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Enamórate de ti - walter rizo

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o “Tu casa muestra que tienes buen gusto”. Este tipo de elogios son de mayor exigencia, pero el

compromiso del emisor del mensaje sigue siendo poco. Puedes involucrarte en tus propios

autoelogios: “Esta camisa me queda bien”, “Definitivamente, mi casa muestra que tengo buen gusto”,

“El traje de baño me sienta”, “Hoy estoy muy bien vestido”, “Sé elegir muy bien a mis amistades”,

etcétera.

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Elogios dirigidos a ciertas características

de la persona

Aquí el compromiso del que dice el halago es mayor. “Eres muy inteligente”, “Tu cuerpo es muy

bello”, “Tu voz es espectacular”, “Eres una gran persona” o “Eres muy buen amigo”. Como puede

verse, el elogio va dirigido a rasgos, valores, características físicas o habilidades de otras personas.

Busca qué cosas te gustan de ti, elógiate y, de paso, agradécete, como te agradecería cualquier

persona que recibiera el halago.

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Elogios dirigidos a características de la persona

donde el dador del elogio se involucra

Muy pocas personas son capaces de dar este tipo de halagos sin sentirse ridículos, nerviosos o

inseguros, a no ser que sean personas muy cercanas y que les tengan confianza. Aquí el dador dice lo

que le produce la persona. Se expresa un sentimiento asociado al elogio: “Admiro tu inteligencia”,

“Me encanta tu cuerpo”, “Adoro tu sonrisa” o “Envidio tu alegría”. La expresión de afecto dirigida a

otras personas tiene tantas condiciones y requisitos en nuestra cultura que se vuelve cada vez más

difícil decirle “Te quiero” a alguien sin que se sospeche alguna segunda intención. La expresión libre

y franca de sentimientos positivos a las personas que nos rodean no es fácil si la cultura es poco

expresiva. No obstante, estos problemas de incomodidad social no existen a la hora de autoelogiar

tus características. Decirte: “Me gustan mis ojos”, “Me encanta ser inteligente”, “Me fascinan mis

piernas” o “Soy una buena persona” no ocasiona riesgos, rechazos, ni malentendidos; depende sólo

de ti.

La conclusión es evidente: la autoexpresión de sentimientos positivos nos hace sentir bien,

sencillamente porque es agradable el buen trato.

¿Qué hacer para autoelogiarse?

El paso más importante es conectarte a un procesamiento controlado, es decir, hacerte consciente de

tu diálogo interno y de lo que te dices a ti mismo. Puedes descubrir que no te dices nada (el éxito

pasó inadvertido) o que te autocastigas (el éxito ha sido insuficiente para las aspiraciones que

posees): “Lo debería haber hecho mejor”. Recuerdo que a los veinte años, mi nivel de autoexigencia

en cuestiones académicas llegaba a límites absurdos. En esa época estudiaba ingeniería electrónica,

una carrera que dejé cuando decidí ser sincero conmigo mismo. Lo importante es que, pese a la poca

vocación por los cables y los chips, si mis calificaciones bajaban de nueve o diez me deprimía

profundamente. Mientras mis compañeros festejaban un siete en álgebra, yo me castigaba

(verbalmente) por un ocho. La insatisfacción frente a mi propio rendimiento no daba cabida al

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