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La Placeta de Lorca nº 93 - Mayo 2022

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avejentado trasluce una mirada algo cansada, pues, no en vano, en

un par de meses cumplirá 76 años.

A su lado, sentado también en un taburete, hay un sacerdote

de edad provecta vestido con sotana, tal vez pariente o amigo del

fotógrafo, con los brazos también sobre la mesa y, al parecer, concentrado

en sus pensamientos. Ajeno a ellos, al otro lado de la

amplia mesa de caballete y dispuesto ligeramente de espaldas y

de perfil, está Pedro Menchón, con bigote y vestido con bata, uno

de los aprendices del maestro. Con un largo pincel retoca un negativo

fotográfico colocado en un pupitre al que aplica una máscara

con cartulina o papel opaco para eliminar parte del aquel o

ayudar a su encuadramiento. A su izquierda, apreciamos sobre

la mesa el retrato fotográfico montado ya sobre cartón de un

hombre de mediana edad, amén de otros objetos, como un cuadernillo,

cazo, tijeras, cajas de negativos y varias placas de vidrio

apiladas. Más a la derecha, prácticamente de espaldas y sentado

en una silla, un joven Blas Aledo, también discípulo de Rodrigo,

retoca con un lápiz otro positivo de gran formato con el retrato

de medio cuerpo de una mujer. O sea, los dos aprendices realizan

técnicas de retoque y refinamiento esenciales en los métodos y

procedimientos fotográficos, empleadas tanto en los negativos

como en los positivos, con el fin de lograr los efectos y acabados

deseados, esto es, tonalidad, texturas, redefinir luces y sombras,

eliminar imperfecciones, etc. En la pared del pequeño habitáculo

cuelgan láminas con paisajes y escenas costumbristas, anuncios

publicitarios, un termómetro y un almanaque que señala la fecha,

lunes 6 de octubre, que nos permite saber que la fotografía es del

año 1913.

José Rodrigo, pionero de la fotografía en Lorca, destacó por

la producción de una obra personal, de técnica y temática diversa,

con tomas excelentes, estéticamente muy logradas, que lo encumbran

como uno de los grandes fotógrafos españoles de la segunda

mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Sus magníficas

imágenes de la minería almeriense en Sierra Almagrera y

de todo el levante murciano hasta Mazarrón, la construcción del

puerto de Águilas, la Cartagena cantonal sitiada y bombardeada

en 1873, sus magníficos retratos de estudio ‒entre los que sobresalen

la serie de personajes de la Semana Santa de Lorca‒, monumentos,

vistas y paisajes rurales y urbanos, etc., son buena

muestra del alto nivel de su producción fotográfica. Varias de sus

fotografías ilustraron el libro de Amador de los Ríos Murcia y

Albacete, publicado a finales de la década de 1880, con imágenes

de monumentos y paisajes de estas dos provincias. En los años

70 fue premiado en varias de las exposiciones organizadas en

Lorca por la Sociedad Económica de Amigos del País, y a lo largo

de su larga actividad, que se extendió durante más de 50 años,

logró general reconocimiento y prestigio profesional.

A la muerte de Rodrigo, en 1916, Pedro Menchón Peñas (1875-

1955) heredó el equipo y gran parte del archivo de imágenes de su

predecesor, así como su estudio de la calle Selgas n.º 24, y allí trabajó

hasta pocos años antes de su fallecimiento. En sus anuncios y al

dorso de sus fotografías Menchón incluía en sus primeros años el

distintivo «Sucesor de Rodrigo» para aprovechar la fama lograda por

su maestro. Blas Aledo López (1894-1959), por su parte, en 1916

marchó a realizar el servicio militar en Ceuta, ciudad en la que permaneció

cuatro años adiestrándose en el arte fotográfico en el estudio

de José y Manuel Calatayud. Tras regresar en 1920 a Lorca, se

estableció como fotógrafo independiente en su gabinete de la calle

Fernando el Santo, muy cerca del establecimiento que ahora regía

Menchón en la calle Selgas. Con Blas Aledo comenzaría una saga de

fotógrafos que perdura hasta la actualidad.

La mayor parte del fondo fotográfico de Rodrigo y Menchón,

constituido por los miles de negativos en cristal y, en menor medida,

positivos en muy variados formatos, fue adquirido en 1986

por el Ayuntamiento de Lorca y se custodia desde entonces en el

Archivo Municipal de la ciudad.

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