La Placeta de Lorca - nº 98 - Octubre 2022
En octubre toca hacer balance del mes de septiembre, plagado de actos. Hacemos un repaso visual por la feria, pero ta,bién por el XXV aniversario de las coronaciones canónicas de las imágenes titulares del Paso Azul y Blanco, y también por los Juegos Deportivos del Guadalentín. Como cada mes, nuestras secciones y recomendaciones de lectura y cosas por hacer. Volvemos en noviembre con el especial del patrón San Clemente.
En octubre toca hacer balance del mes de septiembre, plagado de actos. Hacemos un repaso visual por la feria, pero ta,bién por el XXV aniversario de las coronaciones canónicas de las imágenes titulares del Paso Azul y Blanco, y también por los Juegos Deportivos del Guadalentín. Como cada mes, nuestras secciones y recomendaciones de lectura y cosas por hacer. Volvemos en noviembre con el especial del patrón San Clemente.
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Rosario Pérez-Muelas (Octavia), Nicolás Peregrín (Octavio),
Amparo Sánchez (Betsahí), y un largo etcétera. El vestuario, elemento
importante en la obra, fue creado y dirigido por el propio
Sánchez Campoy, con la colaboración de Anita Musso, y la organización
corrió a cargo de José Alcázar García de las Bayonas,
siempre implicado en todo tipo de eventos culturales. La prensa
del momento recogió la noticia del estreno: «El próximo viernes
será estrenada en el teatro Guerra, en función de gala, por el cuadro
artístico de ‘Educación y Descanso’, la tragedia Cesarión, original
de nuestro paisano Rafael Sánchez Campoy, música del
maestro [Eduardo] Sánchez Manzanera Flores, también lorquino.
Patrocinará la función el Ayuntamiento, en colaboración con el
Casino Artístico y Literario, Círculo Mercantil e Industrial y
Círculo Cultural ‘Narciso Yepes’ [Línea, 23-6-1957]». No obstante,
el estreno no tuvo lugar entonces, sino cuatro meses más tarde,
el 11 de octubre, y el día 20 este mismo periódico hacía una detallada
reseña de la representación que, a decir verdad, constituyó
todo un acontecimiento.
La obra se estrenó en Murcia en el teatro Romea un año después,
el 12 de noviembre de 1958, y con tal motivo se editó un
folleto de 13 páginas con la sinopsis, reparto, ficha técnica, fotografías,
escenas y pasajes poéticos. En él el autor comentaba: «En
Cesarión se ha querido resucitar una época de gran trascendencia
histórica, habiéndose mezclado personajes reales con otros absolutamente
imaginarios. Junto con Cleopatra, Marco Antonio,
Eros, Octavia, Herodes, Octavio, Eiris y Enobardo, de los cuales
se conocen datos suficientes para montar su psicología en el engarce
de un carácter, viven, sueñan y sufren Yama y Labarón,
Betsahí y Farés, inventados por la misma fuerza que arrastra a la
tragedia a aquellos que tuvieron vida propia». La obra, con siete
cuadros escénicos, era muy larga ‒el día del estreno duró más de
cuatro horas y media‒, por lo que el autor suprimió algunas partes
para su representación en la capital. Sánchez Campoy manifestaba
entonces en una entrevista en la prensa que la había
escrito en escasos días, si bien antes había leído mucho sobre la
historia y la tenía en la cabeza desde tiempo antes. En el cine,
Cesarión tiene protagonismo en el filme italiano Il figlio di
Cleopatra (1964), que aquí se llamó La batalla de Roma, en la que
el hijo de César y Cleopatra libera a Egipto de un gobernador tirano,
y también hay referencia a él en la gran superproducción
hollywoodiense, Cleopatra (1963), de Mankiewicz.
Rafael Sánchez Campoy fue un notable escritor teatral, guionista
cinematógrafo, amén de un sobresaliente poeta. Juan Guirao escribió
un magnífico texto sobre el autor y su obra, con una selección de su
producción en verso, en La sombra de lo vivido, editado por los
Amigos de la Cultura en 2009. De la célebre obra Cesarión baste recoger
lo que dice en el prólogo el crítico literario Alfredo Marquerie
a raíz de su publicación por la editorial Afrodisio Aguado en su colección
de obras clásicas Más Allá: «He leído ahora su gran tragedia
CESARIÓN. Me parece, así como suena, lo mejor que conozco en el
teatro poético contemporáneo de España. […] representado o impreso,
le aguarda una gloria auténtica [...] Su documentación es muy
pulcra, espléndido su ambiente, humanísimos sus tipos; la acción
dramática está conducida de modo habilísimo. Y su verso es inspirado
y fuerte, robusto y florido al mismo tiempo. ¿Qué más se puede
pedir?».
La puesta en escena de esta obra de Sánchez Campoy en Lorca
hace ahora 65 años es, por lo demás, buena muestra de la gran afición
teatral que ha habido en nuestra ciudad, gusto y tradición que,
afortunadamente, se mantiene en nuestros días.