Libro CARMILLA de Sheridan Le Fanu
Carmilla SHERIDAN LE FANU Sinopsis Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
Carmilla
SHERIDAN LE FANU
Sinopsis
Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
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Philip Le Fanu
que, con respecto a sí misma, su madre, su historia,
de hecho todo lo relacionado con su vida, sus planes
y su gente, ella mantenía una tremenda reserva, como
si estuviera siempre vigilante. Mi manera de averiguar
no era del todo razonable, tal vez. A lo mejor
me equivocaba. Debería haber respetado la solemne
amonestación pronunciada por la majestuosa dama de
terciopelo negro en conversación con mi padre. Pero
la curiosidad es una pasión inquieta y sin escrúpulos. Y
ninguna niña la soporta con paciencia, ni aguanta que
su natural curiosidad encuentre rechazo por parte de
otra. ¿Qué daño haría si ella respondiera y me contara
todo lo que, con todo ardor, quería yo saber? ¿No
confiaba en mi sensatez? ¿En mi honor? ¿Por qué no
me iba a creer cuando le juraba, como lo hice solemnemente,
que no divulgaría a ningún ser mortal una sola
sílaba de lo que me revelara?
Mostraba algo de frialdad, me parecía, una dureza
más allá de sus años, cuando, con su persistente
y melancólica sonrisa, se negaba a darme un solo rayo
de luz acerca de su vida.
No digo que hayamos peleado por eso, ya que
ella no peleaba por nada. De mi parte, por supuesto,
era injusto presionarla. Era de mala educación. Pero
no podía controlarme. Aunque en realidad daba lo
mismo. Porque, comparado con mis expectativas, lo
que me contó sobre ella no fue prácticamente nada.
Se puede resumir todo en tres revelaciones: Primera,
que su nombre era Carmilla; segunda, que su
familia era muy antigua y noble; y tercera, que su casa
estaba en el oeste con respecto a nuestro castillo. No
me quiso contar el apellido de su familia, ni detalles de
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