Listín Diario 12-09-2022
https://listindiario.com/
https://listindiario.com/
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
SANTO DOMINGO, RD LUNES <strong>12</strong> DE SEPTIEMBRE DE <strong>2022</strong><br />
17<br />
HISTORIAS DE LA VIDA. Venció los obstáculos<br />
Esta imagen es una<br />
fiel evidencia de las<br />
condiciones en las<br />
que esperaba para<br />
que le fuera repuesta<br />
su beca.<br />
Las peripecias<br />
de Cristian para<br />
hacerse profesional<br />
Testimonio. Para poder lograr una carrera en el Instituto Tecnológico de<br />
las Américas, este joven duraba meses sin salir a ver a su familia porque<br />
no tenía el pasaje, pasaba hambre y hasta se enfermó del estómago. Hoy<br />
el éxito le sonríe. La perseverancia la aprendió de su mamá.<br />
RELATO<br />
MARTA QUÉLIZ<br />
Santo Domingo, RD<br />
La historia de Cristian<br />
Amaurys Báez Ortiz está<br />
pintada con el color de<br />
la perseverancia. Vivía en<br />
una comunidad inhóspita<br />
de San Cristóbal. Hoyo Prieto, para<br />
ser específico. No sabía lo que era<br />
la luz eléctrica y mucho menos lo que<br />
significaba la modernidad. Veía su miseria<br />
como algo “normal”. Empero, tenía<br />
una visión muy clara: hacerse profesional.<br />
Su escuela quedaba en una loma.<br />
Tan lejos como estaban las posibilidades<br />
de que se cumpliera su sueño.<br />
Pero sus deseos de llegar a una universidad<br />
junto a su inteligencia y dedicación<br />
lo llevaron a ir acercándose<br />
poco a poco a lo que anhelaba. Estudiar<br />
en el Instituto Tecnológico de las<br />
Américas (Itla) no era precisamente<br />
lo que buscaba. No tenía predilección<br />
por ninguna universidad, solo<br />
por una carrera que le permitiera salir<br />
de la pobreza en que vivía, ayudar a<br />
su familia y echar hacia delante. Tecnología<br />
multimedia fue la que estudió<br />
y que hoy desempeña ocupando un<br />
buen puesto en una empresa privada.<br />
Así comenzó su “viaje”<br />
hacia el conocimiento<br />
¿Qué pasó Cristian antes de lograr hacerse<br />
profesional? Él da respuesta a<br />
esta pregunta y la verdad que hasta<br />
ponerse en su lugar conmueve. “En<br />
cuanto a mi experiencia universitaria<br />
puedo decir que tal vez hay poca gente<br />
que haya pasado lo que yo pasé para<br />
poder estudiar. Pero voy a contarles<br />
primero sobre mi experiencia en el Itla.<br />
Cuando me enteré a través de un<br />
primo que esta institución daría unas<br />
becas a un grupo de estudiantes meritorios,<br />
no lo dudé, hice mis gestiones<br />
para venir a la Capital”. Hasta aquí todo<br />
está bien.<br />
No bien conoce esta buena nueva<br />
cuando de inmediato anuncian que,<br />
por razones de cambio de autoridades,<br />
la subvención que tenía el referido<br />
centro de estudios superiores había<br />
sido retirada y ya no procedía la entrega<br />
de esas becas como estaba estipulado.<br />
De 1,300 sólo darían 600. “Me desanimo,<br />
pero no me quedo conforme,<br />
y continúo mi búsqueda”. Es un joven<br />
optimista y decidido.<br />
“Investigo todo, aplico, y espero<br />
que me respondan porque me darían<br />
alojamiento y eso era un sueño hecho<br />
realidad porque no tenía donde quedarme<br />
en la ciudad”. Al contarlo se<br />
le ve ilusionado como si lo viviera de<br />
nuevo. Dejó su trabajo en San Cristóbal<br />
y vendió el motor que tenía porque<br />
daba por hecho que entraría al Itla,<br />
donde al llegar recibió un buen trato.<br />
“Cuando me buscan a ver si estoy<br />
dentro de los escogidos según la lista<br />
de espera, no estaba. Me confundí<br />
con el correo que recibí. Se me cayó<br />
el alma, pero no me di por vencido.<br />
Les expliqué que venía desde San<br />
Cristóbal, no podía volver para allá,<br />
sin el poco dinero que tenía y con<br />
las ilusiones rotas”. En este momento<br />
flaqueó, pero no lloró porque más<br />
peso tiene lo logrado que el trabajo<br />
que pasó para hacerse profesional.<br />
“No había sitio para mí”<br />
“Pero me quedé ahí con mi maletica.<br />
Con el dinero del motor, que no era<br />
mucho, había comprado alguna ropa<br />
para ‘instalarme’ allá donde iba a vivir<br />
y a estudiar, y me quedaba algo solo<br />
para manejarme los primeros días.<br />
Es feo decirlo, pero lo que yo daba era<br />
pena, y esa pena fue la que hizo que<br />
me dejaran dormir allá por una noche<br />
porque ya no podía volver atrás para<br />
San Cristóbal ese día”. En este momento<br />
se pone melancólico como si<br />
estuviera viviendo de nuevo aquella<br />
“locura”.<br />
Un ángel le hizo la jugarreta.<br />
Cuando tenía que salir del espacio,<br />
quien debía ocupar el lugar donde<br />
estaba encontró la oportunidad para<br />
estudiar en otro lugar. “Me dejaron<br />
allí. No cabía de la alegría, pero no<br />
tenía en qué ‘caerme muerto’. Nos<br />
vendían la comida bien barata y yo<br />
compraba tres (desayuno, comida y<br />
cena). Me enfermé porque a veces<br />
se dañaba la comida con tantas horas<br />
guardada”. Hoy ríe, pero se vio al<br />
borde de la muerte.<br />
Cada día era peor porque tenía<br />
menos dinero. Muchas veces se acostaba<br />
sin comer, y durante meses debía<br />
quedarse en el campus sin ver a<br />
nadie de su familia. No tenía dinero<br />
para un pasaje por poco que costara.<br />
“Eso era fuerte. Quería irme los fines<br />
de semana como lo hacían los demás<br />
compañeros, pero no podía, y si conseguía<br />
algo, si alguien me daba un<br />
dinerito, tenía que dejarlo para comer…”.<br />
Esta parte duele, y sus ojos<br />
reflejan las peripecias que pasó Cristian<br />
en el Itla.<br />
COORDINADOR: FABIO CABRAL * EDITORES: MARTA QUÉLIZ, RAMÓN ALMÁNZAR Y LUIS BEIRO.