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EL ESTADO PROFUNDO/ENRIQUE CONTRERAS RAMÍREZ
los pueblos o movimientos emancipatorios, para tomar un camino propio con
autonomía, diversidad y pluralidad, es visto como una transgresión a esas
"leyes", calificándose de inmediato de actos terroristas y de esta manera
justificar la represión y el crimen, a nombre del progreso sin consideración
humana alguna.
Michel Chossudovsky (2002), al respecto escribe lo siguiente: "En
Estados Unidos la "Ley Patriótica" condena la protesta pacífica en contra de
la globalización. Manifestarse contra el FMI o la OMC, por ejemplo, podría
considerarse "un delito de terrorismo interno". La ley comprende cualquier
actividad, lo que podría llevar a "influir en la política de un gobierno por la
intimidación o la coerción"; esto es "una manifestación que bloquea una calle
impidiendo el tránsito se considera terrorismo interno. En términos generales,
la nueva legislación representa una de las más avasallantes afrentas en contra
de la libertad que se haya visto en los últimos cincuenta años. Es poco probable
que nos proporcione una mayor seguridad, pero sin duda nos hará menos
libres". (CHOSSUDOVSKY, Michel. “Guerra y Globalización”. Editorial
Siglo XXI. México. pp. 13.)
Estas leyes, tienen carácter "supraconstitucional" impuesto y dicho sea de
paso, muchas de ellas fueron vaciadas en las reformas que le han hecho al
Código Procesal Penal venezolano, también tienen el propósito de eliminar toda
discusión política para evitar develar el marcado interés de recolonizar a los
pueblos, donde ellos tengan como objetivo militar tomar y poseer espacio
territorial estratégico: petróleo, gas, carbón, coltan, thorium, agua
o biodiversidad. Es el propósito fundamental de la llamada Ley Patriota, creada
por la administración de Bush, como una de las leyes más reaccionarias y
fascistas inventadas por el gobierno norteamericano impulsada por el capital
privado en toda su historia.
El imperio del capital, como expresión del paradigma globalizador ha
creado doctrina a todos los niveles para consolidar sus objetivos, propósitos y
fines, donde los dueños de ese capital enfermos en su moral y valores desfiguran
el concepto de justicia de la manera más malévola y destruyen las economías
domésticas de los países para imponer sus malignos intereses.
Hoy día podemos afirmar que los 7.550 millones de habitantes que
aproximadamente poblamos el planeta, vivimos éste martirio del holocausto
globalizador para materializar la sed de poder del gran capital, pareciera que
se estuviera reeditando las experiencias vividas y narradas en los escenarios
nazis –claro está, en otros tiempos pero en el mismo espacio- donde el escritor
Ingo Müller en su libro “Los Juristas del Horror”, traducido al castellano por el
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