El rol latente de los hombres y sus masculinidades en la violencia
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A S T A L O G A R C Í A
El rol latente de los
hombres y sus
masculinidades en la
violencia
M É X I C O 2 0 2 2
A S T A L O G A R C Í A
El rol latente de los
hombres
y sus masculinidades en la
violencia
M É X I C O 2 0 2 2
CONTENIDO
Resumen
El rol latente de las masculinidades
de combate_______________Pág. 5
Las emociones en la violencia
extrema y la violencia política
clandestina_______________Pág.10
El intercambio de emociones:
Dimensiones afectivas colectivas
de los hechos violentos
extremos_________________Pág.19
El desistimiento y los estudios
narrativos como marco
alternativo para investigar el
proceso de cambio humano.
___________________________Pág.24
Referencias bibliográficas
___________________________Pág.44
Resumen
Este documento surge de una revisión
bibliográfica de autores y autoras que
describen algunos de los roles que juegan
los hombres en el ejercicio de sus
masculinidades y su vinculación con los
hechos violentos. Se señala un tipo de
masculinidad de combate como
protagonista de violencia política
clandestina, violencias extremas y
terrorismo.
La importancia del papel que juegan la
percepción cognitiva, la elección y decisión o
no, de violentar, los recuerdos y las
emociones individuales y colectivas
subyacentes en los procesos violentos.
Se abordan los factores que intervienen en
los procesos en los que los hombres toman
la decisión de desistir y dejar de ejercer
violencia, modificando sus narrativas como
parte importante de un cambio humano.
1
El rol latente de las
masculinidades de combate
En el estudio de las
violencias en general y la
violencia política en
particular, se ha prestado
cierta atención al
concepto de
masculinidad. Por
masculinidad (o
masculinidades) me
refiero a un grupo de
temas histórica y
culturalmente
disponibles, reconocidos
y legítimos que se
identifican más o menos
con ciertos aspectos de
ser un hombre en una
determinada sociedad,
como sugiere Gilmore
(1990).
Surge como un tema
recurrente a lo largo de
este análisis.
Leone/Parrott (2018)
argumentan que la
perspectiva dominante
que vincula la
masculinidad con el
crimen y la agresión es
la masculinidad
hegemónica, una
ideología que postula la
defensa de los valores
asociados con la
hombría para garantizar
la superioridad de los
hombres sobre los no
hombres.
-5-
Si bien es ciertamente
relevante para las
narrativas analizadas aquí,
encontré que el concepto
de masculinidad de
combate, que Sion (2007)
identificó en su estudio de
los soldados holandeses,
es más adecuado. Los
valores asociados a la
masculinidad de combate
que se pueden formular
con base en las narrativas
de los hombres, por
ejemplo, se levantan
contra la injusticia o
defienden y protegen a su
país y a su gente y los
hombres soportan la
dureza del combate.
Kimmel (2003) se refiere
a tales afirmaciones como
caracterizaciones de la
masculinidad.
Desafiando y abrazando
la aspereza
Diría que la
masculinidad del
combate también está
en juego en la atracción
misma hacia el combate
y la acción violenta. Se
exhibe a través de
descripciones de la
dureza del combate y la
aspereza de la vida lejos
de la comodidad. Es
importante destacar
que también se revela a
través de afirmaciones
que luchar por la justicia
requiere coraje para
renunciar a ese
consuelo en primer
lugar. Estrechamente
asociada con las visiones
de la masculinidad de
combate está la
capacidad de soportar la
coacción y las
condiciones difíciles.
-6-
Katz (1988) argumenta
de manera similar que
las personas que
participan en
actividades delictivas no
están necesariamente
involucradas por un
producto final en
particular, sino también
por la emoción de
escapar de la vida
normal y mundana, un
fenómeno que también
se ha descrito como
"escapismo" (Crettiez
2016 ).
Doosje et al. (2016)
postulan que la
participación en la
violencia política es
parte de un proyecto de
búsqueda de
significado. Como ilustra
la cita anterior,
claramente hay algo en
la idea de tener claridad
de propósito en la vida
de uno.
Parece que, convencidos
de la causa por la que
están comprometidos y
sabiendo que están
sacrificando sus vidas por
ella, estos individuos
adquieren un potente
sentido de propósito.
Actitudes hacia la
violencia
Los individuos no tienen
que abandonar los valores
asociados con la
masculinidad de combate
al elegir la acción no
violenta sobre la violenta.
Esto se hace visible a través
del uso persistente de
expresiones como
“combate” o “pelear”,
incluso para situaciones
aparentemente mundanas:
“Para mí, mi vida cotidiana
es una pelea, una lucha.
Puede ser el trabajo, la
escuela, mi relación con mi
familia y amigos. Esa es mi
lucha”
-7-
Masculinidad de
combate: construida a
través de sistemas
binarios.
Las identidades
masculinas son el
resultado de un
continuo
reposicionamiento de
uno mismo y de los
demás, ya sea en
relación con otros
hombres o mujeres. De
hecho, Gilmore (1990)
sostiene que la
masculinidad se define
en relación con otros
hombres y no con las
mujeres. Del mismo
modo, y de manera
crucial, he encontrado
que la masculinidad de
combate proporciona
un repertorio de valores
que está lejos de ser
exclusivo de los
hombres,
-8-
Por lo tanto, al usar
conceptualmente la
masculinidad de
combate, tal vez por
falta de un término
mejor, no estoy
insinuando que estos
sean rasgos
específicos de los
hombres, sino más
bien estereotipos de
género disponibles
tanto para hombres
como para mujeres
que brindan
orientación sobre la
forma correcta de
actuar de cara a la
injusticia percibida.
Asimismo, los valores
y actitudes asociados
a la masculinidad de
combate parecen
construirse a través
de sistemas binarios,
es decir, a través de su
contraste con
atributos de no
masculinidad.
Los sistemas binarios que
surgen del análisis sobre
masculinidades de
combate son: cariñoso vs.
descuidado; asumir la
responsabilidad frente a
permanecer inactivo;
autenticidad/hasta el
final del día vs.
hipocresía; coraje contra
cobardía; aceptar la
dureza/rudeza del
combate frente a la
negativa a abandonar la
comodidad de la vida en
un país, y colectivismo
versus individualismo.
A mí siempre me
pareció más que no
querían meterse y
cambiar las cosas”.
Benslama (2016), Archer
(2003), también
encontraron apoyo para
tales sistemas binarios
entre los jóvenes, De
hecho, descubrí que las
personas expresan
frustraciones con la
apolítica percibida: “La
gente finge ser apolítica y
objetiva.
-9-
2
Las emociones en la violencia
extrema y la violencia política
clandestina
Si bien las perspectivas racionalidad de las
teóricas subrayan la acciones individuales
importancia de prestar (Boudon, 2012).
especial atención a las Arraigado en una forma de
creencias y perspectivas dualismo intelectual que
de significado que se atraviesa el pensamiento
expresan en los individuos occidental que tiende
comprometidos en formas sistemáticamente a
radicalizadas de activismo, separar 'razón' y 'afecto'
dejan sin embargo abierta (Sommier, 2010), pero
la cuestión de los
también en un deseo
resentimientos y
declarado de romper con la
emociones enredados en herencia de un
estos fenómenos. (Wright- "psicologismo", esta
Neville & Smith, 2009) ocultación de los afectos
De manera más general, siguió siendo persistente a
los afectos parecen ser un lo largo del siglo XX, con
problema espinoso para excepción del restringido
las ciencias sociales, en campo de la sociología de
contra de una concepción las emociones (Kemper,
clásica de la supuesta 1978; Turner & Stets, 2006).
.
-10-
En consecuencia, no es
de extrañar que los
estudios sobre
terrorismo, violencia
extrema y violencia
política clandestina
hayan podido
experimentar una
forma similar de
desafección por las
emociones, sin duda
explicable en parte por
un deseo de
"despsicologizar" un
campo de estudios en
pleno desarrollo y
fundar el terrorismo
como objeto de estudio
científico por derecho
propio.
Varios autores
reconocen las
emociones como
elementos centrales en
los procesos de
radicalización violenta
(Taylor & Horgan, 2006;
McCauley & Moskalenko,
2008, 2011), pero pocos
finalmente se involucran
en una teorización de
su(s) trabajo(s).
Si bien John Horgan
(2008), por ejemplo,
identifica las emociones
como parte integral de los
factores disposicionales
que subyacen al
compromiso radical, no
especifica, sin embargo, el
funcionamiento concreto
que prevé para estos
mecanismos afectivos.
Otros autores se centran
en evocar diversas
emociones negativas
como motivos para
ejercer la violencia política
clandestina sin poder
ofrecer una comprensión
concreta de su influencia.
-11-
En este sentido, la
humillación y los
afectos asociados a ella
-deseo de venganza,
deseo de reparación,
etc. — constituyen
razones muy a
menudo destacadas en
la literatura para
explicar los fenómenos
de protesta violenta
(Kristof, 2002, Stern,
2003, Khosrokhavar,
2009). Algunos autores
también citan
comúnmente la
venganza como un
factor influyente en la
participación en la
violencia política
clandestina (Crenshaw,
1981, Silke, 2003, 2008,
Speckhard &
Ahkmedova, 2006).
Otros autores
inspirados en la
corriente de la
“criminología cultural”
-12-
hacen de diversos deseos
existenciales y afectivos —
la emoción, la gloria y la
búsqueda de sentido—
las bases de un camino
hacia el terrorismo
(Cottee & Hayward, 2011).
El problema de “negación
de reconocimiento” a
algunas personas
planteado por
Lindemann remite en
gran medida a otro
concepto más conocido
en la literatura: el de
“privación relativa” –
relative deprivation- (en
inglés). Fuertemente
movilizado en varios
modelos explicativos del
terrorismo (Borum, 2003;
Moghaddam, 2005), esta
noción teórica de
“privación relativa” resulta
compleja y
multidimensional, como
lo demuestra su
abundante uso en las
ciencias sociales (Walker
& Smith, 2002).
En primer lugar, se
refiere a la experiencia
de un individuo de un
sentimiento de
discriminación en
relación con sus propias
condiciones de
existencia —materiales
y/o sociales—, y esto en
comparación con otros
individuos y/o grupos en
un contexto o una
situación determinada
(Rey y Taylor, 2011).
Esta experiencia de
discriminación es sobre
todo subjetiva y
emocional. Resulta de
una comparación hecha
por el individuo mismo y
no de un análisis objetivo
de su situación.
Independientemente del
estatus socioeconómico
del individuo, es
precisamente en esta
percepción de
discriminación frente a
los demás y no de
privación real donde
debemos buscar un
motivo de indignación
que actúe en ciertos
casos como justificación
para pasar a la acción
violenta.
A pesar de las muchas
críticas dirigidas al
concepto de “privación
relativa”, su comprensión
ha sido
considerablemente
refinada por la psicología
social en los últimos años,
particularmente al
integrar el tema de las
dimensiones colectivas y
de identidad (Smith &
Ortiz, 2002). King y Taylor
(2011) también
mencionan la fuerte
relevancia de esta noción
de "privación relativa" en
la comprensión de las
trayectorias militantes
violentas, subrayando de
-13-
paso la importancia de
arrojar luz sobre las
lógicas emocionales
que entran en juego en
la cristalización de tal
sentimiento: “La
privación relativa a
menudo se integra en
los modelos teóricos
del proceso de
radicalización hacia el
terrorismo. Lo que ha
sido descuidado por
estos modelos, sin
embargo, es la
distinción entre las
dimensiones cognitivas
y emocionales de esta
privación relativa”
(King, 2012).
Potencialmente el
compromiso militante,
sea o no de carácter
radical. Desde mi
punto de vista, King
(2012) ofrece varias y
fructíferas vías de
-14-
reflexión en torno a las
dimensiones afectivas
vinculadas a una acción
violenta. Son las
emociones resultantes
de la discriminación
vivida, y no sólo su
conciencia, las que
pueden suscitar
percepción de privación
relativa considerada en
una dimensión de
identidad colectiva —
en inglés group-based
relative deprivation—
que merecen ser
retomadas y más
plenamente
desarrolladas por los
investigadores. El
trabajo de McCauley y
Moskalenko (2008) va
en la misma línea al
intentar identificar los
diversos mecanismos
de radicalización
violenta que se
expresan tanto a nivel
individual como
colectivo.
Aunque estos dos
autores mencionan
repetidamente las
emociones, se niegan,
no obstante, a
otorgarles una
dimensión en la
explicación de las
trayectorias hacia el
terrorismo (McCauley &
Moskalenko, 2011).
En vista de los
elementos presentados
anteriormente, parece
comúnmente aceptado
que una mejor
consideración de las
emociones es esencial
para evaluar mejor la
naturaleza de los
procesos de
radicalización violenta y
las trayectorias de
participación en la
violencia política
clandestina..
Al mismo tiempo, esta
teorización de las
dimensiones afectivas
del terrorismo son una
tarea compleja (Wright-
Neville & Smith, 2009).
En general, las
emociones son
entendidas como
variables flotantes que
operan a veces a nivel
individual, a veces a
nivel colectivo, sin
nunca materializarse en
los modelos explicativos
imperantes dentro de la
disciplina. En ausencia
de una teorización más
avanzada de las
dimensiones afectivas
del terrorismo, me
parece difícil enriquecer
una comprensión
procesual y
fenomenológica de la
violencia política
clandestina..
-15-
Sin embargo, es
frente al fenómeno
importante precisar que violento. Inspirándose
un enfoque emocional del en la literatura sobre
terrorismo no constituye movimientos sociales,
en modo alguno un un primer paso consiste
paradigma teórico en proponer una
novedoso, y mucho categorización
menos una perspectiva temporal de las
competidora destinada a emociones (Aminzade &
reemplazar los modelos McAdam, 2002; Jasper,
explicativos ya existentes. 1998).
Por el contrario, forma
parte de un proceso de La primera categoría se
complejización de los refiere a los afectos
modelos teóricos que individuales, lógicas
permiten integrar las duraderas,
emociones como
metaconscientes y
variables
emocionales profundas
complementarias en el que estructuran el
análisis de las actividades marco general de la
violentas extremas. racionalidad e
intencionalidad
En mi opinión, en primer individual. Estos afectos
lugar es necesario actúan como tantos
distinguir el hecho de que elementos que
las emociones no parten determinan de forma
todas de la misma duradera los marcos
temporalidad y, por tanto, interpretativos de los
no necesariamente individuos, lo que Traïni
juegan el mismo papel (2010) ve como la
-16-
formación de un
“temperamento” o un
"conjunto de
sensibilidades", o si se
prefiere
predisposiciones a
privilegiar determinadas
"formas de sentir y
reaccionar”. Para Traïni,
estas sensibilidades se
distinguen de las
emociones en la medida
en que resultan
duraderas y producto de
experiencias repetitivas
por parte de los
individuos, llevándolos a
incorporar un tipo
singular de afectos.
La segunda categoría es
la de las llamadas
emociones reactivas
que se refieren a lógicas
emocionales
temporales en el
contexto de situaciones
vividas por los
individuos.
-17-
Estas llamadas
emociones reactivas
pueden influir en la
toma de decisiones y la
racionalidad individual.
Por ejemplo, la
excitación emocional es
bien conocida por
dificultar, o más
simplemente alterar, la
toma de decisiones,
aumentando
notablemente la
posibilidad de riesgos,
una vía que podría
resultar relevante aquí
para comprender un
cambio repentino en la
acción radical
(Bouffard, 2002).
Estas dos categorías de
emociones remiten
cada una a otra forma
de distinción realizada
en paralelo por Taylor y
Horgan (2006) en la
comprensión del
terrorismo, por un lado
entre el compromiso
con una
intencionalidad de la
acción terrorista y por
otro, la realización de
una acción terrorista
concreta. En última
instancia, se trata de
proponer una
distinción analítica
entre una
intencionalidad
subyacente a la
participación en la
violencia política
clandestina y el paso
concreto a la acción
violenta extrema como
tal..
Esta distinción debe
estar relacionada con
la distinción realizada
anteriormente para los
tipos categóricos de
emociones.
-18-
3
El intercambio de emociones:
Dimensiones afectivas colectivas de
los hechos violentos extremos
Consideradas con mayor
frecuencia desde una
perspectiva individual,
las emociones nunca se
estructuran únicamente
a nivel de las relaciones
interpersonales, sino que
dependen al mismo
tiempo de los entornos y
contextos culturales en
los que se insertan los
individuos. Nuestra vida
afectiva y su
estructuración en torno a
las sensibilidades son el
resultado de un largo
proceso interaccionista
en contacto con otros
individuos, pero también
-19-
a través de
“instituciones de
sentido” (Descombes,
1996) que contribuyen
a moldear nuestros
afectos a largo plazo.
Como tal, una de las
vías más
prometedoras de
investigación futura
para el campo de
estudios sobre
terrorismo y violencia
política clandestina
está anclada en torno
a la comprensión de
esta construcción
colectiva de afectos.
En última instancia, no
se trata sólo de
considerar el impacto
cognitivo de las
sensibilidades a nivel
infraindividual, sino
también —y de manera
más compleja— de
percibir sus despliegues
en el mundo social a un
nivel más colectivo.
Hacer de las emociones
un objeto puramente
infraindividual y no un
objeto socialmente
construido conduce a
caer de nuevo en una
forma pobre de
psicologismo. Por el
contrario, considerar la
multidimensionalidad
de las emociones, a nivel
micro, meso y macro,
nos permite tomar en
serio la dimensión social
y colectiva de las
emociones.
Para Bernard Rimé
(2005), las emociones
participan en la
construcción de
comunidades de
pertenencia. Compartir
emociones se convierte
en una oportunidad
para formar una
comunidad de
pertenencia con sus
valores y sus vínculos.
Si en un contexto
cotidiano, el
intercambio social de
emociones puede
referirse a un
intercambio emocional
de recuerdos de
eventos familiares o
amistosos, este
intercambio encuentra
su equivalencia en las
estructuras colectivas
de la militancia armada
(Orsini, 2012).
-20-
Finalmente, el trabajo
político dirigido a
despertar emociones
reactivas particulares en
los individuos para
unirlos a una causa
específica constituye otro
campo de investigación.
Construidos en torno a
"registros emocionales",
los mecanismos de
sensibilización
mencionados por Traïni
(2010) tienen como
objetivo suscitar
reacciones afectivas y
formar sensibilidades
militantes, con el fin de
orientar a los individuos a
adherirse a una visión del
mundo o a una causa
particular.
El término "registro
emocional" se entiende
aquí como un conjunto
de elementos lingüísticos
y simbólicos orientados a
la expresión de una
determinada emoción.
-21-
Corresponde pues al
investigador
identificar los
diferentes registros
emocionales
correspondientes a
la llamada política de
dispositivos de
sensibilización
específicos, como el
repertorio emocional
de la atención, el de
la indignación, la
vergüenza, la tristeza
o también ella rabia.
Es precisamente esta
dimensión del
cuestionamiento
emocional la que me
parece crítica de
abordar a la luz de
los afectos y
sensibilidades de los
individuos inmersos
en procesos de
radicalización
violenta.
Aquí podemos citar el
ejemplo de los discursos
y vídeos
propagandísticos como
dispositivos de
sensibilización que
producen una particular
interpelación emocional
de la realidad
contemporánea, a través
de una serie de
argumentos
enmarcadores
(Matsumoto, Hwang &
Frank, 2012).
Investigar estos
dispositivos podría
permitir a los
investigadores
comprender mejor los
registros afectivos
movilizados por las
organizaciones
militantes y su impacto
en las vías de
participación en la
violencia política
clandestina.
La importancia del
contexto
Como mencioné antes,
mi enfoque aquí está
en los aspectos
cognitivos más que en
los conductuales del
compromiso violento.
Si bien las personas
pueden llegar a
justificar la acción
violenta, a través de
una variedad de
experiencias y
procesos, algunos de
los cuales se han
discutido aquí, existe
una variedad de
factores contextuales y
situacionales que
pueden prevenir o
facilitar la participación
real en la acción.
Por lo tanto, si bien
puede haber una gran
población que
contempla acciones
-22-
violentas por una
causa política, solo
una pequeña fracción
se involucrará en
ellas.
Los factores
contextuales y
situacionales
relevantes para ese
desbordamiento.
De acuerdo con la
teoría del control
social (Gottfredson/Hirschi
1990),
encontré evidencia
de la importancia de
lo que está en juego,
como tener un
empleo flexible o
estar en una relación.
Otros factores
situacionales y
contextuales incluyen
la importancia de los
pares, la comunidad y
las redes, así como las
consideraciones
financieras. -23-
4
El desistimiento y los estudios
narrativos como marco
alternativo para investigar el
proceso de cambio humano.
Pocos fenómenos en
criminología son tan
ampliamente
reconocidos y tan mal
entendidos como el
desistimiento del delito.
Para la mayoría de las
personas, la
participación en 'delitos
callejeros'
generalmente
comienza en los
primeros años de la
adolescencia, alcanza
-24-
su punto máximo en Este documento
la adolescencia tardía pretende abordar los
o en la adultez
"procesos sociales y
temprana, y termina cognitivos" (Graham y
antes de la persona Bowling,1995) y la
alcanza los 30 o 40 'compleja interacción
años de edad. Este entre contingencias
patrón surge en objetivas y subjetivas'
estudios que utilizan (Gartner y Piliavin,
diversas metodologías 1988) implicados en el
(Farrington, 1986; 'ir derecho' o el
Hindelang, 1981; Rowe desistimiento del
y Tittle, 1977; Sullivan, delito.
1989) y algunos
argumentan que se
El Desistimiento
ha mantenido
prácticamente sin Críticamente, la
cambios durante unos mayoría de las
150 años (Gottfredson principales
y Hirsch, 1990).
explicaciones sobre el
desistimiento
Al menos ya en 1915, continúan cayendo en
Göring llamó a esta la dicotomía de los
relación edad-crimen paradigmas
una "ley de la
ontogenético y
naturaleza'. El
sociogénico (Sullivan,
comportamiento 1996).
delictivo parece ser en
gran medida la
actividad de una
persona joven. -25-
Mientras que Lewin
(1935) afirma que el
comportamiento es
producto de una
interacción entre
personas y
ha sido aceptado
virtualmente en
criminología, esta
aceptación ha
conducido a una gran
cantidad de teorías e
investigaciones
interaccionistas sobre
el tema del
desistimiento. Como
resultado,
ha surgido un debate
polarizado sobre si el
fenómeno del
desistimiento puede o
no ser explicado en
absoluto (por ejemplo,
Gottfredson y Hirschi,
1990).
El Paradigma
Ontogenético
Aunque la edad es
ciertamente un
correlato muy fuerte
del desistimiento, los
criminólogos
generalmente han
fracasado en 'aclarar' el
'significado' de la edad,
según Sampson y
Laub (1992) los índices
de edad son una gama
de diferentes variables,
incluyendo cambios
biológicos, transiciones
sociales y normativas y
experiencias de vida, y
en sí mismos no son
una explicación para el
cambio Rutter (1996).
-26-
El Paradigma
Sociogénico ('Un trabajo
estable y el amor
de una buena mujer')
Más allá de la 'reforma de
maduración', la siguiente
explicación más
influyente del
desistimiento es la teoría
de lazos sociales o
'control social informal'
(Farrington, 1992). La
teoría del vínculo social
sugiere que vínculos
informales variados con la
familia, el empleo o los
programas educativos en
la edad adulta temprana,
explican los cambios en la
criminalidad durante el
curso de la vida. Por lo
tanto, a diferencia de la
maduración o
teorías del desarrollo, las
teorías sociales postulan
que las experiencias que
conducen al
desistimiento del delito
no son necesariamente
-27-
universales y, a
menudo, pueden estar
parcialmente bajo el
control del individuo
(como en el caso de
tener un empleo o
encontrar pareja).
Matza (1964) fue uno de
los primeros en abordar
este tema,
la mayoría de los
delincuentes están
atrapados en algún
lugar entre los lazos
sociales de la edad
adulta y las subculturas
de compañeros
desviados sin un apego
profundo a ninguno de
los dos. Una vez
terminada la
adolescencia y si los
roles de adultos están
disponibles, la mayoría
de los jóvenes se alejan
fácilmente
de su débil afiliación
con el crimen.
Aún, como la edad
biológica, el empleo y
el matrimonio
interactúan con
variables psicosociales
en un modo complejo.
los investigadores
deben hacer todo lo
posible para
comprender los
procesos cognitivos y
los correlatos
subjetivos, así como
los correlatos sociales
más fáciles de medir
(y cuantificar) del
desistimiento si vamos
a lograr una
comprensión
completa del proceso.
Como se refleja en el
conocido refrán entre
los infractores de que
'Tú te rehabilitas'
(Meisenhelder, 1977),
las familias, los
trabajos, la edad o el
tiempo no pueden
cambiar a una
persona que no quiere
cambiar o hacer un
esfuerzo por cambiar.
Presuntamente, las
personas toman una
decisión deliberada de
casarse o encontrar
trabajo, y si estos lazos
sustentan el
desistimiento, el
proceso interno de
permanencia
casado o que continúa
trabajando necesita
ser tomado en cuenta
si queremos entender
cómo los individuos
pueden renunciar al
crimen.
Estas articulaciones de
metas (tener trabajo y
estar casado) están
explícitamente
contextualizadas y
vinculadas a actitudes
y normas grupales, y
cambian con las
demandas
-28-
situacionales y de
desarrollo. Los
criminales desistidos
es probable que
tengan metas y
esfuerzos más
espirituales y
generativos que los
delincuentes
persistentes.
En un estudio
exploratorio, los exdelincuentes
reformados
informaron con
frecuencia que
recurrían a un "poder
superior"
y haciendo un
esfuerzo por 'devolver
algo' a sus
comunidades
(Maruna, 1997). Esta
parece ser una
estrategia tanto para
'expiar' los errores del
pasado, como para
anunciar una nuevoa
identidad en un
esfuerzo por aliviar el
estigma que enfrentan
los ex-convictos
(Meisenhelder,1982).
Viendo el lado positivo,
dentro de esta espiral
descendente hacia el
desestimiento del crimen
o el delito hay muchas
pausas.
Una pausa puede
convertirse en un
desistimiento secundario
cuando suceden dos
cosas.
Primero, la persona
encuentra una fuente de
agencia y comunión en
actividades no criminales,
encuentran algún tipo de
"vocación", ya sea la
paternidad, la pintura, el
entrenamiento, el ajedrez
o lo que sea.
-29-
Sennett (2003) llama La segunda parte del
"arte-amor", a través del desistimiento, como la
cual encuentran
teoría de la desviación
significado y propósito de Lemert, implica una
fuera del crimen,
reacción social. El
experimentando un cambio de
profundo placer en y comportamiento de la
para sí mismo, y un persona que desiste a
sentido de autoestima veces se reconoce
que no depende de los por otros y se refleja en
demás”. Muchos de los él en un "proceso de
comportamientos des-etiquetado" (Trice y
delictivos se mantienen Roman 1970).
por recompensas que Meisenhelder (1977) ha
son extrínsecas (estatus, descrito esto como la
riquezas) o fugaces (los etapa de "certificación"
efectos de una droga). El del desistimiento
descubrimiento de una “Algunos miembros
búsqueda alternativa, reconocidos de la
intrínsecamente
comunidad
gratificante, puede ser convencional deben
una necesidad, pero no públicamente anunciar
es un componente y certificar que el
suficiente de la
infractor ha cambiado y
abstinencia exitosa de un que ahora debe ser
cambio en el
considerado
comportamiento
esencialmente no
violento mediante el criminal.”
desestimiento.
-30-
Como con la
“ceremonia de
degradación”
(Garfinkel 1956)
a través de los cuales
se estigmatiza a los
malhechores, esta
des-etiquetación no
está dirigida a actos,
sino a todo el
carácter de la
persona en cuestión
(Braithwaite y
Braithwaite 2001). De
manera similar, el
desetiquetado
puede ser más
efectivo cuando
proviene de "alto
nivel",
particularmente
fuentes oficiales
como jueces o
maestros, en lugar
de miembros de la
familia o
amigos, donde dicha
aceptación puede
darse por sentada
(Wexler 2001).
La identidad
narrativa
El tercer nivel de
personalidad según
McAdams (1994) es la
narrativa interiorizada
que los individuos
construyen para
integrar sus pasados,
presentes y futuros
percibidos en una
identidad que sostiene y
guía el
comportamiento.
Abrumados con las
opciones y posibilidades
de la sociedad moderna
(Fromm, 1941; Manning,
1991), los individuos
modernos internalizan
esta narración
autobiográfica con el fin
de proporcionar un
sentido de coherencia y
previsibilidad al caos de
sus vidas (Giddens, 1991;
Sartre, 1964).
-31-
Según Giddens (1991),
en la sociedad actual,
"la identidad de una
persona no se
encuentra en el
comportamiento, ni
en las reacciones de
los demás, sino en la
capacidad de
mantener una
narrativa particular”.
Es probable que los
cambios internos
involucrados en el
desistimiento del
delito se registren y se
entiendan en este
nivel narrativo de la
personalidad. Erikson
(1959) y Elkind (1968)
argumentan que las
personas comienzan a
formar identidades
individuales durante
la adolescencia. En
consecuencia, los
adolescentes pasan
por una 'moratoria
psicosocial' en la que
'prueban' varios “yos”
posibles.
Los teóricos de la
identidad
argumentarían, por lo
tanto, que no es una
coincidencia que
estas narraciones
"desorganizadas"
tempranas se
corresponden con
altas tasas de
comportamiento
criminal. Canter (1994)
escribe, 'muchos de
los actos de violencia
parecen estallar en un
momento en que el
perpetrador está
buscando identidad y
significado personal'.
Comprender cómo los
individuos que
interiorizan un acto
-32-
delictivo o una
conducta desviada son
capaces de crear una
nueva comprensión de
sí mismos.
Biografía y Sociedad
Es importante destacar
que estas
'autoimágenes
estructuradas' no se
crean en el vacío. Los
teóricos de la identidad
como Erikson (1959) y
Giddens (1991)
argumentan que la
identidad se forma en
gran medida dentro de
las limitaciones y la
estructura de
oportunidades del
mundo social en el que
vive la gente. El yo es
ambos, moldeado
socialmente y
construido
individualmente
(Meisenhelder, 1982).
Las autobiografías
también son datos
excelentes para el
análisis de los
problemas
económicos y sociales
subyacentes a las
relaciones
socioestructurales de
una población
(Bertaux, 1981).
Agencia y Elección
Como los modelos de
'elección racional' de
toma de decisiones
criminales (Clarke y
Cornish, 1985; Cusson
y Pinsonneault, 1986),
la teoría narrativa
proporciona un
modelo de conducta
intencional. Desde la
perspectiva narrativa,
cuando un individuo
desiste del delito,
él/ella 'actúa como su
-33-
propio agente de termine ahí. La teoría
cambio' (Adams, del 'crimen como
1997) y no es
elección' postula que
meramente el
los delincuentes
producto de fuerzas sopesan los riesgos y
externas de control recompensas del
social o rasgos de crimen de la misma
personalidad.
manera que otros
actores económicos
Esto por sí solo deciden comprar una
representa una casa o invertir en una
desviación
empresa. Si bien la
importante y radical mayoría de las
de la criminología autonarraciones
positivista tradicional, ciertamente tienen
que ve a los
una "lógica interna"
individuos y su
(Canter, 1994).
comportamiento
determinados en Como tal, la teoría
gran medida por narrativa trata
fuerzas internas o explícitamente de dar
externas
cuenta de las
incontrolables (Matza, elecciones individuales
1964).
que parecen estar
lejos
Sin embargo, la de ser 'racionales'. La
comparación entre la teoría narrativa
teoría narrativa y las enfatiza que los
teorías de "elección" sujetos humanos
del desistimiento reaccionan de manera
probablemente
-34-
diferente a los
estímulos en función
de cómo los eventos
y las construcciones
son 'percibidos e
interpretados...
Las historias
personales
representan puntos
de vista muy
particulares, por
ejemplo, si una
persona se ve a sí
misma 'contra la
pared' o siente que su
dignidad ha sido
desafiada por algún
insulto, puede
cometer ciertos actos
de violencia que
serían considerados
'sin sentido' por el
público. Sin embargo,
estos actos podrían
ser perfectamente
'racionales' en
términos de la
autocomprensión de
esa persona.
Después de todo, de
acuerdo con la teoría
narrativa, 'si (las
personas) definen las
situaciones como
reales, son reales en
sus consecuencias'
En uno de sus
estudios, Maruna
(1997) analizó las
narraciones
autobiográficas de 20
ex delincuentes y
encontró evidencia
sustancial de una
'historia de reforma
prototípica' que
integra el pasado de
una persona y sus
errores en un guión
generativo para el
futuro.
-35-
Exdelincuentes que
desistieron del delito
abrumadoramente
atribuyeron su pasado
delictivo a factores
ambientales fuera de
su control. También
atribuyeron su cambio
radical de estilo de vida
a fuerzas externas,
generalmente a la
generosidad de alguna
persona o personas
que perdonan y que
pueden ver más allá de
los errores de un exdelincuente.
Esta
oportunidad permitió
que el ex-delincuente
finalmente se
convirtiera en su
"verdadero yo" (una
persona buena o no
criminal). Como una
forma de mostrar
agradecimiento por
esta segunda
oportunidad, muchos
ex-delincuentes, están
tratando de 'devolver
algo' a la sociedad de
la que provienen. El
desarrollo de alguna
variación en esta autohistoria
coherente
puede contribuir al
proceso de
desistimiento del
delito y apoyar los
esfuerzos individuales
para “ir recto”.
David Canter ha
realizado numerosas
contribuciones
al campo de la
psicología
criminológica o
forense en particular.
Sin embargo, lo que a
veces se pasa por alto
es su trabajo sobre las
narrativas propias
detrás de los patrones
de violencia.
-36-
En su libro clásico
Criminal Shadows,
Canter argumenta
que el análisis de las
autonarrativas
debería estar en el
centro de la
elaboración de
perfiles de
delincuentes (Canter
1994).
persona, es la respuesta
a la pregunta "¿Quién
soy yo y cómo encajo en
un mundo más
amplio?" De esta
manera, las narrativas
tienen una "lógica
interna" (Canter, 1994) y
se utilizan para hacer la
vida comprensible y
predecible.
Según McAdams, las
personas resuelven el
problema de la
identidad
construyendo una
autonarrativa.
Una autonarrativa es
una historia que una
persona se forma
para explicar su
comportamiento,
motivaciones,
sentimientos y
deseos dentro de un
marco significativo y
secuencial. En otras
palabras, la
autonarrativa de una
También se cree que
mantienen a raya la
experiencia humana de
la falta de sentido y el
vacío existencial.
En consecuencia, la
identidad es una
historia de vida que
tiene sentido,
proporciona unidad y
propósito, dentro de
una matriz
sociohistórica que
encarna un
una historia mucho más
amplia (McAdams, 1985)
-37-
Autonarrativas y
Crimen
Las historias
personales pueden
ser especialmente
cruciales para
comprender el
comportamiento
delictivo. Los mitos
personales
se cree que son el
mecanismo principal
a través del cual los
individuos son
capaces de mantener
un sentido de
autoestima frente a
las fallas morales,
sociales y personales
y la estigmatización.
Epstein y Erskine
utilizan esta
necesidad de
mantener un sistema
conceptual coherente
e integrado o una
teoría de la realidad
para explicar un
comportamiento que es
autodestructivo o se
mantiene en ausencia
de refuerzos (1983).
Más críticamente, la
reconstrucción
narrativa se vuelve
necesaria cuando una
persona experimenta
alguna amenaza a su
identidad (Maruna &
Ramsden, 2004). Scott
y Lyman argumentan:
“Puesto que es con
respecto a la conducta
desviada que pedimos
cuentas, el estudio de
desviación y el estudio
de cuentas están
intrínsecamente
relacionadas, y una
clarificación de cuentas
constituye una
clarificación de los
fenómenos desviados.
-38-
El artículo de
Gresham Sykes y
David Matza (1957)
Techniques of
Neutralization: A
Theory of
Delincuencia, la idea
central en el
corazón de este
argumento es que
las excusas y
justificaciones que
usan las personas
que cometen delitos
para racionalizar sus
comportamientos
podrían estar
implicados en la
etiología de la
conducta desviada.
Como señalan Sykes
y Matza, es por
medio de estas
técnicas de la
excusa y la
justificación que el
menor se convierte
en delincuente
(1957).
Otro factor
fundamental en el
comportamiento
violento es el
mecanismo cognitivo
relacionado con la
negación de la
responsabilidad por
las acciones agresivas
de uno.
Por ejemplo, la teoría
de la neutralización en
criminología sugiere
que gran parte de la
delincuencia se basa
en lo que es
esencialmente una
extensión no
reconocida de las
defensas a los delitos,
en forma de
justificaciones (Sykes
& Matza, 1957). Sykes y
Matza identifican
cinco “técnicas de
neutralización”
que permiten a los
delincuentes cometer
actos indebidos sin
-39-
sufrir los estragos de la
culpa, la negación de la
responsabilidad, la
negación de la lesión, la
negación de la víctima,
y la condena de los
condenados.
Estas excusas y
justificaciones a los
delitos, el delincuente
las considera válidas
para sí mismo, pero no
por el sistema legal o la
sociedad en general
(Sykes y Matza 1957.
Como han señalado
Cohen (2001) y otros, la
negación de
responsabilidad es
claramente la "cuenta
maestra". Si los
delincuentes pueden
definir la situación de
una manera que los
libere de la
responsabilidad de sus
acciones, entonces
pueden mitigar tanto
la desaprobación
social como una
sensación de fracaso.
Los delincuentes
niegan su
responsabilidad
alegando que sus
comportamientos son
accidentales o se
deben a fuerzas fuera
de su control. Ellos se
ven a sí mismos como
víctimas de las
circunstancias o
como productos de
sus ambiente.
Bandura (1990)
desarrolló una teoría
similar de
Desvinculación Moral
que implica la
siguientes "técnicas"
para evitar la
autosanción:
desplazamiento de la
responsabilidad,
-40-
difusión de
responsabilidad,
tergiversando las
consecuencias de una
acción,
deshumanizando a la
víctima y asumiendo
el papel de víctima
por uno mismo.
Caspi y Moffitt (1995)
argumentan que la
autonarrativa de una
persona puede actuar
como un filtro para la
codificación y
procesamiento de la
información social ya
que diferentes
personas expuestas a
la misma situación
reaccionarán de
manera diferente a
medida que
interpretan los eventos
de una manera
consistente con su
comprensión de sí
mismos
(autonarrativa),
su comprensión de los
demás y su experiencia
previa.
Butler, encontró que
los temas de
Vergüenza personal
dentro de las autonarraciones
de los
hombres predicen su
participación futura en
confrontaciones,
incluso controlando
una medida de
comportamiento
violento previo.
Numerosos
investigadores teorizan
que la emoción de la
vergüenza puede
conducir a un
comportamiento
agresivo cuando las
personas intentan
transformar y/o desviar
los sentimientos de
vergüenza en
-41-
sentimientos de ira
(Braithwaite,
1989); Katz, 1988;
Gilligan 1996; Lewis,
1971; Scheff, 2000;
Scheff y Retzinger,
1991, Gilligan 1996,
2001, por ejemplo,
sugieren que las
autonarrativas
basadas en la
vergüenza pueden
llevar a los hombres a
participar en
confrontaciones
mientras intentan
reemplazar los
sentimientos de
vergüenza con
sentimientos de
orgullo, logrado a
través de una
muestra agresiva de
comportamiento viril.
Las personas con un
yo inseguro tienden a
tener opiniones menos
positivas sobre sí
mismos y tratan de
mejorar su autoestima
obteniendo
retroalimentación
interpersonal positiva
de otros (Brown, Collins
& Schmidt, 1988;
Baumeister,
Tice y Hutton, 1989;
Vohs & Heatherton,
2001). Como resultado,
pueden ser
especialmente
propensos a participar
en confrontaciones por
una necesidad
psicológica de
protegerse a sí mismos
y/o exigir respeto de
otros (Butler, 2008,
Butler & Maruna, 2009
Crocker, Park &
Lee,2006,Toch,1992).
-42-
Butler y Maruna
(2009) encontraron
que los hombres
generalmente se
involucran en una
tregua incómoda
con “un Otro” que
parece estar roto
solo cuando hay
factores
desencadenantes
del entorno social
que actúan sobre
una personalidad
que ha sido
sensibilizada a la
vergüenza (Gilligan,
1996).
-43-
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