo por el bosque,
nada en el hielo y todo irá bien, ¿verdad?
No tan rápido. Para que el Informe mundial de la felicidad y otros índices
internacionales de felicidad comparen los autoinformes de felicidad,
deben asumir que las personas de todo el mundo definen la felicidad y
responden las encuestas de felicidad aproximadamente de la misma
manera. Si esta suposición no se cumple, entonces los índices de
felicidad son tan confiables como una clasificación de la calidad de la
música basada en cuánto dicen los residentes de cada país que les
gustan sus canciones locales. Esto indicaría algo sobre el entusiasmo de
cada país por sus estilos musicales, pero proporcionaría poca
información sobre qué música es objetivamente "mejor", dadas las
diferencias en las tradiciones y los gustos de las personas.
La investigación sobre cómo las personas de todo el mundo conciben el
bienestar, de hecho, revela algunas diferencias importantes entre las
naciones. Comprender estas diferencias nos da una imagen mucho más
rica de la felicidad global que la que puede representar cualquier
274
índice. Pero lo que es más importante, proporciona un conjunto de
modelos de bienestar que cada uno de nosotros puede seguir.
A primera vista, las formas en que las personas de todo el mundo dicen
que experimentan la felicidad tienen algunos puntos en común
obvios. Un estudio de 2016 de 2.799 adultos en 12 países encontró que
en todas las naciones estudiadas, las definiciones psicológicas de
felicidad - "un estado interior, sentimiento o actitud" - dominaban a
todas las demás. En particular, personas de todo el mundo dijeron que
encontraron la felicidad al lograr la "armonía interior".
La armonía interior puede parecer universal, pero puede significar cosas
muy diferentes en diferentes lugares. Por ejemplo, mientras filmaba
hace dos un documental en Dinamarca sobre la búsqueda de la felicidad
años, descubrí que los daneses solían describir la armonía interior en
términos de hygge, que es algo así como comodidad y convivencia
confortable. Mientras tanto, he descubierto que los estadounidenses
tienden a definirlo en términos de sus habilidades para satisfacer sus
pasiones, generalmente en el contexto del trabajo.
Así que las definiciones psicológicas no dan mucha importancia a la
felicidad. Y a partir de ahí, las diferencias entre países solo se amplían. El
mismo estudio de 2016 citado anteriormente encontró, por ejemplo, que
el 49 por ciento de los estadounidenses se refirió explícitamente a las
relaciones familiares en su definición de felicidad, mientras que los
europeos del sur y los latinoamericanos generalmente la concibieron en
275
términos de uno mismo: solo el 22 por ciento de los portugueses, el 18
por ciento de los mexicanos y el 10 por ciento de los argentinos hablaron
de sus familias en sus definiciones de felicidad.
Al escribir en el International Journal of Wellbeing en 2012, dos
académicos japoneses destacaron una importante diferencia cultural en
la definición de felicidad entre las culturas occidental y asiática. En
Occidente, encontraron que la felicidad se define como "un estado de
alta excitación, como la emoción y un sentido de logro
personal". Mientras tanto, en Asia, "la felicidad se define en términos de
experimentar un estado de baja excitación como la calma".
En países grandes, incluso comparar personas dentro de las mismas
fronteras puede ser difícil de lograr con precisión. La felicidad se define
de manera muy diferente en el norte de la India frente al sur, por
ejemplo. Y la investigación muestra que Estados Unidos alberga
importantes diferencias regionales en las características de la
personalidad. Por ejemplo, las personas en las regiones del Atlántico
medio y noreste tienden a mostrar más ansiedad por el apego ("¿Cuándo
llamarás?"), mientras que los estados del oeste generan evitan el apego
("Nos vemos cuando te vea").
Incluso las palabras que usamos para hablar sobre la felicidad tienen
diferentes connotaciones en diferentes lenguas. En las lenguas
germánicas, la felicidad tiene sus raíces en palabras relacionadas con la
fortuna o el destino positivo. De hecho, la felicidad proviene del inglés
276
medio hap, que significa "suerte". Mientras tanto, en los idiomas de
origen latino, el término proviene de felicitas , que en la antigua Roma
se refería no solo a la buena suerte, sino también al crecimiento, la
fertilidad y la prosperidad.
En resumen, las culturas varían ampliamente en sus definiciones de
felicidad. Por lo tanto, es imposible decir que un país es más feliz que
otro en un sentido absoluto, y un índice único de “los países más felices
del mundo” no es instructivo. La felicidad se puede definir y medir de
muchas formas diferentes. Quizás Finlandia es el país más feliz según
una definición; es casi seguro que no lo sea para otro. Los países
deberían clasificarse más que compararse.
Una forma práctica de comenzar con esa tarea es distinguir entre dos
formas de enfocarse en la felicidad. El primero es un enfoque "interno"
o "externo" en la felicidad, es decir, en la introspección versus la
interacción con los demás. El segundo es un enfoque de “relación” o
“tarea”: orientado a las personas versus orientado a la acción. Esto nos
brinda cuatro modelos principales de bienestar, basados en encuestas
de investigación de todo el mundo.
1. La felicidad proviene de las buenas relaciones con las
personas que amas.
Ésta es una combinación de los focos "externo" y de "relación". En este
modelo, los amigos y la familia son quienes brindan la mayor
felicidad. Un buen ejemplo de un país que se ajusta a este modelo en
277
función de cómo la población tiende a definir la felicidad es Estados
Unidos.
2. La felicidad proviene de una conciencia superior.
Esta es una combinación de los focos “interno” y de “relación”, y es el
modelo para personas altamente espirituales, filosóficas o religiosas,
especialmente aquellas que dan especial importancia a la unión en
comunidad. Se ha descubierto que el sur de la India es el hogar de
muchas personas que siguen este modelo.
3. La felicidad proviene de hacer lo que amas, generalmente con
los demás.
Se trata de una combinación de los focos "exterior" y "tarea", es decir,
una dedicación al trabajo o actividades de ocio que son profundamente
satisfactorias. Este es su modelo si tiende a decir "Mi trabajo es mi vida"
o "Me encanta jugar al golf con mis amigos". Búscalo en los países
nórdicos y Europa Central.
4. La felicidad proviene simplemente de sentirse bien.
Esta es una combinación de los focos "interno" y de "tarea". Es el modelo
para las personas que priorizan experiencias que les aportan
sentimientos positivos, ya sea a solas o con otras personas. Es una
buena forma de evaluar tu bienestar si, cuando imaginas ser feliz,
piensas en ver Netflix o beber vino. Este modelo es más común en
América Latina, el Mediterráneo y Sudáfrica.
278
Esta clasificación no es exhaustiva, por supuesto; muchas personas y
países no pueden ubicarse ordenadamente a lo largo de estos ejes. De
hecho, su concepción de la felicidad podría ser una mezcla de estos
modelos. Sin embargo, brindan un punto de partida para comprender
los numerosos conceptos de bienestar en todo el mundo y los que están
dentro de su propia cabeza y corazón.
Así como diferentes lugares tienen diferentes definiciones de felicidad,
también diferentes personas. Comprender esa diversidad puede
ayudarlo a entenderse a sí mismo, a ver si es un inadaptado en su hogar
y por qué, y qué podría hacer al respecto, ya sea mudarse, unirse a una
nueva comunidad o simplemente hacer las paces con su entorno.
Estoy dando los toques finales a este artículo de Barcelona, donde paso
el verano. Durante 30 años, he estado rondando esta ciudad como un
fantasma desplazado durante semanas o meses seguidos (una visita se
extiende a tres años). No es el lugar más feliz en ningún índice (España
languidece en el puesto 27 en el último informe de la ONU). Entonces,
¿por qué lo amo tanto?
La capital catalana es una ciudad híbrida: española en su énfasis en el
ocio y la amistad, pero más del norte de Europa en los hábitos
laborales. (Entre los dos, esto deja poco tiempo para dormir , lo cual es
un pequeño problema). Es un lugar emprendedor y trabajador, pero con
muchas risas y bonhomía. También es donde me casé hace muchos años
y, por lo tanto, donde tengo la mayoría de mis relaciones
279
amorosas. Como tal, coincide con mi propio concepto híbrido de
felicidad: una profunda absorción y disfrute de mi investigación y
enseñanza, y un fuerte compromiso con las personas en mi
vida. Barcelona es el lugar más feliz del mundo, para mí.
Tienes tu propia Barcelona en algún lugar. Ve a buscarlo.
Traducción libre de Célida Godina
Fuente: https://www.theatlantic.com/family/archive/2021/07/happiest-countrydefinition/619441/
280
ENTREVISTAS
ANSELM JAPPE: “NINGÚN PROBLEMA ACTUAL REQUIERE UNA
SOLUCIÓN TÉCNICA. SE TRATA SIEMPRE DE PROBLEMAS
SOCIALES”
BERNARDO ÁLVAREZ-VILLAR
Traducción: Diego Luis Sanromán
Para el pensador alemán Anselm Jappe, el capitalismo narcisista en el
que estamos insertos ha dado lugar a la sociedad “autófaga” que, como
en el mito, termina devorándose a sí misma cuando ya nada sacia su
apetito.
Anselm Jappe (Bonn, Alemania, 1962) es un pensador inclemente y
vigoroso, alérgico a los argumentos consoladores y a los subterfugios
intelectuales. Junto a otros desviados de la ortodoxia marxista (Robert
Kurz en Alemania, Moishe Postone en Estados Unidos, Luis Andrés
Bredlow en España) lleva años cuestionando los axiomas de una
izquierda que, piensa Jappe, ha sido incapaz de comprender las
transformaciones del capitalismo en las últimas décadas. Para Jappe y
281
los suyos el hilo de Ariadna del que habría que tirar para desentrañar el
espíritu de la época es la llamada “crítica del valor”: “Mientras que el
marxismo tradicional se ha limitado siempre a demandar otra
distribución de los frutos de este modo de producción, la crítica del valor
ha comenzado a cuestionar el propio modo de producción”.
A España empezó a llegar su pensamiento en 1998, cuando Anagrama
publicó Guy Debord, un ensayo sobre el filósofo situacionista y la
banalización de su pensamiento en esa sociedad del espectáculo que
tanto había repudiado. Desde entonces ha sido la editorial Pepitas de
Calabaza la que ha difundido su obra en nuestro país: Crédito a muerte.
La descomposición del capitalismo y sus críticos (2011); El absurdo
mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de
la mercancía (2009) y Las aventuras de la mercancía (2016).
Su último libro es La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y
autodestrucción, un exhaustivo estudio del mecanismo enloquecido en
el que se ha convertido el sistema económico y cómo su funcionamiento
nos aboca a terminar como el rey Erisictión, rey griego que acabó
devorándose a sí mismo cuando ya nada saciaba su apetito, que
funciona como alegoría de una civilización, la nuestra, que se
autodestruye cegada por la desmesura. Anselm Jappe atendió a las
preguntas de El Salto por correo electrónico.
Parte de la idea de que la crítica del valor permite darle sentido
a fenómenos sociales, culturales y políticos diversos que, a
priori, parecen no tener ninguna relación entre sí. ¿Podría
282
explicar qué es la crítica del valor y por qué cree que es la
herramienta más certera para entender la sociedad capitalista?
La crítica del valor es una corriente internacional, nacida en Alemania a
finales de los años ochenta en torno a la revista Krisis y a Robert Kurz,
que propone una crítica radical de la sociedad capitalista basada en las
teorías de Marx, pero que se distancia del marxismo tradicional. La
crítica del valor sitúa en el centro las categorías de mercancía, valor,
dinero y, sobre todo, de trabajo abstracto, es decir, el trabajo
considerado solo por la cantidad de tiempo gastado, sin tener en cuenta
su contenido. Para la crítica del valor, la explotación y la lucha de clases
son solo una parte del problema: el capitalismo es también una
subordinación de lo concreto a lo abstracto, lo que lo convierte en una
sociedad incapaz de autorregularse, y esto se ve en la crisis ecológica.
La crítica del valor se opone a la fragmentación posmoderna del
pensamiento: la lógica de la mercancía y del trabajo abstracto crea una
teoría capaz de pensar la totalidad.
En el libro, además de la crítica del valor, recurre
constantemente al psicoanálisis: ¿Qué puede decirnos hoy el
psicoanálisis?, ¿cómo complementa a la crítica del valor?
El fetichismo de la mercancía, una categoría crítica esencial de Marx
retomada por la crítica del valor, se refiere a un nivel profundo e
inconsciente de la sociedad. Más allá de sus intenciones conscientes, los
individuos ejecutan los imperativos de un sistema social anónimo e
impersonal. Marx llama al valor el “sujeto automático”. El psicoanálisis,
por su parte, es otro modo de comprender ese lado inconsciente de la
283
vida social. Ambos enfoques son complementarios, pero deben ser
integrados: por lo general, el psicoanálisis ha puesto unilateralmente el
acento en el individuo, descuidando la dimensión social y su evolución
histórica, mientras que el marxismo ha descuidado la dimensión
psicológica en favor solo del nivel económico y político. Bajo la superficie
racional de la búsqueda de los propios intereses, el capitalismo es una
sociedad extremadamente irracional y contraproducente que no puede
explicarse solo mediante las motivaciones conscientes de los actores
sociales.
¿Por qué dice que 1968 es el año inaugural de un nuevo
capitalismo, “el narcisista”, frente a su predecesor, el
“capitalismo
edípico”?
El carácter social basado en el trabajo duro, el ahorro, la represión de
las pulsiones, la obediencia a las autoridades, etc., comenzaba ya a no
resultar funcional después de la Segunda Guerra Mundial. Los profundos
cambios sociales producidos a partir de 1968 no condujeron en ningún
lado a una superación del capitalismo, sino a su modernización. Muchas
exigencias de liberación individual han encontrado su seudorrealización
en la sociedad de consumo. La sumisión “edípica” a una autoridad
personal —por ejemplo, un maestro que predica “patria, trabajo y
familia”— ha sido sustituida por la adhesión a un sistema que
aparentemente permite a los individuos realizar sus propias
aspiraciones… ¡Pero a condición, claro está, de que esto se produzca en
términos de mercado! Ahora, por ejemplo, los profesores
284
son coachs que quieren ayudar a los jóvenes a incorporarse al mercado
de trabajo y a concretar sus “proyectos de vida”.
Cuanto más obedece el consumidor-ciudadano a sus impulsos
inmediatos, más se aprovechan de ello el mercado y el Estado. La
tendencia a un narcisismo generalizado significa también una regresión
a un estadio primitivo de la infancia
Escribe que “las antiguas instancias de liberación se han
integrado en la ideología del sistema” ¿Sigue la izquierda
anclada en una visión del mundo que todavía no ha asimilado
esa ruptura que dice que se produjo en 1968?
Muy a menudo es así. Existe una tendencia muy difundida a identificar
el capitalismo contemporáneo con sus etapas pasadas y desentenderse
de la evolución que se ha producido. ¿Por qué? Esencialmente, porque
es mucho más fácil concebir una visión dicotómica en la que “nosotros”
—el pueblo, el proletariado, los trabajadores, el “99%”— somos los
“buenos”, frente a una pequeña minoría que nos oprime. Es mucho más
duro admitir hasta qué punto todos nosotros estamos implicados en el
sistema y tener además que revisar nuestra adhesión personal a muchos
valores y estilos de vida dominantes.
¿Cómo enfrentarse entonces a un sistema que, como dice, es
un mecanismo ciego y autónomo, del que nadie puede
responsabilizarse y que no es posible controlar?
El hecho de que lo esencial no sean las responsabilidades personales —
que, no obstante, existen; basta pensar en Monsanto-Bayer y sus
285
campañas de desinformación sobre la peligrosidad de productos suyos
como el Roundup— desde luego no impide que podamos y debamos
oponernos a cualquier deterioro de las condiciones de vida provocado
por la lógica económica desencadenada, ya se trate de una mina o de
un aeropuerto, de un centro comercial o de los pesticidas, de una ola de
despidos o del cierre de un hospital. Sin embargo, al mismo tiempo es
necesario cambiar la propia vida y romper con los valores oficiales
asimilados, como el de trabajar tanto para consumir tanto, y con los
imperativos de la competencia, la performance, la eficiencia, la
velocidad, sin preguntarse al servicio de qué hay que ser eficientes.
Alerta de los peligros que suponen la digitalización de la vida,
la inteligencia artificial y la ingeniería genética, ¿a qué clase de
mundo nos están llevando estas tecnologías que abrazamos con
entusiasmo como si fuesen a solucionar nuestros problemas?
La opinión pública está perpleja y dividida ante estas tecnologías. Los
peligros son conocidos. Pero muy a menudo se ponen de relieve también
sus supuestas ventajas: las plantas genéticamente modificadas
aumentan los rendimientos agrícolas, la investigación genética combate
las enfermedades raras, la inteligencia artificial gestiona ciudades
enteras de manera ecológica, el uso precoz del ordenador aumenta la
inteligencia de los niños... Se supone que en cada ocasión hay que
sopesar ventajas y desventajas. Pero la verdadera cuestión es otra:
ningún problema actual requiere una solución técnica. Se trata siempre
de problemas sociales.
286
En el crimen gratuito se hace evidente el vacío fundamental que habita
el individuo contemporáneo, en cuanto dominado por una economía que
se ha vuelto loca
¿Para qué aumentar los rendimientos agrícolas por medio de los
transgénicos si buena parte de las cosechas acaban arrojadas al mar
para mantener altos los precios? ¿Para qué revolver los genes para
combatir enfermedades raras si millones de personas mueren por
enfermedades de lo más vulgar, provocadas, por ejemplo, por el agua
contaminada? ¿Para qué gestionar la ciudad mediante algoritmos de
Google, en lugar de renunciar al plástico, el petróleo, el coche, el
cemento armado o el aire acondicionado, para tener un ambiente más
sostenible?
Dice que uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es
que nos condena a vivir en una infancia perpetua, ¿por qué el
capitalismo necesita que seamos como niños para poder
funcionar?
Por una parte, todo poder separado requiere súbditos infantiles. Durante
mucho tiempo, fue la religión la que cumplió esta función. En algunos
aspectos, el siglo XIX supuso los inicios de una emancipación mental a
nivel masivo, respecto a la cual el siglo XX representa más bien una
regresión. Cuanto más obedece el consumidor-ciudadano a sus impulsos
inmediatos, más se aprovechan de ello el mercado y el Estado. La
tendencia a un narcisismo generalizado significa también una regresión
a un estadio primitivo de la infancia, donde no hay una verdadera
287
separación entre el yo y el mundo. Como explico en mi libro, este
narcisismo solipsista está ligado a la lógica del valor y del trabajo
abstracto, que niega igualmente la autonomía del mundo y lo reduce a
una emanación del sujeto.
Dedica cincuenta páginas del libro a reflexionar sobre las
nuevas formas de crimen y terrorismo: ¿Cuáles son los rasgos
de esa nueva violencia y de qué cree que son síntoma?
El crimen se ha vuelto tan irracional y autorreferencial como la lógica
económica —la acumulación tautológica de trabajo, valor y dinero— y la
psique narcisista de los individuos. El amok, en sus varias formas, es el
ejemplo supremo de un crimen que ya no obedece a la realización de
un interés, aceptando los riesgos, sino que, en este caso, la destrucción
y la autodestrucción se convierten en fines en sí mismas. El odio del
sujeto de la mercancía por el mundo y a sí mismo, normalmente latente,
se hace aquí manifiesto, y por eso golpea con tanta fuerza a la opinión
pública. Que después se añada una seudorracionalización política o
religiosa es a menudo algo secundario: en el crimen gratuito se hace
evidente el vacío fundamental que habita el individuo contemporáneo,
en cuanto dominado por una economía que se ha vuelto loca.
Escribe que “un retorno al estado social no es posible ni
deseable”: ¿Por qué no es posible y por qué no es tampoco
deseable?, ¿en qué consisten entonces esos “compromisos
soportables” de los que habla al final del libro?
288
El “Estado social” fue financiable durante la última gran época de
acumulación económica, el llamado “milagro económico” de la
posguerra. Hoy esta época a menudo se recuerda con nostalgia, sobre
todo en Francia, como una época dorada. Una parte de la izquierda
querría simplemente retornar a aquella situación. Sin embargo, su fin no
se debió solo a una contraofensiva del capital en la época neoliberal,
sino también a la disminución objetiva de los beneficios, consecuencia
de la sustitución del trabajo vivo por las tecnologías, única fuente del
valor y, en consecuencia, de la plusvalía y de la ganancia.
La revolución microelectrónica de los años setenta ha acelerado
intensamente la desaparición del trabajo vivo, y en consecuencia de los
beneficios, y finalmente la posibilidad de financiar el Estado social.
También hay que decir, no obstante, que la sociedad de los años sesenta
era rígida y aburrida, con un futuro completamente trazado para los
jóvenes. Fue contra ese modo de vida contra el que se levantó la
juventud mundial en 1968. La perenne precariedad establecida más
adelante por el neoliberalismo es una siniestra parodia de la vida
aventurera. En lugar de soñar con el retorno a un capitalismo moderado,
hoy hay que ir más allá de una sociedad en la que debemos contentarnos
con migajas en forma de “protección social”.
¿Qué virtudes y qué flaquezas ve en el movimiento feminista
que ha crecido estos últimos años?
El movimiento feminista ha tenido en ciertos aspectos una evolución
parangonable a la del movimiento obrero histórico: tras la repulsa inicial
289
de toda la sociedad que produce la opresión del propio grupo, se pasó
a esforzarse por asegurar una mejor integración —en un caso, de los
obreros; en el otro, de las mujeres— en un sistema que ya no se ponía
verdaderamente en cuestión, con algunos puestos privilegiados para
algunos portavoces. Los obreros consiguieron el derecho al voto y, más
tarde, un coche y una casita en propiedad; alguno incluso ha llegado a
ministro. Las mujeres, aparte de poder votar, han podido convertirse en
policías, y alguna también en ministra. Pero no a todo el mundo le gusta.
En el campus de la Universidad Complutense vi un grafiti que decía:
“Contra el feminismo liberal”.
La llamada secularización no ha tenido lugar; en ciertos aspectos, la
mercancía constituye una religión más insidiosa que la antigua
La crítica del valor, por otra parte, se ha convertido en “crítica del valorescisión”,
un término un poco complicado para afirmar que la “escisión”
de la esfera del no-valor en sentido económico, tradicionalmente
asignada a las mujeres (esencialmente, las tareas domésticas y los
comportamientos relacionados), constituye un presupuesto esencial de
la producción de valor económico. Por eso, la crítica del patriarcado
representa una parte fundamental de la crítica del valor: el capitalismo
es patriarcal por naturaleza y no será superado sin la abolición del
patriarcado.
¿Cómo interpreta el auge del populismo y la extrema derecha
desde la crítica del valor? Dice que el populismo es transversal
y que poco importa que reivindique a “los de abajo” o a “la
290
nación”.
Las distintas formas de populismo reaccionan a los males sociales —
sobre todo, a la desigual distribución de la riqueza— identificando a un
grupo de responsables personales: los ricos, los banqueros, los
corruptos, los especuladores. Se ignoran las lógicas sistémicas y se
recurre al moralismo (la “codicia”). Casi siempre, el populismo santifica
el “trabajo honrado” y lo opone a los “parásitos”. Por eso, la diferencia
entre populismo “de derechas” y populismo “de izquierdas” no es tan
grande como se cree. Ambos se basan en un falso anticapitalismo. No
se trata de una novedad absoluta; en los años veinte y treinta ya hubo
fenómenos de este tipo. Entonces, el antisemitismo constituía un
aspecto esencial. Pero este existe también hoy, de forma soterrada y a
veces abiertamente, en la denuncia del “especulador”.
Dice en el libro que no vivimos en una sociedad tan laica como
nos gusta pensar, y que a Dios lo sustituyó el Mercado.
¿Podemos vivir prescindiendo de ídolos y dioses?
Hasta ahora, en la historia un tipo de religión ha sustituido a otro. La
llamada secularización no ha tenido lugar; en ciertos aspectos, la
mercancía constituye una religión más insidiosa que la antigua, porque
cada mercancía particular representa un ser fantasmagórico: la cantidad
de trabajo abstracto que la ha producido.
¿Cree que, como Erisictón, acabaremos autodestruyéndonos o
seremos capaces de echar el freno antes de la catástrofe
definitiva?, ¿el capitalismo terminará colisionando con los
291
límites del planeta o tropezará antes con su propia dinámica?
¡Quién puede saberlo! Mi libro quiere ser simplemente una pequeña
contribución para evitar esa catástrofe. Parece una bobada, pero
depende de cada uno de nosotros. La actitud de cada cual frente a los
retos del presente ya no depende mucho de la pertenencia a una clase
social, un país, una raza, un sexo. Cada uno de nosotros está llamado a
adoptar posiciones sobre las múltiples cuestiones abiertas. Las fronteras
tradicionales (dominadores/dominados, ricos/pobres, sur/norte del
mundo) resultan hoy un tanto confusas, pero esto constituye también
una oportunidad. Es sobre todo la cuestión ecológica y climática la que
puede constituirse en la base de un amplio movimiento de
contestación… Que, no obstante, también se encontrará con enemigos,
de eso no cabe duda.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-anselm-jappeningun-problema-actual-requiere-solucion-tecnica
292
ENTREVISTA HECHA A VANDANA SHIVA: DEMOCRACIA
DE LA TIERRA
KAZIM TIRMIZEY *
Reproducimos una entrevista hecha a Vandana Shiva, activista india,
escritora y científica dedicada a la promoción de la sustentabilidad en la
India. Es autora de numerosas obras donde acentúa sobre todo la
necesidad del compromiso del hombre de la calle para hacer cualquier
tipo de cambio en la relación con la tierra y la naturaleza y la posibilidad
de obtener, practicando el respeto al otro y a la tierra y trabajando
solidariamente, sociedades pacíficas. Esta entrevista hecha por Kazim
Tirmizey, periodista canadiense, en 2006 fue en ocasión de la
publicación de su libro: Democracia de la tierra: justicia, sustentabilidad
y paz.
Tirmizey: ¿De qué trata su libro Democracia de la tierra?
Shiva: Democracia de la tierra trata realmente sobre la vida más allá de
la globalización corporativa. Sobre otro modelo, sobre otras maneras de
actuar, y no sólo en el futuro sino sobre el mundo que se está
constituyendo aquí y ahora.
Tirmizey: Usted afirma que necesitamos evolucionar desde una
democracia agonizante a una democracia viva. ¿Puede explicar
qué quiere decir?
Shiva: Lo primero que quiero decir es que la democracia que tenemos
está realmente muerta en cuanto que no responde ya a los deseos de
*
Kazim Tirmizey es un periodista independiente que informa para la radio comunitaria CKUT en
Montreal, y para Free Speech Radio News.
293
la gente. Tanto si se trata de gobiernos que van a la guerra contra la
voluntad de los pueblos como si se trata de gobiernos que imponen
alimentos transformados genéticamente. La muerte de la democracia se
produce cuando la gente no tiene libertad. También digo que es una
democracia muerta porque se sirve de las “libertades” de las
corporaciones para aniquilar a las personas. Para mí, el ejemplo más
dramático de esto ha sido el que 40.000 campesinos se quitaran la vida
en una década a consecuencia de las normas de la globalización
corporativa. Y cuando esas normas se impulsan en nombre de la
libertad, entonces es una democracia asesina.
Tirmizey: Cómo sería una democracia viva?
Shiva: Una democracia viva es aquella en la que la gente puede tomar
decisiones sobre sus vidas e influir sobre las condiciones en las que vivecómo
cultivar sus alimentos, en qué condiciones se producen sus ropas;
la libertad de elegir cómo se educan sus hijos; la libertad de establecer
las condiciones de acceso a la sanidad. Eso es una democracia viva. Para
la gente, una democracia viva es la que se reina en donde ellos están.
Una democracia viva es aquella que afecta a todos los aspectos de la
vida, no sólo de la vida humana, porque nos encontramos en un
momento de la evolución en el que cualquier libertad de la especie
humana debe incluir la de otras especies, si no nunca tendremos libertad
humana.
Tirmizey: Un informe reciente de la ONU sobre el Desarrollo
Mundial del Agua afirma que el 20 por ciento de la población
294
mundial no tiene acceso a agua potable. ¿Cómo gestionaría una
democracia viva las reservas de agua?
Shiva: Yo he visto como este magnífico país, India, se ha convertido de
un país donde todas las comunidades tenían agua– bien por medio de
pozos o procedente de los arroyos primaverales o de los ríos- en parte
de ese 20 por ciento que no tiene acceso a ella. La escasez de agua ha
sido consecuencia de la tala comercial de los bosques. El primer
movimiento en el que participé como joven activista y científica fue el
de Chipko, para detener la tala con el fin de defender nuestros ríos y
nuestros arroyos. El agua se destruye cuando Coca-Cola consume entre
un millón y medio y dos millones de litros diarios en cada una de sus
fábricas. Esa escasez es la que movió a las mujeres de Plachimada a
cerrar una de las plantas de Coca-Cola en su pueblo. Es esa misma
escasez la que ha llevado a la gente a luchar contra otras 50 fábricas de
Coca-Cola que habían destruido agua. El agua quedó afectada cuando
el Banco Mundial y Estados Unidos nos impusieron la denominada
Revolución Verde en 1965-1966. No fue una revolución verde porque se
basaba en el riego intensivo- un cultivo que necesita diez veces más
agua-. Todo ello ha originado un profundo descenso de los acuíferos y
el llenar de presas nuestros ríos. Todas las comunidades que viven aguas
abajo de un río con una presa, carecen de agua. Todas las comunidades
de una región en donde la “revolución verde” ha subvencionado el
bombeo de las aguas subterráneas, tienen los pozos secos, los aljibes
secos, y se encuentran con una grave escasez de agua.
295
Tirmizey: ¿Cómo gestionaría una democracia viva los recursos
de agua?
Shiva: Los pueblos proporcionan agua, y los ríos muertos reviven,
cuando las comunidades actúan conjuntamente y deciden cambiar del
modelo de agricultura química a la agricultura orgánica. Nuestras aldeas,
en una democracia viva, se comprometen a no permitir en sus pueblos
los productos químicos, los organismos transformados genéticamente, o
la privatización del agua. En una democracia viva, la gente puede usar
diez veces menos agua sólo con usarla de forma ecológica y
aprovechando cada gota. En una democracia viva, el agua pertenece a
todos y se conserva colectivamente porque -al contrario de las
explotaciones privadas- la conservación debe movilizar a la comunidad.
No se puede conservar de forma individual sino de manera comunitaria
Tirmizey: En su libro, a menudo se refiere a Gandhi y le cita.
¿Puede hablarnos sobre Gandhi como fuente de inspiración de
La Democracia de la Tierra?
Shiva: Mi más honda inspiración en Gandhi es el reconocimiento del
swaraj, es decir de la autorregulación. Que no se limita al nivel nacional,
sino también al nivel local y a nivel personal. Uno no se puede
autorregular salvo que tenga autoorganización. De ahí que el concepto
de democracia en el pensamiento de Gandhi se refiera a la capacidad
última de la gente para organizar colectivamente sus vidas y su
comunidad.
El segundo principio impactante de Gandhi en el que me he inspirado es
el swadeshi, que significa la capacidad creativa de todos los seres
296
humanos y de todas las comunidades para producir lo que necesitan. En
la globalización, y en esta democracia asesina que tenemos, la idea es
que todos deberíamos ser consumidores en lugar de productores de
cosas y creadores de ideas y bienes. En eso reside la raíz de la pobreza.
Es preciso que reivindiquemos nuestra capacidad de crear y producir.
Finalmente, creo que el mejor regalo que nos hizo es la consagración
del rechazo a colaborar con normas injustas e inmorales. Él lo denominó
satyagraha. Hace poco, nuestro Gobierno ha firmado lo que llamaría un
Acuerdo Monsanto con el presidente Bush para promover en India
cultivos y productos transformados genéticamente. Cuando nuestras
leyes penalizan que los campesinos conserven las semillas pero permiten
a Monsanto venderlas, como el algodón BT, y matan a nuestros
campesinos, tenemos que mantenernos firmes y decir que no vamos a
cooperar con esas leyes. Viviremos conformes con otras leyes
superiores: las leyes del planeta, las leyes ecológicas, y las leyes
humanas, nuestras leyes morales.
Tirmizey: ¿Cuáles cree usted que son los motivos para la
aparición de los fundamentalismos y del terrorismo?
Shiva: El reciente incremento de los fundamentalismos religiosos es, a
mi juicio, la sombra de la globalización corporativa. Tiene sus raíces en
la inseguridad que produce la globalización. La semana pasada, cuando
se produjo un atentado terrorista en un templo de Varanasi- una de las
ciudades más antiguas, con 5.000 años de existencia- ,en lugar de entrar
en conflicto, los hindúes y los musulmanes se unieron en su diversidad
y pluralismo y celebraron la llegada de la primavera, los colores de Holi,
297
como ejemplo de nuestra diversidad. ¿Cuándo fracasa esa celebración
de la diversidad? En primer lugar, cuando la gente se siente insegura y,
en segundo, cuando los políticos no quieren una democracia económica,
no quieren que la gente tome decisiones sobre lo que produce y lo que
consume, y desvían el debate sobre la democracia hacia el odio y el
miedo al Otro. En un contexto de inseguridad y en el marco de la muerte
de la democracia económica, el crecimiento del fundamentalismo
religioso termina por convertirse en el mejor yacimiento de voto cautivo.
No resulta sorprendente que haya un crecimiento del fundamentalismo
religioso en Estados Unidos. Como tampoco es una sorpresa que ese
aumento del fundamentalismo religioso en India se iniciara en 1991, tras
la institucionalización de las nuevas políticas económica sobre
liberalización del comercio.
El terrorismo tiene unas raíces parecidas. Es la reacción de aquéllos a
quienes se les ha despojado de voz. El terrorismo es el grito de los sin
voz. El terrorismo no se desarrolla si la democracia prospera porque ésta
asegura que su voz se oye y la disidencia se tiene en cuenta. Aunque
resulta evidente en todo el mundo que la cuestión terrorista es el
problema de la carencia de oportunidades para influir en el propio
destino, el terrorismo no se percibe en los medios de comunicación
principales como la cólera de los desposeídos sino como el de gente que
tiene algún defecto genético.
Nadie nace terrorista, sino que se convierte en terrorista. El hecho de
que el terrorismo esté creciendo debería obligarnos a analizar qué es lo
crea las condiciones para ese crecimiento. El caldo de cultivo es la
298
codicia de las corporaciones que quieren controlar cada gota de agua,
cada gota de petróleo, cada centímetro de tierra, cada germen en este
planeta. Ese tipo de codicia produce enormes exclusiones. Esas
exclusiones van a generar violentas respuestas si no se restaura
rápidamente la democracia pacífica. La mayoría de la gente no es
consciente de que en India ya están controlados grandes sectores por
quienes se adhieren a ideologías basadas en la exclusión y que recurren
a métodos violentos. Es un fenómeno inevitable si se desposee y excluye
a millones de personas de sus auténticos medios de subsistencia y de
libertad.
Tirmizey: ¿De qué forma las mujeres promueven las culturas
centradas en la vida?
Shiva: Las mujeres son promotoras de esas culturas a causa de la muy
antigua división del trabajo, en la que se dejaba que las mujeres se
ocuparan de la vida, mientras que los hombres se desentendían de ella
para alcanzar la gloria, para llevar a cabo conquistas, y se mantenía a
las mujeres en circunstancias menos favorables para obtener un trabajo
asalariado. La división del trabajo encomendó a las mujeres conseguir
el sustento y a los hombres el mercado. La experiencia en la
supervivencia ahora es imprescindible para la creación de economías
vivas, centradas en la vida, y las mujeres lo están haciendo, bien sea a
través del ahorro de semillas, el ahorro de agua, o por la forma de
compartirla. Por medio de la creación de sistemas ecológicos de
producción de alimentos y el control descentralizado de la agricultura,
las mujeres se encuentran a la cabeza de las reformas de una economía
299
no dominada por el control patriarcal de las corporaciones mundiales.
Habitualmente, se define el patriarcado dentro de los límites del hogar,
sin embargo cada vez más las fuerzas patriarcales consideran este
hermoso planeta como si fuera su casa, en la que les gustaría disponer
de todo el poder, capacidad, creatividad y productividad al margen de
las mujeres. Pero las mujeres están decididas a no consentirlo. Hace dos
semanas, precisamente, tuvimos una celebración en nuestra granja con
150 mujeres miembros de Navanya, el movimiento que puse en marcha,
y todas ellas se comprometieron a mantener la seguridad alimentaria en
sus manos; a conservar las semillas en sus manos, y no como una
retórica vacía, ni como un simple slogan, sino como una manera
cotidiana de vivir y que establece una diferencia fundamental.
Tirmizey: ¿Cómo evolucionar desde el mundo en el que vivimos
hacia la Democracia de la Tierra?
Shiva: Creo que lo primero que hay que hacer es centrar nuestras vidas
en la Tierra y no en la dependencia de las corporaciones o en la
institución denominada Organización Mundial del Comercio, que sólo
tiene diez años de existencia. Por supuesto, cada uno de nosotros
estamos en diferentes puestos: algunos como profesores, otros como
científicos, otros como jóvenes en paro, otros trabajan en condiciones
de esclavitud. Cada uno desde sus diferentes circunstancias, y cada uno
tenemos que empezar esa recuperación desde el lugar donde nos
encontremos. Tenemos que unir nuestras manos con otros que pueden
estar haciendo las mismas cosas que nosotros u otras diferentes. Eso
realmente no importa. Tomemos como ejemplo los alimentos: cada uno
300
de nosotros puede tomar decisiones: si los alimentos que comemos son
compatibles con la Democracia de la tierra o si sirven para que
reforcemos la globalización corporativa. Con cada gota de agua que
bebamos se plantea una elección parecida. La energía que consumimos
plantea la elección entre una Democracia de la Tierra o la dictadura de
nuestra época. Las elecciones son ilimitadas, sólo tenemos que empezar
a reconocer que nunca se da una situación en la que cualquier ser
humano no tenga posibilidad de elegir. Y si no existe posibilidad de
hacerlo entonces, al menos, se puede elegir decir que no.
Tirmizey: ¿Puede hablarnos sobre la gestación de este libro?
Shiva: El libro surgió por dos razones: una de ellas, el que durante
demasiado tiempo el movimiento de gentes que defienden su libertad
ha sido etiquetado como movimiento contra la globalización. Y se ha
dicho de forma repetida que “Esas gentes saben lo que no quieren pero
no tienen idea alguna de lo que quieren.” Pensé que había llegado el
momento de decir, a quienes creen que no sabemos lo que queremos,
que lo sabemos muy bien, y que por ello, cuando la globalización
corporativa se venga abajo por su falta de sostenibilidad ecológica y
social, estaremos allí.
La segunda razón para escribir el libro fue porque me di cuenta de que
los movimientos populares eran fuertes y podían serlo más si reconocían
que no importaba lo diferentes que fueran- unos trabajando por el
respeto de los derechos humanos, otros en defensa de las especies
salvajes, otros por la soberanía alimentaria de los pequeños agricultores
y sus familias en todo el mundo- porque cada uno de ellos eran una
301
pieza del mosaico, parte de un tejido en el que se combinaban el cuidado
de la Tierra y la defensa de las condiciones de la vida humana en el
planeta, al mismo tiempo que se esforzaban por conseguir la justicia
social. Todos esos esfuerzos no eran aislados, eran similares y realmente
eran esfuerzos por la paz. Creaban las condiciones para la paz en una
época en la que se nos dice continuamente que el camino hacia la paz
es más guerra y más violencia.
Tirmizey: ¿Puede hablarnos de cómo surgió su conciencia
política y ecológica?
Shiva: Mi conciencia política y ecológica se ha desarrollado en varias
etapas. Yo era una física entusiasta de la energía nuclear que me
formaba para entrar en nuestra elite de la energía nuclear. Mi hermana,
que era médico, me concienció de algo en lo que los físicos nucleares
nunca piensan: que las radiaciones nucleares son peligrosas para la
salud. Fue la primera vez en que me desperté a un mundo más allá de
las inofensivas ecuaciones.
Mi siguiente paso fue el participar activamente en el movimiento Chipko
cuando comprobé que los bosques del Himalaya iban desapareciendo a
toda velocidad. Yo había crecido en sus bosques. Mi padre había sido
conservador forestal y en mi infancia y juventud había observado un
cambio terrible, lo que me llevó a convertirme en voluntaria del
movimiento. El paso siguiente se produjo en 1982 cuando el ministerio
de medio ambiente empezó a pedirme estudios. Ello llevó a la creación
de la Research Foundation for Science, Technology, and Ecology. A
través de ella realicé estudios participativos con comunidades y
302
actividades de investigación que tuvieron éxito. Ganamos pleitos legales,
conseguimos parar minas, monocultivos y la cría de langostinos.
El siguiente momento clave fue en 1994, el año en que sufrimos el
crecimiento del terrorismo en Punjab. Estudié el Punjab para
comprender por qué la tierra de la revolución verde, que había recibido
el Premio Nobel de la Paz, se había convertido en una tierra de guerra.
Empecé a establecer conexiones entre la violencia, el fundamentalismo,
el terrorismo, la degradación ecológica, los sistemas económicos no
democráticos y el desarrollo contra la voluntad de los pueblos. Fue el
mismo año del desastre de Bhopal, que mató a 3.000 personas en una
noche y que desde entonces ha ocasionado la muerte de un total de
30.000. Me vi obligada a examinar la agricultura industrial como un
sistema bélico. Y me comprometí con la agricultura ecológica como
sistema pacífico.
En 1987 me invitaron a una reunión donde las corporaciones
presentaron sus planes para patentar semillas, semillas genéticamente
modificadas, y conseguir tratados de libre comercio para impedir que
nadie más tuviera libertad para hacer las cosas a su manera y cultivar
sus propios alimentos. Decidí que tenía que empezar a recoger semillas
y a proteger la biodiversidad. Desde entonces he trabajado con millones
de campesinos para decir no a la OMC y al GATT, y con miles de
agricultores- 200.000- para poner en marcha una alternativa.
He mencionado los suicidios de agricultores. El año 2006 ha sido, para
mí, el año en el que he empleado una gran parte de mis energías en
303
generar esperanza entre nuestras comunidades de campesinos, para
que el callejón sin salida, las economías genocidas y las economías
suicidas no sean la única salida. Podemos crear nuestras propias
economías y no tenemos que esperar hasta que nuestro Gobierno nos
diga cómo hacerlo. Sólo necesitamos volvernos hacia nosotros mismos
para obtener el permiso.
Fuente: Democracia de la Tierra – EcoPolítica (ecopolitica.org)
Fuente: https://redbioetica.com.ar/democracia-de-la-tierra-entrevista/
304
ENTREVISTA A EDUARDO GUDYNAS, INVESTIGADOR EN EL
CENTRO LATINOAMERICANO DE ECOLOGÍA SOCIAL (CLAES)
Buen Vivir para superar los límites del desarrollo
THEA RIOFRANCOS
Fuentes: Jacobin [Ilustración: Lorena Ruiz]
Quizás uno de los puntos del balance crítico del ciclo progresista sobre
el que más consenso existe sea su contradicción entre el impulso de
políticas que apuntan a la recuperación de la soberanía y el modelo
económico centrado en el extractivismo y la exportación de materias
primas que les subyace.
305
Pese a los avances en materia de redistribución de la renta, la base
productiva sobre la que los gobiernos progresistas han asentado sus
políticas coarta la posibilidad de avanzar en transformaciones de
raíz. Sobre estos y otros temas conversamos con Sabrina Fernandes,
Eduardo Gudynas, Michael Löwy y René Ramírez Gallegos.
Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latinoamericano de
Ecología Social (CLAES). Su último libro es Transiciones. Post
extractivismo y alternativas al extractivismo en Perú.
TR
Los gobiernos progresistas de las últimas décadas han hecho
algunos importantes avances en materia de «políticas
soberanistas»: de la banca, del gasto público, de la política
externa, etc. Sin embargo, en materia socioambiental han sido
cuestionados desde variados ángulos.
Tal vez el asunto más espinoso es qué tipo de soberanía han
podido —o pretendido— promover con un modelo económico
centrado en la extracción y exportación de materias primas, es
decir, en una base productiva que, como se ha señalado,
conduce más a la profundización de la dependencia que a una
ampliación de la soberanía. ¿Cuál es su lectura del tipo de
desarrollo emprendido durante el llamado «ciclo progresista»?
306
EG
La evaluación de las estrategias de desarrollo del progresismo está
demostrando no ser sencilla. Al interior de los países se las reclama pero,
al mismo tiempo, hay muchos protagonistas de ese ciclo que las
entorpecen, sea por su sincera convicción de haber hecho lo correcto
como por la intención de ocultar errores. Las recientes campañas
electorales (por ejemplo, en Bolivia y Ecuador) las condicionaron aún
más, debido a que las energías estaban puestas en volver a ganar el
gobierno. Pero sobre ello se superpone un entramado de opiniones y
analistas transnacionalizados —tanto dentro de América Latina como
desde fuera— que abusaron de simplificaciones y eslóganes.
Por ejemplo, ustedes me dicen que los progresismos lograron «políticas
soberanistas» en la banca y otros sectores. Ese tipo de dichos son muy
comunes, en especial en el Norte Global. Pero eso está equivocado. En
realidad, bajo los progresismos la banca privada vivió un paraíso:
aumentó su cobertura sobre la población y se diversificó la
financiarización. Esto ocurrió bajo gobiernos como el de Correa en
Ecuador, el de Lula da Silva en Brasil o el del Frente Amplio en Uruguay,
entre otros. Así se explica la bancarización obligatoria en Uruguay o la
expansión de la financiarización a sectores como el consumo popular, la
educación o la salud en Brasil.
Es una simplificación partir de una oposición como si todo lo que se hizo
en distintos sectores (educación, salud, vivienda o integración) hubiera
307
sido soberanista y maravilloso y todo lo negativo estuviese en los
extractivismos y sus impactos.
En realidad, los progresismos estuvieron repletos de claroscuros.
Tuvieron avances, estancamientos y retrocesos dentro de cada sector.
Hay que celebrar que redujeran la pobreza y marginalidad, por ejemplo,
porque eso dio un alivió a millones de familias, pero hay que saber
reconocer también las limitaciones que tuvieron en su marcada
dependencia de las ayudas monetarias condicionadas a los más pobres
o del crédito para el consumo popular.
También hay que felicitar sus inversiones en infraestructura, que en
Ecuador, por caso, son evidentes en las carreteras y puentes. Pero a la
vez hay que comprender que mucho dinero se perdió dentro de los
laberintos estatales, sea por medios lícitos pero ineficientes como
también por la corrupción.
Esas contradicciones se deben a que los progresismos —en términos
generales y muy esquemáticos— se enfocaron en una variedad de
capitalismo que buscó capturar una mayor proporción de excedente para
intentar una redistribución económica. Pero lo hicieron apelando a
prácticas concretas que, como los extractivismos y el consumo de
masas, requerían su subordinación al capital. Ello ocurrió por varias vías:
blindaron al sector financiero, profundizaron la exportación de materias
primas, captaron la inversión extranjera y se adhirieron plenamente a la
institucionalidad global (como la Organización Mundial del Comercio).
308
Eso funcionó por medio de equilibrios en los que el Estado progresista
buscaba regular al capital y a la vez no podía dejar de ceder ante él.
Esos equilibrios eran inestables pero mientras los precios de las materias
primas fuesen altos, el excedente apropiado podía sostener las medidas
de compensación y amortiguación. Pero cuando cayeron los precios de
los commodities, ese esquema ya no fue posible. Y ello ocurrió al mismo
tiempo en que la capacidad de renovación política del progresismo se
agotó.
TR
Más allá de la coyuntura política, todas las economías
latinoamericanas siguen compartiendo ciertas características
centrales: los sectores económicos predominantes se basan en
la extracción de recursos, la agricultura de monocultivo y la
manufactura de bajos salarios; en términos de empleo, la
región está marcada por un gran sector informal, así como por
la práctica arraigada de precarización y tercerización, lo que
resulta en una clase obrera que trabaja en la precariedad
extrema sin una red de seguridad social; y en cuanto a su
inserción en el sistema mundial, la región se encuentra en un
lugar de dependencia caracterizado por las exportaciones de
bajo valor agregado, la plena integración a los mercados
globales y altos niveles de deuda soberana.
¿Qué ha revelado la pandemia y la crisis económica respecto al
modelo de acumulación de la región? ¿Qué enfoque debe
309
orientar la recuperación latinoamericana y a qué escala debe
concebirse e implementarse?
EG
Desde el Centro Latino Americano de Ecología Social venimos siguiendo
la crisis por la pandemia en todo el continente. Lo que observamos es
que la crisis actual se superpone sobre varias crisis que ya estaban en
marcha en 2019 y antes. A su vez, si bien hay semejanzas, también las
diferencias entre los países son muy importantes.
No es lo mismo lo que ocurre, por ejemplo, en Brasil que en Chile, o en
México que en Colombia. Tras esa advertencia, puede decirse que se
observan distintos grados de colapso, derrumbe o miserias en la política
y en el papel de los gobiernos. En unos casos eso es extremo, como se
observa con la inacción y autoritarismo de Jair Bolsonaro en Brasil. Pero
otras situaciones son también dramáticas, como la que se vive en Perú,
donde mientras avanzaban los contagios se derrumbaba la política de
partidos.
En esa desesperación, los gobiernos otra vez buscan que los
extractivismos sean la solución para paliar la crisis económica. Todos los
países de América del Sur, sin excepción, intentan aumentar sus
exportaciones de materias primas y simultáneamente sumar nuevos
sectores (como la minería de litio o la expansión de los monocultivos
transgénicos).
310
Entiendo que no es inminente una salida de la condición pandémica.
Esta no es una crisis de un par de años, sino que dado el colapso del
sistema sanitario y la inequidad en el acceso a las vacunas, el
coronavirus es la nueva normalidad. Estaremos con economías
deprimidas, subas y bajas en contagios y muertes, ciudades bajo control
policial y un aumento escandaloso de la pobreza y el desempleo durante
un tiempo largo.
El dato, a mi modo de ver, es que bajo este contexto está cristalizando
una transformación política que ya estaba prefigurada (por ejemplo bajo
el conservadurismo de Uribe y Duque en Colombia, el fujimorismo en
Perú y, en grado extremo, Bolsonaro y la ultraderecha brasileña). Se
trata de una verdadera necropolítica, la política del dejar morir. Es
diferenciar entre vidas rescatables y otras desechables —como las de
pobres, negros, campesinos o indígenas— a los que el Estado y la
sociedad ya no les proveen de soluciones, y esto pasa a ser aceptado
por las mayorías. El miedo al virus ha hecho retroceder a la política a
una situación en la que se resigna ante la muerte (ya no se defiende
ante ella) y la acepta en la cotidianidad.
TR
Más allá del momento de la recuperación, ¿cuál es el horizonte
político de la izquierda? Si entendemos la pandemia del COVID-
19 como la primera gran crisis ecológica a escala mundial, ¿será
que llegó la hora de un paradigma que aborde de manera más
311
explícita los problemas —entrelazados— de la extracción de
recursos, el daño ecológico y el cambio climático?
En otras palabras, ¿es hora de avanzar del «socialismo del siglo
XXI» hacia la discusión sobre el ecosocialismo, sobre un nuevo
pacto ecosocial, una economía democrática verde o alguna otra
formulación? ¿Cómo definen su visión de una alternativa
radical al modelo económico imperante, y cómo creen que se
podrían articular las conexiones fundamentales entre la
economía y la naturaleza?
EG
Para responder esa cuestión entiendo que es necesario diferenciar entre
izquierda y progresismo. Los agrupamientos políticos y los gobiernos
asociados a las imágenes de Lula da Silva o Evo Morales comenzaron
con un empuje de izquierda pero una vez en el palacio de gobierno, y
con el paso del tiempo, se transformaron en progresistas. A mi juicio,
progresismo e izquierda son dos proyectos políticos distintos.
Es evidente que uno de los factores que explican la divergencia entre
aquella izquierda inicial y los progresismos siguientes fueron los modos
de apropiación de los recursos naturales y los entendimientos sobre el
desarrollo. El progresismo invoca distintas razones, desde la necesidad
de combatir la pobreza a la espera de una revolución mundial, pero
acepta esa destrucción ambiental.
312
En cambio, una nueva izquierda para el siglo XXI y enfocada en América
Latina debe defender la naturaleza. Aquí se debe subrayar esa condición
de «nueva», porque la renovación debe estar en no repetir errores de
la izquierda clásica latinoamericana del siglo XX (como su aversión a las
cuestiones ecológicas) y en cambio rescatar sus aciertos, como insistir
en romper con ser proveedores de materias primas.
Del mismo modo, esta nueva izquierda debe dejar atrás la condición
patriarcal, y eso significa rechazar los machismos progresistas de hoy
como los comités de jefes varones de la izquierda del siglo pasado.
Situaciones análogas se repiten en otras dimensiones, como por ejemplo
la interculturalidad y el papel de los pueblos originarios, la globalización
y más.
Pero entre ellas quiero subrayar el asunto de los derechos humanos y la
democracia. Es que parte de ese diagnóstico sobre los progresismos que
sigue pendiente radica en su real desempeño en fortalecer la democracia
y asegurar la salvaguardia de los derechos. Los últimos años de los
progresismos significaron retrocesos en algunos aspectos que no
pueden ser ocultados: tienen que servir como lección para nuestra
nueva izquierda.
Es también una izquierda anclada en América Latina, y por lo tanto
propia de sus contextos históricos, sociales y ecológicos. Esto es algo
que dicen muchos, pero el problema es que no son pocos los que
313
finalmente terminan repitiendo recetas del Norte para imponerlas a
nuestros esfuerzos de renovación de nuestra izquierda criolla.
Uno de los aportes fundamentales de esta nueva izquierda
latinoamericana fue proveer otro modo de entender el valor. Ese era un
aspecto central en el debate andino, que nutrió las diferentes
concepciones del Buen Vivir y a su vez se concretó en los derechos de
la naturaleza en la nueva constitución de Ecuador.
En cambio, en las tradiciones occidentales se comparte una teoría del
valor donde solo los seres humanos son sujetos y agentes de valoración.
Son antropocéntricas, y eso es evidente en conservadores y liberales
pero también está presente en el socialismo, ya que es el trabajo del
humano el que otorga valor a la naturaleza. El ecosocialismo es parte
de esa tradición —y sin dudas expresa mayores avances en una
responsabilidad ecológica— pero carece, entre otras cuestiones, de una
teoría del valor alternativa a esta visión predominante de la modernidad.
El Buen Vivir postula un cambio radical y por ello se lo ha planteado
como una alternativa tanto al capitalismo como al socialismo. Desde el
Buen Vivir son intolerables los extractivismos y la pobreza porque violan
los valores intrínsecos tanto de la naturaleza como de los humanos.
Como el ecosocialismo admite una valoración instrumental, siempre
podrá haber extractivismo, y eso es justamente lo que ocurrió con
Correa o Morales. En la teoría hay una limitación: el ecosocialismo puede
apelar al Estado pero termina implementando el desarrollo (aunque una
314
variedad distinta). En la práctica, como para una redistribución
económica que asegure equidad se necesita del crecimiento económico,
termina en alguna forma de keynesianismo verde.
Decirse postsocialista no significa rechazar el aporte de la tradición
socialista, ya que el Buen Vivir con toda comodidad hace suyo buen
parte de su legado en el campo de la justicia social. Lo que se está
diciendo es que esa versión del Norte del ecosocialismo ya no es
suficiente para constituirse en una alternativa. La alternativa
latinoamericana va más allá de ella, y confirma que es una ruptura con
el capitalismo que se hace moviéndose hacia la izquierda.
Comparto esto porque entiendo que una de las cuestiones centrales en
la renovación de la izquierda está en generar una nueva teoría del valor,
y ésta no puede ser una repetición de la originada en Europa hace dos
siglos atrás, porque ahora disponemos de la nuestra propia. Los
progresismos y la academia, especialmente la del Norte, tiene que
respetar y tolerar estos ensayos.
TR
Por último, ante la posibilidad de un nuevo superciclo
de commodities y con el retorno de varios gobiernos
progresistas, ¿qué consejo ofrecerían a los gobiernos de
izquierda o centroizquierda —tanto actuales como futuros— de
la región? ¿Cómo deberían orientarse en un contexto de crisis
multidimensional, en el que otro auge de
315
los commodities puede traer consigo una mayor presión para
expandir la frontera agrícola y extractiva? ¿Cómo podrían
cambiar sus economías nacionales para hacer una transición
hacia la energía renovable, una mayor protección social, una
agricultura regenerativa y otras alternativas económicas al
extractivismo? ¿Se podría financiar una transición de este tipo?
¿Es posible forjar un camino en este sentido sin la coordinación
de los gobiernos de todo el Sur Global para poner fin al régimen
de deuda y austeridad impuesto por las instituciones
financieras?
EG
A este momento, los dos agrupamientos progresistas que han retornado
al gobierno (en Argentina y Bolivia) están repitiendo las estrategias
extractivistas; y como estas son resistidas por las comunidades locales,
se repiten los conflictos. El gobierno de Alberto Fernández ha blindado
y subsidiado la explotación de hidrocarburos en el sur del país,
incluyendo el fracking; la administración Luis Arce está debilitando el
sistema de áreas de protección ecológica para permitir el ingreso de
petroleras, mineras, hidroeléctricas y sojeras. Así es que el debate entre
izquierda y progresismo volvió a la primera plana. Los procesos
electorales en Bolivia, Ecuador y Perú incentivaron todavía más las
polémicas.
Para quienes estamos aquí en el Sur quedaron en evidencia las
limitaciones de las opiniones apresuradas desde una exterioridad, donde
316
el ejemplo más impactante fueron los dichos del politólogo español Juan
Carlos Monedero que, desde Quito, mirando televisión, diagnosticaba
quién era indio y quién no lo era al momento de las elecciones en
Ecuador. Señalo esto para insistir en el punto de arriba: la renovación y
construcción de una izquierda latinoamericana tiene que ser propia. Sin
duda debe dialogar, intercambiar y aprender de otras experiencias;
tampoco puede negar sus nexos históricos. Pero no puede aceptar que
desde Madrid, Londres o New York se indique quién es indígena o no,
quién es de izquierda o no, quien es leal o es traidor.
Como segundo punto, esa izquierda debe ser verde en el sentido
ecológico, feminista en tanto rompe con el patriarcado, intercultural
como expresión de incorporar saberes y sentires indígenas y estar
comprometida con la justicia social y ecológica. Y desde allí inspirarse
en el socialismo. Me la imagino como una izquierda abierta, que cobije
a diferentes personas y posturas que coincidan en esos compromisos
pero que puedan recorrerlos de distinto modo.
No puede volver a ser caudillista, ensimismada en tener un líder
supuestamente infalible que mande paternalmente. Debe, por el
contrario, procurar extender y profundizar una participación y
deliberación que descansen en gestiones colectivas y rotativas.
Debe volver a recuperar su defensa de los derechos humanos, lo que
fue una de las grandes lecciones que dejaron los años oscuros de las
dictaduras militares. Debe asegurar todos los derechos, desde el acceso
317
a la información hasta la vida, y para todos: sin exclusión, sin caer en la
necropolítica. Y por ello debe proteger con todas sus energías a los más
excluidos.
Si gobierna, debe ser una izquierda eficiente, con funcionarios más
capaces y más trabajadores; no nos engañemos, la herencia del
progresismo gobernante en sectores como educación y vivienda fue muy
pobre.
Esta izquierda debe implicar cambios sustanciales no solamente en los
saberes, en la racionalidad bajo la cual se puede organizar una
economía, sino también en las sensibilidades y afectividades. Debe forjar
otros vínculos tanto con las personas como con la naturaleza.
Su programa debe enfocarse en las alternativas al desarrollo. Y digo
«alternativa» no aleatoriamente, sino porque es un concepto con un
significado doble: ofrece opciones distintas pero a la vez asegura las
capacidades para poder elegir libremente, y por ello se entiende
democrática. Una alternativa más allá de cualquier variedad de
desarrollo, porque todas dependen del crecimiento y todas imponen una
dualidad sociedad-naturaleza. De ese modo podrá constituirse en una
alternativa poscapitalista y postsocialista.
Ya hemos intentado todas las variedades de desarrollo; hay unas
mejores que otras, pero los problemas de fondo no se resuelven en
ninguna de ellas. El planeta ya no resiste más experimentos, debemos
318
atravesar los límites del desarrollo. Y eso es lo que se propone el Buen
Vivir.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/08/01/buen-vivir-para-superar-los-limites-deldesarrollo/
319
EVA ILLOUZ: “EL CAPITALISMO HA CREADO GRANDES BOLSAS
DE MISERIA SENTIMENTAL”
XAVI AYÉN
ENTREVISTA CON LA GRAN INVESTIGADORA DEL AMOR CONTEMPORÁNEO
La socióloga franco-israelí publica su ensayo 'El fin del amor'
Eva Illouz, en una visita a Barcelona en el 2016
César Rangel
Eva Illouz (Fez, 1961) es, para algunos, la mayor teórica del amor
contemporáneo. Esta socióloga franco-israelí ha publicado obras como ‘El
consumo de la utopía romántica (1997), ‘Intimidades congeladas’ (2007),
‘La salvación del alma moderna’ (2008) o ‘Por qué duele el amor’ (2012).
Atiende por videoconferencia a este diario desde París para hablar de su
último ensayo, ‘El fin del amor’ (Katz). Su método tiene la virtud de atraer
320
tanto a lectores académicos como profanos, alternando referencias
intelectuales (Hegel, Freud, Marx, Durkheim…) con entrevistas de campo
(92 personas han sido interrogadas sobre su vida sentimental para este
último libro), referentes de la cultura popular -como la serie ‘Sexo en
Nueva York’- o incluso chats de Tinder.
-¿Por qué un libro más sobre el amor?
-Para mí supone el final de un ciclo. Es más sobre el desamor que el amor.
Me interesa la manera en que nuestras experiencias emocionales son
conducidas por las instituciones, la manera en que somos moldeados,
cómo actúan en nuestro interior unas fuerzas sociales que no vemos ni
comprendemos. Del mismo modo que, en su día, intenté comprender el
tránsito del amor burgués del siglo XIX al amor de la sociedad de
consumo, veo ahora que todas esas construcciones burguesas y
capitalistas se están hundiendo. Es un libro sobre la contradicción entre
el ideal que tenemos del amor, que viene de esas estructuras del pasado,
y las potentes fuerzas institucionales que trabajan en otra dirección y que
hacen que no pueda funcionar bien.
-Cuando tenemos problemas amorosos, buscamos a los
psicólogos. Usted propone la aproximación sociológica, muy
distinta. El desamor es visto como fruto del sistema en que
vivimos, no como una ineptitud de las personas.
-Exactamente. Una parte importante de mi trabajo es escribir contra la
psicología, que es la competidora epistemológica de la sociología. Escribo
321
contra la psicología clínica, que tiene cosas que se pueden utilizar
individualmente, que son útiles, pero eso no significa que no haya
grandes causas colectivas, problemas sociales, también en este campo.
La incertidumbre se ha convertido en un problema sociológico, porque
hoy la certidumbre es una anomalía en una relación sentimental. En
general, cuando entramos en cualquier otro tipo de relación social,
laboral, sabemos a qué atenernos, cuáles son las reglas: lo que significa
ser un padre, un vendedor de helados, una prostituta callejera… Son roles
que interpretamos. Pero, hoy, entrar en una relación amorosa es
introducirnos en un territorio totalmente incierto. No sabemos cuál es la
buena conducta a seguir, y esta tremenda incertidumbre no tiene
precedentes en la historia. La sociología nos ayuda a gestionar esto. Ojo,
no estoy diciendo que los individuos no sean diferentes, sino que hay
individuos con muchos más problemas que otros. Los individuos se
mueven en instituciones y entornos que no dominan, cosas que no
funcionan, y que son constantemente eludidos en la comprensión de los
psicólogos en sus terapias.
-Usted habla de desregulación amorosa…
-Utilizo voluntariamente conceptos económicos porque ha habido
transformaciones en las relaciones amorosas que tienen un carácter
económico. Muy importante resulta, por ejemplo, que, hoy, los
encuentros amorosos son un mercado, han adoptado esa forma: hay dos
entidades que se encuentran en una arena libre y van a intercambiar algo
entre ellos, sin mediaciones ni regulaciones. Antes nadie se casaba fuera
322
de los preceptos de una religión, de los estereotipos, de su clase social…
Había un montón de mecanismos sociales que regulaban las parejas. La
desregulación es lo mismo que en el terreno de las mercancías: la libre
circulación de cuerpos y de psiques. Eso va a hacer que la gente se aparee
en función de mecanismos de acumulación de valor, de capital, que
maximicen sus posibilidades en el mercado matrimonial. La regulación
implica muchas prohibiciones y tabúes, y en el mercado no los hay, solo
dos personas que intercambian utilidades. Ese es el amor del
neoliberalismo. La paradoja es que las ideas de Thatcher y Reagan, tan
defensores de la familia tradicional, conducen a su destrucción, a la ley
del más fuerte.
Hattie Retroage, la abuela de 85 años que triunfa en Tinder e Instagram
Terceros
-De hecho, usted muestra cómo, en el amor, coinciden los
libertarios y los neoliberales…
323
-Uno de los desafíos del libro es proponer una sociología de la libertad.
Pensamos comúnmente en la libertad en términos morales y políticos,
pero yo lo que quiero es ver sus efectos profundos en las prácticas
sociales, porque es absolutamente claro que la libertad cambia de
contenido, según las épocas. Por ejemplo, en los años 70 y 80 el escritor
Gabriel Matzneff podía tener comportamientos pedófilos, acostarse con
niños, impunemente, se consideraba parte de su libertad sexual. Hoy eso
ya no es posible. Hay, pues, ajustes y redefiniciones de la libertad. Me
doy cuenta de que los grandes valores que han defendido las feministas
y los homosexuales, que jugaron un papel importantísimo en todo el siglo
XX y en el advenimiento de la democracia, cambian de cariz al ser
cooptados por lo que yo llamo el capitalismo escópico, las industrias que
utilizan la mirada, el ojo del espectador, para extraer valor de otra
persona, a partir de la belleza evaluable del cuerpo de una mujer. La idea
de libertad de ese capitalismo escópico cambiará profundamente la
definición de la masculinidad y la feminidad, así como de la sexualidad.
Se trata de algo muy político: privilegiar a la vez la libertad y la
desigualdad. Dado que no existe una igualdad de partida, la libertad
sexual se utiliza contra las mujeres.
-Desmenuza las consecuencias de la falta de ética en el terreno
sexual. Pero ¿quién podría dictarla?
-No creo que haya que crear una organización internacional que dicte una
ética sexual, han de ser los hombres y las mujeres los que la creen
conjuntamente. Esa es una gran cuestión de la que ocuparnos en los años
324
que vienen. El feminismo es una gigantesca reacción al gran malestar que
existe en las relaciones sexuales y emocionales. Tenemos una gramática
compartida entre hombres y mujeres para tratar las desigualdades en el
campo laboral. Pero no hemos formulado la gramática de la sexualidad y
las relaciones íntimas para que no sean un campo donde reinen la
humillación, la herida, el sufrimiento, los sentimientos de invisibilidad
social. No es siempre el caso, de acuerdo, pero sí a menudo. La libertad
implica el derecho a hacer lo que queramos sexualmente pero aquello
que queremos da lugar a mucha violencia, en lo físico, simbólico y
emocional. Hace falta comenzar esta discusión ética. Hasta ahora, hemos
percibido este tipo de cuestiones como un intento de reglamentar lo
íntimo, pero se trataría simplemente de meterlo en los carriles de la ética.
Que la relación ética con los otros no se detenga o se extinga al llegar a
la sexualidad y al deseo.
-¿Libertad, igualdad, fraternidad?
-Las tres cosas son una demanda clara, también en lo íntimo.
325
La futbolista Paula Dapena (con el dorsal 6) da la espalda a sus compañeras en el minuto de
silencio que se guardó por Maradona, a quien considera "violador, pedófilo, putero y
maltratador"
Amador Lorenzo / EFE
-Usted habla de la ‘deselección’, el abandono de las relaciones,
como la característica más importante de hoy.
-Parto de la constatación de que la idea de ‘elección’ ha sido
absolutamente central en la modernidad. El feminismo puede ser definido
como un combate para que las mujeres elijan, ya sea en casa o fuera de
ella (con el voto). La misma sociedad de consumo se presenta como una
cultura del derecho a tener muchas posibilidades de elección… El
individuo moderno se define a través de su toma constante de decisiones:
en su profesión, en la sexualidad, en sus amistades, sus compras… Pero
hoy vivimos una nueva etapa en la historia cultural de la elección porque
el individuo se define según sus ‘deselecciones’, su ruptura de
compromisos y decisiones anteriores. Eso es algo muy nuevo, un modo
de sociabilidad negativa, donde el individuo es quien es por aquello que
rechaza, por la experiencia repetida de rechazar o no escoger algo. Bien
porque prescinde de algo o alguien o porque lo toma pero luego ya no.
El verdadero yo surge de rechazar a alguien: entrevisté a una mujer
casada durante 25 años, relativamente contenta con su matrimonio, que
estaba bien, pero se decía que, al haberse casado joven, no había
conocido nada de la vida, quería probar la vida de soltera y dejó a su
marido. Es al menos una acción inteligible, se comprenden las causas.
Rechazar es constitutivo de la identidad.
326
-Habla de poliamor, del más común ‘casual sex’ pero también
destaca la gran fuerza que mantiene el ideal del amor romántico.
-Esa es una idea clave del libro, la contradicción entre la ideología que
sigue siendo poderosísima en nuestra sociedad y el hecho de que
nuestras instituciones trabajan en otra dirección…
-Otra paradoja: la apariencia física es más importante que
nunca.
-Nunca ha sido tan importante. Irónicamente, al tiempo que el feminismo
ha hecho progresos, el rol de la sexualidad ha sido cada vez más
importante en la autodefinición de las mujeres. Hay un enorme debate
en el feminismo, el de analizar si la autodefinición a partir del cuerpo y la
sexualidad representa una emancipación o una regresión. Tras
investigarlo mucho tiempo, finalmente creo que el cuerpo juega un papel
fundamental para sojuzgar a las personas. En el patriarcado tradicional,
las mujeres tienen dos roles: el reproductor, son matrices o vaginas que
van a dar niños; o bien son prostitutas, para dar placer sexual a los
hombres. No sorprende que, en este sistema, el rol de la mujer esté
hipersexualizado, y marcado como diferente. Este cuerpo sexualizado se
ha integrado en las formas actuales de dominio capitalista, las que
conciernen a la mirada, la que reconoce la belleza, y que da a algunas
mujeres una sensación de empoderamiento, pero junto a la mirada
también son necesarios los procesos de reconocimiento social, emocional
y romántico, y ahí la hipersexualización de las mujeres –que los hombres
no sufren- va a impedir que se produzca ese reconocimiento.
327
-Se ocupa también del ‘ghosting’…
-Es una forma cool de denominar una crueldad. Es un término que agrupa
una serie de prerrogativas, una manera de legitimar un comportamiento
maltratador. Si imagináramos un comportamiento parecido en el campo
profesional ¿qué sería? ¡Un delito! Sería imposible, usted no puede tratar
a un cliente así: que él le pregunte algo y usted decide arbitrariamente
no contestarle más. Comportarse así sería considerado una afrenta en
cualquier campo, pero lo aceptamos en las relaciones íntimas. Y no hay
ninguna razón para ello.
Muñecos que reproducen arquetipos y roles sociales
Terceros
-¿Qué son los ‘incel’?
-Un movimiento de ‘célibes involuntarios’, una subcultura violenta, de
extrema derecha, que llama al odio contra las mujeres. La desregulación
del mercado sexual crea una gran miseria sexual para mucha gente,
328
enormes bolsas de miseria. El capital sexual es tan importante para los
hombres, una fuente de poder, que, cuando no es satisfactorio, dado que
está repartido de forma muy desigual, genera enormes resentimientos.
Michel Houellebecq fue el primero en hablar de esto en su ‘Ampliación del
campo de batalla’ en 1994. Hay un vasto campo de miserables sexuales.
La apariencia física nunca ha sido tan importante como ahora”
-¿Y el consentimiento?
-Se ha convertido en la piedra angular de las relaciones entre hombres y
mujeres basadas en la libertad, el libre albedrío de las partes. Pero a mí
me recuerda el contrato del trabajo asalariado, que se presenta como un
contrato entre dos partes, el que paga y el que le da su trabajo a cambio.
Marx ya se reía de eso en las primeras páginas de ‘El capital’, ¡no es una
relación entre iguales! Si no aceptas, te mueres de hambre, el empleador
tiene un enorme poder sobre ti. Y hoy, en el terreno sexual, hay que
recordar que definimos la identidad de las mujeres según el
reconocimiento que la mirada de los hombres le da. Así, le sorprendería
descubrir la cantidad de mujeres que dicen que ‘sí’ a propuestas sexuales
que no les apetecen. Más allá del ‘sí’ y el ‘no’ hay una gran zona gris
donde la mujer no quiere algo pero carece del repertorio adecuado para
decir un ‘no’ sin ser insultada, vista como una calientabraguetas o una
puritana frígida. Si el hombre te desea es que has hecho algo para que
eso suceda y deberías ser consecuente y sentirte halagada. No solo está
en juego la voluntad de la mujer. El libro ‘El consentimiento’ de Vanessa
329
Springora es muy bueno porque expone el tema muy claramente: una
niña de 14 años ¿qué sabe de la vida? ¿a qué puede consentir cuando un
adulto de 50 la aborda? Del mismo modo, una chica de 22 años, que ha
bebido en una fiesta, y lleva toda su vida escuchando y asumiendo
mensajes sobre la sexualidad que le dicen que follar o responder a esas
insinuaciones es cool, le resulta muy difícil oponerse. El debate sobre el
consentimiento, reducido a ‘sí’ o ‘no’, elude la complejidad de toda la
casuística real.
-¿En qué trabaja?
-En varias cosas. Analizo el populismo a través de las emociones, en el
contexto de la sociedad israelí. Tengo otro proyecto antipsicológico:
analizo 14 emociones y muestro que, en realidad, son sociales. Acabo
otro libro sobre sexo. Y estamos haciendo, con un periodista y un
académico, dos libros de entrevistas sobre toda mi obra.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/cultura/20210117/6183807/eva-illouzamor-libro-finkatz.html?fbclid=IwAR2KwWl9_9pl9d4hHqeS7n1imeEptMbfKKAtK587mSFLphidl6Uv
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330
RESEÑAS
331
VOLVERNOS ATEOS DEL CRECIMIENTO Y DE LA ECONOMÍA
Reseña de La abundancia frugal como arte de vivir. Felicidad,
gastronomía y decrecimiento, de Serge Latouche, El Viejo Topo,
Barcelona, 2021, 144 páginas.
PEDRO CHAVES
Fuentes: Le Monde diplomatique
Serge Latouche es un economista y pensador incómodo, cómo su
mentor Ivan Illich. Éste último fue un inclasificable en tiempos en que
332
las clasificaciones resultaban insustituibles, tiempos donde el GPS
político generaba de inmediato fronteras.
Serge Latouche es uno de los divulgadores más conocidos de la teoría
del decrecimiento, una, cómo él dice, matriz de alternativas más que
una alternativa en sí misma. Pensar el decrecimiento es repensar la
economía, la relación entre los seres humanos, entre estos y la
naturaleza. Es una llamada angustiosa de aviso frente a la evidencia de
que el mito del crecimiento continuo nos está conduciendo a una
catástrofe.
Propugnar el decrecimiento no es promover “decrecer por decrecer”, eso
sería tan absurdo como el paradigma dominante que nos invita a crecer
por crecer. En esta dirección, Serge Latouche nos invita al “…abandono
de una fe y de una religión” la del progreso y del desarrollo. No es, el
decrecimiento, un proyecto económico, sino un proyecto societal que
implica salir de la economía como realidad y, también, como discurso
imperialista.
En este punto, el autor reivindica descolonizar la idea de felicidad,
sacarla del paradigma liberal decimonónico e ilustrado y hacerla viajar
por los imaginarios del sur, particularmente por los de América Latina,
para encontrarse con visiones de la “buena vida” donde las claves
significativas son: vivir en armonía con la naturaleza y vivir en
comunidad. Conceptos como suma quamaña, sumak kawsay, kunme
momgem, jakona shati de diferentes tradiciones y culturas en América
333
del Sur, dan cuenta de esta perspectiva armoniosa y equilibrada sobre
la buena vida.
Porque, como el autor reivindica, la buena vida está ligada a una idea
de la buena sociedad donde esta no nos ofrece medios de existencia
sino una razón para vivir, o sea un sentido.
En la búsqueda de referentes en nuestra tradición, Serge Latouche
establece un paralelismo entre la “abundancia frugal” que él propone y
la “austeridad revolucionaria” que defendió el Partido Comunista Italiano
en los años 1970. Y aunque el autor no lo cita, nos recuerda también la
idea de Walter Benjamin sobre el papel de los revolucionarios
accionando los frenos de emergencia para detener el tren de un
capitalismo desenfrenado que nos conduce al abismo.
El libro establece una relación con la corriente impulsada por el italiano
Carlo Petrini de la Slow Food. Una reivindicación de la buena mesa, del
placer culinario y gastronómico frente a la comida basura y la industria
de creación de hambruna y obesidad. Llama la atención el dato de que
hay 865 millones de personas en el mundo que pasan hambre y 600
millones de obesos.
En fin, dice Latouche, para terminar: “Es más necesario que nunca que
militemos para salir de la guerra de todos contra todos y todos contra la
naturaleza, generada por la competencia transnacional y el libre
comercio desbocado, y que lo hagamos con la perspectiva de un
proyecto ecosocialista del decrecimiento”.
334
Fuente: https://mondiplo.com/volvernos-ateos-del-crecimiento-y-de-laeconomia
335
RESEÑA DEL LIBRO “MODO DE VIDA IMPERIAL. VIDA
COTIDIANA Y CRISIS ECOLÓGICA DEL CAPITALISMO”, DE
ULRICH BRAND Y MARKUS WISSEN, EDITADO POR TINTA
LIMÓN EDICIONES PARA AMÉRICA LATINA.
SOLIDARIDAD VERSUS EXCLUSIVIDAD
RUDOLF WALTHER
Fuentes: Rebelión
No es muy frecuente que expertos académicos escriban libros que
puedan ser a conciencia recomendados como material de lectura para
todo público. Y en el caso del libro escrito por los cientistas políticos
Ulrich Brand y Markus Wissen, esto no se debe solo a la comprensible
dicción del estudio, sino además se debe al tema tratado. El libro aborda
336
“el modo de vida imperial”, en el cual todos nosotros -los habitantes del
Norte, conjuntamente con unos cuantos alegres del Sur- de alguna
forma participamos, aunque no siempre de la misma manera,
dependiendo de los ingresos, la riqueza, los antecedentes, la educación
y el género.
El término “modo de vida imperial”, el cual debe ser entendido como un
programa, significa muchas cosas. En primer lugar, significa que la
forma de producción capitalista y de consumo en el Norte y en algunos
países emergentes del Sur tienen consecuencias para el resto del
mundo, regiones en las cuales se vive una mezcla de explotación,
hambre y miseria.
En segundo lugar, nuestro modo de producción y consumo crea crisis y
conflictos sobre los recursos naturales ubicados en otras regiones,
erosionando así las bases mismas de la vida y las oportunidades de
supervivencia de las personas que en esos espacios habitan.
Tercero, nuestro modo de vida imperial estabiliza nuestras condiciones
sociales, porque nos provee de comestibles baratos y ensancha nuestra
prosperidad, aunque no equitativamente para todas las clases y grupos.
En cuarto lugar, nuestro modo de vida imperial acentúa la competencia:
a medida que las personas y las economías nacionales se desplazan
hacia este modo, van perdiendo sus bases naturales y comerciales.
337
Los autores llegan al punto central de este dilema en una sola oración:
“El modo de vida imperial se basa en la exclusividad, solo puede
autosostenerse en cuanto un “otro lugar” esté disponible para imponerle
sus costos”. En la medida que más gente participe en el progreso
capitalista en las zonas más desarrolladas industrialmente, más
reaciamente este modo de vida debe ser protegido y defendido a través
de la exclusión y el uso de instrumentos militares.
De ningún modo se puede considerar a Brand y Wissen
como evangelistas moralistas, e inocentes en cuanto a modestia y
abstinencia se refiera. De manera convincente ambos explican el doble
carácter de cómo este modo de vida imperial funciona: se basa en
presiones estructurales de las cuales un individuo, en su rol de
consumidor, no puede escapar. A su vez, el modo de vida imperial
amplía el radio de acción y la libertad de las personas. Al menos mientras
que los costos y las consecuencias destructivas para los trabajadores y
el medio ambiente puedan ser exportados hacia el Sur. Un ejemplo
consiste en la capacidad que tiene el Norte de consumir mayores
cantidades de carne e, inclusive, a menores precios gracias a la
producción de maíz y soya en el Sur.
Los autores no cargan la culpa sobre las responsabilidades individuales
de cada individuo por semejantes conexiones determinadas
estructuralmente. Al contrario, muestran que las intenciones y
decisiones estratégicas de cada consumidor dependen de una gama de
decisiones previas, las cuales están institucional y sistemáticamente
338
configuradas de tal forma que cada consumidor por su cuenta no puede
cambiar. Lo que sí podemos es tratar de introducir alternativas
solidarias-colectivas en ciertos puntos claves dentro de esta maraña de
configuraciones. En este sentido, ellos se alejan del punto político
muerto propio de la teoría de los sistemas promovida por Niklas
Luhmann, quien abordó el ego “autónomo europeo tradicional” con el
mensaje de resignación: “El sistema hace lo que hace” y lo demás es
ideología o ilusión. Contrario a Luhmann, Brand y Wissen dejan claro
que la presión estructural silente y los alcances de acción nunca son
absolutos. Las críticas hacia las presiones estructurales, como también
las auto–críticas de aquellos que actúan y deciden, siempre pueden ser
movilizadas, al igual que una cierta direccionalidad hacia estándares del
modo de vivir intelectual y político, y aquellos económicos que no
pueden medirse en términos de crecimiento y ganancia, pero sí en
necesidades, solidaridad y justicia.
Brand y Wissen analizan la creación del modo de vida imperial durante
el curso del colonialismo europeo y también con algunas formas de
generalizaciones globales a partir de 1945. A través del ejemplo del
tráfico automovilístico individual enfatizan no sólo cómo condicionan a
las ciudades y países, sino además el modo de vida en el cual ser
propietarios de automóviles es algo normal, como lo son también las
consecuencias socioambientales a las cuales conlleva el tráfico en todas
partes, incluyendo en aquellos países donde las materias primas como
el petróleo, el hierro y el acero son extraídas. Las consecuencias son de
339
semejante trascendencia que se podría decir -intencionalmente- que la
movilidad automotora determina a la gente.
Los autores observan que el punto de arranque para una trasformación
real va mucho más allá de cálculos tecnocráticos como la “tecnología
orgánica”, como apoyo para desvincular el crecimiento del consumo de
recursos naturales y la explotación de los trabajadores en un
“reformismo radical” (Joachim Hirsch). Semejante reformismo se
preocupa tanto de las condiciones para el cambio social como de reglas
políticas, principios sociales claves y normalidades cotidianas prácticas,
como el cambio del propio pensamiento y la acción. “La búsqueda de
procesos para un modo de vida solidario” y para “un modelo diferente
de crecimiento” empieza con información, crítica y educación y no con
planes técnicos para la modernización que esconden las relaciones de
poder capitalistas dominantes en el Norte y la miseria en el Sur.
Fuente: https://rebelion.org/solidaridad-versus-exclusividad/
340
POEMA
341
UN POEMA DE NADIA ANJUMAN, POETA AFGANA
No tengo ganas de abrir la boca
¿Qué debo cantar?
Yo, odiada por la vida,
No hay diferencia entre cantar y no cantar.
¿Por qué debo hablar de la dulzura
Cuando siento tanta amargura?
Oh, el festín del opresor
Me tocó la boca.
No tengo ni un compañero en esta vida
¿Para quién puedo ser dulce?
No hay diferencia entre hablar, reír,
Morir, ser.
Yo con mi soledad agotada
Con dolor y tristeza.
Nací para nada.
La boca se debe precintar.
Oh, mi corazón, ya sabes que es primavera
Y momento para celebrar.
¿Qué debo hacer con un ala atrapada,
Que no me deja volar?
He estado callada demasiado tiempo
Pero nunca olvido la melodía,
Porque cada momento cuchicheo
Las canciones de mi corazón
Que me recuerdan el
Día que voy a romper la jaula.
Volar de esta soledad
Y cantar con melancolía.
No soy un débil álamo
Que cualquier viento va a sacudir.
Soy una mujer afgana,
Así que sólo tiene sentido gemir.
Nadia Anjuman (Herat, 1980-2005).
342
(Fue una poeta y periodista afgana. Destacada impulsora de los
derechos de las mujeres, creando círculos de lectura en contra del
régimen de su país. Publicó en 2005, mientras vivía, el libro Gol-e dudi.
Fue asesinada a golpes por su esposo y por la familia de éste.)
Vía Mohamed El Morabet
343
DOSSIER MITO DE ERESICTÓN DE
TESALIA
344
ERESICTÓN DE TESALIA
Grabado de Johann Wilhelm
Baur (1607 - 1640) para una edición
de la obra de Ovidio Las metamorfosis:
Eresictón vende a su hija Mestra.
En la mitología griega Eresictón o Erisictón (Ἐρυσίχθων) era un rey
de Tesalia, a veces conocido como Etón. Era hijo de Tríopas o
de Mirmidón, pero ninguna fuente cita a su madre. Erisictón es un
ejemplo de rey impío, y así Deméter lo condenó a padecer hambre
eterna.
Eresictón despreciaba a los dioses y no les hacía sacrificios. Una vez que
quiso construir un techo para su sala de banquetes no dudó en talar,
ayudado por una veintena de gigantes, un árbol sagrado que formaba
un santuario ancestral de la diosa Deméter construido por los pelasgos,
el pueblo pre-helénico que habitaba Tesalia antes de ser expulsados por
el padre de Eresictón. Las dríades que habitaban estos árboles corrieron
a solicitar auxilio de la diosa. Deméter tomó la forma de su
sacerdotisa Nicipe, y de esta guisa intentó de buenas maneras hacer
desistir a Eresictón de continuar con el sacrilegio. Pero este, lejos de
dejarse disuadir, amenazó a la diosa con matarla con la misma hacha
que estaba utilizando. Fue entonces cuando Deméter, víctima de una ira
sin precedentes, ordenó a Limos (el hambre), o a Némesis, que
345
vengaran este ultraje. El Hambre tocó el vientre de Eresictón, y desde
entonces nada saciaría sus ganas de comer: cuanto más engullera más
crecería su hambre. Cuando Eresictón vendió todas sus posesiones para
comprar comida, su padre se encargó de alimentarle, pero fue tal su
voracidad que en poco tiempo acabó con las riquezas de Tríopas, y
Eresictón acabó convirtiéndose en un mendigo que comía inmundicias.
Eresictón terminó comiéndose a sí mismo, poniendo fin así a su
tormento.
En el Catálogo de mujeres se nos menciona que tenía Erisictón una hija
experta en fármacos, Mestra, que se transformaba en todo tipo de
animal y su padre la tenía como remedio de su hambre, pues la ponía
en venta todos los días y se alimentaba de lo que sacaba. La hija,
cambiando de forma y huyendo, regresaba a casa de su padre; pues
Poseidón le había concedido el don de cambiar de forma. Erisictón era
llamado Etón («voraz») por el hambre voraz que lo consumía. En una
de estas ventas surgió una disputa entre Sísifo y Erisictón, por la mano
de Mestra. Sísifo, que era astuto de sobras, se había percatado de que
Mestra había escapado de su palacio, por lo que fue a quejarse a
Erisictón. Como ninguno de los dos litigantes cedía, tuvieron que
intervenir los dioses, y así Poseidón gozó de la muchacha. Finalmente
Mestra regresó a Atenas para cuidar del atormentado y envejecido
Erisictón.
Paléfato intenta racionalizar el mito, y alega que Erisictón era un tesalio
rico que se volvió pobre, padre de la hermosa Mestra. Los hombres que
querían casarse con ella le daban caballos, vacas, ovejas o lo que
346
quisiera Mestra. Los tesalios, al ver el sustento de Erisictón
acumulándose, decían que «de Mestra vinieron caballos y vacas y otras
cosas» (ἐγένετο ἐκ Μήστρας αὐτῷ καὶ ἵππος καὶ βοῦς καὶ τἄλλα); y así
fue como se desarrolló el mito.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Eresict%C3%B3n_de_Tesalia
347