05/08/12 - Ciudad CCS
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2 LETRAS <strong>CCS</strong> / CIUDAD <strong>CCS</strong> / DOMINGO 5 DE AGOSTO DE 20<strong>12</strong><br />
Poesía<br />
Respuesta<br />
(Fragmento)<br />
Por Ana Enriqueta Arvelo<br />
Larriva<br />
(1886-1962)<br />
Te hablo, oh antena temeraria,<br />
con la armonía de mi río profundo<br />
y de mi lago sin copia de palmeras.<br />
Quiero saber, hombre lejano que me llevaste<br />
por una ribera muy tuya para mí desconocida,<br />
si en un paso de insomnio<br />
tus pájaros briosos y relucientes<br />
picaron en las moras zumosas de mi soledad.<br />
Si me sentiste allí,<br />
en la espesura de tu bosque sumido,<br />
como hoja soterrada,<br />
como liana sin anillo,<br />
como brisa curiosa<br />
castigada en cárcel vaporosa y oscura.<br />
Si me aspiraste en el último humo de la tarde<br />
o si pasé despertándote por tu más raro amanecer.<br />
Dime si le nací a tu sentir en nube de promesa<br />
o en volcán impaciente y a punto,<br />
o sobre hierbas ya pardas.<br />
Dime si me tomaste como canción de sueño<br />
o como lengua de fuego en extravío dichoso,<br />
o si sólo amaste en mí una arena apagada.<br />
Quiero saber si tu pulso de fiebre<br />
imaginó el candente lejos de mi sangre<br />
o si fui la mancha casta de tu medianoche.<br />
(…)<br />
Me pediste mi distante secreto.<br />
Da el tuyo a mi curiosa lejanía.<br />
Quiero saber qué funda mi poema<br />
en tu mar, en tu playa, en tus jardines<br />
Ensayo<br />
La nueva vida<br />
de la Revista<br />
Nacional de Cultura<br />
Canción que vuela. León Giner. Mixta. 2011<br />
Por Luis A.<br />
Crespo<br />
Poeta<br />
Poemas para recordar a Venezuela<br />
le dicen sus escasos<br />
lectores a un libro conmovedor<br />
de Rafael Pineda, mientras<br />
espera desde 1951 que el olvido<br />
le perdone su belleza. Esta tierra<br />
de gracia, llamó Isaac Pardo a<br />
una clase de Historia de Venezuela<br />
que le recitara a sus hijos<br />
mientras bostezaban cuando su<br />
padre les preguntaba dónde<br />
nació Venezuela y dónde vivían<br />
el río Atabapo y del Páramo de<br />
Piedras Blancas. Camino para ir<br />
a Venezuela quiso el humboldtiano<br />
larense Francisco Tamayo<br />
que así se titulara un libro suyo<br />
sobre su amor al país, del que<br />
muy pocos sabían dónde<br />
quedaba cuando inquiría por el<br />
botón de la brusca y el humilde<br />
bojarro blanco y viaje al amane-<br />
cer sería el sendero que llevó a<br />
Picón Salas a encontrarse con su<br />
verde corazón.<br />
En estos amorosos de nuestra<br />
tierra pienso (hay tantos, como<br />
Uslar, como Armas Alfonzo,<br />
como Arraiz, como Enrique<br />
Bernardo Núñez, como Acosta<br />
Saignes, como muchos otros,<br />
más lejanos o más cercanos en el<br />
tiempo) durante mi lectura de la<br />
Revista Nacional de Cultura a la que<br />
el poeta y cronista Antonio<br />
Trujillo le ha devuelto su<br />
presencia, ay, tanto tiempo<br />
muda por razones casi de<br />
castillo kafkiano.<br />
Mi amigo de levantadas<br />
virtudes supo cuán tenaz habría<br />
de serle ese reto, y cuán rudo;<br />
pero pronto –no me corro al<br />
suponerlo– su conciencia de<br />
inventor de emociones, de<br />
artesano de proyectos y su<br />
asendereada angustia venezolana<br />
(por largo rato ha sido<br />
viandante de sus caminos, sus<br />
orillas y contertulio de sus<br />
pobladores oyendo, copiando lo<br />
que dicen y callan, lo que los<br />
alegra y los artistas) frenaron la<br />
natural incertidumbre que lo<br />
ganara cuando la vehemencia,<br />
su carta de presentación, su fe<br />
de bautismo –diría yo– flaqueara<br />
al escuchar la proposición de<br />
que reanimase e hiciera de<br />
nuevo visible la histórica, la<br />
legendaria publicación de don<br />
Mariano Picón Salas, cuyos<br />
seguidores y veladores de su<br />
continuidad se cuentan entre los<br />
más conspicuos de nuestras<br />
letras.<br />
La indecisión no duró mucho:<br />
pronto sintió en su pecho el<br />
poeta de blanco de orilla que<br />
trapos y helechos, la revista que<br />
creara años atrás su fervor por la<br />
memoria colectiva de su pueblo,<br />
el alto mirandino –vale decir,<br />
San Antonio de los Altos– se le<br />
ofrecía ahora como horizonte<br />
para darle más desmesura a su